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Sentimientos por Skarlatta

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¡Enjoy!


/····································Capítulo 4: Asombro····································


En los días siguientes, las cosas parecieron tan normales como anormales.

Kai no era el mismo de siempre. No estaba bien. Rei lo notó, no supo cómo, pero lo notó. Quiso saber qué le ocurría y quiso saber si podía ayudarle en algo. Querer no siempre es suficiente, y lo descubrió cuando se vio incapaz de acercarse a Kai. Tal vez no era una buena idea hacerlo, porque, en el fondo, sospechaba que el comportamiento de su capitán era culpa suya.

No se equivocaba.

Rei lo miraba mucho últimamente. Rei parecía más atento a él. Pero eso no significaba nada. Kai volvió a usar su inteligencia en lugar de su corazón. Se dio cuenta de que así sufría menos. No podía seguir dejándose llevar por impulsos. Quizás… Era el momento de poner los pies en la tierra y claudicar, porque su compañero realmente no estaba interesado en él. Prolongar más el intento de conquista no serviría de nada, salvo para hacerse daño.

En el centro de ambos, y sin poder conocer sus pensamientos, estaba Max.

"Algo no anda bien con ellos. Con ninguno, pero... ¿Qué puedo hacer?" su celeste mirada viajó con discreción de uno a otro, antes de escuchar unas palabras de Kenny que le hicieron olvidarse por completo de los mayores.

—Tú no jugarás mañana, Max.

[...]

Las semanas previas habían ido desgastando la apatía de Kai. Aunque aún sentía cierto rechazo por el equipo de niños, sabía que ese sentir era por obligación; no tenía caso acercarse a unos chicos a quienes tarde o temprano traicionaría en favor de cumplir los mandatos de Voltaire. A pesar de tener presentes cuáles eran sus objetivos, su indiferencia sufrió un fuerte golpe cuando se enamoró de Rei. A partir de ese día en que asumió de lleno sus sentimientos por él, todo comenzó a cambiar.

Quiso creer que no afectaría en nada el sentirse atraído por alguien. Se equivocó.

Su interés por Rei fue sólo el comienzo. Ahora no sólo le interesaba el moreno, sino que, además, se había interesado en otro de los chicos del equipo: Max.

Por supuesto, eran distintos tipos de interés. Por Rei tenía sentimientos románticos. Quería estar cerca suyo y volver a besarlo, quería conocerlo más y protegerlo de cualquier daño, quería ser importante para él. Mientras que por Max tenía sentimientos amistosos. Quería apoyarlo y que diera lo mejor de sí en las beybatallas, quería que el chico confiara más en sí mismo.

Quizás estaba pidiendo demasiado a la vida considerando que su destino ya estaba trazado. Pero mientras llegaba al final de su camino... Se atrevió a permitirse un poco más de debilidad.

—Dejen jugar al chico.

Kenny había concluido darle el lugar de Max en el tercer enfrenamiento del Torneo Estadounidense. Por estrategia, y por deseos de enfrentarse a los All Starz, había estado de acuerdo. Hasta ese momento.

El castaño lo pensó unos segundos, aceptando finalmente y obteniendo en respuesta un abrazo de parte de Max. Eran palpables tanto la alegría como el entusiasmo del pequeño rubio, eso consiguió sacarle una sonrisa. A decir verdad… Se sintió bien poder ayudarlo y, aunque fuera por un corto periodo de tiempo, haberle dado atención a los problemas de otros y no a los suyos.

[...]

Con la preparación de los días posteriores, Rei se sentía completamente listo para el Torneo del día siguiente. Claro, eso si dejaba de preocuparse por las extrañas sensaciones que aún le asaltaban cuando estaba en la misma habitación que Kai.

Sacudió su cabeza, como si tal acción sirviera para ahuyentar la avalancha de pensamientos y emociones que le recorrían por completo en cada ocasión que la imagen de su capitán aparecía en su mente. Tras suspirar, decidió dar un paseo; les hizo saber eso a Kenny y Max, dejándolos así solos con la vergüenza de ver a Tyson prácticamente devorando todo en la mesa del bufé.

Sin prestar atención al camino, sus pasos lo condujeron hasta la azotea del hotel. Había estado ahí un par de horas atrás junto a su equipo en el momento en que Kai pidió que dejaran jugar a Max. Intentó no pensar mucho en esa situación ya que, tanto al suceder como al recordarla, extraños sentimientos contrapuestos se hicieron presentes en su interior. Estuvo a punto de suspirar por ello, deteniéndose al darse cuenta de que no estaba solo en el lugar. A pocos metros se encontraba el culpable de todas sus inquietudes.

Realmente se esforzaba por no culpar a su capitán del embrollo mental y sentimental que tenía, pero no podía evitarlo. El inicio de todo había sido en aquel momento, cuando Kai lo besó.

Quizás lo adecuado sería irse sin perturbar la tranquilidad del otro chico. Quizás. No estaba seguro; últimamente, tomaba decisiones estando inseguro sobre todas y cada una de ellas. Podían ser un acierto, o podían ser un error. ¿Cómo saberlo?

No encontró una respuesta mientras se acercaba a su capitán.

—Fue agradable lo que hiciste por Max hoy.

Hizo el comentario con suavidad, sorprendiéndose gratamente de que la ligera alteración en su interior no hiciera que su voz temblara al hablar. No obstante, la grata sorpresa se transformó en simple sorpresa tan pronto como tuvo sobre sí la atención de las pupilas escarlatas, pues en ese momento sus nervios latentes desaparecieron.

—Yo no hice nada.

Y tras aquella tenue respuesta, el bicolor volvió su vista hacia el oscuro horizonte.

Un particular silencio se hizo entre ambos.

Rei no sabría explicar por qué sentía extraños los silencios entre ambos. En cambio, sí podía decir que tenía deseos de desaparecer esos silencios y que las cosas volvieran a ser como antes. No quería que su relación con Kai cambiara.

—Te gusta aparentar que los chicos no te importan, pero sí lo hacen. Especialmente Max, parece agradarte bastante.

No le había representado ningún desafío el darse cuenta de ello. Su capitán era un chico complicado, continuaba pensando eso, sin embargo, de alguna manera había comenzado a entenderlo prestándole atención. A sus ojos —y existía la posibilidad de estarse equivocando—, Kai cargaba con un gran peso sobre sus hombros. Algo le impedía abrirse a los demás, algo le impedía formar parte del equipo en su totalidad. De nuevo, esa sensación de querer saber y querer ayudar floreció en su pecho. Sólo existía un problema: ¿Podía acercarse a Kai sin hacerle daño? No quería que confundiera las cosas y se hiciera falsas ilusiones sobre ambos.

—Tú y Max son los menos molestos.

La serenidad en su expresión cambió ligeramente tras escuchar eso. Con un pequeño tic en el ojo observó profundamente la espalda del otro chico.

Menos molesto. Lo que en otras palabras podría traducirse como "Eres molesto, pero no tanto". Tuvo intenciones de gruñirle y recordarle que se había enamorado de él, pese a ser molesto. Mas al final, después de un par de respiraciones profundas, se tranquilizó, aunque en su mirada hubiera cierta ferocidad.

—Tú también eres molesto, ¿sabías eso?

El chico de ojos color rubí miró oblicuamente tras de sí, notando la fiereza que le dirigían esas pupilas color oro.

Varios pensamientos se entrecruzaron en su mente. Rei se veía fascinante cuando algo lo molestaba y dicha molestia se mostraba como un brillo peligroso en sus felinas pupilas. Chocando contra esa idea, estaban dos cuestiones. ¿Por eso no se fijaba en él? ¿Porque era molesto? Tuvo que morderse la lengua, o de lo contrario, alguno de sus pensamientos habría escapado de sus labios, y estaba seguro de que ninguno hubiera sido bien recibido.

—No, nadie se había atrevido a decirme eso.

—Pues eres molesto.

Otro inusual silencio los envolvió.

Hubo una fina línea dividiendo el significado de la afirmación de Kon. Por un lado, una broma que podría resultar divertida. Por el otro, serias palabras con matices obviamente amargos. La tensión que se generó en el ambiente permaneció mientras Hiwatari se giraba para mirar frente a frente al ladrón de su tranquilidad; una vez más, pensó en dejar salir aquellas estúpidas preguntas que le cruzaron la mente. Y al final, si el pelinegro bromeaba o hablaba en serio, o ambas, no lo supo con exactitud.

—Pero también eres bueno, más de lo que creí —Rei retomó la palabra, relajándose y permitiéndose dedicarle una sonrisa a su compañero—. Ojalá un día dejes de encerrarte en ti mismo y confíes más en el equipo.

Si, bueno… La primera vez que se había abierto con alguien más fue cuando se le confesó y eso no estaba resultando bien en ningún aspecto.

—Lo consideraré.

—Considerarlo no significa ponerlo en práctica.

—Correcto.

Notó de inmediato el nerviosismo en la expresión de su compañero de China. No pudo mentirle. Tomaría en cuenta sus palabras, lastimosamente, no las llevaría a cabo. Era poco probable, casi imposible, que pudiera abrirse y confiar en otros. A propósito, ¿realmente Rei era tan ciego como para no ver lo importante que era? Con él había sido sincero, en él sí había confiado y por elección. Eso era diferente a la "confianza" que le había dado a Max; con el pequeño rubio no había tenido más alternativa que creerle aquel día en la cocina, cuando le dijo que guardaría silencio.

Al cabo de unos segundos, el moreno simplemente suspiró.

—Es noche, me voy a descansar. No te quedes despierto hasta muy tarde.

Su única respuesta fue un asentimiento, después del cual observó al chico retirarse. Antes de que Rei pudiera desaparecer por la puerta, un impulso le obligó a llamarlo.

—Rei…

El corazón le latió un poco fuerte al volver a recibir la atención de esas doradas pupilas. Quería decirle lo mucho que significaba para él. Quería señalarle que él era el primero y, posiblemente, el único con quien podía y quería ser honesto. Quería decirle tantas cosas. Inusual viniendo de él, alguien que no habla mucho.

—Descansa, y suerte mañana en tu enfrentamiento contra los All Starz.

—Gracias.

Eso fue todo lo que Rei pudo decir. Trató de ignorar la silenciosa declaración que su capitán hizo, porque… quizás Kai no fue consciente, pero su mirada habló por él. No supo con exactitud sus pensamientos, mas sí supo que las escarlatas pupilas le miraron con un esplendor inusual, mientras le profesaban en silencio el amor que su dueño callaba.

De ningún modo había esperado algo como eso; le costó hacer a un lado el estupor y abandonar el lugar.

Preso de cierto regocijo acelerándole el pulso, y de sus intentos por sepultar esa sensación, no notó en las escaleras a Max, quien lo miró con atención desde que pasó a su lado hasta que bajó, adentrándose en los pasillos del hotel.

"¿Y ahora?" el rubio ladeó la cabeza.

Intrigado, no tardó en subir la escalera a paso veloz. Silenciosamente abrió la puerta de la azotea y, tal como se imaginaba, encontró a Kai en el lugar. El mayor se veía demasiado perdido en sus pensamientos; tal vez hubiera pasado un largo rato así, si él no se le hubiera acercado, tomando así su atención y trayéndolo de vuelta a la realidad.

Las rojas pupilas le dedicaron una mirada neutral, antes de que su dueño se girara, dándole la espalda y recargando sus brazos en el barandal.

Consideró un gran avance que su capitán no le hubiera dedicado una de sus particulares malas miradas. Según podía percibir, Kai estaba con la guardia baja, y no necesitaba esforzarse demasiado para saber que eso era resultado de alguna conversación con Rei.

Ese era un buen momento para intentar acercarse a él y ayudarlo.

—Gracias por apoyarme. Creo que ahora te debo dos.

Hizo notar su alegría en la sonrisa que le dedicó al llegar a su costado.

—No me debes nada.

Esas palabras no se las esperaba. Tuvo que parpadear un par de veces para asimilar lo que escuchaba. Días atrás, el bicolor había aceptado silenciosamente que le debía una —por aquel tema de haberlo salvado en los laboratorios de la BBA—, entonces… ¿Por qué ahora aseguraba que no le debía nada? ¿Sería por…?

—¿Crees que estoy pagando mi deuda con mi silencio?

No hubo respuesta, pero tampoco hubo algún indicio de que no era bienvenido a hablar del tema.

—Kai, me mantuve callado al respecto porque no es mi asunto. Es algo que sólo les concierne a ustedes dos. Aún te debo que me salvaras en los laboratorios, y ahora te debo que me dejes jugar mañana.

—Puedes olvidarlo, Max. No me debes nada.

Reiteró tranquilamente, sin moverse, sin mirarlo, sin darle demasiada atención en favor de refrenar la amistad que surgía entre ambos.

Ninguno dijo nada durante varios minutos.

Kai estaba volviendo a sumergirse en los muchos pensamientos que surgían de una simple pregunta. ¿Qué debería hacer?

La idea de darse por vencido no era una que le resultara atractiva, mucho menos agradable. Sin embargo, no podía parar de sentir que avanzaba un paso y Rei retrocedía dos. Ahora no era él quien había colocado un muro invisible, sino era su compañero quien lo había hecho en un claro intento por mantenerlo apartado. Y si a eso sumaba el hecho de que al moreno sólo parecían atraerle las mujeres… Sus oportunidades no parecían muy prometedoras.

¿Cuándo debía rendirse? ¿Cuándo debía seguir intentando?

—Kai… No sé con exactitud qué es lo que está pasando entre Rei y tú, pero… Pienso que harían una buena pareja, porque creo que se complementan muy bien.

—Dile eso a Rei.

Murmuró sin reparo, evidenciando cierta molestia. No estaba molesto con Max. Si era honesto, ni siquiera sabía con quién estaba molesto. ¿Consigo mismo? ¿Con Rei? Tal vez la respuesta era afirmativa en la primera cuestión.

—Eso quiere decir que Rei no…

Max interrumpió su comentario al notar cierto malestar en Kai. Supo en ese instante que sus conjeturas de días atrás eran correctas. El chino no correspondía los sentimientos de su capitán. ¡Aunque eso no tenía sentido! De no corresponderle… No se le quedaría mirando embobado como lo hacía, ni tampoco se vería afectado por estar a solas con él.

—Tú… ¿Estás seguro de que Rei no…? Es que… P-podría equivocarme, pero… yo creo que a Rei también le gustas.

En cuanto escuchó esas palabras, sus pupilas escarlatas adquirieron cierto filo, con el cual escudriñó el rostro del menor en búsqueda del motivo para decir eso.

La desconfianza de Kai era más que evidente, y como no parecía cerca de terminar pronto, Max decidió hablar de nuevo, procurando ignorar el nerviosismo que le causaba la mirada de su capitán. ¿Cómo podía alguien desconfiar tanto de un miembro de su propio equipo?

—Aunque pudo haber sonado entrometido de mi parte, no lo dije con mala intención. Quiero que ambos estén bien. Desde el Torneo Asiático las cosas han estado extrañas y yo… Me preocupo por ustedes. Realmente creo que serían una buena pareja y que Rei siente algo por ti. Él… No se está comportando como usualmente lo hace, pero quizás no lo has notado porque has estado distraído, al igual que Rei.

Antes de tomar una decisión, prestó sumo cuidado a cada palabra que salió de boca del rubio. No hubo una sola frase a la cual no diera un sobreanálisis. Nada escapó a su examen. Notó la preocupación ajena y notó también natural sinceridad. Retuvo entonces un "¿Por qué?", a sabiendas de que la respuesta de Max seguramente sería "Porque somos un equipo. Porque somos amigos". Los niños del equipo eran demasiado confianzudos, lo suficiente para autonombrarse sus amigos incluso cuando la mayor parte del tiempo los miraba mal y/o intentaba poner distancia entre ellos.

Sin mucho que decir, regresó su vista al horizonte adornado con varios edificios altos y algunas parpadeantes estrellas.

—No te metas en esto, Max.

No hubo aspereza en sus palabras, no hubo frialdad, ni siquiera hubo una orden explícita, más bien… Fue neutral, rozando lo apacible y siendo casi una petición.

Tenía suficiente con sus propios pensamientos como para hacer caso a los de alguien ajeno a la situación. No deseaba aumentar su confusión, lo que estaba por ocurrir al repasar las palabras de Max. "Realmente creo que serían una buena pareja y que Rei siente algo por ti". No, él no podía ser buena pareja de nadie, creerlo… era un mero espejismo, tal vez de su necesidad por descarriarse del camino escogido por su abuelo. Y no, Rei no sentía algo por él, se lo había dejado en claro. Pero… ¿Y sí… Hubiera algo más para él que ser una simple herramienta de su abuelo? ¿Y sí… En verdad Rei sentía algo por él, pero aún no lo asimilaba?

—No lo haré si tú no lo quieres.

Interrumpiendo sus ensoñaciones de "¿Y sí…?" Max soltó aquella frase. Demasiada seguridad le hizo mirarlo una vez más con cuidado. Ese niño no se rendía fácil, por ello le extrañó lo dicho. No obstante, al fijar su mirada en la celeste se encontró con una silenciosa determinación dándole viveza a las azules pupilas. Casi sonrió, casi se burló de sí mismo por creer, aunque fuera por unos segundos, que un chico tan terco como Tate se daría por vencido así de sencillo.

—Si te pregunto lo que ocurrió, lo que ocurre entre ustedes… No me lo dirás, ¿cierto?

En ese momento sí sonrió, sonrió de medio lado conforme regresaba su mirada a donde había estado antes, prestando atención a las luces de Las Vegas, molestas, en comparación a las naturales luces de las estrellas.

Su silencio fue una clara afirmación. Si Max quería saber algo… Más le valía resignarse, porque no se lo diría. Suficiente se había humillado a sí mismo al dejarle saber que Rei lo había rechazado. No había necesidad, ninguna, de contarle más detalles, como su explosión de celos por Mariah, o su malestar por el autógrafo, o los nuevos celos que le quemaron el interior cuando vio a Rei hablando con Frankie —una chica de los Spintensity— luego de beyluchar con ella. No, bajo ninguna circunstancia hablaría de sus vergonzosas pérdidas de control. Tenía una reputación que cuidar. Su reputación era lo único que tenía, en realidad.

A los segundos de su muda respuesta, a sus oídos llegó un suave sonido que le hizo saber una cosa: Su compañero estaba pensando.

—Tengo la teoría de que esto comenzó después del Torneo Asiático. A pesar de que ganamos, estabas de mal humor, lo que me recordó al enfrentamiento de esta tarde, cuando Rei luchó contra esa chica, eh… Frankie. No parecías muy feliz al verlos hablar, ni durante el encuentro, ni después.

Durante unos instantes fugaces, la respiración se le detuvo. Siempre había puesto a los menores debajo suyo, creyéndolos incapaces de muchas cosas, dudando de sus habilidades y su inteligencia, por eso, las teorías y observaciones de Max lo tomaron desprevenido. ¿Desde cuándo ese niño era tan inteligente? ¿O siempre lo había sido y no lo había notado? Tal vez lo subestimó demasiado. Tal vez. Por supuesto, no dijo nada. No hubo aceptación ni negación, sólo un tranquilo silencio con el cual esperaba no revelar absolutamente nada.

Oblicuamente dio una mirada al menor, quien miraba la ciudad frente a ellos y lucía una pequeña sonrisa. Ese gesto le hizo dudar de sí mismo. ¿Había dejado visible su sentir? No, y sí. No lo hizo en ese momento, pero sí lo hizo en las ocasiones mencionadas por su compañero.

Trató de no mostrar una expresión muy dura mientras maldecía en sus adentros.

—¿Sabes algo? Creo que a Rei no le agradó mucho verte entrenando a Antonio.

¿Qué?

No comprendió el comentario. Parpadeó e hizo un esfuerzo inhumano en favor de no mostrarse interesado; pese a ello, su máscara de desinterés mostró una grieta cuando clavó sus rojas pupilas en las azules. Sin habla de por medio, exigió una explicación.

La alegría iluminó el rostro de Max. Francamente, además de feliz, se sentía muy satisfecho y bastante triunfante. Kai parecía en verdad interesado en Rei.

No dio más misterio ni tensión al asunto. Con sencillez le contó a su capitán lo ocurrido en la cabaña días atrás. El regreso de Rei a la cocina, su interrogante sobre si Kai cenaría, su peculiar comportamiento al decir que iría a tomar aire, y luego…

—Estaba algo preocupado por ustedes, así que casi en cuanto Rei salió de la cocina yo fui tras él. A pocos pasos de la puerta lo vi entrar con una expresión demasiado seria, como si alguien lo hubiera insultado o incluso peor. Creí que habrían discutido y, aunque me inquietó, no me le acerqué. Ahora que lo pienso, creo que en realidad ni siquiera me vio. No lo pensé demasiado para salir de la cabaña, entonces te vi. Estabas a varios metros hablando con Antonio, lo entrenabas.

Kai escogió omitirse un "No lo entrenaba, sólo le di mínimos consejos", porque aclarar lo que hacía no le pareció relevante. Estaba más ocupado asimilando las palabras de Max sobre el comportamiento de Rei. Y sólo en ese momento se dio cuenta. En todo el día que siguió a esa noche… Rei no salió del estudio con Kenny. Había adjudicado el hecho a las modificaciones que Driger necesitaba, sin embargo, también era verdad que el moreno no lucía como siempre durante el desayuno del tercer día. Parecía medir sus movimientos y palabras, parecía calcular, parecía una máquina sin emociones que respondía por programación cuando Antonio se dirigía a él. ¡¿Cómo no lo notó?! Rei estaba incómodo con Antonio. Rei estaba… Celoso.

Todo su entorno dio una vuelta increíble. En su interior, osciló una sensación que iba de la serenidad a la agitación. Nunca se equivocaba, pero saber que no se equivocaba en lo que a Kon respecta le dio más orgullo que cualquiera de sus otros aciertos.

Quizás algún día averiguaría cómo consiguió reprimir una sonrisa. Quizás. Lo importante en ese momento era ordenar sus pensamientos. La idea de rendirse se vio tan distante, que ni siquiera le pareció real haberla considerado tan seriamente, como si sólo se hubiera tratado de un mal sueño del cual despertó. Dispuesto a no sumergirse de nuevo en esa idea tan impropia, comenzó a pensar en su siguiente paso a seguir. ¿Cómo lograría que Rei admitiera sus sentimientos? Sentía la respuesta cerca, y justo cuando cruzó su mente, sonó a su lado en voz de Max.

—Tal vez podrías tratar de poner más celoso a Rei.

Unos cortos segundos de indecisión le llevaron a titubear, dejándole un par de preguntas: ¿Sería una buena idea? ¿Funcionaría?

Imágenes de lo sucedido semanas atrás se hicieron presentes en sus reflexiones. Poco a poco, notó que había aceptado por completo sus sentimientos por su compañero cuando la explosión de celos en su interior se hizo incontenible. Así que, en teoría, provocar más celos a su amigo podría llevarlo a aceptar su sentir. Sí, en teoría. Procuró ignorar el presentimiento de que no era buena idea, empujándolo a lo más profundo de su mente; tenía otras cosas en que pensar.

Max sonrió. Contemplando a Kai, casi pudo verlo razonando múltiples planificaciones, descartando algunas y creando nuevas, todo por Rei. Casi sintió algo de envidia. El rostro de cierto chico con ojos celestes, cabellos azules y amplia sonrisa apareció en su cabeza. Dio un suspiro, volviendo a centrarse en su capitán.

—Supongo que sólo queda encontrar el modo en que lo pondrás celoso. No debería ser difícil, ¿no?

Eso creyó, hasta que vislumbró una sombra en las pupilas escarlatas que miraban la ciudad sin prestar verdadera atención a los edificios y al escenario que tenían delante. Su sonrisa aminoró.

—¿Cierto?

Insistió, esforzándose en no sonar como un niño pequeño que necesita una pronta respuesta. Aunque… No era muy adulto y sí que necesitaba una contestación.

—¿Cómo? ¿Con quién?

Fueron susurros de parte del bicolor, palabras apenas audibles. Seguramente le habría costado decirlo, pero su personalidad no era un tema que requiriera atención en ese momento. Así pues, Max meditó en lo escuchado y concluyó que Kai tenía razón. ¿Cómo poner celoso a Rei? Tendría que darle atenciones a alguien más, ¿y quién sería ese alguien? Oh, tenían un problema.

Transcurrieron unos minutos. Ninguno dijo nada, ambos demasiado ocupados en solucionar el dilema.

Una nueva idea le llegó a Max. Se sintió realizado, antes de recordar que primero su capitán debía escuchar y aprobar su idea. Eso quizás fuera un poco más complicado. Bien, no tenía nada que perder.

—Podría ser yo —hizo una pausa, primordialmente por la mirada que Kai le dirigió—. Soy el único que conoce la situación, más o menos. Si trataras de provocarle celos con alguien más, estarías usando a una persona y eso no sería correcto. En cambio, si yo me ofrezco a ayudarte no habría problema. Ambos sabríamos el motivo por el cual haces esto o aquello.

La sombra en las rojas pupilas se tornó amenazadora. Como resultado, reinó el silencio unos cuantos minutos.

El menor no le dio voz a sus ideas, pero se admitió a sí mismo que esa mirada le causó una considerable intranquilidad. Era como si Kai quisiera indagar en lo más profundo de su ser para averiguar por qué le ofrecía su ayuda, como si no creyera ni por un segundo que simplemente quería ayudarlo porque era su amigo y le tenía aprecio. Trató de deshacerse de tales ideas; posiblemente eran simples imaginaciones.

No, no había equivocación en los pensamientos de Max.

Para alguien como Kai, cuya crianza no podría ser considerada normal ni de lejos, confiar en alguien era demasiado pedir. Dudaba de todos y cada uno de los seres a su alrededor. El único que escapaba de tal desconfianza era Rei, y aún no podía explicarse la causa de eso. ¿Sería por la sinceridad que veía en su mirada? ¿Sería por la calidez que su sola presencia desprendía? Estuvo cerca de sacudir la cabeza con el propósito de sacar de su mente la imagen del moreno; no podía concentrarse bien si pensaba en todo aquello que el otro le hacía sentir y en todo aquello que le gustaba de él.

Volvió la vista al frente.

Luego de que su traidora mente conspirara con su corazón mostrándole imágenes de los hermosos ojos dorados de su compañero, de lo atractivo que se veía cuando el sonrojo le cubría las mejillas, de lo apetecibles que eran sus labios y de muchos otros detalles más que le tomaría horas describir, dejó de pensar con estrategia, dejó de ser racional y permitió que, una vez más, los sentimientos le arrastraran como olas adentro de un profundo y desconocido mar.

Asintió. Fue todo lo que necesito hacer para darle una respuesta afirmativa al menor.

Lo harían, le provocarían celos a Rei.


Continuará...

 


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