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Sentimientos por Skarlatta

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¡Enjoy!


/····································Capítulo 3: Confusión····································


El ambiente en la cocina adquirió tintes muy extraños, al menos para Max.

Si tuviera que juzgar por lo que veía... Diría que Kai y Rei estaban perdidos en la mirada del otro. Lo cual tenía sentido en el caso de Kai, pero no en el caso de Rei. Algo de extrañeza se hizo presente en su interior, acompañada de un atisbo de incomodidad. ¿Debería irse? Un poco confundido centró su atención en su compañero de China. No tuvo tiempo de tomar una decisión, ni de analizar al moreno —idea que se le ocurrió en el último instante—, porque el repentino y molesto silbido de la tetera hizo que las cosas volvieran a la normalidad. O algo así.

—¿Quieres té?

—Sí, claro, me gustaría, pero puedo servirlo yo. Es decir… Quiero servirlo para llevarle un poco a Kenny. Nos vendría bien a…

Max parpadeó confundido al observar que Kai interrumpió a Rei entregándole dos tazas de té. ¿Kai realmente había preparado ambas tazas para Rei y Kenny? ¿Acaso se perdió de algo?

—Oh, muchas gracias, Kai.

Rei le dedicó una sonrisa a su compañero. Sin demorar —y sin más comportamientos extraños de por medio—, tomó ambas tazas, abandonando la cocina en seguida.

¿Qué había sido eso? Varias interrogantes llenaron la mente del menor. Procuró establecer un orden en sus pensamientos, comenzando así con los sentimientos de su capitán. Sin duda alguna, Hiwatari estaba enamorado del chino; eso explicaba parte de lo recién ocurrido. Lo que no tuvo sentido fue el comportamiento de Kon. Si Rei no correspondía los sentimientos de Kai… ¿Por qué se le quedó mirando de aquella forma?

Esa pregunta sin respuesta flotó en el aire.

—Kai —Max llamó, respirando profundo—, yo… sé sobre tus sentimientos por…

—Détente.

El bicolor interrumpió, girándose y dedicándole una mirada particularmente fría a su compañero. En respuesta, el menor bajó un poco la cabeza, mas no pareció retroceder del todo.

—Sólo quiero…

—Suficiente.

Volvió a interrumpirlo, en esta ocasión con mayor aspereza. ¿Cómo fue que Max se dio cuenta de sus sentimientos? No importaba ya. Había cometido un error al permitir que eso sucediera; no podía permitirse ninguna otra equivocación. Tenía que poner límites y no dejar que el chico se acercara más a él. Sería un problema, una debilidad, un estorbo.

No hubo más palabras de su parte, simplemente se cruzó de brazos y se dirigió afuera de la cocina.

—No se lo diré a nadie. Y si en algún momento necesitas algo… Puedes contar conmigo.

La declaración que escuchó del chico le provocó cierta tranquilidad, y eso, a su vez, le pareció desagradable. No necesitaba amigos. Procuró convencerse de ello conforme dejaba la cabaña, ignorando a Tyson y sus comentarios.

Lo que necesitaba era estar solo.

Pero ya debería haber sabido que desde hacía un tiempo las cosas no se le estaban dando particularmente bien, y esa noche no fue la excepción. Afuera de la cabaña se encontró con Antonio entrenando. Tuvieron una pequeña conversación que terminó de una manera bastante peculiar.

—Antonio, ¿te gustaría ganarle a Tyson?

[...]

Después de dejar las tazas de té sobre el escritorio, Rei hizo lo posible por volver a concentrarse en su blade y las mejoras que requería. Sin embargo, ni una sola palabra de Kenny logró atrapar su dispersa atención. Lo ocurrido en la cocina reavivó la confusión en su interior. ¿En verdad había cruzado por su mente la idea de que últimamente la mirada de Kai tenía un brillo inusual? ¿Ese detalle siquiera era real o fue sólo un producto de su imaginación? ¿Qué estaba pasando con él?

—Ya que pasaremos toda la noche arreglando a Driger, creo que lo mejor será traer unos bocadillos.

Pese a su actual estado de distracción, consiguió comprender lo dicho por jefe y, por consecuente, asentir de acuerdo con él. Eso de ningún modo explicó el porqué, segundos después, estaba caminando junto a Kenny rumbo a la cocina. Pudo haberse quedado en la habitación esperando a su compañero, pero una parte de su mente se enfocó en recordarle las imágenes de lo pasado en la cocina momentos antes. Kai mirándolo tan profundamente, y Kai preparándole las tazas de té. Esa misma parte de su mente que lo llenó con recuerdos fue la responsable de pasarle por los pensamientos la idea de querer ver de nuevo al bicolor. Para su desilusión… El capitán del equipo ya no estaba en donde le vio la última vez.

—¡Es hora de cenar!

Sonrió ligeramente por el entusiasta grito de Tyson.

—¿Kai no cenará?

Se mordió la lengua al instante de haber soltado esa pregunta. ¿Desde cuándo le importaba lo que Kai hiciera?

—El señor alegría salió sin siquiera responderme cuando le pregunté. Ya lo conoces.

No respondió al comentario de Granger. Asintió silente, perdiéndose en sus pensamientos sin notar que cierto pequeño de dorados cabellos le miraba atento.

Sí, conocía a Kai. El chico era… difícil de tratar, y más aún de comprender. Lo tenía muy claro, en especial con el extraño comportamiento que había comenzado a tener desde que se le declaró. El meditar en ello le provocó una sensación extraña en el estómago.

—Iré a tomar un poco de aire y luego volveré a la habitación.

Dirigió sus palabras a Kenny, dejando la cocina apenas terminó de hablar.

—Está bien, pero… ¿No cenarás algo? ¿Qué bocadillos quieres que lleve al estudio?

—No, estoy bien —respondió sin detener sus pasos, por ende, tuvo que gritar la respuesta a lo último—. ¡Los que quieras!

—¿Qué le pasa? —Tyson habló con una bola de arroz en su mano y cerca de su boca— ¿Está tratando de imitar a Kai? O quizás esa actitud sea contagiosa. No te acerques mucho a ellos, Max.

El pequeño rubio no dijo nada al respecto. Estaba más ocupado analizando el comportamiento del par de mayores, en especial el de Rei. Por la mañana, las cosas habían parecido tan sencillas que incluso las comparó a piezas de un rompecabezas perfectamente armado. Ahora ya no parecía ser así; ahora el rompecabezas no parecía correcto, como si hubiera piezas mal acomodadas.

Por su parte, Rei salió de la cabaña buscando algo, no precisamente oxígeno y, tal vez, no precisamente algo, sino… a alguien.

Cuando dijo que iría a tomar aire, escuchó una voz en su cabeza —probablemente la voz de la razón—, diciéndole que no era una buena idea salir, pero actuó llevado por la impulsividad, y el resultado fue divisar a Kai dándole algunos consejos a Antonio. O también podría decirse… A Kai "entrenando" a Antonio.

Una sensación opresiva nació en su pecho y descendió hasta su estómago; perdió los deseos de ver a su compañero y perdió también el apetito.

Apretando los puños volvió adentro de la cabaña, sólo que se dirigió al estudio en donde trataba de mejorar a Driger. No tenía ganas de ver al resto del equipo, no tenía ganas de hacer absolutamente nada. Estaba molesto y no comprendía muy bien el motivo. Siéndose honesto, tenía muchos sentimientos, emociones y pensamientos entretejiéndose tanto que le estaban agotando tanto física como mentalmente.

Después de llegar al escritorio, tomó de éste su blade, dándole una intensa mirada.

"Driger, debo concentrarme en ti y no distraerme con nada más. Con nada"

Se decidió, volcando su atención nuevamente en su querida bestia bit, repitiéndose que nada, ni nadie, importaba más en ese momento.

[...]

Cuando el siguiente día llegó, no fue más agradable para Rei ver que Antonio venció a Tyson con ayuda de los consejos de Kai.

Todos aprendieron una valiosa lección en ese momento, aun así, el moreno no pudo evitar sentirse incómodo con la situación y encerrarse en el estudio para ayudar al pequeño castaño durante todo el día, esta vez, sin salir de la habitación para ir a comer ni tampoco para ir a buscar a alguien. Driger ocupó todo su tiempo, mas no así todos sus pensamientos. Aún se encontraba pensando en cierto chico de particular carácter.

Otro día y otra noche trabajando sin descanso fue el precio a pagar para poder mejorar su blade. El tigre blanco estaba listo y él también, eso era lo importante.

Un tanto más tranquilo, se despidió de Antonio y observó a Tyson hacer lo mismo. Y si en el transcurso de esa despedida Kai estaba mirándolo, fue un hecho al que no quiso prestar demasiada atención.

—¡Torneo Estadounidense allá vamos!

Tyson estaba animado, Kenny estaba satisfecho y el abuelo estaba alegre. Decidió dejarse llevar por el cálido ambiente que los tres formaban, ignorando en su totalidad a Max, quien lucía pensativo, y a Kai, quien parecía ser el mismo de siempre, ignorando todo y a todos.

—Aún no vamos al torneo, ¿recuerdas, Tyson? —Kenny habló con una sonrisa amplia— Antes tenemos una parada.

—¡Cierto! ¡El Torneo de beneficencia!

[...]

Después de unas cuantas horas de viaje, los Bladebreakers llegaron a su destino: Un evento de beneficencia en Tippecanoe.

Tyson y Max fueron los primeros en bajar del autobús e ir a conseguir algo de comida y bebida. Rei fue el siguiente en descender del automóvil, con la diferencia de que él se dirigió a curiosear el sitio y ver a las estrellas beyluchadoras. Kai y Kenny bajaron al final, dirigiéndose a la zona tras bastidores.

—Esto es tan tonto. Este circo nos hace parecer un grupo de payasos.

—Espera un segundo, no estarás pensando en irte, ¿verdad, Kai?

No respondió a la pregunta de Kenny. ¿Qué iba a decir? ¿Qué no sólo lo estaba pensando, sino que, en efecto, iba a irse en cuanto tuviera la oportunidad? No, nunca les avisaba cuando iba a desaparecer, y no comenzaría a hacerlo en ese momento.

A sus espaldas, Tyson llegó con su habitual frenesí.

—¡Oigan, chicos, este Torneo es genial!

Emitió un bufido tenue y movió la cabeza hacia el lado contrario, cerrando los ojos para ignorar al mocoso ruidoso.

—Vamos, Kai, somos un equipo.

"No por elección" fue su pensamiento mientras Kenny seguía hablando sobre elegir quién pelearía.

¿En serio aquellos niños no se daban cuenta del desagrado que les tenía? ¿Realmente creían que él estaba bien con ese equipo? ¡Lo obligaron a unirse! Si no fuera por las órdenes de su abuelo, se habría rehusado rotundamente a ser capitán. Lo único que podía considerarse agradable de ese grupo, era Rei. Y aun con la presencia de ese chico, no podía jurar que no sería capaz de hacer algo para cambiar su situación. Si tuviera la oportunidad de abandonar ese equipo, o si pudiera volver en el tiempo y cambiar su decisión de aceptar unirse… Probablemente lo haría.

La experiencia de ser capitán de los Bladebreakers no estaba siendo de utilidad. Todo lo que había conseguido en esos meses era lidiar con niños molestos, enamorarse y sufrir como idiota por eso último. Hablando de.

—¿Viste todas esas celebridades?

Tyson preguntó a Rei, provocando que los mirara con ojos entrecerrados.

—Oh. No, yo no. ¿Cuáles?

El chico con gorra caminó alrededor del chino, quitándole una hoja que escondía tras su espalda. En el papel se apreciaba claramente una firma y un beso. Seguramente… Un autógrafo de alguna artista.

—¡Ja! ¡Te atrapé!

Volvió a cerrar los ojos e hizo su mejor esfuerzo para fingir que no los vio.

—Vaya, estás enamorado.

Y ahí está, un habitual comentario estúpido de Tyson, una simple acción de Rei, y una punzada en el pecho que lo hizo sentir la persona más patética sobre la faz de la tierra.

No debió verse afectado por un suceso tan banal como ese, no debió importarle tanto una nimiedad como aquella. No debió, pero sí ocurrió. Entonces le inundaron fuertes deseos de algo; de volver a besar a Rei o de no haberlo besado nunca. No estuvo seguro y no buscó aclarar sus pensamientos.

El autógrafo fue devuelto a su dueño, y posteriormente entregado a jefe para que Tyson y Rei tuvieran un piedra, papel o tijeras. Max apareció de improviso y los venció a ambos.

—Compite Max. Tenemos que darle todo nuestro apoyo.

Ya miraba de nuevo a los niños, no es que le importara saber qué decisiones tomaban, es que estaba obligado a enterarse de ellas. De todos modos, ignoró a Kenny cuando se giró hacia él. ¿Qué quería? ¿Palabras de aliento para Max? ¿Qué lo animara enérgicamente? No, gracias. Dio otro bufido y cerró los ojos unos segundos. Quería salir pronto de ahí, y lo haría.

No se dijo mucho más después de eso.

Kenny le devolvió a Rei el autógrafo. Kai le dedicó una mirada desdeñosa al trozo de papel, después de lo cual dejó su posición e, ignorando los llamados del castaño, se perdió entre la multitud de gente.

Fueron apenas un par de segundos, aun así, Rei notó la mirada de Kai.

—Ignóralo, Max. ¡Te ayudaré a darle una revisión a Draciel!

Tyson no permitió que el ánimo de Max decayera por el pésimo comportamiento de Kai. En realidad, Max no estaba desanimado sino preocupado por Kai.

En los minutos siguientes, los chicos volvieron a separarse, excepto los poseedores de Dragoon y Draciel, quienes permanecieron juntos tras bastidores en compañía del abuelo de Tyson.

Rei caminaba en dirección al autobús, sin apartar sus doradas pupilas del papel entre sus manos.

Una sensación de incomodidad se apoderó de su interior. De repente, el autógrafo le pareció innecesario. De un momento a otro, la firma en el papel perdió importancia. Su interés viajó hasta cierto chico de su edad. Saboreó algo amargo en la boca. ¿Culpa, quizás? Nuevamente escuchó una vocecita en sus adentros. "Eso no estuvo bien".

"¿No lo estuvo?" se cuestionó.

No por primera, y tampoco por última vez, lo asaltaron un sinfín de dudas.

¿Había sido desconsiderado de su parte llevar ese autógrafo con él cuando se reunió con el equipo? No había sido intencional molestar a Kai, aunque… tal vez sí pudo ser más empático. Tal vez.

¿Y por qué notaba lo que Kai hacía? ¿Por qué le importaba cómo se sentía?

"Porque soy un buen compañero y una buena persona" se mintió, sin querer ahondar en la situación.

Las horas de camino al evento las había invertido en reflexionar y decidir. No se cuestionaría más lo que le ocurría. Aún estaba sorprendido y aún no podía asimilar que Kai se había enamorado de él. Nada menos, nada más. Todo se encontraba en perfecto orden.

—Kai…

Del orden al desorden hay un nombre, una persona, una mirada escarlata que se le clavó como afilada daga.

—¿Qué…?

Las palabras se le atragantaron, porque, de algún modo inexplicable, esas rojas pupilas le robaron el aliento.

—Tú…

Ya nada estaba en orden.

—¿Podrías concluir alguna de tus frases para que entienda lo que quieres decir?

Hubo aspereza en las palabras de Kai, eso agitó un poco a Rei, haciéndolo reaccionar. Con cierta reticencia, anduvo hacia el asiento en donde su capitán estaba. Tras un par de pasos, sus manos apretaron ligeramente la hoja de papel entre ellas. Sintió un dèjá vu, así supo que no se equivocó. Hiwatari estaba molesto. Bien, sí se equivocó. Kai no estaba molesto, estaba celoso. De nuevo.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Podría preguntarte lo mismo.

Al comentario de Kai, bajó la cabeza con nerviosismo latente y clavó sus felinas pupilas en el autógrafo. Esa fue su explicación, después de la cual regresó la mirada hacia su capitán. No necesitó ser un genio para saber lo que esas pupilas escarlatas expresaban: Su dueño quería incinerar con las llamas de Dranzer aquella hoja entre sus manos.

—Kai, sé que… —se detuvo unos segundos y meditó mejor sus palabras— Sé que no estás cómodo con… muchas cosas, pero Max te necesita. Necesita ver a todo el equipo y saber que lo apoyamos. ¿Podrías sólo… estar presente?

Antes de la respuesta hubo un pesado silencio.

Oro contra rubí. Suavidad contra aspereza. Calidez contra frialdad.

Además del silencio hubo un debate interno. Tal vez dos. Ambos chicos tenían pensamientos opuestos enfrentándose entre sí.

"No me importa lo que Max necesita, pero quizás Rei tenga razón"

"Debería disculparme por el autógrafo, pero no puedo disculparme por cada cosa que ponga celoso a Kai"

Los segundos se convirtieron en minutos. Aún sin una respuesta o decisión precisa, ambos dejaron ir la tensión al mismo tiempo. Kai accedió en silencio y se levantó de su lugar en el autobús. Rei dejó la hoja en su asiento y se hizo a un lado para dejar pasar a su compañero.

—Lo siento.

Hiwatari estaba cerca de bajar cuando escuchó aquellas palabras que tomaron inmediatamente su atención. En su mirada se hizo notar una silenciosa interrogante.

—Por… el autógrafo.

Kon susurró, sintiéndose abochornado y como si hubiera cometido un error. Afortunadamente, no fue así. Vio el rostro de su capitán relajarse un poco.

—No hay razón para que te disculpes.

Con esa serena conclusión, Kai salió del autobús y Rei simplemente se quedó ahí, aún perdido, aún confundido, aún con pensamientos que no comentaba ni siquiera consigo mismo.

Tratando de evitar volver a hacerse un lío mental, el chino anduvo a paso rápido, siguiendo al otro hasta que ambos llegaron al escenario y se colocaron lo más al frente que pudieron, juntos. Desde ahí observaron a Max, sin poder evitar mostrarse serios luego de verlo perder una vez.

Al final, el apoyo de todo el equipo sirvió para hacer que el pequeño rubio ganara aquella beybatalla contra las celebridades, aunque, a su vez, esa beybatalla sirvió para que Tyson y Kenny se metieran en problemas con los guardias de seguridad. El abuelo, Max, Rei y Kai tuvieron que ir por ellos, para pesar del bicolor. Con gusto los hubiera dejado bajo el cuidado de la policía por un tiempo.

—¡Eso estuvo genial, Max!

Tyson abrazó efusivamente a su amigo, haciéndolo reír con un ligero sonrojo.

—Nos enorgulleciste, Max.

Rei felicitó con sinceridad al menor, regalándole una amigable y radiante sonrisa.

—Estuvo bien.

Kai concluyó, haciendo visible cierta satisfacción por el triunfo.

—¡Oye! ¡Eso estuvo mejor que "bien"!

—Déjalo, Tyson —Max defendió a su capitán sin poder dejar de sonreír—. ¡Gracias, Kai! ¡Gracias a todos, chicos!

El final de otro día y el término de otro suplicio; al menos así lo vio Kai cuando subieron al autobús para ir al hotel a descansar.

Descanso; algo que necesitaba, pero le fue negado por su mente, ya que diversos pensamientos lo asaltaron cuando pudo ver, mediante el reflejo de una ventana, a Rei sentado en la otra fila de asientos y abrazado al maldito autógrafo.

Estaba acostumbrado a planificar sus acciones. No le gustaba demasiado improvisar y, sin embargo, había corrido el riesgo impulsado por los sentimientos que su compañero despertaba en él. No obstante, cegado por el corazón hubo algo que su razonamiento no consideró: Podía poner todo su esfuerzo en conquistar a Rei y, aun así, eso no le aseguraba lograrlo.

Era una extraña situación, porque... sin siquiera proponérselo, Rei lo estaba cambiando. Le hacía sentirse distinto, le hacía saber que podía interesarse sinceramente en alguien más, y le inspiraba a ser una mejor persona. De ser otras las circunstancias, probablemente habría celebrado un poco el descubrir nuevos horizontes gracias a ese felino chico. Pero las circunstancias no eran las adecuadas. El moreno no sólo lo rechazó, sino que, además, parecía totalmente interesado en el género femenino. ¿Podría competir con eso? ¿Podría hacer algo al respecto? ¿Podría mostrarle a Rei siquiera un ápice de todo lo que él le hizo conocer? Una respuesta negativa se encargó de abrumarlo el resto de ese día.

Tal vez... Estaba peleando una batalla perdida.


Continuará...

Notas finales:

¡Hola! ¡Feliz año nuevo! Éste es mi regalo por el año nuevo, aunque... con ese final quizás lo consideran más castigo que regalo(?) Pido perdón, no era mi intención publicar justamente éste capítulo hoy, pero quería darles un pequeño regalito y... no hubo de otra, tocó capítulo con final medio agridulce. El próximo capítulo será mejor, lo prometo~

Sin mucho más que decirles, me despido ^^

Próxima actualización: Enero 15


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