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Peligroso DongHae por DenisseZepol

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HyukJae mantuvo firme su mano, en medio de la espalda de DongHae, mientras caminaban hacia la puerta de Antonio. Sabía que estaba nervioso. Podía sentir como, los pequeños temblores que sacudían al hombre, aumentaban de intensidad a más se cercaban al restaurante. 


 


—Calma bebe —susurró a su oído—. Recuerda tú calma. Céntrate. Concéntrate en mi voz, y sólo en mi voz. 


 


—¿No podemos irnos a casa? —preguntó DongHae desesperado, con un ligero temblor en su voz. Antes de llegar a las puertas, DongHae se giró sobre sus talones y miró a HyukJae—. Por favor, Señor, voy a meditar. Te la voy a chupar, cualquier cosa. Vámonos a casa. 


 


Curvó, por un momento, su mano a un lado de la cara de DongHae y luego la deslizó hacia atrás, hasta alcanzar su trenza, envolviéndola alrededor de su mano y apretando su agarre. Podía ver como DongHae inhaló rápido y como el placer se apoderó de su rostro. 


 


—Vas a estar bien, DongHae. Te lo prometo. 


 


Instantáneamente, los azules ojos de DongHae se llenaron de preocupación. —Pero, Señor. 


 


—¿Qué es lo que te preocupa, DongHae? 


 


Estaba bastante seguro, que tanto el pequeño ceño fruncido de DongHae, junto con la dulzura de sus ojos, eran las jodidas cosas más lindas que hubiera visto nunca. Y esas eras algunas de las razones por las que HyukJae había organizado esta pequeña cena con sus amigos. Quería que SeungCheol, MinHo y Jaehyeong conocieran a la persona más importante en su vida. Y quería que DongHae se encontrase con sus amigos. 


 


—No quiero avergonzarlo, Señor, y ambos sabemos que eso, va a pasar. 


 


—No, no lo hará. En primer lugar, porque nada de lo que puedas hacer, podría avergonzarme, por muy torpe que fueras. En segundo lugar, porque no vas a ser torpe. Tú, mi pequeño y dulce hombre, eres muy simpático cuando te olvidas de estar nervioso, y voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para asegurarme que te olvides. 


 


DongHae parpadeó mientras levantaba la cabeza. —¿En serio? 


 


—¿Te gustaría una demostración? 


 


DongHae se lamió los labios mientras dejaba caer sus ojos en la boca de HyukJae. —Está bien —gruñó. 


 


Sonrió y se inclinó para capturar los dulces labios de DongHae. Un toque de menta flotó a través de la lengua, un sabor que había llegado a asociar con el hombre. Gimió cuando este abrió automáticamente su boca para él. 


 


No importaba lo que lanzara en dirección a DongHae, el hombre lo aceptaba fácilmente. Se pasaba horas de rodillas sobre un cojín, meditando. Incluso había conseguido buenos resultados en mantener la calma cuando HyukJae jugaba con él. 


 


Y esa podría ser su forma favorita para jugar con DongHae. Se sentaba en una silla y veía como este caía en un estado meditativo y después se desplazaba al suelo para reunirse con él, tocarlo y acariciarlo. 


 


En un principio, DongHae instantáneamente se desmoronaba, y se solía correr sobre ellos. Pero poco a poco, aprendió a controlarse a sí mismo, aguantando más y más tiempo sin correrse. HyukJae siempre lo recompensaba follándolo hasta la extenuación. 


 


Tan fantástico como era el sexo, y era verdaderamente de otro mundo, observar como DongHae ganaba confianza, aprendía a centrarse en sí mismo y se convertía en el hombre elegante que HyukJae sabía que era, era la cosa más gratificante para él. 


 


En las pocas semanas que llevaban viviendo juntos, DongHae había crecido a pasos agigantados. Incluso, habían conseguido evitar la sala de emergencias, excepto una vez, cuando el pequeño hombre había experimentado uno de sus colapsos y se había caído de cabeza contra la puerta de la limusina. Pero esos colapsos, ahora, eran por lo general, pocos y distantes entre sí. 


 


Salvo esta noche. 


 


HyukJae separó, a regañadientes, sus labios de DongHae cuando oyó reír a alguien cerca. Se volvió para ver a MinHo y TaeMin de pie junto a la puerta principal de Antonio. MinHo tenía una amplia sonrisa en su rostro. TaeMin se reía detrás de la mano sobre su boca. 


 


— MinHo, TaeMin. — HyukJae asintió en su dirección antes de mirar hacia abajo a DongHae con su rostro sereno—. Este es mi bebé, DongHae. 


 


MinHo asintió respetuosamente. TaeMin rebotó justo encima. DongHae se dio la vuelta y retrocedió contra HyukJae, con una mirada aturdida en su rostro. 


 


—Hola, soy TaeMin. —Estiró su mano—. MinHo es mi maestro. También trabajo en su departamento de Kim Inc., aunque a él no le gusta que se lo diga a la gente, pero pensé que ya que eres el asistente personal de HyukJae estaría bien. — TaeMin miró por encima del hombro—. Está bien, ¿no, Señor? 


 


MinHo asintió, dando a TaeMin una mirada indulgente. —Está bien, TaeMin, pero sólo por esta vez. 


 


—Está bien, Señor, gracias. —Sintió como DongHae se presionaba más contra él, cuando TaeMin se dio la vuelta para enfrentarlos—. Así que, ¿cómo obtuviste el nombre de DongHae? En realidad nunca he conocido a nadie que se llame DongHae, aunque supongo que no es tan extraño. Mi nombre es TaeMin después de todo, y ese sí que es un nombre muy muy extraño. Pero a mi Maestro le gusta, así que supongo que eso es todo lo que importa, aunque prefiero cuando me llama bebé y da órdenes a mí alrededor, lo que prácticamente hace todo el tiempo. 


 


TaeMin no respiró durante su discurso, lo cual era una hazaña increíble. Cuando hizo una pausa momentánea y respiró hondo, MinHo se adelantó y cubrió la boca de TaeMin con su mano. 


 


—Es suficiente mocoso —dijo MinHo—. Creo que estás asustándolo. 


 


HyukJae no creía que DongHae, realmente, tuviera miedo, sólo estaba un poco aturdido. TaeMin era una persona única, y el único que parecía ser capaz de domarlo, era MinHo. HyukJae seguro que no deseaba la tarea. Prefería a su pequeño propenso a los accidentes. 


 


—Vamos a entrar y sentarnos —sugirió HyukJae—. SeungCheol, JiHoon y Jaehyeong ya deberían estar aquí. 


 


— SeungCheol me llamó y me dijo que llegaría un poco tarde, algo sobre JiHoon estando un poco ocupado. —Había una sonrisa en la voz de MinHo, y HyukJae sabía exactamente lo que el hombre quería decir con sus palabras. JiHoon probablemente estaba muy ocupado. 


 


Puso, de nuevo, su mano sobre la espalda de DongHae, para entrar en el restaurante. Mantener constante contacto con alguna parte de su cuerpo parecía calmar al hombre como nada más podía. 


 


—Señor Choi, Señor Lee —dijo el anfitrión, cuando entraron—. ¿La mesa de siempre? 


 


—Gracias, Sungmin —dijo HyukJae—. Eso sería perfecto. 


 


—Por aquí, caballeros. 


 


No le pasó desapercibido, que Sungmin no se dirigiera a TaeMin o a DongHae, pero no esperaba que lo hiciera. Sungmin estaba en la escena D/S, aunque no era un Dom. Sabía que los hombres que acompañaban a HyukJae y MinHo eran sumisos. Hubiera estado fuera de lugar que Sungmin hablara con TaeMin o DongHae sin permiso. Sólo esperaba que a DongHae no le importara que, básicamente, lo ignorara. 


 


Cuando llegaron a su mesa, HyukJae esperó a que DongHae se deslizase en el circular asiento y luego se deslizó a su lado. TaeMin se sentó a su otro lado, con MinHo tomando asiento al lado de TaeMin. 


 


—¿Tienes hambre, DongHae? 


 


—No mucha, Señor. —DongHae lo miró con una pequeña mueca en su cara. Mantuvo sus manos fuertemente enlazadas en su regazo—. Tengo un nudo en el estómago. 


 


—¿Por qué tienes un nudo en el estómago? 


 


DongHae miró por encima de la mesa y luego al resto de la decoración de alta gama del restaurante. —Aquí hay tantas cosas que se pueden romper. —Susurró—. ¿Qué pasa si me tropiezo o me caigo o —DongHae tragó saliva con fuerza—. Incluso el agua la sirven en copas de vino, Señor. 


 


—DongHae, mírame. —Cuando el hombre no lo obedeció de inmediato, lo agarró la barbilla y lo giró hacia él—. Tengo completa fe en que vas a hacer que me sienta orgulloso. No hay nada por lo que estar alterado. 


 


Los ojos de DongHae parpadearon hacia la mesa otra vez, en concreto hacia el conjunto de artículos de vidrio, de aspecto frágil, sobre el mantel negro. —Pero, Señor. 


 


HyukJae metió su mano bajo la mesa y agarró la polla de DongHae a través de sus pantalones. Los ojos de DongHae golpearon hacia él. 


 


—¡Señor!


 


—Relax, DongHae. Respira como te he enseñado. 


 


Su cuerpo permaneció rígido en su asiento durante un largo rato mientras HyukJae frotaba, suavemente, el bulto cada vez mayor en los pantalones del hombre. Cuando DongHae estaba completamente duro, su respiración se había relajado y la tensión en sus hombros se había desvanecido. 


 


HyukJae miró a MinHo cuando oyó una risa ahogada. MinHo asintió, diciéndole en silencio, que había visto lo que había hecho y que aprobaba como HyukJae había controlado a su sumiso. 


 


Era bueno saber que, en este ámbito, HyukJae se había ganado la aprobación de su amigo, pero no lo había hecho por eso. Lo había hecho por DongHae. 


 


Cuando SeungCheol, JiHoon y Jaehyeong llegaron, la mano de HyukJae estaba dentro de los desabrochados pantalones de DongHae, y sus dedos se envolvían libremente alrededor de su gruesa polla. No quería llevar al hombre al borde, sólo darle algo más en lo qué pensar. Mantuvo su mano allí, acariciándole la dura longitud cada pocos minutos. De vez en cuando, golpeaba su dedo pulgar sobre la punta o exprimía la polla entera, pero no quería poner a DongHae completamente al límite. 


 


Sólo quería distraerlo. 


 


Y parecía estar funcionando mucho mejor de lo que había imaginado. Pidieron la cena y hablaron mientras esperaban que su comida llegara. TaeMin y JiHoon charlaban como viejos amigos, mientras que DongHae los escuchaba y de vez en cuando arrojaba una palabra aquí y allá. 


 


Incluso, DongHae, había bebido de las copas de vino y se había comido su cena, sin derramar una gota, dañarse a sí mismo o a cualquier otra persona. HyukJae estaba tan orgulloso que lo podría haber gritado a los cuatro vientos. 


 


Para cuando los postre llegaron y MinHo, HyukJae, SeungCheol, y Jaehyeong disfrutaban de una copa de coñac después de la cena, DongHae parecía haberse asentado. Estaba haciendo buenas migas tanto con TaeMin como con JiHoon, para deleite de HyukJae. 


 


Entonces las cosas parecieron calmarse. MinHo colocó unas esposas forradas en piel en las muñecas de TaeMin, conectándolas entre sí. TaeMin se acurrucó en el lado derecho de MinHo. SeungCheol ató un trozo de cuerda alrededor de las dos muñecas de JiHoon. Los ojos de HyukJae se le salieron de la cara, ante el profundo suspiro satisfecho que oyó venir de JiHoon cuando el hombre inclinó su cabeza en el hombro de SeungCheol. Tal vez la cuerda y los puños, provocaban en JiHoon y TaeMin, la misma reacción, que su toque provocaba en DongHae. 


 


HyukJae se volvió para ver la reacción de DongHae ante la cuerda en las muñecas de JiHoon y los puños en las de TaeMin, sólo para ver con total sorpresa como DongHae le sonreía con malicia y sin esfuerzo se deslizaba bajo de la mesa. 


 


Un momento más tarde, HyukJae sintió que bajaban su cremallera. 


 


—DongHae —graznó HyukJae. 


 


—Mi recompensa por no haber roto nada —dijo DongHae entre sus piernas y luego los cálidos labios envolvieron su polla. 


 


Podía ser un restaurante de lujo, pero todos los tipos de lascivos juegos, pasaban debajo de sus mesas, y el personal fingía no ver nada. Los ojos de HyukJae se entrecerraron, pero todavía podía ver a MinHo, Jaehyeong, y SeungCheol observándolo atentamente. Su boca les mostró una sonrisa mientras DongHae aspiraba su polla hasta la parte posterior de su garganta. 


 


Gracias a los dioses el mantel llegaba al suelo. 


 


—Entonces, HyukJae, ¿tienes planes para este fin de semana? —preguntó SeungCheol, con una sonrisa en sus labios, pasando sus manos por el pelo de JiHoon. 


 


HyukJae abrió la boca para contestar, pero DongHae eligió ese momento para raspar suavemente los dientes sobre su polla. Lo único que salió de sus labios fue un siseo. Metió una mano de debajo de la mesa y agarró la trenza de DongHae, dándole un fuerte tirón. 


 


El gemido de DongHae se oyó en torno a la mesa. Los ojos de TaeMin se dispararon hacia arriba, JiHoon sonrió ampliamente, pero ninguno de los dos dijo una palabra. 


 


—Ninguno —logró contestar, mientras DongHae se echaba hacia atrás, arrastrando sus labios a lo largo de la polla. Estaba lamiéndola como un cono de helado, y HyukJae no podría haber detenido su gemido aunque hubiera querido. 


 


Oh diablos, DongHae era muy bueno chupando pollas. 


 


El hombre debería ganar un maldito premio por lo bien que su lengua estaba lamiendo sus huevos. HyukJae lanzó su otro brazo sobre el respaldo del asiento, mientras su cabeza rodó sobre sus hombros. 


 


—Maldita sea —se rio SeungCheol. 


 


Abrió un ojo, miró al hombre, y luego poco a poco lo volvió a cerrar. Estaba demasiado ocupado disfrutando de la talentosa boca, como para mantener una conversación ahora mismo. En estos momentos, toda su atención estaba en el hombre entre sus piernas. La lengua lamió, nuevamente, la polla de HyukJae, formando círculos alrededor de la cabeza, luego los labios de DongHae chuparon el eje completo de HyukJae hasta su garganta. 


 


—¡Mierda! —Disparó, con los ojos cerrados mientras su polla entraba en erupción, su semilla brotaba de la cabeza y DongHae se bebía con avidez hasta la última gota. HyukJae jadeó cuando abrió los ojos, pero se las arregló para sonreírles a todos en la mesa. 


 


Sobre todo porque todos estaban sonriéndole. 


 


Su polla estaba de vuelta en sus pantalones. A continuación, DongHae se deslizó de debajo de la mesa, llegando a su lado y agarrando la mano de HyukJae la deslizó debajo de la mesa. Un segundo más tarde, sintió la dura polla de DongHae de nuevo en la mano. 


 


DongHae le sonrió inocentemente. 


 


HyukJae se echó a reír y puso un beso de aprobación en los hinchados labios de DongHae. El hombre era simplemente increíble. Había recorrido un largo camino en sólo unas pocas semanas, y HyukJae era un hombre jodidamente feliz. 


 


—Disculpen —dijo Jaehyeong mientras se deslizaba de la mesa— . Enseguida vuelvo. 


 


HyukJae vio que Jaehyeong se acercó a la multitud y comenzó a hablar con Sungmin. 


 


—¿Crees que está celoso? —preguntó SeungCheol con una leve sonrisa. 


 


—Realmente espero que sí —dijo HyukJae mientras se sentaba de nuevo, arrastrando a DongHae a su lado. El hombre inmediatamente se deslizó otra vez, pero mantuvo la mitad inferior de su cuerpo en una posición que permitía a HyukJae sostener su polla. 


 


—¿Por qué quieres que Jaehyeong este celoso? —preguntó DongHae—. Eso no es muy agradable. 


 


MinHo arqueó una ceja mientras SeungCheol se echaba a reír. 


 


—Porque —explicó HyukJae—, Jaehyeong no es lo que alguien consideraría un playboy, pero es muy coqueto y arrogante. Si tuviera un sumiso a su lado en este momento, puedes apostar que nos lo restregaría en la cara. El hombre es rico, poderoso, pero está solo. 


 


—¿Cómo puede estar solo si es rico? —preguntó JiHoon—. Tiene dinero para comprar lo que sea o a quien quería. 


 


—No —respondió SeungCheol mientras tiraba de las cuerdas alrededor de las muñecas de JiHoon—. Jaehyeong no quiere a cualquiera. Quiere encontrar a su sumiso perfecto como lo hemos hecho nosotros. Por lo tanto, gasta su dinero en ostentosos juguetes en su lugar. Realmente necesita encontrar un hobby. 


 


HyukJae negó entre risas mientras cogía su vaso y bebía un sorbo. Soltó la polla de DongHae mientras posaba el vaso. —DongHae, necesito que vayas al coche y consigas el archivo que he dejado en el asiento de atrás. 


 


DongHae metió su mano bajo la mesa, se arregló el pantalón, y luego se deslizó de la mesa, caminando con gracia alrededor de las mesas hacia la puerta principal. HyukJae reventó de orgullo por su pequeño sumiso. Tenía toda la confianza del mundo —¡Mierda! — HyukJae voló de su asiento al oír, lo que sonaba como un choque de coches, en el exterior. 


 


Los otros hombres se apresuraron a seguir a HyukJae mientras corría hacia la puerta. Su corazón estaba en su garganta. Sintió como sus rodillas flaqueaban cuando vio a DongHae, sentado de culo, en el aparcamiento, moviendo la cabeza hacia atrás y hacia adelante. 


 


Corrió hacia su sumiso y se dejo caer a su lado, sus ojos parpadearon sobre el cuerpo del hombre, tratando de evaluar los daños. No vio ningún hueso roto ni contusiones, gracias a Dios. — ¿Dónde estás herido, DongHae? 


 


—En ninguna parte, Señor. Salí de su camino a tiempo, pero me tropecé con mis pies. 


 


HyukJae miró hacia el coche que estaba cruzado en medio de la calle, con su parte delantera derecha, chocando con un coche aparcado. 


 


Su coche. 


 


Jodida mierda. 


 


—¿Qué pasó? —le preguntó MinHo al conductor, cuando el hombre salió del dañado coche, agitando con enojo un dedo hacia DongHae. 


 


—¿En qué demonios pensabas, Lee? 


 


—¿Señor SiWon? —preguntó DongHae mientras sus ojos se abrían. 


 


—¿Lee? —preguntó HyukJae. 


 


La cara de DongHae se volvió de siete tonos de rojo distintos, mientras asentía y luego dio un largo suspiro. —Mi verdadero nombre es Lee DongHae. 


 


HyukJae se arrodilló allí aturdido por un momento y luego envolvió sus brazos alrededor de DongHae, abrazándolo cerca y agradecido de que el hombre no estuviera herido. —Ese nombre es demasiado grande para un pequeño hombre como tú. Creo que DongHae me gusta más. Es más fácil de pronunciar. 


 


—Estoy de acuerdo, Señor —dijo DongHae sonriéndole—. Pero tiene que prometerme que no le dirá a nadie mi verdadero nombre, ni siquiera a JinRi. 


 


—Te lo prometo —dijo HyukJae mientras se echaba a reír. 


 


—¿Qué pasa con mi coche? —gritó el Señor SiWon—. Lee caminaba directamente hacia mí. ¡Tuve que pisar el freno y desviarme para no golpearlo! 


 


—¿Es eso cierto, DongHae? — HyukJae preguntó mientras arrastraba a su sumiso más cerca, listo para patear en el culo al Señor SiWon por todos los gritos que estaba dando. Nadie le gritaba a su DongHae. 


 


DongHae se encogió de hombros. —No estaba prestando atención, Señor. Podría haber ocurrido de esa manera. 


 


—Me haré cargo de las reparaciones necesarias —dijo mientras miraba al Señor SiWon. Pensó que el hombre estaba a punto de gritar de nuevo. Tenía la cara todavía roja como el infierno, pero el hombre sólo asintió. 


 


—Te enviaré el presupuesto. 


 


Ayudó a su asistente a levantarse y le sacudió el traje, luego pasa un brazo a su alrededor mientras cruzaban la calle hacia el restaurante. 


 


—¿Está bien? —preguntó Jaehyeong cuando HyukJae se acercó a la puerta. 


 


—Está bien —respondió HyukJae, envolviendo su puño alrededor de la trenza de DongHae y se sentía mejor sabiendo que su pequeño hombre estaba de pie a su lado, a salvo de la destrucción... por el momento. El férreo control que ejercía sobre el pelo de DongHae era como un salvavidas. Significaba que el hombre no podía separarse de él, más de unos pocos centímetros, y a HyukJae le gustaba eso, un montón. DongHae no podría salir lastimado. 


 


El sonido del coche estrellándose estaba grabado en su cerebro. No creía que, jamás, pudiera olvidar el fuerte y chirriante ruido, ni el inconfundible sonido de metal contra metal. Lo perseguiría en sus pesadillas en los años venideros. 


 


Realmente era sencillo. Sólo tenía que asegurarse que DongHae nunca dejara su lado. Nunca. Realmente era la única manera de mantenerlo a salvo. Su relación actual necesitaba ser actualizada. Aunque DongHae dormía en su cama casi a tiempo completo, sabía que tenía que mudar, de forma permanente, al hombre a su dormitorio. Se estremeció al pensar en lo que podía pasarle a DongHae en medio de la noche. Podía tropezar caminando hacia el cuarto de baño y abrirse la cabeza con un buen número de cosas, la bañera, el marco de la puerta, el lavabo. La lista seguía y seguía. 


 


Envolverlo en plástico de burbujas podría no ser suficiente. DongHae podría-


 


—¿Señor? 


 


HyukJae bajo su mirada a DongHae, lo cual era fácil de hacer ya que la cabeza de DongHae estaba inclinada hacia atrás hasta el momento. Hubo una ligera mueca en el rostro DongHae, como si estuviera dolorido. HyukJae se maldijo a sí mismo, al darse cuenta, que su mano estaba envuelta con tanta fuerza en el pelo del hombre que este ni siquiera podía moverse. 


 


—Lo siento, DongHae —dijo mientras aflojaba, un poco, su agarre, pero sólo un poco. No tenía la fuerza personal suficiente como para dejar que se alejara demasiado de él, no en estos momentos. 


 


—Estoy bien, Señor. 


 


—Lo sé. —Esta vez DongHae estaba bien, pero ¿qué pasaría la próxima vez, o la siguiente después de esa? ¿Cuántas veces podría resultar lesionado DongHae antes de que le ocurriera algo drástico de lo que no se pudiera recuperar? 


 


DongHae dejó caer sus ojos. —Lo está lamentando, ¿verdad, Señor? 


 


HyukJae frunció el ceño. —¿Lamentando que, DongHae? 


 


Las lágrimas caían de sus pestañas mientras levantaba la cabeza para mirarlo de nuevo. Su rostro se había vuelto ceniciento. —Está lamentando que mantenerme —susurró. 


 


HyukJae se sorprendió con la fuerza que DongHae utilizó para alejarse de él. Sabía que debía haberle dolido. Todavía tenía varios cabellos castaños en la mano. 


 


—DongHae, ¿de qué demonios estás hablando? —espetó mientras cogía, de nuevo, la trenza de DongHae, pero el hombre se apartó de su alcance, sorprendiendo a HyukJae cuando el hombre hizo el movimiento sin tropezar con nada. DongHae podría tropezar con el aire. 


 


—Está bien, Señor. —DongHae le mostró una sonrisa temblorosa mientras daba un paso hacia atrás—. Sabía que este día llegaría. Siempre lo hace. Estoy sorprendido que tardará tanto en llegar. — DongHae sorbió y se limpió los ojos. Ni siquiera trató de ocultar que estaba llorando—. Si usted me da un par de días hasta que encuentre otro lugar, le prometo que, para el fin de semana, me habré ido. 


 


El mundo de HyukJae se desplomó bajo sus pies al escuchar esas palabras. —¿Me estás dejando? 


 


En todo caso, el rostro de DongHae palideció aún más de lo que ya estaba. —Prefiero dejarlo, antes que escucharle decirme que me vaya. 


 


De pronto, imagino su vida sin DongHae y no le gustó lo que vio. No habrían más momentos tranquilos viendo como DongHae se centraba en sí mismo, ni más fantásticas mamadas, ni más sexo de fuera de este mundo. Tampoco volvería a sentirse pleno, mientras observaba como DongHae se convertía en el hombre sensual y seguro que HyukJae sabía que era. 


 


No habría más DongHae. 


 


Gruñó y apretó los puños saliendo rápidamente detrás de DongHae antes de que pudiera escapar. Agarró la trenza del hombre y la envolvió alrededor de su mano de tal manera que DongHae solo tenía dos opciones: o inclinaba la cabeza hacia atrás o perdía el pelo, porque HyukJae no estaba dispuesto a dejarlo ir. 


 


Nunca. 


 


—Escúchame, Lee DongHae, y escúchame bien. — HyukJae estalló con satisfacción al ver como los ojos de DongHae se abrían plenamente al oír el áspero tono con que pronunciaba su nombre y el tono áspero con el que le hablaba—. Eres mío. Y siempre serás mío. No vas a irte. De hecho, tendrás suerte de conseguir estar a diez metros de mi lado en los próximos diez años. Por lo tanto, sácate la disparatada idea de alejarte de mí, de tu cabeza, porque no va a suceder. 


 


HyukJae no esperó a que DongHae contestara. Sólo empujó al pequeño hombre hacia la entrada del restaurante y a través de las puertas. Asintió hacia Sungmin mientras caminaban dentro. Sungmin señaló una puerta al otro lado del vestíbulo, frente a la entrada del restaurante. 


 


Buen hombre. Tendría que darle una buena propina más tarde... mucho más tarde. 


 


Escoltó a DongHae hasta la puerta y la abrió. Rápidamente escaneó la habitación y era exactamente lo que estaba buscando. Dioses, amaba este restaurante. Tenía todo, buena comida, un servicio impecable y un escondido ambiente con un sofá con cojines, una mesa y un cuarto de baño a un lado. Demonios, incluso tenía una pequeña cesta con condones y paquetes de lubricante de un solo uso. 


 


Era perfecto. 


 


Guió a DongHae dentro de la habitación y rápidamente cerró la puerta detrás de él. Soltó la trenza del hombre y le dio un pequeño empujón, sin ni siquiera preocuparse porque DongHae pudiera tropezar. Tenía cosas más importantes de qué preocuparse, como convencer a DongHae que se pertenecían hasta el día en el que se murieran, e incluso después de eso. 


 


HyukJae se apoyó contra la puerta y cruzó los brazos sobre el pecho. —Desnúdate. 


 


Era una orden sencilla, una sola palabra, pero pareció aturdir a DongHae. El hombre se volvió hacia él, con la mandíbula colgando casi hasta el pecho. 


 


—¿Qué? —DongHae susurró. 


 


—Ya me has oído, DongHae. 


 


—¿Aquí? —DongHae extendió sus brazos para abarcar toda la habitación—. ¿Ahora? 


 


—En este momento. 


 


—Pero- 


 


—DongHae. —Una vez más, una simple orden, una palabra simple. Pero esta vez, puso a DongHae en movimiento. Vio, con gran satisfacción, como DongHae lentamente se desabrochaba la camisa y luego los pantalones. Se quitó toda su ropa y cuidadosamente las dobló y las puso sobre la mesa antes de volver a colocarse delante de HyukJae, con las manos colgando a los costados. 


 


—Asume la posición, DongHae. 


 


DongHae se mordió el labio, mirando indeciso los cojines del sofá. HyukJae se acercó, cogió uno y lo arrojó al suelo. No se perdió la mirada que le dio a través de sus pestañas mientras se colocaba sobre el cojín, asumiendo la posición de reposo. 


 


Sólo cuando DongHae se había establecido, con sus muslos extendidos y las manos apoyadas en ellos, HyukJae se apartó de la puerta y empezó a dar vueltas alrededor del hombre. Una vez que estuvo detrás de DongHae y fuera de su vista, cogió un condón y dos de los paquetes de lubricante, los metió en su bolsillo y se arrodilló en el suelo detrás de él. 


 


Sintió como DongHae se agitó cuando colocó sus manos en la parte superior de los delgados hombros del hombre y comenzó a acariciarle los brazos. Dioses, amaba sentir esa suave piel debajo sus manos. Era como tocar seda, seda caliente. 


 


—Tú eres mío, DongHae —dijo con una voz, mucho más suave, de la que había usado antes—. ¿Sabes por qué eres mío, DongHae? 


 


—N-No, Señor. 


 


—Tú eres mío porque eres perfecto para mí. —Disfrutó al ver como el pequeño cuerpo se estremecía, sabiendo que había sido provocado en parte, por sus palabras y en parte por la forma en la que acariciaba su piel—. Cuando pienso en ti, no lo hago en términos de unos días o unas semanas. Lo hago en términos de toda una vida a tu lado. 


 


—¿Toda una vida, Señor? —murmuró DongHae. 


 


—Sí, DongHae, una vida —sonrió cuando este se apoyó sobre la mano con la que le acariciaba la mejilla—. Te quiero para toda la vida, con torpeza y todo. 


 


—Soy muy torpe, Señor. Eso no va a desaparecer repentinamente. 


 


HyukJae se echó a reír. —Sospecho que no, pero vas a mejorar con el tiempo. 


 


—Pero- —DongHae se mordió el labio de nuevo, sus ojos vagando lejos—. ¿Y si no es así, Señor? ¿Qué pasa si sigo siendo torpe para siempre? 


 


—Aún te querría, DongHae. Siempre te querré. —Envolvió sus brazos alrededor del cuerpo del hombre y lo apretó contra su pecho. Extendió la mano y agarró la barbilla de DongHae, inclinándolo hacia a él, y luego esperó hasta que, por fin, su mirada se levantó para encontrarse con la suya—. Te amo, Lee DongHae. 


 


Los ojos de DongHae se humedecieron mientras inhalaba fuertemente. —¿Me ama? —DongHae preguntó con acento tranquilo, como si no pudiera creerlo. 


 


—Sí, DongHae, Te amo. Amo todas tus rarezas, tu torpeza, tu hermosa sonrisa, tu glorioso pelo, y la forma en la que respondes a mis órdenes. — HyukJae se puso serio de nuevo—. Joder, me encanta la forma en la que me miras. 


 


Las cejas del pequeño hombre se juntaron, provocando el más lindo gesto en su rostro. —¿Señor? 


 


—Me miras como si fuera la persona más importante en tu mundo. 


 


—Lo eres —el rostro de DongHae se enrojeció mientras agachaba su cabeza—. Te amo, HyukJae. 


 


Le sorprendió que DongHae usara su nombre de pila, pero, las otras dos palabras, lo hicieron aún más. Eran mucho más importantes. Ponían de nuevo en orden, su mundo entero. 


 


Abrazo fuertemente a DongHae, sumergiéndose en la sensación de tener al hombre de sus sueños en sus brazos, amándolo. 


 


—Sabes que tienes que ser castigado por ser un vándalo. — No era una pregunta. Iba a suceder. Sólo esperaba que DongHae disfrutara de todo lo que le hiciera. 


 


—Por favor, Señor. 


 


HyukJae gimió e hizo retroceder a DongHae sobre la almohada. Le tomó todo su enorme y afinado control para ponerse de pie y caminar lejos de DongHae, pero sabía que lo que tenía en mente era lo que tanto quería. Podía ver el entusiasmo en los ojos azul suave de DongHae. 


 


HyukJae se acercó al sofá y se sentó. Acarició sus muslos, observando con expectación fervorosa como DongHae se arrastró por el suelo hasta él. —Sobre mis muslos, DongHae. 


 


Santo infierno, el culo de DongHae era perfecto, sobresaliendo en el aire, como lo hacía, cuando DongHae colocó su cuerpo sobre los muslos de HyukJae. Este pasó su mano sobre los suavemente redondeados globos, por un momento, disfrutando de la suave y sedosa piel, y luego metió la mano en su bolsillo para sacar el condón y los envases de lubricante. Puso el condón y un envase a un lado y abrió el otro. 


 


—No te corras, DongHae. 


 


—No, Señor. —Dijo DongHae, pero las palabras sonaron estranguladas. 


 


HyukJae sonrió. —Si te corres antes de que te de permiso, no te follare después. —Estaba mintiendo, porque tenía toda la intención de hundirse profundamente en DongHae en los próximos cinco minutos, pero este no necesitaba para saberlo. 


 


—Sí, Señor. 


 


Rápidamente vertió un poco de lubricante sobre sus dedos y luego lo extendió en la grieta del culo de DongHae. Este se estremeció. HyukJae sabía que la cosa estaba fría, pero también sabía que pronto se habría calentado, junto con el culo de su sumiso. 


 


Introdujo una de sus manos entre las nalgas. Posicionando un dedo en el apretado agujero, sin aplicar demasiada presión, pero lo suficiente para que el anillo de músculos comenzara a palpitar. 


 


—Ser malcriado es muy malo, DongHae —dijo HyukJae mientras levantaba su otra mano y la dejaba caer sobre las nalgas del chico. 


 


Un fuerte grito ahogado fue la única respuesta del hombre. 


 


—Nunca vas a volver a cuestionar mi deseo de seguir contigo. —Le dio otra nalgada, mirando cómo se enrojecía su culo. Dioses, era un maravilloso espectáculo de mierda. Tendría que haberlo nalgueado antes. Si, la dura polla presionando contra sus muslos era una indicación, DongHae también lo estaba disfrutando—. ¿Entendido? 


 


—¡Sí, Señor! —DongHae soltó un agudo chillido al mismo tiempo que HyukJae empujaba un dedo contra el apretado anillo de músculos. Alternó entre empujar su dedo dentro y fuera del culo de DongHae, con las nalgadas. 


 


—Te amo.


 


¡Nalgada!


 


—Te voy a mantener junto a mí. 


 


¡Nalgada! 


 


—No me importa si, eres tan torpe que tienes que ser envuelto en plástico de burbujas para el resto de su vida, lo cual es una clara posibilidad. Aún eres mío y voy a mantenerte. — HyukJae continuó golpeando el culo de DongHae mientras introducía más dedos en él, extendiéndolo. Y DongHae tendría que estar bien extendido para lo que HyukJae tenía en mente. 


 


—¿Esta- —¡Nalgada! —Entendido? 


 


—¡Sí! —DongHae gritó tan fuerte que estaba seguro que los clientes en el restaurante lo oyeron. 


 


Y eso aumentó su propia excitación. 


 


HyukJae estaba tan duro, por la forma en la que el culo se había enrojecido, por los profundos gritos del hombre y por la forma en la que DongHae respondía ante él, como nunca antes lo había estado. Todo ello combinado con el conocimiento de que DongHae lo amaba era suficiente como para hacerlo perder el control. 


 


—Asume la posición, bebé —dijo HyukJae mientras empujaba a DongHae hacia el suelo. Un segundo después de que estuviera fuera de su regazo, HyukJae se bajó la cremallera de los pantalones y los empujó hacia abajo. Cogió el condón y lo hizo rodar sobre su dolorida polla. En el momento en que abrió, de un tirón, el tubo de lubricante, DongHae estaba de rodillas delante de él, observando cada movimiento que hacía. 


 


HyukJae rápidamente lubricó su polla y luego hizo un gesto hacia su regazo. —Súbete, DongHae. Me vas a montar. 


 


DongHae trepó como si su vida dependiera de ello. Pasó la pierna sobre el muslo de HyukJae y empezó a descender embistiéndose a si mismo contra la dura polla. HyukJae mantuvo apretados firmemente sus labios hasta que el trasero de DongHae descansó sobre sus muslos. Quería embestir al hombre y enterrar su polla hasta el fondo y nunca volver a salir. Sentía la necesidad de marcar al hombre como suyo, para que cualquiera que lo mirara supiera que le pertenecía. 


 


—¿Te gustaría llevar mi collar, DongHae? —Ni una sola vez, en todos sus años, había tenido la necesidad de poner un collar a un sumiso. Jugó con ellos, los entrenó, pero ni una sola vez quiso mantenerlos de forma permanente. 


 


No hasta ahora. 


 


Ahora, quería atar a DongHae a él, para que el hombre nunca volviera a pensar en dejarlo. Deseó haber tenido un collar en esos momentos. Estuvo a punto de llorar cuando DongHae asintió ansiosamente y no tenía nada con que cimentar el momento en las mentes de ambos. 


 


Tenía un collar. 


 


No era tan elaborado como el que le hubiera gustado poner en su sumiso, pero era lo que tenía en la mano. HyukJae observaba la reacción de DongHae, mientras se levantaba y se desabrochaba el collar alrededor de su cuello. DongHae abrió mucho los ojos y un pequeño gemido se hizo eco alrededor de ellos. HyukJae se inclinó hacia adelante y puso el collar alrededor del cuello de su sumiso, enganchándolo en la parte posterior. 


 


Cuando se echó hacia atrás y miró a DongHae, se sorprendió al ver grandes lágrimas goteando sobre la cara del chico, mientras el hombre pasaba suavemente los dedos sobre la cadena de oro. 


 


—¿DongHae? —¿Habría cambiado de opinión?—. Sé que no es muy elegante. Voy a conseguirte uno mejor cuando- 


 


—¡No! —gritó DongHae, y su rostro palideció cuando se dio cuenta de que había gritado. Sus dedos se cerraron alrededor del collar—. Por favor, quiero este. 


 


—Pero no es un collar real, DongHae. 


 


—Sí, lo es —DongHae susurró—. Es real y me lo dio y- —DongHae meneó la cabeza rápidamente—. Por favor, Señor, quiero conservarlo. Por favor. Nunca he tenido a nadie que me dé algo como esto. Nunca nadie me ha querido conservar. 


 


A HyukJae le dolió el corazón. —Yo lo haré, DongHae. Te juro que lo haré. 


 


—¿Puedo quedármelo entonces? 


 


HyukJae sonrió mientras tomaba las nalgas de DongHae en sus dos manos. Le encantaban los pequeños silbido que se escapaban de los labios de DongHae cuando apretaba su tierna carne. —Siempre voy a mantenerte cerca. 


 


—Siempre, ¿de verdad? 


 


—Siempre, DongHae. 


 


DongHae se estremeció y empezó a moverse. —Por favor, Señor, necesito- 


 


—Sé lo que necesitas, DongHae. Siempre voy a saber lo que necesitas. — HyukJae comenzó a moverse, empujando sus caderas hacia arriba y conduciendo su polla en el apretado culo mientras subía y bajaba a DongHae sobre su polla. Este rápidamente captó la idea y comenzó a moverse así, prácticamente saltando arriba y abajo sobre el regazo de HyukJae. 


 


HyukJae estaba tan duro que sabía que no tardaría en llegar. Declararle sus sentimientos a DongHae, y saber que eran correspondidos, junto con la sensación de ponerle su collar a su sumiso, lo envió al borde. 


 


Metió la mano entre ellos y agarró la polla de DongHae. Un desesperado grito cayó de los labios del hombre cuando a acariciarlo, lo cual era un placer por sí solo. Pero no tanto como ver como su pequeño hombre se volvía loco, moviéndose rápidamente arriba y abajo, empalándose a sí mismo en la polla de HyukJae lo más rápido que podía. 


 


—Dios, eres tan perfecto —susurró HyukJae mientras lo observaba empalándose con su polla. Tenía la piel enrojecida, su respiración rápida y esporádica. Sus labios entreabiertos mientras jadeaba pesadamente entre pequeños gemidos. Pero fue el asombro en los ojos de DongHae, el afán y la anticipación en ellos, lo que fascinó a HyukJae. 


 


—Córrete para mí, DongHae —ordenó, sabiendo que su propio orgasmo estaba cerca. Y maldición si DongHae no echó para atrás su cabeza y se corrió como HyukJae le había ordenado. 


 


El olor del esperma de DongHae, que salpicó toda la mano de HyukJae y su abdomen, junto con la forma en la que los músculos internos del hombre se cerraron sobre su polla, lo enviaron derecho al borde. Gruñó, poniéndose rígido cuando su cuerpo explotó de adentro hacia fuera. Luces brillantes aparecieron ante sus ojos mientras se perdía en el orgasmo más intenso que jamás recordaba haber tenido. 


 


Metió la mano por detrás de DongHae y agarró la larga trenza del hombre, envolviéndola alrededor de su mano, y luego levantó su cabeza para darle un beso. ¿Alguna vez, había sentido algo tan bueno y maravilloso? DongHae le daba todo lo que había deseado en un sumiso y algo más. 


 


Era jodidamente perfecto.


 


—Te amo, DongHae —susurró contra los labios del hombre. 


 


—Yo también lo amo, Señor —susurró DongHae a su vez. 


 


—Bien. —Sonrió HyukJae—. Y no es Señor, es Maestro. 


 


Los labios de DongHae, se extendieron formando la sonrisa más dulce que hubiera visto en su vida. Estaba lleno de amor, orgullo y completa felicidad. —¡Sí, Maestro! 


 


 


 


 


 


 


 


FIN.


 


 


 


 


 

Notas finales:

Gracias por leer. 


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