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Idiotas en la escuela [Kimetsu no Yaiba] por Wan chan

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En el despacho de la directora se encontraban el profesor Shinazugawa y la profesora Kocho. Ambos estaban dando el reporte de lo sucedido en el EIB.

—El grupo de la clase F terminó ganando el primer EIB —hablaba Kocho.

A su lado, el profesor Shinazugawa no podía evitar quitarle los ojos de encima, discretamente volteaba la mirada para verla por la esquina de su ojo.

Amane sonrió dulcemente, sus ojos se posaron en el permiso sellado del EIB y anotó el ganador en un espacio en blanco.

—Pobre niños, de seguro que el grupo que perdió debe de estar molesto por haber perdido sus instalaciones.

La directora dio un sorbo a su té antes de seguir hablando.

—Espero que esto los motive a seguir estudiando y mejorar sus calificaciones, es lo que hubiera querido mi esposo.

—Disculpe que la interrumpa —habló ahora Shinazugawa —, pero los estudiantes pidieron no cambiar las instalaciones.

Eso sorprendió tanto a Amane como a Kocho.

Era increíble, la propia Kanae estaba anonadada, pues el mismo Shinazugawa le había comentado que incluso el grupo entero formuló un plan para que ella fuera la supervisora, y que el error de llevarse a Shinazugawa había cambiado radicalmente su estrategia.

No quería creer que después de tantos esfuerzos, lo hayan abandonado todo.

De regreso a la sala de profesores, Kocho se aproximó a Kyojuro, quien comía una de las famosas piezas de pan de la panadería Kamado. El rubio dio una mordida, machando su mejilla con migajas, mientras daba pequeños indicios de lo bien que sabía el pan soltando un grito de “sabroso”.

—Profesor Rengoku, ¿podemos hablar un momento? —Kocho observó la suciedad en el rostro ajeno, así que de inmediato sacó un pañuelo para limpiarlo, acción que no pasó desapercibida por Shinazugawa —. Los chicos del 3F me sorprendieron al rechazar las instalaciones del E ¿por qué?

Rengoku agradeció en silencio la limpieza, aun así, volvió a dar una mordida a su pan.

—Aunque no lo creas, son demasiado ambiciosos. La primera parte de su gran plan es un plan más pequeño.

Kocho no lo entendió, hasta que llegó el profesor de química, Iguro Obanai.

—¡Rengoku! ¿¡Qué diablos hizo tu clase para provocar a los míos!? Me han pedido una solicitud de EIB contra la clase F.

—Se nota que también eres un hombre de muchas alergias Obanai, apuesto a que es un martirio dar clase en el salón F.

Iguro no desmintió eso. No por nada usaba cubre bocas todos los días. Aun así, eso no contestaba su duda.

—En nuestro grupo hay alguien que también necesita cuidados especiales, y esos chicos… no —se corrigió —, ese chico hará lo que sea por ella.

 

 

Desde adentro del salón F se escuchaban martillazos, el que producía tan molesto sonido era Hakuji Soyama.

—Maldita sea, no debería de estar arreglando esto. Es una madera de mala calidad.

A pesar de sus protestas, siguió golpeando clavos para unir la pata rota, ya que el pegamento que le proporcionó el profesor Rengoku era de tan mala calidad, que ya estaba endurecido adentro del bote.

—¿No sería mejor unirlo con pegamento industrial? —cuestionó Akaza, estaba ayudando a su hermano sosteniendo la pata a la mesa mientras el pelinegro martilleaba.

—Pensé lo mismo —confesó Hakuji —, pero es demasiado caro, y tuve que comprarle unos parches antihistamínicos a Koyuki. Además, los clavos me los regaló el maestro Keizo y el martillo me los prestó el señor Urokodaki.

—No entiendo tanto esfuerzo si al final estamos igual —dijo Douma.

—Podríamos tener los escritorios de la clase E, pero alguien decidió que era buena idea no reclamar nuestra recompensa.

Hakuji estaba realmente molesto, cada palabra que salía de su boca era como veneno que le hacía golpear los clavos más y más fuerte. Akaza procuraba que su hermano no le destrozara la mano con el martillo.

—¿Por qué declinaste, Kokushibo~? —habló Daki, tirada en el suelo mientras extendía sus manos al aire molesta, haciendo un pequeño berrinche el cual Gyutaro estaba tratando de calmar.

Kokushibo cerró su libro y volteó a verlos.

—¿Les gustaba mucho ese salón de porquería?

—¡Pues esa porquería es mejor que esta! —gritó Hakuji, dejando caer con fuerza el martillo sin ver a donde dirigía el golpe.

Afortunadamente Akaza reaccionó rápido gracias a sus años de práctica del arte marcial de su maestro, por lo que quitó su mano a tiempo, dejando que Hakuji destrozara la parte central de la mesa de té, haciendo que el martillo traspasara la madera.

—Genial, ahora puedes poner una sombrilla en medio de tu mesa y tomar refresco debajo de un cerezo —se burló Akaza.

Hakuji solo soltó un grito de desesperación.

—De cualquier manera, ¿Qué diferencia tendría para nosotros? Ninguno de este salón estudia realmente —dijo Kaigaku antipáticamente.

—¡No puedes hablar por todos! —respondió Hakuji —, Koyuki merece un buen sitio en donde aprender, salir de casa y relacionarse con los demás.

Kokushibo suspiró, su paciencia no era infinita, pero prefería guardar las apariencias.

—Al final la clase A nos declaró la guerra.

Eso llamó la atención de todos.

—Derrotémoslos y volvamos sus instalaciones de calidad nuestras. Si mis predicciones son correctas, al final de ese EIB, estaremos disfrutando de una enseñanza de lujo.

De repente Kokushibo se puso de pie y comenzó a caminar hacia la puerta.

—Vayamos a la clase A, solo a observar un poco.

 

 

Los chicos estaban sorprendidos, el salón parecía una especie de hotel de cinco estrellas. Y más que un salón, era prácticamente una enorme parte del piso de tercero, tal vez la mitad del piso era exclusivamente para el salón A.

Una puerta de madera con finos acabados fue lo que los recibió al llegar, cada pupitre era compuesto por una mesa alta y una silla ergonómica, además tenían una la pizarra electrónica. Había un espacio con pequeños cubículos para el estudio auto dirigido y otro con muebles individuales rodeando mesitas, para que los alumnos descansaran un rato tomando café y platicando.

Contaban con computadoras y su propio acceso a internet, una barra de auto servicio con bocadillos, una pequeña cafetería y una explanada decorada con una enorme estatua rodeada de maceteros con flores; el techo era iluminado por candelabros dorados mientras por todos lados se dejaba escuchar una dulce melodía de sinfónica.

—¡Ah! ¡Maldita sea! ¡Tengo mucha envidia! —se quejó Daki, mientras era cargada en la espalda de Gyutaro.

—¿Michikatsu? ¿Qué es lo que los trae por aquí?

La dulce voz de Yoriichi llamó la atención de todos, el hermano menor de Kokushibo hizo una reverencia para saludar a los ajenos a su salón.

—Pensé que el EIB era en unos días ¿te equivocaste de casualidad?

—Ni un poco —contestó Kokushibo, su voz era dura y fría, nada comparada a la siempre tranquila voz que trataba de hacer —, he venido aquí para negociar.

Con la suficiente confianza que se cargaba, Kokushibo tomó asiento en uno de los muebles individuales.

—Quiero que el EIB sea una batalla uno contra uno entre los representantes de la clase.

Hubo una expresión de sorpresa entre los miembros del grupo F. ¿Acaso Kokushibo se había vuelto loco?

—¡Eso es arriesgado Kokushibo! —gritó Kaigaku —, es como ir directamente a la boca del lobo, es una tontería. ¡Piénsalo un poco mejor!

—Michikatsu —el tono de voz de Yoriichi era igual de preocupado —, eso es un poco…

—Espera.

Yoriichi fue interrumpido por la frágil voz de una chica. De entre el tumulto de gente de la clase A se abría paso la representante del mismo grupo, Nakime Otogawa, una joven hermosa, de cabello negro y largo, piel blanca y ojos negros. Sus rasgos gritaban omega por todos lados.

—Estoy de acuerdo con el uno a uno, pero me gustaría agregar algo.

Los ojos de Nakime se volvieron fieros, mirando directamente a Daki y Enmu.

—El que pierda debe prometer cumplir una orden del ganador.

Una pequeña risita salió de Kokushibo.

—Pareciera que los de la clase A nos tienen miedo.

—No realmente —dijo Yoriichi —, no quiero sonar grosero hermano, pero es deber de la clase A proteger el orden público y la dignidad de nuestra escuela. Así que debemos poner el ejemplo con un fuerte llamado de atención hacia los holgazanes que declaran la guerra sin hacer nada.

Aquel sentimiento de ser degradados se apoderó de los chicos de la clase F. De nuevo volvían a menospreciarlos y hablar pestes de ellos, y aunque Yoriichi lo hacía sin malicia, se sentía la agresión.

Es tan molesto que sea tan pasivo-agresivo” pensó Akaza.

—De acuerdo, el perdedor del uno a uno hará lo que sea que pida el ganador.

—No será un uno a uno, sino un cinco a cinco.

Otra dulce voz se dejó escuchar en la discusión. De nuevo los alumnos del A abrían pasó para otra de sus mejores estudiantes, esta es Shinobu Kocho.

Kya~ Shinobu-chan —dijo Douma, pero fue ignorado.

—No me malinterpreten, Nakime es lo suficientemente fuerte para derrotarlos, pero, soy de la fiel ideología que mientras a más de ustedes aplastemos, más fuerte llegará nuestro mensaje a los salones inferiores.

La mala fama sádica de Shinobu Kocho comenzaba a relucir lentamente, sus palabras eran filosas y lastimaban como veneno, matando poco a poco.

Aun así, Douma sintió un escalofrió de placer. Todo un masoquista.

—Está bien, pero a cambio, nosotros elegiremos los temas —dijo Kokushibo.

—De acuerdo —aceptó Nakime.

 

 

—Tal parece tus negociaciones fueron un éxito Kokushibo —dijo Hakuji, tomando una papita salada.

Habían regresado a su salón y al sonar el descanso subieron la mesa rota de Hakuji al techo, Kaigaku se encargó de pedir “prestada” una sombrilla enorme de algún desafortunado. Ahora tenían su propia mesita al aire libre.

Cada uno compró botana y bebidas en la máquina expendedora y terminaron teniendo su propio picnic. Así que rodeando la mesita se encontraban Hakuji, Akaza, Kokushibo, Kaigaku, Enmu y Douma.

—Dinos que ahora si tienes un plan Kokushibo, no quiero perder contra esos engreídos, menos con la creída de Shinobu Kocho —dijo Enmu.

—Lo tengo.

—¡Con Shinobu-chan no te metas!

Y así, empezó una conversación donde Kokushibo fue completamente olvidado.

Simp —dijo Kaigaku.

—Realmente son un fastidio —habló Akaza torpemente, pues había mordido un trozo de la barra de chocolate que compró —, aunque esa chica Nakime ha accedido muy fácilmente.

—De seguro nos subestiman —agregó Hakuji.

—No creo, los de la clase A vendrán con todo lo que tienen — Douma bebió su jugo en lata.

Simp —repitió Kaigaku.

—Yo he escuchado rumores —dijo Enmu, mordiendo un umaibo.

—¿Rumores? —cuestionaron todos menos Kokushibo.

—Dicen por ahí que Nakime Otogawa es una chica hermosa y fina, excelente estudiante y una omega perfecta; pero no tiene novio ni nada. Ni siquiera sale con otros chicos alfas.

—¿Eh? Aunque ella es muy bonita y parece ser popular —mencionó Kaigaku.

Enmu asintió con la cabeza para después agregar —: los rumores dicen que ella no tiene interés en los alfas.

Akaza pensó un momento, una omega no interesada en alfas no era novedad, pero era algo aun un poco tabú. Pero si no estaba interesada en alfas, ¿tal vez en betas? No creía. Entonces se le iluminó la mente.

—¿Le gustarán los omegas?

Todos miraron a Akaza. Era estúpida su pregunta, pero entonces terminaron cayendo en el mismo pensamiento que el de cabello rosa. Cierto, ese momento en que miró a Enmu y Daki fue una mirada demasiado intensa, como depredadora.

Nakime fácilmente caía en el perfil de una omega que quiere destacar, y para no sentirse opacada, buscará de pareja a otro omega.

—Enmu, podríamos usarte como tributo —se burló Douma.

Ese día Douma terminó oliendo a té oolong barato después de que Enmu le arrojara su bebida a la cabeza.

 

 

Las clases para el profesor Rengoku eran un excelente motivo para estar lleno de energía todos los días. Enseñar y sembrar la curiosidad sobre la historia en las jóvenes mentes de sus alumnos le llenaba de orgullo el pecho y más el ver las excelentes calificaciones que sacaban en su materia.

Incluso tenía el orgullo de decir que ninguno de la clase F ha reprobado. Aunque sea sacan el mínimo con él.

Debido a eso, todo el alumnado lo tenía en alta estima, por eso no se le hacía raro que se acercaran a él por algún consejo o pedirle algún favor.

Aun así, podía sentir una mirada tenebrosa y penetrante martilleándole la nuca mientras caminaba por el pasillo. Y eso le aterraba.

Cada que se giraba para ver si era seguido, el pasillo se encontraba completamente vacío.

Esperaba que solo fueran los cuentos acerca del hombrecillo feo o el jarrón poseído, pero no se encontraba cerca de ninguna de las áreas donde era frecuente verlos.

Kyojuro —se escuchó por el pasillo, como un suave susurro hecho por el viento.

No ayudaba en nada que todos los chicos ya se hubieran ido y que el pasillo estuviera iluminado por las luces naranjas del atardecer.

Kyojuro —se volvió a escuchar.

Retomó su camino, dando grandes zancadas para poder llegar a su lugar en la sala de profesores, poder tomar sus cosas e irse corriendo a su auto.

De repente una mano le tomó de su antebrazo, así que reaccionó por instinto.

Dio un enorme grito y aplicó una llave al fantasma.

—¡Eso duele maldita sea!

—¡Joven Akaza!

De inmediato lo soltó y comenzó a hacer reverencias para disculparse.

Akaza imitó sus acciones después de que Kyojuro le reprendiera el haberlo asustado, ante eso, el alumno se excusó con el hecho de que iba a pedirle un favor y le daba pena. Aunque era cierto, Akaza no dijo que esa pena se debía a que tenía mucho conflicto interior por el revoltijo de sentimientos que tenía al hablarle.

—Así que quieres que te enseñe historia.

—¡Por favor, profesor Kyojuro!

Rengoku suspiró, había insistido mil veces en que lo llamara por su apellido, pero a Akaza parecía entrarle esa información por un oído y salírsele por el otro. Al menos le decía profesor.

—El EIB contra la clase A es en un par de días, y quiero poder ser de ayuda a mi equipo.

—¿Ese es tu verdadero motivo?

—No. Quiero hacer esto por Koyuki, ella merece salir de la casa y venir a la escuela. Nada mejor que un salón bien equipado y con un filtro para polvo como el del salón A para ella. Se lo debo por ser tan buena conmigo.

Kyojuro estuvo sorprendido, pero después sonrió amablemente.

—De acuerdo, ven a verme después de clases. Te enseñaré todo lo que pueda en una hora y después tú en casa repasaras el material que te voy a dar.

Akaza estaba feliz, impulsivamente tomó las manos de Kyojuro entre las suyas y agradeció varias veces antes de irse.

Esa última acción sonrojo un poco al profesor, pero eso el de cabellera rosa ya no lo vio.


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