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Idiotas en la escuela [Kimetsu no Yaiba] por Wan chan

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El cielo estaba gris, las nubes se arremolinaban en un solo punto, pareciera que un torbellino quería descender del cielo, pero ocupando su sitio se encontraba un enorme ser dimensional amenazando con destruir la escuela.

Pudo distinguir al grupo del 3F ofreciendo comida y un espectáculo de gladiadores al enorme ser.

Kyojuro Rengoku no dejaría que esto continuara, pero no podía moverse mucho debido a su ropa de oiran, así que quien iba directo al monstruo era su alumno Akaza Soyama.

—¡Déjenlo en mis manos!

A su lado, el profesor de artes, Uzui Tengen, quien estaba manchado de pintura roja en la cabeza, corrió detrás de él.

En ese momento Kyojuro solo se preguntó ¿¡cómo diablos habían llegado a esto!?

 

 

Ese día Rengoku se encontraba feliz. Era día de comenzar uno de sus temas favoritos, el coliseo romano. Como actividad, les había dejado de tarea a sus alumnos que vieran la película de “El gladiador” para que se inspiraran y se construyeran su propia armadura, porque a mitad de la clase saldrían al patio a hacer una representación de las escenas de batalla, principalmente el debut de Máximo en la arena.

A mitad del día el grupo que tenía era el tercero F, y sería el último por hoy. Estaba emocionado, pero al entrar al salón se topó con que tenía que detener el enjuiciamiento de Kaigaku, mientras lo tenían amarrado a un poste.

El golpe del martillo hizo dictar la sentencia.

—Mereces mínimo ochenta azotes por tocar sin permiso la mano de Enmu-chan.

—¡Azótenlo! ¡Azótenlo!

Rengoku tenía que actuar.

—La clase va a iniciar chicos, por favor, guarden sus tridentes para después.

Para su fortuna, a pesar de la reputación del salón F, el respeto y la atención que debían de brindar a los profesores durante clases estaba intacta.

—Espero estén listos para la actividad, primero comenzaré a explicar cosas básicas de seguridad.

Quince minutos después, los chicos bajaban al patio para hacer la dinámica. Kyojuro estaba feliz por ver las armaduras improvisadas, aunque la de Kaigaku llamó su atención.

—¿Olvidaste hacer tu armadura? —preguntó sin malicia alguna a su alumno.

—¿Qué insinúa? ¿Qué olvidé mi tarea? ¡No sea mal pensado profesor!

No, definitivamente Kaigaku había olvidado hacer su tarea. El simple hecho de verlo con la caja, que se supone debería de ser su pupitre, aplastada y pegada a su cuerpo con cinta, era más que suficiente para hacerle saber eso.

No le quitaría tantos puntos, solo por el esfuerzo.

—Ciertamente yo estoy emocionado —dijo Douma —, esa película me inspiró.

—¡Me alegra saber eso joven Dou…

Kyojuro guardó un silencio repentino. De todo, no se esperaba ver a Douma con un traje completo de samurái al estilo o-yoroi. Definitivamente estaba listo para la guerra, lástima que se había equivocado de momento y lugar histórico.

No le quitaría puntos, solo porque su armadura, hecha de cartón, estaba bien elaborada.

—¿Qué tu armadura no está mal? —cuestionó Akaza.

En cuanto Kyojuro posó sus ojos en el menor de los Soyama, soltó sin querer un suspiro de alivio, pues el chico había hecho su tarea de manera normal. Akaza y Hakuji vestían una armadura de gladiador similar, hecha con pedazos de cartón y papel aluminio.

—¡Para nada! ¿Qué mejor que una armadura samurái para defenderte de los ataques enemigos? Mi armadura es mucho mejor que la de un romano. Es tan diferente a la de ustedes.

—Y su principal diferencia son siglos entre uno y otro —se burló Hakuji.

—Y país —remató Akaza.

Kyojuro no quería que esto llegara hasta los golpes, podría detener a un par de ellos en un mano a mano, pero el grupo F era como una caja llena de pólvora. Enciendes uno y el resto explotará.

—¡Comencemos con la actividad! Todos tomen un papelito de la bolsa para saber quién es el emperador, el resto formará cuatro equipos.

 

 

El grito de guerra se dejó escuchar, el equipo de los hermanos Soyama era acorralado en el centro, tan pronto como los hicieron romper la formación, dieron inicio a su plan para contrarrestar a sus oponentes. El grupo CDLI no supo ni quien los golpeó.

Tanto Akaza como Hakuji habían noqueado a sus compañeros haciendo gala de su arte marcial, el soryu.

Kokushibo, sentado en lo alto de una pila de pupitres, alzó las manos, con ese acto el vitoreo cesó haciendo que todos esperaran a que diera su veredicto.

Entonces su pulgar señaló hacia abajo.

—¡Eso no es justo! ¡Los gladiadores ni siquiera sabían artes marciales! —se quejó el líder del CDLI mientras era tomado del cabello para ser “ejecutado”.

Kyojuro no dijo nada, sabía que los hermanos habían hecho trampa con eso, sin embargo, era un poco fiel al refrán “en la guerra y el amor todo se vale”.

—La victoria es para el equipo de los hermanos Soyama. Gracias a su victoria y la gloria que tuvieron en ella, obtuvieron reconocimiento y se volvieron maestros de gladiadores.

Kyojuro terminó de narrar y suspiró. Terminaron a tiempo para poder guardar los pupitres que había pedido prestados. En cuanto pidió a los chicos hacerlo, ninguno objetó.

—Por favor, lleven los pupitres al salón viejo. Tengan cuidado en donde pisan. Y no tarden, su siguiente profesor los espera.

El salón viejo era un olvidado edificio atrás de la escuela. Antaño, se usaba como salón de castigos, pero desde la implementación del sistema de invocación y su alejada ubicación, como para que pudiera llegar el sistema holográfico hasta allá, terminó siendo un pequeño almacén para viejos pupitres.

—Ahora que lo pienso, ¿no podríamos pedir estos asientos para nosotros?

Todos miraron a Daki, era cierto, pero las ridículas reglas de la escuela estipulaban cosas como el hecho de ir dando lo peor a los peores grupos.

Maldito sea el sistema de invocación y sus ridículas reglas.

Al entrar en el salón viejo claramente podían escuchar el crujir de la madera, una fría corriente de aire les dio escalofríos y el polvo le dio comezón a más de uno.

—Viejo, ¿qué esas no son nuestras mesas de té?  —preguntó Gyutaro.

—¡Si! Aquí están todas, incluso la de Hakuji —dijo Daki arrastrando la tan conocida mesa con el hoyo en el centro.

—¡Maldita sea! ¿Por qué no solo pedimos otro EIB al grupo E? ya les ganamos una vez, otra no sería problema —se quejó Kaigaku.

—No podemos —contestó Kokushibo —, las reglas dicen que un salón que pierde solo puede volver a pedir un EIB tres meses después. Aunque los EIB individuales si están permitidos.

De nuevo esas malditas reglas.

Hakuji se enojó.

Por culpa de esa regla no podía mejorar el salón en el que se encontraban y hacer que Koyuki estuviese con ellos en clase. Solo por ese detalle le guardaba cierto rencor a Kokushibo. Si tan solo no hubiera declinado el salón E, ahora tendrían un mejor sitio. No, incluso eso no le molestaba tanto como el que su representante perdiera ridículamente con un promedio deplorable en un examen de secundaria.

Akaza olió el enojo de su hermano, lo último que Hakuji necesitaba era manchar su historial académico con una pelea. El papel de delincuente le pertenecía a él.

—Golpea algo antes de que te le arrojes al cuello, idiota.

—Je, el único idiota aquí eres tú, Nobunaga.

Eso encolerizó a Akaza, quien sin medirse empujó a su hermano. Hakuji le regresó el empuje. De repente, ambos se estaban peleando.

—Apuesto 100 yenes al Soyama tuti-fruti.

—100 a la versión nocturna.

—¡Todo a Oda Nobunaga!

Gyutaro empezó a recaudar el dinero de las apuestas, mientras el resto parecía alentar una pelea de insectos.

De un momento a otro Hakuji le lanzó un golpe directo al rostro a su hermano quien lo esquivó sin mucho problema, sin embargo, el puño del pelinegro terminó enterrado en la pared.

—Joder, me atoré.

—¿Quién es el idiota ahora? —preguntó retóricamente Akaza.

—Sácame de aquí imbécil.

Akaza tomó del brazo a su hermano y empezó a jalar, Hakuji solo se quejaba del dolor, sintiendo que le arrancaban la mano.

—¡Pared de mierda! —gritó Akaza con frustración. Así que molesto también lanzó un golpe a la pared, atorándose igual que Hakuji.

Idiota”, fue el pensamiento colectivo.

 

 

Rengoku se encontraba en su escritorio en la sala de profesores, estaba pasando las calificaciones de ese día. Daría un punto extra a todos por su participación en la dinámica. Aunque pensaba en reducir a decimas ese punto para los hermanos Soyama.

El uso de la fuerza indebida no es algo para premiar”, pensó.

Volteó a ver la hora y sonrió ampliamente. Estaba feliz de poder salir temprano, había quedado con su hermano menor de llevarlo a comer, era un punto positivo que Senjuro asistiera a la misma escuela, pero al ser de secundaria, el plantel de él quedaba hasta el otro lado.

La Academia Kimetsu se enorgullecía de tener educación tanto para jóvenes que cursaran secundaria como preparatoria. Los horarios eran distintos. Mientras los de preparatoria salían hasta el atardecer, los de secundaria salían aun con el sol de mediodía.

Un dulce olor le llegó a su nariz, a su lado se encontraba un dulce de batata. Se le hizo agua la boca. Al alzar su vista se topó con la sonrisa de Uzui.

—Te traje algo de comer.

No es que Kyojuro desconfiara en su compañero, solo no confiaba en Uzui cuando sonreía de esa manera y le llevaba algo de comer.

—¿Qué planeas?

—¿Soy tan obvio?

Kyojuro entrecerró los ojos, juzgándolo.

—¡Quiero que me hagas un enorme favor!

Uzui había dejado el dulce en su escritorio para poder juntar sus manos en suplica y agachar la cabeza. Pareciera que realmente necesitaba su ayuda.

—No volveré a pedirte nada más hasta el siguiente EIB de los del F.

Kyojuro no contestó.

—Te ayudaré a pasar calificaciones después de los exámenes mensuales.

Kyojuro no contestó.

—Te compraré el almuerzo por dos semanas.

—¿Qué necesitas?

Uzui gruñó bajito. Hubiera empezado por ahí.

—Estoy falto de inspiración y necesito que alguien sea mi musa. Así que pensé que podrías ayudarme con eso.

—¿Por qué yo?

—Quiero un omega para inspirarme.

—Kanae es más bonita, pudiste haberle preguntado a ella.

—¿Y que Shinazugawa me corte las bolas? No gracias.

Kyojuro suspiró. No tenía idea de lo que planeaba Uzui, pero sabía que su amigo era extremadamente extravagante y cuando se lo proponía podía llegar a ser tan estúpido como cualquiera de la clase F, como esa vez que tiró mini bombas a los botes de pinturas e hizo un desastre en el salón de arte.

—De acuerdo, pero que no te tome mucho tiempo. Saldré con Senjuro a comer.

—¡Hecho!

 

 

—¡Tiren!

Los chicos del salón F se encontraban en la imposible misión de liberar a sus compañeros. Tal parecía que las manos de los hermanos Soyama tendrían que ser amputadas para poder volver a ser libres.

Todos se encontraban jalando de ambos, parecieran jugar al juego de la cebollita.

Enmu no resistió y terminó soltándose, haciendo que toda su fila se cayera. Lo mismo sucedió con Daki.

—¡Estoy harto! —gritó Enmu, tirado sobre Kaigaku.

Esa escena no le había gustado absolutamente nada al CDLI. Ahora habían sumado unas rondas en la rueda de la tortura a la sentencia anterior de los azotes.

Un grito resonó en el salón. Tanto Hakuji como Akaza no se darían por vencidos. Cada uno tomaba su propio brazo jalándolo con fuerza, incluso estaban apoyando ambos pies sobre la pared.

Comenzó a escucharse algo romperse, poco a poco la pared comenzaba a despegarse, hasta que lo hizo, quedando un enorme hoyo en ella y los hermanos Soyama debajo de un montón de madera y escombro.

—¡Ah! ¡Maldición! ¡Destrozaré este sitio con mis propias manos! —gritó Akaza.

—¿Acaso quieres volver a quedarte atrapado?

Akaza solo gruñó y emprendió su viaje de regreso a su salón, esa última acción fue imitada por el resto del grupo.

 

 

Rokuro es un chico sin mucho protagonismo en la vida. Sin embargo, su más importante papel actualmente es liderar un grupo de chicos que castiga a aquellos que tienden a manchar a personas puras e inocentes.

Fue el último en salir del salón viejo, por lo que fue el único en percatarse de un extraño libro que estaba detrás de la pared.

¿Qué podría pasar si se lo llevaba?

 

 

El salón de artes era considerado como el “espacio personal” del profesor Tengen Uzui. Afortunadamente para él, era realmente apreciado por el alumnado femenino, y uno que otro omega varón; independientemente de que el mismo Uzui es un beta, llamaba la atención como un alfa. Su bello y masculino rostro, así como su altura y el atlético cuerpo embelesaban a más de un estudiante.

Por eso, cuando les pidió a las chicas de teatro un par de disfraces y maquillaje, ellas no objetaron nada.

Uzui bajó la brocha con la que terminaba de poner el maquillaje, se alejó un poco y miró a detalle su reciente creación.

Frente a él estaba Kyojuro, maquillado exageradamente. De su rostro blanco, debido al polvo de base, resaltaban dos enormes círculos que se suponía era rubor, el delineador se extendía más allá de sus ojos y el labial, de un rojo intenso, resaltaba de mala manera sus labios. Ni siquiera sabía que tenía pestañas tan largas hasta que Uzui las hizo parecer patas de araña.

Vestido con casi toda la indumentaria de una oiran, Kyojuro se dio con dificultad la vuelta para verse al espejo.

No tenía palabras para explicar el cómo se sentía en ese momento.

—En definitiva, eres una mujer fea —dijo Uzui.

A pesar del maquillaje, una vena se remarcó en la sien de Rengoku, haciéndose visible. No lo golpeaba solo porque seguían en la escuela.

De un manotazo le quitó la brocha a Uzui y regresó frente al espejo. Comenzó a mejorar un poco el maquillaje quitando lo más exagerado, o sea, todo.

Para cuando terminó, el maquillaje solo acentuaba sus rasgos más delicados, como sus largas pestañas y sus labios que solo llevaban un ligero brillo. Su cabello no estaba recogido como una oiran, pero si se encontraba peinado hacia un costado, como siempre lo tenía amarrado su madre.

¿Dónde había aprendido eso? En sus tres largos años de preparatoria en una escuela exclusiva para omegas y sus tediosas horas de etiqueta omega.

Uzui se sorprendió, gustó de lo que Rengoku había hecho en su rostro y le dio el visto bueno.

—Bien, ahora actúa dulce como un omega.

Lo siguiente que Uzui recibió en su cara fue una lata de pintura roja.

 

 

El camino de regreso al salón era silencioso. Eso no le gustó a Hakuji, pareciera sentir que algo malo se avecinaba.

Un terrible grito hizo voltear a todos, detrás de ellos Kaigaku era amarrado a un poste de madera y rodeado de carbón.

El golpe del martillo resonó en el patio donde antes estuvieran haciendo su actividad de gladiadores.

—Se abre el juicio contra Kaigaku Inadama, por querer profanar a Enmu-chan. Se encuentra al acusado culpable. Se cierra el juicio.

Un golpe del martillo se volvió a escuchar.

—¡No es justo! ¡Tengo derecho a un abogado!

—No en la inquisición.

Kaigaku volvió a gritar desesperado.

—¿Deberíamos de ayudarlo? —preguntó Douma.

—No, espera. Creo que están por inventar algún nuevo tipo de tortura —contestó Kokushibo.

Rokuro, el líder del CDLI sacó el extraño libro que había encontrado en el salón viejo, y sin perder tiempo comenzó a recitar un extraño verso.

Al principio no sucedió nada, pero segundos después el cielo se puso color gris, las nubes se arremolinaron y el viento sopló con fuerza.

Un enorme rayo cayó en medio de todos, cuando abrieron sus ojos, un extraño ser, tan alto como los tres pisos de la escuela, de cuatro ojos e infinidad de tentáculos estaba enfrente de ellos.

—Soy Poro-Nga. Humanos, inclínense ante mí.

—¿¡Qué diablos hicieron idiotas!? —gritó Kaigaku.

—¿Este es su miserable ofrenda?

—¿¡A quién llamas miserable, cabrón!?

Al monstruo le brillaron sus cuatro ojos color rojo.

De repente, los pedazos de carbón que estaban a los pies de Kaigaku se transformaron en tentáculos, comenzando trepar por sus piernas y a estrujar su cuerpo. Kaigaku tembló, uno de esos tentáculos rozó muy de cerca su entrepierna y otro más entraba por los espacios que había entre cada botón de su camisa.

—¡Esto no es un maldito hentai! —se quejó.

Entonces sucedió, un tentáculo rozó un área sensible, haciéndolo gemir. Los ojos de Kaigaku se tornaron llorosos y su rostro se puso rojo.

—¡Tengo un plan! —gritó Kokushibo —Akaza ve por algún profesor; Douma, sígueme para hablar con la directora y el supervisor Muzan, el resto entretendrá al monstruo.

—¡Rápido Akaza! Pide ayuda a los profesores antes de que tengamos que ver la desagradable cara sumisa de Kaigaku, siendo follado por un tentáculo —pidió Daki.

El resto del grupo estuvo de acuerdo.

Akaza salió corriendo.

Enmu le tomó una foto a Kaigaku para el recuerdo.

 

 

Kyojuro se encontraba tomando una taza de té, ahora que había bajado su enojo con Uzui, estaba feliz ayudándolo. También le calmó el hecho de que Uzui le comprara frituras de la máquina expendedora.

—¿Cómo vas?

—De maravilla, eres excelente para esto, Rengoku.

—¿Puedo ver?

—Claro.

Moviéndose con un poco de dificultad, Kyojuro llegó a lado de Uzui para ver la pintura que estaba haciendo. Imaginaba que él solo posaría y Tengen dibujaría el resto de la escenografía para armonizar la pintura.

Todo lo que encontró fue un montón de pinceladas aleatorias donde los colores predominantes eran el amarillo y el rojo de su cabello.

—Yo lo llamo “extravagante llama”.

—¿Por qué me hiciste vestir así si lo único que hay de mí en esa pintura es el color de mi cabello?

Uzui lo pensó por un segundo, después continuó pintando.

—No lo entenderías.

De nuevo pintura roja fue vaciada en su cabeza.

El estruendoso sonido de la puerta abriéndose de golpe llamó su atención. Entrando por la misma, Akaza parecía buscar algo con desesperación.

Kyojuro definitivamente no estaba listo para darle explicaciones a su alumno de porque vestía como mujer.

—¿Dónde está Kyojuro? Puedo olerlo, pero no lo veo.

Tengen apuntó a Rengoku, quien de inmediato golpeó su mano para que la bajara.

—No está aquí, ¿para qué lo necesitas? —habló Rengoku.

Definitivamente lo último que Uzui esperaba era que Kyojuro hiciera un falsete con su voz.

Akaza dirigió su vista a la mujer frente a él y frunció ligeramente el entrecejo; después solo hizo una reverencia presentándose.

—No puede ser cierto que no se dé cuenta que eres tú, Ren…

Uzui fue silenciado con un nada discreto manotazo en su boca.

—Mi nombre es Renko, mucho gusto Akaza-kun.

—¡Ah! ¡No tengo tiempo para formalidades! Por favor, Uzui necesito tu ayuda urgentemente. Te explico en el camino.

Akaza salió corriendo y detrás de él Kyojuro y Uzui.

 

 

El cielo estaba gris, las nubes se arremolinaban en un solo punto, pareciera que un torbellino quería descender del cielo, pero ocupando su sitio se encontraba un enorme ser dimensional amenazando con destruir la escuela.

Pudo distinguir al grupo del 3F ofreciendo comida y un espectáculo de gladiadores al enorme ser.

Kyojuro Rengoku no dejaría que esto continuara, pero no podía moverse mucho debido a su ropa de oiran, así que quien iba directo al monstruo era su alumno Akaza Soyama.

—¡Déjenlo en mis manos!

A su lado, el profesor de artes, Uzui Tengen, quien estaba manchado de pintura roja en la cabeza, corrió detrás de él.

—Profesor Uzui, solicito un EIB contra Poro-Nga.

—¡Esa cosa ni siquiera es un alumno! —gritó Uzui.

—Ahora lo es.

A lado del profesor de artes apareció el supervisor, Muzan Kibutsuji, en su mano estaba el expediente del monstruo y el examen de ubicación.

Kokushibo sonrió satisfecho pues su plan había funcionado. Habían inscrito al monstruo en la academia.

—Profesor Uzui, acepte el EIB para que protejamos nuestra querida escuela —dijo Muzan.

—¡EIB aceptado!

Akaza extendió su mano y con un grito de invocación, la pequeña criatura parecida a él hizo acto de presencia. Sus poderosos 39 puntos fueron más que suficientes para derrotar al ser dimensional con 0 puntos.

El monstruo regresó a su libro, y con ello, el viento se calmó y el cielo se despejó.

Kaigaku había sido devorado por el extraño ser dimensional, afortunadamente no había sido digerido, desafortunadamente al desaparecer Poro-Nga, Kaigaku quedó flotando y cayendo precipitadamente al suelo.

Kokushibo extendió los brazos para atraparlo, pero Kaigaku terminó aterrizando sobre Gyutaro.

—¡Qué asco viejo! ¡Estás lleno de baba! Quítate.

Ugh… Ojalá fuera baba solamente.

Con todo resuelto Muzan regresó a su oficina, Uzui a su nueva obra y Rengoku a cambiarse; no sin antes confiscar el libro maldito mientras trataba de esconderse de la vista de todos y pasar desapercibido.

—¡Chicos! Gracias por su arduo trabajo. Les daré dos minutos de tolerancia para que lleguen con calma al salón —anunciaba Kanae Kocho desde la ventana del salón, era imposible no ver semejante ser y la lucha del 3F por contenerlo.

Todos regresaron de nuevo a la interior de la escuela.

Y aunque todo parecía terminar, Akaza quedó confundido. ¿Por qué esa chica le hacía sentir lo mismo que Kyojuro?

 

 

Un enorme suspiro pasó por los labios de Rengoku. Esa última aventura con los del 3F había drenado demasiada energía de su cuerpo, y eso que él tenía de sobra.

Ahora entendía porque ninguno de sus compañeros quería ser tutor de ellos. Fácilmente se las arreglaban para romper con la regla de lo obvio y común. Pero, aunque fuera un poco masoquista de su parte, admitía que era divertido.

—¡Hermano!

La dulce voz de Senjuro le hizo retomar energía. Su hermanito vestía el gakuran negro representativo del nivel secundaria de la Academia Kimetsu, muy diferente al llamativo uniforme de preparatoria.

El pequeño Senjuro se sorprendió al ver a su hermano mayor. No lo juzgaría, pero tenía curiosidad.

—¿Te pintaste los labios?

Kyojuro se puso blanco, así que trató de justificarse.

—¡Un ser dimensional atacó la escuela y un grupo de alumnos lo inscribió al plan de estudios para poder derrotarlo mientras yo estaba disfrazado de oiran y ayudaba a Uzui con una pintura!

En su cabeza eso sonaba mejor que decirlo en voz alta.

Hubo un enorme silencio entre los dos.

Senjuro Rengoku se preocupó por la estabilidad mental de su hermano mayor.


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