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Idiotas en la escuela [Kimetsu no Yaiba] por Wan chan

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Todos habían sido llamados a la explanada principal de la escuela, frente a ellos se encontraba una enorme tarima y detrás una pantalla gigante. Sobre la tarima estaban casi todos los tutores y el profesor Uzui.

En la explanada se encontraban los alumnos acomodados por grado y salón.

—Ésta es la última parte del evento deportivo — la dulce voz de la directora retumbaba por las bocinas —. La dinámica es sencilla.

Con un poco de discreción, Rengoku se acercó a los tutores y se acomodó a un costado de Uzui, quien estaba cerca de las escaleras para el acceso a la parte superior.

—¿En dónde estabas? Me mandaron por tu grupo y tuve que buscarlos por media escuela —susurró el profesor de artes.

—Lo siento, te lo compensaré. Estaba haciendo algo importante —susurró de igual manera Rengoku.

—¿Qué es más importante que tus pequeños diablillos?

En la fila del tercero F, Akaza llegaba a hurtadillas, colocándose al final de la fila y escondiéndose detrás de Hakuji para no ser visto por el CDLI. Kyojuro se percató de eso, y sonrió dulcemente mientras sus mejillas se ponían levemente rosas.

—Estaba comiendo.

Hakuji sintió la presencia de su hermano, quería preguntarle porque estaba con el profesor Rengoku, pues durante buena parte del almuerzo estuvo buscándolo completamente preocupado para darle de comer, hasta que mientras caminaba por uno de los pasillos distinguió las llamativas cabelleras en la azotea mientras compartían el almuerzo.

¿Acaso su hermano estaría molestando al profesor?

Sin embargo, la directora Amane alzó un poco la voz para mostrar en la pantalla el título de la actividad, haciendo que olvidara por el momento su interrogatorio.

—El último evento es… ¡una cacería de tesoros!

Pequeños murmullos se dejaron escuchar, varios ponían cara de aburrimiento, como lo hacía Akaza.

—Sin embargo, esta cacería de tesoros no es como la conocen normalmente. Será una competencia de orientación.

Más murmullos de disgusto se dejaron escuchar por parte del alumnado.

En la pantalla hubo una transición y ahora se mostraba una enorme lista. De título llevaba “Asombrosos premios”.

Muchos comenzaron a emocionarse, pues algunos premios valían la pena. Cosas como cupones de descuento para videojuegos o rebajas en el centro comercial llamaron la atención, incluso había boletos para ir al mejor parque de diversiones de la ciudad. Sin embargo, solo hubo uno que para los hermanos Soyama valía la pena.

—¿¡Comida gratis por un año!? —gritaron al unísono.

La voz de Akaza llamó la atención del CDLI, sin embargo, no podían actuar en ese momento.

—Hay uno que otro premio interesante —mencionó Kaigaku.

—Me pregunto cuál será la trampa en todo esto —Kokushibo se cruzó de brazos, tenía el presentimiento de que no sería fácil.

Leyendo la lista, Akaza soltó una expresión de sorpresa, aturdiendo un poco a Hakuji ya que estaba refugiándose detrás de él. No debía de ser malinterpretado, Akaza solo estaba descansando sobre la espalda de su hermano, él no tenía nada que esconderse del CDLI.

—Ese es… ¡Un set completo de edición limitada de Los maravillosos cuervos Kusagai!soltó Akaza.

—¿Cómo es que se ganan esos premios? —gritó alguien entre las filas.

Amane se hizo a un costado para dejar pasar a Shinazugawa. En cuanto lo vieron, muchos tuvieron un escalofrió por pensar que algo tenía que ver él, sin embargo, el profesor solo se limitó a tomar el micrófono y seguir dando la explicación.

—Pongan atención pequeñas sabandijas.

En la pantalla se mostraba un mapa del territorio de la escuela.

La directora no había mentido, la dinámica era sencilla. En toda la escuela se encontraban escondidos los tesoros, para encontrarlos y obtener los boletos correspondientes al premio, se necesitaban responder correctamente tres preguntas, ya que cada respuesta representaba una coordenada para los puntos X, Y y Z.

A esto se sumaba la regla de “quien llegue primero, escoge primero”. Sin embargo, si se topaban con otro equipo, la disputa por el premio se arregla con una Batalla de invocación.

Maldición, mi única oportunidad para ganar a los cuervos es hacer equipo con Hakuji”, pensó Akaza.

Los molestos murmullos volvieron.

—¡Aun no termino de hablar! —alzó la voz Shinazugawa por el micrófono —, los equipos aparecerán en la pantalla. Fueron acomodados al azar entre todos los grupos, para que sea lo más equilibrado posible y todos alcancen algún premio.

Los profesores tenían en sus manos un paquete de al menos 100 hojas cada uno, cada paquete sería entregado a cada equipo, pues en esas hojas venían las preguntas y respuestas para ubicar los premios.

Akaza de inmediato buscó a su equipo en la pantalla, cuando lo encontró, su rostro se desfiguró a uno de desagrado total.

¿¡Que tenía de equilibrado su equipo si sus compañeros eran Kokushibo y Kaigaku!?

—¡No es justo! ¡Me tocaron dos idiotas! —se quejó Akaza.

—Ven y dilo de frente, ¡teñido de mierda! —retó Kaigaku.

—¡Es mi color natural, idiota!

—Al parecer quieres mi puño en tu cara, Nobunaga.

—Inténtalo, miserable ofrenda.

Ambos estaban por agarrarse a golpes, pero Kokushibo tomó la camisa de Kaigaku por la espalda y la alzó hasta cubrir la mitad de su cara.

—Compórtense los dos. Esto no nos conviene a ninguno. Si queremos ganar tenemos que pensar en un plan.

A regañadientes ambos aceptaron.

Las filas comenzaron a desintegrarse para encontrarse con sus compañeros de equipo.

Hakuji encontró a su equipo en la pantalla, al parecer le tocaba con Koyuki, pero ella no se encontraba, por lo que tenía que buscar al tercer integrante.

—¿Quién diablos es Murata?

El chico detrás de él chilló llamando su atención. No se veía muy inteligente, o confiable, así que de inmediato Hakuji supo que tenía que esforzarse al triple. La comida gratis lo esperaba.

—¡No es justo! —Daki se aferraba a su hermano, pues a ella le había tocado con un par de chicos que no conocía —¿Quién va a cargarme cuando me canse? ¡Hermano, exige que me pueda quedar contigo!

Gyutaro solo suspiró. Le dio un par de palmaditas en la cabeza para calmarla, secando con sus pulgares las lágrimas falsas de Daki.

—Ya, ya. No será para siempre. Te prometo hacerte de cenar tu plato favorito.

Eso emocionó a la chica, quien feliz se fue después de darle un fuerte abrazo a su hermano.

—Al parecer eres una buena persona.

Aquella dulce voz llamó la atención de Gyutaro. Por su costado derecho llegaba una chica muy bonita, y a lado de ella se encontraba otra que usaba lentes.

—Mucho gusto. Mi nombre es Koinatsu, y esta chica es Fuku. Ambas vamos a estar haciendo equipo con usted, Shabana-san.

El alto chico solo rascó su cabeza, la verdad no le interesaba participar.

—¡Hace falta uno en mi equipo profesor! Exijo una penalización para ese tal Douma.

Aquello llamó la atención de varios, incluido Gyutaro.

—Ah, es cierto —Uzui tomó su barbilla con su mano al recordar algo que parecía importante —. Ese chico está en la enfermería debido a una fuerte intoxicación estomacal, por lo que, tanto como él como ustedes están exentos de esta actividad —sonrió—, pero si gustan pueden participar.

Los chicos negaron con ambas manos y se excusaron para irse a la enfermería a ver a su “nuevo amigo”.

Esa información valía oro para Gyutaro.

El sonido de golpeteo a través de las bocinas llamó la atención de todos. La directora volvía a tomar su posición sobre la tarima.

—Como último punto, la materia usada para los EIB es Salud —Amane sonrió y alzó una pequeña pistola de balines —. Una vez ya todos reunidos, solo queda dar inicio a la cacería de tesoros. Tienen hasta el final de las clases, ¡Buena suerte a todos!

Después del disparo, todos se separaron.

 

 

El equipo de Akaza estaba en la azotea. Era uno de los lugares menos transitados y más silenciosos en ese momento. Los tres podían hablar entre ellos sin problemas.

Kaigaku tomó la primera hoja y suspiró, eran preguntas de matemáticas.

La primera respuesta representa la coordenada X. la segunda es la coordenada Y. la tercera es Z, esta última representa el piso en el que se encuentra el premio.

—Al menos son respuestas de opción múltiple. Entonces será más fácil —Akaza tomó una de las hojas.

—¿Eres bueno con las opciones múltiples? —Kokushibo arqueó una ceja, esperaba que Akaza tuviese un buen as bajo la manga.

Akaza sonrió, de su bolsillo trasero sacó un lápiz, este tenía seis caras. Con una pluma comenzó a marcar cada cara con una A, una B o una C. Una vez listo el lápiz, lo hizo girar por el suelo.

—Me decepcionas —Kokushibo negó con la cabeza, la poca fe que tenía sobre el de cabello rosa se había perdido.

—No puedes ser más idiota —susurró Kaigaku.

—¡Solo los uso cuando no tengo opción! Además, no subestimes el poder de la suerte.

Molesto, Akaza tomó la primera hoja y arrojó el lápiz tres veces.

—Coordenada X: 621, Y: 245, Z: 5. ¡El objetivo está justo ahí! —Akaza señalaba un punto en el cielo.

—Vaya, está flotando —se burló Kaigaku.

Akaza volvió a tomar la hoja para corroborar sus respuestas.

Un grito desde abajo se dejó escuchar, al asomarse por el borde de la azotea, un grupo de chicas celebraba haber encontrado uno de los premios, este estaba enterrado justo debajo del punto donde dijo Akaza.

—Al menos X y Y estaban correctas —Kokushibo palmeó a manera de felicitación el hombro de Akaza.

—Les dije que no subestimaran a mi suerte.

—No deberías de estar tan orgulloso de eso.

Regresaron a las hojas, tal vez podrían contestar algo que no fuera matemáticas.

 

 

Tuvieron suerte. Una de las hojas implicaba preguntas de literatura. Para Kaigaku fue fácil contestarlo, después de todo, era su mejor materia. Tanto estar leyendo los libros de su tutor, el jubilado profesor Jigoro, había servido de algo. Incluso los de la sección especial con uno que otro tema erótico.

Sin embargo, las respuestas los llevaron a unas coordenadas que no podían creer.

—¿Seguro que está bien contestado? —Akaza veía desconfiado a Kaigaku.

—Lo revisé tres veces. No hay duda, es aquí —contestó el beta mientras releía la hoja de preguntas.

Frente a ellos se encontraba el baño del segundo grado, pero este en particular es el de mujeres.

—Se siente ilegal —dijo Akaza.

—Supongo que por la actividad no habrá problema —Kokushibo se cruzó de brazos mientras trataba de maquilar algún plan para entrar.

—No hay de otra que declinar. Si entramos ahí, o nos golpean las chicas o los del CDLI nos ejecutan —. Kaigaku soltó un suspiro antes de agregar: —Que mal que ninguno de nosotros es una chica.

A Kokushibo le brilló la mirada por una repentina idea, así que volteó a ver a Akaza, quien pareció compartir la misma neurona que él en ese momento. Kokushibo tomó de los hombros al pelinegro, para hacer que lo mirara de frente. Sus rostros estaban demasiado cerca, así que Kaigaku terminó por sonrojarse.

—Kaigaku —susurró Kokushibo —entrarás a ese baño y saldrás con el premio.

—¿Cómo pretendes que haga eso? No soy una chica.

—Pero podemos hacer que parezcas una.

De repente, Akaza sostuvo de los brazos a Kaigaku y lo arrastró hasta el salón más cercano. Una vez solos, Kokushibo lo desnudaba para cambiarle la ropa por el uniforme de alguna desafortunada chica que había dejado su ropa en el salón.

—¿¡Que mierda hacen par de locos pervertidos!? —Kaigaku trataba de zafarse del fuerte agarre de Akaza, pero era inútil.

En definitiva, no era lo que esperaban. Aun le faltaba más feminidad para poder pasar desapercibido en el baño. Tal vez era el hecho de que debajo de la falda aún se alcanzaba a apreciar el short de deportes.

Si, de seguro era eso.

Así que Kokushibo hizo lo más obvio, metió las manos debajo de la falda que usaba Kaigaku y comenzó a jalonear el short para quitarlo.

En respuesta Kaigaku lo comenzó a golpear, pero fue detenido por Akaza, tomándolo de nuevo por debajo de los brazos aplicándole ahora una llave.

—¡Suéltenme malditos cerdos!

—Kaigaku —la voz de Kokushibo sonó seria pero suave, como un murmullo intimo entre dos personas.

El mencionado bajó la vista, topándose con el calmado rostro de Kokushibo que casi estaba entre sus piernas, sus ojos parecían mirarlo con devoción mientras que al mismo tiempo parecía pedirle que le dejara continuar.

Pero ¿continuar qué?

Kaigaku sintió un pequeño latido en su pecho le hizo sentir extraño.

—Lo quité —anunció Kokushibo, alzando victorioso el short de Kaigaku.

Este imbécil”, pensó Kaigaku, momentos después su rostro se coloreó de un rojo intenso, así que instintivamente cerró las piernas de manera brusca, apresando de golpe la cabeza de Kokushibo entre sus rodillas. Trató de hacerse hacia atrás y terminó golpeando el rostro de Akaza, logrando liberarse.

Los tres cayeron aparatosamente al suelo. Kokushibo aturdido, Akaza con la nariz roja y Kaigaku con su orgullo lastimado.

Entonces escucharon un grito de emoción de una chica.

—¡Encontré un premio en el baño!

Un plan hecho para nada.

Molesto, Kaigaku tomó su short y lo jaló, sin embargo, Kokushibo aun lo sostenía con fuerza, así que en un fuerte tirón se escuchó como la tela se rasgaba.

Tienes que estarme jodiendo”, pensó Kaigaku.

 

 

Koinatsu es una chica realmente hermosa. Sus calificaciones no están tan mal, pues estaba en el salón C, es la presidenta del club de teatro y es querida por muchos alumnos. Es amable y atenta, sobre todo, con los que están a su cargo en el club de teatro.

No es la representante del salón C, pero si es su hermosa embajadora cuando de un EIB se trata, pues nadie se atrevía a agredirla.

Por lo mismo no es de extrañar que tenga un pequeño club de fans, aunque como cualquier club, hay uno o dos descarriados que se hacen historias no reales en sus mentes.

Justamente es lo que están sufriendo en ese instante.

Koinatsu era perseguida por tres chicos de la clase A, tanto Gyutaro como Fuku hacían el papel de guardaespaldas, pues los chicos eran realmente persistentes y solo exigían una cosa.

—Koinatsu, ¡sal conmigo! ¡Tengamos una cita!

—Lo siento, ¡pero ya te dije que no!

Entraron de inmediato a un salón, y Gyutaro trabó la puerta con un pupitre. La puerta fue zarandeada un par de veces, del otro lado los chicos exigían entrar.

Gyutaro pudo haberlos molido a golpes, pero pelear dentro de la escuela solo significaría pasar tiempo en detención con el aburrido del profesor Tomioka. Gracias a su alto cuerpo, se dio cuenta que podían escapar por la ventana. Para él sería fácil aterrizar, y solo atraparía a las chicas.

Rápidamente explicó el plan, pues aquellos tipos insistentes estaban por entrar al salón.

El primero en salir fue Gyutaro, aterrizando perfectamente. Al dar la señal, Fuku se dejó caer como le había explicado su compañero de equipo. Con ella no hubo ningún problema.

—Cuida que nadie venga —pidió Gyutaro, a lo que Fuku asintió.

Ni bien terminó de decir eso, volteó hacia la ventana del salón, pero lo único que alcanzó a ver fue el cuerpo de Koinatsu, el cual cayó sobre él. Ambos terminaron en el suelo, la chica estaba en perfecto estado, pero Gyutaro perdió el conocimiento después de golpear su cabeza contra el suelo.

—¿¡Lo maté!? —la voz de Koinatsu sonó asustada.

Fuku se acercó y tomó su pulso, suspiró aliviada al darse cuenta que aún estaba vivo.

—Al parecer tiene una cabeza muy dura.

—¡Ahí están!

Ese grito las alertó.

Al igual que ellos, aquellos chicos saltaron del segundo piso, acorralándolos contra la pared del edificio, esa tercia de chicos del salón A no los dejaría ir tan fácil.

—Hagamos esto interesante —la áspera voz de uno de esos chicos se dejó escuchar —, si los derrotamos, la hermosa Koinatsu tendrá una cita con nosotros.

Los tres invocaron a sus respectivos seres. El poder de ataque de cada uno rondaba por encima de los 350 puntos.

Fuku se puso frente a Koinatsu, queriendo defenderla de sus acosadores. Lamentablemente ninguna de las dos tenía los puntos suficientes para derrotarlos.

—Lo siento, es mi culpa —susurró Koinatsu, su voz sonaba triste y de sus ojos salió una lágrima traicionera. Si tan solo no llamara la atención de degenerados, no serían presa fácil —. Iré con ustedes, pero por favor, no les hagan daño.

—¡Esto no es justo! Ustedes se están aprovechando de la situación —se quejó Fuku.

—¿Y que si es así?

Una risa a coro acompañó a los tres chicos.

De repente, un bufido se dejó escuchar. Detrás de las chicas el alto y escuálido cuerpo de Gyutaro se enderezaba. Estaba sangrando de la ceja izquierda, pues era en donde su cabeza había rebotado contra el pavimento.

—Oye viejo, no es bueno que trates así a una chica.

—¿Y qué harás? Un bruto como tú de la clase F no tiene chances contra ninguno de nosotros.

Gyutaro bufó cansado, golpeó un par de veces su cabeza con la palma de su mano, tratando de arreglar la imagen vertiginosa que captaban sus ojos.

—Saben, la verdad este evento deportivo no me importa, pero de algo estoy seguro, y eso es de las palabras que ha dicho Kokushibo: Los de la clase A pueden ser unos idiotas como nosotros.

Eso solo provocó de mala manera a sus adversarios.

Que los llamaran idiotas había sido un verdadero insulto, sobretodo, viniendo de alguien de una clase tan patética como el F. Ellos estaban en la poderosa clase A, sus notas eran casi perfectas. Ningún mentecato iba a humillarlos.

—Mira quien lo dice —reclamó uno de ellos.

—Viejo, eres un idiota, pero eres esa clase de idiota que hace llorar a una chica, y eso, es la peor basura que existe.

De alguna manera Koinatsu se sintió agradecida por ser defendida de ese trio de acosadores, jamás pensó que alguien tan despreocupado como Gyutaro fuera tan noble. Sin querer se sonrojó.

Gyutaro extendió su mano, haciendo aparecer delante de él a su pequeña invocación; un diminuto ser parecido a él, pero con una notable desnutrición, sus dientes en cierra resaltaban sobre su pálida piel, mientras la miniatura sostenía dos pequeños palos de madera curvos, uno en cada mano.

—¿¡624!?

—¡Es un puntaje mejor que el de Nakime!

—¡Maldito! ¿¡Acaso eres un prodigio!?

Se quejaron los tres chicos.

—Es una molestia tener que estar peleando por todos lados. Además, solo soy bueno en Salud —Gyutaro soltó un suspiro —si esto fuera matemáticas, ya estaría en clases complementarias.

Con un simple chasquido de dedos, la rápida invocación de Gyutaro acabó con los acosadores de Koinatsu, dejándolos fuera del evento deportivo.

—¡Me niego a perder contra ese larguirucho!

En un grito de guerra, uno de los tres chicos salió corriendo hacia Gyutaro, en él estaban todas las intenciones de golpearlo, sin embargo, terminó besando el suelo después de que Gyutaro le diera una simple pero poderosa cachetada.

—Viejo, eres molesto. Acepta tu derrota, toma tus clases complementarias y vete al diablo.

Los chicos se fueron corriendo de ahí, avisarían a los profesores de que fueron atacados por uno de los peores chicos del salón F.

—Gracias —Koinatsu sonrió amablemente a su compañero y salvador.

—Cómo sea, sube.

Enfrente de ella estaba Gyutaro mostrándole su espalda, eso sacó dudas a ambas chicas.

—Lastimaste tu rodilla al caer, tienes un raspón, así que te llevaré a la enfermería para que te curen.

Las mejillas de Koinatsu comenzaron a colorearse de un sutil rosa. Aunque había montones de chicos dispuestos a hacer lo que sea por ella, ninguno lo había demostrado tanto como Gyutaro, y eso la hacía sentir cálida en su pecho.

—Sin embargo, Shabana-san también está herido. Así que los dos debemos de atendernos en la enfermería.

Gyutaro solo movió la cabeza en una rápida afirmación.

Con cuidado, Koinatsu se acomodó en la espalda del chico y fue levantada. Lo más agradable era que Gyutaro no tenía sucias intenciones, como tocarle el trasero o los muslos, de hecho, sus manos estaban alejadas de ella.

—Perdona si soy muy pesada.

—No lo eres. Además, estoy acostumbrado a cargar a Ume.

Koinatsu sonrió una vez más, sintiéndose de alguna manera segura.

Una vez en la enfermería, pediré una cama para que Koinatsu repose y no seguir participando en el evento deportivo. Soy un genio”, pensó sus verdaderas intenciones Gyutaro.

 

 

Akaza, Kokushibo y Kaigaku habían regresado a la azotea. Frente a ellos estaban la pila de hojas, los tres trataban de responder, pero era en vano.

—¡No puedo más! —Kaigaku arrojó al suelo la hoja después de hacerla bolita —es muy injusto para idiotas como nosotros.

Los tres suspiraron cansados.

Akaza se sentía ligeramente motivado, pues la colección de los cuervos Kusagai aún no había sido reclamada, por lo que aún tenía oportunidad de conseguirlos, pero las preguntas que restaban eran las más complicadas.

—No hay de otra, no podemos ir por ahí caminando contigo vestido así —Kokushibo señaló el aspecto de Kaigaku.

Después de ese incidente, Kaigaku había terminado con el uniforme de una chica. Para que la pobre no se sintiera mal porque hayan pedido “prestada” su ropa, le dejaron una nota en su pupitre, en donde le decían que se lo regresarían al final del día.

Kaigaku pudo haberse ido a cambiar de ropa a su salón y ponerse su propio uniforme, pero Kokushibo terminó presionándolo para subir a la azotea a terminar de resolver las preguntas.

—¡Que ya se termine este martirio! —se quejó el beta.

—¿Y qué planeas hacer? ¿Ir caminando al azar por la escuela? —retó Kokushibo.

Hubo un breve silencio. Segundos después algo parecía haber hecho sinapsis en la cabeza de Akaza. De inmediato tomó las hojas restantes y comenzó a encerrar varias respuestas.

—¿Qué planeas hacer? —Kokushibo se acercó a Akaza, talvez ahora sí tenía algo inteligente que mostrar.

—Estoy seleccionando todas las coordenadas posibles. Quizás algún premio salga en donde se intersectan X y Y.

—¿Qué hay de Z, genio?

—¡Revisaremos todos los niveles!

—¡Esos son demasiados lugares Akaza! —Kaigaku gruñó — ¿sabes cuánto tiempo nos tomaría hacer eso?

—Son riesgos que hay que tomar. Además, piensa en que esta cacería de tesoros nos haría buscar de arriba abajo en la escuela como quiera.

Kokushibo entendió lo que quería decir Akaza, así que ésta solución a sus problemas tenía hasta cierto grado sentido común. Era interesante. No perdían nada con intentar ese plan, después de todo no es como que puedan resolver los problemas.

Los tres se separaron. Kokushibo tomó el cuarto piso, Akaza el tercero y Kaigaku el segundo. Punto por punto iban revisando, abriendo salones, baños, cambiadores y casilleros, buscando en la sala de profesores e incluso basureros. Corrían de un lado a otro, no detenían su búsqueda por nada.

El tiempo pasó y para la tarde estaban de nuevo en la azotea, tirados en el suelo tratando de recuperar el aliento después de tremenda maratón.

No encontraron ningún premio.

—¡No queda nada! —Kaigaku pataleó haciendo un rápido berrinche.

—Los cuervos Kusagai aún siguen sin ser encontrados ¡Los necesito!

—¿Por qué tanto empeño por esos juguetes para niños?

—Es un asunto personal.

Aquello fue dicho con tanta seriedad que ni Kokushibo o Kaigaku pudieron responderle.

—Ahora que me doy cuenta, aquí arriba no hemos buscado —Kokushibo se levantó.

—¿Se podría esconder algo en este sitio? —Akaza barrió el lugar con la mirada.

La azotea era amplia, solo había una pequeña sección con tanques de agua, el resto se encontraba en remodelación, por lo que había partes donde carecía de reja de seguridad y partes de suelo aun en mantenimiento.

Akaza tomó la última hoja, y comenzó a caminar para buscar por todo el sitio. Detrás de él iban los dos pelinegros.

Cerca de la orilla uno de los azulejos estaba suelto y bailaba al pisarlo, al darse cuenta de esto, Akaza levantó el mismo y encontró una pelotita roja, la cual contenía el boleto que anunciaba el premio.

Akaza estaba feliz, al sacarlo leyó claramente que era el set de los cuervos Kusagai.

—Vaya suerte que tienes —alabó Kokushibo.

Los chicos celebraron chocando las palmas.

Sin embargo, fueron interrumpidos por una melodiosa y ligeramente sádica voz.

Ara, ara. Hasta este lugar es donde nos traen las respuestas de las preguntas que contesté.

Frente a ellos aparecían tres personajes distinguidos. Shinobu Kocho, Nakime Otogawa y Yoriichi Tsugikuni.

—¿Qué haces aquí Yoriichi? —cuestionó Kokushibo, con un tono de voz lleno de molestia.

—Solo estoy acompañando a un integrante de mi equipo por su premio.

—No me jodan, ¿ustedes tres son un equipo? —Kaigaku apuntó al equipo contrario.

—¿Por qué estás vestido así? —Nakime frunció el entrecejo, no le parecía divertido que ese chico se paseara con esa ropa enfrente de Kokushibo.

—¡No me juzguen! —pidió Kaigaku mientras su rostro explotaba en vergüenza y jalaba la falda para cubrir sus muslos.

Era como si el sistema les hubiera jugado una broma cruel. Tres de los peores de toda la escuela contra los tres mejores. Lo peor era que según las reglas del evento, podían pedir pelea en un Examen de Invocación en Batalla para tomar el premio a la fuerza.

Akaza se reusaba a perder el premio, pero contra ese trio era prácticamente imposible ganar.

Las invocaciones de los del A aparecieron, los puntos de cada uno excedían los 400. Al estar rodeados no tuvieron opción que invocar a los suyos también.

—Escuchen —susurró Kokushibo —, “divide y vencerás”. Si los separamos talvez podamos hacerles daño.

—Imposible, tan solo Kocho tiene 459 puntos, ¿no tienes otro plan? —susurró Akaza.

Kaigaku se alejó un poco más, pues era el más bajo de todos ahí con 54. Frente a él estaban las miniaturas de sus dos compañeros.

—Esto es el final de ustedes —Shinobu sonrió.

—Espera un momento —Akaza necesitaba quitarse una duda de encima—. Kocho, hace rato Douma me ofreció del almuerzo que le regalaste, de casualidad ¿pruebas las cosas cuando las cocinas?

Shinobu sonrió dulcemente, y solo contestó:

—Dicen que si pruebas cuando cocinas puedes engordar. Además, quería que alguien especial para mí la probara primero.

Akaza se compadecía de esa pobre alma.

—Suficientes charlas, peleen —la dulce voz de Nakime hizo que todos reaccionaran.

El trio del A se lanzó con mucha confianza sobre los tres del F, sin embargo, antes de que les dieran un solo golpe, el timbre que marca el final del día sonó.

De inmediato, el campo desplegado para los EIB se cerró, haciendo desaparecer a los seres invocados de todos.

Los chicos habían ganado gracias a que se acabó el tiempo.

—Eso quiere decir —Akaza vio el boleto en sus manos y sonrió —¡ganamos!

 

 

El día había sido largo. Una vez cambiados con su uniforme de diario, cada uno emprendió su viaje a casa, con excepción del menor de los hermanos Soyama.

Esperando afuera de la sala de profesores, Akaza se encontraba un poco nervioso. En cuanto olió que Kyojuro se acercaba para salir por la puerta, se puso de pie.

Rengoku sonrió dulcemente en cuanto el alfa lo saludó. Caminaron juntos por el pasillo y platicaron un poco.

—¿Quieres ver a Senjuro?

—Sí. Unos chicos rompieron algo preciado para él, por eso me esforcé mucho en la cacería de tesoros para conseguirle esto —de su mochila, Akaza sacaba la caja con el set completo de los Kusagai.

Kyojuro estaba sorprendido, momentos después sonrió ampliamente mientras sus mejillas se ponían rosas. Estaba feliz, demasiado. A pesar del rudo aspecto de Akaza, y que era alguien con un carácter poco accesible, el chico era bueno y veía por aquellos que realmente le importaban.

—Nos iremos juntos. Le dije que yo lo llevaría a casa, así que me esperó. Él vendrá al estacionamiento.

Akaza asintió y decidió esperar junto al rubio. Minutos después Senjuro llegaba corriendo, saludando con la mano en alto. En cuanto Akaza le dio el set, Senjuro se le arrojó encima para agradecerle infinitamente. El pequeño desbordaba felicidad.

Ambos Rengoku se despidieron, pero fue Senjuro quien tomó la delantera para meterse al auto. Al quedarse de nuevo solos, Kyojuro aprovechó para volver a agradecer al de cabello rosa.

—Realmente no tuviste porque hacerlo.

—Está bien. Senjuro me cae bien, además, es un buen chico.

—Tú también eres un buen chico.

El corazón de Akaza palpitó con fuerza, que Kyojuro le diga esas cosas alteraban drásticamente su ritmo cardiaco. Disimuladamente volteó a ver de reojo al profesor, y este también tenía un sonrojo muy notorio.

Cuando Kyojuro reaccionó a lo que había dicho, no pudo evitar sentirse avergonzado. Así que trató de arreglarlo.

—Sigue así.

Ambos voltearon a verse ahora, y el rubio solo le dedicó una tímida sonrisa mientras acomodaba su cabello detrás de su oreja. Con una pequeña reverencia, ambos se despidieron.

Una vez en la seguridad de su auto, Kyojuro comenzó a dar pequeños golpes al volante con su frente.

Preocupado, Senjuro puso una mano en su espalda.

—Hermano, ¿Estás bien?

Kyojuro solo se levantó, una enorme sonrisa estaba en su rostro, y en su frente una pequeña marca roja.

—¡Estoy de maravilla! ¡Pero no puedo evitar pensar que ya quiero que se termine el año escolar!

Senjuro no sabía cómo tomar eso, estaba preocupado por la estabilidad mental de su hermano.


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