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Brete por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es una historia que había pensado, salió mas larga de lo que tenía estimado al inicio pero espero que les guste a quienes sean tan amables de leer.

 

Notas del capitulo:

He procurado subir mis fics los días martes pero tuve un incidente completamente fuera de mis manos el día de ayer, debido al clima hubo un apagón general, ya está reestablecido el servicio y subo la historia ahora.

Ofresco una disculpa por el retraso, deseo que les guste la trama.

 

 

 

Capítulo I

 

Las palabras son algo muy especial, separadas o unidas pueden dar todo un sentido nuevo o explican lo que ocurre o son mensajeras de lo que las personas desean o simplemente dictan hechos, como decir La guerra acabo, o si se dice Estar en un brete; ambas expresiones de hecho iban a ser muy importantes en la vida de algunas personas porque si bien la guerra había terminado y el Santuario estaba en paz no quería decir que los caballeros hubieran terminado con sus vidas, nada de eso, seguían siendo caballeros y seguían siendo hombres, por lo que podían estar en un brete o sea estar en un asunto tan complicado que se veía difícil poder salir airoso de ello.

Empecemos por la parte de La guerra acabo.

Después de todos los eventos sucedidos en la batalla contra Hades los cabaleros servidores de Atenea habían combatido con valor y todo su poder para servir a su señora, lo hicieron y entregaron sus vidas por ello, aunque las cosas no terminaron ahí pues su joven señora, quien resultaba una diosa y una de poder, logró un acuerdo. El mundo no podía quedarse sin las fuerzas que lo movían, eso incluía por ejemplo el flujo de las mareas, por lo que debía existir Poseidón, y no podí8a haber un mundo sin muerte, por lo que Hades debía volver.

—Por eso mismo no puede haber un Santuario sin caballeros y no puede haber mundo sin el Santuario.

Palabras graves y formales que nadie pudo rebatir, así que los caballeros volvieron al Santuario, los generales marinos volvieron al templo del mar y los espectros volvieron al inframundo, así debían ser las cosas.

Y otro asunto importante para Atenea debido a ese regreso era dar una segunda oportunidad a los que servían a los dioses.

—Su vida fue el mayor servicio de todos—dijo Atenea—Deben ser reconocidos por ello.

Y ya que gracias a sus caballeros era ella quien había quedado como la triunfadora de los diversos lances nadie estaba en la capacidad de discutir sus decisiones, siendo así todos los servidores pudieron volver a la vida y dar inicio a una nueva existencia en que lograran ser algo más que peones de poderes que los superaban.

—Han vuelto como servidores del Santuario—les dijo a todos la joven Saori a su regreso con una sonrisa—Pero no significa que no puedan hacer una vida, la vida que pueden disfrutar y formar de acuerdo a sus deseos.

Fue una propuesta muy bien recibida, los caballeros se sintieron con mayor autonomía para elegir sobre sus propias existencias con lo cual varias nuevas actividades se dieron entre los servidores de Atenea y de otros señores venidos del Olimpo. Algunos viajaron, unos más estudiaron, otros exploraron pero la verdad era que todos sintieron que su hogar era el Santuario y siempre regresaban, ya no solo por deber, también porque su corazón, sus ansias de hogar, se llenaban solamente en ese sitio.

Ese regreso a la vida era un inicio y los caballeros  y demás debían encontrar una manera de hacerse de su día a día, por eso se veían los esfuerzos para ser compañeros, amigos, más que amigos e incluso familia. Se podían ver diversos casos que ejemplificaran todo eso, estaban por ejemplo Shion y Mu, ambos caballeros de Aries aunque uno era el patriarca del Santuario y el otro el guardián de la primera casa, pero era bien sabido que su relación resultaba muy profunda pues se trataban y querían como padre e  hijo.

También estaban otros dos caballeros, los de la casa de Leo y la casa de Sagitario, quienes eran hermanos unidos por la sangre, hijos de los mismos padres, después de cómo habían ido las cosas en sus vidas durante los años anteriores tener la oportunidad de estar juntos, de volver a unirse, de cimentar los lazos que ya estaban ahí gracias al cariño, lo que más deseaban era el poder volver a ser una familia.

Además estaban Saga y Kanon quienes eran familia y hermanos y gemelos y… la verdad era que ellos dos tenían una relación muy complicada, con momentos que definitivamente no iban a ser sencillos de dejar a un lado como si no importaran, como lo reconoció para sí mismo el caballero de la tercera casa.

—Se puede perdonar pero no olvidar.

Por supuesto que deseaban solucionar las cosas entre ellos dos, era verdad, tenían una historia larga y compleja, su pasado era una carga pesada que difícilmente alguien podría comprender, era de verdad difícil.

Aunque nada de eso quería decir que se dieron por vencidos, en lo absoluto, esos dos hombres no eran fuertes y decididos guerreros por nada, luchar por restaurar su relación filial no iba a ser algo diferente aunque los medios si, pues no era algo que pudiera resolverse como otros conflictos que hubieran encarado.

—No todo se puede resolver con el poder del cosmos—admitió el de Géminis.

Sabían que era la verdad, los hermanos tendrían que arreglar sus asuntos como los demás mortales, encontrando la forma de dejar el pasado atrás y enfrentando el presente reconciliándose de las heridas que llevaban en su interior.

—Esto es imposible—se quejó en una ocasión Saga.

Ambos habían intentado pasar unas horas juntos en el tercer templo pero no resultó como esperaban, en vez de comer algo y ver un programa en la televisión terminaron discutiendo por nimiedades, el carácter de ambos estalló y estaban peleando sin más.

— ¿Puedes por lo menos agradecer lo que estoy haciendo?—preguntaba molesto Saga—Me rompo la cabeza buscando maneras de lograr que nos conectemos y parece que a ti te importa bien poco todo lo que haga.

— ¡Por favor!—lanzaba cansado Kanon—Un par de comidas y unas cuantas charlas y ya te crees que debemos estar saltando juntos sobre la cama riéndonos como si nada.

— ¿Al menos podrías intentarlo?

—Te tengo noticias hermano mayor, las relaciones, las buenas relaciones, no se fundan en unos cuantos días, tienes que trabajar y esforzarte y si, a veces van a volar chispas entre nosotros, somos hermanos, y no quieras que todo se solucione por arte de magia chasqueando los dedos, estas mal si crees que así va a ser.

Se quedaron mirando y ambos apretaron los labios, no estaban dispuestos a ceder y en un primer momento Saga solo pudo darse vuelta y marcharse de su propio templo, dejando a Kanon solo.

Hasta muy entrada la noche el mayor de los gemelos regreso a la tercera casa, no escuchó ningún sonido y supuso que su pariente se habría ido de regreso al templo del mar, tenía su propio lugar ahí ¿Cuándo regresaría? ¿Regresaría alguna vez? Ellos peleaban, discutían, desde niños, pero conforme crecieron también lo hicieron sus discusiones. Al final eligió irse a su habitación, estaba más despejado gracias a la caminata dejando que la brisa lo relajara, su hermano tenía razón, no iba a ser sencillo ni de inmediato, las cosas llevan su tiempo, debía reconocer eso.

Lo mejor era descansar, después podría buscar a su hermano de nuevo.

—Hay una manera, debe haberla—se decía a sí mismo.

Pero como no pensaba encontrarla esa misma noche lo mejor era tratar de dormir un poco y reposar, a la luz del día estaba seguro que no vería las cosas tan oscuras como lo hacía en ese instante.

Ya estaba dormido cuando escuchó que hablaban a su lado.

—Saga, Saga, Saga.

Abrió los ojos, debía reconocerle que podía sorprenderlo cuando dormía, eso no era fácil pero después de todo incluso su cosmos era idéntico, igual que sus cabellos, ojos, rostro, manos, cuerpo, todo era igual.

— ¿Qué pasa?—dijo despertando por completo—Pensé que te habías marchado Kanon.

—Lo hice, pero a mitad del camino pensé en lo que dijiste y en lo que has hecho, sé que te esfuerzas, que lo estás intentando por ambos.

Era bastante emotivo para ser ellos dos, pero si bien podían ser fuertes en su personalidad también podían ser honestos.

—Lamento haberme enfadado Kanon, no quería que las cosas salieran así.

—Lo sé, gracias por intentarlo.

El mayor movió la cabeza como asintiendo pero su gemelo volvió a hablar.

— ¿Me escuchaste? Dije gracias.

—Si Kanon, te escuché.

—Toma, te traje una ofrenda de paz—le dijo extendiéndole un pequeño paquete de una panadería.

—No es cierto—decía Saga viendo el contenido— ¿Cómo lo conseguiste? Y en esta época del año.

—No fue nada sencillo pero recordé cuanto te gusta el tsoureki*, sin pasas y con los huevos teñidos.

—Gracias—trataba de decir pues ya tenía el pan en la boca.

Eran tan similares pero en cuanto al tsoureki no tanto, a Kanon le gustaba con pasas y sin huevos, pero no podían ser iguales en todo, incluyendo sus gustos ¿o si podían?

Eso iba a ponerse a prueba cuando una persona hizo su entrada a sus vidas y resultaba alguien muy singular aun para ellos dos.

 

*****

 

Con el tiempo la relación entre diversos caballeros del Santuario fue a mejor, ya no eran solo compañeros, algunos eran amigos y otros algo más, como parejas sentimentales, era parte de avanzar con sus vidas. En el caso de los hermanos gemelos, Saga y Kanon, la situación había mejorado, luchaban por restaurar la relación y había buenos resultados hasta ese momento, no era todo sencillo, a veces aun surgían ciertas situaciones pero ya no los dominaban, estaban bien encaminados pues si bien requería de trabajo y tiempo y de mucha buena voluntad por parte de ambos se decían que valía la pena por recuperar a la familia que les quedaba en el mundo, a alguien que era idéntico a ellos.

Claro está que no siempre estaban exentos de ciertas complicaciones pues su carácter llegaba chocar pero con el tiempo la relación había mejorado lo suficiente pata verse como hermanos y no como enemigos.

Saga especialmente se sentía comprometido con recuperar a su familia, como les comentó en una ocasión en privado a Shura y a Camus después de un entrenamiento.

—Solo somos nosotros dos, he pasado la mayor parte de mi vida solo y Kanon es la persona más cercana a mí.

—Van a lograrlo, el cariño tiende sus caminos para lograr que nos encontremos con quienes nos quieren también—le dijo con calma el caballero de Acuario.

—Estarán bien, ya lo verás—agregó el de Capricornio.

—No está mal tener un poco de fe—admitió al final el de Géminis.

Aun cuando las cosas mejoraron entre los dos, Saga no dejaba ir del todo sus pensamientos sobre el pasado, todo se había complicado y tuvo que hacer a su hermano a un lado, lo destrozó tener que hacer lo que hizo cuando lo encerró en Cabo Sunion, pero parecía necesario en ese momento aunque de ninguna manera lo olvidó. Tal vez incluso su propia caída ante su lado oscuro se debió a tener que hacer lo que hizo ese día.

—Tienen una nueva oportunidad Saga—le decía el de la onceava casa con voz neutra.

—Sin duda sabrán aprovecharla—concluyó el del décimo templo.

Saga lo sabía y lo aceptaba, una nueva oportunidad era un nuevo inicio entre ellos dos, trabajaba en ello, a su manera, no era que Kanon no lo intentara pero aparentemente el mayor se esforzaba más en ello y por lo tanto se notaba, aunque era a su muy singular manera.

— ¿Quieres algo de comer?

— ¿Te gustaría ir a algún sitio?

— ¿Deseas ver una película?

— ¿Quieres…algo?

El de la tercera casa sería un gran caballero y de los más poderosos y demás pero ser un hermano, eso era diferente y por alguna razón parecía mucho más complicado aunque encontraban formas de avanzar, un paso a la vez, por pequeño que fuera.

Kanon por su parte llevaba en comparación una vida más relajada, salía del templo del mar y del Santuario, conocía gente, cimentaba relaciones, así que salía y se divertía, y salía y se divertía, y salía y se divertía y…bueno era lo que más hacía realmente.

Fue justamente por salir y divertirse que la vida del general marino iba a contar con una adición, una que iba a dejar a los demás sin saber cómo reaccionar en un primer momento y el primero en experimentarlo sería el guardián de la tercera casa en el Santuario.

Todo empezó una mañana, como cualquier otra mañana, Saga había salido a hacer una rutina de ejercicios que había planeado con cuidado independiente del entrenamiento con sus compañeros, sabía que su gemelo estaba en el templo, le había acondicionado una habitación que usaba sin tener que anunciarse. Lo había escuchado llegar ya a una hora avanzada y con compañía pero prefería dejarlo sentirse como en su casa, pues para él así era, el templo de Géminis era su casa también. De paso se debe decir que contaba con una cortesía similar en el templo del mar aunque jamás la había utilizado, hasta ese momento.

Como fuera esa mañana Saga regresaba de hacer ejercicio, pensaba en darse una ducha y preparar algo de desayunar para ambos ¿Qué sería bueno? Tratando de decidirse bebía un vaso de jugo de naranja, iba por la mitad del vaso y escuchó movimiento, supuso que sería su hermano y dándose la vuelta lanzó una pregunta.

—Qué bueno que estás de pie ¿Qué te gustaría desayunar? 

Casi dejó caer el vaso de su mano, se quedó quieto, sin palabras, sin saber que hacer, por poco y no respiraba, no era para menos, quien estaba ante él era un alto hombre de cabellos y ojos dorados, esa uniceja no se veía con facilidad, si, ahí estaba, no había lugar a equivocaciones, Radamanthys de Wyvern, espectro de Hades, juez del inframundo. Tal vez hubiera creído que se trataba de una invasión pero no, no podía ser de esa manera ya que el hombre rubio ante él utilizaba una remera y unos pantaloncillos gastados que el de Géminis reconoció como de su gemelo ¿Qué estaba haciendo ese hombre ahí?

—Buen día—dijo el rubio.

—Buenos días—respondió.

En un primer momento el de cabellos azules no supo que más hacer y eso resultaba muy extraño de creer de alguien tan preparado para todo pero ¿Qué se puede hacer una mañana al despertar en la cocina si de pronto tu enemigo mortal entra por la puerta? No valía la pena preguntarse por qué estaba ahí, no hacía falta mucha imaginación para comprender que era con quien Kanon había llegado la noche anterior.

El de la tercera casa aún se sentía conmocionado cuando entendió que necesitaba hacer algo, y dijo lo primero que se le vino a la mente.

— ¿Te gustaría algo de desayunar?—ofreció con voz neutra.

—Claro, si no es molestia—dijo el otro en tono similar.

— ¿Café con tostadas está bien?

—Por supuesto.

—Lo preparo en un momento.

Diciendo eso puso manos a la obra, se movía con seguridad en la cocina pero por dentro se estaba preguntando qué tenía en la mente su hermano gemelo para hacer algo como liarse una noche con un espectro y llevárselo al Santuario. No lo sabía pero ya tendrían esa charla cuando estuvieran a solas, por el momento no le quedaba más que ser el anfitrión.

Estaba terminando de servir el desayuno cuando hizo su entrada triunfal el hermano menor utilizando una playera que debido al uso estaba una talla más grande, sin pantalones y descalzo, además que similar al rubio llevaba el cabello revuelto.

—Que bien huele—fueron sus primeras palabras—Veo que tu toque con el café sigue siendo bueno hermano mayor.

Los tres acabaron en la mesa tomando el desayuno, que casi era un desayuno continental, el jugo estaba recién hecho, el café era bueno y las tostadas se podían acompañar con mermelada, mantequilla, queso suave, mantequilla de maní y una nueva combinación que al menos para el guardián de Géminis valió la pena conocer.

—Aguacate con huevos cocidos—decía el de Wyvern.

Habían caído en el tema de cuál era su acompañamiento favorito y esa fue la respuesta del de mirada dorada.

— ¿Huevos cocidos? Creo que paso—decía bebiendo un trago de café el general marino—Pero tú puedes intentarlo Saga, eres al que le gusta ese tipo de cosas.

Por un instante el espectro y el caballero se miraron pero no dijeron nada y el desayuno terminó más bien en silencio, después de eso no pasó mucho para que se arreglaran y se despidieran.

— ¿Nos vemos?—preguntaba con coquetería Kanon.

—Te busco—fue la respuesta del juez.

Un breve beso y el de Wyvern desaparecieron de la vista de los de cabellos azules pero llegaban al momento de hablar entre los hermanos.

— ¿No piensas decir nada?—preguntaba directamente el menor.

—No sé siquiera por donde empezar Kanon—se sinceró el del Santuario—Pero ¿Radamanthys de Wyvern?

—Nos encontramos en un club hace unas noches, la pasamos bien y volvimos a vernos, eso es todo.

— ¿Radamanthys de Wyvern?—preguntaba con el mismo tono de incredulidad.

—Es atractivo, tiene un cuerpazo y sabe qué hacer con él—respondía el otro sonriendo.

— ¿Radamanthys de Wyvern?—volvió a preguntar como si no hubiera recibido la respuesta que esperaba.

—No importa cuántas veces lo digas, si, estuve con Radamanthys ¿y sabes qué? Puede que lo veas más seguido por aquí—aunque hizo una breve pausa para después agregar—A menos que tengas un problema con que traiga a alguien aquí.

Por unos instantes solo se miraron, no era la primera vez que el gemelo menor llevaba a alguien al templo del gemelo mayor pero no pasaban toda la noche, no los encontraba al desayuno y definitivamente jamás había sido un enemigo como lo fue el juez de Wyvern. Pero por otra parte el de Géminis se decía que podía ser solo algo casual, eran adultos, ya no había guerra, podía relajarse y no exagerar, al final dio un suspiro y respondió.

—No hay problema con que traigas a alguien Kanon, pero admito que me sorprendió ver a Radamanthys aquí.

—Quiero terminar de arreglarme, te veo en un rato.

Con una sonrisa de aquí no pasa nada se dirigió a su habitación, dejando a su gemelo pensando que eso había sido todo.

Ninguno de los tres tenía ni la menor idea que no era todo ni mucho menos de lo que estaba por comenzar.

 

*****

 

Saga había supuesto que el asunto de su hermano con el juez del inframundo solo sería un asunto casual, algo de una sola vez, en cuanto él sabía sobre su gemelo en asuntos amorosos no eran algo de largo plazo, nadie había estado en su vida por mucho tiempo y eso porque su pariente lo prefería de esa manera. Pero resultó que al espectro de cabellos dorados lo vio varias veces más con el paso de los días, y de hecho no fue el único, los demás en el Santuario también llegaron a verlos juntos y con velocidad la noticia se expandió por el lugar, no se podía pensar que sería para menos cuando se trataba de dos hombres que habían peleado a muerte en una ocasión, eso levantaba comentarios entre los demás.

—Si alguien me hubiera dicho que iba a verlos juntos un día no lo hubiera creído—decía Mu mirando a la pareja con discreción.

—La verdad no sé cómo sentirme con esto, me alegra por Kanon pero no deja de ponerme alerta ver a Radamanthys aquí—mencionaba Milo.

—Te comprendo, pero ¿Qué podemos decir? Es Kanon, debe gustarle vivir el extremo—agregaba Aioria.

En medio de una reunión fuera del Santuario pues los caballeros dorados habían acordado una salida, y no era la primera vez que hacían una, Kanon se les unió, y se les unió con el de Wyvern, la mayoría sabía de ese asunto y aun así no dejaron de mostrar cierta prevención de tenerlo junto a ellos. Saga se daba cuenta de eso, el ambiente podía enrarecerse si seguían de esa manera y como en sus planes estaba el rehacer su relación con su familiar no dejaría que se sintiera marginado, ni él ni su acompañante, así que se unió a la pareja con unas bebidas en las manos y las convidó, dejando que todos observaran que él, el orgulloso caballero de Géminis, no tenía problema alguno con el de cabellos rubios en el mismo sitio.

—Qué bueno que te animaste a unírtenos Radamanthys—decía con cordialidad el mayor de los gemelos—Siempre es más divertido con más gente.

— ¿Ya lo ves?—le lanzaba el menor de los hermanos al de mirada dorada—Te dije que a mi hermano no le importaba que vinieras.

—No quiero ser una imposición—aclaró el rubio.

—De ninguna manera, por favor, debes saber que eres bienvenido Radamanthys—continuaba el de la tercera casa—Me da mucho gusto poder verte otra vez.

Para demostrar su punto se quedó ahí, compartiendo con el del Inframundo, conociendo algo más de él, deseaba que su hermano la pasara bien pero casi sin darse cuenta resultó que, de hecho, tenía muchas cosas en común con ese hombre de una sola ceja, la verdad era que tenían demasiado en común pues incluso en esas cosas en las que no era igual a su gemelo si estaba de acuerdo con el juez.

—No imaginaba que los hubieras leído—decía Radamanthys de forma directa.

— ¿De qué hablas? Eran griegos, es de mi tierra natal, claro que los he leído, de hecho Odysséas Elýtis** y Yorgos Seferis** son de los mejores autores griegos.

—Es verdad pero la gente cuando piensa en escritores griegos solo piensa en los clásicos, ya sabes, Sócrates, Platón, los grandes filósofos de la antigüedad.

—Pero Elýtis y Seferis merecen su propio espacio.

Se enfrascaron en la conversación sin problemas, veían que ellos dos podían compartir por lo menos charlas, no estaba nada mal pues así no se mantenían en silencios incómodos, se podía pensar que al menos no se rechazaban.

Pero ese asunto de llevarse bien, de tener puntos de vista similares, de compartir gustos, aunque prometía bastante al inicio como un medio de armonía estaba dando paso a otra cuestión, aunque al principio no se percataron de ello, lo dejaban pasar como algo que no iba más allá de querer tratarse con amabilidad debido a Kanon pero la verdad era que ellos dos se agradaban y mucho más de lo que hubieran querido reconocer.

En cierta ocasión Saga estaba en el templo de Géminis, lo usual, se hacía cargo de esas pequeñas pero necesarias tareas en el interior de la tercera casa hasta que se dijo que podía tomarse un descanso, estaba por retirarse a su habitación cuando sintió una presencia pero a esas alturas le resultaba conocida.

—Radamanthys—le dijo a forma de bienvenida.

—Saga—respondió el rubio con formalidad—Kanon y yo acordamos vernos.

—Creo que hubo una breve confusión, Kanon tuvo que ir al templo del mar—explicaba el gemelo mayor.

—Me dijo que estaría de vuelta temprano.

Por unos instantes no supieron que hacer, pero el guardián de la tercera casa ofreció lo que parecía una opción ante el dilema.

—Puedes esperarlo, no creo que tarde.

—Gracias—aceptó finalmente el de ojos dorados.

Así que los dos se quedaron juntos y a solas en el templo de Géminis, ya habían compartido conversaciones antes así que esa prometía ser como las demás, aunque lentamente los iba haciendo sentirse muy cómodos, como si pudieran hablar de lo que fuera y no sentir desconfianza por ello, eran dos personas que se estaban comprendiendo muy bien, eran dos hombres que disfrutaban de la compañía mutua, tanto que incluso lograron hablar de un tema que no esperaban tocar.

— ¿Cómo ha sido para ustedes?—preguntó el rubio—Esto de volver, de tener una nueva vida, de ser alguien más.

—Admito que no fue tan sencillo—dijo el de mirada verde—Estaba agradecido y contento pero al mismo tiempo fue desconcertante, me llenaba de dudas, me cuestionaba si podíamos ser más que caballeros.

—No es fácil ¿verdad?

—No al inicio—se tomó un par de segundos pero preguntó a su vez— ¿Cómo ha sido para ti? ¿En el inframundo?

—En realidad es complejo lo que pasa, los espectros estamos ahí y el señor Hades, eso no se cuestiona pero es como si él quisiera que todo fuera igual, como era antes, pero ya no puede ser igual, ahora tenemos conciencia de lo ocurrido, miramos a otros lados, sabemos otras cosas, conocemos a otra gente, ya no puede ser lo mismo.

— ¿Preferías como era antes?—quiso saber el de cabellos azules.

—Es solo que antes todo estaba definido, había sido resuelto por alguien más y solo necesitaba obedecer, ahora soy yo quien debe tomar decisiones, no estoy tan acostumbrado a eso.

—Aprenderás—dijo con firmeza el de cabello azul.

En un gesto de simpatía puso su mano en el hombro del de Wyvern, haciendo que el otro lo mirara directamente, un brillo cubrió sus miradas y se dedicaron una sonrisa, fue un momento agradable, gratificante, especial, y ciertamente los dos…

—Estoy aquí—se escuchó.

Sin saber por qué los dos se separaron de un movimiento sobresaltado, como si los hubieran sorprendido haciendo algo que no debían y antes de poder decir nada apareció en la estancia el venido del templo del mar.

—Radamanthys, no esperaba que estuvieras aquí, pensaba en como disculparme contigo por dejarte esperando pero todo se alargó en el templo del mar.

—No es para tanto—dijo el rubio un poco azorado aun.

— ¿Todas estas horas no te parece demasiado?

De forma automática los que habían estado solos miraron el reloj, de verdad se habían pasado horas juntos y apenas si las habían sentido, se sumergieron en su conversación sin darse cuenta siquiera.

—Lamento haberme retrasado—decía Kanon a los otros dos— ¿Quieres que hagamos algo?

Lo decía mirando al rubio pero no podía darse otra respuesta más que la que dio el de Wyvern.

—No, no es mejor que te deje descansar, nos vemos en otra ocasión.

—Pero si ya estás aquí…

—De verdad, es mejor que me vaya, no quiero seguir abusando de la hospitalidad de tu hermano, adiós Kanon, Saga, muchas gracias por todo.

Lo dijo todo con frialdad pero no parecía atreverse a ver a ninguno de los gemelos, solo se dirigió a la salida del templo con velocidad, los parientes apenas si pudieron murmurar una educada despedida.

—Primero se queda horas esperándome,  luego dice que no puede quedarse, no lo entiendo—se quejaba el menor— ¿Qué te parece Saga?

—Tengo que descansar, hasta mañana.

No dio tiempo ni espacio para una respuesta, solo se fue a su habitación, dejando a Kanon a solas quien terminó por solo levantar los hombros para irse a su habitación, donde durmió profundamente, a diferencia de los otros dos hombres quienes a solas en sus camas permanecían despiertos sin saber lo que estaba sucediendo que les quitaba el sueño y los hacía sentirse como si fueran culpables de algo ante el general marino. Pero eso era absurdo ¿de que tenían que culparse? No estaban haciendo nada que los hiciera sentirse o ser señalados como culpables ante nadie.

O eso querían hacerse creer, pero el tiempo estaba llegando y no habría más remedio que enfrentar la situación o la situación los enfrentaría a ellos.

 

*****

 

Kanon y Radamanthys no dejaban de verse, no decían que estuvieran en una relación pero se les veía juntos así que resultaba sencillo asumir que se encontraban en algún tipo de relación sentimental, pasada la primera sorpresa los demás se hicieron a la idea, después de todo ¿no era eso lo que se buscaba? ¿Crear nuevas relaciones en un nuevo mundo? Podían servir a diferentes señores pero no quería decir que no pudieran crearse una nueva vida. Se podían sentir firmes los involucrados en cuanto a ese punto, nadie tenía nada en contra de eso.

Sin embargo algo estaba sucediendo aunque no quisieran reconocerlo, y eso era entre dos personas pero no se trataba de Kanon y Radamanthys, más bien si Radamanthys pero no Kanon.

Saga llevaba un tiempo sintiéndose algo fuera de lugar, había trabajado tanto en reestablecer una relación con su hermano, en dejar los odios, rencores y errores del pasado atrás, y ahora sentía como si tuviera algo que esconderle.

— ¿Qué es lo que me está ocurriendo?

Se hacía esa pregunta en la soledad, pasaba horas sin dormir e intranquilo por eso, por esa sensación en su interior de querer algo pero al mismo tiempo no saber qué ¿Por qué le estaba sucediendo algo semejante? Tampoco era de ayuda que la sombra de otro pensamiento estuviera ahí, algo que de ninguna manera oba a reconocer y más que nada porque no se había atrevido a enfrentarlo.

Pero si le salía al camino con total fuerza no habría manera de pretender que no sabía lo que le estaba sucediendo.

Deseando seguir con su vida como siempre, como si nada sucediera, Saga había aumentado su rutina de ejercicios en un intento por dedicar su mente a algo mas, podría ejercitarse y entrenar tanto como quisiera pero la realidad era que esa sensación de algo fuera de lugar, algo que faltaba, algo que necesitaba seguía ahí. Sumido en esas ideas no se dio cuenta mientras corría de un leve cambio en el terreno  ya que la hasta ese momento firme pendiente por la que cruzaba se había reblandecido por la humedad en el clima, así que cuando puso el pie con firmeza al correr la tierra se hundió y el de cabellos azules terminó doblando su pierna de forma extraña, sobre todo para su muslo que de inmediato envió señales de dolor.

Con sus ojos verdes mirando alrededor el de Géminis buscaba darle sentido a lo ocurrido, estaba casi en el suelo y su pierna le dolía ¿Qué podía hacer? Solo restaba volver a la tercera casa y lo hizo, cojeando durante el recorrido.

Apenas entró se decía los planes que tenía para su situación.

—Me daré un baño y descansaré un rato.

No era un mal plan, estaba por ponerlo en marcha cuando le hablaron.

— ¿Qué sucedió?

El de cabello azul se sintió sobresaltado para quedar un segundo después ante el rostro del venido del inframundo, parecía no llevar mucho tiempo de pie, había insistido que se sintiera bienvenido en su templo ya que estaba con Kanon, pero al verlo moverse con tanta libertad por el lugar, justo en ese momento, por alguna razón no le supo bien.

— ¿Qué ocurrió Saga?—continuó preguntando y acercándose.

—No fue nada, solo un tonto accidente mientras corría como cada mañana—indicó buscando terminar con la escena.

—Quien pensaría que podrías lastimarte tan fácil, peleando te muestras indestructible.

—Sigo siendo un ser humano.

—Si…

Había algo como un leve pesar en esa palabra, pero aparentemente no quisieron pensar en ello pues el de mirada dorada tomó otro camino de acción.

—Puedo ayudarte con eso, si quieres, debe tratarse apenas de un calambre.

—No te molestes, gracias de todas formas Radamanthys.

Saga quiso dar un paso pero el dolor estaba ahí, sin decir nada el de cabellos rubios fue hacia él y lo ayudó a llegar al sofá donde ambos tomaron asiento, el juez no preguntó ni pidió permiso para hacerse cargo de inmediato, simplemente sujetó el muslo del de Géminis y lo llevó a su alcance para comenzar a darle un masaje con habilidad.

—No es necesario…—trataba de decir el de la tercera casa a pesar de que le dolía.

—No es nada—fue la respuesta.

—Solo fue un tonto accidente, siendo un caballero debí darme cuenta, no puedo creer que con todo mi entrenamiento cayera de esta forma, si los demás lo supieran dirían…

El caballero de Géminis se esforzaba por llenar el silencio con palabras, hablaba por hablar, sin esperar, sin querer escuchar una respuesta, solo luchaba por no atender a esa sensación que lo iba colmando, de esas manos sobre su cuerpo, de tener tan cerca al de ojos dorados, poder verlo, sentirlo, olerlo, todos sus sentidos se centraban en luchar contra esa masculina presencia y lo que verdaderamente hacían era darse cuenta por completo de lo que era ese hombre a su lado.

— ¿Ya fue suficiente?—preguntó Radamanthys.

¿Suficiente? ¿Suficiente de qué? ¿De tratar de ignorar lo que sentía?

—Radamanthys—trataba de responder y hablar, por alguna razón no era tan fácil.

—Radamanthys—se escuchó.

De inmediato ambos se separaron, Saga ya estaba de pie dirigiéndose a su habitación mientras que el rubio se quedó como congelado en su sitio, Kanon estaba ahí ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? ¿Qué había visto?

—No sabía dónde estabas y…—justo en ese momento el gemelo menor prestó atención a su hermano— ¿Qué te sucedió?

—No fue nada, me siento mejor, voy a darme un baño.

Sin otra palabra se fue a su recámara, ya no le dolía como para cojear y meterse a la ducha de inmediato fue una labor veloz, tenía que dejar que el agua corriera por su cuerpo llevándose todo lo que llevaba encima, incluso el darse cuenta de lo que le ocurría, no lo podía evitar: le gustaba ese hombre ¡Precisamente ese hombre! Recargando la cabeza contra el muro de azulejos ansiaba encontrar una manera de hacer que su cuerpo dejara de estremecerse como lo hacía. Había pasado años entrenando y otros llevando a cabo planes y ahora podía dedicarse más a sí mismo y se encontraba que no podía lidiar con que un hombre le gustara.

— ¿Por qué tenía que ser él?—se preguntaba bajo el agua fría.

Había peleado con él, había convivido con él pero ciertamente no podía hacer nada para estar con él, Radamanthys estaba con Kanon, su hermano, el único miembro de su familia que le quedaba en el mundo, no podía poner en riesgo lo que tanto había costado restaurar, debía reprimir todos esos pensamientos y seguir adelante.

Pero no tenía idea de lo que había sucedido cuando él se marchó entre los otros dos hombres al quedar a solas.

—Tengo que irme—había dicho el de Wyvern con voz apagada.

—Después de anoche supongo que no tienes mucho a que quedarte—respondió Kanon con algo de irritación.

—Las cosas no salieron como las queríamos, no necesitas ser incisivo con eso.

—Las cosas llevan tiempo sin ser lo que queremos hasta donde puedo decir ¿Qué te está pasando? Al menos se honesto.

—No me pasa nada—fue la respuesta directa.

—Pues no lo parece—reclamaba el de ojos verdes—Tu mente anda en otro lado y cuando intento que estemos juntos no puedes hacer que se te pare…

—Será mejor que me vaya—lo interrumpió el de mirada dorada—Nos vemos después.

—Ya que.

Se quedó de pie, esperando, cada vez que se despedían había un beso pero en esa ocasión no fue así, el de Wyvern se fue sin más, dejando al gemelo menor haciéndose preguntas y conjeturas de lo que estaba ocurriendo realmente, no tenía nada en claro hasta ese momento solo que se sentía molesto con toda esa situación.

Cuando los hermanos se vieron después ese mismo día fue apenas por unos instantes cuando el gemelo menor se alistaba velozmente para marcharse, su hermano por cierto no estaba al tanto de ese plan.

— ¿Regresas al templo del mar?—le preguntó de forma tentativa.

—Tengo obligaciones—fue la seca respuesta.

—Pensé que pasarías este día aquí—comentó con suavidad el mayor.

—No.

—Entonces…

— ¿Entonces qué Saga?—preguntó con brusquedad el general marino—Hazme un favor y no pretendas que tienes que llenar los espacios en silencio entre nosotros, puedes quedarte callado, no te lo voy a reprochar.

— ¿Qué te sucede? ¿Por qué estás molesto?

—Es mejor que me vaya.

—Podemos hablar si algo sucede Kanon.

—No quiero hablar y mucho menos contigo—fue la cortante respuesta.

Diciendo eso se marchó, dejando a su pariente con el corazón encogido y preguntándose por lo que estaba ocurriendo en realidad, no podía darse una sola respuesta que fuera de ayuda a su situación.

Las horas siguientes resultaron extremadamente largas en su vacío, Saga estaba a solas y se la pasó rehuyendo a sus compañeros, le hubiera gustado poder hablar con alguien pero no se animaba a hacerlo, no confiaba en sí mismo para lo que quería decir, era complejo admitir que sentía algo pero ¿Por qué lo sentía? ¿Qué era lo que sentía? ¿Qué iba a hacer al respecto? ¿Qué podía hacer?

—Lo mejor será mantenerme al margen—se dijo.

La manera de comportarse de su gemelo le indicaba que algo estaba ocurriendo en su vida, algo que le molestaba y suponía que tenía que ver con el espectro de cabellos dorados, decidió que si se trataba de ellos dos era mejor que no interviniera. Se encerró en el tercer templo tratando de realizar una serie de pequeñas tareas mientras se decía que era sumamente urgente hacerlas y que estaba muy ocupado para nada más, pero sinceramente se trataba únicamente de evadir la realidad.

Aunque bien puede ser que la realidad escoja otro camino, como el de enfrentarnos a lo que queremos evadir ¿Por qué si no el de la tercera casa hubiera reaccionado como lo hacía?

—Esto está mal—decía Saga en voz alta—Esto no está bien, no puedo hacer esto.

Aunque sí que pudo, lo había hecho, terminaba de besarse con Radamanthys de Wyvern, quien estaba con su hermano gemelo, Kanon ¿podía complicarse más la vida?

La respuesta era si.

 

*****

 

Continuará...

 

 

 

 

Notas finales:

Solo por comentar:

*El tsoureki es un pan tradicional griego que generalmente se hace para conmemorar la pascua, algunas versiones llevan huevos teñidos para terminar con la prohibición de comer carne en la cuaresma.

**Odysséas Elýtis y Yorgos Seferis son escritores griegos, ambos ganaron el premio nobel de literatura.

Si nada sucede subo el final la semana entrante.

Muchas gracias por leer.

Nos vemos por aquí.

Atte. Zion no Bara

 


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