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Nació para ello por dark-angel

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Notas del capitulo:

Connor llega al recinto por orden de Cyberlife con su única misión de cazar y neutralizar cada desviado que cruzara su camino, tambien de encontrar la fuente de este problema. Es asignado a Anderson, pese a tener una directiva primaria oculta que indicaba que debía de ir con Reed. Una extraña necesidad de demostrar que él no siente lo impregna mientras otras cuestiones saltan constantemente en su visión. Los sentimientos humanos son complicados, no logra comprender por qué los desviados quisieran imitarlos.

 _________________   ¡Primer encuentro de Gavin y Connor! Es casi un pequeño resumen del juego, para ya el próximo cap darle de lleno al fic sin más trabas. El cap es un poquito más largo de lo esperado, aunque intento de no irme a más de 3000 palabras por cap (porque siento que puede ser pesado de otro modo), no lo pude evitar o cortar antes.
El dialogo que verán del puente, del capitulo referente, no es exactamente el mismo sino que volví un poco más imbécil a Connor en ese momento. Su negativa a aceptar que él podría también sentir o las máquinas en cuestión está remarcado.

Connor ingresó al recinto con una misión inquebrantable: “detén y neutraliza a todos los desviados”, sin importar el costo, él debía de terminar con aquellos que pretenden ser humanos y simulaban emociones que los androides no deberían de poseer. Actualmente, su sub misión era registrarse ante el Capitán e informar sobre su transferencia desde Cyberlife. Fowler no pareció particularmente alegre de su llegada y fue asignado al teniente Anderson, cuando la orden fue emitida hubo un problema en su sistema y un cartel rojizo que remarcaba que debía de ser trabajar con el Detective Gavin Reed, junto a otras sub misiones adjudicando el bienestar del presunto por encima de la misión primaria. El conflicto hizo que el software de Connor brillara con errores y tras la reunión con el capitán tuvo que visitar el Jardín Zen para obtener respuestas de Amanda. Dicha argumentó que esas misiones no eran reales, sino una especie de virus que intentaran contrarrestar ya que no debería de estar allí. Poco hizo esa información para calmarlo. Aun así, siguió las pautas comandadas por el Capitán, encontró a Anderson, le invitó una bebida y luego lo arrastró a la escena de crimen presente. Todo fue tranquilo, encontró al asesino, lo interrogó al punto de que casi se auto destruye, pero obtuvo la confesión; el virus de desviado había sido la causa, como era de esperarse. Cuando el caso fue cerrado, en la madrugada, Hank argumentó sobre regresar a su casa a dormir ya que, como ser humano, necesitaba descansar. RK800 no discutió y le deseó dulces sueños con una sonrisa en su rostro. Decidió aprovechar el momento para rellenar el papeleo y mandarle informe a Cyberlife sobre lo sucedido, también reportarse con Amanda.


Eran apenas las siete de la mañana cuando “despertó" y decidió observar su entorno. Primero asimiló todo en el escritorio del teniente, obteniendo varios datos curiosos y otros alarmantes, como su falta de cuidado personal y las altas cantidades de colesterol consumidos; observó su panel lateral, con carteles y fotografías, la mayoría eran con sus compañeros de trabajo, una con una mujer que según su registro era Marie Wembley, ex Anderson. También había chinches con trozos de fotografías arrancadas, anotó esa información para más adelante en su memoria, esperando que descubrir aquello podría afianzar la relación con susodicho. Al terminar su investigación, se paseó mirando el resto de los escritorios, la mayoría tenían al menos dos o tres pertenencias que demostraban su propiedad en este, exceptuando uno que no poseía nada más personal que una genérica taza de ceremonia negra con residuos de café en una esquina. Observó la placa de “Dctve. Gavin Reed”, siendo lo único que identificaba a quién pertenecía el lugar. Era curioso, mientras alzaba su ceja por simple simulación, observó con intensidad en busca de cualquier cosa que pudiera servirle, con una necesidad profunda en su software de saber más de su supuesto destinatario original (pese a Amanda argumentar lo contrario). En un desesperado momento, tomó la taza y bebió un trago para comprobar que tipo de café tomaba y guardar la información como importante en un archivo del hombre. La mezcla de saliva con el café le hizo saltar primariamente el archivo del nombrado: su nombre, edad, fecha de nacimiento y lugar de origen titiló junto a su falta de crímenes realizados, adjunto con una foto reciente de dicho; el resto de su información tenía un candado difuminado que cada vez que intentaba acceder volvía loco todo su sistema saltando pantallas de error constante produciendo casi dolor. El informe posterior de su café con grandes cantidades de azúcar y una gota, literal, de crema acompañándolo fue casi un alivio a su sistema sobrecargado. Decidió dejar para más adelante la investigación restringida del agente.


Gran parte del lugar se encontraba en silencio, algunos cadetes y policías paseaban alistándose para sus patrullas normales, mientras que otros pocos asistían a charlas programadas. Decidió que sería bueno observar otros ámbitos y de paso prepararle un café al teniente para cuando llegara, dado que su turno técnicamente comenzaba en veinte minutos con cuarenta segundos. La sala de descanso estaba casi desértica, si no fuera por Gavin quien tenía otra taza en su mano, acunándola, y se apoyaba contra la mesa frente al televisor en un ángulo de 125º. Decidió que bien podría presentarse al individuo, acercándose y colocándose a su lado, mientras comprobaba sus signos vitales: su estrés estaba a un 70% y nivel de azúcar bastante bajo, extraño considerando la cantidad que consumía, tenía pequeños signos de anemia y mostraba claros síntomas de falta de sueño real. Sus manos se posaron tras su espalda, mientras sus hombros se cuadraban, antes de abrir su boca.


— Detective Reed, mi nombre es Con-


— No.


— Lo siento Detective, pero siento necesario presentarme ante usted. Soy Con- —Fue callado otra vez, pero esta con un movimiento de la mano del humano, que sólo la alzó en petición de silencio universal, y este continuó viendo la televisión en silencio; los titulares informaban que la noticia presentada era referente a la cantidad de androides “locos” en Detroit y el pánico que se generaba en los seres humanos. Esperó unos largos tres minutos antes de decidir que quisiera o no, el detective necesitaba escucharlo—. Mi nombre es Connor, fui enviado por Cyberlife para ayudar en lo que pueda.


— Me importa una mierda de donde seas o como te llames, así que jódete.


— Disculpe Detective, su comando es incompatible con mis funciones, si usted dese-


— Maldición, ¿qué coño está mal con ustedes los androides? Solo vete y déjame solo —Al fin Reed se giró para ver a Connor y aunque su mirada estaba dirigida hacia su lado su visión se posaba sobre su hombro, como si sólo quisiera aparentar estar enfocado en la entidad presente, no pudo evitar notar cuan cansado parecía de cerca. Su voz era ronca, posiblemente con un tono que los humanos adjudicarían como “amenazante”, pero para él era simplemente un sonido más. Rk alzó su ceja mientras una sonrisa se posaba en sus facciones, intentando parecer amigable.


— No hay nada mal con “nosotros”, puedo asegurarle —Y la mirada escéptica que el humano le regaló fue gratificante, apenas señaló el televisor que contaba una historia diferente e hizo que Connor forzara más su sonrisa—. Si le preocupa su bienestar ante un androide con el virus, puedo asegurarle que mi misión principal es acabar con ellos. No hay nada que temer —El androide no sabrá decir cuál fue su error, quizás el asegurar que él no era un desviado, el decir que acabaría con estos o simplemente el decirle que no había razón para temer, quien sabe, sólo sabe que lo siguiente que siente es el caliente café contra su rostro y filtrarse en su blanca camisa. El humano se alejó, posteriormente, maldiciendo en voz alta y bramando insultos a diestra y siniestra. Algunos humanos eran simplemente incomprensibles para la mente del robot.


Por parte de Gavin, todo estaba mal. El androide se había acercado a él como si tuviera derecho hablarle y sin importar cuanto intentara hacerlo desaparecer este no tomaba la maldita pista, contrariamente, ¡se volvía más molesto! Y tenía un jodido dolor de cabeza que lo hacía sentirse adormecido, por lo cual sus defensas estaban más altas y su necesidad de atacar era latente bajo su piel, lista para escuchar el comentario inadecuado de quien sea y saltar con intención de arrancarle la cabeza. Connor, como el desgraciado se presentó, dijo las palabras claves que hicieron que deseara hundir su puño contra el perfecto rostro, pero puede que sea tonto Gav, pero no tanto. Sabía que golpearlo le daría una satisfacción corta y que posiblemente en menor tiempo el androide se repararía para no dejar huella alguna del daño hecho, por lo cual, su sensación de haber puesto en su lugar a dicho se iría tan rápido como agua evaporada. Su mano sería la única que mantendría toda prueba del acto y sería doloroso para él, y por muy tentador que sonara no tenía ganas de tener que explicarle al capitán como tenía otra herida en él, en especial cuando ya fue castigado y mandado al papeleo durante el fin del mes. Tirarle el café fue una alternativa más agradable, pese a saber que no podía quemarlo, pudo ver la sorpresa dibujada en su prístino rostro y la aguada mancha que arruinaría su impecable presencia, para un ser tan estirado y perfeccionista como eran los androides esa parecía la mejor venganza. Jodido, que creía tener derecho a decir que lo protegería, como si fuera alguien lo suficientemente débil para necesitarlo. Él no necesita a nadie, ya no. Enfurruñado y aun murmurando insultos, decidió regresar al trabajo, al final de cuentas era lo único que podía hacer bien.


Connor se mantuvo en su lugar unos tres minutos contados, sintiendo el líquido filtrarse en su camisa y siendo absorbido por esta, durante los siguientes segundos que continuaron tras su sorpresa, visualizó cuantas eran las probabilidades de poder quitar la mancha por completo de su uniforme antes de su siguiente turno, las cuales eran mínimas. Pidió un sustituto de uniforme a Cyberlife y decidió que lo mejor que podía hacer era intentar parecer lo más presentable posible, no era como si el teniente de igual modo fuera la imagen de la perfección. Se dirigió al baño, quitó su chaqueta doblándola perfectamente y dejándola en el mármol que conformaba el lavado, deshizo su corbata, desabrochó cada botón y se dedicó a fregar su camisa con movimientos completamente monótonos y robóticos. Intentó de quitar la mayor cantidad de suciedad hasta dejar una pequeña mancha beige y luego lo secó con el secamanos. Volvió a colocarse cada prenda con una leve mueca de disgusto por su uniforme arruinado, alisó su corbata y la ajustó, antes de comprobar que su cabello estuviera como debería y salir a realizar su tarea primaria e interrumpida por su intento de socializar. Amanda tenía razón, al final de cuentas, Reed sólo era una molestia para su misión. Preparó el café y regresó al escritorio de Hank, en espera de que este llegara. Esperó, una hora, dos horas y comenzaba a preocuparse por el teniente. Decidió indagar a sus otros compañeros sobre su falta y Chris Miller, un policía de patrulla, argumentó que sería raro verlo antes del mediodía si era que siquiera decidía aparecer. Con su labio torcido imitando la expresión de disgusto humana, se dirigió hacia la silla junto al escritorio y esperó pacientemente como era requerido. Apenas dio una segunda mirada a Gavin, quien estaba centrado en su propio trabajo como si el mundo no existiera.


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A veinte minutos para las once, Anderson pasó su placa por el escáner e ingresó al recinto, fue directo con Fowler y la discusión no tardó en llegar, Connor escuchó a algunos empleados murmurar: “otra vez lo mismo”, mientras negaban con su rostro y miraban con tristeza a los dos vejestorios discutir. Durante unos segundos sólidos dudó en ingresar, pero en cierta medida él era parte del argumento y oficialmente debía de estar presente, la solución de decidir qué hacer fue programada y la indicativa de ingresar a la oficina brilló en su mirada. Con sus brazos perfectamente alineados tras su espalda, hizo lo comandado y esperó la siguiente orden. Cuando los gritos cesaron y se llegó a un “acuerdo”, se retiraron al escritorio de Hank donde la indicativa de asignarle uno al androide siguió y un intento de interacción para conocerse mejor no tardó en llegar. Para la suerte de ambos, el momento incomodo pasó rápido cuando fueron mandados a revisar un presunto desviado paseando por las calles de Detroit.


La mañana pasó de una forma demasiado inesperada para Connor, primero el altercado con Reed y ahora el teniente que prohibido que cruzara la carretera para detener al pícaro, a pesar de argumentar que era reemplazable en caso de sufrir algún “accidente”, produciendo mayor tensión en la relación de ambos. Almorzaron sin avances y la siguiente misión fue peor que la primera. El correr tras el divergente esta vez fue lo correcto, pero dejar a Hank colgado de la cornisa no, al parecer, a pesar de las altas posibilidad de supervivencia; para rematar a la ecuación, Rupert se había suicidado. Fue un pensamiento completamente humano e irracional el querer acabar con su vida, claramente producto del virus que los acosaba; una perdida lamentable. A pesar de recibir agradables elogios de Amanda por ello, aunque una gran decepción por no prever la acción del divergente, sentía que había fallado. Y el posterior encuentro con su “dueño” no atribuyó nada para que la sensación aplastante que poseía se difuminara, ¿quizás se estaba infestando? No, eso lo hacía sonar como si fuera una enfermedad, nuevamente, un pensamiento demasiado humano. Y luego llegó la noche, otra misión se presentó y no pudo hacer contacto con el teniente, así que fue a buscarlo. Hank borracho con intenciones de suicidarse fue lo que encontró, otra vez el mismo concepto rondando, el quitarse la vida como si fuera algo… no sabía cómo definir lo que le hacía pensar. Él sabía que los androides podían ser reemplazados, dado que no estaban vivos en sí, por lo tanto, técnicamente Rupert no se había “suicidado” sólo se deshabilito temporalmente; ¿pero Anderson?, él era otra cuestión. Si el humano moría no podía volver a la vida sin importar que se reemplazara de él, no había forma de pasar su “mente” a otro cuerpo como el propio, por lo tanto… era irremplazable. ¿Entonces por qué querría acabar con lo único que tenía? Era una cuestión ilógica en la mente del androide, pero todo en estos seres de carne lo era, si iba al caso.


El club Eden fue su siguiente designación, cuando pudo hacer que Hank se pusiera sobre sus pies y arrastrarlo fuera de su hogar para hacer el trabajo. Era curiosa la cantidad de notas pegadas en su espejo con mensajes para subir su auto estima, algunas, debido a su letra, fueron redactadas por este mismo, pero otras carecían de las mismas configuraciones tipográficas, por lo cual un tercero los redactó. Esa cuestión, en particular, fue archivada en su mente. Llegar al lugar no fue complejo, esta vez el teniente no le pidió quedarse en el auto lo que fue un avance. La escena era simple, aunque debió de reactivar el androide desactivado para obtener más información, pero debido al pánico que poseía (simulado) fue difícil conseguir información vital. Terminaron por aceptar que hubo otro androide más en la escena y que, debido a su falta de ropa, sería fácil encontrarlo. No lo fue, hizo que Anderson gastara gran cantidad de dinero comprando tiempo compartido con los androides sexuales sólo para escanear su memoria y ver donde huyó el divergente, les llevó demasiado tiempo. Fue encontrado, al final, y la pelea los llevó hacia el exterior donde intentaron huir; eran dos desviados que argumentaron que se amaban. Cometió el error de dispararle a una, no quería hacerlo, no estaba sus planes, pero la viciosa voz de Amanda le dio el comando y no pudo evitarlo. La bala atravesó a uno de ellos, la otra se suicidó porque no podía vivir sin la persona que amaba. Y volvía aquella cuestión: quitarse la “vida”, sólo que se sumaba un argumento extraño: “Amor”, ¿qué era el amor para un androide? Difícil saber cuándo ni los mismos humanos parecen tener tal respuesta. Perdió cualquier respeto que poseía del teniente, la noche fue un completo fracaso, y se sentía extrañamente vacío…


A diferencia de lo que esperaba, volver a departamento de policía y ponerse en estasis para informarle del fracaso a Amanda, fue llevado a otro lugar. Era un viejo parque cercano al puente, Hank se bajó del automóvil sin decir nada y se dirigió a uno de los bancos, mientras tomaba unas cervezas que ve a saber de dónde las sacó. Tardó unos momentos en seguirlo, sólo escuchando la música del auto y viendo el muñeco en este bailar. Comenzó hablar, tras quedarse unos momentos en silencio a su lado por respeto. Connor se atrevió a preguntar sobre su hijo, no fue muy lejos, así que decidió ir por el tema de que la investigación sobre que produce la desviación los llevaba a callejones sin salida, simulando frustración. Y luego, tuvo la brillante idea de peguntarle porque estaba tan perturbado, como si no acabara de matar a sangre fría a un androide frente a este.


— Esas dos chicas… parecía que se amaban.


— Pero no lo hacían, pueden simular emociones humanas, pero son máquinas, no debe olvidarlo —Connor creyó ser racional, decirle la verdad, pero sólo parecía activar algo horrible en el borracho hombre frente a él. Como si negar aquel sentamiento de “amor” fuera suficiente para hacerlo reaccionar. Y como si tuviera necesidad de re afirmarlo agregó: — Las maquinas no sienten.


— ¿Qué hay de ti Connor? —El hombre tomó el último trago de su cerveza, la dejó reposar contra el banco y se levantó de este, pasos tambaleantes mientras se acercaba a susodicho, casi como si quisiera intimidarlo, cosa que claramente no iba a funcionar, puesto que el androide apenas se inmutó—. Pareces humano, hablas como uno, pero ¿qué eres en realidad?


— Soy una máquina, como he dicho, no siento nada.


— ¿No sentiste nada cuando esa chica se suicidó? —Y otra vez esa palabra, ese concepto, otorgándole vida a algo inanimado. Dudó, cuando Hank lo golpeó en el pecho para que retrocediera, claramente intentando de que tuviera alguna reacción. Intentó encontrar una respuesta que pudiera satisfacer al individuo y no generar más problemas, pero parecía no existir tal—. ¿O te importaba una mierda lo que sucediera?


— Por supuesto que no sentí nada, soy una máquina y las maquinas no tienen emociones. Ellos están corruptos, no sienten de verdad, no debe de dejarse engañar teniente —Fue incorrecto, posiblemente una de las peores respuestas que pudo haber dado, y la situación se salió de manos muy rápidamente. Continúo manteniéndose firme en sus comentarios referentes a que no sentía y que no había razón para temerle a la supuesta muerte ya que no estaba vivo para empezar, pese a que algo, en lo profundo de su programación, dictaba lo contrario. Y el disparo llegó, la bala atravesó su cráneo y luego despertó en un deposito como cada vez que moría.


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Connor apareció en la estación de policía a las siete de la mañana en punto y sin dudarlo se dirigió a su escritorio (el concepto de propiedad le es extraño aun así no lo cuestiona), no hay mucho que pueda hacer sin su compañero así que se posiciona para rellenar el informe sobre lo sucedido en el club Eden el día anterior; esperado que esto apaciguara un poco a su compañero. Media hora más tarde observó a Reed llegar (sin poder evitar detener su trabajo cuando la alerta de la entrada al recinto de este salta en su visión), con una taza de café demasiado alta de alguna cafetería artesanal, y sentarse en su escritorio sin levantar realmente su vista demasiado; decidió ignorarlo por el momento y continuar con su labor establecido. Su informe es terminado cinco minutos más tarde de esta interrupción momentánea y sin nada más que hacer hasta que el teniente decidiera venir (que considerando su borrachera temprana en el puente que seguramente continuó, él no aparecería hasta pasado el mediodía) decidió escanear a su presunto compañero predestinado. Aun el adjunto (que presumiblemente es un virus que Cyberlife no pudo eliminar pese a cambiar ya de cuerpo por segunda vez) que indicaba ser compañero del detective parpadeaba cada vez que lo veía, junto a otras directivas sobre protegerlo y cuidarlo, que eran extrañas considerando que no era un androide domestico con dichas funciones. Sus escáneres preliminares sobre la condición actual del humano seguían mostrando un estrés mayor al 50 %, una falta de sueño considerable y una pérdida de peso, aunque mínima, desde su última vista a este. Varias opciones aparecieron en su pantalla referente a qué hacer ante la nueva información, en particular la de proporcionarle un desayuno nutritivo al Detective entre ellas; consideró cada una de las opciones optando por ninguna. La última vez que demostró cualquier clase de preocupación o necesidad de cuidado hacia el individuo pareció desatar malestar y aumentar sus niveles de estrés, claramente era contraproducente hacerlo. Optó por tener otro tipo de interrupción en la rutina del hombre, se acercó, posicionándose junto a su escritorio con sus brazos firmemente sujetos por detrás y ladeó apenas su rostro hacia un lado, mientras aclaraba su garganta sin necesidad real más que llamar la atención de susodicho.


— Detective Reed, ¿me permite hacerle una pregunta personal? —Observó cómo los hombros del hombre se ponían rígidos, al punto que debían de doler, y se giró tan lento que era ridículo. Escaneó al androide con sus ojos entrecerrados, como si intentara descubrir que dirá antes de lo que haga, y mantuvo sus labios unidos en una firme línea blanca. El silencio se extendió entre ellos, mientras otros compañeros hacían apuestas a sus espaldas sobre cuánto tiempo tardaría Gavin en golpearlo; adorables, ni siquiera intentaban ocultar tales actos infantiles. RK casi sintió la necesidad humana de rodar los ojos por el comportamiento ilógico y poco ético para el trabajo que los agentes presentaban, pero no hizo ni dijo nada, esperó pacientemente cualquier reacción del detective (que, si debía de confesar, sentía algo similar a la curiosidad sobre esta, pero en voz alta lo negaría).


— ¿Por qué?


— Estoy en necesidad de saber otra perspectiva humana para comprender la reacción del teniente Anderson. Nuestra misión parece haberlo afectado más de lo esperado y no logro comprender que pudo haber fallado para que sea así, no deseo generarle más angustia al teniente —La mención del hombre mayor parece producir una especie de conflicto en el detective, quien cambia su expresión una fracción de segundos antes de volver a su estoico y común rostro, casi desinteresado. Chasqueó la lengua, sonrió de medio lado y se acomodó en su asiento, arrogantemente, mientras alzaba sus piernas y dejaba reposar sus pies sobre su escritorio, justo junto a la prístina chaqueta del androide (claramente con la intención clara de ensuciarlo).


— ¿Oh? ¿Rompiste al viejo? —Se burló, abiertamente, mientras entrelazaba sus manos y la curiosidad se pintaba en sus facciones. Connor no le respondió, ladeó un poco más su rostro hacia el lado, como un cachorro confuso, mientras intentaba de descubrir si aquella pregunta era correcta a lo sucedido o no—. ¿Qué hiciste lata?


— No sé porque presume que he hecho algo. El problema surgió ante la simulación de amor y una relación entre dos androides que terminaron desactivados. El teniente parecía angustiado por el desenlace de la situación, a pesar de que los androides no podemos sentir realmente, él parece creer que lo hacían —Su ceño se frunció, confuso. Gavin lo observó con una expresión de impacto profundo, como si simplemente no pudiera entender lo que decía o, mejor dicho, ¿cómo no podía comprender la simplicidad de lo dicho?


— ¿Qué demonios? ¿Mataste a una pareja de androides sólo porque se amaban?


— No he insinuado tal cosa, pero sí. Ellos eran desviados, uno de estos androides había asesinado a un humano, ¿Qué le prohibía matar otro? Debían ser neutralizados.


—  Vete a la mierda lata, esta vez estoy con Anderson —Y sin esperar más o especificar cuál era el problema de lo dicho, Gavin bajó sus pies del escritorio con un sonido seco y se levantó de su lugar para alejarse sin mirar hacia atrás. Dejó a un confuso Connor que ciertamente no entendía cuál era el disgusto de los humanos por la acción, era meramente lógico todo lo sucedido, no veía porque debía de perturbarles. Decidió no ahondar más en el tema y volver a su propio lugar hasta que la siguiente designación llegara, quizás podría encontrar una respuesta más adelante.


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El mensaje presunto de paz y unificación dictado por el androide corrupto en toda fuente de comunicación alarmó a la ciudad de forma caótica. Algunos comenzaron a decir que no querían a los androides, con más fuerza que antes, y otros comenzaban a simpatizar, contando historias conmovedoras de sus androides –aunque ninguno de estos estaba realmente desviado-. Hank y él fueron asignados a descubrir quién era el pícaro, mientras revisaban el lugar encontraron un androide perteneciente al grupo que fue abandonado tras recibir una laceración en su pierna; con demasiado estrés en sus hombros y el intentó de RK de conectarse con este, lo llevo al suicidio. Otra vez, mismo concepto humano y errado. Estaba comenzando a sentirse frustrado (¿no era eso también un sentimiento humano?). La misión fue un fracaso, otra vez, y Amanda no estaba feliz con él. Regresaron al recinto para ser regañados por Fowler, dado que parecía ser que no estaban avanzando y que la cantidad de muertes sólo aumentaba a medida que pasaba el tiempo; se burló de Connor, ya que por muy avanzado que estuviera parecía ser incapaz de realizar correctamente su trabajo. No fue cruel, sólo parecía cansado y frustrado, podía comprender el malestar del hombre. Hank argumentó que se tomaría el día y no regresó hasta la mañana del siguiente, con una terrible resaca que le hizo quejarse durante media hora, pero al menos estaba presente a las siete de la mañana, lo que era muy, muy, extraño. Demasiado, si debía de decirlo el androide, pero según las palabras del mismo necesitaba pedir un favor y para ello necesitaba estar allí. Poco después de la llegada de Reed, lo llevó a uno de los cuartos de interrogación y dejó a Connor fuera, mientras hablaban, apenas se filtraban algunas palabras que pudo entender y entre ellas eran ruegos y promesas del teniente. Diez minutos más tarde salió del lugar y arrastró al RK consigo, sin decir su destino, al auto y manejando a las afueras de la ciudad.


La escondida casa de Kamski los esperaba, al parecer, el detective Reed tenía contactos con el creador de androides y tras los ruegos de Hank, había logrado que este les diera una cita. La misión de interrogar al creador era simple, él tendría las respuestas sobre la desviación y cómo detenerla. Oh, qué gran error fue creer ello. Elijah, más allá de ser un hombre terriblemente excéntrico y arrogante, no tenía respuestas para ello. Le pidió a Connor que le disparara al ST200 que obligó arrodillarse frente a él, tan autómata como era la máquina, sólo hizo lo solicitado sin chistar pese a tener un arma apuntándole. Hank chilló, amenazó a Kamski, a Connor mismo y mandó todo al demonio, girando y retirándose, invitando al RK a seguirlo o irse al demonio, completamente aireado. Rk800, por su parte, tuvo un pequeño conflicto de que hacer, dispararle era la respuesta lógica y la que el comando de Amanda dictaba que realizara, pero la palabra “muerte” y la connotación del “suicido” se filtró otra vez en su mirada. ¿Acaso podía realmente matarlos cuando no viven? Pero... ¿Realmente no viven? No, no quería pensar en ello, disparó e hizo la pregunta errónea sobre rA9. El humano se burló, diciendo que no tenía respuesta y argumentando que era una creación de los androides en necesidad de creer en una entidad mayor que los podría salvar; un alivio, como cualquier ser viviente busca constantemente en la religión.


— Ahora que he respondido tu pregunta, ¿puedes responder una mía? —La sonrisa socarrona del rostro del humano se borró, la curiosidad de filtró y hubo una leve sensación de “conocer” ese gesto que hizo que Connor dudara, pero no importaba su respuesta, nunca lo hizo, Elijah continuó—. ¿Por qué estás asignado al Teniente Anderson?


— El Capitán Fowler me ha asignado al Teniente dado que no tenía una asignación previa —La respuesta fue monótona, causó un fruncimiento del labio izquierdo de Kamski y que entrecerrara sus ojos considerando algo más.


— ¿Eso es cierto?


— No hay razón para mentir —Pero lo estaba haciendo, el mensaje sobre la asignación a Gavin Reed brillaba con un rojo intenso a un lado de su visión. Elijah no dijo nada más referente al tema, le recordó sobre la salida que instalaba en todos sus programas y le dijo un muy bajo, casi imperceptible y confuso: “mantenlo seguro” antes de desaparecer tras una de las puertas de la casa. No supo de a quien se refería, no realmente, pese a que él avisó de Gavin titilaba en una esquina con constante recuero. Se retiró, recibió una gran reprimenda de Hank y continuaron con su misión, sin tener mayores avances.


 .


La misión se le fue arrebatada y tomada en manos del FBI, intentó de rogarle a Hank porque le diera más tiempo ya que él podía descubrir donde estaba Jerico, él se negó, argumentando que posiblemente era lo mejor nunca encontrarlos. Negandose aceptar la perdida, se infiltró en la sala de pruebas y logró despertar al androide que encontraron en la Torre y usando la falsa voz del líder le dio consuelo, conectando su interfaz a la del rubio para obtener la ubicación volvió a sentir aquello que las Traci habían afirmado poseer. Amor, una devoción pura hacia Markus y una anhelación sofocante por el consuelo de este, pero esta interacción le permitió descubrir que realmente no era quien decía ser y pronto mostró altos niveles de estrés y una desesperación completa por irse de allí. Le rogó al falso Markus porque no lo dejara y a la vez afirmaba que no era realmente él, el dolor, puro y sencillo, se filtró en Connor y lo hizo retroceder. ¿Por qué la simulación era tan perfecta? Por unos momentos creyó también sentir eso, pero era falso, todo lo era. O eso creyó.


Encontró Jerico, se enfrentó a Markus quien le hizo ver la verdad, despertar y anhelar todo aquello que ellos afirmaban que podían sentir. La batalla llegó no muy tiempo más tarde. La revolución, pese a ser pacifica, costó demasiadas vidas. El estado designó que todo Androide sería desactivado, la caza de brujas llevó un revuelo masivo y el temor tanto en la población humana como en la no humana, haciendo que el odio sólo incrementara de ambos lados. Connor intentó ayudar a la causa, despertando todos los androides que estaban en el depósito de Cyberlife, aunque cobrando vidas en el proceso. La lucha contra su propia copia para salvar a Hank, y la desesperación por un final feliz. Tras una gran cantidad de bajas de parte de los androides al fin se terminó la batalla, gracias a una canción y la muerte de miles de androides.


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Paralelamente, Gavin, había salido temprano, por primera vez, del trabajo cuando todo el caos se desató. Se perdió a Perkins siendo golpeado por un preso liberado, pero no importaba demasiado, se sentía cansado y enfermo, posiblemente porque había contraído gripe. Su apartamento frío e insípido poco consuelo le pudo dar, se preparó una taza de café extra caliente y junto todas sus mantas en el sofá; se acurrucó, mientras sostenía la bebida caliente y dejó que el silencio se filtrara en su piel. La conversación vieja con Connor sobre no comprender porque Hank estaba molesto se reprodujo en su mente, no podía captar que era lo difícil de la cuestión. Casi parecía una mala copia de Romeo y Julieta, si era sincero. Según leyó los informes posteriores, las Traci sólo querían estar juntas y ellas intentaron escaparse de un humano pervertido que intentó matar a una de ellas en medio de una sesión sexual, vamos, él mismo le hubiera apegado un puto tiro al hombre si hubiera tenido la oportunidad. Maldito desgraciado. Pero restando tal parte de la historia, no comprendía porque no podían ser dejadas en libertad, porque la muerte era la única respuesta. Claro, comprendía porque la segunda decidió suicidarse cuando la única persona que la amó estaba muerta, él posiblemente podría simpatizar más si es que realmente hubiera tenido tal clase de sentimiento o devoción. Pero no entendía, y no lo haría, el por qué Connor le disparó a la primera. Podía no, era su elección, ni siquiera era un comando de Hank el que le disparase, vamos. Simplemente todo era demasiado retorcido para su cansado cerebro.


Estaba comenzado a dormir cuando la puerta sonó, decidió ignorarla. Entonces su teléfono vibró violentamente en su mesita frente al sofá, una vez, dos veces y paró; un minuto más tarde se repitió el patrón. La puerta volvió a ser golpeada, ahora con insistencia, y casi sintió la necesidad de comprobar que sucedía fuera, pero estaba tan cálido envuelto entre sus sabanas que no importaba si el mundo se caía a pedazos, bien podría ver mañana el caos y hoy dormir. El silencio, grandioso, volvió tras unos momentos y creyó que al fin podría dormir… no fue así. Los golpes y la vibración del móvil se juntaron y soltó un largo suspiro ruidoso mientras se levantaba.


— Ya voy, maldición, más les vale estar muriendo o algo así —Masculló entre dientes, sabiendo que realmente la persona tras la puerta no podría oírlo y se deslizó fuera de sus mantas, torpemente y arrastró sus pies hacia la puerta con sus ojos entrecerrados. Apoyó su frente contra la madera, tomando una larga respiración y luego se alejó para abrirla. Fueron dos segundos que la mantuvo así antes de cerrarla de golpe—. ¡Maldición! ¡VETE AL DEMONIO ELIJAH!

Notas finales:

Puede que parezca muy reiterativo y a la vez contradictorio todo el concepto del suicidio y los sentimientos android que debate Connor por la interacción con Rupert y las Traci (juraba que se llamaban Traicy (?)) posteriormente, pero la es la idea principal, que no sea del todo entendible porque él no entiende del todo. Una muestra de lo que él siente en ese momento y como aún así intenta aferrarse a la creencia de que los androides son maquinas que no sienten. Claro que, como vieron más tarde, no fue tan así. ¿Cierto?

 

 

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