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El clan de las mariposas por neko miri chan

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Notas del capitulo:

Notas de Autor muy importantes:


De acuerdo, hay una situación con este capitulo.


Esta historia fue originalmente publicada en Amor Yaoi, cuenta que abandoné hace algunos años por problemas tecnicos, ya que rompí mi laptop y porque estaba en la universidad. La cuestión es que AY tiene la politica de borrar los fanfics marcados como incompletos después de dos años. Así pues, entre una cosa y otra pensé que había perdido mis archivos que recientemente encontré en un respaldo en una carpeta de mi correo electronico. Pensé que la había recuperado toda pero al parecer cuando estaba haciendo el documento para guardar copié y pegué un capítulo dos veces, tecnicamente este es el capítulo 4, he perdido el capítulo 3 para siempre, pero les pondré un pequeño resumen de lo que recuerdo.


El capítulo 3 real se llamaba Una mariposa eficiente, y era sobre Aoi y como llegó al clan de las mariposas junto con su hermano pequeño Sora. Lo que recuerdo es que venían de una familia muy pobre en un lugar cercano a las montañas y que quedaron huerfanos, y Aoi para que no los separaran en un orfanato decidió huir junto con su hermano pequeño a las montañas, hogar de este clan Yakuza, se les dio un lugar en el que vivir a cambio de trabajo, también trataba de como Uruha finalmente lo tomaba a él como amante. 


Ahora sí, el capítulo 3, que es en realidad el 4.

 

Debajo de la colcha encontré a Takanori, lo abracé y lo atraje hacia mi, olía a flores y a pescado asado. Me puse a recorrer su cuerpo con mi nariz porque me gusta como huele, se despertó pero me dejó seguir haciéndolo acariciando mi cabello.

Takanori siempre ha sido así, siempre deja que haga lo que yo quiera. Desde que llegué aquí.


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Cuando desperté lo primero que vi fue un rostro angelical  de un chico que dormía sujetando mi mano. El lugar era una caja completamente blanca y yo no sabía que estaba pasando, estaba confundido, tenía frió, hambre y no reconocía la cara de la persona que sujetaba mi mano, pasaron solo unos segundos para que me diera cuenta de que no sabía ni mi nombre. Toqué mi cabeza, dolía mucho, tenía un venda en ella, entré en una crisis, me volví completamente histérico y empujé al chico con cara de ángel que estaba a mi lado.

Él me abrazó y me dijo que todo estaría bien, me abrazó hasta que me calmé.

Pasaron un par de días y nadie me decía lo que pasaba, ni los médicos, ni las enfermeras  me dirigían la palabra, sólo entraban y salían de mi habitación para cambiarme la venda que tenía en la cabeza, cuando pregunté qué era, un médico de edad avanzada me dijo que era una herida de bala.

– ¿Herida de bala? ¿Por qué? ¿Por qué yo?

Nadie quizo responderme una cosa más y aquél chico de cara angelical sólo venía por las tardes a alimentarme. Dijo que se llamaba Takanori Matsumoto, que yo era Reita y de vez en cuando se acercaba demasiado, causaba algo en mi cuerpo, me hacía sudar el hecho de tener que contenerme. Yo no sabía nada de él, y él no decía nada, sólo se limitaba a mirarme con ternura y darme de comer en la boca como si fuera yo un bebe, incluso me limpiaba los labios cuando me ensuciaba. Una vez no pude contenerme y lo estrujé entre mis brazos.

Dos semanas se cumplían cuando escuché un alboroto afuera.

       —   ¿Dime en que te has gastado el dinero? — Era una voz de timbre suave pero autoritaria y támbien se escuchaban los sollozos de Takanori. Abrí la puerta para ver que sucedía. Era un hombre algo grande, no tanto, pero si me doblaba la edad, tenía a Takanori sujeto por el cuello y parecía que estaba a punto de darle una bofetada pero cuando me vio se quedó estático y soltó a Takanori.

       —   Takanori, tenemos que hablar. — Fue lo único que dijo para después darse la vuelta. Fui hasta Takanori y me dijo que todo estaría bien, entregándome una sonrisa hermosa para después irse tras aquél hombre.

A la mañana siguiente Takanori se paró frente a mi puerta, cosa extraña, él sólo venía por las tardes y me dijo que alguien quería verme. Asentí sin saber muy bien lo que pasaba. Takanori se hizo a un lado y lo primero que entró a la habitación fue un fuerte aroma a madera, lo siguiente fue un kimono pomposo de color rojo con flores amarillas. Era como una geisha, era hermosa y me miraba sorprendida, sus ojos casi se desorbitaban "Reita" salió de sus labios al igual que lágrimas de sus ojos, yo no entendía lo que pasaba, pero aquella era una voz masculina, muy grave y estuvo a punto de caer inconsciente al suelo. El hombre de la tarde anterior lo sostuvo y se lo llevó cargando afuera de la habitación. Takanori entró al cuarto y se sentó sobre la cama, no me miraba a los ojos pero sonreía, después empezó a acariciarme las mejillas. Yo no sabía que rayos sucedía pero él no parecía estar muy feliz con ello.

Fue llamado unos minutos después y no volvió a aparecer. Esa noche fui dado de alta, los médicos que habían guardado silencio actuaban de manera muy sospechosa, como si quisieran no ser vistos por nadie y me escoltaron; desde mi habitación y por las rampas que llevaban a los quirófanos hasta el estacionamiento subterráneo. Ahí me esperaba un automóvil negro, el mismo hombre de voz suave que regañaba a Takanori me abrió la puerta y no hice mas que entrar, tenía la sospecha de que si me negaba tendría problemas.

El auto esta solo, sólo éramos ese hombre y yo y no pregunté nada, tenía miedo. El auto atravesó un mar de luces pero no fue a ninguna de ellas, sino que se dirigió a una carretera solitaria y tomó una desviación con apenas iluminación. Lo único que pude ver a partir de ahí fueron arboles, y estaban tan obscuros que todos parecían tener un tronco color negro. En los arboles había algo pegado, cientos de miles de mariposas de colores durmiendo en aquellos arboles, sin inmutarse por el ruido o el movimiento causado por el automóvil.

En medio del bosque había una enorme construcción, parecía un palacio, era enorme. El auto entró en él.

       —   Esta es tu casa.—  Dijo el hombre al momento de bajar, no era un gesto de amabilidad, él estaba diciendo en serio que esa era mi casa; después me abrió la puerta esperó pacientemente a que me bajara para después acompañarme a una enorme habitación al fondo, Ahí había un futón muy grande y junto a este estaba Takanori que no tenía expresión alguna en el rostro pero después de verme sonrió. Él era lo único que yo conocía de esa travesía tan extraña no pude evitar arrojarme hacia él. Había algo extraño en él, me hacía perder el control y él parecía estar acostumbrado.

El hombre que me trajo se fue y entonces pude hacer lo que en el hospital me había nacido de las entrañas, desvestí a Takanori y comencé a besar todo su cuerpo. Él no decía nada, sólo eran suspiros y gemidos, pronto me vi ante su pene, no recordaba como tratar con ningún pene, no recordaba nada, sólo me estaba comportando como un animal. Ambos parecíamos animales. Me quité la ropa pues el no parecía dispuesto a hacerlo. Estaba muy ocupado masturbándose frente a mi con su cara totalmente sonrojada pero después de que yo me quitara la ropa me preguntó que quería que él hiciera, se veía temeroso.

En realidad no quería que hiciera nada así que sólo le di un par de besos más y le di la vuelta, quedó en cuatro patas y pude ver su trasero a la perfección, pequeño y durito pero a la vez suave, su cuerpo entero era así y no sé como pero mi lengua trazó un camino como si lo hubiese trazado miles de veces desde su cuello hasta su ano y ahí se quedó instalada haciendo que las piernas de Takanori flaquearan. Cayó con el rostro pegado a la almohada masturbándose, alcancé sus testículos con la boca y gimió, estuve jugando con ellos un rato hasta que sentí que yo ya no podía más. Acomodé sus nalgas en lo alto y comencé a penetrarlo, sentí un placer extraño envolviéndome, sentirlo a él sujetándome con sus tripas era la mejor sensación del mundo y después de entrar por completo comencé a moverme. Él gemía una y otra vez dejándose remoler en el suelo.


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En las mañanas no lo encontraba, siempre era una odisea buscarlo. Era más fácil ver a Aoi escabulléndose de la habitación de Uruha o viceversa y eso que el moreno ya se había convertido en un experto casi llegando a nivel ninja. Siempre estaba haciendo labores y me preguntaba el por qué, tal vez era porque se trataba de un novato, pero había muchos novatos paseando por la casa y ninguno trabajaba como él. Trabajando tan duro todo el tiempo y aun así viene cuando le llamo.

Tiene una actitud muy dócil.

Me gusta cuando le llamo para besarnos, pero besarnos en serio, por horas. Es suave y amable, difícilmente se descontrola y no hace nada que yo no le pida, lo cual lo hace bastante extraño, a veces pienso que estoy con un muñeco pero luego lo miro y veo su expresión llena de ternura, entonces pienso que simplemente es sumiso por naturaleza.

Recientemente descubrí que a Fukuda le gusta acosar a Takanori. Este tipo tiene algo desagradable en su interior, puedo ver como me mira con desprecio pero al parecer hace muy bien su trabajo por que Uruha nunca le llama la atención, sin embargo se ve que hay mucha fricción entre ambos, se podría decir que están en plena batalla por el poder a nivel mental, porque es bien sabido que Primero está el abuelo, segundo yo, y por ultimo Uruha, Fukuda no tiene siquiera oportunidad de tener más poder dentro de la organización.

o-o-o-o

Alguien ha traicionado al clan, no fue un simple error, han traicionado al clan por oportunistas y la tensión se siente en el aire.

Uruha y yo nos sentamos en el dojo esperando a que lleguen los traidores, son una triada de hombres a los cuales poco conocí. Aoi nos sirvió té y cuencos con arroz y pescado asado cuando ellos llegaron. Traídos por Fukuda y Utada tres hombres con las manos inmovilizadas son postrados de rodillas  ante nosotros y aunque Uruha y yo habíamos hablado de lo que iba a suceder los escalofríos inundaban mi espina. Takanori se sienta a mi lado ayudándome a comer, como Uruha vio que yo no me movía suspiró y comenzó con un interrogatorio. Les preguntó sobre lo que habían dicho, lo que obtendrían y como no contestaban rápido Fukuda comenzó a golpearlos hasta el punto en que sus rostros comenzaron a cambiar de forma, a todos les faltaba por lo menos un par de dientes debido a los golpes. Al final hablaron colocando así una sonrisa en el rostro de Uruha quién le pidió otra taza de té a Aoi.  Acto seguido le pidió a Utada que le llevara la Yin-ken y Utada tomó una katana  de mango blanco de uno de los nichos que pertenecían a los antepasados. Uruha se levantó y casi trastabilla pero Aoi lo ayudo a mantenerse en pie recibiendo una sonrisa encantadora que lo dejó helado. Las expresiones de Uruha pueden ser difícilmente comprendidas especialmente cuando él sigue siendo atemorizante la mayoría del tiempo.

Utada le dio la katana a Uruha y no pude evitar cerrar los ojos al verlo levantarla.

       —   Ustedes no merecen siquiera que les corte un dedo.—  Dijo y lo próximo que oí fueron las voces atemorizadas de los hombres al tiempo que sentí como algo humedecía mi cara. Abrí los ojos y el cuerpo de uno de los hombres cayó al suelo sin cabeza; miré a Uruha y tenía la sonrisa de oreja a oreja, miré a Aoi y estaba igual de perplejo que yo ¿Que clase de monstruo teníamos en frente?

Utada tomó el cuerpo de los pies y lo arrastró hacia la puerta pero no lo sacó, sólo se paró a un ladó de él y miró a Uruha como tratando de obtener una acción aprobatoria Uruha siguió sonriendo y cortó otra cabeza, la sangre me hubiese caído directamente a los ojos si Takanori no hubiese puesto su mano ahí para cubrirlos, quité su mano y lo miré, este dirigió su mirada al suelo como si lo que hizo hubiese estado mal y yo estuviera a punto de regañarle. El llanto del tercer hombre me sacó de mis deducciones y entonces Uruha se acercó a nosotros extendiendo la mano que tenía la katana, me levanté pero las piernas me temblaban, tenía miedo de Uruha, en verdad. 

El me miró con un aura de superioridad y luego miró a Takanori que seguía sentado en el suelo.

       —   Takanori termina tu, tengo que ir a trabajar y ahora debo cambiar mi kimono.—   Dijo dejandole a Yin-Ken en la mano.

       —   Pero...Uruha-sama yo...

       —   Si no te sientes bien puedes usar a Midori.—  Dijo empezando a quitar el kimono mientras caminaba con dirección hacia las habitaciones.

       —   Hai...— Se esuchó de los labios de mi Taka quién entregó la espada blanca a Utada con una gran reverencia y fue a recoger a Midori, la katana de mango esmeralda con la que suele hablar. Se acerca hasta el hombre que queda, desenvaina a Midori tomándola como una autentico samurai y le cortó la cabeza del hombre, al igual que Uruha de un solo movimiento salpicadome una vez más.


Después de ese numero no pude pegar ojo por la noche. Takanori estaba inquieto porque yo lo estaba así que no pude evitar hablar de ello.

       —   ¿Por qué lo hiciste?— Solté de repente en medio de la obscuridad— ¿Lo haces a menudo?—  Temía la respuesta —  ¿Cómo es que no te temblaron las manos?

       —   Solo hice lo que tenía que hacer.  — Dijo con apenas un hilo de voz.

       —   ¿Estás consciente de que lo que hiciste estuvo mal?

       —   Uruha-sama dijo que tenía que hacerlo.—  Se defendió sentándose en la obscuridad, se estaba cabreando.

       —   No tienes porque hacer lo que Uruha que te diga. — Yo también estaba enojado.

       —   Yo siempre tengo que obedecer...Siempre.

       —   ¿Por qué?

       —   No lo sé, sólo sé que tengo que hacerlo.—  Dijo a punto del llanto.

Descubrí que Takanori no era una mariposa sumisa porque sí. Takanori tenía miedo igual que todos aquí. ¿La pregunta es de qué está asustado? ¿De Uruha? ¿De mí?

 


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