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Blood in Roses por MidNightFlower

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Notas del capitulo:

 

PAREJA: Harry x Draco

DISCLAIMER: El mundo de Harry Potter le pertenece a J.K. Rowling! Yo solo estoy utilizando los personajes por mero entretenimiento sin fines de lucro :3

ADVERTENCIAS: Es un EWE? (¿epilogo, cual epilogo?) y un What if…? (qué tal si…?) donde nuestros queridos protagonistas son criaturas mágicas! (Mirrow x Dhampir ;3)

Hay relación chico-chico, sexo explícito (Si no te gusta el delicioso, ¿qué haces aquí? x9), personajes algo OoC y probablemente palabras altisonantes. ¡Están advertidos!

Si me equivoco en continuidad, horrores de ortografía o las cosas canónicas, ¡me disculpo de antemano! (porque no podré hacer nada xD)

 

 

Nocturnal Serenade II

*[*]*1 semana antes*[*]*

Desde que tiene memoria, Narcisa Malfoy ha tenido el don de ver el futuro.

Algo codiciado por tanta gente, pero tan poco comprendido. El futuro que se le presentaba la mayor parte del tiempo era algo cruel, frío y con nulas posibilidades de cambiarlo, como si estuviese tallado en piedra.

Un calvario con todas las letras, no por nada su don era llamado "el don de Casandra" en honor a esa profetisa cuyas predicciones nadie podía creer como castigo divino y estaba maldita hasta el final de sus días.

A la edad de 10 años vio como su madre se envenenaba con una poción de su propia creación obligándola a quedar postrada en cama de por vida, como con una daga de plata su padre terminó con su propia vida tras perder millones de galones en apuestas, incluso cuando Lucius tomó la decisión de seguir al señor tenebroso que pondría en jaque la estabilidad de su familia...

Su abuela decía que debía de tomárselo con humor o fingir sorpresa cuando se hicieran realidad sus visiones; una tarea imposible.

Claro que no todas sus visiones eran malas, ya que tras mucho tiempo extrañando a su hermana Andrómeda, pudo ver su felicidad tras formar su propia familia lejos de su hogar, o cuando Lucius planeó pedirle matrimonio en aquel hermoso prado de narcisos y obviamente, el nacimiento de su maravilloso hijo Draco, su más grande tesoro.

Esos breves momentos de felicidad hacían que la maldición no la enloqueciera con deseos de arrancarse los ojos...

Después de la guerra pensó que las tragedias terminarían.

Lucius fue encarcelado y su bebé estaba en casa a su lado. Solo tendrían que ser pacientes por 2 años para poder alejarse del estigma que había en la comunidad mágica contra de ellos. Podrían apelar al arresto domiciliario en el caso de Lucius y con suerte podría ser en una de sus casas de verano de Francia... volverían a ser una familia como antes y tal vez…

Su fantasía cayó en picada y se estrelló sin vida contra el mismísimo averno cuando una nueva visión apareció frente a sus ojos. Tan potente como desgarradora que le hizo soltar la vasija de porcelana que estaba en los toques finales. Ahora solo era polvo y nada más.

Su dragón, el hermoso bebé que tanto amó nada más tenerlo en sus brazos por primera vez, iba a morir.

Una lágrima salada corrió por su mejilla y un llanto lastimero escapó de su garganta.

-No... No puede ser... No.…- jadeó abatida sintiéndose tan perdida. Su bebé apenas tenía 18 años como para sufrir una muerte atroz de aquella forma tan lastimera...

¿No podía hacer nada para salvarlo? ¿Era esa su condena por ayudar a sembrar el terror? No lo sabía, no lo sabía, pero era cruel que alguien inocente como su querido Draco pagara por los pecados de sus padres.

Miró por la ventana y sabía qué estaba cerca el día. No faltaban más de 7 días para que los lirios en su ventana abrieran sus flores y las hojas del cerezo cayeran como en su visión.

No podía cambiar lo que pasaría, pero tenía que arrancarlo de las garras de la muerte a como diera lugar.


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Draco pensaba que su madre estaba exagerando cuando la encontró ese día llorando desconsoladamente y temblando como una hoja al aire.

¿Él? ¿Morir de una forma lamentable a los 18 años? Le parecía una locura. La última vez que tuvo una experiencia cercana a la muerte fue en la sala de Menesteres hace un par de meses y milagrosamente se salvó gracias al héroe pacotillas del mundo mágico, así que pensó que su visión llegaba algo tarde.

"Eso debe ser" se dijo cubriendo su cuello ante esa tarde peculiarmente ventosa.

El jardín se veía espectacular e indudablemente se debía a su buena mano con las plantas.

Debería haber regresado a Hogwarts a completar sus estudios con sus demás compañeros vivos, pero no estaba de humor para ello. La escuela podría irse al cuerno si se lo preguntaban; esos sinvergüenzas no tendrían ningún reparo de señalar sus faltas de buenas a primeras como si ellos mismos no tuviera cola que les pisen.

Además, con su padre nuevamente en Azkaban y su madre tan triste, no sentía la necesidad de ir a ningún otro lado.

"Atender el jardín es terapéutico" se dijo con media sonrisa disfrutando del perfume de sus nuevas gardenias cubiertas de flores blancas como la nieve.

-Pareces elfo domestico cavando en este mugroso jardín-

-Quien ve basura es porque tiene podría el alma, Theo- contestó con acidez y sonrió cuando su amigo puso los ojos en blanco.

-Quien contesta con analogías es porque es un perdedor solitario que no tiene nada que hacer- se estrecharon la mano, seguido de un fugaz abrazo que condensaba toda lo que nunca se dirían con palabras.

-Recuérdame ¿Por qué seguimos siendo amigos? -

-Porque me consideras sabio, elegante y mordaz- se alzó de hombros –además soy el único que tolera tu humor y no le importa la basura de persona que puedes llegar a ser-

-¿Tanto así me amas? Vas a hacer que me sonroje. Aunque ¿Cómo no tienes joroba por ese ego que te cargas? - Draco se sacó los guantes de trabajo y suspiró -¿Qué haces aquí?-

-El ego no pesa, es como un globo aerostático que hala tu cabeza al cielo- Draco asintió -Quise tomar té con Narcisa y venir a saludar- contestó arrancando un par de camelias rojas que tenía al alcance.

-¡Oye! tendrás que pagar por eso, con lo que me costó conseguir camelias de ese color. ¿crees que se dan mágicamente en maceta?-

-Ja- Draco rió con ganas. Era raro escuchar un sonido así de Theo, pero cuando pasaba, podía asegurar que era porque estaba de buen humor.

-¿Y… has sabido algo de los chicos…?- preguntó de forma indiferente. Theo tenía más conocimiento de lo que sucedía allá afuera y sin los chismoteos innecesarios del profeta.

-No mucho. Creo que Zabinni emigró a Italia con su madre. Parkinson se comprometió con un heredero o empresario de Brúcelas, la verdad no tengo idea de que rayos es, pero seguro debe ser igual de vacío y bobo si se va a casar con ella… en cuanto a Goyle… creo sigue en prisión, no lo sé; pero poco importa porque seguro ya no tarda en suicidarse. Tenía la cara tan metida en el trasero de Crabbe que…-

-No sabías donde terminaba y comenzaba el otro- ahora fue el turno de Theo de asentir.

Era lógico. En un mundo de conveniencias y valor a las apariencias, era raro encontrar genuina amistad, pero, aunque era decepcionante saber lo poco que les importó a esas personas. "Pero él sigue aquí" se dijo sintiendo orgullo de aun conservar a Theo.

Theodore Nott, su extraño amigo de la infancia. Si bien es difícil tratar con él por su carácter ermitaño, hosco y seco, encontraba un gran confidente en él sin la necesidad de estarse exhibiendo como Zabinni o babeando el piso con lisonjas como Parkinson. No hablaba de otra forma que no fuera con aticismo, pero al menos, sabía que, sin duda alguna, podía confiar en él.

-¿Y tú que te traes con mi madre? ¿quieres ser su segundo esposo mientras mi padre está en prisión? - Theo arrugó la nariz -¿Debería comenzar a llamarte papi?-

-Desagradable. Vuelve a decir eso y te arranco la lengua. Tu madre es una dama refinada y buena compañía. También prepara un té de frambuesa y cardamomo delicioso. Si me disculpas-

-¿O sea que no estoy invitado a tomar el té?-

-Claramente no. Tú tomas cualquier té con leche y lo encuentro repelente. Deberías avisar con anticipación la próxima vez y tal vez podamos agendarte cita-

-Ya. Toma mi obsequio para el camino- le hizo una seña obscena con ambas manos y Theo lo ignoró olímpicamente caminando de regreso a la casa.

-Nos vemos mañana Draco- dijo regresándole la cortesía y el rubio volvió a sonreír. Cualquier pensamiento sobre la muerte se había ido y se sentía mucho más ligero de lo que se encontraba por la mañana.

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-Te lo imploro…- dijo con temblorosa voz al borde del llanto. Theo apretó sus manos sobre su regazo y mordió el interior de su mejilla tan fuerte hasta que sangró.

Era demasiado para absorber.

-Narcisa yo no puedo- cerró sus ojos y sus palabras se reprodujeron de forma cíclica en su cabeza.

"-Draco morirá, Theo. No hay vuelta atrás a ello. No sé quién o que lo provocará, pero pasará. No puedo evitar su muerte, pero puedo evitar que muera completamente ¿no sé si me explico? He estado buscando desesperada una solución y creo que la he encontrado, pero había esperado que fuera el último recurso ya que es infame lo que planeo hacer… si algo llega a pasarme o no encuentro otra solución … ¿puedo contar contigo que cuidarás de él? ¿puedes jurármelo? –"

"No puedo…" se repitió exhalando todo el aire contenido en sus pulmones.

-Eres el único en el que puedo confiar, Theodore. No te pediría algo de esta magnitud si no fuera algo de vida o muerte. Es por Draco, mi dragón, TU amigo…-

Se levantó y caminó hacia el fuego con sus manos tras su espalda.

"Por Draco, ¿huh?" se dijo con sorna recordando todo lo que hizo en el pasado con ese lema. Mentir, timar e incluso traicionar a su propio padre por Draco. Caramba, era la única persona en el mundo a la que había querido pues era el hermano que nunca tuvo. Siempre juntos en las sombras, brindándose fortaleza cuando todos los demás les daban la espalda; una relación inusual y excéntrica que nadie comprendía y aun así, se veía imposibilitado a cumplir con lo que esa mujer le pedía.

-Theodore Cantankerus Nott. Como tu madrina y una madre que ha velado por tu seguridad, te ordeno esto. Si has estado agradecido con lo que he hecho por ti y quieres saldar la deuda que tienes conmigo, no tienes opción- su voz severa consiguió estremecerlo con los recuerdos del ayer y sus ojos se humedecieron.

Había sonado casi como su difunta madre, aquella dulce mujer sin rostro que perdió siendo tan pequeño y a quien buscó en cada gesto gentil de Narcisa Malfoy.

"Que bajo recurrir a eso" le dijo su lógica, pero era ruin y retorcido el plan que le estaba proponiendo… debía estar desesperada.

-¿Qué necesitas que haga?-


*[*]*Actualidad*[*]*

Ese día, Draco se sintió con ánimos de dibujar frente al gran lago que se encontraba tras Malfoy manor.

Su madre estuvo muy afectiva esos días y se sentía muy feliz como un pequeño celebrando navidad, año nuevo y cumpleaños al mismo tiempo.

Era lindo bailar con ella como en aquellos viejos bailes de beneficencia que organizaban cada semestre, comer su inigualable tarta de manzana, única en su clase con esponjoso pan de canela y manzanas caramelizadas por encima, incluso en la mañana secó su cabello dando pequeños masajes con una toalla. Podía sentir sus delicados dedos hacer su trabajo y tiernos besos en la coronilla y más abrazos de los que había recibido en la vida.

Podía sentir que estaba asustada, pero no sé explicaba de que podría tratarse.

Recordó la visión que le contó y se vio atrapado en un bucle de pensamiento. Ya que, si bien creía en su don y como en el pasado todas sus visiones se hicieron realidad, el mismo don le impedía aceptarlo por ser la maldición de Casandra.

Negó con la cabeza y prefirió dejar vagar sus pensamientos por caminos más agradables. Cómo los halos de luz que traspasaban las hojas o las libélulas de halas tornasoles se posaban ligeramente sobre el agua del lago de aguas oscuras.

Bastante calmo y pacífico, que estuvo complacido con sus bosquejos.

"Serán un buen añadimiento al cuarto de té" se dijo pasando la hoja, listo para hacerle un retrato al pequeño abedul que comenzaba a crecer. El lago era toda una constelación de vida submarina que captar todo lo que estaba sucediendo, era tarea difícil y aunque todo parecía marchar bien, su lápiz se detuvo abruptamente al ver una sombra distorsionada en el agua.

-¿Goyle?- preguntó sorprendido de verlo ahí.

¿Cómo había traspasado la seguridad de la mansión? La barrera mágica nuevamente puesta debería exterminar a quien no era invitado o que tuviera la propia sangre Malfoy.

Su corazón comenzó a agitarse al ver sus manos manchadas de algo extraño y oxidado, muy parecido a la sangre seca…

No parecía el mismo chico bobalicón y descerebrado que lo acompañó en sus fechorías infantiles. Tenía una mirada peligrosa y un atisbo de locura que se le puso la piel de gallina -¿q-que haces aquí?- "Mierda" maldijo por su tartamudeo; el miedo comenzaba a crecer.

-Hola Draco, tu padre manda saludos...-comenzó a sudar frío. ¡¿Su padre?! Su pecho se contrajo con una punzada de dolor –ayúdame a entender algo… todo iba tan bien a inicio de año, pero tú y tu familia tenían que echarlo a perder... Un nido de ratas cobardes y rastreras... De no ser por ti Crabbe estaría vivo y seguramente "el" también...-

¿Qué debería hacer? El ministerio le retiró su varita y a su madre cuando les dieron libertad condicional. Estaba solo, indefenso y era la mitad de hombre que su descomunal ex –compañero… Su corazón latía con tanta fuerza que sentía que se saldría por sus orejas.

-¿Sabes cómo es Azkaban? Es una pesadilla de la que no puedes despertar. Una y otra vez la dura piedra te carcome como buitres tomando bocados de tu carne... ¿Porque tú no fuiste también? lo merecías al igual que nosotros... -

-Yo no mate a nadie...- dijo desviando la mirada recordando las catacumbas donde había hechizos de protección. Ahí estaría seguro. Si tan solo pudiera distraerlo el tiempo suficiente para poder escapar…

-¿Eso dijiste en el ministerio?- Draco no contestó y dio un pequeño paso atrás esperando que no lo notara – y si así fuera ¿eso te hace menos culpable? Tienes la marca en tu brazo, como yo. Torturaste personas "inocentes", como yo, confabulaste por la causa, prestaste tu casa… pero aquí estás. En tu humilde mansión, viviendo tranquilo, comiendo 3 veces al día y sin preocupación... Fuiste un pésimo mago y también un pésimo mortifago, sin embargo, no hay nada en tu contra. ¿Dónde está lo justo en eso? ...-

Sus manos en puño eran una muy mala señal. Si lo arrojaba contra su cara estaba perdido. Al menos 30 Kg de diferencia de llevaba. Era un gigante descomunal y percibió como el ácido subía por su garganta.

El terror era real. Estaba desarmado y cuando menos lo sintió algo de estrelló contra su cráneo.

Se tambaleó escuchando un zumbido fuerte y nada más. Todo daba vueltas y su conciencia estaba deslizándose penosamente fuera del combate.

Pudo sentir como era arrastrado de regreso al lago y las gruesas manos de Goyle estrujaban su cuello. No podía respirar y solo consiguió soltar un descompuesto sonido estrujado.

Sus manos rasguñaban y lanzaban manotazos a diestra a siniestra, pero el golem no se movía, era como una enorme muralla inamovible. Como si no estuviese en los suficientes problemas, su cabeza se estrelló contra el lago.

¿Qué pasaría primero? ¿Su cuello se ropería o se ahogaría en 30 cm de agua?

Forcejeó y luchó cuánto pudo, pero su fuerza estaba mermando con rapidez. Nunca podría moverlo y en su desesperación de buscar una solución, solo alcanzó a ver su rostro enloquecido a través del agua y como vociferaba palabras que no alcanzaba a entender.

El agua llenaba sus pulmones y su garganta estaba cerrada.

Su madre tenía razón. Iba a morir de una forma lamentable y se sintió arrepentido de tantas cosas que no pudo hacer. Cantar una canción en público, trenzar el hermoso cabello de su madre, ir al jardín floral Keukenhof, besar un chico… Tantas cosas que ya no importaban.

Lo único verdaderamente triste era dejar a su madre sola. ¿Cuánto sufriría cuando se entera? Le partía el corazón.

"Al menos pasamos unos días invaluables..." Se dijo a modo de disculpa. La vida se le escapaba y tenía mucho miedo.

No quería morir, no ahora que comenzaba a tener paz. Que descubría nuevas cosas y sentía esperanza... ¿Dónde estaban los héroes cuando se le necesitaban?

"Ayúdame... Harry..."

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Atentar a la naturaleza no era un juego de niños, pero el tiempo se agotaba y no había otra opción.

Tenían solo 5 minutos para completar el ritual si no, su esfuerzo sería en vano y Draco no podría ser salvado.

-Mi bebe…- musitó con el corazón roto haciendo un corte profundo en la palma de su mano marcando con su sangre los 5 puntos del pentagrama justo por encima de las runas antiguas. Una vez, terminado, besó con mucho cariño su frente y lo sostuvo en sus brazos por una ultima vez –cuida mucho de mi niño, Theo…-

El chico flemático cuyo rostro casi siempre era una mascara insondable, se mostraba tan asustado. Asintió con un leve movimiento de cabeza y le dio un poco de lastima por dejarle semejante carga; sin importar su madurez mental, seguía siendo un niño.

Armándose de valor, tomó el mismo puñal de plata de su padre y lo hundió en su pecho justo donde se encontraba su corazón. Una sacudida con un látigo de adrenalina la invadió con forme comenzaba a manar su sangre. Una punzada atroz, agonía, brasas envolviendo su cuerpo con un dolor que se expandía en ecos.

Con voz segura, comenzó el cantico que debía repetir de memoria palabra por palabra:

"De muerte y pesar te salvo.

De frialdad y oscuridad te visto.

De crepúsculo y amanecer te protejo.

Con amor te arranco de los brazos del olvido.

Renuncia a tu carne y al latir de tu corazón.

De sangre mueres y de sangre renaces.

Con este sacrificio mi alma entrego a cambio de la tuya.

Despierta a tu nueva vida...

Draco..."

Narcisa tras terminar de recitar el encantamiento, cayó al suelo sin vida.

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Puedes trazar el camino con buenas intenciones, pero otros siempre se esfuerzan por bañar de sangre las pisadas…

Theodore Nott nunca fue afecto a mostrar sus emociones, de hecho, si contaba las veces que había llorado en su vida, le sobrarían 2 dedos de su mano.

La primera vez fue cuando su madre murió cuando tenía solo 7 años, la segunda cuando rompieron su corazón en honeydukes y la tercera eran justo en ese momento.

Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras depositaba el cuerpo inerte de Narcisa en su sepulcro familiar. Dijo que lo haría y no tuvo ninguna duda durante el ritual. La mujer más gentil, valiente y maravillosa que conoció después de su madre se había ido, pero al menos consiguió su cometido de salvar a Draco.

Ella cumplió y ahora le tocaba a él cumplir su parte.

Draco ya no respiraba, pero las señales en su cuerpo de violencia se atenuaron y su cabello adquirió un peculiar brillo inmaculado. La marca en su cuello que puso fin a su vida permanecía como una estela plateada… solo lucía como si estuviese dormido.

Había aceptado lentamente la sangre drenada de Narcisa que cuando hubo terminado, lo colocó ahora a él en un cuarto oscuro donde evitaría a toda costa la luz del sol.

No tenía idea de cuánto tiempo tendría que cumplir su papel como guardián, pero no había inconvenientes; ahora Draco era la única familia que le quedaba y una promesa de vida, era una promesa cumplida.

 

Notas finales:

Es todo por el momento pequeños! espero que se les haya puesto la piel de gallina como a mi jeje XD

¿Han escuchado la canción de nostra morte "Persefone"? es buenísima y una gran inspiración para esta historia jeje :P

Les mando besitos y nos leemos prontito! :*


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