El frío calaba, pero Minho era capaz de ignorarlo. Su atención estaba totalmente centrada en la ventana de la pequeña casa que tenía en frente. La imagen era cálida, a diferencia de afuera. La luz amarillenta típica de la temporada decoraba el interior. Los copos de nieve habían escarchado el vidrio, dándole la apariencia de estar viendo el marco hacia una historia de navidad que se estaría llevando a cabo dentro de esa casita.
El frío calaba, pero no era eso lo que estaba lastimando a Minho. Era la incertidumbre, el miedo, a no saber qué le esperaba del otro lado de esa ventana. Así que se limitaba a sólo mirar como un espectador, esperando ser participe, pero sabiendo que eso sólo podría pasar en la ficción.
Soltó el aliento al ver la visión que esperaba encontrar en aquel momento que decidió mirar por la ventana. Del lado izquierdo, se asomó la estilizada figura de un hombre joven. Estaba terminando de decorar el pequeño árbol de navidad que había dentro de esa habitación. Envolvía el árbol con una guirnalda de oropel, haciendo bailar los adornos y luces que ya colgaban en las ramas.
Taemin.
No logró suprimir su sonrisa, aunque sus temores siguieran en la parte de atrás en su mente. Ver a Taemin se sentía cálido. Taemin siempre había sido cálido. Incluso en su primer encuentro.
Minho terminó regresando a aquellas épocas, recordando como solían ser. No habían sido el primer amor el uno del otro, los dos eran demasiado jóvenes en ese momento. Cualquiera diría que, simplemente se habían conocido antes de tiempo. Minho no lo creía así, se habían conocido justo en el momento correcto para tener una infantil amistad que con el tiempo adecuado crecería para volverse más.
-Hyung, ¿a dónde vamos? Sabes que no debemos ir al arcade, a tu mamá no le gusta que juegues conmigo.- A pesar de ser más pequeño, Taemin intentaba detener el andar de Minho, enterrando los talones en el suelo.
-A mi mamá no le gustan ninguno de mis amigos. No importa, a mi sí me gustas tú. Además, no vamos al arcade. Descubrí una cabina de fotos cerca, quiero tener una foto contigo Taemin.- Le guiñó el ojo, logrando sacar una risita boba al menor.
-¿La decoraremos con stickers como todos lo hacen?- Entonces Taemin olvidó su protesta, disfrutando de nuevo el ser arrastrado por la mano de Minho.
-Si, y tú tendrás una foto conmigo, y así siempre estaremos juntos aunque yo vuelva a mudarme de casa.- Le aseguró, soltándole un segundo para revolverle el cabello, sin embargo volvió a tomarle de la mano lo antes posible.
-De acuerdo hyung, vamos.
Esa foto había permanecido en la cartera de Minho por tantos años, incluso después de haberse mudado y perdido contacto con Taemin. Sólo habían sido niños entonces, y así permanecieron en esa foto, que con el tiempo ganó dobleces raídos, pero también ganó significado.
Su familia debió haberlo sospechado entonces, Minho después de todo era diferente, no cabía en el molde de la familia perfecta que tenían, por más que lo hubiese intentado. Trató de ser un buen hijo, con intereses mesurados y perfectos como tanto se lo profesaba. Trató de sonreír cuando le decían qué era lo siguiente que debía cumplir en la lista de cualidades que no tenía. Trató de enamorarse de la persona que le dijeron sería perfecta en su vida. Siempre trató, y nunca lo logró.
Y entonces había ocurrido, su familia había descubierto su mayor imperfección, la verdadera razón de por qué no cabía en el molde. El que no le aceptaran tal y como era, había sido casi tan doloroso, como el echo de que también cortaron cualquier tipo de lazo que tenían con él. Ni siquiera eso le permitieron, él nunca decidió, no pudo decir que por su propio bien debía alejarse de ellos. Ellos lo alejaron primero.
En ese momento, cuando más se sentía sólo, perdido, sin saber quién era o dónde se encontraba parado, Taemin volvió a aparecer en su vida, como el ángel risueño y malhumorado que siempre había sido.
-¿Minho? ¿Choi Minho?
Alzó la vista, topándose con aquel rostro angelical que nunca olvidó.
-¿Taemin?
-Oh hyung, si eres tú. No puedo creerlo.- Exhaló con sorpresa, rápidamente tomando asiento en la mesa que Minho había tomado para sí mismo. -No me enteré que volviste a la ciudad, mamá no me ha dicho nada de que hayan vuelto. ¿Se mudaron de nuevo a su antigua casa?- La emoción de ver de nuevo a su viejo amigo brotó en cada sílaba que pronunció.
-…No Taemin, yo no…- Tuvo que tomar algo de aire para poder continuar; hablar de su familia todavía se sentía como una herida recién abierta. -Ya no hablo mucho con ellos.- Masticó el interior de su mejilla, esperando que Taemin no le cuestionara.
-¿Hyung, ocurrió algo?- Pero Taemin genuinamente tenía curiosidad, su viejo amigo estaba de regreso, y solo, cuando su familia siempre había sido del tipo de moverse como un solo bloque. Era extraño, por demás.
-No soy…lo que ellos esperaban que fuera.- Tragó saliva, no atreviéndose a mencionar la situación por lo que era. Ya había perdido a su familia, era obvio que perdería aquella vieja amistad, las cosas simplemente así lo eran.
-Que tontería.- Taemin exhaló con el ceño fruncido. -Por supuesto que no eres lo que esperaban, eres tú, no una extensión de ellos mismos y sus sueños.- Tal vez lo hizo consciente, o tal vez no, pero Taemin subió la mano a la mesa y deslizó sus dedos entre los de Minho que descansaban inertes sobre la mesa. -No necesitas estar cerca de nadie que no te quiere por quién eres.
Sostuvo el aliento, contemplando por primera vez quizás lo que era una sonrisa de apoyo y cariño. Quizás Taemin si era ese ángel que parecía ser, con su risa que invadía todo y le hacía olvidar el dolor.
-Gracias Taemin.
Enamorarse de él había sido tan fácil. Taemin navegaba entre la luz y la oscuridad, enseñándole a Minho lo que era estar y sentirse completo en todo momento, bueno o malo. E incluso, en los días muy malos, cuando no podía dar ese extra de sí mismo, Taemin había estado ahí a su lado, ofreciéndole su persona como compañía y promesas de ser su ahora nueva familia. Minho sabía en ese momento que no necesitaba de nadie que no lo quisiera, porque estaba en la vida de quienes sí lo querían.
Cuando tuvieron su primer beso no se sintió erróneo, o cielos no; por primera vez en su vida Minho sintió que todo había estado perfectamente bien, y en su lugar. Ya no tenía que mirar por encima de su hombro, tratando de esquivar miradas desaprobatorias. Tampoco había tenido que esconderse del chico a quien besaba, esperando que su desliz fuera olvidado. De cualquier forma, Taemin jamás lo hubiese permitido, después de todo cuando se le metía algo en la cabeza no lo dejaba ir. Y Taemin había decidido conquistar el corazón de Minho. Si tan sólo hubiese imaginado que desde el momento en que le ofreció su mano, ese corazón ya había sido conquistado.
Rehacer su vida a partir de ahí fue mucho más sencillo, sintiéndose entero y en compañía de un ángel. Regresar a estudiar, cumplir sus metas, todo se sintió como si siempre hubiese estado destinado a hacerlo, en vez de ser forzado a cumplir una lista punto por punto. naturalmente, con el tiempo empezó a desear las cosas de manera un poco más tangible, preguntándose si Taemin se haría las mismas preguntas que él.
-¿Deberíamos modificar nuestros papeles, para que seamos el beneficiario del otro?- Una tarde cualquiera de atrevió a traer el tema a conversación, tratando de rodear la pregunta que realmente quería hacer.
-Me encanta cuando hablamos de nuestros testamentos, Min.- Taemin rodó los ojos, dejando una carcajada esconderse detrás del té que tomaban siempre a la misma hora. -Cariño, no me importa nada de eso…- Entonces cambió su compostura. -Ahora bien, si lo que estás tratando de decirme es, que quieres todo lo que incluye la experiencia de ser un matrimonio, entonces te diré que si.
Alzó el rostro, sorprendido. Taemin siempre era bueno para leer entre líneas, descubriendo cada uno de sus temores que no le dejaban hablar. Tomó su mano, aliviado de la calidez que siempre podía sentir cuando se tocaban.
-Es lo que quiero, poder casarme contigo, tener derechos como tu pareja y tú mi pareja.- Confesó.
-Entonces hagámoslo.- El menor alentó, acercándose un poco más a Minho, provocándole a hacer quizás una traviesa locura. -Escojamos un lugar: Francia, España, América, Sudáfrica, Australia. Hay muchos lugares donde podemos casarnos. Unas cuantas personas, mis padres y mi hermano, tu jefe, no lo sé, a quiénes escojamos de testigos. Será divertido.
Quizás fue el entusiasmo de Taemin, o las locuras no lo parecían tanto cuando estaba emocionado, pero no tuvo razonamientos para decir que era una mala idea. Entrelazó sus dedos con los de Taemin, besándole.
-Hagámoslo.
Aún así, teniendo la vida que tan en secreto había deseado por tantos años, teniendo la compañía de personas que sí le querían tal cual era, sabía que una pequeña parte de él anhelaba aquello que no tenía. A su familia de sangre. Minho siempre se sintió limitado a hacer lo que ellos le dictaminaban, incluido el olvidarlos. Así que admitirse para sí mismo, que el no desearlos en su vida, era distinto a saber que no los necesitaba y tenía una vida mejor sin ellos, había sido una dolencia que pospuso por demasiado tiempo.
-No lo entiendes.
-Trato de hacerlo, sólo no me dejas escucharte.
Minho exhaló, sintiéndose frustrado y cansado. ¿Cómo podía estar peleando con Taemin a tres horas de casarse? No podía permitirse eso, no podía dejar que su familia interviniera de nuevo en su vida.
-Deseo que estén aquí.- Admitió. -Sé que jamás lo harán, soy todo lo que detestan, pero no puedo evitarlo. Yo…No puedo.
Escuchó a Taemin exhalar, aceptando el abrazo que le regaló en un intento de consuelo.
-Tu hermano quería estar aquí.
Solo fueron cinco palabras, pero Minho sintió que la mitad de su vida fue revuelta. Miró a Taemin, contrariado. ¿Qué rayos significaba eso? Taemin no tenía idea de cómo era su hermano desde hacía años, ¿cómo podía decir eso?
-Hablé con él Min, le dije que nos íbamos a casar.- Confesó. -Él fue el primero en acercarse, a decir verdad. No sé cómo supo que estábamos juntos, ni hace cuánto. Pero antes de viajar, me pidió que nos encontráramos.- Buscó sentarse en la cama, extendiendo la mano para tomar la de Minho y guiarlo a su lado. -No creo que haya querido hablar conmigo, pero no tiene idea de cómo acercarse a ti de nuevo. Yo, lo invité a la boda, aunque supongo que era de esperarse que no pudiera venir. No es tan sencillo liberar una semana para viajar a otro país por una boda…- Torció la boca, esperando que el shock de Minho pasara pronto. -Creo que en realidad no vino, porque temía que no lo quisieras aquí. Te dejó una carta. Pensaba dártela está noche, no quería que estuvieras triste antes de la boda…Supongo que debí dártela mucho antes.
-¿Qué?- Al fin pudo salir de su estupor, mirándole y entendiendo lo que estaba diciendo. -Taemin, no, lo entiendo. Hiciste lo que pensaste era mejor para mí. Debí haberte dicho mucho antes cómo me sentía. Debí…Debí haber dicho muchas cosas mucho antes. No sólo a ti, a mi hermano, a mis padres…
-Aún puedes hacerlo, nunca es tarde Minho.
-Lo haré, pero después de nuestra boda. Casarme contigo es lo que más deseo en este momento.
La vida a lado de Taemin parecía tan sencilla y perfecta. Verle, escucharle, le motivaba a mejorar en esos pequeños aspectos que le lastimaban, y así podía vivir de una manera más cómoda y feliz.
Recordar, sin embargo, cómo se habían asentado las cosas entre ambos, era lo que Minho llamaba el principio del fin.
Si tan sólo no hubieran estado tan dispuestos a dar el primer paso…No, decir eso era cometer un sacrilegio. Estaba enormemente feliz de haber dado el siguiente paso en su sueño de su propia familia feliz.
-Minho.
-Taemin.
Ambos se miraron, sorprendidos de haber hablado al mismo tiempo cuando el resto de su hogar estaba en tal silencio. Por primera vez observó el verdadero nerviosismo en Taemin, escondiendo la mirada y jugando con la punta de sus dedos.
-¿Taemin?- Se desplazó hasta sentarse a su lado, halándole para tenerle cerca de su pecho.
-Minho, quisiera tener un bebé.
Exhaló por lo bajo, agradeciendo que él y Taemin estuvieran en la misma página con respecto a sus sueños.
-Yo también lo quiero Taem.
Entrar en listas de adopción había sido mucho más fácil de lo temido, tenían amigos que les estaban apoyando con el sistema, tenían colegas y conocidos que intercedían en su nombre. Tenían todo de su lado, quizás provocando que Minho creyera que todo lo que llegara a sus manos sería una nota de la buena suerte que tenía en su vida.
Despertó de sus recuerdos cuando vio al Taemin real desaparecer de su vista. Se había desvanecido dentro del pasillo de la derecha de su casa, como siempre hacía cuando estaba revisando la habitación del bebé que tanto deseaban tener. Recordarle siempre se sentía bien hasta que llegaba a sus recuerdos más recientes. Entonces realmente se preguntaba qué tanto se había equivocado, qué tantas decisiones no debió tomar en cuanto las vio llegar, porque lo cierto es que ya no tenía a quién más culpar.
-¿No vas a decir nada?
-¿Qué puedo decir?
Minho notó que Taemin estaba frustrado, sin decir lo que realmente estaba pensando. Pero si él no deseaba hablar, Minho si. Esta era la mejor oportunidad que le estaban ofreciendo, no podía simplemente cerrar la puerta.
-Amor, tienes que comprender. Soy el más joven en el departamento de investigación, y han decidido financiarme. Decir que no acepto, es tirar todo lo que he hecho a la basura.
-¡Es manipulativo Minho!
-¿Por qué tengo una pareja formal y estoy esperando poder adoptar un hijo contigo? Si Taemin, es muy manipulativo.- Alzó las manos, en desesperación. -Sabes que siempre es más sencillo escalar puestos cuando tienes familia propia, y ellos están tomando en cuenta mi situación.
-Entonces sólo por eso te casaste conmigo.- Suspiró, desencadenando en Minho un bufido.
-No, sabes que no. No pongas palabras en mi boca Taemin.- Se tiró del pelo, pensando en cómo una noticia tan sencilla había comenzado una gran pelea. -Pero me siento visto, y que saben que estoy en esto en serio. Esta oportunidad es algo bueno.
-Lo sé, sólo digo que no pudo llegar en peor momento.- Jadeó. -No es seguro aún que permitan que traigamos a Subin a casa, e incluso aunque lo tengamos con nosotros pronto, sabes que no es tan sencillo que nos permitan adoptarlo. ¿Qué haremos si te vas mientras tanto?
-Es un viaje de trabajo, ¿qué podría ser mejor referencia para un hogar adoptivo que sus padres tengan la estabilidad económica para criarlo?- Le tomó de las manos, esperando transmitirle la confianza que él mismo estaba sintiendo.
-Quizás que sus padres vivan junto a él en cuanto sea adoptado. Pero quieres mudarte al otro lado del mundo.- Susurró, soltándose de las manos del mayor. -No tengo nada más que decir, Minho. Es claro que te has decidido, y no puedo interponerme ante eso.
Esa noche la discusión terminó ahí, pero no se detuvo. Siguieron discutiendo los siguientes días, conforme la fecha se acercaba. Quizás en los únicos momentos que tenían tregua, eran los días que visitaban al pequeño bebé del cual se habían enamorado. Minho siempre llevaba consigo la foto del día que al fin lo llevaron a casa. Esa foto, junto a su primera foto con Taemin jamás lo abandonaban.
Abandono.
Miró de nuevo por la ventana, recordando su hogar. A pesar de las renuencias de Taemin, había decidido partir a su viaje. Y, aunque no estaba de acuerdo, Taemin había puesto mucho de su parte para lograr mantener todo lo mejor posible. Las visitas de servicios infantiles estaban al tanto de la situación, Minho también siempre se mantenía en comunicación, asegurándo que la adopción sería completada en cuanto él estuviera de vuelta. Pero nadie se esforzaba tanto como Taemin lo hacía, y Minho podía verlo ahora, cómo era que todo simplemente fue cansando más y más a su lindo ángel hasta que no quedó nada de ese ser risueño. Peor aún fue cuando descubrió que Taemin tampoco tenía energía ya para discutir, ni una pizca de su lado malhumorado brilló para señalar que habían tenido, después de una discusión, tres semanas sin intercambiar llamadas.
Empezó a preocuparse cuando Taemin también dejó de responder sus mensajes de texto. No tuvo cabeza para seguir haciendo su investigación el día que se dio cuenta que tenía ya cinco meses sin recibir ni una foto de su hijo. Parecía que Taemin había sido perdido en acción, excepto que de vez en cuando en sus redes sociales alguna que otra imagen de su vida diaria junto al pequeño. Si tan sólo hubiese tenido el valor de hablarle por ese medio.
Pero Taemin ya no tenía fe en que las cosas estarían bien, y Minho entraba cada vez más en pánico.
Así que aquí estaba, una mañana de navidad, después de haber mal cerrado su investigación con tal de volver antes a casa. Con temor a enfrentar las consecuencias de sus recientes decisiones. Se hubiese mantenido más tiempo mirando por la ventana, la cálida imagen de su casa, dudando de si entrar o no. Si no hubiera visto a Taemin regresar a la sala, con su hijo en brazos. Hacia tanto que no lo veía, físicamente no lo cargaba desde que Subin tenía seis meses de edad. Ya debía de estar pasando los dieciocho.
Le picaban las manos por tenerle en brazos, por tener a Taemin también a su lado. Reunió un poco del valor que alguna vez tuvo, aceptando el abandonar aquella ventana y dirigiéndose a la puerta. Era el momento de la verdad, averiguar si acaso las cerraduras no eran nuevas, y una nueva familia se encontraba adentro. Una familia de la cuál él no era parte.
Pero la puerta cedió, ante la llave que giraba a la cerradura. Minho se preguntó si quizás esa era una señal de que todo aún podía mejorar. Frente a él, Taemin miraba con ojos abiertos por la sorpresa a la puerta, sus brazos cubriendo al no tan pequeño bebé. Su bebé, su hijo.
-¿Minho?
Un paso dio hacia adelante. Uno solo, antes de dudar y detenerse. Minho sintió el dolor acuchillarle. No podía pedirle que se acercara corriendo sin dudarlo, porque nuevamente sería exigirle demasiado. Lo sabía.
Todo este tiempo, Taemin había sido su salvador, enseñándole el camino a recorrer, tomándole de la mano. Pero está vez no podía culparle por ya no hacerlo. Él mismo había tomado decisiones, y hacerse responsable era lo preciso. Esta vez él debía acercarse primero, consolarle mientras le aseguraba que haría todo por hacerle ver el mundo de nuevo bueno.
-Regresé a casa.- Exhaló, siendo precavido al caminar hacia el hombre. Ante la muestra de incomodidad se detendría, pero Taemin parecía no poder emitir respuesta alguna ante su presencia.
Le abrazó, rodeando a ambos Taemin y Subin entre sus brazos. Sólo así olvidó el frío de afuera, sintiendo por primera vez en mucho tiempo algo de calor. Al fin entre sus brazos, lo que tanto había deseado, y pronto olvidado. Su propia familia, que le amaba, porque podía sentirlo, Taemin aún le amaba. Y se veía reflejado en el llanto que escuchaba, y que mojaba su hombro.
-Dios, creí que nunca te darías cuenta…- Le escuchó lloriqueando. Taemin a penas y podía hablar falto de aliento, y aún así lo estaba intentando.
-¿Qué estaban saliendo de mi vida? Jamás pasaría desapercibido, no en esta vida. Taemin, eres mi todo, y cuando desapareciste…Cuando me di cuenta que Subin se iría contigo, no quería vivir sin ustedes. No podía pasar más tiempo sin ustedes.- Admitió. -Siempre quise tener una familia que me amara, y te encontré a ti. Creí que estaba bien que pusiéramos todo en pausa por un tiempo, pero no puedo pedirte más de todo lo que ya me has dado. Ahora lo sé.
Exhaló, despegando el rostro del rincón en Taemin dónde se había escondido. El infante que había sido atrapado emparedado entre los dos le miraba con curiosidad, atento al rostro de Minho. Le tomó un minuto dejar atrás su timidez empezando a vocalizar algo, que Minho definitivamente no entiendo, pero provocó que Taemin riera, limpiándose las lágrimas para seguir adelante.
-Si, es él amor. Papá está en casa.- Le explicó al bebé, girándose para permitir que Minho viera que sobre la mesa, a lado de la sillita alta para bebé, una foto enmarcada les acompañaba en cada comida.
Quizás, después de todo, Taemin no había perdido la fe en Minho. No aún. Solo necesitaba que el hombre se diera cuenta. Minho les abrazó de nuevo, aplastando a su familia entre sus brazos, amando el saber que no todo estaba perdido.
Fin