"Konohagakure"
se leía en la entrada, el letrero dislumbraba por el azul neón con que se encontraba decorado, bastante llamativo, quien sea que lo hubiese colgado ahí sabía cómo llamar la atención.
De inicio, un apático Sasuke Uchiha le había parecido un lugar de perdición y éxtasis mundano como cualquier otro en la zona; sin embargo, algo le había generado curiosidad y repentina necesidad por permanecer cerca, así que sin ceder totalmente, simplemente bajó la velocidad.
Por el retrovisor del auto, divisó una delgada figura con cabello corto, a la altura de los hombros y ropa sugerente entre las sombras; frenó en seco al visualizar como aquella silueta parecía discutir con alguien más, con un hombre, uno corpulento y notablemente más alto, quien tiraba de su brazo para acercarle más a su cuerpo. El joven Uchiha sólo observaba con algo de distancia, no se atrevía a entrometerse pues detestaba ensuciarse en peleas callejeras, esos días habían terminado una vez había graduado la secundaria, ahora era un hombre hecho y derecho, un respetable hombre de negocios y debía mantener tal postura.
Sin embargo, aquel grandulón tiró del cabello de su aparente acompañante y supo que debía hacer algo, no importaba de quién se tratara no podía quedarse de brazos cruzados simplemente observando; bajó de su auto sin siquiera apagarlo y caminó a pasos rápidos hacia la riña, a pocos pasos de llegar notó como la delgada figura proporcionaba un fuerte puñetazo en el estómago a aquel hombre y posteriormente golpeaba con la rodilla su entrepierna, zafándose del agarre, dejándolo retorciendo de dolor.
Mientras el que parecía más alto y fuerte se encogía en el suelo, aquella figura le escupió con asco. Sasuke Uchiha pudo ver a la persona desconocida de cabellera rosa dar una última patada en la cabeza del hombre para después decirle algo que no logró entender, pero por su expresión corporal, no parecía nada lindo.
Mientras más se acercaba, la delgada silueta se alejaba, estaba preocupado y quería preguntarle si estaba bien pero justo a punto de tomarle por los hombros, la otra persona giró el rostro ligeramente para mirarle de soslayo.
Una mirada frívola y desinteresada, una brillante mirada azul cual topacio, como el cielo despejado, una mirada seductora que hacía juego con un rostro pálido de rosadas mejillas y labios rojos, de los cuales oyó un contundente "piérdete" para después caminar bajo aquellas letras neón.
Algo dentro del joven de cabellos oscuros se había movido y aquel lugar de pronto parecía llamarle. Desde donde estaba, podía escuchar fuerte y claro la música proveniente del interior del recinto, nunca se había considerado un hombre de fiesta o buen bailarín, ni mucho menos, pero la necesidad de ingresar aumento al ver como la estrecha cintura y definidas caderas de la persona que acababa de entrar se iba perdiendo en la oscuridad, no sin antes dedicarle una última mirada que lo dejó helado.
Desafortunadamente, como el hombre responsable que siempre había sido, salió de su estupor para darse la vuelta y volver a su auto que acababa de recordar, dejó encendido por bajar a ayudar a aquella damisela; subió a su auto y condujo a casa. Tenía trabajo al día siguiente y no podía darse el lujo de faltar por un par de ojos encantadores y unas torneadas piernas bajo unos shorts de cuero que dejaban asomarse el inicio de sus glúteos.
El joven Uchiha sacudió la cabeza alejando todos esos pensamientos tan extraños, dedicó una última mirada a las letras neón elevadas sobre aquel curioso recinto y luego a la oscura entrada por donde había visto perderse aquella acinturada figura de cabellos rosas y se lamentó un poco, sólo un poco el ser tan apático y responsable.
Al llegar a casa se metió a la ducha, dejó que el agua fría se llevara el estrés y la pesadez de su cuerpo, se llenó de jabón para remover la suciedad y el sudor del día. Al cerrar los ojos, la mirada fría de aquella damisela le hizo una fugaz visita a su mente; de manera inconsciente, bajó su mano derecha hasta su miembro, que para su sorpresa estaba despertando.
Se auto-acarició, muy despacio desde la base hasta la punta, aprovechando la humedad de su cuerpo. Trató de recordar a detalle aquella delicada figura de pies a cabeza.
Recordó su cabello rosado cayendo sobre sus delgados hombros, un flequillo en la frente, ojos azul topacio, a Sasuke le gustaba mucho ese color y en aquel sonrosado rostro quedaba muy bien; continuó recordando los finos labios, rojos como cereza murmurándole valientemente que se largara. Suspiró fuerte y pesado.
La mano del de ojos como la noche fue acelerando el ritmo a medida que iba recordando detalles; haciendo ligera presión al subir al glande tras visualizar en su mente la pálida piel del torso de aquella persona, cubierta únicamente por un traje negro de cuero con tiras entrelazadas a la altura del abdomen y espalda dejando al descubierto un par de diminutos tatuajes, sin mangas y escote de corazón; para su buena suerte le había visto de espaldas y no tenía que imaginar cómo lucía por ambos lados.
Aquel traje de cuero se ajustaba a su delgadez y marcaba a la perfección aquel redondo trasero, del cual se alcanzaban a ver el inicio y debajo un par de piernas delgadas pero bien definidas. Sasuke pensó para sí que era una delicia aquella vista que obtuvo por un par de segundos.
Gruñó y gimió por lo bajo sintiéndose próximo a alcanzar el clímax sin detener aquel vaivén desenfrenado sobre su miembro. Bastó con recordarle una vez más, aquella mirada con media sonrisa que le dedicó antes de perderse en la oscuridad y el ruido para finalmente estallar en placer, soltando un bajo y grave "mierda".
Dejó que el agua se llevara la evidencia de su reciente autosatisfacción mientras intentaba regular su respiración. La culpa lo invadió repentinamente, ¿cómo era posible que se acabara de masturbar con la imagen de una persona a quien no conocía? Y que peor aún, había encontrado en una situación algo peligrosa.
Se pasó una mano por su rostro ruborizado en un fugaz intento por remover el remordimiento. No funcionó.
Se limitó a salir de la ducha y vestirse, para meterse a la cama, tenía trabajo al día siguiente y necesitaba dormir, solo esperaba poder pegar los párpados sin pensar nada extraño o fuera de lugar.
***
Un apático Sasuke arrastró su pesado cuerpo adentrándose a aquel lugar que por azares del destino, había descubierto noches atrás; necesitaba saciar su curiosidad y comprobar una vez más que la damisela de aquella noche estaba bien y de paso verle un poco más, tenía esperanzas.
Era sábado por la noche, no tendría trabajo al día siguiente así que era su oportunidad de desvelarse en búsqueda de un completo desconocido. "Sólo por curiosidad" se repitió una y otra vez en su mente mientras intentaba calmar su nerviosismo.
La fuerte música resonaba en todo el oscuro recinto, luces de colores iluminaban vagamente los sudorosos cuerpos que se movían el centro de la pista de baile con frenesí, extasiados, dejando que el alcohol y diversas sustancias recorrieran su sistema sin pudor alguno, desde señoritas y jovencitos, hasta mujeres y hombres maduros, todos mezclándose como iguales, llevando su cuerpo y sus sentidos al límite.
Sasuke se abría paso entre la gente, mujeres y hombres le miraban lascivos, recorrían de arriba a abajo su cuerpo, que si bien no era el más musculoso, Uchiha se sabía bien parecido. A sus 26 mantenía buena condición: brazos notoriamente fuertes y marcados, espalda amplia que se iba estrechando a medida que descendía hacia su cintura, era alto y de tez pálida, ojos profundos y rasgos duros, rostro inexpresivo 24/7. Cientos de veces había recibido elogios por su físico.
Llegó a la barra del bar y pidió un whisky mientras intentaba visualizar aquella figura a la que noches atrás le había dedicado suspiros y caricias. No le veía por ninguna parte y honestamente eso le desanimó un poco.
—¿Esperas a alguien, precioso?— una dulce voz femenina le llamó la atención. Sasuke negó recibiendo de una mujer rubia su trago.
—No, más bien sólo observo — contestó con poco interés.
En honor a la verdad, la mujer no estaba mal, se miraba joven y muy atractiva, tenía el cabello largo y dorado recogido en una coleta alta con unos mechones cayendo a los costados de su rostro, vestía muy provocativa, con los pechos casi por fuera de su ajustada blusa y una minifalda con mallas transparentes.
—Por tu rostro supondré que es tu primera vez aquí — la mujer rió —Ino, mucho gusto— extendió su mano, dejando el dorso hacia arriba, a espera de un beso en la zona. Sasuke, siendo Sasuke la miró y dio un suave apretón simplemente.
—Sasuke— musitó dando un sorbo grande a su bebida.
—Dime algo, Sasuke, ¿qué te trae por aquí? Se nota que no eres de los que frecuentan estos lugares— la mujer cruzó los brazos bajo sus senos y se apoyó en la barra mientras preguntaba sin rodeos.
—Ya te dije, sólo miro— dio otro sorbo.
—¿Y te gusta lo que miras?— con descaro, la rubia enredó un mechón de cabello en su índice y fue descendiendo hasta llegar a sus senos para acariciarlos por encima de la poca ropa que vestía.
—Aún no— respondió en seco el joven vaciando su vaso. La chica bufó —En realidad, busco a alguien— se sinceró mientras elevaba su vaso, haciendo una seña para que lo rellenaran.
—¿Ah sí? ¿A quién buscas, cachorro?
Ahora que lo pensaba, no sabía su nombre, por lo que se sintió avergonzado y se limitó a bajar la mirada.
—Wow, déjame adivinar. Viste a alguien por aquí antes y has vuelto, esperando tener suerte de verle de nuevo, ¿cierto?— con tono burlón, la joven espetó mientras entregaba nuevamente el vaso lleno. Tomó el silencio del azabache como un sí. —Bien, te ayudaré porque eres lindo, dime cómo era, quizá sepa de quién se trata.
Uchiha lo pensó en silencio.
—Cabello corto, rosa, a la altura de los hombros, cintura pequeña y cuerpo delgado, no muy alta, ojos azules, brillantes.
Al oír aquello, la mujer supo enseguida de quien se trataba.
—Cariño, no pides nada— rió sarcástica —A quien buscas, no está aquí, está por allá, en el área privilegiada— señaló con el índice por un pasillo al final del recinto —Pero te advierto que no es alguien fácil, tienes que ser buen cliente para que ponga sus ojos sobre ti, así que suerte, precioso.
¿Qué carajos quería decir buen cliente? Como quiera, Sasuke agradeció y terminó de un sorbo su bebida, para después dejar suficiente para cubrir el gasto y la propina. Se puso de pie siguiendo el rumbo que aquella mujer le había señalado.
"Zona privilegiada" repitió en su mente. No estaba seguro qué demonios era eso, pero esperaba poder reconocerlo. En su caminata, pasó una mano por sus oscuros cabellos dejándolos ver rebeldes y se desabotonó un par de botones de la camiseta.
Atravesó un pasillo largo y oscuro, la música se iba disipando con forme iba avanzando para dar paso a un nuevo ritmo mas lento, sensual que por alguna razón le calaba en la médula y mandaba descargas eléctricas por su cuerpo. Un hombre con un cigarrillo en los labios le detuvo en seco y Sasuke lo supo, era el área que buscaba.
El hombre le explicó que no podía entrar así nada más, tenía que ir referido por alguno de los clientes que yacían del otro lado de la cadenilla, pues sólo admitían gente de confianza; se sintió derrotado pues no conocía a nadie. Dispuesto a marcharse, sintió una mano en su hombro e instintivamente volteó a ver.
—Oh vamos, Asuma, ¿dejarás a este lindo rostro fuera?— el azabache miró a un joven de ojos purpuras sonreír por debajo de un dorado antifaz.
—Conoces las reglas, Su.
—Bien, bien, no te preocupes que viene conmigo entonces — el hombre del cigarrillo rodó los ojos y permitió el paso a ambos jóvenes.
—Máscara— ordenó en un tono casi amenazante, a lo que Suigetsu rió divertido y asintió.
Sasuke reparó en la apariencia del joven que acababa de conocer. No era mal parecido, pero tampoco era el más atractivo del lugar, sin contar su rostro cubierto, el resto no estaba mal, era delgado, pero los músculos de sus brazos y espalda estaban bien definidos.
—Gracias— musitó el pelinegro mientras se colocaba un antifaz negro que cubría hasta su nariz, cortesía de Suigetsu.
—Ey, no hay de qué. Asuma es exageradamente pesado con quién deja entrar, además me agradaste.—"Ni siquiera me conoces" pensó para sí mismo, mas no refutó.—Soy Suigetsu, si me preguntas es una idiotez usar las estúpidas máscaras, pero insisten en la confidencialidad y blah blah, tú disfruta.
Un par de pasos más y Sasuke sintió su cuerpo helarse por la vista. Dentro de aquella exclusiva área parecía el paraíso del pecado. Aunque estaba oscuro y unas cuantas luces coloridas se paseaban por aquí y por allá, era capaz de percibir todo a la perfección.
Justo frente a sus ojos, por todo el lugar habían futones acomodados en semicírculo y al centro de cada uno descendía desde el techo una estructura metálica cilíndrica del cual mujeres danzaban sensualmente en poca ropa y tacones extremadamente altos al ritmo de la música sobre una plataforma. Al fondo del lugar, estaba lo que parecía el bar y uno que otro hombre se acercaba, ya que hermosas mujeres en lencería se encargaban de repartir bebidas y una que otra caricia a los clientes enmascarados en los futones.
Uchiha seguía observando y recorriendo a detalle con la mirada en busca de cierta persona en específico, mas no lograba encontrar aquella cabellera rosada, dejándose arrastrar por su recién conocido amigo, Suigetsu.
Llegaron a uno de aquellos futones, sin embargo, éste estaba al centro y era notoriamente más grande que el resto, en lugar de una, eran dos estructuras cilíndricas de metal, obsequió una fugaz mirada a las bailarinas y su corazón dio un vuelco. Justo ahí, frente a sus oscuros ojos vio el par de ojos azules de aquella noche, pero ahora acompañado de largos cabellos grises y entonces todo tuvo sentido.
"Son extensiones" pensó mientras le miraba descender del cilindro delicadamente cual serpiente, tentadora, sensual.
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