Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi adorable acosador por fuyumi chan

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Tengo un acosador, pero, a decir verdad, no es algo que me asuste demasiado. Si tomamos en cuenta mi estándar para algo terrorífico, porque, aunque el tipo es extremadamente temible y atractivo, él es uno de "esos". ¿Qué quiero decir con uno de “esos”? Bueno, así es como llamo a mis delirios esquizofrénicos. En ocasiones he sospechado que el tipo podría ser alguna alucinación, pero como otras personas también pueden verlo, sé que es real. No obstante, lo que sin duda es una alucinación es la llamativa sombra de lobo que siempre parece acompañarlo, una sombra que parece cobrar vida cada vez que me ve, moviendo su cola como un lindo perrito contento de ver a su amo. Nadie parece notarla, por supuesto, pero estoy acostumbrado a estas cosas. La medicación nunca funciono, así que la dejé hace mucho tiempo, a pesar de la desaprobación de mi familia. "Nos estás avergonzando. Si alguien te ve actuar así, será increíblemente humillante para nosotros, nadie en esta familia puede ser un loco desagradable", dijeron ellos hartos de cuidar a una persona que no parecía mejorar. Así que les ahorré el problema y escape de casa.


 


Pero volviendo a mi acosador y dejando atrás los recuerdos patéticamente dramáticos, tener un acosador no es mi mayor problema. Lo extraño es que no le tengo miedo, de hecho, me gusta. Él es realmente lindo, a pesar de que asuste a todos mis clientes. Es totalmente adorable escondiéndose en una esquina al otro lado de la calle durante horas, acechándome mientras piensa que no me doy cuenta. Sé lo que sus mentes deben estar pensando: "¡Amigo! Eres imbécil. ¿Acaso quieres morir? Ese acosador no es una pareja que cualquier persona sana debería buscar o querer". Pero chicos, recuerden que yo no soy alguien sano o normal para el caso. ¡Estoy loco! Este es un comportamiento totalmente normal en lo que a mí respeta.


 


 


Pero, sigamos suspirando por mi adonis…él es totalmente mi tipo. Es grande, musculoso y su cabello negro con ojos dorados es algo realmente sexy que me atormenta por las noches. Él es increíble, es totalmente el príncipe con el que siempre soñé cuando estaba en aquel horrible y oscuro lugar alejado de todo. Él es todo lo que imaginé para no perderme en la locura, mi único consuelo. Sé que no es correcto desearlo, pero no lo puedo evitar. Él tiene algo que me atrae como una polilla a la llama. Quizás sea brujería o algo que forma parte de mi enfermedad, no lo sé. Sin embargo, de algo estoy totalmente seguro: debo rechazarlo. No me malinterpreten, creo que podría estar un poco enamorado de él, a pesar de que nunca hemos hablado, pero un flechazo no me hará ciego ante el peligro que representa. No quiero ser el cuerpo encontrado por la policía en algún lugar perdido, siendo otra más de las victimas engañadas por algún oscuro psicópata, no gracias no quiero ser otra cifra.


 


Por ahora, prefiero suspirar por él a una distancia segura, mientras mantengo un arma cargada y gas pimienta en mi chaqueta en caso de que las cosas se pongan peligrosas, una cosa es estar loco y otra muy diferente es ser idiota. Debo ser cauteloso y protegerme...pero a pesar que a esa fue a la conclusión que llegué muchas veces…eso no evito que mi mundo se volteara patas arriba y que la situación se volviera aún más extraña y surrealista de lo que ya era dando comienzo a esta historia loca, donde nada era lo que yo creía y todo comenzó un día monótono como cualquier otro cuando mi acosador visitando la tienda inesperadamente se paro frente a mi e hizo algo que jamás imaginé.


 


—¡hola mi nombre es Robert y exijo una cita!!!— Su audaz declaración me dejó sin palabras y completamente estupefacto. Solo pude balbucear con vergüenza y confusión: "Uh... hola... también".


 


En medio de la confusión, pude escuchar una voz regañándolo desde el otro lado de su auricular. — "¡Idiota! Deberías haber dicho quiero salir contigo”, no 'exijo salir contigo', estúpido animal baboso". —Contuve la risa mientras pensaba para mí mismo cómo podía existir alguien tan peculiar.


Luego, en un intento por rectificar su error, susurró: —¿No era así? —La voz en el auricular respondió con irritación: —“por supuesto que no animal sarnosos, porque si quiera te ayudamos”—A pesar de los comentarios, traté de mantener la compostura y contener mi risa.


 


 


—“ya no importa”—volvió a susurrar— ¡esto es un presente para nuestro apareamiento!!!—volvió a gritar depositando la cosa más asquerosa ante mis ojos, ¡eran esos murciélagos muertos! — La voz en el auricular intervino nuevamente: "¡Idiota! ¡Es un regalo, un regalo! Él no sabe nada de nuestra cultura.


—espera…quise decir presente para una cita jajaja— intento aclarar entre risas nerviosas— Claro... —Sonreí con desagrado al observar el "obsequio”. — “Mira, no le gusto. Amigo, estás perdido... eres un fracaso en el amor", —regañó la voz. —"No cuentes más conmigo, es en vano"— cortó abruptamente, haciendo gruñir a mi acosador. "Malditos bastardos", murmuro, para luego sonreír como si nada hubiera pasado. Me alegraba saber que no era el único "loco". Seríamos una gran pareja si él no fuera alguien peligroso, sin duda. Medite casi soltando un suspiro, pero esos pensamientos no eran para nada correctos.


 


— No quiero ser grosero, pero ¿estos no son murciélagos muertos? Amigo, creo que eres realmente lindo, pero este regalo es realmente perturbador— Mi acosador tartamudeó sorprendido y mirándome fijamente volvió a gritar: — "¡Son gomitas!"— Tomó uno de los murciélagos muertos y le dio un mordisco dramático, lo que hizo que mi piel se estremeciera.


Tratando de mantener la compostura, dije secamente: —Ya veo— respondí y el ambiente comenzó a volverse incómodo.


 


—¿Entonces quieres salir conmigo? —pregunto, suspirando con pesar al ver su carita de perrito maltratado. Me llené de fuerza y rompí su corazón al decir: —Lo siento, pero no puedo salir contigo —Pero él no se rindió: "¡Pero... somos compañeros!", murmuró atragantándose no solo con la gomita.


—Eres peligroso para mí—expresé con una sonrisa.


 


Las emociones se agitaban en medio de nuestra complicada interacción y aunque me dolía romperle el corazón, sabía que si no era firme la situación entre nosotros no se resolvía con facilidad. Él estaba decidido a cambiar mi respuesta, a convencerme de que era alguien en quien podía confiar. Sus lágrimas contenidas y sus palabras sinceras despertaron una pequeña chispa de compasión dentro de mí, pero sabía que no debía ceder.


 


—sabes—comencé a decir, con un atisbo de tristeza en mi voz— No soy una persona normal y a decir verdad me cuesta creer que incluso seas real, pero…sé que debo rechazarte es lo correcto, debido a mi enfermedad suelo ignorar ciertos peligros no solo para mí, sino para todo aquel que me rodea y aunque seas alguien inofensivo, nuestra relación nunca funcionaría. Debes buscar a alguien mentalmente sano", expresé amargamente.


 


—¿Cómo puedes decir cosas tan terribles de ti mismo? No estás loco, y si lo estuvieras, me daría igual. Como puedes ver, yo tampoco soy alguien cuerdo. Debo admitir que te he estado acechando durante algún tiempo— añadió con vergüenza, confesando su crimen. Algo que me hizo reír, jamás pensé que lo solitario de modo tan sincero.


 


—Realmente eres peculiar—dije, esbozando una sonrisa, mientras él se sonrojaba como un tomate.


—Lamento ser tan torpe, pero nunca había invitado a salir a nadie—Noté su timidez y bromeé: —Sí, lo noté. Que buenos amigo tienes, aunque al final te dejaron vendido— solté con una risita, provocando un nuevo rubor en sus mejillas. —¡Demonios, qué vergüenza! ¿Escuchaste eso? No me sorprende que no quieras salir conmigo... Soy tan patético— murmuró mientras se jalaba el cabello.


—A pesar de todo, creo que eres encantador... pero... no puedo tomar esta decisión ahora— confesé


 


—No importa, te esperaré el tiempo que sea necesario... trabajaré duro para conquistar tu corazón— afirmó, haciendo que algo en mi interior se calentara. Sonriendo, solo pude responder: —Eso espero...—Mis palabras provocaron una sonrisa en su rostro.


 


—Entonces nos vemos más tarde —respondió, y vi cómo se alejaba de la tienda, dejándome solo una vez más. Me quedé inmerso en mis pensamientos, sintiendo cómo la duda me acosaba una vez más. ¿Debería salir con él? Era una pregunta que me perseguía sin descanso, atormentándome en cada momento.


 


Desde ese día, Robert dejó de "acecharme", al menos eso fue lo que él afirmó. Sin embargo, ya no se escondía para hacerlo. En su lugar, prefería sentarse en una mesa de mi cafetería, "cuidándome" o, mejor dicho, acosándome. Aunque con el paso de los días, la línea entre su atención y el acoso se volvió difusa mientras conversábamos sobre trivialidades. Aún no entendía por qué mi mente no me advertía del peligro obvio. El sentido común y la lógica me decían que debía sentirme amenazado, pero extrañamente me sentía seguro mientras él me "acosaba". Todo era tan extraño y mis sentimientos contradictorios hacia él carecían de lógica. Pero la lógica pronto abandonaría esta historia.


Aquella tarde, Robert no llegó como acostumbraba, lo que me hizo sentir un poco decepcionado y triste. Cerré la cafetería unas horas antes debido a la falta de clientes. Justo cuando estaba a punto de salir por la puerta principal, vi una "alucinación". Odiaba cuando estas "alucinaciones" aparecían, ya que no siempre eran agradables y parecían detestar ser vistas.


 


La alucinación tenía un color de piel casi blanco, de complexión desnutrida, tenía oscuras cuentas por ojos y al darse cuenta que me le quedaba viendo su rostro se mostró distorsionado por la rabia—buenas noches…—tartamudee fingiendo que no me daba cuenta de su peculiar aspecto—la cafetería está cerrada, puede volver mañana temprano—desvíe su atención.


 


—Puedes verme, ¿verdad? —preguntó. —¿Ver qué? No entiendo a qué te refieres, pero está claro que puedo verlo, señor —respondí con una risa nerviosa, lo cual enfureció aún más a la alucinación—. No, no... No me refería a eso... ¿Puedes ver más allá de esta máscara de carne, ¿verdad? —sonrió con locura, mostrando una hilera de colmillos—. No... —respondí, hiperventilando—. Tengo esquizofrenia, amigo. Sé que lo que veo no es real.


 


—¡Crees que puedes engañarme! —gritó—. Hace siglos que no encuentro a alguien como tú... Sin duda, eres una rareza. Matarte sería un sacrilegio, pero has visto mi verdadero rostro.


—No he visto nada —tartamudeé, tratando de pasar de largo al individuo. Sin embargo, antes de que pudiera escapar, agarró mi brazo y emitió un rugido aterrador.


 


—No, es real, no es real —susurré, atónito, al presenciar cómo sus huesos se rompían y su figura se transformaba en una bestia descomunal. Dos enormes alas surgieron de su espalda, dejándome sin palabras. En un intento por liberarme, la criatura rompió mi brazo. Ya había tenido encuentros previos con este tipo de alucinaciones, pero en aquella ocasión había tenido suerte y logré escapar. Sin embargo, esta vez parecía imposible.


 


—¡Suéltame! ¡Yo no vi nada! ¡Te dije que esto es parte de mi enfermedad! ¡Déjame en paz! ¡Desaparece! —exigí, intentando golpearlo.


—¡Cállate, estúpido humano! ¿Crees que no sé qué eres un clarividente? Ustedes son raros, pero de verdad son un dolor en el trasero —reprochó, levantándome del suelo. Emití un grito de dolor cuando mi brazo ya roto sufrió aún más daño—. Me comeré tu corazón, dicen que tiene grandes propiedades curativas, y venderé tus ojos a las brujas. Creo que podrían interesarles.


—¡Basta! ¡Suéltame! Quiero que esto pare... ¿Por qué no desapareces? —exclamé con desesperación. Esto era precisamente lo que odiaba de mi enfermedad, todo parecía tan real.


—¡Suéltalo, maldito demonio! —gritó Robert, apareciendo de la nada y haciéndome sentir una oleada de calor. Él estaba salvándome— ¿Quién te crees que eres, lobo? Si no quieres acabar muerto, será mejor que te largues, porque alguien como tú no tiene oportunidad contra mí. Mejor cuida de tu propia vida.


—¡Por favor, eres tú quien no puede enfrentarme! ¡Suéltalo si no quieres que te mate!


—¡Cuánta arrogancia! pero qué más da, los mataré a los dos—rugió la bestia, alzando su brazo y dejando que sus garras crecieran. Sin embargo, antes de que esas garras pudieran alcanzarme, me vi cayendo al suelo. El enorme brazo que me sujetaba cayó inerte a mis pies, desangrándose. Todo parecía tan real…


—Es solo una alucinación, no puede ser real... —murmuré, pero los sucesos se volvían cada vez más tangibles, más allá de la mera creación de mi mente. Mi brazo roto me recordaba que el dolor era innegablemente real. Frente a mí, Robert se reía como un loco—. ¡Mira ahora quién le falta un brazo, estúpido imbécil! —se burló, tomando el brazo mutilado del monstruo y lo agitó con desprecio. La criatura, enfurecida, gruñó y, antes de que pudiera atacarnos nuevamente, Robert me levantó en sus brazos y esquivó el golpe con una velocidad sobrehumana—. Jajaja, tan lento.


—¡Maldito lobo! —rugió la criatura, llena de rabia, y corrió con una velocidad impresionante, haciendo temblar el suelo en cada paso—. Asegúrate de cuidar a mi compañero, estúpida sirena, mientras yo le enseño respeto a este idiota —dijo Robert, lanzándome al aire. Grité aterrado, sin saber qué me esperaba, hasta que una enorme esfera de agua me envolvió, permitiéndome extrañamente respirar en su interior—. No me des órdenes, maldito chucho —exclamó una chica sorprendentemente hermosa de cabello ver aqua, sentada en una esfera de agua flotante en el aire por algún motivo desconocido y carente de lógica—. Hola, mi nombre es Amy —se presentó ella, mientras yo intentaba asimilar la extraña realidad que me rodeaba. A lo lejos, observé a Robert luchando con ferocidad contra el demonio, parecía disfrutar del combate incluso—. ¿Qué demonios está pasando? —murmure sin entender nada, antes de que todo se sumiera en la oscuridad. Ya no sabía qué era real y qué no, nada tenía sentido.


 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).