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La Doble Máscara del Alfa por fuyumi chan

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Sentado en mi sofá ridículamente caro, con una mirada inexpresiva, me encontraba viendo un aburrido programa sobre la vida animal en mi enorme pantalla de televisión mientras devoraba palomitas. Observaba a dos lobos apareándose y emitiendo gemidos de placer, y entre risas demenciales, murmuré: "Incluso los animales tienen más suerte que yo". Muchas personas eligen el helado como consuelo en momentos de tristeza, pero yo no. ¿Por qué? Es muy simple: siempre he sido el opuesto a todo, siempre nadando contracorriente. Si alguien elige el camino más seguro, yo tiendo a ser el idiota que camina en la dirección contraria, ignorando el peligro. Y así es como me encuentro ahora, un idiota antisocial que se ha quedado solo debido a un novio.


 


Si me preguntas, fue el peor novio en toda la maldita historia. Y no, no estoy exagerando. Después de todo, ese bastardo me engañó con mi exmejor amigo de toda la vida. ¿Qué ironía, verdad? Las personas que se supone que son las más importantes en mi vida se unieron para joderme. Mira hasta dónde ha llegado toda mi tragedia. A veces he llegado a creer que todo el mundo está conspirando en mi contra.


 


Permíteme compartir algunas cosas personales para que me conozcas mejor. Mi nombre es Erick Brandt, soy huérfano y un beta. Nadie ha querido adoptarme y, aunque no me pregunto constantemente por qué motivo, de vez en cuando teorizo sobre el hecho de que tal vez nadie quiere un hijo común y corriente. Los alfas están destinados a liderar, los omegas son delicadas flores que cualquiera querría proteger, y bueno, los betas... digamos que simplemente estamos ahí, somos invisibles. Personas que no parecen necesitar nada.


 


Desde pequeño, decidí forjarme un camino para ser siempre el mejor, acumular una gran cantidad de dinero y morir feliz rodeado de lujos. Sé que muchos repiten la típica y aburrida frase de que "el dinero no compra la felicidad", pero déjame decirte algo, eso es lo que diría una persona pobre para consolarse. Perdón si sueno cruel, pero así soy yo. Quizás esa sea la razón principal por la cual no tengo amigos. Oh, espera, rectifico. Es envidia. Nadie quiere ser mi amigo porque se sienten inferiores a causa de mis logros.


 


Volviendo al tema, soy el tipo que posee una casa lujosa y se revuelca en dinero, lo cual provoca que la mayoría de las personas me odien. Porque claro, no temo presumir lo que tengo. Me ha costado mucho, así que considero que me lo merezco. Así que a aquellos idiotas a quienes les molesta, les diría que vayan a la mierda. No ganas nada siendo buena persona, solo recibirás puñaladas por la espalda de aquellos que se supone que son tus amigos o novios. Y eso es algo que puedo corroborar de sobra.


 


Mi único consuelo residía en Kilian, mi ex mejor amigo, el único que lograba tolerarme. Pasamos momentos felices y amargos juntos en el orfanato, y aún puedo recordar claramente el día en que nos conocimos. Él era un niño hermoso, con cabello rubio, tez blanca y ojos grises soñadores, mientras que yo era un chico regordete, pecoso, con aburrido pelo rojo y ojos café.


 


Nos encontramos cuando estábamos a punto de robar el botín secreto de una de las monjas del orfanato: el legendario y enorme frasco de dulces. Después de superar algunos obstáculos que en ese momento nos parecieron grandes hazañas, nos comimos todos los dulces y juramos ser los mejores amigos para toda la vida. Incluso cuando Kilian fue adoptado la semana siguiente, seguimos siendo amigos. Incluso en nuestra etapa rebelde en el instituto, ambos nos tatuamos el nombre del otro cerca de nuestro corazón, en el pecho. Sé lo que estás pensando, probablemente creas que sentía algo romántico por mi amigo, ¿verdad? Pero no, lo nuestro era una hermandad, una conexión profunda que fue vilmente traicionada cuando lo encontré en mi sala teniendo relaciones sexuales con mi ahora ex novio.


Nunca creí que Kilian fuera capaz de ir tras él. Después de todo, él era beta al igual que yo, y a Kilian solían gustarle los omegas. Son cosas de alfas que aún no logro entender. Lo más irónico de todo, por no decir lamentable, es que Kilian se cansó de él en apenas una semana, como suele ocurrir con todos sus novios. No sé por qué hace eso, su miserable vida no me importa en lo más mínimo. Después de sentirse solo, intentó recuperar nuestra amistad, aún lo intenta, por si te lo estás preguntando. Pero ya es demasiado tarde, no tengo ningún interés en mantener a un traidor como él a mi lado. Sé que suena mal lo que digo, pero qué puedo decir, soy muy rencoroso y tengo un mal carácter, como mencioné anteriormente, y recalco lo de "MUY, PERO MUY RENCOROSO". Además, él lo sabía muy bien cuando nos hicimos amigos, así que ya pueden irle echarle la culpa a él por no recordarlo.


 


—¿Por qué no puedo tener a alguien que me ame? ¿Tan feo soy?


 


Las lágrimas rodaban por mi rostro ardiente mientras sollozaba, atragantándome con las palomitas, tirado en el suelo. El constante tic-tac del reloj y los gemidos de los lobos en la pantalla se mezclaban con la monótona voz del narrador del programa. Mientras me retorcía en mi patética agonía, escuché el molesto ruido de camiones y gritos que provenían de afuera. Enojado por el molesto ruido, me asomé por la ventana y frente a mí se mostraba la nueva casa recién construida. Tenía un aspecto moderno que me daba escalofríos, un diseño minimalista y monótono que solo podría gustarle a alguien frío y carente de personalidad. Incluso el jardín delantero era horrible, lleno de arena y piedras, parecía un enorme arenero para gatos a mis ojos. Me preguntaba qué tipo de psicópata tendría como vecino. ¡Qué pésimo gusto!


 


—¡PODRÍAN GUARDAR SILENCIO, MALDITOS INVISIBLES!— grite histéricamente, todos los trabajadores de inmobiliario se me quedaron viendo como si fuera alguna especie de loco, sobre todo mi nuevo vecino, un hombre que para mí completo horror era super caliente, él estaba sentado tranquilamente en una de las tantas cajas que se acumulaban en el patio. Tenía todas las características de un alfa: su altura de casi dos metros, su tez blanca y perfecta, sus ojos negros y su cabello rubio deslumbrante. Quedé enmudecido por su atractivo, sintiendo cómo mi rostro se volvía rojo mientras deseaba desaparecer.


 


— Silencio... y lo dice el tipo que tiene a todo volumen porno animal — dijo él, dejándome boquiabierto y en estado de shock. Cerré la ventana sintiéndome idiota y temblando me acerqué al sofá, donde me tumbé boca abajo. Tomé el control remoto y apagué la televisión, quedando en silencio por un momento después de mi vergonzosa aparición. Pensé rápidamente en una excusa para justificar mi comportamiento. "Diré que estaba ebrio", me reí de mi respuesta malévola ante el problema, pero luego caí en un pozo negro de desesperación.


 


Desperté a la mañana siguiente con un sobresalto al caer del sofá. Mi espalda dolía y mi cabeza estaba adolorida por el golpe. Con dificultad, subí las escaleras hasta el segundo piso y fui a mi habitación. Tomé mi celular, que había dejado en la cama la noche anterior durante uno de mis habituales ataques de depresión. Al encender la pantalla, me alarmé al ver lo tarde que era. Corrí hacia el baño y me di una ducha rápida, sin siquiera tener tiempo para peinarme. Me vestí con lo primero que encontré: una camisa rosa que probablemente había adquirido ese color debido a mi torpeza con la lavadora, un pantalón negro y una chaqueta gris.


Al mirarme en el espejo, suspiré al ver lo desaliñado que parecía. Ya no estaba gordo como en mi niñez, pero no me consideraba atractivo. Era más bien normal, como un típico beta debería lucir. Mi cabello rojo estaba enredado y mis ojos marrones aún estaban rojos por tanto llorar. Me veía aburrido y gruñón, como siempre. Suspirando, me dije a mí mismo que todo estaría bien. Después de todo, era el jefe de la firma de abogados que yo mismo había fundado, así que podía permitirme llegar tarde si así lo deseaba. Tomé mi portafolio y me dirigí a mi automóvil.


 


Justo cuando estaba a punto de salir, vi a mi atractivo vecino acercarse. Alarmado y sin ganas de hablar con él, subí rápidamente al auto y aceleré a fondo. Huí para evitar encontrarme con él. Sé que mis acciones fueron realmente cobardes, pero ¿pueden culparme? Había hecho el ridículo el día anterior y no quería repetirlo. Sabía que arruinaría las cosas tartamudeando como un adolescente cuando el chico más guapo de la escuela le pedía la hora. Definitivamente, no me convenía enfrentar esa situación ahora mismo. Después de conducir durante quince minutos por la ciudad, llegué a mis oficinas en el centro de la ciudad. Era un edificio de tres pisos con un aspecto antiguo que compré por su elegancia cuando mi carrera como abogado comenzó a tener éxito.


 


— Buenos días — dije con voz ronca al llegar al trabajo.


 


— Hola, jefe — respondió mi secretaria, mirándome de reojo.


 


— Ni siquiera se te ocurra decir una palabra o te despido— la amenacé.


 


— Claro que no, señor. Solo iba a decirle lo radiante y guapo que se ve hoy—dijo ella, mostrando una enternecedora sonrisa que me hizo flaquear al instante. Me sentí mal por ser duro con mi amable e inocente secretaria. En realidad, odiaba a esa mujer por hacerme sentir así. Eso, sin duda, era motivo suficiente para despedirla, pero era demasiado buena en su trabajo. Por más que fingiera ser un jefe perverso, malvado y tirano, la verdad es que no era tan malo. Se podría decir que, en cierta medida, aún tenía un corazón, aunque pequeño. Sin prestarle más atención a mi secretaria, entré a mi oficina quejándome por el dolor al ver la enorme pila de casos pendientes que tenía que resolver.


 


Justo cuando me disponía a empezar, un fastidioso sonido proveniente de mi celular me distrajo. Enfadado, tomé el teléfono y vi una notificación de Messenger de Kilian. Con rabia, no quería leerlo, pero la curiosidad se apoderó de mí y terminé leyendo el mensaje.


 


— Solo lo veré, pero no le contestaré — me dije a mí mismo mientras revisaba el mensaje.


 


"NO SABES CUÁNTO LO LAMENTO... LO DIGO EN SERIO. ¿CUÁNTO MÁS DEBO PEDIRTE PERDÓN? , "Toda la vida, idiota", murmuré con ira y seguí leyendo. "Te extraño, quiero que seamos amigos nuevamente. Juro que estoy muy arrepentido por lo que te hice, pero si me perdonas, haré cualquier cosa que quieras. Puedes castigarme, esclavizarme, no me importa con tal de recuperar a mi mejor amigo. Contéstame, por favor. Ya pasaron tres meses, Erick, ¡tres meses! No podemos tirar una amistad de toda la vida por un hombre."


 


Con un resoplido, me reí de lo inverosímil del mensaje e ignorándolo, seguí con mi trabajo. Kilian seguramente no entendía que aquel idiota había sido mi primer novio, el único que había aceptado salir conmigo sin burlarse de mí por pedírselo. El único que me había hecho sentir amado, aunque al final todo fuera mentira y los recientes sucesos solo confirmaran al cien por cien la dolorosa verdad que me negaba a ver: ese tipo solo aceptó salir conmigo por dinero. Esto hacía aún más dolorosa la herida y dejaba claro que no era atractivo ni interesante para nadie. ¿Pero realmente por qué lo sería? Solo era otro aburrido beta.


 


Sentí mis ojos irritados por el autodesprecio y quise llorar de nuevo. Intenté calmarme, no quería que mis empleados me vieran de esa manera. Enfocándome en mi trabajo, intenté olvidar lo solo que estaba. El tiempo pasó y, al darme cuenta, casi eran las siete de la noche. Mi estómago comenzó a gruñir como loco, recordándome que me había saltado el desayuno y el almuerzo. Suspirando, me levanté de mi asiento y me dirigí de regreso a casa.

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