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Lunas de nieve por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del fanfic:

Comienzo la Tercera parte de las historias de mis chicos lobo, por lo que es necesario leer primero las dos anteriores para evitar spoilers y poder entender lo que se desarrolla. El orden de lectura queda de la siguiente forma


1.- Lunas de enero


2.- Lunas frias


3.- Lunas de nieve

Tenía ocho años más o menos. Las voces me despertaron. Podía escuchar como hablan en la puerta voces desconocidas de hombres y la abuela. Luces rojo y azul iluminaban la oscuridad y también olí a los humanos, los policías. Me levante, con mi pijama de dinosaurios, y camine de puntas a la escalera intentando no hacer ruido, ser sigiloso como siempre decía mi papá. La puerta se cerró y me oculte en las sombras.


— Tarik, baja un momento— la policía seguía fuera. Tal vez de adulto eso me hubiera indicando algo, pero era un niño y poco sabia de las visitas nocturnas de la policía.


— ¿Qué paso? ¿Por qué esta la policía aquí?— vivíamos lejos de las otras casas, las casas de humanos. Teníamos que ir en el auto de papá hasta la escuela, a veces caminábamos de regreso. Pero era bueno, me gustaba nuestra casa en medio de la carretera, con los bosques cubiertos de nieve. 


— dime ¿A dónde iban todos?


— iban a ver a la otra manada para ser más ¡Seremos una manada grande!— mi primera manada era mi familia, mis padres, dos hermanos y mi abuela. Cuatro tíos y cinco primos aunque ahora no estoy seguro de si realmente éramos familia sanguínea o no. Como lobos, necesitábamos números, y necesitábamos más seguridad, por eso es que mi familia viajo a verse con el alfa de la manada más cercana— estamos cuidando nuestro territorio— su mano me acaricio la cabeza y en ese momento fue que me di cuenta de que algo iba mal.


— así es… ahora solo estamos nosotros.


— ¿nosotros?


— hubo un accidente— mi abuela se veía más anciana entonces, la vi reunir su fuerza para hablar. Me hablo de accidentes, de las carreteras y las avalanchas. Entendí. Entendí todo, incluso lo que no me dijo en ese momento. Mi familia había terminado enterrada bajo la nieve, ni un hombre lobo puede sobrevivir a eso. Ya no había más de nosotros, como ella dijo, solo seriamos ella y yo. Ella ya era demasiado mayor para convertirse, y yo aun no me convertía por primera vez. Yo no conocía más que nuestro pequeño territorio.


— está bien. Estaremos bien.


 Y lo estuvimos. Estuvimos bien por varios años.


 


Tenía doce años cuando me convertí por primera vez. Corrí entre los árboles sin hojas y aullé, aullé y aullé a la luna en medio de la nieve. Nadie respondió. 


 


Tenía catorce años cuando mi abuela murió. Simplemente un día se sintió cansada y no despertó. Tuve que llamar y llamar a muchas personas que no conocía. Me preguntaron si había alguien más que pudiera cuidarme. No había nadie. Ya no tenía a nadie.


Me enviaron con mis cosas a una oficina, luego a un edificio tan frio y deprimente que apenas lo recuerdo. Unas semanas después me asignaron un hogar de acogida.


Esa familia no vivía en el bosque. Vivía en la ciudad y tenía más niños huérfanos. Me gustaba estar acompañado, no estar solo y en silencio. Pero odiaba no estar en casa. Extrañaba la nieve y aullar a la luna. Extrañaba mi casa. Pase por seis casas de acogida ese año. Otro montón en los años siguientes. Cuando por fin tuve una habitación para mí, pasaba la noche convertido en lobo aunque me regañaran por meter gatos por la noche. Nunca fueron gatos.


Como extrañaba a mi familia.


 


Tenía dieciocho años cuando me di cuenta de que no iba a ser bien recibido en otra manada. Estaba regresando a mi casa cuando los vi. Eran tres, dos hombres y una mujer. No pude detenerme cuando corrí hacia ellos.


— solo estamos de paso— dijo ella.


— regresamos a casa— dijo uno de ellos.


— ¿puedo ir con ustedes?— pregunte yo.


— no necesitamos a nadie más.


— no creo que sea una buena idea.


—los solitarios no son bienvenidos— quise decirles que yo no era un solitario, había perdido a mi familia, no estaba solo porque yo elegí. Pero todos esos eran solo excusas: si era un solitario al final de todo.


— ¿Qué pasa si quiero ir con alguien?


— pueden ser agresivos.


— algunos podrían aceptarte, pero no puedes saber quiénes.


— te verán como una amenaza.


— ¿y dónde puedo encontrarlos? ¿Dónde hay otros?


— no lo sabemos.


— búscalos por tu cuenta.


— no nos sigas.


No los seguí. No era tan tonto después de todo lo que me dijeron además nunca aprendí a pelear. Por instinto podría pelear un poco para defenderme pero no sabía que tan fuerte o débil era porque no tenía con quien medirme.  Así que los vi irse. Cuando regrese a casa, decidí que si no iba a quedarme con los lobos, entonces me quedaría con los humanos. Los humanos hacían lazos entre ellos más pronto, y más numerosos. Ya tenía amigos, sabía que mis profesores me estimaban y en general causaba buena impresión con las personas mayores: podían perdóname que me atrasara con el pago de la renta, me regalaban cosas cuando iba a las tiendas, mis compañeros me daban sus notas si faltaba un día a clases. Cosas simples. Tal vez los lobos no eran para mí, y estaba bien, podía vivir con ello aunque una parte de mí siempre estuviera pidiendo algo más, era más lo que tenía. 


Viviría como humano, en una ciudad donde los lobos no lleguen y tal vez con un parque o un bosque pequeño para las transformaciones. Podía vivir con eso.


 


Pude vivir con eso. No fue fácil acostumbrarme a los humanos, había vivido entre ellos por mucho tiempo pero aún era difícil soportar ciertas actividades y lugares. Con tanto tiempo siendo más humano que lobo, terminé consiguiendo un trabajo, fui a la universidad y me gradué, conseguí una beca por mis calificaciones y no tuve que trabajar mientras estudiaba. Durante años había probado mis límites con mi transformación, tenía recuerdos de mis padres diciéndome que no podía quedarme mucho tiempo siendo lobo, que me llamaría y querría hacerlo pero no era bueno porque olvidaría como ser humano y solo quedaría el lobo. Eso no me preocupaba porque yo no quería ser lobo todo el tiempo, todo lo contrario: quería ser humano todo el tiempo. Desde que estuve en casas rodeado de humanos era difícil convertirme sin que se enteraran ¿Cuántas veces no estuve a punto de decirles mi secreto? ¿Qué importaba?  No lo hice porque cada vez que lo intenté, escuchaba la voz de mi abuela.


— los humanos no deben saber de nosotros, Tarik. No lo entenderían. Jamás le digas a un humano lo que eres.


Así que no lo hice. Lo que si hice fue durar meses sin convertirme. Primero fue solo un mes, de una luna llena a otra antes de que comenzara el dolor. Comenzaría con un malestar leve en las articulaciones, luego iría aumentando el dolor en todos los huesos de mi cuerpo, temblores y nauseas. A ese punto sabía que no podía estar más tiempo sin cambiar. Logre extenderlo una semana, y otra hasta durar cuatro meses seguidos sin convertirme y solo sentía un poco de dolor.


Retrasar mis cambios me ayudó mucho cuando comencé estudiar medicina.  Yo no enfermo, pero de todo lo que pude estudiar fue la medicina lo que más le intereso. Tal vez porque era un reto más ¿Cómo iba a ser doctor? Sabía que tenía la inteligencia y la resistencia, así que ¿Por qué no? no tenía nada que perder si al final podía dejarlo y estudiar otra cosa o conseguir un trabajo y olvidarme de la universidad. Me gusto estudiarlo. Conseguí una habitación en los dormitorios de la universidad y tuve compañeros de piso. Tenía una vida tan humana que no importaba si tenía que perder una noche cada poco tiempo para ser lobo… siempre me pregunte si eso me iba a dañar, si estar solo como humano con el tiempo haría que mi lobo desapareciera.  Porque por muy feliz que el yo humano estuviera, por más cosas que estuviera consiguiendo, el lobo no estaba feliz. El lobo siempre aullaba a la luna esperando una respuesta que nunca llego.


 


Estaba haciendo mi internado en el hospital cuando conocí algo nuevo.


Terminé mi turno y salía del hospital cuando lo olí. Allí, sobre el olor a hospital, enfermedad y humanos, estaba el olor a lobo. No era igual a los que conocí, con el aroma de la nieve impregnado en ellos, olía a pinos, tierra húmeda, bosque…    


Yo no me había equivocado al venir a la ciudad, no había lobos en la ciudad ¿Qué hacia un lobo en la ciudad? ¿Había más?


Busque desesperadamente entre las personas, pero no logre encontrar el origen del olor. Demasiados humanos, demasiado lejos. Me sorprendió lo mucho que me dolió darme cuenta que no lo había encontrado ¿estaba tan desesperado por compañía? Tenía amigos, muy buenos amigos, así que no importaba si no había encontrado a ese lobo. Fue lo que me dije aunque en realidad me importaba más de lo que quería admitir.


El olor estaba allí dos días después. Más intenso, más cerca. Allí estaba, un hombre pelirrojo bebiendo café a las afueras del hospital. Otra vez, no lo pensé cuando me acerqué.


— espera— ojos verdes, algunas pecas… y completamente humano.


— ¿hay algún problema con mi padre?


— eres humano pero hueles como un…— el reconocimiento brillo en sus ojos ¡Sabia como iba a terminar esa frase! Aparto su mano de mí.


— no eres el doctor que está atendiendo a mi padre. Tengo que entrar, estoy tarde— le seguí con la mirada, demasiado sorprendido y con tantos pensamientos que no pude moverme hasta que dejé de verlo. Era humano, un humano y ¿sabía sobre los hombres lobo? el olor era fuerte, había estado cerca, muy cerca, de al menos un hombre o mujer lobo ¿había otros aquí entonces? ¿En la ciudad?  Necesitaba saber todo. Aunque me dijera que no.


Gracias a las enfermeras y unos pocos favores logre averiguar que él está visitando a un hombre, su padre, que estaba internado por un infarto. Estaba muy lejos de mi área, así que no había forma de colarme o hablar con ellos pero si podía esperar en la entrada. Según el pronóstico de su padre se iba a quedar unos días en observación. Solo unos días.


Me evito el primer día.


El segundo día pude acercarme lo suficiente para salúdalo antes de que él saliera prácticamente corriendo. El olor a lobo era menos intenso, reemplazado por el aroma a naranjas. No estaba con otros lobos entonces.


— por favor, tengo que hablar contigo— le rogué el tercer día.


El día anterior a que dieran el alta a su padre, me oculté y lo seguí. Podía conseguir la dirección si preguntaba pero ya estaba tentando mucho mi suerte preguntando por su caso y por él. Así que pedí prestado un auto y le seguí.


— ¿Qué hace aquí?


—escúchame un momento. Trabajo en el hospital y no quiero hacerte daño. Yo estoy solo, no hay más así que…


— No sé a dónde quieres llegar, pero no soy la persona que puede ayudarte. Lo siento— la puerta se cerró, pero estaba tan desesperado por algo, por cualquier cosa, que salte por la pequeña entrada del patio y corrí a la puerta trasera— ¿¡Qué demonios haces!? Llamare a la policía ¡No puedes entrar a las casas cuando te dijeron que no!—  mi desesperación me llevo a hacer la única cosa que cuerpo sabía: cambiar. Me transforme en su patio, a plena luz del día. Su expresión al verme me confirmo que él sabía, y mucho— demonios, estúpidos hombres lobo ¡¿Qué harás si los vecinos te ven!? ¿Tienes idea de todo lo que tendré que mentir? arg, entra ¡Rápido! ¡Y transfórmate que no pienso estar hablándote en esa forma! Ya hablo solo mucho tiempo.


— ¡Lo sabía! Sabía que sabias.


— y ninguno de ustedes tiene modales— refunfuñaba— todos son iguales. Vístete.


—oh, dios, conoces a otros como yo ¿Dónde? ¿Hay muchos? ¿Dónde están? Y tú eres un humano, un humano Wow… Mi nombre es Tarik, y estoy muy feliz de conocerte.


— ah…Soy Eddie… ¿Cómo voy a explicarles esto? no, no puedo decirles. Él querrá venir y dejar todo justo en este momento además ¿Qué se supone que le tengo que decir?— si hablaba solo. Murmurando cosas para sí— además no estoy en peligro… oye ¿hay una manada aquí cerca?


— no, no hay otros como yo.


— estaba seguro de que no habría hombres lobo por aquí porque es una ciudad. Dijiste que estabas solo ¿no? no puedo confiar en ti.


— dices eso pero me hiciste entrar a tu casa— su cara se puso tan roja como su cabello. Me agrado desde ese momento porque aunque estuviera asustado, enojado y no me conocía se había preocupado por un desconocido— te contare mi vida, si después de eso no quieres hablar más conmigo está bien, pero escúchame, por favor. 


— no tienes que contarme tu vida, pero te escucho— no estaba preparado para hablar, no había pensando que diría después de decirle así que hable de la nieve, de quedarme solo y de mi temor a las manadas. De mi trabajo, del hospital. De lo mucho que tenía y lo vacío que me sentía. No me importo la mirada que me dio en ese momento ¿pena?— solo vengo por mi padre. Regresare a mi casa cuando sepa que está bien.


— lo sé, solo… seamos amigos estos días— él no me conto mucho. No supe si porque la información que me iba a dar no era solo suya o porque decírmelo todo para luego  irse sería una cosa cruel.


— soy veterinario. Tengo una clínica.


— vaya. Tu sí que llevaste lo de gustarte los animales a otro nivel— se atraganto,  luego me di cuenta de cómo sonaba lo que dije y nos reímos.


No recordaba la última vez que había reído tan libremente, la última vez que había reído de verdad.


Yo le recomendé a Eddie algunos nombres de personas que podrían cuidar de su padre cuando se fuera. Hable con Eddie diario, aunque no habláramos de los lobos, contarle a alguien que me conocía de verdad era liberador. Pero cada día que pasaba con él era un día menos para nosotros. Cada día se acercaba el final y me di cuenta que esta vez no estaba preparado, no estaba listo y no iba a soportar quedarme solo. No otra vez.


 


Estaba a mitad de mi internado cuando decidí mudarme y seguir a un casi desconocido pelirrojo a una ciudad que no conocía.


— ¿Qué estas…?


— voy a mudarme.


—…— Eddie es inteligente, le tomo unos segundos entenderlo a juzgar por su expresión entre horrorizada e incrédula— no puedes venir conmigo.


— ah, pero no estoy yendo contigo. Estamos yendo en la misma dirección ¿no es una gran coincidencia?


— eso no es una coincidencia. Tarik, no se… no es un buen momento para que llegues a la ciudad. Las cosas no están bien— lo había deducido por las llamadas que tenia con quien fuera que estuviera al otro lado de la línea.


— tener números puede ser mejor. Mira… si no me quieren en la manada está bien, pero al menos quiero poder hablar con alguien que sepa lo que soy. No tener que ocultarlo todo el tiempo. Si es una ciudad debe ser bastante grande para no intervenir— ya sabía que el lugar donde vivían era una ciudad junto a un bosque, algo poco usual.


— no puedo impedir que vayas a donde quieras. Pero yo estoy… saliendo con alguien. Bueno, no con alguien, con Rowan. Él es el… el…


— ¿alfa?— era adorable como se trababa con las palabras relacionadas a los lobos. Tal vez lo consideraba demasiado adorable y estaba un poco demasiado interesado en Eddie— bueno, si llego contigo podemos explicarles. Además, tu no estas llevándome, solo estoy mudándome a la misma ciudad. Casualmente.


— casualmente. Claro. 


 


Cuatro días después me mude.


Cuatro días después conocí la ciudad y el bosque.


Una semana después conocí a la manada de Rowan.


No era una manada grande, pero si una manada muy unida como si cada integrante hubiera sido elegido específicamente para encajar: la calma serena de Rowan, los consejos de Baruch, la inteligencia practica de Kalila, la energía de Beau, la tranquilidad de Kevin, la cruda verdad en las palabras de Jane, la agudeza de Liam y la nueva perspectiva de Lon. Estaban los nuevos, aun buscando como encajar con el resto. Y estaba Eddie. No me sorprendió ver que todos parecían girar de algún modo a su alrededor. Aunque no lo parecía era bueno liderando.


Costo un poco ser aceptado, podía notar la sospecha, el rechazo instintivo en los demás. Era raro porque no estaba acostumbrado a ser rechazado de ese modo, los humanos me adoraban. Y seguían haciéndolo, Fabien y Gabriela se alegraban al verme, me invitaban a comer y me daban su ayuda con la mudanza.


La ciudad me gusto. No era tan grande y el bosque se extendía por los bordes de una forma muy equilibrada. Quien sea que había diseñado el lugar lo había hecho muy bien. El bosque también es genial, grande, oscuro y vivo. No era el bosque de árboles secos en el que había corrido por primera vez. No era frio ni cubierto de nieve.


Aun extraño la nieve pero por primera vez cuando aulló a la luna, me responden.


Por primera vez corrí con otros lobos en el bosque.


Por primera vez no soy el único en un gran lugar.


Por primera vez no soy el único que guarda un gran secreto.


He vuelto a tener familia.


 


Dos años después de encontrar una familia, de encajar en una manada, todo cambio otra vez.


— Donelly necesita ayuda— fueron las primeras palabras de Eddie cuando me senté frente a él en el escritorio de su clínica a la hora de la comida.


— oh. Está bien—le sonrió. El olor a animal es intenso hoy, pero no me molesta. Nunca me han molestado los olores. Eddie me sigue mirando, sus ojos clavados en mi— hare lo que pueda— porque cuando tu manada aúlla en el bosque, solo tienes que responder.  


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