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Juventud Herida (El Loco de Guerrero) por Evan_Lylu

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Notas del fanfic:

He tendio algunos problemas con la edicion y desarrollo de la trama. por lo que la estoy resubiendo nuevamente, mil disculpas por el inconveniente,. Esta reeditada. ademas la subire a la par en wattpad, por si quieren segirla ahi con algunos dibujos de los personajes. 

 

 

Notas del capitulo:

Prologo

 

Carlos es un joven con una familia tradicional y religiosa, gente que trabaja para vivir, que tiene deudas y hace el esfuerzo por vivir cómodamente. Apenas un tiempo atrás él vivía una vida desenfrenada y loca, sin tener consideración en su futuro. Hasta que conoció a David.

 

Para entonces no sabía quién era ese hombre que le estaba cambiando la perspectiva de la vida. Para él era alguien simple, sin muchos estereotipos, que le pareció desagradable al comienzo, pero que tenía algo que lo atraía como un imán. Su personalidad era tan sombría y pasiva que lo cautivo a cuenta gotas, ese tipo de persona nada sencillo de encontrar. David era una persona introvertida, que guardaba muchos secretos y se ocultaba tras la fachada de un hombre trabajador y humilde. Pero era el mismísimo demonio en persona.

 

La vida de ambos cambio, pasando por muchas complicaciones. Desde un comienzo la vida de Carlos era un ir y venir de problemas, al lado de David estos episodios se intensificaron más y las drogas fueron su salvavidas. Al final de cuentas uno decide con quien desea quedarse y cuando escoges a la persona indicada para ti, te das cuenta que tal vez no lo es.

 

Tomar la decisión de ser una pareja estable, conlleva muchos sacrificios, aunque muchos no lo consideren. Uno de ellos es alejarte de los que no están de acuerdo contigo, y otra darles la razón del por qué no lo estaban. Aun así te quedaras al lado de esa persona… “lo máximo que tu estabilidad emocional pueda soportar”.

Capítulo 1.- Érase una vez en Guerrero.

 

Tlacotepec, Guerrero 1986

 

Ya era medio día y apenas llevaba arada la mitad del terreno, tenía que terminar de arar la tierra antes de las lluvias para poder obtener cosecha a tiempo, se irguió recto estirando la columna y llevándose una mano al pantalón, sujeto un pañuelo limpiándose el sudor de la frente ladeando un poco el sombrero de paja. El sol estaba en lo alto, el sol caliente le quemaba la piel, la resequedad de la tierra le lastimaba las narices. Medio cerró los ojos frunciendo el entrecejo, a lejos pudo ver un matorral, una culebra retozaba muy campante camuflajeadas con las ramas secas.

 

- Que la chingada… - sonrió entretenido, apenas tenía 20 años pero para entonces ya tenía muchas responsabilidades, exhalo volviendo a guardar el pañuelo rojo en el bolsillo trasero de su pantalón, palmeo un par de veces antes de volver a sujetar el Azadón.

- Demian!! Demian ¡¡primo!! – le grita un joven, que llega corriendo saltando el corral.

 

Este regresa a ver afilando la mirada para ver de quien se trata, es uno de sus amigos, corre entre los juncos sujetándose el sombrero. No más llega se dobla en dos respirando agitado por la carrera.

 

- La Dalia!! Jajaja La Dalia está pariendo… espabila hombre!! – le insta a que se valla entre risas entretenidas.

 

Damián suelta el arado y abriendo los ojos asombrado, una imperceptible sonrisa aparece en sus labios, sus ojos chispean emocionados, se toca la frente con el pulgar y comienza a correr cuanto antes.

 

Cuando al fin llego al pueblo, se adentró en su casa, ahí las tías atendían a su mujer, Dalia parecía haber hecho un gran esfuerzo, las mujeres lo felicitaron y arrodillándose a un lado del lecho le toco la frente, unos hermosos ojos castaños le miraron enamorados y cansados.

 

- Es un niño! – susurro ella con una sonrisa en los labios.

- Un niño!! - aparto los trapos de su pequeño cuerpecito y miro que el pequeño avispado miraba en todas partes, le toco la cabecita con suma delicadeza para su propio gusto, pues sus toscas manos por el trabajo en la tierra las habían hecho rusticas y callosas. Sonrió levantándolo en brazos y salió con él, los familiares de ella sonrieron y vitorearon alegres.

 

- Un hombre joven de sombrero y ropas finas, se acercó a él sonriente – En hora buena Demi!! – le palmeo la espalda.

- Él se sonrió y bajo la mirada viendo emocionado a su vástago, pero había algo en sus ojos… eran de “diferente color” frunció el ceño extrañado.

- ¿Que tiene…? – miro al pequeño con detalle.

- La matrona se acercó seria viendo a ambos resignada – el mismo problema de su madre… hay un caos en su alma, ella se lo ha heredado…

 

Un tipo a caballo irrumpido en la humilde morada, todos regresaron a ver, Demian frunció el ceño y enserio el semblante, el tipo arrogante que bajo del caballo era hijo de un acaudalado.

 

- Entonces es cierto que la Dalia ya pareo… ¡en hora buena Herrera!

- Jh… No tiene nada que hacer aquí mi buen amigo… - le paro el joven amigo de Demian - el compadre está teniendo una bendición y no apetecen enemigos indiscretos.

- Enemigos!! – se acerca valiente ladeándose el sombrero – Pero sí, yo solo vengo a darle la en hora buena a la Dalia, “mi buen amiga” ¿me lo va impedir acaso?

- Una voz femenina se logró escuchar débil, Demian giro a ver molesto que Dalia salía de la habitación para acercarse a él pálida y sin fuerzas – No necesitamos tus sarcasmos Esteban. Aquí solo hay familia y amigos… tú no eres ninguno de los dos… jh… - se sujetó del hombro de su marido. Dalia tenía un fuerte carácter, Damián la miro orgulloso. Pero no era normal que las mujeres fueran así.

- Sabes mejor que todos, que tú eres mía, y que lo serás aunque que estés casada con este campesino… “mi ojitos violeta” déjate de tonterías y acéptame a mí, estoy dispuesto a aceptar a tu chamaco… Una mujer como tú no merece un campesino sin apellido – escupió con asco.

- Damián gruño molesto por la afrenta tan seria que estaba haciendo ese tipo, sabia el pueblo que siempre anduvo tras su mujer y que la Dalia nunca lo acepto. – Es mi esposa ahora, y le pido que se retracte de tantas tonterías. – la matrona tomo al pequeño en brazos y se llevó con ella a la Dalia que preocupada miraba a su compadre para que parara cualquier revuelta.

- Venga campesino, páreme ahora si tienes huevos… usted es poco hombre para esa mujer.

- Damián se estaba por ir contra el valiente, cuando su compadre lo detuvo y los demás barones de la familia de Dalia lo detenían. – No Demi…!! No merece la pena… - regreso a ver al tipo – Vete de aquí Quintero… tu padre puede ser el líder del pueblo y tener muchos bienes… pero esto ya es una afrenta muy grave… insultas al hombre e insultas a su mujer frente a la familia.

- jajajajaja, ya arreglaremos cuentas cuando no tengas quien te ayude… campesino… jajajajaja – Se burló de forma insolente el tipo, ensillando nuevamente su caballo se largó de ahí a todo galope.

 

La noche llego al pueblo, se encargó de atender a su esposa y orgullosos mirar al pequeño integrante. Pero las mujeres lo mandaron a que se fuera a celebrar, su amigo fue con él y se metieron a la cantina del pueblo. Ahí bebió un par de copas al lado de su amigo, ahora era padre y sus responsabilidades iban en aumento, debía labrarse un nombre, pero su situación lo impedía en mucho.

 

- Puedes ir a Acapulco, ahí la vida es más fácil… yo pienso irme en cuanto mi padre me lo permita, sabes cómo es de mano dura…

- Demian no era un hombre de muchas palabras, pero su amigo podía interpretarlo a la perfección, era unos años mayor que él y ya tenía tres hijos, su padre tenía tierras y él trabajaba en sus tierras como obrero. Demian no tenía familia y los padre de su amigo lo habían prácticamente adoptado desde muy chico, por eso mismo muchos lo humillaban pues no tenía nada que ofrecer a Dalia más que unas tierras sin mucho valor. – Ya amigo, no hagas caso a provocaciones… ¿sigues pensando en Quintero? Tú tienes mucho más que perder.

- Se hecho de golpe el trago y regreso a ver a su amigo – Marcos Barrera… disculpa que lo diga así… pero no entenderías como me siento…

- Dalia nunca lo ha querido, ese hombre es solo un bocón. Anda… ¿Con quién se casó ojitos violeta? – Pues era como la conocían en el pueblo - ¿Pues contigo tonto!! No había hombre hasta ahora que domara a esa potranca, y mira nada más con quien se fue a quedar– le palmeo la espalda.

- Pos sí – sonrió avergonzado, para ponerse serio nuevamente - pero no me gusta la forma en la que la persigue, Quintero me falta al respeto y el pueblo lo apoya.

- Su familia no es el pueblo… amigo, tu sabes que te apoyo en todo y que mi familia, al igual que mi padre también lo hacen… hazme caso, en cuanto la Dalia se reponga… jálense pa’ Acapulco.

-  Damián miro a su amigo, y bajo la mirada sonriendo resignadamente – Esta bien… jh…

- JAJAJAJA – una carcajada alebreste se escuchó en el lugar – Mira nada más, el niño de papi y si perro fiel!!  Jajajajaja.

 

Ambos hombre se pararon dispuestos a salir de ahí e ignorarlo, Barrera era calmado pero Esteban se estaba pasando, Damián camino recto y a paso firme hasta la salida, pero Esteban le toco el hombro con fuerza.

 

- Suficiente muchachos!! – Grito Don Cebas el que servía las rondas en la cantina del pequeño pueblo y les conocía la rencilla. 

 

XXX

 

Dalia se encontraba muy débil, pero un huerco, hijo de una de sus hermanas, llego a la carrera metiéndose en su habitación. Le dijo apurado lo que estaba sucediendo.

 

Preocupada le pidió que cuidara del pequeño y le avisara a la familia Barrera, sin pesar salió a buscar a su marido.

 

Cuando llego la gente del pueblo hacia revuelo, ella miro a Damián, Esteban era mucho mayor que él. Su esposo era fuerte, era alto y de complexión robusta, pero a comparación de Esteban era solo un chamaco.

 

- Demian!! – grito deteniéndole.

 

Este la regreso a ver al igual que Esteban, el cual de pie volvió su mirada a Damián que tirado en el suelo sangraba por la boca. Luego miro a Dalia, y las pocas personas que estaban de chismosas.

 

- No más…!! - grito ella al borde de las lágrimas – Déjanos en paz!!

- Muerto el perro se acaba la rabia mi florecita, aquí nadie lo quiere – saco la pistola apuntándole – Este perro no tienes ni las agallas de defender a su mujer. – dijo con saña.

- NO!!! – grito ella asustada corriendo hacia su esposo.

 

Damián cerró los ojos esperando el disparo, pero cuando este se escuchó no sintió nada más, que el cuerpo caliente de Dalia y su fino aroma a claveles, sus ojos castaños con leves destellos violetas le miraban con dolor… él no tenía una pistola para defenderse, a duras penas usaba sandalias y como decían todos por ahí, era un don nadie que no podía defender el honor de su mujer. La abrazo con fuerza y escucho como todos gritaban alarmados, ella escondió su rostro en su cuello a media respiración. Había recibido el disparo por él.

 

- DALIA!!! OH no, no – la acomodo entre sus brazos y busco la herida.

- Damián… - levanta la mano tocando su mejilla, ella amaba esos ojos fieros y esa mirada oscurecida, Damián era un hombre muy apuesto, tenía los ojos verde olivo, no muy vistos en el pueblo, calentano de hueso colorado, un hombre fuerte y muy trabajador y ella lo amaba con el alma… pero aún eran jóvenes para saber que no tendrían paz con gente como Esteban rondándoles. – ¡Te amo…! – susurro con dolor, sus ojos cristalinos le miraron con dolor y al fin los cerro.

- Damián levanto la mirada alebreste con su mujer en brazos, Esteban corrió a su caballo pues le pareció ver al diablo y se fue de ahí, temeroso por lo que acababa de suceder.

- ¡Demian, reacciona…! No cometas una locura, ocúpate de ella y tu hijo!! – le sujeto de sus ropas su amigo.

 

Pero Damián no escucho, se arrastró en el suelo y sujeto la pistola que el valiente había tirado, corrió lejos de ahí a sabiendas donde estaría Quintero. Barrera le grito pero no escucho, la ira nublaba sus sentidos, todo estaba perdido para él y solo quería una cosa, ¡sangre!

 

XXX

 

Tiempo Actual, 2016

 

Se quitó la chamarra y la arrojo a la cama, desenfundo la pistola y la dejo en la mesita de noche. La lujosa habitación estaba en penumbras, pero poco le importaba moverse en la oscuridad, necesitaba descansar para poder planear sus movimientos. Los jefes de zona, querían mercancía. Las armas eran un buen negocio, pero necesitaba estrategia y un carácter fuerte. Se arrojó a la cama y saco su celular. Miro un mensaje de Constanza y se llevó una mano a la frente cansadamente, su hijo ya no le estaba dando los mismos resultados de antes. No era lo que pensó en su momento, pero necesitaba que se pusiera las pilas si quería seguir vivo.

 

Se llevó una mano a la quijada pensativo, recargando la nuca en el respaldo de la cama, sus ojos verde olivo miraron a la nada, David estaba fallando en algo o estaba confiando en las personas incorrectas. Había cosas que su mejor hombre e hijo, no estaba viendo, algunos de sus hombres de confianza lo habían instado a que regresara cuando antes. El capo de Sinaloa y los demás carteles le tenían el pie en la yugular, esperando su desplome. La competencia en su negocio estaba más que reñida y no podía ponerse a pensar en la situación de su único familiar consanguíneo. Las autoridades solo esperaban un error de su parte para capturarlo.

 

- Con un demonio! – se tallo el rostro pesadamente con su mano izquierda.

 

A su mente siempre llegaba el día en que nació su hijo, había sido una tarde muy soleada, no muchos niños nacían a medio día, cuando las serpientes retozaban en los matorrales, pero había sido maravilloso verlo por primera vez. Dalia estaba muy feliz… pero acordarse de su nacimiento, lo hacía recordar esa noche trágica también… ¡no! Nunca más iba a ser débil y evitar afrentas y eso debía aprenderlo David.

 

Siguiendo ese patrón es como había llegado a donde estaba y de ahí nadie lo iba a bajar. Por eso quería que David se pusiera pilas, y sabía que podía eso y más. ¿Pero había tenido que salir con esos gustos? Frunció la boca acongojado por tonterías. Ahora hasta tenia al tipo ese viviendo con él en su rancho, jodida suerte la suya, su único hijo y le había salido marica, tan macho que se veía el cabrón.

 

Se levantó de golpe con una molestia instalándose en su estómago, se quitó la camisa y se dirigió a la ducha, había cosas que arreglar y asuntos que atender, ya había perdido mucho tiempo, era hora de poner las cartas sobre la mesa.

 

XXX

 

Tengo entendido que su padre nunca sale de su rancho en Guerrero, o al menos no desde que tengo memoria. El cabrón de David no tiene ni pisca de vergüenza, sabiendo que su viejo está a dos habitaciones de la nuestra, él lo que busca como siempre es desahogar ese remolino de fuego que siempre trae en su cuerpo. Pero la verdad es que el saber qué tipo de persona es, me da algo de miedo, si no le caigo en gracia podría incluso hasta mandarme a desaparecer.

 

- ¡Verga! Aaaaaah – gruñe sintiéndolo embestir con fuerza en su interior, cierra los ojos sintiendo la fricción, se encuentra sobre la cama abrazando una almohada bocabajo con el culo al aire – Con calma animal!! – le grita cerrando los ojos lleno de lágrimas, pero en respuesta siente su pecho musculoso contra su espalda, abre los ojos alarmado, sus caderas bajan tocando el colchón y siente las rodillas de David a los costados de sus caderas, no sale de su interior. ¿Para qué? Si aún seguía firme y caliente.

- Haaah, no aguantas nada… si sé que te gusta pinche puto – le susurra con voz ronca al oído mientras le sujeta la quijada con su mano tatuada. Mueve las caderas ensartándose en ese pasaje apretado y Carlos gruñe con placer intentando esconder la cara contra la almohada. Bueno porque mentir, si era cierto que le gustaba como lo poseía – Jajaja, lo vez ummm…. Cabrón, que rico aprieta ese culo – le gruñe con voz grave mordiéndole el hombro, tal vez las malas palabras los encendían a ambos, pero temía que si le hablaba bonito Carlos se aburriera, conociendo de antemano como era.

- Unas cuantas lágrimas escurren por los ojos de Carlos, y sujetando la mano de David le aprieta con gozo, claro que le gustaba, pero en ocasiones deseaba que fuera tierno con él. Le encantaba en realidad ser poseído por tremenda bestia, pero no evitaba que le doliera, apretó su mano sintiéndole moverse con frenesí. Hasta que juntos llegaron al orgasmo. Si, había días últimamente en que deseaba ser apapachado y tratado con amor, Carlos estaba cambiando ese carácter aventurero y promiscuo por él, solo por él.

 

Equivocados ambos, tal vez faltaba comunicación, David bufo como animal en celo saliendo de su interior y dejándose caer a un costado, Carlos le miro enamorado, su rostro afiebrado semi oculto en la almohada que había sido su tabla de salvación en esos momentos.

 

- En verdad me extraña que no te canses de mí… - susurra cansadamente, viéndolo llevarse esa mano tatuada a la frente mientras, cierra los ojos y modula su respiración. Su cuerpo musculoso lo excitaba demasiado, David era un espécimen difícil de encontrar, aun le parecía difícil que un hombre tan machista se convirtiera en su pareja. Se mordió el labio sintiendo que los colores se le subían al rostro y aparto la mirada al lado contrario, intentando relajar su corazón.

- David sonríe de lado y  le regresa a ver – Como podría cansarme de ti pendejo… jh… tremendo cuerpo que te botas, pinche culero… jh… - le acaricia a tiendas con su mano libre. Carlos estaba hecho un modelo, el ejercicio y la alimentación casi obligada le estaban haciendo el parote, sus músculos no eran exagerados pero si moldeaban su cuerpo de forma muy sexy, le palmea el glúteo respingón haciéndole girar nuevamente a él - ¿Te bañas conmigo…? – susurro con voz suave.

- Si… umm – se muerde el labio apartándole la mirada viendo a un costado nuevamente, siente como el semen escurre entre sus glúteos y decide levantarse quedando sentado en la cama flexionando una pierna recarga la mejilla en esta. David le mira inquieto.

- ¿Te incomoda que este aquí…? – pregunta al ver que actuaba extraño desde que viera a su padre llegar con él.

- Es su casa… imagino que el que incomoda soy yo… - Claro que le incomodaba, su padre era joven, pues al parecer habían tenido a David a una edad muy temprana, el hombre era alto, con buen físico y con una mirada muy fría tan parecida a la de su hijo, sus ojos eran verdes algo oscurecidos, su cabello no era canoso, no aparentaba más de 40. La única vez que lo vio fue algo rápido y lo único que sabía era su nombre, porque cuando estuvo en su rancho en Guerrero, a David se le había salido pronunciarlo -  Es que aún no tenemos el gusto de conocernos bien, y la verdad no tengo buena experiencia con los padres de mis parejas... – susurra algo avergonzado.

- Jajajajaja, nada que no pueda cambiar, el hijo de perra no es tan mala persona… a él lo único que le importa son sus negocios. No es muy quisquilloso con eso que otros tienen de la moral y esas cosas. – Parándose lo regresa a ver – Seguro que ni cuenta se da, de que estas aquí.

- Pero… acaso él… nos acepta así tal cual, no le molesta que este aquí contigo. ¿Y cómo es que en este tiempo nunca lo había visto…? Ya no tiene problemas acaso… ¿todo está bien?

- David le miro serio escuchándolo desahogarse al fin - Nunca cambiaras flaco – entretenido se inclina hacia él y le besa en los labios sujetando su mano para hacer que se levante. – Siempre tan preguntón… vamos a bañarnos pinche cerdo!

- Solo es mera curiosidad… nada más. – sonríe camino a la ducha mientras David lo abraza por la espalda ronroneándole a contra piel mientras con sus manos acaricia su abdomen haciendo círculos.

- Recuerda que la curiosidad mato al gato… jh… - mordisquea su cuello.

 

XXX

 

La noche anterior no hablaron más de nada, en la ducha volvió a sorprenderle nuevamente y al final quedo completamente acabado como siempre.

 

David se había ido recientemente con su padre a Michoacán y él se había quedado esos días  en ese rancho en Sonora.

 

Había hecho de todo, ese tiempo solo, desde ponerse a escribir, conectarse con sus conocidos, “dígase Alis y Victoria”, las cuales asombradas alagaron su cambio de aires diciendo que le sentaba de maravilla. Otros con los que poco conectaba, era con Adrián y su hermano, no tenían tiempo de hacer una simple video llamada y se preguntaba si era debido a la última vez que los vio. Las cosas habían quedado en una despedida muy fría y simple.

 

En ocasiones lograba contactar con Mónica, la madre de Adrián, pues echaba mucho de menos a Alex y ella es la que lo cuidaba.  El pequeño al verlo por la pantalla del monitor se alegraba mucho y le contaba las cosas que le pasaban, sabía entonces que era feliz. El pasaba mucho tiempo a solas desde que habían salido de Guerrero.

 

Siempre que David salía, regresaba muy caliente. Por eso no hablaban mucho y la mayor parte de sus encuentros era sexo y más sexo. Era otro mundo y estaban aprendido el uno del otro a ser una pareja, eran muy opuestos con relación a la diversión y sus gustos, pero se complementaban bien en otras cosas. Sus empleados ya lo estaban conociendo, él era una persona que se adaptaba y sus preocupaciones se habían reducido a ninguna, más que David regresara sin ningún rasguño.

 

Los hombres que lo cuidaban, al principio habían sido muy desconfiados con él, pues no era ni afeminado, ni marica de manita torcida, por lo que al principio sospechaban de su relación. Pero cuando los vieron intimar juntos, esas sospechas pasaron a burlas.

 

En el tiempo que llevaban en Sonora, los habían atacado en la calle unas 4 veces, y si no le pegaba diabetes, era porque tenía mucha suerte. Por eso también había tenido que aprender a usar una pistola.

 

En su corta historia con su amante, le habían ocurrido muchos episodios, pero seguían amándose, y su gente de confianza lo apreciaba.

 

-          Tienes que saberla usar, por protección… mi gente te va a cuidar a donde vallas, pero habrá lugares en los que estarás solo y tendrás que amagártelas tú mismo – le dijo Sotelo en el campo de tiro. El rancho era grandísimo, podían darse el lujo de incluso aterrizar una avioneta. – Además, el Patrón me ordeno que te enseñara…

-          Carlos le miro asqueado, odiaba tener que depender de un arma, esa mañana se había puesto una playera negra entallada y pantalones deportivos pues había salido a correr en los alrededores eso le hacía olvidar que se encontraba rodeado de narcos, traía puesta una bandolera en la cabeza para detenerse el cabello que le estaba creciendo demasiado, pues no podía ni siquiera ir a una barbería solo y le encabronaba en demasía. Los hombres de seguridad que trabajaban para David, se reían de él, lo consideraban una mariquita porque así lo trataba él frente a ellos. Levanto la pistola hacia uno que se mofaba de su postura con el arma y le disparo sin atinarle, pero si asustando al tipo – Y la risita cabrón! – le gruño burlón.

-          Lo siento Patrona, pero gracias a diosito que aún le falla la puntería… jajajajaja

-          Pinche hijo de tu puta madre!!! – grito soltando la pistola yéndose contra él, estaba dispuesto a partirle su madre y sabía que podría hacerlo sin problema, pero Sotelo lo alcanzo a agarrar por la cintura, Carlos se detuvo regresándolo a ver y bajo su mirada a la mano que sujetaba su abdomen. Sotelo lo soltó avergonzado, Carlos tenía la cintura muy angosta, lo soltó de golpe – Lo… lo siento, pero por favor… - se acerca más a él suplicándole cansado - compórtate Flaco… ya podrás darle su merecido… - le susurro. Luego levanto la pistola y viendo serio a los chavos grito – A ver, ¡¡cada quien a lo suyo!!

Sotelo tenía la paciencia y la dedicación de ayudarlo, después de la muerte de Catalina solo confiaba en él, pues este había cambiado mucho con su trato. Solo gracias a él había podido callarles el hocico a todos, porque David no ponía mucha atención a esos asuntos. Su padre le absorbía en sus negocios, que juraba era legales, pero él no era tonto para darse cuenta de que jamás saldría de eso. Alis se lo había advertido: “No saldrá, porque le gusta esa vida.”

Un día más en esa vida, y ahora, para cereza del pastel se encontraba ahí, en ese lujoso comedor, en el cual ya estaba acostumbrado a comer solo, con el padre de su tormento. La propiedad estaba llena de gente armada, podía pensar que era como estar en un bosque rodeado de lobos, siempre había sicarios cuidando la propiedad. Solo que ahora había más de los que acostumbraba a ver. Otros eran sus hombres de confianza que al parecer no se apartaban de su lado. Suspiro agotado bajando la mirada a su plato de fruta picada, habían pasado muchas cosas desde hacía dos meses que salieron de Acapulco por ese atentado que David había tenido, al parecer no podían regresar por ahora al puerto, pues un grupo criminal contrario a ellos lo había tomado, David estaba a la expectativa de ello, por lo que tenían que estar en la propiedad de su padre mientras tanto, era la primera vez en tanto tiempo que tenia de frente a esa gente.

- Damián miro de reojo a Carlos, el cual parecía tenso.

 

Se encontraban distribuidos en la mesa de la siguiente forma, con Damián el Padre de David a la cabeza, Carlos se encontraba a mano izquierda, David a su derecha, ambos con dos o tres espacios de ambos lados de separación, pues aun lado de Damián a su derecha estaba un tipo muy bien arreglado, por conocimiento de Sotelo sabía que era la mano derecha de Damián, su nombre Sebastián. Tras estaban tres tipos con vestimentas norteñas.

 

Damián siguió su escudriño escuchado lo que Sebastián decía, luego regreso su vista a su hijo, este simplemente los ignoraba a ambos. Levanto la mano deteniendo los informes que de Sebastián, viendo al joven de piel pálida sentado a un costado de la mesa, viéndolo mejor el tipo tenia buen porte y una muy buena estatura, no parecía un tipo cualquiera - ¿Te gusta el rancho… – Pregunto haciendo que David le mirara de reojo, pues sintió su atención - ¿cómo dijiste que te llamas…? ¿Carlos? – pregunto serio mientras comía. Alzo una mano a su derecha y con ese ademan se retiraron sus hombres, quedando solo Sebastián sentado a su lado viéndolo extrañado. Carlos no pudo evitar estudiarlo con la mirada pues tenía un aire muy distinto a los demás.

 

- Carlos miro a David esperando alguna aprobación de su parte, mas este no les prestaba mucha atención, aturdido volvió a verlo a la cara contestando lo más relajado posible – Sí, está muy padre el lugar… y así es, mi nombre es Carlos Palacios. Una disculpa por estar aquí en su casa yo…

- También es casa de mi hijo… pierde cuidado…

- Gracias… el rancho es muy grande…  – miro de reojo a David que sin mucha atención comía su desayuno.

 

Y no era fruta, frunció el ceño molesto por su poca cooperación. Suspiro fastidiado regresando su vista a una de los ventanales a su espalda donde se podían ver el campo cuando lo regreso a ver se dio cuenta que “su suegro” le miraba con detenimiento, carraspeo nervioso.

 

– Es cierto, tiene unos caballos muy chulos ¿son pura sangre verdad…? – murmuro apenado llevándose una mano al cuello donde tenía un notorio tatuaje.

- Lo son… - El hombre aparto la mirada de golpe, se había perdido viéndolo a detalle, cuando se dio cuenta del tatuaje en su cuello, sonrió entretenido, el tipo tenia buen físico y un rostro agraciado, pero no sabía qué diablos le veía su hijo, pues seguía siendo un hombre después de todo. Volvió su vista a su plato con una sonrisa de medio lado.

- Carlos se llevó una mano a la cabeza, apenado. Se había puesto unos pantalones de satín corte recto y zapatos casuales, con una playera Slim fit color verde olivo, que dejaba ver el tatuaje en su cuello, se tocó el cuello nuevamente recordando avergonzado que David le había dejado además unos muy notorios chupetones al lado del tatuaje que ahora tenía en esa parte de su cuerpo.

- No te incomode pariente… y si, lo son… me han costado una fortuna… um – carraspeo limpiando su boca con la servilleta al darse cuenta que se había dado por enterado de su escrutinio, eso decía mucho de él, el chavo ese no era un estúpido – Bueno, me alegra que te la estés pasando bien… - le mira cruzando miradas con él, Carlos la baja avergonzado, entonces Damián se levanta acomodándose la ropa y colocándose su sombrero – Vamos, Loco… Sebastián. – Este se levanta enseguida.

- David levanta al fin la mirada serio – ¿A dónde? – gruño sin dejar de comer.

- Tenemos cosas que atender – toma su par de pistolas ante la mirada atenta de Carlos - ¿creíste que eran vacaciones cabrón? – Regresa a ver a este de reojo un tanto serio - ya te desfogaste, ahora a chambear… - ve a su hijo que no tiene intenciones de levantarse - te espero en el auto cabrón y ya deja de tragar como perro.

 

Carlos giro a ver a David y este le regreso la mirada, él también se había vestido con ropa ligera, le había dicho que saldrían a pasear un rato en la moto y ahora parecía que se había cancelado eso.

 

- Espera…!! – se levanta David intentándolo detener – ¡¡chingada madre!! No sabía que saldríamos… - dijo molesto al verlo perderse por los pasillos, traía una camiseta entallada negra, con una chamarra de cuero y sus pantalones de mezclilla oscuros.

- Pues veo que él ya tenía planes… - baja la mirada encabronado tratando de calmarse un poco. David se acerca a su lado y sujetando su quijada le besa en la boca, pero en respuesta recibe un golpe bajo el cual esquiva con maestría – Por poco, jajajaja… no te enojes que la chingada… sabes que esto no entra a discusión… te veo más tarde y salemos a beber algún bar, ya… cuídate… - se fue aprisa dejándolo solo.

 

Y así era desde hacía un tiempo, David muy poco se la pasaba a su lado. Carlos poso los codos sobre la mesa y recargando la mejilla en su mano, levanto la vista donde un gran ventanal daba vista a la entrada, podía ver muchas camionetas parqueadas esperando por órdenes.

 

De que servía haberse ido con él, si aun así no estarían juntos en nada, el muy cabrón de David seguía ocultándole muchas cosas, solo que ahora él era más observador. Se levanta con elegancia y camina a la salida, mira con calma como discute algo con su padre, el cual prácticamente lo ignora, mientras se ríe en su cara con su terrateniente.

 

Se lleva las manos a los bolsillos, David odiaba ese trato, entonces lo regresa a ver y bajando la mirada se acerca a él serio. Algo había cambiado en su personalidad, al parecer odiaba seguir las órdenes que ese hombre le daba, y él ahora era más calmado, como si algo de Antonio se le hubiera pegado, pero era aparente, solo eso pues el Padre de David le daba miedo. Había muchas cosas que le inquietaban de ese mundo de los carteles e ilegalidad. Esa gente encontraba enemigos en cualquiera.

 

- Estaré fuera un buen rato, te prometo que… te lo compensare.

- Carlos se muerde el labio cruzándose de brazos mientras mira hacia las camionetas – Se te están acumulando las promesas… jh – le regresa a ver serio, David le mira de igual manera – Tanto que puede que olvide porque estoy aquí…

- David aparto la mirada con una sonrisa forzada, aprieta los puños y se cruza de brazos – Me estas amenazando pendejo?

- Tómalo como quieras – David le sujeta con fuerza por el antebrazo, Carlos se muerde el labio, levanta la mirada hacia donde se encuentra el padre de David y se da cuenta de que los observa con malos ojos, susurra tan serio como nunca lo había estado, y era porque se estaba cansando de ese encierro.

- No quieres volverme a ver encabronado…Carlos tú me conoces, no le jales la cola al diablo…  – baja la cabeza soltándolo, mirando como sus dedos quedan marcados en sus brazos.

- David!! – Le grita su padre – apresúrate con una chingada!

- Este regresa a ver como entra a la troca, y levantando la mirada hacia Carlos se acerca a él tomando su mano esta vez con delicadeza – En verdad te juro que te lo compensare… - le dice viendo su mano y no su rostro, se da la vuelta soltándolo y se apresura hacia la misma troca en la que entro su padre.

 

Carlos les mira partir entre tanto escándalo, se lleva una mano al lugar donde le sujeto, le escoce un poco, se mira la marca de sus dedos y frunce el ceño molesto, al fin la hacienda queda en silencio. Baja la mirada mirando su mano, portaba un par de anillos uno de acero negro, y otro de oro blanco era un símbolo de unión, con nadie había aceptado esas pendejadas incluso con Adrián que fue con quien más tardo. David se las había dado al igual que otras joyas más, que muy poco utilizaba. Suspira cansado y regresa a dentro, otra vez solo, pues Sotelo se había ido con ellos, no confiaba mucho en los demás. Odiaba estar mucho tiempo solo pues su cerebro no lo dejaba en paz.

 

XXX

 

Las palabras de Carlos, con un toque de advertencia, lo habían dejado irritado. Tanto que las voces en el auto le parecían lejanas, eso de tratos y fechas no le interesaban en ese momento, tal vez Carlos estaba exagerando, pues los negocios con su padre eran más importantes. Había algunos asuntos que atender con los dueños de la plaza, su padre era bueno con eso, pero cada plaza tenía lo suyo, él estaba en acuerdo con unos cuantos. Aunque fuera Patrón, todavía existían rencillas que él cómo su hijo tenía que tener en cuenta. Pero los reclamos de su flaco no lo dejaban estar tranquilo y odiaba no estar tranquilo.

 

Entonces el viejo se dio cuenta de ello, no le parecían en nada sus motivos.

 

- Necesito que estés metido en esto al 100… te lo eh estado diciendo desde que te enteraste que no podrás mandarme a la verga, como si fuera un trabajo de quinta - murmuro viendo por la ventana en un tono molesto. Algo había pasado entre ellos para que se encontrara de mal humor. Los que los acompañaban no se metían en esos asuntos, pero se daban cuenta de que su hijo estaba más al pendiente del puto que de los negocios, lo conocían de mucho, sabían de lo que era capaz el “loco”, pero desde que estaba ese chico en su vida había cambiado sus prioridades al punto de querer salir del negocio, si no fuera porque ahora sabían que era su hijo, ya estaría muerto desde hacía mucho.

- David levanto la mirada al frente, sus ojos toparon con Sebastián quien a un costado del conductor miraba por el retrovisor atento a lo que atrás sucedía, su fiera mirada bicolor lo hizo que la apartara, entonces aparto la mirada arto hacia su padre. – Sabes que estoy al cien en esto, ya habíamos hablado… no es necesario que sigas con el tema…- murmura cortante viendo por la ventanilla de la camioneta.

- Demian sonríe de lado socarronamente. Su hijo tenía mucho de su carácter.

 

 

XXX

Continuara…

Notas finales:

Wattpad: Sulem050384

Juventud Herida (El loco de Guerrero)


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