El fin de semana con sus sobrinos pasó en un parpadeo para Merie. A pesar de las preocupaciones iniciales, cuidar de los dos pequeños diablillos no resultó ser tan malo como había temido, incluso si hacían travesuras la distraían y la mantenían activa y de alguna manera no tenía tiempo para pensar en ciertas cosas.
Cuando su hermano llegó para llevarse a los gemelos, estos se aferraron a Merie, pidiendo más tiempo para jugar. Sus risas resonaban en la casa mientras ella los abrazaba, prometiéndoles que la próxima vez podrían hacer más cosas divertidas.
Su hermano la miró agradecido y le dio las gracias una vez más por haberle ayudado tanto y con tan poco tiempo de planificación. Merie sonrió y le aseguró que estaba bien, que había sido un placer cuidar de los gemelos y que siempre estaría ahí cuando lo necesitara ya que después de todo eran hermanos y debían estar ahí para el otro.
Una vez que los pequeños se marcharon, la casa de Merie volvió a sumirse en la calma y el silencio. Era extraño, después de todo el bullicio y la actividad del fin de semana, encontrarse sola en su hogar. Sin embargo, la tranquilidad no duró mucho.
El teléfono comenzó a sonar, y Merie vio en la pantalla que era Luis quien la llamaba. Con un suspiro, respondió con desgano, anticipando que su amigo seguramente ya tenía alguna idea loca en mente.
"Hola, Merie, ¿los gemelos ya dejaron tu hogar?”Merie rodó los ojos con una sonrisa.
"Si, Luis se marcharon hace poco, fue agotador, pero creo que voy a extrañar corretear tras ellos" La respuesta de Luis fue inmediata y llena de entusiasmo.
"¡Genial! Sabía que lo disfrutarías. Ahora, tengo una idea emocionante para esta noche. ¿Te animas?" Merie suspiró, sabiendo que una vez que Luis tenía una idea en mente, no había forma de librarse.
"Luis, estoy agotada. ¿No puedes simplemente relajarte por una tarde?" Luis río con su característico tono animado.
"¡Vamos, Merie! El aburrimiento no está en nuestro vocabulario. Te prometo que esta será la mejor tarde-noche de todas. ¿Qué dices?"
A pesar del cansancio y la resistencia inicial, Merie no pudo evitar sonreír. Luis siempre tenía una manera de contagiar su entusiasmo, y a pesar de sus quejas, sabía que en el fondo disfrutaba de las locuras que él proponía. Con un suspiro resignado, aceptó la invitación de Luis, sabiendo que el resto de su Domingo prometía ser tan inusual y emocionante como él prometía.
"Está bien, Luis. Pero asegúrate de no involucrarme en nada demasiado extravagante, ¿de acuerdo?" Luis respondió con una risa traviesa.
"Te prometo que será algo inolvidable, pero nada demasiado extravagante. Nos vemos en el parque cerca de tu casa al anochecer o para ser más exacto a las siete de la tarde" Merie suspiro sabiendo que estaba perdida.
“Bien ahí te vere recuerda no hagas nada raro”
“Si, si, nada raro, nos vemos”
La noche se cernía sobre el parque cuando Merie, impaciente, miraba su reloj. La oscuridad se apoderaba del cielo y las estrellas comenzaban a hacer acto de presencia. Estaba de pie en medio del parque, esperando a Luis, quien le había prometido una noche emocionante. Sin embargo, veinte minutos se convirtieron en una espera que Merie no esperaba.
"¿Dónde demonios estás, Luis?" pensó para sí misma, mientras miraba las nubes que amenazaban con ocultar las estrellas por completo.
En ese momento, una bocina resonó en la distancia, seguida por la alegre voz de Luis llamándola. Merie se volteó con los brazos cruzados, claramente molesta.
"Entonces te dignaste a aparecer", le espetó con tono sarcástico. Luis, con su eterna sonrisa, respondió como si nada.
"Me retrasé, pasé a hacer unas compras que necesitaremos para esta noche y que creo que te gustaran" Merie suspiró, exasperada.
"Pudiste haberme avisado, idiota. Llevo aquí parada los últimos veinte minutos” Luis descendió del auto con tranquilidad, como si no hubiera hecho nada mal.
"No exageres, estás bien, nadie te secuestro, ahora, sube al auto que debemos irnos." Merie, aún molesta pero decidida a no arruinar los planes de Luis antes de tiempo, obedeció y se subió al auto.
"Recuerda que mañana debemos trabajar. No quiero hacer nada que haga que mañana no pueda levantarme." Luis asintió, mostrando complicidad.
"Descuida, no haremos nada demasiado loco, solo diversión. Además, supe que cierta chica que baila en cierto club no solo sabe bailar, sino que también canta. Y ahora vamos a verla" La mención de la "chica del club" hizo que Merie se sintiera incómoda.
"No, espera. Ni siquiera lo pienses", advirtió con seriedad, pero Luis sonrió con picardía.
"Muy tarde. Ya tengo la reservación del restaurante y no solo cenaremos, sino que tendrás la oportunidad de volver a verla." La expresión de Merie se tornó en una mezcla de incredulidad y molestia.
"Tienes suerte de ir conduciendo o te golpearía, pero no creas que te salvas. Si Lucia piensa que la estoy acosando, te juro que no te hablo por una semana "Luis río, aparentemente inmune a las amenazas de Merie. Arrancó el auto y se dirigieron hacia su destino.