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Buen, Buen Chico por Sady

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Notas del fanfic:

Hola! Lastimosamente lo último que estaba subiendo en esta página se borró de la plataforma, así que paso a informar, a quien le interese, que estoy en Archive of Our Own como Sady_Uzu subiendo por ahora fics en inglés; no creo que vuelva a pasarme por acá, pero les comparto esta posible última actualización aquí ya que es una continuación de Buen Chico, y siendo AY donde orginalmente lo publiqué, me parece justo para quien se pase por acá aún. 

 

(Buen Chico es mi oneshot MinaNaru en donde Naruto sueña muy eróticamente con su padre, lo desea, y luego siente culpabilidad).

Este fic es para mayores de edad con contenido explícito. Lo he dejado como "No menores de 16 años" sólo porque anteriormente daba error en +18.

Espero disfruten!

 

Notas del capitulo:

Disclaimer: Naruto no me pertenece.

 

Todo empezó con un inocente pensamiento, apenas ahí durante una práctica cuerpo a cuerpo al lado del lago en uno de los campos de entrenamiento.

Un pensamiento de cómo de inmaculada era la epidermis de su hijo porque, en la bronceada piel de la espalda de Naruto, había una muy notoria marca roja que en cuestion de segundos sanó frente a los ojos de Minato, infligida por un talentoso Hyūga. A Naruto le gustaba entrenar sin camiseta o abrigo, por lo que el rubio mayor había podido verlo incluso aunque no era usual para él ver ese tipo de desnudez en el cuerpo de su hijo, incluso aunque compartieran un mismo techo.

Luego, días después, Minato escuchó las palabras de Kakashi. Un chiste irrelevante.

Claro, Kakashi era un pervertido, así que no era extraño para el hombre admitir, como broma, que Naruto había tenido un sueño húmedo en su última misión. Naruto, por supuesto, no estuvo presente durante el señalamiento de su Sensei; de otra forma, la tranquila oficina del Hokage habría sufrido daños de nuevo a manos de su impulsivo rubio hijo.

La juventud, pensó Minato, porque le pasa todo el tiempo a los hombres jóvenes. 

Y entonces, algunas noches después, Minato se dio cuenta de que había estado viendo a Naruto cada vez menos. El reconocimiento lo hizo tener una sensación fea, pesada, extraña en su estómago, y trató de recordar si él había sido culpable de algo, contando en su mente cuantos días seguidos, debido a su trabajo como Hokage, había llegado tarde —quizá muchos papeles para firmar, muchas misiones que aprobar. 

Pero no, Minato había estado presente en casa tan frecuentemente como siempre; ¿quizá se trataba de la madurez de su hijo? De Minato simplemente cesando de ser esa figura principal hacia quien Naruto, mucho más joven y lleno de vida, le pondría su mayor atención. 

Y entonces, una noche después, Minato soñó con su hijo.

Habían varios tipos de sueños. Uno de ellos era el lúcido en el cual la persona desde su perspectiva experimentaba y era consciente de lo que estaba soñando.

Hoy era un sueño de esa naturaleza.

Minato, ahí sobre su cama, sus piernas extendidas y mirando con sus ojos azules entrecerrados, se sentía completamente excitado por cómo Naruto, con su estómago sobre el colchón y entre las piernas de su padre, bajaba el resorte de los pantalones del hombre maduro y luego metía su mano dentro de los boxer, sacando el miembro medio endurecido de su confinamiento. 

El hijo ofreció entonces una mirada lasciva a aquella erección en sus manos e inmediatamente empezó a bombear, poco a poco revelando una cabeza roja mientras se situaba un poco más hacia abajo de su padre, acomodándose en un mejor alcance para su propósito. Su obvio propósito.

Aún así, habían ciertas pocas indicaciones de que se trataba de un sueño.

Naruto no decía palabra alguna. Minato no podía moverse. Y aparte de que era irremediablemente erróneo, todo se sentía tan, tan bien.

Su chico, su buen, buen chico, se inclinó y sacó su lengua rosada para lamer la cabeza de su pene, y el líquido preseminal se acumuló en la punta de ese músculo tan lindo. Entonces Naruto justo ahí, se inclinó más para arremolinar su lengua sobre la punta del glande, tan tierno como si aquello se tratara de un dulce.

Minato pensó —y se prometió— que en la vida real Naruto nunca tendría idea de por qué su padre no necesariamente detuvo todo. No paró a Naruto de chuparlo ni de presionar su lengua en la hinchada punta de su pene, justo en los lugares correctos. No detuvo al joven de aplanar su lengua, pegarse a la sensible erección, y ponerla en la pequeña hendidura de tal punta, moviendo el músculo a su alrededor.

Este Naruto era un experto, como una prostituta con experiencia. Tan diametralmente opuesto a cómo su verdadero hijo debía ser. O quizá no; Minato no podía saberlo, nunca había preguntado o escuchado sobre eso.

Había una prominente vena ahora en su miembro, pero Minato no pudo decir nada, no pudo confiarle a su hijo porque la lamiera de un extremo al otro.

En el sueño, Minato vio una sonrisa aparecer en el rostro de su hijo y cómo dejaba de darle amorosas caricias sólo por un momento, una mirada traviesa jugando en sus azules ojos. Entonces la boca de Naruto se abrió, su rostro dando un pequeño giro lateral, aún tan cerca y echando un poco la cabeza hacía atrás que la punta del miembro del hombre rozó a lo largo de su adorable y marcada mejilla, hasta llegar a su cincelado mentón, la boca de Naruto siempre manteniéndose abierta, mostrándole a su padre el interior húmedo que prometía eventualmente abrigarlo en profundidad.

Naruto se veía deleitable así, como si siempre hubiese podido leer lo que Minato no podía decir o hacer porque segundo después, lamió hacia abajo por la prominente vena justo como su padre quería, llegando a la engordada cabeza, una mano bronceada agarrando la base dura para mantener intactas sus muestras de cariño a pesar de las palpitantes sacudidas.

¡Qué visión de ensueño! La boca de Naruto, la de su hijo, sobre él.

Tan linda, linda boca.

Lentamente disfrutando de la dura erección del Hogake. 

Era un sueño. No había forma de que su hijo supiese cómo abrir su boca como lo hacía y no sentir vergüenza de ello, apenado de cómo sabía gentilmente frotar sus dientes en la delicada piel o usar la parte más suave detrás de sus tiernos labios mientras bajaba y subía un poco por la dureza de su padre. Sólo tomando algunos centimetros del impresionante pene. Minato se preguntó si Naruto también sabía cómo dilatar su garganta y si quería formar una “O” para tragar todo el grueso que Minato ofrecía sin darle náuseas. 

Incluso dejando que su lengua revoloteara debajo del eje mientras lo hacía.

Mierda, mierda, mie- era lo único que Minato podía pensar ahora.

Naruto se estaba tomando su tiempo. Estaba jugando, sólo los primeros centímetros, entreteniéndose, lamiendo, absorbiendo y deslizándose sobre él. 

Como si estuviera hecho de caramelo.

Sin embargo, Minato no iba a joder la cara a su hijo; de hecho, ni siquiera podía mover las caderas. No podía dar la orden. No podía avanzar y deslizar su dureza a lo largo de la lengua de Naruto hasta llegar a la garganta, permitiéndose estar dentro de la calidez de una boca tan perfectamente tallada.

No. Minato no estaba haciendo nada, ni siquiera se agarraba del cabello de su hijo. 

No podía. Él simplemente seguía mirando y eso era todo.

Observó cómo Naruto retrocedía y se alejaba para lamerle la enrojecidad punta nuevamente, casi ronroneando, enviando vibraciones a todo el cuerpo de su padre a través de su pene. Dulce y lento. Naruto resopló mientras detenía sus cuidados nuevamente, luego besó la punta hinchada, luego se agachó para succionar nuevamente la vena abultada, dándole a la muy sensible piel dos tiernos mordiscos.

Qué lindo, aún jugando y haciéndolo tan hermosamente.

Tan, tan bueno. 

Era como si su hijo quisiera memorizar su forma, su textura, todo. 

Y entonces Naruto, fiel a su naturaleza, comenzó a hacer alarde de sí mismo, dejando que su lengua se deslizara de nuevo hacia la cabeza, cerrando los ojos, salivando, abriendo bien la boca y realmente comenzando a comerse el pene de Minato. Se inclinó y pegando su boca a la hinchada punta, fue deslizándose lentamente más y más hacia abajo, hasta llegar a la mitad. Naruto entonces chupó sus mejillas, chupó tan fuerte como pudo y meneó la cabeza, sin frenar ni una sola vez el cuidadoso trabajo de su amor por su progenitor.

Era una visión encantadora, un sueño hecho realidad, ver a un joven tan hermoso ahuecando sus mejillas y chupando sonoramente, con la boca roja y resbaladiza por la saliva y el pre-semen de un hombre mayor, comiendo con movimientos rápidos la mitad de una erección. Subiéndo y bajando sobre Minato.

El rostro de Naruto no era el que usualmente tenía, estaba casi distorsionado de placer y de lo que estaba haciendo. 

No lucía como el hijo del Hokage, o cómo un shinobi de la nobleza debía parecer; no había una sonrisa de zorro en su rostro, ni sus azules ojos estaban enfocados en hacer el bien o preguntarle a las personas cómo había sido sus días.  

Ahí, con él, estaba un chico comiendo el miembro de su padre.

Un sucio chico.

Estaba complacido, Minato podía señalar. Naruto estaba contento de tener la oportunidad de llenarse la boca con algo tan grande. 

Dios, Minato entonces pensó. Estoy tan cerca. 

Era devoción. Un banquete. 

¿Podría este mismo Naruto ponerse de rodillas sólo para él o lo haría para otros? ¿Podría visitar a Minato en cuatro, algún otro día, deseando porque lo llenase? ¿Minato lo permitiría acaso? ¿Incluso aunque su cuerpo aún estuviera paralizado, poseído? Esto no parecía un castigo en absoluto, no daba miedo, no era un mal sueño, ni siquiera se sentía incorrecto en absoluto; no con esta versión de Naruto que había sido hecho para chupar y comer su erecto miembro.

Quizá otros hombres podrían herir a su hijo si lo observaban así, si tuviesen la oportunidad de llevar a Naruto a un orgasmo con sus penes. Hombre que no serían tan gentiles como Minato podría ser, él no siendo más que un irrevocable padre que amaba a su hijo incluso si se presentaban circunstancias moralmente incorrectas.

La respiración de Minato se volvió casi que dolorosa, su cuerpo aún permanecía restringido debido a lo que Naruto le hacía, abrigándolo más y más adentro de su aterciopelada cálidez, un calor pecaminoso que lo consumía todo.

Saliva empezó a resbalar hacia abajo en abundancia mientras su hijo lo engullía hasta el final, nariz y labios y mentón pegándose a la sudorosa piel, entonces Naruto se quedó inmovil, mostrándole a su padre qué tan bueno era en tragar y procurar tener su garganta distendida. 

Sostuvo entonces sus ojos con los de su padre, ambos reflejando en ellos lo aturdidos e intensos que se sentían uno con el otro.

Luego, con los ojos cerrados, Naruto empezó a moverse a lo largo de la dureza en su boca y garganta una y otra vez, sus manos como garfios en el cuerpo de Minato. Arriba y abajo. 

Una fantástica mamada, Minato no podía recordar la última vez que había tenido una; su rígido miembro desapareciendo una y otra vez, el pecaminoso acto creando sonidos lascivos cada vez más intensos. 

Bebé, voy a…

Quería gritar. Gruñirle a su hijo.

Pero no podía hacer el más leve gemido; sólo estaba respirando pesadamente a través de su nariz y mordiendo sus labios tan fuertemente que su boca se mantenía cerrada, incluso aunque sabía que no podía decir palabra alguna en este sueño. Pero los ojos azules de Naruto volvieron a mirarlo, lágrimas involuntarias humedeciendo sus hermosas pestañas, y Minato comprendió que su hijo ya sabía exactamente qué hacer, sus mejillas succionando arriba y abajo, fuerte y profundo, comiendo tan bien que la punta del miembro de Minato llegó al fondo de su garganta caliente, Naruto controlando cualquier estrangulamiento fuerte o reflejo nauseoso de una manera perfecta.

Sólo un poco más…

Su pene, tan jodidamente duro y húmedo, tan extremadamente sensible, se sacudía en la boca de su hijo, y Minato no podía entender cómo él mismo no se encontraba llorando ahí mismo de la sensación tan irreal. 

Así, segundos antes de que Minato sintiera el cielo en la tierra, el delirio despiadado tensándose profundamente dentro de él, Naruto se retiró, se sacó hasta la punta pero mantuvo la boca abierta, esperando algo, y cambió un poco su posición para permitir que una de sus manos se moviera alrededor del punzante y palpitante eje.

Densos chorros de semen abandonaron el cuerpo de Minato, salados y amargos, decorando obscenamente los labios de Naruto, entrando en la boca pecaminosa de su hijo y dándole su más preciada evidencia de deseo mientras el joven rubio se lo tragaba todo. Cuando Minato dejó de derramar su calor, Naruto envolvió sus labios alrededor de su cabeza que aún goteaba y succionó cualquier pequeño residuo pegajoso que su padre hubiera dejado en su ofrecimiento, lamiendo la pequeña hendidura en la punta de Minato, saboreándolo por completo mientras el hombre mayor inhalaba porfundamente, todo su cuerpo todavía temblando.

Naruto entonces le mostró a Minato su limpia lengua, su boca despejada, ya no más llena de espeso semen.

—Bueno chico —Minato pudo finalmente susurrar—. Pero deberías aprender algunos modales —continuó mientras alzaba uno de sus brazos, por fin, y metía dos dedos en la preciosa boca. 

Naruto, alarmado por la intrusión, miró a su padre como si por fin estuviera siendo reconocido por él. 

Entonces el sueño terminó ahí.



**

 

—No es justo. Él es apenas medio centímetro más alto que yo, y su cara es menos… es menos…

—¿Infantil?

—¡No! ¡Ouch, papá! —Naruto intentó alejar su cara pero Minato lo retuvo de la mandíbula.

—No te muevas —dijo el hombre mayor, algo de dureza pintando su voz.

—No te ofendas pero sólo soy un clon, ¿por qué el cuidado?

—El rostro de mi hijo es una de mis preocupaciones.

—Sí, bueno… —Naruto lo miró como si no se creyera en su amabilidad, pero aun así continuó con lo que antes era un monólogo—. Entonces, ya sabes, es una especie de dios con ese rinnegan suyo. A las chicas todavía les gusta su misteriosa personalidad. Supongo que puedo decir que ustedes dos tiene esa aura de tipo… ¿de tipo genial, chico malo? 

—Por favor, hijo, no quiero ser comparado con un Uchiha; además, soy el Hokage más amable que ha existido.

—Um, claro… Eso no era lo que estaba tratando de decir.

Minato, deteniendo todos sus movimientos, lo miró seriamente, sólo para continuar luego de la breve pausa con un profundo suspiro.

—Y tampoco tienes que envidiarlo, ¿entiendes?

Estaban hablando de Sasuke.

Quizás el Uchiha era la razón por la que Naruto no había estado tanto en casa últimamente o evitaba ir a su oficina. Sasuke y Naruto siempre habían sido cercanos de alguna manera.

El viento sopló, bailando con los hilos dorados del clon de Naruto ya que estaba más cerca de la gran ventana. Por alguna razón, las heridas de lo que parecía ser el resultado del entrenamiento combativo no habían sanado, y aunque lo que Minato estaba haciendo era completamente inútil porque eventualmente el clon y sus heridas desaparecerían, Minato había decidido tomarse un momento indulgente con su hijo. O la réplica de su hijo que Naruto había enviado para entregar un informe de misión tardío y mal redactado.

—¿Qué es lo que esta pasando contigo? ¿Demasiado “genial” para yo estar cerca de ti?

—¿Va a estar el real Naruto en problemas si respondo?

—Está bien, no hay necesidad de decir lo que sea que mi hijo no quiera compartir conmigo.

Y así Minato concluyó su trabajo con el algodón que estaba usando para desinfectar el pequeño corte que tenía Naruto en la ceja. Ya se había ocupado del hematoma junto al labio, lo que le hizo entender que Naruto nunca aprendería a ser más serio.

Minato entonces abrió una pequeña tira que había sacado de un kit de primeros auxilios y llevó sus manos a la frente de su hijo. Removió algunos mechones rubios y puso una curita a lo largo del corte en la ceja. Luego abiertamente se rió, la curita era rosada con impresiones de corazones y estrellas.

Aún seguía tocando la piel bronceada, tan diferente a la suya, una mano extendida halaba levemente el cabello de Naruto hacia atrás, y así observó detenidamente el rostro de su hijo. No era del todo como mirarse a un espejo, de los dos siempre pensó que Naruto era más hermoso. Iluminaba.

Naruto, el clon, miró hacia otro lado lejos del hombre frente a él, especialmente cuando éste se inclinó un poco sobre él para besar la curita que acaba de ponerle.

Luego, alejándose de su hijo pero siguiendo en su silla, el estomágo de Minato sintió un intolerable peso. 

Quería seguir retrocediendo más, agregar más espacio entre él y la figura de su hijo, pero se encontró atrapado mientras en su interior se arremolinaban cien mariposas.

Había fantaseado acerca de la virginidad de Naruto, si acaso era una posibilidad real o no. Luego del sueño no había podido evitarlo, imaginándose siendo el hombre que lo tomaba, desechando en su mente tartamudeos tales como p-por favor, espera”, “por favor, papá, más despacio” porque sabía que sería lo más gentil que pudiese.

Deseaba, en alguna extensión, que Naruto no fuese tan bueno. O más bien, deseaba por tener otro tipo de sueño en el que Naruto no fuese tan increíblemente bueno, donde le fuera mostrado un escenario en donde su hijo seguía siendo un virgen antes de tomar la erección de su padre, una experiencia más ajustada a lo que un pariente esperaba de sus hijos. Una torpe boca, un agarre muy flojo o demasiado fuerte, aún ojos hambrientos y pidiendo por su guía por lo que Minato entonces podría enseñarle cómo hacerlo apropiadamente, susurrándole promesas a Naruto de que conseguiría hacerlo mejor. 

Si hubiera una proxima vez, un siguiente sueño, quizás podría sumergirse dentro de Naruto, sentirlo cálido, suave y apretado, desesperado por su miembro, por el pene del Hokage. 

Cuando llegara al orgasmo, el chico temblaría de la cabeza a los pies, sus ojos cerrándose con firmeza, recibiendo en su interior la evidencia del placer de su padre con pequeños sollozos suaves surgiendo de su nariz y boca. Su voz arrastrada tratando de formar palabras.

Minato continuaría hasta que las entrañas de su hijo estuvieran llenas, continuaría empujando ligeramente contra el hermoso cuerpo a través del caos de sus orgasmos, con notorio sudor pegado a sus cuerpos y en medio de un más desordenado beso.

Luego de eso, Naruto podría ponerse de rodillas en frente de su padre. Tendría la energía para hacerlo. 

—Um, oye papá, ¿no vas a continuar lo que Kakashi pidió?

En un instante Minato salió de su ensimismamiento.

Mierda.

No pronunció ninguna de las palabras que quería decir desesperadamente. Ninguno de los pensamientos reales en su mente. No el de la cálida y rosada lengua de ensueño en su erección haciéndolo temblar de deseo. Era sólo una fantasía. Tenía que serlo.

Una fantasía de la cual no podía evitar pensar sobre lo que habría dicho en su sueño si hubiese podido hacerlo, o en lo que habrían logrado hacer sus manos si no se hubieran sentido tan pesadas, restringidas.

¡Bueno chico! ¡Más!

Tan, tan lindo, ¿te agrada cómo se siente en tu boca?

Ah, bebé, estás tan apretado.

¿Qué era lo que sentía en su estomágo? ¿Sólo mariposas o miedo y culpa?

No. Era algo más oscuro.

—¡Oye! ¿A dónde vas? —preguntó su hijo tan pronto Minato se levantó de su puesto y con evidente apuro se dirigía a la salida de su oficina.

Todo el mundo tenía fantasías, ¿cierto? No significaba que los sueños pudiesen volverse realidad.

Afortunadamente, el clon desapareció en una nube y Minato tuvo un descanso para volver a prometerse que, en la vida real, Naruto nunca tendría idea de lo que su padre había soñado con él.

 


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