Gente conocida como mis maestros, algunos compañeros y amistades de la familias, compartían en una amena charla mientras se deleitaban con los bocadillos que los meseros proporcionaban. La musica era lenta y aun volumen moderado, generando un ambiente tranquilo y familiar, como me gustaba.
Me encontraba tomando algo de zumo, mi papá adoptivo había organizado una pequeña pre-fiesta sorpresa. Me sentí un emocionado por el detalle, pues todo había sido organizado de forma sencilla.
El sabia que a pesar que tenia una buena posición económica nunca me deje llevar por esta, me gustaba las cosas sencillas con sentimiento.
-Se que dijiste que no querías nada exuberante - me hablo papá con una sonrisa, había alcanzado los cuarentena años,sus cabellos castaños mostraban algunas canas y algunas de sus facciones se habían marcado por la edad, aun conservaba un buen porte y seguí siendo atractivo- Pero no le vas a negar un buen regalo a tu viejo padre, después de haber logrado tanto ¿no?...-
Exagero un poco mientras colocaba una mano en mi hombro, algunas de mis ex compañeras le dedicaron varias miradas, mientras el solo respondía con una sonrisa.
-Oh, vamos papá, sabes que puedes tener a cualquiera - le segui el juego y añadi con duda- No se porqué insistes en estar solo.
Creo que puede ver un poco de tristeza en su mirada, quise decir algo más pero rápidamente la pequeña caja roja que me extendió capturó mi atención.
La abrí y me encontré con un llavero de tigre, este animalito salvaje era mi favorito pero eso no respondía a mi duda - Es lindo, pero ¿para que el llavero?.
-Para tu nuevo auto, por supuesto - Hablo otra voz detrás mio, era Chuuya-san, a quien consideraba mi segunda figura paterna, me tire sus brazos.
-¡Ehh!, cuidado tigre - río mientras me abrazaba, recordando la notable diferencia de altura que ahora teníamos. -Felicidades, por cierto.No podía estar más orgulloso de ti, pequeño.
Sentía algunas lagrimas recorrer mis mejillas, aunque no tuve una figura materna, Chuuya-san era los mas cercano a lo que que podía tener a una, en el sentido que era comprensivo, calido y protector, conmigo y Ryuunosuke.
-Muchas gracias, Chuuya-san - Terminamos el abrazo mientras secaba mis lagrimas traviesas. Papá carraspeo un poco no sabia si estaba molesto.
-Puedes entregarle lo otro al niño, Chuuya- No le respondió pero me entrego unas llaves del mencionado auto -Sabemos que no quieres nada ostentoso, así que el idiota y yo, escogimos un moledo sencillo para ti. Velo después de la fiesta.
Agradecí de nuevo por el detalle, coloque la llave junto al llavero de tigre, uniendolo y guardandolo de nuevo en la pequeña caja roja y dejándola en mi bolsillo. Al final de cuestas su regalo fue en vano, me sentía triste por ello.
Eso no paso desapercibido por el mayor de menor estatura, él también había envejecido algunas canas se mezclaban con su cabello anaranjado pareciendo una mechas mas que todo, dándole un toque exotico, y seguía conservando su buen porte elegante aun luciendo trajes.
-¿Te sientes bien? - preguntó, mas solo negué con la cabeza y le mostré una sonrisa, indicándole que no pasaba nada. Creo que iba a decir algo más hasta que la voz sorpresa de papá acaparó la atención.
-Pero mira nada más que belleza - Miramos hacia donde el decía que se encontraba tal belleza. Y si que lo era, una joven de unos veintitantos se unía a la fiesta, sus cabellos oscuros se movían en su espalda, usando un vestido rojo vinotinto con un escote en la espalda pegado al cuerpo que resaltaba su figura, con unos lentes oscuros de noche no dejaban notar la total lindura de su rostro.
Me embelezo un momento mas por que no sabia quien era, será alguna invitada de algún conocido.
-Dazai, eres un viejo verde - Repondio Chuuya-san con algo de asco por la mirada coqueta que le daba a la muchachita. -Podria ser una hija tuya.
-Pero no lo es - Menciono descaradamente, con una amplia sonrisa- ¿Que tal si la vas a saludar Atsushi-kun?...- Me empujo levemente por el hombro, no estaba tan seguro con la sugerencia. Pero de verdad quería saber quien era.
Mientras decidía si hablar con ella o no, no me percate que mis dos figura paternas se había esfumado de mi alrededor, y otra figura roja se acercaba a mi, debajo de una mirada oscura que acababa de hacer aparición y observaba todo de lejos.