Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Master por PinkuBurakku

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Advertencias: Contenido explicito, charla sucia, diferencia de edad. Spanking, sexo rudo.  Ligero D/s. 

PD:  Ficción. No utilicen nada diferente al lubricante, para lubricar sus genitales al tener sexo. 

 

     Los pecados siguen a los hombres desde la concepción misma, fue de hecho por un pecado que no sólo no somos puros, sino que perdimos el paraíso; sin embargo que es el paraíso al lado del mundo lleno de perfecta y cálida lujuria, por la pasión húmeda de los besos y sobre todo, los gemidos impúdicos de un buen orgasmo, no se puede culpar a Eva, mucho menos a Adán, por caer presos de tal delirio; he conocido seres que se han perdido por mucho menos. Incluso yo me he perdido en el sucio y atrayente pecado por la banalidad de una caricia. Por un pecado se ha restringido al mundo; por un pecado con nombre propio podría dar el paraíso.

Desde la infancia se nos enseña que la oscuridad es la concepción de los pecados, advirtiendo lo malicioso de la consigna misma; la seducción viciosa se nos inculca es el medio preferido de la perversión para llevar nuestra alma ante sus pies, un alma pura y buena, se apartará de tal delirio ocultando su mente, alma y cuerpo para poder preservar la ansiada pureza que hemos entregado por una manzana. Eso es lo que vociferan todas las religiones, cómo código estricto para vivir, sin embargo en su afán de satanizar los pecados, se olvidan que la oscuridad es tan atrayente cómo un poco de agua en el peor de los desiertos. La oscuridad siempre va a ser la otra cara de la moneda para la luz.

El ser humano está lleno de contradicciones, extremos y complementos; tal cómo la luna y el sol, no se puede vivir sin tales contrastes, semejantes a la fijación que tenemos por el fuego o la lujuria a una virgen. La naturaleza del hombre es la perversión, desde que caímos del Edén por consumir una simple fruta prohibida, así descubrimos el placer y la carnalidad. Los humanos somos primales, instintivos y por supuesto adoramos sólo a la deidad que nos exalte, cómo al Dios que nos ha expulsado de su paraíso; por eso el dinero es el nuevo Dios de la humanidad. Gracias a este, nuestros pecados son otros, nuestros delirios muchos y la necesidad de redención se pide de rodillas, pero con una fijación más oral.

No obstante rememorando en el plácido pecado, una cosa es admirar los mismos, sólo por la concepción de conocer al menos una vez la dicha de la oscuridad; pecar y rezar parece ser el mejor equilibrio para muchos, al menos los más débiles que no pueden escoger un bando en la eterna lucha de la banalidad, sobre la pulcritud; caer esporádicamente por la tentación es tan excéntrico, cómo la culpabilidad que se adjunta a una simple concepción que ha creado el propio ser humano, para adoctrinar a su propia alma, en un acto meramente masoquista pero sin duda, muy ansiado. El ser humano, nunca deja de pecar, aunque crea que es así; un simple pensamiento puede consumir a una oveja descarriada.

Otro paradigma por supuesto es sumergirse en el profundo lago de la perversión, bucear en sus tormentosas aguas con ahínco y tener por mero gusto, la indecencia de repetir; esto en un ciclo sin fin que se lleva no sólo tu alma, sino el espíritu mismo, dicho extremo es tan intenso cómo peligroso, es cómo comer hasta la misma gula, deglutiendo los alimentos presentados hasta regurgitar. No es sano por supuesto, pero las manías son tan fáciles de tomar como el biberón de un bebé; hay realidades que simplemente están hechas para vagar en estas, como las reglas que solo son una camisa de fuerza, para evitar la superioridad entre los hombres.

A lo largo de la vida junto a la tía May, pocas son las banalidades llenas de pecado que he podido alcanzar, además de lo normativo de la vida de un adolescente, lo cual ya tiene su propia locura y drama por solventar; aún así, pocas veces se me ha presentado algo tan perverso e idílico cómo el sublime paraíso de un buen orgasmo, al menos con la intensidad arrolladora que todos plasman después de perdida la pureza de la inocencia. El placer es un éxtasis completo, tanto como lo puede ser la lujuria de masturbarte, pero esto no es sino el primer indicio de un mundo mucho más interesante, mucho más erótico y encantador. Al crecer por supuesto, la necesidad obra de manera diferentes.

Al crecer siempre falta algo... alguien; un objeto de deseo que nos lleve a pervertir el alma, sólo por un poco de gloria permisiva, por supuesto cómo en los grandes padecimientos del mundo, siempre aparece un salvador, el héroe del mundo, un genio que guía a la humanidad; mi humanidad. Llegó en el mejor momento, cuando las desviaciones del mundo toman prisioneros a mis compañeros de clase. Mientras otros vagan por lo adictivo del alcohol, los vicios, el sexo furtivo e incluso el tabaco, me quedo rezagado en los juegos de consola, lo geek y la fantasía; redoblándome de la ñoñería que muchos me acusan.

A pesar de esto allí entre los sables de luz, la estrella de la muerte y un conflicto con un padre ausente que no es el propio, aparece mi héroe en mallas, más bien, en brillante armadura cómo es lo correcto en los caballeros. Ya había pasado mi evento canónico, aquel que convierte a los niños en hombres, sin embargo, todos pueden esperar cambios en la voz, el nacimiento de vello en nuevos lugares, la formación de músculos y las hormonas por los cielos, yo obtuve super poderes gracias a una araña; un camino totalmente diferente al que espere, pero que forma una nueva realidad en mis huesos; una nueva responsabilidad pero sobre todo, nuevos delirios por añorar.

Allí el fruto de mis deseos inmateriales aparece en el mismo plano. Tony me recluta para ser parte de su grupo de vengadores; viajar a Alemania es la primera de mis fantasías hechas realidad por el genio, por su mano me convierto por completo en un hombre, es simplemente obvia la fijación que creo más allá de la razón por el genio de América. Por supuesto, aunque empecé tarde en el mundo de los placeres banales, estos se afianzan lentamente en mi cuerpo, mucho más de la mano de mi perfecto maestro, el cual es la definición misma del pecado, lo prohibido y la lujuria. El señor Stark, me muestra el camino, yo sigo sus pasos como un buen chico.

Las primeras mentiras para poder escapar de casa directo a su torre, los primeros secretos que guardo con May, para trabajar a su lado; Tony me hace su pupilo por una obvia razón, además de los efectos de la araña en mi sangre y mi ingenio superior, reconoce la facilidad de mí alma por el pecado que la sociedad desprecia pero que el genio exalta. Tony me enseña que somos diferentes, aunque iguales en esencia con el resto de mortales e incluso dioses que nos rodean. La diversión es la misma, los delirios iguales y la necesidad por el placer, la otra cara de una misma moneda. Me rindo a los primeros instintos que han corroído a los chicos de mi edad, probando la primera bocanada de libertad con sabor a ilegalidad.

Consumo mi primer cigarrillo, tomo mi primera cerveza y alquilo mi primer auto con la indiscutible ayuda del genio; alterando tantos detalles que su alma y la mía se consumen por completo en las sombras para los mortales, como las llama Tony, el dueño del mundo mismo desde su perspectiva; es tanta su permisividad que incluso enloquezco hasta la saciedad al recibir el primer beso de María; afortunadamente las drogas sin importar su origen no pueden afectar mis genes superiores. Todo queda cómo aprendizaje, en el camino a convertirme en un hombre sabedor del mundo; un hombre como Tony. Aunque se me permite todo de la mano de Stark, hay un sólo aspecto que sigue en las sombras, sólo por conveniencia del genio.

El sexo cómo los otros delirios, ha propuesto un nuevo paradigma en mi formación, mucho más al descubrir mi sexualidad; cuando al masturbarme ya no hace el mismo efecto, sino imagino un rostro detrás, peor aún cuando ese rostro es poseedor de un par de ojos whisky y una sonrisa picara, se que he escogido mi lugar en el universo, uno que apenas me trastoca el pensamiento ante todo lo que he visto y vivido; el genero de mí deseo es una banalidad ante la existencia de dioses, galaxias y genocidas. Sin embargo, es la punta de un inmenso iceberg que configuró como mi sexualidad.

Una que he intentado compartir con el señor Stark, como todos mis delirios descubiertos, pero esta vez el genio ha ignorado mi necesidad hasta que es obvio. Cuando Tony me descubre besándose con uno de sus pasantes de turno, antes de la mayoría de edad, por poco muere de la impresión; sus ojos desorbitados, su boca abierta de par en par y la respiración errática, es una imagen que siempre quedará en mi memoria. Tony apenas pronuncio mi nombre pobremente, antes de tomar al sujeto por la camisa, estampando su cuerpo contra la pared del callejón, por supuesto el hombre no volvió a la empresa.

Esto por supuesto crea un nuevo arquetipo en mi vida, uno dónde Tony configura el centro del universo, escoltando mis acciones por meses; buscando todos los depredadores de niños, cómo los configura el castaño, aunque ya casi he cumplido diecinueve años. Sus delirios por supuesto estallan cuando él mismo se vuelve un corrompedor de menores, al seguir un simple beso; un camino por el cual puje por muchos meses al tanto no sólo de mi gusto por los hombres, sino por un tipo en específico; genio, millonario, filántropo y playboy con armadura de oro y una lengua de Dios.

Tomarlo desprevenido ayuda en gran medida para romper sus propias barreras, sus manos rápidamente encuentran el camino, ajustándose a mi carne, mientras sus labios y lengua, me llevan al sublime paraíso de la lujuria pura y dura, tal como la erección con su nombre, que se frota con descaro contra sus caderas; es allí dónde también despierta su mente. Tony parece a punto de un colapso una vez más, peor aún teniendo la certeza de la dureza en sus pantalones; tenía veinte pero para el oji whisky era un niño, uno que iba a la universidad, pero sobre todo un genio a su altura.

La sinceridad de mis escrúpulos queda a simple vista, cómo también lo trastornado que parece el genio, ante el gusto mutuo de nuestra mortalidad. Por mera voluntad, debo frenar con creces la lujuria que denotaba el simple nombre de Tony; es eso o perderlo, en realidad no fue difícil la elección, sin embargo, el fuego en mi sangre, es imposible de consumir, sólo por el capricho de la oscuridad corroyéndome. Momentos tensos prosiguen a la vez que busco un cobijo que Tony por primera vez, no está dispuesto a otorgar.

Mi iniciación a la adoración de la carne, no fue de su mano, pero se siente igual de bien, los orgasmos no pueden despreciarse sin importar su fuente. Gracias a ello pude aplacar un poco mi gula, no obstante, cerca de los veintitrés a puertas de terminar una carrera universitaria, y tan en sintonía con mi vida cómo puedo, mí antojo perverso, imposible y prohibido, aparece cómo un ave fénix, renaciendo de la cenizas, aunque no por mi mano; sólo es una propuesta, mostrarme el mundo del pecado de los hombres, empezando por el Billard.

El Billard es uno de los detonantes del placer absoluto de los hombres, Tony siempre ha tenido una debilidad por este, diciendo que un hombre que no sabe jugar Billard, pool o cualquiera de sus desviaciones, es cómo un hombre que no sabe hacer negocios; no sabe utilizar la cabeza objetivamente, en ninguno de los casos podrá componer adecuados lazos entre caballeros. Es cómo no conocer los placeres del mundo, mucho menos ser un buen amante, en todos los casos Tony casi parece escandalizado ante cualquiera de estas carencias.

Por ello al ser su pupilo, su ejemplo de aprendiz, debo contener todos los ítems de un hombre versado, un caballero, al menos esta es la pantomima que me repite para llevarme al club de Billard en mí cumpleaños veintitrés; por meses lo ha intentado, insistiendo hasta la saciedad sobre las habilidades propias de un casanovas cómo él, hasta el cansancio me he negado. No por falta de conocimientos en tal deporte, mucho menos la falta de creencia en mí mismo; ni siquiera por falta de gusto, es algo mucho más sucio; excéntrico pero encantador, la insistencia del genio Tony Stark; nada tiene que ver por supuesto con egocentrismo, es mucho más lo interesante de la premisa.

La atención del señor Stark, es cómo un eclipse, ocurre en contadas ocasiones a lo largo de los años, por ello haciendo acopio de sus propias instrucciones, me reservo el derecho de escoger, manteniendo la situación a mi favor; sólo por lo interesante que resulta que el genio procure mí presencia en ese club, para convertirme en hombre a sus ojos. Lo reto a que consiga lo que quiere, Tony me responde cómo el valiente hombre que sacó un cohete de nuestra atmósfera con sus propias manos; el castaño no sólo me muestra el interés que le corroe, sino lo versado que está en el arte de la guerra, mucho más en una simple batalla contra su pupilo, Tony definitivamente es un maestro.

La campaña que compone en mi contra, va más allá de cualquier parámetro, mucho más de sus propios límites establecidos. Tony procura roces a la moral misma, frotando accidentalmente su mano en mi cintura cuando estamos trabajando en el laboratorio; roza sin culpa su cuerpo en camiseta sin magas y lleno de su masculino sudor, contra mi cuerpo al entrenar, justo cuando la adrenalina está al tope en nuestro sistema; incluso ha llegado a la desfachatez misma de las charlas calientes y sucias en las reuniones, sean estas compartidas o no; sus manos parecen tener vida propia, tanto cómo su cuerpo necesidades enjauladas por mucho tiempo, una de ellas por supuesto es atormentarme.

He descubierto que la pantomima del club, sólo es la excusa perfecta, para prodigarse de sus exóticas atenciones, pero sobre todo de la impureza de su alma, misma que ha quedado al descubierto cómo mí primer beso hace tantos años, sin embargo, ahora ambos somos hombres, uno con mayor experiencia por supuesto, pero dicha experiencia no tiene importancia al compartir las mismas ganas nocivas del pecado exaltando nuestra piel. Tony inicia con los besos, ocultos por las sombras pero tan excitantes cómo una buena polla; el señor Stark me folla la boca en cada callejón que encuentra, entiendo el sentido poético de su locura.

Poco o nada puedo mantener las manos fuera del genio, es imposible contenerme ante la posibilidad de un cálido jadeo o frotarnos con descaro el uno con el otro, a pesar de que sólo componemos la comunión de un par de genios. Nuestros cuerpos reaccionan magnéticamente teniendo vida propia, en post de nuestros deseos, estos van quedando a flor de piel, componiendo el juego que nos hemos negado por mucho tiempo; Tony ordena, yo obedezco. Al inicio lo creía su obsesión innata por el control, sin embargo, la simpleza de su gusto queda ante mis ojos, debido a la dominancia con la cual procura sus decretos.

El señor Stark ansia el dominio de mi cuerpo, ahora que ha perdido totalmente la cordura, se lo permito por lo obsceno que es el resultado. Tony me desea hasta que es corrosivo, pero también intrigante; erótica y sucio, unos adjetivos que me seducen hasta la saciedad, tanto que acepto todas sus desviaciones como propias, incluso la de asistir al jodido club, sólo por las promesas silenciosas que se forman en torno a nuestras pollas endurecidas, pero sin desfogar, esto sólo por la tortura implícita que implica. Aún así, tengo las ansias de ir al club, quizás pueda jugar con sus bolas, la perspectiva me consume. 

Por supuesto una nueva composición se abre ante mis ojos; una sucia idea de la cual no hago parte pero que Tony en su inmensidad llena de sombras, ante lo poco que ha contribuido a mi formación sexual, cree fervientemente; esto sólo ha influido en su decisión de no joderme las entrañas hasta que todo el complejo vengador, sepa su nombre de memoria. El señor Stark, mide mi capacidad de respuesta, como puedo ajustarme a nuestros delirios, pero sobre todo la inocencia que aún me perturba los sentidos, con obviedad la inexperiencia que cree no existe, tampoco la virginidad que sospecho asegura descaradamente.

Me he inundado del pecado hasta la saciedad, sumergiéndome en sus calmas aguas hasta que poco queda de mi alma de adolescente, dejando detrás una masa amalgamada a un buen postor, además de mi deseo obviamente; no obstante, dejó que Stark vague en su inconsciencia, prefiero montar la escenografía completa de un buen maestro y su sumiso aprendiz. Al menos eso creí hasta llegar al club para caballeros como lo ha nombrado; todo es increíblemente diferente a lo que he imaginado, lo he seguido al mismo infierno. Al fin del mundo, como funge el cartel en dorado neón en la fachada estrictamente rica en clásico negro. Este es el agujero dónde la lujuria y el pecado reinan sin duda.

Todo parece empapelado bajo la consigna de kinky, placer y erotismo con clase; los tonos de rojizos, negros y dorados se alzan con gusto en cada recoveco del lugar, incluso en las costosas mesas de Billard apostadas en el centro de la estancia. El terciopelo, encaje y seda, también se llevan su protagonismo junto a los cuadros apenas explícitos, más bien eróticos que cuelgan cómo perfectos complementos de la idea general del lugar; el lujo excéntricamente costoso, por supuesto, no puede quedarse fuera de la ecuación. Todo grita Tony Stark por todos lados, aunque ha dicho que el club no le pertenece, puedo ver su huella en todo el club; no soy el único, todos comentan lo mismo al ver a un robot repartiendo los martinis a todos los presentes.

Claro que no hemos venido solos en esta pantomima que proclamamos, cómo mi fiesta de cumpleaños, no sólo porque sería descortés una fiesta privada entre el genio y yo, sino qué también, no pudimos deshacernos de los demás; mucho mejor ha acotado Tony, así es mejor la indecente seducción que componemos, los roces furtivos se sienten mucho más caliente y por supuesto, Tony procura con más ahínco obtener mi atención, sólo por el placer de mi cuerpo reaccionando al propio. Al tomar el primer martini, el sabor seco de la ginebra me deja en claro que será la gasolina para la indecencia.

Por el momento por otro lado, empezamos el juego de Billard; unos son más hábiles que otros, mientras Tony explica las nociones del juego, a los que jamás han tocado un taco de billar en su vida; aún así, la explicación se torna por momentos mucho más teórica que divertida, por ello, los martinis vagan con mayor energía a petición de Rhodes, mientras Loki apura por empezar. Una vez dividido el grupo, empieza la verdadera acción, con obviedad no hablo de la partida de Billard. Ya sea por la tenue luz en el lugar, dónde muchas más sombras de las necesarias empañan la vista o quizás por el tabaco que fumamos en las esquinas de la estancia, incluso puede ser el alcohol que bebemos con ansias, lo que sea, despierta deseos mucho más prohibidos en mi cuerpo, cómo el del Señor Stark.

Tony no ha tenido reparos en dejar en claro el juego que quiere que compongamos, con la excusa de enseñarme a jugar me roza impúdicamente las manos, acariciando la piel dónde el traje de tres piezas que porto no alcanza a cubrir o por el contrario, en una oscura esquina con la pantomima de ir a buscar un martini, el genio me arrastra levantando la tela, tomando mi trasero a dos manos por el contrario, rozando sus hábiles dedos por la forma de mi polla que comienza a notarse debido a sus buenos trabajos manuales; le sigo con premura el paso, hasta que sus ojos se tornan peligrosamente dilatados.

Es simplemente mórbidamente divertido, verlo luchar con la poca cordura que le queda, mientras la lujuria se hace dueña de su cabeza y su carne; tanto como para empujarme ligeramente contra la mesa de Billard, descansando toda su anatomía sobre mi retaguardia, adjudicando que mi postura es incorrecta, aunque le siento por completo la erección contra mi trasero, juro que es la posición adecuada. Es un auténtico deleite su desfachatez, mucho más al sentir el casi inexistente mareo a causa de los martinis. Esto hace todo mucho más vicioso, dejando fuera del juego la inhibición. Mi sistema químicamente no puede emborracharse, pero no lo necesito para sentir la piel hirviendo, el rostro ligeramente rojizo y las ansias de portarme mal a flor de piel.

La noche avanza lentamente pero es el trote que ha impuesto Tony, sin embargo, casi cayendo la medianoche, la hora más impúdica según los cuentos de las abuelas; todos empiezan a marcharse con la excusa de algo mucho más divertido que el Billard, después de decretarlos como incultos por Stark, se deshace de ellos con rapidez. Espero jugar un poco más sólo por la conciencia de la buena partida, después de todo, la comunión misma con Tony es sólo un juego; uno sucio que nos tiene al borde de la locura, pero aún sin procurar un fin. El castaño no sólo me ha enseñado a jugar a la perfección al Billard, sino que también me ha explicado con pericia y entusiasmo todas mis necesidades, tanto cómo las ajenas.

No obstante, todo tiene su límite y el Señor Stark, parece alcanzarlo cuando el último de nuestros amigos abandona el lugar. Me ataca con la misma morbosidad que me ha enseñado en el Billard; mi cuerpo reacciona rápidamente no sólo tenso de un hilo gracias al placer, sino por mis instintos básicos, aún así, permito que el genio me lance sobre la costosa mesa de Billard. Aún con el taco del mismo lo miro con los ojos encendidos a puro fuego. Tony me arrincona entre su cuerpo y la mesa, tomando a dos manos mí cadera, colocando una de sus estilizadas piernas en medio de las propias.

- ¿Se han acabado las lecciones?... - Inquiero con oscuridad, aferrándome al taco de Billard, no al cuerpo ajeno como quiero, sólo por la conciencia de no demostrar toda la desesperación que me surca la mente consumida -... Aún no creo estar por completo conectado con experiencia en el deporte - Comento con una sonrisa torcida, una que debe enloquecer al Señor Stark, pues sus pupilas tiemblan con intensidad, mientras su lengua sale a refrescar sus labios.

- No la necesitas, te lo aseguro... - Acota el castaño, empujándome con tanta pericia contra la mesa que el borde de la misma se me clava en la espalda baja, pero haciendo acopio de mi flexibilidad puedo solventar con rapidez; dejando que Stark se magree con mi cuerpo cómo desea.

-... Cada movimiento ha sido excepcional... - Felicita el genio, por supuesto se que no se refiere al Billard en absoluto, la dureza ajena es muestra de ello, suspiró con gusto cuando frota con descaro la misma contra el interior de mi muslo.

- Todo un halago viniendo de usted, señor Stark... - Compongo con la seducción innata que me ha enseñado el hombre, entregando un suave bambolear contra su cuerpo, apenas un vestigio que sin duda el castaño nota pero que no resulta en absoluto perverso.

-... Supongo que terminada la lección. No habrá más deliciosos martinis, estaba tomándole el gusto - Musito todo lo apenado que logró componer, no procurando una inocencia que no poseo, sino mucho más del dramatismo excéntrico que impero nuestro encuentro. Agarro mi copa ahora vacía con los dientes, teniendo el cuidado no sólo de no romper el frágil cristal, sino de sonreír en el proceso.

- Lo qué mi chico quiere, lo tiene - Decreta el genio, tomando la copa entre sus hábiles dedos; tirando de la misma con suavidad.

Casi grito de alegría al ver al genio, pasar con erotismo el dedo por el borde que he sostenido con los dientes, para luego llevar su dígito a los labios, dónde succiona con hambre; todo sin dejar de observarme fijamente. Al cortarse la respiración de súbito, Tony aprovecha para ir él mismo por mi martini; aunque espero que lo ordene al robot, en realidad el genio lo hace por su propia mano, demostrando una vez más, sus exquisitas habilidades en cualquier materia; sin embargo es una verdadera lástima, a pesar de su esfuerzo no es una copa que tomaré, ahora tengo otro tipo de sed.

- Ten Peter, hasta el fondo - Masculla Tony al volver con el martini recién hecho, no sólo eso; la galantería con lo cual lo entrega me eriza la piel por completo. No obstante al recibirlo, lo coloco a mi lado, justo sobre el costoso terciopelo de la mesa; sin querer con un mal empujón de los dedos, el cóctel se riega por completo.

- Peter, Peter... Que descuidado... - Rechista Tony, chasqueando la lengua, aunque no hay un sólo indicio de molestia en su tono, sólo la oscuridad innata de su sangre incitando la propia -... ¿Sabes lo costosa de esa lona? - Cuestiona el genio, con el mismo tono de reproche que adjudicó sin duda a la mera actuación. El castaño por supuesto, sabe lo que hace.

- Me imagino su precio, teniendo en cuenta que la mesa es de mármol - Apuro actuando tan perfectamente apenado que sin duda, podría competir por el Oscar a mejor actuación en la siguiente premiación; para entender mucho más mi agravio, me giró entre los brazos ajenos, inclinándome sobre la mesa.

- ¿Hermosa, no? - Procura Tony haciéndose dueño de mi espalda, empujándome un poco contra la mesa, ahora que le he dado la posición para torturarme; el genio embiste ligeramente las caderas contra mi trasero, a la vez que posa una mano sobre el terciopelo húmedo de la mesa.

- Extravagante, sin duda... - Musito sintiendo el calor abrasador del aliento ajeno contra el cuello, mientras su mano traza un camino con un dedo, empapándose por completo del líquido. Cuando pienso que me brindara el cobijo de un beso húmedo contra la nuca; Tony simplemente me toma a dos manos de la cadera, a la vez que busca mi oreja caliente.

-... Habrá que limpiarla - Susurro con un tono tan bajo, conteniendo el jadeo que me procura el genio; este con su agarre, me deja en claro el camino que vamos a trazar, por supuesto, el Señor Stark es quién comanda. 

No puedo siquiera formar un pensamiento coherente, antes de ser tratado como un vil objeto; un muñeco sin voluntad entre los dedos ajenos. El castaño me gira entre sus brazos, arrinconándome con mayor ahínco, tirando de mi cadera hacia arriba hasta colocar mi trasero sobre el borde de la mesa a la vez que empuja mis piernas con las propias, abriendo de manera obscena las mismas, hasta que logró trastabillar perdiendo un poco el equilibrio; apenas me deja responder a su embiste, procurando una nueva cercanía, logrando alcanzar con su hábil lengua mi mejilla.

La piel se consume en el calor perpetuo de la obscenidad, mientras un tirón conciso en mi entrepierna logra hinchar con mayor vehemencia, la erección dolorosamente enjaulada dentro de los pantalones; aún así, si el señor Stark piensa que al menos no pujare un poco mi suerte; llevándolo al mismo estado demencial en el cual me ha sumergido durante toda la noche, sin duda me subestima; aunque estoy dispuesto a rendir el control al genio, un poco de sana diversión, nunca es despreciada. Las manos salen en defensa de mi autocontrol, repasando el torso ajeno por encima de la camisa y su respectivo chaleco, aún no estoy piel con piel, pero el Señor Stark parece encantado con la caricia.

Contrae los fuertes músculos de su abdomen cuando lo dedos pasan sin permiso, por su piel trabajada; no son caricias sutiles, son concisos apretones y ligeros repasos de mis uñas, logrando que el genio suspire con gusto, sin dejar de verme, al estar tan cerca incluso puedo sentir el retumbar de su corazón contra el pecho, mucho más al tomar de manera sucia su polla aún enjaulada; puedo definir a la perfección su longitud y grosor, la saliva se acumula de manera perversa en mi boca, ante la perspectiva del grueso pedazo de carne.

Sonrío con suficiencia cuando Tony empuja sus caderas contra mi mano, gustoso del pulgar que rodea la coronilla de su erección, sin embargo, esto es un mero juego; un preliminar para la encantadora batalla que está por venir, subo la mano de inmediato cuando procura un nuevo bamboleo, aferrándome a su cinturón con las ansias necesarias para romperlo, pero con el autocontrol suficiente para disfrutar mi escueta tortura personal. Observo la boca ajena abrirse, completamente indignado, mucho más cuando desvió el rostro ante su necesidad de estamparse contra mi boca.

Empujo un poco el cuerpo ajeno, hasta que el genio retrocede con una mueca, pero con el fuego repiqueteando con mayor intensidad en sus pupilas whisky. Antes de que Tony pueda acercarse nuevamente, bajo el culo de la mesa, girando de inmediato, asegurándome de mantener las caderas arriba, mientras me inclino a la mesa, lamiendo con indecencia pura el líquido que he derramado; debo desarmar al genio de América, sólo así le mostraré mi capacidad para ahogarme en el perverso pecado.

Estoy jodidamente caliente, tanto para solventar mis propios límites, lamiendo de la mesa como un verdadero sediento en el peor de los desiertos. Tony parece convulsionar en mi espalda, cada vez que la rosada lengua sale a mancillar la costosa tela de su mesa; sus jadeos ahogados, mandan rayos contaminados hasta el fondo de mis entrañas. Sin embargo, Tony también parece sobrepasar sus propios limites, empujándome con fuerza contra la mesa, hasta que la mejilla se pega a la costosa mesa, el genio toma nuevamente mis caderas a dos manos, irguiéndose sobre mi espalda.

- Tendré que recordar limpiar la mesa más tarde, Peter... - Escupe Stark con la voz completamente consumida, su siseo es tan excitante como peligroso; el placer corrompiendo cada una de sus palabras -... Quiero esa lengua limpiando otro desorden que has provocado - Ordena ahogado, tanto para lograr el primer gemido en forma desde el fondo de mi garganta, ante la perspectiva de cumplir con mi cometido principal en la noche; jugar con sus bolas.

Tony me gira nuevamente a su antojo, esta vez con mayor vehemencia, me dejó llevar por su mano, hasta caer de rodillas. Por mucho tiempo, soñé con este momento, poder rendirme a Tony, pero también desarmarlo hasta que jadee mi nombre; por ello, no me molesto en jugar mucho más con sus límites, yendo directamente por lo que ambos necesitamos, la necesidad comienza a obrar estrepitosamente en nuestros huesos. Me hinco con soltura, abriendo las piernas hasta deslizar las rodillas por el mármol del suelo, componiendo un adecuado agarre, para recibir por completo al Señor Stark.

Con la habilidad de un completo ansioso, me deshago del cinturón ajeno, sin molestarme en sacarlo de los ojales, yendo directamente por el botón de sus pantalones; con la misma necesidad me apuro a rebuscar entre las telas que lo cubren, hasta bajar su ropa interior, la endurecida erección, rebota frente a mis ojos al sacarla de su jaula; el Señor Stark jadea cuando el frío de la estancia, besa su piel desnuda, yo jadeo al ver su polla por primera vez. La virilidad misma es la definición perfecta, para su endurecido falo, hinchado, rojizo y húmedo. Lo tomo de la base, relamiéndome los labios con indecencia, al acotar el primer lametón de su carne; el castaño tiembla en mis dedos, exaltando su primer gruñido.

Levanto la vista, sólo para llenarme de orgullo al ver al poderoso hombre, echar la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos con fuerza y abriendo los labios para liberar la contención de su garganta, apuro otro lametón más lleno de gula de otra cosa. Tony sonríe con picardía, mordiendo ligeramente sus labios, antes de dejar salir su furiosa respiración. La lujuria desfigura sus rasgos ante el primer embiste contra su sensibilidad. El vaivén se torna vicioso desde allí, tomando cómo único objetivo el desarme completo de Tony.

Un recuerdo morboso, vuelve a mí al dar la primera probada a la masculinidad ajena; su hinchada punta se amolda a la perfección a mis labios, mientras relajo no sólo la mandíbula sino la garganta; centímetro a centímetro empujo a Tony en la estrecha cavidad. Rememoro cuando su punta toca la forma posterior de mi garganta, lo patético que he sido utilizando plátanos para asemejar las dimensiones ajenas, una banalidad al llenarme por completo la boca con su tamaño, me siento poderoso cuando logró apartar las arcadas, succionando con vehemencia de la carne ajena. Por supuesto, Tony es mucho más grande que un simple plátano, pero acepto el reto formando un adecuado vaivén.

- Eres un dios en esto, Peter... - Masculla el castaño, ahogándose con las palabras; empujando sus caderas ligeramente contra mis labios, hasta que las lágrimas saltan a mis ojos por la falta de aire, y la sensación de llenura -... Tan húmedo y caliente... - Prosigue en su monólogo, tomando con una de sus hábiles manos mi cabello, enredando sus dígitos en mis hebras, propiciando un embiste mucho más conciso.

-... Tu boca es tan perlada... Podría hundirme en ella todos los días - Exalta encantado, empujando los primeros centímetros de su polla hasta los inicios de mi garganta, sin embargo, no procura más allá que esto, dejando que me acople a su tamaño.

Sacó su longitud por completo, apurando los dedos en la base, sólo lograr que el hombre tiemble entre mis dedos, a la vez que adoro su coronilla con los labios, prodigándole de besos y ligeros lametones que contaminan mucho más mi conciencia, hasta nublarse por completo el juicio; tanto que puedo simplemente derretirme dentro de mis pantalones. Al sentir cómo Stark clava sus uñas en mi cuero cabelludo, siento el poder del pecado innato en mi sangre; así se siente poder empujar al placer a un Dios. Tomo nuevamente la mitad de la gruesa polla, hasta que mi paladar se llena sólo de la esencia del Señor Stark.

- Necesito que tomes mucho más de mí, bebé... - Susurra Tony casi ido en el oscuro placer, acariciando mi labio con su suave pulgar; casi convulsionó ante el pequeño mote con el cual busca mi atención -... ¿Lo harías por mi? - Cuestiona el castaño con la ternura propia de un cuidador, pero con la perversión innata de un pecador. Saco su erección por completo de mi boca, respirando tenuemente sobre la sensible piel.

- No necesitaría preguntar si fuese más paciente, Señor Stark - Procuro con un tono gangoso por la vejación a mi garganta, por supuesto, aún no es suficiente no sólo para Tony sino para mi propia necesidad, añorando mucho más que unos simples empujes contra mi garganta.

Tomo con firmeza redoblada la carne sensible del castaño, teniendo un buen agarre, mientras la mano libre acuna sus pesadas bolas, adorando con ligereza el tacto cálido y aterciopelado de las mismas; esto por supuesto es el único interludio que le doy a Tony antes de engullirlo por completo, llevándolo hasta lo más profundo de mi garganta, tanto que aspiro el aroma masculino de su recortado vello con obsesión. El olor del whisky, el jabón de baño y el propio almizcle de Tony me corroen los sesos en un instante, hasta doparme por completo. Tardo más de lo necesario pegado a su cadera, sólo para consumirme hasta la saciedad en el Señor Stark.

No obstante, la necesidad de aire me apura a sacar el gran falo, tomando unos segundos aire antes de sumergirme nuevamente por completo en la cadera ajena; succionando la carne de arriba a abajo, ahuecando las mejillas hasta que empieza a ser doloroso, poco me importa al componer un vaivén mucho más enloquecido; dónde Tony golpea con fuerza sus bolas en mis barbilla, yendo hasta el fondo, logrando que las lágrimas salten en los ojos, humedeciendo la esquina de estos. La saliva baña desde mis labios hasta sus pesadas cargas, las cuales a pesar del vaivén endemoniado, procuro acariciar con la misma diligencia que un amante a una virgen. El señor Stark, pierde totalmente los sentidos.

La claridad parece ser un panorama difícil de alcanzar para el genio, tomando a dos manos mi cabeza, encajando con tanta vehemencia los dedos en mis costados que sus uñas raspan mi cuero cabelludo; Tony se folla mi boca sin ninguna contemplación, hasta enloquecerme, mis gemidos rebotan contra la carne tibia del castaño, empujando con más energía su cuerpo al auténtico caos. La garganta arde, mientras la tela raspa mis rodillas contra el mármol, ante lo poderoso del embiste ajeno; incluso siento que mis dientes salen de vez en cuando, raspando un poco la polla de Tony, al genio no parece importarle, susurrando morbosidades, elevando al cielo mi hombre.

- Tan profundo... - Acota el genio, empujando más allá de lo que ninguna fruta o hombre ha ido, adorando mi perlada garganta con su poderosa punta, tan húmeda que embadurna su sabor hasta mi conciencia -... Tómala toda... - Apura el castaño, sumergido en su propio delirio, en mis ojos llenos de lágrimas logró observarlo desde mi posición, casi brilla en la tenue luz que lo embriaga. Es simplemente sublime.

-... Siente mis bolas golpeando tus labios... - Masculla con perversión Tony, ante el sonido morboso de sus bolas golpeando mi mentón, la sensación fantasma de tal embiste me persigue incluso cuando el Señor Stark retrocede -... Maldición, Parker - Procura Tony tensándose; su abdomen se contrae mientras se inclina hacia adelante, llevando mi cuerpo en el proceso.

Mi cabeza se echa hacia atrás, hasta sentir como la verga ajena penetra ángulos imposibles en mi garganta, sin embargo, su vaivén es tan intenso que apenas puedo formular una defensa, ante el obvio peligro de la posición; no puedo crear una pensamiento en absoluto que no sea el poder consumido ajeno, exaltando todas mis necesidades pecadoras. Al sentirlo respirar con mayor dificultad, decido por el bien de ambos, sacarlo de mi boca a pesar de la negación del genio, pero mucho más mi propia propuesta contra los labios mancillados por su pre-semen. Tony maldice, pero no puja por volver a mi cavidad, al tanto de lo peligroso que es su orgasmo escalando con tanta rapidez su centro.

Con los ojos tan nublados como la psique, observo a Tony tomar con fuerza la base de su polla, tanta que resulta doloroso sólo con verlo, incluso el castaño parece al tanto de tal relámpago de dolor; frunce ligeramente el ceño. La ropa revuelta, el cabello desordenado, los labios húmedos y los ojos desorbitados; crean la perfecta imagen de desesperación que siempre he ansiado con el siempre pulcro Señor Stark. Se qué también debo ser la representación perfecta del desastre y el deseo; siento hinchado los labios, el rostro consumidos en calor y el cabello despeinado, sin contar por supuesto las lágrimas llenando mis mejillas.

Perdido en la excitación, sólo quiero mucho más de fruto prohibido que nos ha costado el paraíso; ahora frente a mí, inclinado sobre su polla y la mesa, se presenta el verdadero Edén. Observando a Tony en su propia incursión, me tomo el tiempo para empujarlo, sosteniéndome de la costosa mesa para poder ponerme en pie, ni siquiera una maratón luchando o entrenando, deja mis piernas tan temblorosas como una follada concisa contra mi garganta de parte del genio. Sonrío hambriento, apurando mi ropa, quitando las prendas con ligera parsimonia, pero sin detenerme hasta la saciedad en lo mismo, sólo es un pequeño show para Tony, quién se masturba copiosamente para recuperar el flujo de la sangre en su endurecida erección.

- ¿Dónde demonios has aprendido a chuparla tan bien?... - Cuestiona el genio, al acabar con los zapatos y calcetines; nuevamente mi cuerpo trastabilla contra la orilla de la mesa, Tony se inclina sobre mi cuerpo aún con la ropa revuelta, tomando mi mandíbula en sus hábiles dedos, levantando mí rostro hasta que nuestros ojos chocan.

-... Dudo que venga en los libros que tanto lees - Susurra con malicia, a la vez que se quita sus costosos zapatos de un puntapié, empujando con habilidad sus pantalones y ropa interior en los muslos. Sonrío con perversión, saboreando los dedos que intentan abrir mis labios, tomo su pulgar entre estos, trazando toda su longitud con la lengua.

- Muchos plátanos han sido su reemplazo... - Compongo sintiendo su pulgar surcar sinuosidades en mi boca, recorriendo mis labios y mejillas internas; la sonrisa de suficiencia de Tony, junto a la seductora perversión es encantadora -... Todos ellos me han preparado suficientemente bien - Procuro con malicia, succionando su pulgar cuando Tony intenta empujarlo en el fondo de mi boca.

- Bendito seas, Parker... - Enaltece el Señor Stark, retirando su dedo justo cuando lo alcanzo con los dientes; mordiendo un poco sólo para imprimir un poco de dolor en el mar de placer que nos consume -... En tus ansias por mi verga, has buscado un burdo reemplazo... - Rechista aún así, negando con efusividad a la vez que se aparta ligeramente de mi cuerpo, dejando el mismo sobre la mesa, a la vez que se hace cargo de las mancuernas que ajustan su camisa.

-... Doy gracia sin embargo, por tan exquisita experiencia. Alabado sea el jodido plátano - Procura tirando sin cuidado alguno las mancuernas, desabotonando con rapidez la camisa hasta que esta queda colgando de sus hombros. Con la facilidad de un perverso; un completo desviado de la moral, empuja su camisa hacia atrás con sólo sus hombros.

- No obstante, aunque descuidado he abierto los ojos... - Reconoce Stark, levantándose desnudo en su máxima perfección; los músculos se consumen en la tenue luz, logrando que las sombras exageren los mismos, mi anatomía convulsiona con premura ante lo masculino que se alza el genio -... Todo lo que se te ha enseñado o has aprendido hasta ahora, lo olvidarás... - Ordena la estatua inmaculada, sus ojos predadores alcanzan a los propios obnubilados. Stark, sin duda en el borde peligroso del placer, vuelve a mi cuerpo.

-... Tu maestro, te enseñará nuevas lecciones... - Explica sobre mis labios, lamiendo la comisura de los mismos cómo un seductor demonio, sus manos trazan caminos sinuosos por todo el largo de mi torso que se tensa bajo el peso electrizante de sus dígitos -... Todas las que necesitas - Promete con decisión pasando sus pulgares por los erguidos pezones, hasta romper con mi ritmo cardiaco, empujo el pecho hacia su mano por inercia. Tony sonríe consumido por el encanto.

- ¿Me enseñara buen comportamiento, señor Stark? - Inquiero con un cuarto de mi voz normal, trastocado por la profundidad de los ojos ajenos; desmembrado ante las perspectivas de la dominación perversa que observó en los ojos ajenos.

- Mi niño, te enseñaré a comportarte mal por completo - Asegura Tony sobre mis labios, empujando sus labios contra los propios; lo recibo con gusto, sellando nuestro trato.

Tony es tan impositivo al besar como al tomar mi cuerpo en sus hábiles dedos; me ataca por todos los frentes, dejando a la deriva mi defensa, el Señor Stark deja en claro su audacia en las batallas, ese es el retirado Dios de la guerra. Sus labios no me dan tregua, pasando los limites de mi cavidad con rapidez, empujando su lengua con la propia, entrelazando los dos órganos en una viciosa danza, llena de suspiros y densa saliva tibia que escurre por la comisura del impetuoso beso. Por otro lado, sus manos me toman el culo a dos manos, encajando sus uñas romas en este, empujando hacia arriba para dejar la seguridad del suelo.

Entrelazo mis brazos detrás de su cuello, para usarlo cómo palanca al envolver las piernas en su cintura; pocos segundos después mi espalda choca contra el terciopelo de la mesa, las bolas se golpean entre ellas, cuando el Señor Stark las empuja lejos de nuestro camino, mi boca nunca deja la ajena; sólo acrecentamos la lucha de lenguas ante la bienvenida de los dientes que muerden moderadamente los labios, tirando de los mismos hasta que los gemidos dolorosamente encantados, aparecen en la ecuación. Acreciento con pleno gusto, lo que siempre creí en primer lugar; mi cuerpo responde naturalmente al del Señor Stark.

Debido a la dominancia ajena sobre mi cuerpo, y lo derretido que parecen mis sesos, absorbiendo como un demente los fluidos de la boca ajena, Stark comienza la verdadera faena, abriendo mis piernas a su mórbido antojo, hasta que mis pies descansan sobre la mesa mientras el genio tiene completo acceso a toda mi sensibilidad. Empieza rápido y conciso, tomando mi polla adolorida entre sus dedos, procurando un vaivén rápido y sin contemplación, subiendo todo el camino hasta la punta hinchada para bajar de golpe, llevándose entre sus dedos todas mis terminaciones nerviosas. Levanto la cadera por inercia, sólo para hacer más duro el vaivén.

Tony sonríe contra mis labios, pero me permite el desvarío; apurando los dedos hasta que el líquido pre-seminal sale a borbones de mi uretra, lubricando mucho más mí piel sensible, pero sobre todo afianzándose en los dedos ajenos. No obstante, Tony tiene una manera sutil pero firme de demostrar quién es el dueño del placer en el encuentro; sus dedos se ajustan con tanta fuerza a mi base que veo estrellas detrás de los ojos, alcanzo un morboso cielo, aunque dicho paraíso este por completo en las sombras; por poco convulsionó contra sus dedos, desarmando el beso sólo por gemir contra su barba repleta de corto vello.

Empujo mi cuerpo contra la firmeza de músculos, sólo para ser mandado nuevamente a la mesa con una firme bofetada; las estrellas simplemente explotan. Aún con la mejilla ardiendo, rojo por la vergüenza al gemir cómo un poseído ante el embiste y con la polla aún enjaulada, me rindo nuevamente contra la mesa, Tony me recompensa reanudando el flujo sobre mi erección, esta vez incluso baja por las bolas tensas, prodigándolas de una ligera caricia hasta llegar a mi apertura húmeda por los resquicios de mi propia humedad. Uno de sus dedos amenaza con romper los límites de la cerrada entrada, pero sólo es un juego; al empujar necesitado la cintura, el Señor Stark, sólo rechista divertido.

- Tan ansioso cómo siempre, Parker... - Acusa el hombro, repartiendo un tortuoso camino de besos huesos por mi cuello expuesto y hombros tensos; sólo quiero que me folle -... No es ese el buen comportamiento que espero - Jadeo por la pequeña reprimenda, conteniendo de empujar las caderas, aunque aún así, Tony me regala otro bofetón que me hunde mucho más en la humillación ante el gusto mórbido que descubro por su prodigiosa mano, golpeando mi mejilla.

Ni siquiera los martinis, han podido desestabilizarme tanto con un sólo empuje; ni todo el alcohol de la tierra y planetas aledaños pueden intoxicarme de una manera tan visceral. Ante la falta de palabras para renegar por el duro trato por parte del genio, este me regala un nuevo alivio, colando su pulgar por mi abertura ansiosa; esta vez me quedo tan quieto cómo puedo, a pesar del sube y baja constante de mi pecho, ante la trabajosa respiración. Su intrusión es calma, lenta y tortuosa; su otra mano compone un mundo diferente al golpear de una manera burda el lateral de mis muslos, acariciando después de cada embiste.

El mundo de las sensaciones no sólo es totalmente nuevo, sino que me vuelve un jodido adicto; sólo cuando la piel de mis muslos se torna cálidamente rojiza, Stark deja de azotarme, entregándome sólo en ese punto, un segundo dedo en mi agujero que se expande de inmediato para recibir sus dos dígitos. Ha cambiado el pulgar por dos de sus falanges, mi entrada no sólo los absorbe, sino que por mera naturalidad, los empujo hacia arriba, el castaño me regala una vez más la consideración de raspar las paredes sensibles, comenzando un vaivén adentro y hacia afuera, penetrando hasta el fondo, para volver a salir casi al segundo.

- Te ves tan perfecto, Parker... - Acota Tony mordiendo el inicio de mi clavícula después de minutos de genuina exploración, en dónde incluso ha retomado sus ligeros azotes en mi carne, hasta que se tengo sus dedos plasmados en la firme piel; me penetra con tres dedos -... Eres hermoso, mi pequeño genio... - Exalta el castaño, lamiendo con incidencia la herida que ha hecho antes; simplemente puedo gemir quebrado al igual que un cristal que se ha dejado caer, Tony ha procurado un mundo de sensaciones que no puedo solventar, menos todas al mismo tiempo.

-... Por favor dime que no eres virgen. Has tenido alguna experiencia excitante con tus plátanos - Ruega Tony sacando una vez más sus torturadores dedos, mismos que introduce en modo de palanca, raspando con cada embiste la próstata que ha descubierto hacía rato. Estoy completamente rojo, incluso abochornado hasta ser humillante; cálidamente humillante.

- En serio piensa, señor Stark que teniendo veintitrés no he conseguido algo mucho más grueso, grande y resbaladizo que un simple plátano... - Mascullo a pesar de la situación sobre su oído, Tony me recompensa con un vaivén enloquecedor, saliendo con la misma rapidez que me penetra; voy a perder la cabeza -... Sólo conseguí lo que mi juguetón mentor, no estuvo dispuesto a darme - Escupo con las venas llenas de sedición. Tony simplemente enloquece, saca sus dedos de un empujón, hasta que arde en las orillas de mi entrada, sus mano se cierra en mis bolas con premura.

- En verdad eres insolente, Parker - Susurra peligrosamente el genio; aunque tiene su mano encerrando mis bolas, una visceral necesidad de retarlo me corroe, está por supuesto me lleva a la locura de sonreír con suficiencia desde mi posición; sacando la lengua al Señor Stark en un acto meramente infantil pero retador, los ojos de Tony brillan cómo dos bengalas en medio de la oscuridad.

- Frente contra la mesa Parker, piernas abiertas y el culo arriba... Vamos a enseñarte modales, pequeño rebelde - Ordena enloquecido el genio, su tono de voz seco pero ronco, me deja en claro que no juega en su decreto; aunque quiero seguir empujando sus límites, algo me dice que lo he hecho perfectamente bien hasta el momento, ahora debo recoger los frutos de mi desobediencia.

Caliente hasta que chorreo cómo una fuente, me apuro a acatar la orden, Tony me lo hace mucho más sencillo al dejar de torturar mi cuerpo, para que un poco de materia gris se reagrupe en mi cerebro; a pesar de ello me brinda poco de tal calma, las neuronas hacen sinapsis hasta fundirse al tomar la vergonzosa posición, al besar mi frente al mesa, abro las piernas, empujo el culo y las caderas hacia arriba; totalmente expuesto, Stark me regala la primera bofetada en mi culo sensible, después de tanto roce con el terciopelo de la mesa. Salto ligeramente por instinto, sin estar acostumbrado a tal vejación con mi cuerpo, Tony me corrige rápidamente empujando mi espalda para retomar la posición inicial.

Así empieza no sólo la tortura más deliciosa, sino el peor cuadro en el cual he participado; uno que lleva mi cabeza a los limites. El Señor Stark, azota mi culo no sólo en diferentes direcciones sino con una intensidad variable en cada embiste, logrando que no sólo esté alerta, sino que la emoción producto del ligero miedo, me tenga siempre a la defensiva, recibiendo cada vez mejor sus enérgicas nalgadas. Jadeo, gimo y suplico perdón, cuando la piel arde tanto que me escuece un poco; esta nueva faceta de mi alma, me deja sobre el borde, a punto de un devastador orgasmo que Tony contiene manteniendo una de sus manos firme en la base de mi polla.

El dolor sin duda, puede ser placentero, es una realidad que escalo ante el último embiste, uno tan fuerte que el sonido retumba por todo el lugar, la piel se me eriza a la vez que el Señor Stark, besa la piel de mi espalda, susurrando lo buen chico qué he sido; la gratificación por esta simple frase es tanta que las lágrimas saltan por mero gusto, Stark lo nota a la brevedad jugando con mi cabello completamente desordenado. El genio susurra una nueva orden más; espera a tu maestro.

Totalmente deshecho me obligó a mantener mi posición en los pocos minutos que el castaño está fuera, peor aún, ni siquiera me atrevo a virar en su dirección, encantado con la sensación eufórica de la ignorancia, por primera vez en mi vida. Al llegar se que lo hace porque los instintos lo dictan, pero sobre todo porque siento la sombra de su cuerpo entre mis muslos, cuando espero nuevamente el acercamiento sobre mi espalda, siento un pequeño intruso en mi agujero ligeramente expandido por los dedos ajenos. Es la boca de una botella.

- Ya que parece que disfrutas tanto los martinis... Te daré uno más - Comunica el genio, a la vez que abro los ojos con una mezcla de sorpresa y deseo; sin saber cómo procesar que el genio haya hecho un martini, sólo para empujarlo cómo lubricante en mis entrañas.

El olor de la ginebra en el aire, a la vez que una cantidad aparatosa de otro líquido se escurre fuera de mi entrada, consumiendo la poca ginebra que Tony empujo en las entrañas, el aroma del vermut me inunda el olfato, al igual que siento en los límites de mi trasero la sombra de los dedos húmedos del señor Stark, empujar hacia delante, penetrando una vez más mi cavidad. Increíblemente estoy mucho más duro ante el olor del martini en el aire.

Tony parece notar mi predilección, me abre mucho más las piernas, hasta que quedo mucho más expuesto con el culo tan arriba como me es posible; la mesa araña mis pezones duros mientras agradezco mi flexibilidad superior sólo para complacer a mi maestro; el sonido de la botella rodando junto a las bolas de Billard es el único indicio que tengo que Tony ha dejado de bañarme en alcohol, su encantadora manera de prepararme; al tener cuatro dedos mancillando mis entrañas, no encuentro una sola queja en su decisión.

Me siento tan dilatado cómo jamás lo he estado en la vida; suelto y flojo, intentando no empujar por los dedos de Stark con gula, pero es imposible con el orgasmo dolorosamente contenido que he tenido desde hacía tanto tiempo. El Señor Stark, me perdona mi agravio, dando uno que otro embiste a mis muslos sensibles, pero es todo lo que procura; estas bofetadas ni siquiera son la mitad de intensas que las anteriores, sólo me mantienen en el límite de este juego, pero sin lanzarme por completo a la locura; todo termina por supuesto al sentir los dedos del genio abandonar mi agujero ansioso, una de sus manos me sostiene la cadera, otra se alinea contra mi cuerpo, Tony se inclina sobre mi espalda.

- Has dejado que otros te enseñen a fornicar... - Advierte el genio, empujando apenas su punta en mis resbaladizas paredes, sin penetrar en absoluto sólo amenazando con hacerlo, aunque me quiero penetrar de súbito; no soy yo quien tiene el mando en la faena -... Has sido un chico malo, Parker. Sin paciencia alguna con tu maestro - Comenta Tony sin una pizca de resentimiento, al contrario, me penetra hasta el fondo; sus bolas rebotan con las propias.

La estocada es concisa, dura y profunda; tan fuerte que manda mi cuerpo hacia adelante hasta que tengo que sostenerme del borde de la mesa para mantener mi cuerpo dentro de la misma. Gimo escandalosamente, sobre todo ante el poco espacio para asimilar el tamaño ajeno; me ha follado la garganta hasta la saciedad, pero sin duda la proporción es diferente en la nueva cavidad. El dulce sabor del dolor y el placer se amalgama en mis entrañas corrompida por la intensidad y tamaño ajeno.

Enjaulo por completo a Tony en mis paredes sensibles, permitiendo que la penetración sea mucho más dura, al castaño le cuesta, pero no parece disgustarle la excéntrica fricción, mucho más al bambolear las caderas contra su pelvis, buscando pasar el menor tiempo lejos de su verga. No se si tengo permitido esto, pero Tony no me reprende, sólo se afianzan con mayor vehemencia y a dos manos a mis caderas, hasta que los cardenales sin duda saldrán incluso sobre mi recuperación anormal. El vaivén es tan furioso que no puedo levantar la cabeza de la mesa, descansando la mejilla sobre la misma.

- Nunca nadie más, mancillara tu encantador cuerpo, mi perfecto chico... - Apura el castaño, no se si cómo una advertencia o una declaración; desde mi posición puedo ver cómo sus ojos se contraen cerrados, mientras sus músculos brillan en la tenue luz que nos rodea -... Nadie te enseñara otra maldita lección, tu cuerpo y mente sólo me reconocerán a mi - Establece ido en la locura, tanto como el vaivén corrompido de sus caderas; este con cada una de sus palabras, se vuelve más fuerte y errático.

- Señor Stark - Musito sintiendo la endurecida carne ajena, llegar tan profundo que me deja sin aire; acepto su cometido sin siquiera rechistar, haciendo mi parte en la faena, logrando que un escándalo obsceno sea el único acompañante a las declaraciones ajenas.

- Sólo conocerás el placer que te puedo brindar... - Prosigue en su ordenanza, mis ojos a media asta, sólo pueden adorar al cuerpo ajeno; puede ordenarme conquistar nuevamente la luna y sin rechistar lo haría -... Sólo conoceré el placer que me brindes - Promete en su verborrea que parece sin sentido, pero que tiene mucho más significado, uno que aunque precioso no puedo acotar ante la inclemencia del placer que me funde los sentidos.

El Señor Stark, no sólo resulta ser un Dios en los delirantes artes del placer, sino que también lo hace en el apasionante vaivén de la vida misma, justo ahora me entrega su universo en mi mano, uno que sin duda tomaré, cuando no esté intoxicado por su polla taladrando mis entrañas, la fiereza de sus dedos en mi piel, los martinis y el Billard. He enloquecido en su mano, ninguno de mis anteriores amantes, ni el mejor de ellos se compara con la habilidad maestra y el nuevo mundo que ha abierto para mi el Señor Stark.

Todos ellos han procurado el salvajismo propio de la pasión, enloqueciendo en los momentos justos, llevándome a un aparatoso orgasmo; sin embargo ninguno me ha usado cómo el Señor Stark, nunca me han humillado y exaltado, obsesionado y perturbado hasta los huesos. Mi trasero retobando, lleno de sudor y ligeras heridas que arden, ante la tunda que me ha proporcionado el genio, es muestra implícita no sólo de mis nuevos delirios, sino de todo el universo que me puede ofrecer Stark; lo que nos puedo ofrecer a ambos, si sólo me dejó llevar por su guía. Necesito desahogarme, me alcanzado un nirvana que no pensé, escalar en la vida, ni siquiera lo había contemplado, porque no había sentido semejanza; con el golpeteo de un nuevo ángulo, Stark no sólo alcanza mi próstata sino que yo alcanzo el borde vacío de mi orgasmo.

- ¡Señor Stark! - Apuro chillando, hasta que las lágrimas junto a la saliva inundan la mesa bajo mí mejilla húmeda; el Señor Stark gruñe ante mi llamado, sin embargo, vuelve a sostener mis bolas, soltando mi cadera. Su otra mano, me azota con fuerza el culo.

- ¡No te permito correrte, Parker!... - Advierte el genio, torturando nuevamente mi sensibles bolas; el bramido que enaltezco es incluso doloroso para mi garganta rasposa, reniego de inmediato pero atado a la mano ajena, sólo puedo mover la cadera de manera masoquista; sin poder parar aunque quiero evitar el sublime placer.

-... Contrólalo. Se que puedes hacerlo - Anima el castaño, acariciando el trasero que ha azotado hasta ser sin duda doloroso, algo que apenas puedo escalar al recibir sin falta sus estocadas que no se detienen.

Nunca me han controlado el orgasmo, por ello no se cómo responder ante las sensaciones que me rompen la mente en miles de pedazos, cada uno de ellos pujando hacia una dirección diferente; no obstante y aunque resulta escabrosamente difícil, me concentro sólo en la voz de Tony llamándome, diciendo palabras dulces aunque me folla de manera bestial. Su voz es embrujante, tanto para apenas notar cuando me suelta las bolas, sólo se que una vez libre abro con mayor gracia las piernas, levantando tanto el culo que comienza a doler.

El Señor Stark, aprovecha la nueva posición con locura; toma mi cabello en una de sus fogosas manos, tirando con fuerza, hasta levantarme por completo de la mesa quedando sobre mis temblorosas manos y rodillas; la espalda tan arqueada cómo puedo, sin dejar de recibir el taladrante movimiento ajeno, lo más importante por supuesto es que siento cómo con cada nuevo embiste, Stark se pierde un poco más, hinchándose hasta la locura. Necesitamos liberarnos.

- Señor Stark - Suplico nuevamente, sin poder resistirme ante la deliciosa sensación llena de desesperación, pero también de una entrega indiscutible, soportando todo la carga que el Señor Stark me lanza, sólo por complacerlo.

- Ya casi Peter, contrólalo bebé... - Advierte una vez más, marcando el paradigma que lo exalta incluso sobre mis necesidades; el llanto no tarda en aparecer por la mera frustración dolorosa en mis entrañas que no deja de mancillar -... Estas tan calientemente ajustado... - Acota totalmente desesperado, levantando una de sus piernas, dejando sobre el pie todo el soporte del nuevo ángulo para llevarnos a la locura.

-... Siento que me vas a derretir la polla - Masculla intentando hacerme participe de la conversación, aunque lo único que puedo procurar son hipidos quedos, mientras soy usado a su voluntad hasta que pierdo el sentido de mi propio nombre.

- Señor Stark - Pido una vez más sintiendo que en verdad voy a explotar; sobre mi cabeza veo al Señor Stark abrir los ojos a media asta, pero lo suficiente para observar mi precario estado; el castaño sólo sonríe arrebatadoramente, empujando mí cuerpo nuevamente sobre la mesa, componiendo poco más que un cuerpo derretido. Tony se inclina sobre mi espalda.

- Mantenlo todo dentro, Parker... - Advierte el genio, dando un último y conciso empujón hasta mis entrañas, hasta que puedo jurar ha fundido su pelvis con mi agujero de otra manera; no puedo expresar tanta cercanía, su líquido tibio y espeso me baña el culo.

-... Tu cuerpo necesita limpiarse, aprender a quién le pertenece - Enaltece, dando precarios bamboleos de cadera, sólo para hacer notar con mucho más ímpetu el interior lleno de su fresca semilla. Aún así, mi tortura aún no acaba.

- Señor Stark - Suplico nuevamente en medio de su estrepitosa respiración; el Señor Stark aunque escala su propio paraíso, besa mi cuello y mejilla consumidas en humedad. Busca mis labios hinchados después de tal vejación.

- Córrete, bebé - Acepta el Señor Stark, convulsiono una vez más a manos del llanto, por el dolor tan placentero que me corroe desde la punta de los pies hasta el último de mis mechones castaños. 

El genio no debe decirlo otra vez, escalo rápidamente el orgasmo mientras Tony me acompaña en tal delirio, adorando mis labios con su boca, enredando con vehemencia y firmeza su lengua con la propia, hasta dejarme sin aire; simplemente podría desmayarme. En vez de eso el orgasmo más intenso y bestial que he alcanzado me desarma por completo cualquier pensamiento coherente, Tony ni siquiera ha tenido que tocar mi frente nuevamente para llegarme al más sublime placer. Me siento completamente mareado mientras los hilos blanquecinos humedecen mi abdomen y la mesa debajo de mi cuerpo.

No se si es por lo poco convencional que resultó el sexo desenfrenado, por lo devastador del orgasmo o por el alcohol ingerido de forma tan poco adecuada, cómo sea, me siento volar en algún espacio que jamás había alcanzado antes. Tony se lleva lo poco que queda de mis labios, después lo escucho jadeando sobre mi nuca, antes de que deje caer todo su peso sobre mi cuerpo; los besos se trasladan a mi cabello desordenado. El castaño me acuna entre sus brazos, imprimiendo toda la calma del universo mismo, lentamente me susurra palabras calmantes. Ese es mi Señor Stark.

- ¿Lección aprendida, Parker? - Murmura el castaño, minutos después soltando mis labios terriblemente hinchados. Sus manos sin embargo, no dejan de tocarme, por eso, se que nota cuando su tono me eriza ligeramente la piel, parece encantado con el resultado, ante su pequeña risa desgastada.

- Sí, maestro - Compongo con absoluta fascinación, no sólo por cómo suena entre mis labios, sino por ver avivado la oscuridad en los ojos whisky. Tony me regala una última caricia en las curvas de mi trasero lastimado, un toque apenas que logra un jadeo un poco doloroso pero encantado. La adrenalina empieza a disminuir.

- Me complace escucharlo - Acepta el Señor Stark, besando mi cuello antes de permitirme un pequeño beso en la comisura de los labios. Luego de eso, se levanta de la mesa.

Con parsimonia al tanto que lo observo, el genio rebusca en el suelo su ropa; las costosas telas desperdigadas por todo el lugar son tomadas por sus hábiles dedos, hasta que logra cubrir su cuerpo de la cintura para abajo, por supuesto disfruto todo el camino, viéndolo inclinarse hasta que su trasero trabajado queda a mi disposición para ser admirado. Las fuertes piernas que se flexionan, incluso las piel bronceada que ha sido mancillada por mi mano; absorbo todo guardándolo en mi memoria, cómo un buen recuerdo, el mejor me lo acaba de brindar el genio al sumergirnos en el mundo absoluto del placer.

Una vez con los pantalones en su lugar y la camisa sin abotonar sobre los hombros, el Señor Stark anda aún descalzo por toda la estancia, como si fuese otra habitación más de su mansión, el dominio que tiene el castaño sobre todo lo que hace, me derrite aún más sobre la mesa que habito. Pierdo de vista su cuerpo debido a mi posición aún echado de lado, evitando el roce con mi retaguardia indiscriminadamente cálida, ante los azotes recibidos.

No pasa mucho tiempo antes de que Stark aparezca frente a mis ojos, aún a medio vestir y con una botella de vermut que bebe directamente desde la boquilla; se que el genio tiene una alta tolerancia al alcohol, sin embargo, verlo en directo es mucho más obsceno. El Señor Stark la bebe con gusto dando pequeños sorbos, sin embargo cuando quiero un poco, terriblemente sediento, el castaño se apoya al borde de la mesa negándome el placer; por supuesto, con un poco de mi rebeldía natural, efectuó una hábil maniobra enredándome en su cuerpo, hasta alcanzar la botella de sus dedos. Tony me sostiene la cadera de inmediato.

- El alcohol disminuye las neuronas en los adultos jóvenes. Me gusta tu cabeza tan lista cómo siempre - Riñe el genio, su tono es completamente una reprimenda, aún así, me coloca de mejor manera sobre su regazo dónde me he subido. El descaro en la premisa, por supuesto que me hace reír; me ha lubricado con alcohol.

- Tengo sed - Simplifico dándole un gran trago a la botella, frente a sus ojos; veo cómo estos se hacen un poco más pequeños y su lengua sale a humedecer sus labios, mientras Tony empieza a abotonar su camisa.

- Te daré otra cosa de beber, insolente chico - Advierte el genio, pero no hace amago por bajarme de su regazo o reprenderme, al menos no de inmediato; aprovecho mi espacio de maniobra para procurar un nuevo beso.

El Señor Stark deja su camisa abotonada, siguiendo con el pequeño intercambio, por supuesto procura siempre su dominancia, toma mi trasero magullado a dos manos, hasta que dejó de lado la botella regando su contenido en la mesa, ya empapada de diversos fluidos. Al primer embiste de su lengua con el primer jadeo encantado, es el momento para terminar el beso según los parámetros ajenos; me palmea el trasero con la justa fuerza para encender todos los receptores de mi piel magullada, su sonrisa es increíblemente seductora al terminar el beso. Stark me baja de su regazo, ante otra palmada en el trasero rojizo. Una suave caricia en comparación a sus otras acotaciones. 

- Antes tengo curiosidad sobre la destreza de mis movimientos - Procuro ya de pie, cruzándome de brazos al ver a Stark, colocando su camisa dentro de los pantalones a pesar de tener las mangas sin ajustar. Verlo vestirse es un placer en sí mismo.

- En el pool increíbles... - Acota el genio, exaltando mi habilidad en el deporte; el orgullo de dicha premisa me corroe hasta los huesos, mucho más la mirada encantada que me brinda el castaño -... En tu entrega, necesito un par de encuentros más para dictar un absoluto veredicto. Serán muchas lecciones que aprender - Prosigue Tony, tomando mi cuerpo entre sus brazos, como si fuese un pecado estar lejos; tengo la misma necesidad, por ello sobre la punta de los pies, alcanzo su cuello, entrelazando los brazos en este.

- No perdamos tiempo en ese caso... - Procuro con la seducción innata que me ha enseñado mi maestro; sonriendo en sus labios ante la ola de entusiasmo que me embriaga -... Ansío mis nuevas lecciones... - Comunico con una necesidad invasiva que me recorre todas las entrañas, las mismas se sienten terriblemente vacías; afortunadamente puedo sentir como cierta dureza va corroyendo no sólo mí entrepierna sino la ajena.

-... Aún no sabe que tan aplicado puedo ser, señor Stark - Prometo con descaro en un susurro sobre la oreja ajena, antes de tomar la misma entre los dientes, tirando ligeramente del lóbulo de la misma. El Señor Stark tiembla un poco aguantando la respiración.

Antes de poder concebir otra palabra, el castaño azota con encanto mi trasero, una vez más el respingo es inevitable; sin embargo, el Señor Stark aunque se libera un poco de mi cuerpo, no se aparta por completo, su mano se entrelaza con la propia, dejando su espacio de maniobra abierto, pero aún cerca de su cuerpo; no tengo que hacerme cargo de mi mismo, Stark lo hace por mi. Nunca he escalado tanto nivel de perversión, mucho menos de cuidado.

No obstante, estoy dispuesto a sumergirme en el infierno mismo, sólo por la caricia ajena; mucho más ante el mundo lleno de placido dolor que me han mostrado. Una vez más el Señor Stark, me muestra el mundo de su mano; se acabaron los coqueteos sutiles entre las sombras, aunque sin duda vagaremos en las mismas. Ahora soy no sólo su hombre, su pupilo, sino su chico; su bebé, su contraparte. Somos dos pecadores, encontrando su igual, esta es la gloria prístina que siempre añore alcanzar. He mordido el fruto prohibido, hasta engullirlo con ansias; sólo me espera adorar mi propio paraíso. 

Notas finales:

Gracias por leer. 

PK. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).