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¿Quién es él? por Doki Amare Pecccavi

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Cap. 2: Buenos tiempos.

 

Aquella primera mañana en sus recuerdos.

 

Eran las ocho menos diez cuando con sus pequeñas manos fueron cubiertas a besos por su madre. Recordaba eso, una buena rutina de aseo y ser vestido lentamente con ropa suave de algodón. Quien quiera que fuese ella, ponía especial detalle en acariciar sus cabellos rubios, un bonito flequillo que cubría parte de su frente, pero no sus pestañas largas, ni esos ojos azules que resplandecían más que los rayos del sol.

 

Había sido llevado de la mano hasta el comedor de la mansión, hablaba su padre también algunas actividades de rutina para aquel día que era importante, él le miraba en silencio, a su madre también, escuchaba a ambos y esperaba en silencio a que la indicación de comer fuese dada.

 

Lo hacía bien para ser tan pequeño, esperar sumiso a que la persona al mando hablase y entonces podía tomar con delicadeza los cubiertos llevaba trozos pequeños de fruta a sus labios, lo degustaba y hacía el menor ruido posible al dejar los cubiertos a sus costados. Bebió jugo, limpió las comisuras de sus labios y miró atento a ambos adultos hasta que pudieron marcharse.

 

Cuando subieron al auto, su padre y su madre guardaron silencio, él simplemente miraba por la ventana, se alejaban de casa y una ligera emoción le hizo sonreír de forma suave.

 

Todo era así, para él, delicado, suave, sumiso.

 

— Shaka. — La voz de su padre era fuerte, un alfa de alto rango. — Hoy será importante que tengas un comportamiento intachable. Debes permanecer a mi lado siempre que te lo pida y ser amable con los adultos. ¿Entendiste?

 

El pequeño rubio asintió, no cuestionó en ningún momento, era una orden y él entendía eso desde que era mucho más pequeño. El padre pareció convencido y aunque no era común que su madre hablara con él, frente a su padre, ella intentó dar más información.

 

— Hoy conocerás a alguien importante, tu padre ha pensado bien en tu futuro y ha decidido que es momento de que conozcas a la persona con la que estarás comprometido cuando seas mayor. Así que da una buena impresión de nuestra familia. ¿De acuerdo?

 

— Sí, lo haré. — Volvió a asegurar, llevando las manos entre sus piernas y jugando a entrelazar sus dedos mientras miraba por la ventana, al exterior de la mansión. Pocas eran las ocasiones en las que podía salir, siempre sus clases eran al interior así que el camino plagado de árboles por el que iban era algo nuevo para él. El sol se filtraba por entre las ramas, las cuales se movían fuertemente. Shaka pensó que se despedían, pero era el viento fuerte que las movía aquella mañana.

 

Después del camino boscoso, entraban a la ciudad aglomerada, domingo en la mañana y aún estaba todo tranquilo pero el ruido y las personas yendo de un lugar a otro era algo que, a alguien tan retraído como Shaka, podía impresionar. El chofer había conducido más de media hora antes de que su madre empezara a acomodar su cabello y mirarse en el pequeño espejo de mano. Sonreía cuando se encontraban sus miradas y recibió una suave caricia en sus piernas al ingresar a una enorme mansión.

Se abrieron las rejas con la forma de dos caras humanas mirándose fijamente, la casa de géminis era, sin embargo, Shaka no podía saber eso y la imagen de esas dos cabezas le había generado un poco de temor conforme más se adentraban en el lugar, lleno de flores y fuentes. Había un pequeño camino que iniciaba en el marco de guirnaldas blancas. El auto se detuvo, sus padres bajaron del auto y él los acompañó obediente, no le era permitido solicitar le dieran la mano, así que simplemente caminó detrás de ellos, su espalda recta y los ojos azules abiertos a más no poder, el auto fue llevado a otro sitio y ellos caminaron hasta la parte trasera del lugar, un enorme jardín y ya algunas personas hablaban saludaron enseguida a su padre, su madre un poco detrás de él, también fue recibida por otros adultos y aunque inicialmente no había llamado la atención de nadie, cuando una de las mujeres adultas lo observó detrás de los recién llegados, no dudó en alterarse demasiado por lo hermoso que era el pequeño. 

 

— ¿Él es el pequeño Shaka? — Preguntó entusiasmada, se acercó a tocar sus mejillas y a acariciar su cabello. — Es hermoso, ahora entiendo por qué lo han tenido tan resguardado del mundo, este pequeño Omega es un tesoro indudablemente. Kanon y Saga estarán ansiosos por conocerlo.

 

— Shaka, preséntate. — Ordenó su padre, el pequeño un poco tembloroso asintió con pena, una inclinación de su cuerpo.

 

— Buena tarde… a todos. — Dijo bajito. — Mi… nombre es Shaka de Virgo.

 

Hechizó a más de uno, y de no ser porque los presentes sabían del pacto que había entre ambas familias, más de uno se hubiese abalanzado a hostigar a la pareja para que les permitiesen ser considerados para comprometer al pequeño, sin embargo eso no era posible, aquella reunión tenía la clara intención de dar a conocer la alianza entre las familias de Géminis, Virgo y… Aries, tres de las familias con mejores genes, en alianza a través de los hijos, así siempre había sido y  sería para proteger el estatus social que bien habían mantenido durante tantos años.

 

La división social era algo que se tomaba muy enserio entre esas familias y al saber que la casa de Géminis había dado a luz a dos gemelos, no dudaron en especular que se trataría de dos Alfas, no hacía falta ver sus características físicas a corta edad, y la realidad de sus hormonas las descubrirían hasta su adolescencia pero así había sido siempre, así que te tenían que escoger las mejores decisiones para que esos pequeños que aún eran dos niños, tuviesen a los mejores Omegas a su disposición.

 

La casa de virgo había resultado dar una buena moneda de cambio. El jefe de la familia actual siempre había sido orgulloso, pero había valido solo un poco de presión en las negociaciones para que reconsiderara la alianza que se pedía, a cambio de que permitirá conocer a su hijo, que al igual que los gemelos, se trataba aún de un pequeño niño, pero… hacía falta sólo mirarlo para entender que se trataría de un Omega de la más alta gama.

 

Era hermoso, sumiso, su cabello rubio era suave y su piel era brillante y tersa. Era el vivo retrato de su madre y ahora… aquella futura belleza estaría formalmente ligada a la casa de Géminis.

 

— Shaka, puedes ir a jugar. — Después de todo el revuelo que había causado la presencia del pequeño, su madre había decidido darle un pequeño respiro a su hijo, por lo que señaló con su dedo índice hacia los columpios blancos y la zona de juegos en las que algunos niños ya se encontraban. — No te ensucies.

 

Si pudiera decidir, había preferido esperar detrás de su padre, como siempre, pero… bastó sólo una mirada de medio lado, por parte de su padre, para que fuese consciente de que no era correcto permanecer en ese lugar porque sus padres tendrían asuntos que tratar.

 

Intentando pasar desapercibido caminó hasta el área de juegos, ya varios niños corrían y gritaban, los columpios estaban ocupados así que no pudo hacer otra cosa más que esperar de pie, sin mirar a nadie, esperando a ser llamado para poder regresar con sus padres, sin embargo, el plan cambió cuando sintió como alguien jalaba de su cabello fuertemente. Giró su cuerpo enseguida y observó a otro niño frente a él, encarándolo directo.

 

— ¿Y tú quién eres? — Preguntó sin soltar el cabello del rubio. — Largo de aquí.

 

Iba a empujar a Shaka cuando una tercera persona se interpuso entre ellos.

 

— Eh... Dita… no puedes hacer eso, es grosero. —

 

— Mu, ¡Quítate o te empujo a ti!

 

— No se te ocurra ponerle una mano encima a Mu. ¿Entendiste Dita? — Y una cuarta persona, un niño un poco más alto que todos.

 

— Tú no te metas Saga.

 

Todo aquello fue demasiado, Shaka terminó dando pasos hacia atrás completamente asustado, creyó que si no se alejaba terminaría siendo golpeado por todos aquellos que se empezaban a acercar, su respiración se aceleró un poco, subía y bajaba su pecho y de la nada… su cabeza empezó a dar vueltas.

 

— Ey, cállense todos, ¿Qué no ven que lo están asustando? — La atención de todos regresó nuevamente al rubio y fue el pequeño que lo había defendido inicialmente, quién le tomó de la mano para alejarle de todos.

 

— Ven, sígueme. — Sus manos tenían tierra y Shaka sintió la sensación rasposa al instante, pero no pudo soltarse porque… la sensación agradable de ser sacado de todo ese alboroto fue un respiro de paz. — Mi nombre es Mu y ¿Tú? ¿Cómo te llamas?

 

— Sha-Shaka… — Respondió cuando se detuvieron, a escasos centímetros de una fuente en donde ambos terminaron sentados y Mu se inclinó para lavar sus manos, después de tantos juegos había terminado de ensuciar sus prendas blancas y su cabello parecía algo despeinado a diferencia de la pulcritud con la que Shaka se mantenía.

 

— ¿Es verdad? ¿Eres Shaka?

 

— Sí. — Respondió sin entender por qué parecía conocerlo.

 

— ¿Y no lo sabes? — Preguntó curioso. Mu resultaba ser un poco más perspicaz que Shaka. — Seremos familia, cuando seamos grandes. Mi hermano mayor me lo ha dicho, porque a él lo han comprometido con el señor Dohko. Y cuando yo crezca… seré esposo de Saga y tú de Kanon. — Susurró un poco apenado. —

 

— ¿Familia?

 

— E iremos a la misma escuela, así que desde ya tenemos que ser amigos.

 

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