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~Quiero compartir contigo... todo~ por EvE

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Notas del capitulo:

-¿Qué? ¿Es poco?-

 

-No... No es eso Señor, es que esta semana no quiero dinero....-

 

El peliverde sonrió interesado, se recargó tranquilamente en el respaldo de su cómodo sillón y aguardó por las palabras del muchacho.

 -Yo quisiera... Quisiera pedirle que...  Me enseñe a tocar el piano como lo hace usted. Le he escuchado algunas noches, deseo aprender

Capítulo 2: Aprendiendo de ti.

 

Desde la muerte de su padre, hace casi un año, Mu no había tenido problemas con su tutor; evitaba tenerlos llegando temprano a casa después del colegio, no saliendo con sus amigos, en fin, una demanda de peticiones que el seguía al pie de la letra, pues agradecía la caridad de Shion y no quería decepcionarlo.

Estudiaba en uno de los mejores colegios del país, tenía todo lo que un jovencito de esa edad pudiera tener: comodidades, laptop, celulares modernos, ropa a la moda y dinero si así lo deseaba, Mu no podía quejarse, aunque eso no le hacía feliz.

 

Vivía resignado en las paredes frías de aquella lujosa mansión.

 

Su carácter alegre había sido desbancado por la personalidad seria y refinada que tenía que adoptar en aquel lugar. La casa le gustaba mucho, a pesar de que lucía tétrica en ocasiones, tenía muchos lugares para recorrer; y su curiosidad insaciable lo había llevado ésta vez a una parte casi oculta del inmenso jardín, escondida bajo un pared de enredaderas y espinas. Mu abrió la pequeña portezuela, adentrándose después en aquel misterioso lugar.

 

Sus ojos verdes brillaron alegres; el jardín era un edén, con una cascada en un costado y cientos de flores rodeándolo. El jovencito no pudo contenerse y avanzó corriendo hasta donde un columpio prendía de las ramas fuertes de un árbol de manzanas, que estaba tupido de frutos rojos y apetitosos. Trepó después para alcanzar una, limpiándola contra su ropa. De entre su sacó extrajo un libro de Julio Verne, disponiéndose a leer tranquilamente bajo la sombra del manzano, meciéndose en el columpio mientras disfrutaba del viento que pegaba como suave caricia en su rostro y movía sus cabellos morados.

 

Desde ese momento, aquel edén se convertiría en su refugio.

 

La sola idea de llenaba de emoción.

 

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

 

33 años tenía y ya era uno de los hombres más ricos del país. Con aplomo, Shion había sacado de la quiebra las empresas de su padre, convirtiéndolas pronto en potencias económicas, que dispararon sus ingresos y le dieron la misma estabilidad de antes y el capital necesario para llevar una vida de magnate si quería. Pero el peliverde era un hombre que odiaba convivir con los de su clase, odiaba la hipocresía de la sociedad y odiaba las aglomeraciones de gente.

Por eso prefería ir a su mansión tras el trabajo, sin detener siquiera a tomar un café con alguno de sus socios, que nunca habían podido hacer que cambiara de parecer.

Su asistente, Aioros, le esperaba como siempre a la salida del lujoso edificio de oficinas, que pertenecía a su patrón y que era el centro de sus negocios.

 

Abrió la puerta del Rolls royce para que entrara y Shion no perdió tiempo, se acomodó en el asiento trasero y le moreno fué al asiento del piloto, encendiendo el auto para arrancar de ahí.

 

-Le llamó el Señor Le Blanc, deseaba saber si usted le acompañaría hoy al casino...-

 

-Le informaste que cancelé todos mis compromisos ¿Verdad?- Cuestionó Shion, sin dejar de hojear unos fólder.

 

-Así es Señor, pero dijo que... Le obligaría a ir, que iría por usted a la mansión en la noche-

 

Un resoplo de fastidio involuntario se dejó escuchar por parte del peliverde. Guardó con rapidez los documentos en el maletín de piel que portaba y giró su mirada taladrante hacia un lado, observando el ir y venir de los autos en la acera.

 

No dijo nada más, dejó que Aioros continuara en silencio hasta llegar a la mansión, ya vería que hacer en caso de que su "amigo" se presentara en su casa con ánimos de sacarlo de su encierro. Afiló la mirada, recargándose con tranquilad en el lujoso asiento del auto.

 

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

 

Mu regresaba del edén cuando vió entrar a Shion, se apresuró a ir hacia él y saludarlo con una respetuosa inclinación que el de ojos amatistas ignoró olímpicamente. Pero no hacía sentir mal al muchacho, ya estaba perfectamente acostumbrado a su carácter recio y casi amargado. Le siguió hasta el despacho como siempre lo hacía y cerró la puerta tras él, postrándose tras una de las sillas acojinadas que había frente al escritorio de madera donde Shion tenía pulcramente ordenados unos documentos y un par de libros, desde donde siempre le cuestionaba sobre sus actividades al cerrar la semana.

 

Shion ocupó el asiento principal tras el escritorio. Con el porte de un juez que escucha una confesión, encaró el muchacho cabeza lila, escuchando atentamente sus palabras.

 

-No tuve ningún problema en la escuela Señor, y mis calificaciones son tan buenas como siempre. La maestra de matemáticas dijo que exentaría este mes en su examen, que me lo merecía, y también dijo que...-

 

-Basta ya.- Ordenó secamente el mayor, taladrándolo con la mirada... Esa mirada que hacía que a Mu siempre le flaquearan las piernas. -Todo está bien al parecer...  Y como siempre, te recompensaré por no darme problemas.-  Sacó de su saco la chequera, garabateando algo con el semblante igual de austero.

 

Le extendió el cheque a Mu. Las manos temblorosas del joven lo tomaron y observaron la cuantiosa suma que había puesto.

 

Más sin embargo, esa vez no deseaba dinero, había algo que quería pedirle y que sabía el dinero no podía comprar. Se armó de valor para hablar, al mismo tiempo que Shion levantaba la mirada y lo observaba inquisitivo.

 

-¿Qué? ¿Es poco?-

 

-No... No es eso Señor, es que esta semana no quiero dinero....-

 

El peliverde sonrió interesado, se recargó tranquilamente en el respaldo de su cómodo sillón y aguardó por las palabras del muchacho.

 

-Yo quisiera... Quisiera pedirle que...  Me enseñe a tocar el piano como lo hace usted. Le he escuchado algunas noches, deseo aprender.-

 

Shion alzó una ceja. La petición le había sorprendido y tenía que aceptar que no esperaba tal cosa. Se reclinó un poco sobre la mesa, sonriendo ligeramente.

 

Por primera vez desde que llegara a esa casa, Mu veía sonreír a Shion de manera sincera y cordial, aunque aquel fuera un gesto apenas visible, se sentía feliz de arrancar una sonrisa a ese hombre que parecía blindado, al que nada le sorprendía ni le alteraba. Tuvo entonces el impulso de acercarse hasta el escritorio. Dejó el cheque cerca de donde reposaban los brazos del mayor y se sentó en una de las sillas lentamente, cuidando que aquellas actitudes no le ofendieran.

 

Shion observó cada movimiento del muchacho con detenimiento. Nunca lo había hecho, nunca le había analizado y observado bien; se parecía a su amigo muerto, poseía sus ojos y la vitalidad de Henry, esas cualidades de las que, hace mucho tiempo...Se había enamorado.

 

Mu era hermoso, un hermoso jovencito de arrebatadora sonrisa y mirada clara, como el cielo primaveral de las mañanas.

 

Sus pensamientos sorprendieron al mayor, que recuperó su porte serio de nuevo, pero mantuvo su vista clavada en la figura juvenil de Mu.

 

-Si quieres clases de piano, puedo pagar para que te las den... Yo no tengo tiempo.-

 

El chico agachó la mirada, visiblemente consternado. Había guardado la esperanza de que Shion aceptara, él no quería a otro maestro, lo quería a él, quería convivir con él y derrumbar esa barrera de frialdad e indiferencia que pesaba sobre sus hombros desde que llegara a ese lugar. Se atrevió a  mirarle de nuevo, y con voz temblorosa le habló.

 

-Estoy dispuesto a renunciar a mi mesada semanal, puede dejarla en pago a sus clases... Pero es que yo no quiero otro maestro, quiero convivir con usted.-

 

Shion estuvo a punto de soltar una carcajada, pero solo curveó sus finos labios en una sonrisa más visible, matizada con la malicia y la clara burla.

 

-¿Tu crees que yo necesito de tu mesada, niño?-

 

-Claro que no Señor, pero si hay que comprar sus clases y su tiempo, lo haré...-

 

La determinación en su voz y en su mirada, le hizo gracia a Shion. Tomó el cheque y lo observó como si de verdad estuviera interesado en él, alzó una ceja divertido y se lo extendió a Mu de nuevo, asintiendo ligeramente.

 

-No hay necesidad de que me pagues, me sorprende tu testarudéz y admiro tu valor, así que solo por eso te has ganado las clases... Mañana después de la cena iniciaremos-

 

El pelimorado no pudo evitar esbozar una gran sonrisa, tomó el cheque le ofrecían y luego se levantó corriendo hacia él, sin darle tiempo de nada más al mayor mientras le daba un sonoro beso en una mejilla y un abrazo lleno de emoción.

 

-¡Gracias! Muchas gracias Señor...-

 

Salió casi corriendo del despacho, sin darle tiempo a Shion de nada más.

 

Se recargó por fin en el sillón, aún sorprendido de aquel ataque de euforia por parte del siempre serio Mu. Instintivamente, se llevó una mano hacia la mejilla que aún estaba húmeda por aquel fugaz besó y delineó la zona con sus dedos. Una sonrisa casi tierna apareció en sus labios, aquel muchachito que nunca se había dado tiempo de conocer le parecía ahora bastante interesante...

 

... Quizás las clases no serían una pérdida de tiempo y podía educar a Mu como el hijo que nunca quiso tener.

 

Y mientras en su habitación, el alegre muchacho brincaba de un lado a otro, feliz de que su petición hubiera sido concedida, dispuesto a dar lo mejor de sí para que Shion no se arrepintiera... El no le decepcionaría.

 

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

 

La noche había caído y Shion aún permanecía en su despacho, revisando los documentos de su última junta en la empresa, únicamente iluminado por la luz que emitía la pantalla de su notebook. Dió un sorbo a su café, sin apartar la mirada de la pantalla, tecleando con una sola mano para hacer leves modificaciones en la hoja que veía... Más que nada matando el tiempo, aguardando por que el sueño le venciera.

Ya estaba entrada la noche, seguramente serían cerca de las doce y aún no aparecía el cansancio.

 

Se aburrió de estar frente al aparato y lo cerró tranquilamente, recargándose sobre el sillón una vez más, dejando que ahora la luz de la luna que se colaba por la ventana, iluminara débilmente su despacho.

 

Cerró los ojos y se recargó con tranquilidad en el sillón reclinable.

 

No tardó mucho antes de que unos pasos fuertes le rompieran la calma.

Cruzaron el umbral de la puerta del despacho y solo al oler el aire, Shion supo de quien se trataba: Carl Le Blanc, uno de sus tantos amantes. Esbozó una sonrisa ligera e imperceptible en medio de la oscuridad reinante. Dejó que su ocasional compañero de cama se acercara a él, invadiendo cada vez más el aire con su penetrante colonia.

 

Sus labios pronto buscaron los de él, rozándolos con suavidad mientras le daba un beso que se le antojó frívolo... Pero el cuerpo de Carl era hermoso, era un gran amante y le servía de desfogue muchas veces. Shion no podía quejarse de él.

 

-Te dije que vendría por ti y te arrastraría hasta el casino...- Dijo con voz sensual, lamiendo con la punta de  su lengua uno de los oídos de Shion.

 

Un roce erótico que le gustó al peliverde, mismo que atrajo de una mano a Carl para sentarlo en sus piernas. El hombre no perdió tiempo, se sentó a horcadas sobre él y comenzó a acariciar su pecho, descubriendo su piel desnuda bajo la bata de seda que traía.

 

-Y yo te dije que no tenía ganas de salir... Hoy quería hacerlo aquí., en mi despacho, sobre mi escritorio... ¿Entiendes? -

 

Se puso de pie lentamente, sosteniéndolo de las caderas para sentarlo sobre el escritorio, haciendo a un lado los documentos que había rodeándolos. No esperó mucho antes de comenzar a desbotonar el saco del otro, ansioso de besar su piel blanca, más por pasatiempo que por deseo... Solo por matar el tiempo que en las noches solía hacerse tan tedioso.

 

Los gemidos por parte de ambos no tardaron mucho en llenar la estancia. Shion recorría las formas masculinas y perfectas de su acompañante, cuyos cabellos rubios caían en su frente, impregnada de sudor... Y sus ojos azules brillaban radiantes de excitación.

Le penetró poniéndolo boca abajo contra el escritorio, mordiendo su espalda mientras lo embestía con relativa fuerza y sonreía entre dientes al escucharlo jadear desesperadamente.

 

Y tan sumergido estaba en su pasión, que no escuchó los pasos ligeros de Mu, que pasaba al despacho rumbo a la cocina por un vaso de leche. Alcanzó a escuchar los sonidos de los amantes y su curiosidad adolescente no pudo resistir el asomarse a través de la puerta, observándo con sus pupilas temblorosas la escena. Se quedó unos instantes, agazapado en la oscuridad de los pasillos, incapaz de retroceder sus pasos, aquello era tan aturdidor, nunca se imaginó ver a Shion en ese tipo de cosas... Lo imaginaba tan serio, tan frío... La manera en como embestía contra el cuerpo febril de aquel rubio le hacía abandonar toda idea de seguirlo teniendo en ese concepto.

 

No pudo evitar excitarse con lo que veía. En los pantalones de su pijama despertaba una erección y por su cuerpo corría un calor casi asfixiante, que le hacía desear estar en el lugar del amante del peliverde.

 

<<¡No!>>

 

Se sorprendió por sus propios pensamientos, apresurándose a limpiar el sudor que comenzaba a perlar su frente.

 

Salió corriendo de ese lugar hacia su recámara, necesitaba aplacar ese calo frenético que le recorría, darse una ducha fría podría funcionar.

 Y con aquello hasta olvidó que iba por un vaso de leche a la cocina
Notas finales:

Bueno, ya saben, si les llamó la atención o quisieran seguir el descenlace de esta historia díganmelo para terminar de subirlo .w. no quisiera aburrir a nadie con mis chafafics xDDD les dejo un beso a todos ^w^

Patts.


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