Harry no podía parar de pensar en Draco, había estado llorando toda la noche por él.
Porque tuvo que hacer aquello, porque intentaría olvidarle si no podía…
Harry seguía caminando por un callejón muy estrecho del callejón Diagon, iba muy despistado, hasta que chocó con un chico el cual cayó al suelo.
-Perdona, ¿estas…?.-Harry se le quedó mirando, ese precioso rubio.- ¿Draco?
-Harry…
-Draco eres tú.-Harry lo levantó rápidamente del suelo y lo abrazó, como nadie le había abrazado en su vida.
-Harry.-Unas preciosas lagrimas caían de esas orbes plateadas.
-Draco pensé…que estabas muerto.
-Alguien me izó volver, pero no tengo ni idea de quien.
-Estoy tan contento de verte, fui un estúpido intentando olvidarte…
-¿Porque me intentabas olvidar?
-Tenía muchísimo miedo de que cuando salieras de la enfermería me dejaras y hicieras tu nueva vida…así que decidí intentar olvidarte, pero solo me estaba intentando engañar a mí mismo.
-Yo te quiero y no te dejaría por nada.
-Yo también te quiero.
-Pero no podemos estar juntos.
-¿Pero porque? Si estamos enamorados, si los dos nos queremos no tienen que haber barreras.
-Lo siento, soy un mortifago y tengo la misión de matarte a ti o matarme a mí.
-Pero Draco…
Lo siguiente que se oyó fue un:
-Te quiero mucho Harry, por favor perdóname por esto.
La siguiente imagen que se vio fue mucha sangre y Draco cayendo al suelo, inmediatamente Harry lo llevó al hospital.
Draco estuvo meses desde que llegó al hospital sin ninguna visita, hasta que un día entró Harry por la puerta en vez de la enfermera, Draco no podía estar más feliz.
-Quiero que te vengas a vivir conmigo, y no me conformo con un quizás.
-¿De verdad?
-Lo digo muy enserio
-Me encantaría.-dijo Draco abrazando a Harry.
-Esta tarde te vendré a buscar, ten las maletas echas, te quiero.
Se despidió con un beso y se fue.
Ya era por la tarde, y llegaron a casa de Harry, era preciosa pero lo mejor era que estaría con él el resto de su feliz y querida vida.
Mientras Ron veía la imagen con las mejillas sonrosadas por las cálidas lagrimas caían libremente por su rostro.