Mis pies estaban destrozados y en carne viva...
Había caminado incontables kilómetros en tiempo indefinido...
Y sólo sabía mirar el horizonte...
Nunca hacia atrás...
... por que allí sólo había dolor y desesperación...
Y así, el quinto día de mi travesía...
... me faltaron las fuerzas y caí sin remedio en la vía...
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En mis oídos había un rumor...
un canto...
Era la canción que Leah cantaba siempre...
... la voz de mi bello canario...
"Flores, espíritus, hadas y genios del bosque...
caminan a la orilla del río..."
Me desperté.
- ¡Leah!
Un sueño solamente...
Estaba en el cuartucho abandonado de un guardabosques.
A mi lado, un muchacho sostenía sobre mi frente un pañuelo empapado de vinagre.
- ¡Has despertado...!
- Donde... estoy... - dije con los oídos zumbándome y el cansancio latiendo en todos mis miembros.
- En Country Hall... a cincuenta kilómetros de la ciudad del Este...
- Cuánto tiempo...llevo... durmiendo...
- Tres días...
Tres días perdidos... tres días de retraso...
Era tan impulsivo que ese tiempo resultaba catastrófico para mis planes.
Intenté incorporarme en vano.
- Debo continuar...
El muchacho alarmado estiró su brazo sobre mi pecho.
- ¡No lo hagas... estás tan débil!
Y se sonrojó.
Era la primera vez en mi vida que alguien reconocía en mí cierta belleza...
Coloqué la cabeza sobre la almohada y me dediqué a inspeccionar a mi anfitrión.
Sus cabellos marrones y sus ojos negros estaban dispuestos en un rostro que sin ser hermoso resultaba franco y agradable.
Tenía las manos finas con delgados dedos que estaban habituados a tocar algún instrumento musical.
Por momentos afloraban en él los modales de un gran señor y luego los de un hombre rural.
Se llamaba Dion y a escondidas me había llevado a la antigua casa del guardabosques...
- Tengo que irme... te dejo la comida sobre la mesa... ya me están llamando...
Parecía un pequeño conejo huyendo rápidamente.
Su ayuda providencial me había salvado de la muerte.
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El antiguo jardín de la casa estaba en lamentable situación...
... necesitaba vida nueva...
Todas las noches, cuando se apagaban los faroles y los dueños iban a dormir...
... empezaba mi mundo mágico de fantasía...
Aquí y allá hacía retroceder la borrasca salvaje...
Y empezaban a nacer las semillas de camelias, azucenas, rosas y jazmines...
Me encantaban esas noches lluviosas en que bailaba junto al rumor de mis queridas flores.
Mi corazón desbordaba de amor por la naturaleza y la fuerza de la vida recorría todo mi cuerpo.
Temprano... ya en la madrugada... al amanecer... me retiraba a descansar.
No pasó desapercibido el cambio para el ama que pronto deseó conocerme.
Estaba sorprendida, gratamente sorprendida.
Era ella una dama muy hermosa, hija de noble sangre, casada ciegamente en su juventud con un hombre burdo que no compartía su rara sensibilidad.
Ahora, encerrada en country hall con sus dos hijos varones Lance y Dion, parecía lamentar terriblemente ese matrimonio.
Yo le ofrecí sin saber la oportunidad de disfrutar nuevamente de las cosas agradables a las que estaba acostumbrada en la corte.
Y me dio su inmediata protección.
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Los días volaron y pronto se hizo un año completo en la cálida casa de campo.
Yo seguía suspirando por continuar mi viaje... siempre mirando al horizonte.
Hice para mi ama un pequeño mundo lleno de animales y bellos jardines... caminos... nenúfares flotantes...
La consideraba una madre.
Y ese podía haber sido mi segundo hogar...
Si no fuera por que yo había decidido tener una vida completamente distinta... y por que entre la familia y yo surgió un asunto espinoso y difícil
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Dion estaba enamorado de mi...
Lo sabía por que inventaba cualquier excusa para visitarme...
Rondaba siempre mi caseta buscándome...
Y si posaba mis ojos sobre él... sus mejillas se ponían muy rojas...
Su ardiente imaginación estaba llena de aquel puro amor que sentía... y componía piezas de piano sólo para mí...
Era un verdadero genio... un genio inspirado...
Cuando cortábamos las flores suspiraba entre su perfume y me ofrecía disimuladamente sus labios de cereza...
Pero yo era incapaz de responderle... o siquiera de intentarlo... me mantenía a la distancia... frío... lejano...
Nunca iba a ser como Lionel, que aprovechó mis sentimientos y me hizo pasar un infierno...
...sabía que por él sentía una sincera amistad... así que estaba determinado a conservarla.
Lance en cambio, se mostraba receloso y desconfiado.
Tenía serias sospechas sobre mi cercanía con su madre y su hermano menor.
Para él era yo un peligroso delincuente o un reo fugado... un miserable que debía irse cuanto antes...
Él fue precisamente el elegido para hablar conmigo acerca de las inquietudes de la familia.
- Edward... llevas un año ya en Country Hall...y estamos agradecidos por el cuidado que tienes con el jardín...
- Es sólo una muestra de mi aprecio para con tu familia.
- Como sea... creo que es momento de que te retires de mi propiedad...
- ... yo...
- Dion está muy enamorado de ti... por eso debes irte... él es tan joven... ahora tiene la oportunidad de olvidarte... de conocer a otras personas... además de su carrera brillante como músico... pero si te quedas por más tiempo sólo le causarás la desgracia...
- Comprendo...
- No, no comprendes... no sabes todo lo que está pasando... no sabes que cuando eres frío con él llora en los rincones de la casa... que se pasa las horas intranquilo hasta que puede ir a verte... no sabes cómo maldigo el día en que te trajo aquí...
- No ha sido mi intensión...
- Pero lo sabías... y sin embargo te has quedado todo este tiempo...
Me hecho una bolsa de monedas que golpeó mis mejillas.
- Esta misma noche te vas... no quiero verte mañana... y ¡ni una palabra a Dion!... no sabemos cómo reaccionará.
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Otra vez estaba libre en la ruta.
Llevaba en el bolsillo la carta llena de lágrimas de mi ama con una recomendación para quien quisiese recibirme.
"Dion, perdóname... yo no tengo corazón... ya no puedo amar a nadie... ya no puedo sufrir por nadie más... perdon y gracias por todo... voy a cumplir mi sueño... es mejor así... antes de que te haga más daño...me gustaría poder ser tu amigo...pero creo que no podrá ser..."
Me detuve en la primera posada a descansar.
A mi lado un hombre con levita negra de enterrador tomaba un trago.
- ¡Apúrese que hay un pedido para esta noche! - le gritó la criada.
- ¡Para esta noche!
- ¡Es de Country Hall!
Mi vaso se cayó al piso y se convirtió en mil pedazos brillantes.
- ¡Y qué ha pasado!
- ¡Una cosa horrible... el chico... el pianista... se ha cortado las venas!
Yo había cobrado sin desearlo mi primera víctima de amor.