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Las Alas de la Condenación por uroborosnake

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Notas del capitulo: Explico la Compensación y además, agrego muuuucho dulce, para l@s melos@s
 

VIII. ¿COMPENSANCIÓN?

 

 

            Harry se había dado cuenta del cambio efectivo de Malfoy cuando vio que le chico no respondía más que a su nombre, como si hubiese dejado de ser para siempre el hijo del Lucius, como si nada lo relacionara con lo que había sido desde que lo conoció, y eso lo predispuso en su favor inmediatamente, más allá del sufrimiento físico, que logró conmoverlo. Harry estaba relacionándose con otra persona, con un chico desconocido que había pasado por un dolor terrible y que recién emergía de él y estaba, de alguna manera, recién nacido. Ese era el término correcto, de hecho, "recién nacido"; Malfoy miraba el mundo de nuevo, a través de las sensibles yemas de sus dedos, sin ojos, en ese universo donde las apariencias de las cosas no podían engañarlo; escuchaba los tonos de voz y reconocía emociones, oía el vibrar de las notas de todo aquéllo que provocaba sonidos y les daba un significado, y creaba senderos de imágenes que no veía, pero que sí podía percibir por medio de sus dedos, como si estos fueran débiles manchitas de luz en su mundo negro. Él no mentía, no simulaba nada, a veces sentía pena y lloraba en silencio, otras veces se emocionaba y hacía preguntas acerca de las cosas, como un niño pequeño, recordaba texturas, asociaba aromas, sonreía ante el olor del pan tostado en la mañana y se abrazaba a la franela y la lana de la ropa que Harry le había conseguido...y parecía muy sensitivo, extremadamente sensitivo con todo.

 

            Ya no tenía varita y no hablaba más de la magia, ni de encantamientos o pociones, sin embargo, parecía capaz de absorber todos lo pequeños y grandes poderes que la naturaleza, esa naturaleza diezmada que entra a las casas oscuras y viejas, podía brindarle; era como si acaparara la luz amarilla de la tarde, como si el viento soplara suavemente para no perturbarlo y las ramas del árbol que daban a su ventana, se inclinaran con lentitud cuando dormía o despertaba.

 

            Y Harry se inclinaba hacia él también, como hacen las plantas cuando los rayos de sol sólo llegan desde un lado, y todo el tronco y las hojas se tuercen para recibirlo. Era como un árbol que ha crecido derecho, pero de un día para otro, comienza a desarrollarse nada más hacia un costado, olvidando todo lo demás.         

 

            Porque estaba olvidando... 

 

            La muerte de Dumbledore, de Sirius, de sus padres, todo parecía a cada minuto más y más lejos, y tenía que recordarse continuamente que éste no era más que un breve receso en medio de una guerra, que tendría que salir tarde o temprano y combatir con Voldemort, le gustara o no, porque era su responsabilidad, porque así tenía que ser, y aunque deseara perderse en la quietud que ahora lo envolvía, no podía porque le habían enseñado que las predicciones y las profecías de generaciones antes que él así lo decían y porque él mismo se había hecho a la idea de que sería de esa manera. Acabar con Voldemort o morir en el intento, como un buen soldado entrenado, como un buen chico,  como un niño obediente y agradecido que tomaba partido por el equipo correcto y hacía lo que debía aunque no quisiera, igual que una especie de mesías, con el sacrificio delante de los ojos y el corazón acallado dentro del pecho. Así, justamente así.

 

            Pero Malfoy sin decirle nada, le había enseñado que podía ser diferente, que si él pudo cambiar, también él podría, y aunque sonara a locura, quizás valía la pena olvidar todo lo malo que había pasado en su vida, y pensar por un instante, que él tenía su propia existencia por la cual preocuparse. ¿Qué sucedería con él cuando acabara con Voldemort, si llegaba a vencerlo? Su existencia estaba armada en base a la idea sencilla de que tenía que hacerse fuerte y luchar con él hasta derrotarlo, una vez que eso sucediera, no habría nada más que hacer, por un largo tiempo se sentiría tan vacío como si nada tuviese valor, como una lámpara rota. Ron, Hermione y todos sus amigos y conocidos tenían algo más aparte de la guerra, la misma Ginny, en la que cada vez pensaba menos, tenía motivaciones e ideas acerca de su futuro, y se dedicaba a ello mientras que él se ocupaba en aprender y fortalecerse para el día en que se enfrentara definitivamente con el Lord, eso ya lo había comprobado cuando se aplicó a seguir a Malfoy y todos le hicieron sentir que estaba obsesionado.

 

            Ahora, por primera vez en su vida, estaba sintiéndose diferente, y eso le provocaba un poco de miedo cuando se ponía a pensar en cómo sucedía.

 

            Se daba cuenta cuánto le agradaba la compañía tranquila de Malfoy, y ya no podía sino llamarlo Draco, porque era otra persona, porque con él nunca había tenido una desavenencia, mucho menos pensar en llegar a los puños como sentía deseos continuamente durante los años en Hogwarts. Ahora se quedaba durante largos ratos mirándolo, sabiendo que él no podía verlo, sintiendo que podía dejar completamente de lado sus responsabilidades y sus problemas, intentando no razonar mucho, no recordar sino lo necesario, veía cómo la luz jugueteaba con sus facciones delicadas, cómo su figura estilizada se movía silenciosa, cómo se arrebujaba en la gruesa frazada que le cubría el torso; a veces él le ayudaba a lavar la loza, a sacudir aunque ni siquiera viese el polvo, a ordenar las cosas para que todo estuviese en su lugar y una variación no lo desorientara en su mapa mental de Grimauld Palace, y a pasar el tiempo en una secuela amable de segundos que no quería ver nunca terminados.

 

            Se había adecuado a su presencia y valoraba el tiempo que pasaba con él; ni Ron ni Hermione venían a visitarlo porque él se los había pedido, con Usher mantenía contacto por medio de cartas, que describían los avances de Draco y cuyas respuestas eran siempre un OK flanqueado con signos de exclamación, una forma muy norteamericana de responder una carta, por demás. Estaban solos y eso le agradaba cada día más, y estaban cada día más cerca, y eso también le agradaba.

 

            Draco era una presencia tímida y adorable, no había duda de ello, sus cambios físicos, o la forma en la que había terminado de desarrollarse le parecía francamente angélica, su personalidad dulcificada y su espíritu etéreo y sencillo llenaban muchos de los vacíos que había en su corazón y en su cabeza, y no podía sino decir que era hermoso.

 

            Y definitivamente él se sentía bien, demasiado bien para ser cierto, extremadamente bien como para describirlo, como si muchos de los pesos y dolencias que llevaba fueran abandonándolo, como si el hecho de no detenerse a pensar lo ayudara más de lo que era capaz de decir. Y comenzó a reflexionar acerca de si era esa la compensación de la que habló aquel día Usher.

 

            Compensación...

 

            La palabra era extraña, pero era la mejor forma de explicar lo que le sucedía a Malfoy, y la manera más enredada de describir lo que sucedía con él cuando estaba frente al chico.

 

            Las cosas seguían complicándose. 

 

            Voldemort no lo dejaba en paz ni lo dejaría, estaba en sus sueños, no con la misma frecuencia, pero haciendo acto de presencia de vez en cuando, sobre todo cuando dormía. Esa noche era una de esas noches, cuando tenía que hacer tremendos esfuerzos mentales para no presenciar las atrocidades que perpetraba el Lord, sin embargo no estaba teniendo éxito y se veía obligado a tratar simplemente, de romper la conexión que el Señor Oscuro tenía con él. Mas, algo diferente comenzó a suceder; en un momento, percibió calor, la tibieza de algo que conocía, una voz o menos que eso, un roce, los dedos de alguien sobre su frente, una mano encima de su corazón, palabras amables, un hechizo que sonaba como una canción, y el lazo con su enemigo, inevitablemente roto, una cadena cuyos eslabones ya no estaban unidos.

 

            Abrió los ojos sin el miedo con el que lo hacía siempre que soñaba con el Lord,  sino tranquilo como nunca antes, el mundo de sus pesadillas se había quedado en silencio y ante él, sentado en la cama, en medio de la oscuridad impenetrable de la noche espesa, estaba Draco, que resplandecía con una débil luminosidad amarilla, una luz dorada "la luz de la tarde en la ventana", pensó Harry mientras se acababa de despertar y lo miraba, como si lo hubiese encantado.

 

            -¿Qué fue lo que pasó? -le preguntó adormilado.

 

            -Tenías pesadillas -le dijo él-; oí tus gritos, sentí miedo por tí. Siempre tienes malos sueños. Quizá ahora puedas dormirte y descansar de verdad.

 

            -¿Hiciste algo, Draco? ¿Magia? -inquirió él, asustándose por lo que le había dicho Usher acerca de su poder.

 

            -No sé, creo que magia no -contestó un poco confundido-; ya no tengo varita y tal vez no recuerde cómo hacer un hechizo, yo sólo...bueno, pude entrar en tu sueño y alejar lo doloroso que había en él. Puedo ver tus sueños, ¿sabes?, con mis dedos, como si hubiese un diseño sobre tu frente.

 

            Harry tembló de pies a cabeza como si le recorriera electricidad y se dio cuenta de que había sido injusto, no malvado, pero injusto al ocultar la verdad y callarle su identidad a una persona como él. Volvió a temblar antes de decir nada; estaba resuelto a ser sincero.

 

            -Draco -murmuró, con la voz trémula-. Hay algo que tengo que decirte, pero antes quiero que sepas que no te oculté la verdad con mala intención, sino para protegerte, tenía miedo de que empeoraras si no confiabas en mí; si te decía la verdad antes no confiarías, y entonces la mentira fue creciendo y creciendo como una bola de nieve que no paraba de caer y caer...quiero pararla antes de que me arrolle y acabes odiándome...

 

            Draco sonrió con amabilidad, encontró su mano y la acarició con suavidad.

 

            -Puedes decir lo que sea -le dijo.

 

            Y Harry se sintió todavía más culpable con su comprensión.

 

            -Yo soy Harry Potter -escupió, como si su propio nombre tuviera un sabor desagradable.

 

            De pronto el silencio se hizo tan grande y pesado como una montaña, tan largo como el trayecto que hacía la tierra en torno al sol.

 

            -Creo que ya lo sabía -murmuró Draco de pronto-. No importa. En verdad no me importa. Lo pasaste mal, peor que yo ocultándolo, y en serio que no me importa; eres bueno conmigo con el nombre que sea.

 

            "Cuando vi tus pesadillas, encontré a Voldemort en ellas y tuve miedo, miedo no por mí sino por tí. Te hace sufrir, toda la gente que te rodea lo hace sin darse cuenta, siempre esperando que hagas algo que no sabes si quieres hacer en realidad, te presionan. Tienes pesado el corazón y repleta la cabeza, y aún así me cuidaste. Ahora ya estoy bien y te debo más de lo que un día fui capaz de darte. Trataré de saldar la deuda que tengo contigo.

 

            A Harry le corrían las lágrimas de los ojos, tenía un nudo de emociones apretándole la garganta, y estaba tan tremendamente agradecido que no sabía cómo expresarlo. Draco le pasó la mano por las mejillas y quitó las lágrimas con delicadeza, y luego le dio un abrazo estrecho y tibio como esa luz dorada que lo seguía a todos lados. De pronto Harry se sintió muy aliviado, aliviado y feliz como si le hubiesen extirpado un tumor maligno, y de pronto sonrió mientras recostaba el rostro sobre el hombro desnudo, sonrió de verdad y suspiró cerrando los ojos, sabiendo que no necesitaba mirar nada para sentirse bien y a salvo, sino sólo quedarse allí, en esa laguna de calidez que era el cuerpo de Draco; plumas blancas cubrieron su espalda, se sintió rodeado por ellas con esa sensación de hallarse sumergido en la espuma de un baño caliente. Y antes de darse cuenta, se encontró depositando un pequeño beso en el hueco del cuello de ese chico que hace tiempo, hace miles de años, fue su enemigo.

 

            Allí estaba, había pasado y no había un camino de regreso por donde volver al lugar de donde había salido, no quedaban explicaciones, no había respuestas posibles ni razones que darle a nadie.

 

            Una idea había cruzado su cabeza como un disparo y tembló al saber lo que significaba: estaba perdidamente enamorado de Draco Malfoy.

           

 

 


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