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Las Alas de la Condenación por uroborosnake

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Notas del capitulo: Muuuchísimas gracias a todos quienes ma hen enviado comentarios. Lamento haberme demorado en actualizar, prometo que antes del viernes, subio el final. Besos, abrazos y arrumacos varios.
 

IX. LA VERDAD

 

 

            Enamorado como un bobo, y por demás, de un chico, o de alguien que una vez había sido un chico relativamente normal y que ahora era francamente un ángel, de aquéllos que esculpen los artistas y veneran algunos creyentes de un puñado de religiones; un ángel de alas blancas, de mirada ciega, con dedos sensitivos y cabello despeinado; un ángel que un día había sido el estudiante más altivo e insufrible del colegio; un ángel que para llegar a ser lo que era, había tenido que sufrir como un condenado, morir y nacer de nuevo en otras palabras.

 

            Lo pensó allí, súbitamente entre sus brazos, como un mocoso que se aferra a su madre después de haber dado de bruces en el piso, como un náufrago amarrado a un tabla, sin saber desde cuando ni cómo, era Draco quien cuidaba de él, quien lo protegía, quien estaba allí para consolarlo de todos los pequeños y grandes dolores que habían sido parte de su vida desde siempre, desde que tenía memoria. Draco estaba allí, lo estrechaba, lo sostenía para que no cayera en el abismo de la noche sin sentimiento; él venía de la oscuridad, él había estado en calabozos de tortura pagando por culpas que no eran las suyas, había pagado con su dolor los errores de miles antes y después que él, había sido mancillado y golpeado y nadie se había puesto a pensar que era inocente; y sin embargo, era él quien le curaba, él quien estaba protegiéndolo de Voldemort y de sí mismo, de la forma en la que se juzgaba y se obligaba a hacer cosas por el bien de los demás olvidando que a veces, hay que ser un poco egoísta, como dijo Usher mientras hablaba en medio del humo.

 

            Allí entre sus brazos, Harry se preguntó si en realidad ese pequeño sentimiento que experimentó con Cho o con Ginny podía llamarse amor, y se respondió de inmediato, sin vacilar, que no se acercaba para nada a esta emoción embriagante, a esta quietud, a esta sensación de estar completo, de estar haciendo lo correcto, de ser sencillamente lo que tenía que ser, como si todo lo demás hubiese sido impostura. Había sido inevitable y aún así no se lo explicaba porque el amor no tiene explicaciones, porque no se describe, porque no se piensa. En ese suave lecho de plumas que eran sus alas, enlazado y con la mejilla en su hombro, no se pensaba, no se podía pensar en nada, no se debía pensar en nada, era una locura tratar de enlazar ideas mientras se navegaba en esa corriente de cálida energía.

 

            Incluso recordar que era un chico, no tenía validez; entonces no pensó en ser normal o ser homosexual, sino en que era Harry y que amaba a Draco como si fuera a escapársele el corazón del pecho si no lo admitía. Dejó en un desván de su mente cualquier intento de cordura, perdió la educación de todos sus años, olvidó a su padre, a su madre, a la ilusoria fantasía de formar una familia y sencillamente se concentró en estar allí con todas sus fuerzas y no desear salir de ese refugio nunca más, de no tener que ver la luz del sol o el resto de las habitaciones de la casa, la ciudad y el mundo se desdibujaron y perdieron su forma y su razón de ser delante de ese hombro blanco que brillaba con luz tenue en medio de la noche.

 

            Y trató de susurrar un "te quiero" mientras se iba hundiendo lentamente de nuevo en los sueños.

 

            Pero se detuvo aterrado porque no estaba en sus sueños, sino en los de él, o en algo peor que sus sueños, en sus recuerdos. Estaba en el Bosque Prohibido, escoltado por cuatro mortífagos que no podía identificar, de pronto, se detuvieron ante un quinto que se les unía desde la espesura, éste dijo algo que no comprendió y le extendió un espejo a Draco; en el espejo, la superficie lisa se hizo borrosa y apareció una escena, en una estancia dentro de una casa lujosa, había una mujer elegante que miraba por la ventana muy preocupada, cuando se volteó a mirar hacia el espejo, vio aterrorizada que salían de él bolas de fuego, como las que vomitaría un meteoro, y la casa comenzaba a incendiarse rápido, demasiado rápido; las llamas lamían todas las superficies de madera y el humo hacía irrespirable el aire. Sólo en segundos, toda la mansión Malfoy se convertía en una gigantesca hoguera que nadie apagaría.

 

            Draco gritaba, lanzaba maldiciones, lloraba.

 

            -Ese es el precio por desobedecer las órdenes del Señor Oscuro -le decía un Mortífago- Te enviaron a matar al viejo y no lo hiciste.

 

            El chico se enfurecía, con la punta de la varita hacía una herida en su brazo y mientras le corrían las lágrimas y la sangre, se arrancaba la serpiente de allí, como una horrenda sanguijuela.

 

            Uno de los mortífagos le abofeteaba y él respondió con una maldición que dio en su mejilla y pasó a llevar su ojo izquierdo. El tipo enmascarado se vuelve hacia él con violencia:

 

            -¡In Tenebris! -exclamó, y entonces Harry supo que ese había sido el maleficio que dejó en la oscuridad a Draco.

 

            Luego vinieron los crucios, los golpes, los hombres que por turnos destrozaban sus entrañas, penetrándolo con fuerza mientras le desgarraban con las uñas sus brazos, sus piernas; entre dos sostenían sus muñecas magulladas y él se debatía ya sin fuerza, sin lagrimas, estremecido por el dolor físico y el dolor provocado por las maldiciones. Su varita estaba rota en el piso, sus manos quebradas; la sangre huía de su cuerpo y sus ojos miraban la noche eterna.

 

            Lo abandonaron pensando que estaba muriendo.

 

            Entre los árboles caídos vivían seres extraños, ratas enormes, arañas, reptiles deformes, mamíferos que no parecían tales, y miles de insectos de todas las calañas que se habían paseado por encima suyo, lamiendo, rozando, mordiendo y olisqueando; que habían dejado en él sus babas malolientes, las marcas de sus dientes y los estremecimientos que provocaban su contacto. Y allí en la oscuridad plagada de alimañas habían crecido sus alas, como las flores pálidas que crecen en las profundidades de la tierra, esas flores que nunca ven el sol, esas flores que por sí mismas son la única claridad de un universo sin astros.

 

            Y sólo entonces lo había encontrado.

 

            Harry despertó llorando, la pesadilla no era pesadilla sino recuerdo, y a pesar de haberse sumergido en esos horrores, había salido de ellos con una respuesta que sería un regalo para Draco.

 

            Cuando abrió definitivamente los ojos, aún estaba sobre su hombro, entre las plumas de sus alas, con ese leve roce de espuma tibia y sus brazos todavía apretados a él. Habían dormido juntos y él entendía que ese viaje al reino de los malos sueños no volvería a repetirse porque Draco lo había salvado de los suyos y él hallaría la manera de retribuírselo, al menos en parte.

 

            Por eso se repitió de nuevo que lo amaba, y a pesar de que la luz de la mañana le trajo de nuevo las razones que había querido desoír por completo, se sintió allí tan a gusto, tan alegre, que deseó que jamás acabara ese contacto que era como una bendición.

 

            Cuando se levantaron, Harry buscó la tarjetita que le había dado Usher y se dispuso a escribirle, pero se detuvo antes de comenzar la carta porque de pronto sintió miedo, miedo de hablar y de que el amor que tenía en el pecho huyera de él declarándose ante todo el mundo como un estandarte, miedo de que no fuera capaz de ocultarlo delante de nadie, miedo de que brillara como una incandescencia que todos podían ver e identificar sin equivocaciones; tuvo miedo de ser juzgado, de ser criticado, de ser considerado cruel por aprovecharse de las circunstancias como si fuera su responsabilidad que el chico estuviese en esas condiciones, y más aún qué pensaría Hermione cuando supiera...     

 

            ¿Qué pensarían los demás? Anoche esa pregunta no le molestaba ni un poco, no estaba dentro de sus preocupaciones, y él sabía que bastaba sólo con volver a mirar al chico para que desaparecieran otra vez, como niebla que se lleva el viento.

 

            ¿Y a quién le importaba lo que pensaran los demás? Tal vez eso significaba que el chico estaba cerca suyo y tembló recordando algo que le había dicho Usher "te sentirás muy bien, te sentirás pagado contigo mismo, procura ser amable y él te recompensará" ¿y si Draco no sentía hacia él ni el más leve asomo de cariño? El chico parecía muy sensitivo, pero no sabía si era igualmente sensible; "idiota", se dijo mentalmente "ser sensitivo y ser sensible es algo totalmente diferente y tenías que entender esa diferencia desde un principio, antes de ponerte a pensar como un imbécil, o mejor dicho, antes de que olvidaras que debía razonar como un ser humano normal". Porque era cierto, posiblemente Draco sólo estaba compensándolo por las amabilidades que tuvo con él, y el resto de su nueva magia, no era más que eso, magia. Una magia diferente, extraña, que no necesitaba hechizos ni pociones, pero que estaba allí siempre con él, que huía de sus dedos y que hacía cosas, muchas cosas dentro y fuera del corazón de Harry.

 

            Muchas cosas...cosas como hacerlo sentir bien y aliviado, cosas como evitar sus pesadillas y hasta deshacer el vínculo con el Lord, cosas como abrazarlo y quedarse con él toda la noche mientras él soñaba sus malos sueños.

 

            Si lo estaba compensando por su amabilidad, entonces, estaba siendo extremadamente dañino, malvado sin quererlo, cruel sin planearlo. Draco era un veneno con sabor dulce que te emborrachaba y luego te arrancaba el aliento, una especie de ángel fatal.

 

            Una vez más quizá era mejor intentar deshacerse de él antes de que fuera demasiado tarde, antes de que se pusiera en su contra y explotara la bomba, esta vez en su propia cara.

 

            Y sin embargo, era imposible, él lo sabía con una certeza que dolía como una quemadura, sabía muy bien que las personas no eran objetos que se usan y se tiran, él había estado conciente de lo que hacía y más o menos pensó de la misma forma cuando Usher le habló de lo que significaban las Alas de la Condenación, y ahora era tiempo de afrontar lo que pasaba, tenía que aceptar el hecho de que muy probablemente este amor que había estado quemándole la sangre, no era sino la forma de agradecimiento que Draco tuvo para con él. Confusa forma de agradecimiento...

 

            Le escribió a Usher, fue tan directo y breve como solía serlo él mismo, y por la noche, cuando salió a la puerta de Grimauld Palace para esperar la llegada del médico, volvió a sacar el paquete de cigarrillos y al primero le dio una larga calada, como si el humo fuese el aire y él hubiera estado mucho tiempo bajo el agua. Quizá deseaba que Draco no le reconociera hasta mañana, quizá quería decirle sin palabras, a su aguda sensibilidad, que estaba preocupado por algo y que su mente prefería un segundo de soledad...

 

            Después de un instante le vino a la cabeza la idea de que esto también podía ser su culpa, a fin de cuentas, un chico confundido como él podía enamorarse perfectamente de otro que luciera tan hermoso y fuera siempre tan adorable como Draco si por cualquier motivo acababan viviendo juntos y solos. Era como esa idea de la isla desierta donde hasta los peores enemigos terminaban amándose. Peor aún si era su culpa ¿o no?

 

            Usher llegó con puntualidad cuando terminó su turno, para ese momento, Harry se encontraba bebiendo el té con Draco en la salita frente a la chimenea y el chico se tensó de inmediato al oír los ruidos provenientes de la red flu, sabiendo que Harry había convocado al médico, pero sin entender el por qué, argumentando que era una sorpresa.

 

            El medimago se detuvo en seco antes de entrar en la sala, con la vista clavada en Draco, que no se había movido, parecía completamente deslumbrado ante su imagen, y claro, era normal para Harry, que lo veía todos los días (y que había dormido con él la noche anterior), no había mucho más allá de lo que creía reconocer como normal, sin embargo, el médico expresó con su asombro otra realidad que Harry no había sopesado, y era que Draco verdaderamente se veía como un ángel, con todo lo que eso implicaba, con su apariencia etérea y la magia inherente que brotaba por cada uno de sus poros como si exudara perfume. Bueno, era posible que ese asombro y esa fascinación asaltaran a cualquiera que lo veía así por primera vez, así como era ahora. Verían luz dorada de la tarde, olerían a hierbas aromáticas y sentirían el timbre amable de su voz. Quizá era imposible no enamorarse de él después de todo.

 

            -Bien, creo que el paciente ha evolucionado convenientemente -dijo Usher, saliendo de su asombro; luego se dirigió a Draco- ¿Cómo te sientes?

 

            -Muy bien, gracias doctor -respondió el chico extendiendo la mano hacia la dirección de la voz.

 

            -He venido lo antes posible -continuó Usher, tomando asiento frente a Harry-. Según tú, conoces el maleficio que usaron para cegarlo.

 

            -Lo conozco -contestó Harry.

 

            -¿Y bien?

 

            Harry miró a Draco un segundo, luego habló:

 

            -El mortífago dijo In Tenebris.

 

            Usher hizo un respingo de asombro.

 

            -In Tenebris - repitió-; el hechizo de las tinieblas espesas, el hechizo que se roba la luz hasta de los sueños y hace mortecinos los recuerdos. Es un maleficio muy antiguo y muy extraño...pero conozco el contrahechizo. Puedo hacerlo ahora mismo, pero...

 

            "Pero tendré que hacerlo en privado porque me temo que le debo una explicación a este chico, ¿cuál es tu nombre?

 

            -Draco -dijo él.

 

            -Le debo una explicación a Draco, alguien tiene que decirle por qué de pronto parece un ave, y creo que es mi responsabilidad como médico el hacerlo, sino habrán muchos más problemas que los que han visto hasta ahora -Usher parecía muy convincente en esto último.

 

            Harry sólo asintió y decidió que era mejor salir por allí a comprar algunas cosas que hacían falta para la cena.

 


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