Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Nobleza por zion no bara

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Es algo que quise intentar,a ver que les parece.

Notas del capitulo: Pues es la primera parte pero espero que les guste.
 

La casa de la familia Cygnus se encontraba en el orden habitual: todo estaba limpio y en perfecto estado para ser usado. Para el señor de la casa era un día especial ya que su hijo Hyoga regresaba después de terminar lo que serían sus estudios para dedicarse a lo que se convertiría en su deber, le complacía eso porque además le habían dicho que era muy bueno en sus actividades, estaba orgulloso de eso.

Escuchó la llegada de un carruaje y salió a esperar pues la entrada era bastante larga, a unos pasos del señor esperaba también un viejo sirviente de la casa que había estado  toda su vida ahí, él también estaba ahí para recibir a alguien que llegaría, no solo Hyoga sino de alguien más. Vieron como el carruaje se detenía frente a la entrada, del mismo bajó ágilmente un muchacho rubio de ojos azules con la piel blanca y una sonrisa en el rostro, llevaba puesto un traje de viaje color castaño.

--He vuelto al fin padre-dijo poniéndose a su progenitor.

--Hyoga, hijo mío-dijo abrazándolo.

--¿Todo esta bien aquí? Me parece que nada ha cambiado.

--Ya hablaremos de eso.

Detrás de Hyoga, al pie del carruaje, se había quedado parado otro muchacho, parecía más pequeño que el joven rubio, tenía el pelo verde y sus ojos eran del mismo color, su piel era muy blanca y parecía delicada, vestía un traje azul marino mucho más sencillo.

--¿Por qué te quedas de pie?-preguntó el padre de Hyoga-Acércate ¿Qué no ves que tu abuelo espera?

El de cabellos verdes se acercó con algo de timidez y se inclinó.

--Shun-dijo el anciano.

--Claro que es Shun-dijo Hyoga--¿acaso ya no recuerda?

--Vamos adentro hijo-dijo el caballero tomando del brazo al rubio y caminando al interior de la mansión.

--¿Cómo te sientes de volver Shun?

--Estoy bien abuelo.

--Ayúdame por favor, hay que poner el equipaje del joven Hyoga en su habitación.

Entre ellos dos y el cochero hicieron el trabajo. Mientras tanto Hyoga y su padre hablaban de lo que había pasado en el tiempo en el que no estuvo en su casa. Y era el momento de hablar también de su futuro.

--Me dijeron que estás listo para el servicio Hyoga-dijo el caballero a su hijo.

--Claro que si padre-respondió el rubio-Puedo decirte que fui el mejor entre todos mis compañeros.

--Estoy orgulloso de ti hijo y debo decirte esto: recuerda que nuestra familia ha tenido el honor y el deber de servir y proteger a la familia real Geminus, dentro de poco podrás ir a Dunzer y entrar a su servicio.

--¿Lo arreglaste ya?

--Siempre ha estado arreglado.

--Bien, supongo que cuanto antes mejor ¿Qué tanto me queda?

--Todo estará listo en unos días.

--Entonces lo tomaré como un descanso. Se lo diré a Shun.

--¿Por qué razón?

--Hemos estado juntos desde niños, ha ido a estudiar conmigo, se ha mantenido a mi lado por lealtad, además somos amigos y esta tan bien preparado como yo, creo que merece esta oportunidad.

--Bien hijo, después de todo su costumbre es servir.

Por los días siguientes Hyoga habló con Shun sobre su destino y tal como lo había pensado el de cabello verde aceptó ir con él. La propiedad era extensa y ellos podían ir a cabalgar tanto como quisieran, practicaban con sus armas y sobre todo Shun repasaba las lecciones que le habían dado sobre historia y literatura del servicio para la corona. Mientras tanto Hyoga hablaba.

--Cuando lleguemos al servicio Shun podremos poner esto en práctica, estoy seguro de que lo haremos bien.

--¿En verdad crees que yo podré entrar Hyoga?

--Por supuesto, tan solo yo te superaba, eres muy bueno, no tendrás problemas.

--Si tu lo crees entonces lo lograré.

--Nunca nos hemos separado ¿Te das cuenta Shun?

--Espero que nunca tengamos que hacerlo.

 

 

Una mañana, algo nublada, partieron ambos jóvenes, el padre de Hyoga se sentía complacido mientras que el abuelo de Shun estaba algo triste pero no podía oponerse. En cuanto a los jóvenes se encontraban a la expectativa por llegar, sobre todo Shun, estaba nervioso. Al ver el gran paso que estaban por dar se encontraban concientes de lo que significaría: poner su vida en manos de otros.

Llegaron a Onaba, la ciudad principal del reino de Atenas, debían buscar donde quedarse y debían buscar al señor Aldebarán quien era líder de la guardia real. No tardaron en encontrar alejamiento, era una pequeña casa cómoda y bien ubicada, era de dos pisos, así podrían estar a gusto. Lo siguiente era buscar una entrevista con el caballero pero eso lo harían al día siguiente, estaban un poco cansados.

Se presentaron por la mañana en el palacio del señor Aldebarán, ese lugar estaba lleno de personas y todos usaban sus uniformes, entre si diferentes algunos pero en general iguales, así supieron que era de la guardia. Hyoga sabía mantener la calma en cualquier lugar la mayor parte del tiempo, actuaba como si conociera ese sitio desde tiempo atrás, en cambio Shun guardaba silencio y se mostraba más observador. Estuvieron un largo rato esperando para que los recibieran, al llegar su turno entraron sin mirar más que adelante, el señor Aldebarán los esperaba.

Aldebarán era un hombre al que todos tenían por un honrado y leal caballero, había logrado su posición por esfuerzo y dedicación. Generalmente era estricto y rígido, la disciplina era muy importante para él y no le agradaba la irresponsabilidad pero aunque parecía muy difícil de tratar era un hombre amable y agradable. Llevaba puesto un uniforme rojo con negro y galones dorados, lo hacía verse más grande y ya de por si era alto, su cabello no mostraba ni una cana y sus oscuros ojos los estudiaban con cuidado.

--Acérquense-les dijo-Así que desean hablar conmigo ¿Sobre que asunto?

--Señor Aldebarán, mi nombre es Hyoga de Cygnus, es un honor.

--Yo soy Shun De Andrómeda, mucho gusto en conocerlo.

--¿Qué buscan aquí?-preguntó Aldebarán.

--Señor-dijo el rubio-Deseamos ingresar a la guardia real.

--¿En base a qué?

--Estudiamos en Drachir.

--Eso es bueno, la familia Cygnus ha dado servicio siempre, creo que es una buena tradición contar con uno más. En cuanto a Shun, pareces algo débil.

--Le aseguro que no lo soy-dijo el de cabello verde.

--Puedo darles la oportunidad pero debo advertirles que esto no es sencillo, cualquiera de los dos que no responda como es necesario tendrá que irse.

--¿Seremos guardias entonces?-preguntó Hyoga.

--Depende de su desempeño, entraran como cadetes, ahí se verá si pueden ser guardias, muchos piden entrar pero solo unos cuantos pueden ser guardias.

Fue hacia su escritorio, tomó papel y tinta, escribió un par de líneas y les dio la carta.

--Entréguenla al señor Dhoko, él los recibirá.

Los jóvenes le dieron las gracias y fueron de inmediato a buscar al señor en cuestión, lo que no les llevó mucho tiempo pues de inmediato se dirigieron a Leam, donde los cadetes debían prepararse, pidieron ser recibidos porque llevaban un mensaje de Aldebarán. Dhoko era un hombre joven aún pero era un poco diferente en su carácter, parecía más comprensivo y gentil y su mirada verde era amable. La charla no duró mucho pues ya sabía a lo que iban los jóvenes y gracias a sus antecedentes en Drachir no tuvieron problemas en ser aceptados, de esa forma entraron a una nueva etapa en sus vidas.

Se presentaron muy temprano al día siguiente y empezaron su preparación como cadetes. Eran muy jóvenes, como la mayoría ahí, por lo mismo se entendían con facilidad entre ellos. Pasaban casi todo el día juntos, practicaban con armas, estudiaban, aprendían sobre caballos e incluso jugaban por equipos. De entre todos los jóvenes Hyoga y Shun eran notables, no solo eran amigos sino que se mantenían al frente de las actividades y se apoyaban mutuamente, aunque varios de los jóvenes e incluso de los instructores comentaban sobre el de cabello verde, les parecía que era demasiado delicado como si no fuera tan fuerte como los demás pero lo compensaba siendo muy ágil y desarrolló una excelente técnica con su espada y era muy inteligente, así que aunque algunos se alejaron otros lo respetaban mucho.

De entre sus compañeros había uno en particular que se llevaba bien con ambos, se llamaba Shiryu. Era un muchacho agradable, muy dedicado y sobre todo era leal, lo cual era una gran virtud entre ellos, tenía un aspecto exótico por su cabello oscuro tan largo y sus ojos verdes parecían brillar cuando se entusiasmaba. Para los tres estar juntos era grato y se entendían bastante bien; varios de los  que entraron más o menos al mismo tiempo que ellos no pudieron continuar, realmente no todos podían ser guardias.

Al estar terminando con su nueva preparación ocurrieron varios sucesos que tenían mucha importancia para los jóvenes; el primero era una noticia importante para todo el reino: Saga, príncipe heredero del reino, se casaría con el príncipe de la casa Aquarius, por tal motivo se necesitaba de más guardias y los mejores cadetes lograrían subir de posición. Cuando se dieron los nombres de los que lo lograrían los tres jóvenes estaban entre ellos, se alegraron y empezaron a prepararse para ir al palacio a recibir su grado y sus órdenes, se despidieron de sus compañeros y maestros y partieron.

El segundo incidente se dio cuando los nombraron guardias. Les entregaron sus uniformes y los jóvenes los recibieron con orgullo, eran de color blanco con púrpura y se complementaba con botas altas y galones de bronce, siendo así su vida se inclinaba por servir cabalmente a la corona y serles leales a toda costa.

 

 

El día en que el príncipe de Aquarius llegaría toda la guardia estaba al pendiente, debido a su excelente desempeño Hyoga, Shun y Shiryu estuvieron entre el grupo de veinte guardias que escoltaron al prometido del príncipe Saga. Estaban de pie, formados cuando el carruaje llegó, vieron descender al joven Camus, era un muchacho de cabellos y ojos azules vestido en un traje color azul grisáceo. Casi saltaba cuando bajó del carruaje pero era orgulloso así que pasó sin ver a nadie pero Hyoga no pudo dejar de verlo.

Su labor era la de custodiar el lugar hasta que Camus partiera para casarse con Saga y faltaban unos días para eso. Mientras tanto los jóvenes cumplían con su labor, cuidaban del joven y esperaban. Ya que Hyoga y Shun eran buenos jinetes acompañaron a Camus cuando este paseaba, al joven de cabello azul parecía agradarle la compañía de ambos, llegaron a platicar de manera casi informal, eran varias cosas las que tenían en común y a Hyoga le agradaba tanto Camus como él al de cabello azul. Conforme pasaban tiempo juntos para Shun se hacía más evidente que ellos dos se entendían bien cuando podían estar juntos, tal vez era él quien debía hacerse a un lado.

Un día  se dirigieron al palacio de Jesno, donde se celebraría la boda de los príncipes. Aun cuando era una boda real se llevó a cabo con discreción, así que desde ese momento era una alianza oficial. Hyoga fue uno de los guardias, vio pasar a Camus como prometido y salir como esposo y Shun se dio cuenta de que se entristecía por ello.

Gracias al tiempo que habían pasado juntos los tres jóvenes guardias fueron llamados a servir a palacio, quedando bajo las órdenes directas del señor Aldebarán quien veía en cada uno algo particular que lo hacía prometedor para el servicio de la corona.

Ya que podía estar más en el palacio real, Hyoga podía estar cerca de Camus.

--Señor Hyoga-le decía Camus--¿es posible que pueda acompañarme?

--Será un honor-respondía el rubio.

--Debe hablarme de usted ¿hay algo que le guste en particular?

--Me gusta la belleza.

--¿Desde cuando?

--Desde que lo vi.

--Es usted galante ¿estudió eso también?

--Me inspiro al verlo.

Camus le sonrió. Podían hablar con frecuencia ya que Saga no le prestaba mucha atención a su esposo. Con el tiempo la relación entre los dos se iba haciendo más estrecha e íntima lo que no pasó desapercibido para Shun.

Una mañana fue presentada para todos los guardias la oportunidad de ser tenientes, lo cual fue un momento de entusiasmo pero cuando Camus lo supo le pidió  con discreción al señor Aldebarán que le diera el cargo a Hyoga y ya que el joven era bastante bueno no hubo objeción para darle el cargo. Cuando le fue informado Hyoga estaba feliz.

--Ahora seré teniente-le decía a Shun.

--Me da gusto por ti-respondió el de ojos verdes.

--Podré estar en palacio más tiempo.

--Que bien.

--Espero que puedas quedar bajo mis órdenes.

--Yo también.

Tal como lo esperaban Hyoga tenía a su cargo a varios guardias, entre ellos a Shun y a Shiryu y también podía estar más tiempo en palacio y estaba en contacto con Camus. Para el rubio era obvio lo que sentía por el de cabellera azulada pero no estaba seguro de lo que el otro hombre sentía por él y tenía que saber lo que podía esperar. Daban un paseo y a cierta distancia podían hablar cuidándose de no ser escuchados, en algún momento se detuvieron lejos de los demás.

--Debemos hablar Camus.

--Es peligroso que me hables de tu-dijo Camus volteando con nerviosismo.

--Camus debes saber que te amo ¿me amas tu?

--Hyoga, no debemos hablar de eso.

--Quería que lo supieras pero deseo saber que es lo que tú sientes.

--Mis sentimientos no son importantes.

--Lo son para mí.

--Hyoga, sin importar los sentimientos que nos unan no soy libre de demostrarlos.

--Pero...

--No hables más por favor, debo ser leal a mi esposo.

Hyoga guardó silencio, sabía que era verdad, Camus no era libre para él. Volteó hacia su lado izquierdo, el príncipe Saga hablaba animadamente con otras personas, era el heredero de los Geminus y él  no podía hacer otra cosa más que resignarse. Pero no era algo tan simple pues no solo podía estar cerca del de cabello azul, también era cercano a su esposo, Saga algunas veces lo había llevado como su guardia y le tenía cierta consideración para algunas cuestiones. Fue en una de esas situaciones que el príncipe le pidió ayuda, debía llevar a otros guardias pero que fueran leales y discretos, les tenía una labor particular.

 

 

Hyoga llevó a Shun y a Shiryu, lo que tenían que hacer parecía sencillo: su deber era escoltar a un joven de la familia Piscis, Afrodita, a palacio, no parecía algo difícil. Sin embargo cuando llegaron se encontraron al joven acompañado de Saga, no hacía falta saber mucho para darse cuenta del tipo de relación que los unía. Iban escoltando el carruaje pero el rubio de ojos azules sin duda estaba molesto por el papel que le estaba tocando, le resultaba muy desagradable. Cuando llegaron al palacio siguieron vigilando para que nadie se diera cuenta de lo que pasaba. Esa noche todos regresarían a sus casas con diferentes emociones.

--¿Cómo puede hacer algo semejante-decía Hyoga.

--No deberías...--trató de decir Shun.

--Basta, tú no entiendes, esta casado con alguien maravilloso y lo engaña, pondrá a su amante en la corte, en el mismo palacio, esto es increíble.

--Tal vez...

--¿Qué? ¿Qué cosa?

--Fue un matrimonio arreglado, tal vez ninguno de los dos se quiera.

--¿Tiene a Camus por esposo y no lo quiere? Eso no es posible. Shun eres muy inteligente para los estudios pero no sabes nada sobre las personas, deberías guardar silencio.

El de cabellos verdes se quedó callado pero había descubierto algo en Hyoga que él no había notado, estaba celoso, era verdad que quería a Camus.

Las cosas en palacio eran un poco delicadas, Hyoga debía ver y callar mientras que su ánimo era algo difícil de definir, estaba preocupado por Camus y se enojaba con facilidad, solo Shun entendía lo que le pasaba aunque Shiryu tenía sus sospechas. Un día tomaban el almuerzo juntos.

--Gracias por recibirme Shun.

--No te preocupes Shiryu, me alegra tener a alguien para no almorzar a solas.

--Te puede parecer extraño esto pero ¿puedes decirme que sucede con Hyoga?

--Nada.

--Está muy sensible, me parece desanimado ¿Qué le ocurre?

--Estará bien, Hyoga solo necesita resolver algunas cosas.

--Eso espero, no me gustaría que su trabajo se viera afectado.

--Él estará bien.

--Shun, ustedes han sido amigos por mucho tiempo ¿no es así?

--Desde que éramos niños, su padre recibió a mi abuelo como sirviente, por eso crecimos juntos.

--Se nota que lo estimas mucho.

--Siempre fue muy amable conmigo, somos buenos amigos.

--Es evidente que le tienes mucho cariño.

Shun y Shiryu continuaron hablando pero el de cabello negro empezaba a tener sospechas más no esperaba tener respuestas de inmediato.

 

 

En el palacio seguían los tres con sus servicios pero Shun fue llevado a otro lugar del que ocupaba, fue enviado a cuidar más de cerca de Camus, era una orden del rey pero no solo por su capacidad, el de cabello azul quería tenerlo cerca para observarlo.

--Shun, acércate-dijo Camus.

--Su alteza.

--¿Cómo se encuentra Hyoga?

--Bien su alteza.

--Y su ánimo ¿está bien?

--Si, está bien.

--Háblame de él.

--¿Qué quiere saber?

--Sobre él, sobre su vida, su familia, dime todo lo que sepas.

Durante varios días las conversaciones se centraron en Hyoga y cuando el de ojos verdes llegaba a casa se veía abordado por su amigo rubio que quería saber todo lo que pasaba con Camus, era una posición muy difícil para él. Tuvo un poco de paz sobre ese asunto cuando se empezó a rumorar en la corte que llegarían nuevos personajes por motivo del cambio de temporada, era una especie de época de vacaciones. Camus estaba muy ocupado en conversaciones con algunos de los más cercanos a él, a Shun esas pláticas le resultaban aburridas y algunas veces lo aturdían pues no les encontraba sentido alguno.

Cuando la gente empezó a llegar a la capital fue como si todo adquiriera una nueva vida, la gente en la corte estaba entusiasmada y los guardias compartían parte de ese sentimiento. Más no todo podía ser tranquilidad, debido a su posición en el palacio Shun presenció una escena desagradable.

Saga entró a las habitaciones de su esposo pero solo para darle noticias.

--Camus, debes estar listo, mañana tendremos visitas.

--Estaré listo Saga.

--Necesito el broche de perlas que usaste la otra noche.

--¿Para qué?

--No tengo por que discutir esto.

--¿Por qué quieres que lo entregue?

--¿Acaso debo volver a decirlo?

--Es para Afrodita.

--Así es, lo mejor será que lo envíe cuanto antes y no deseo que se me contradiga.

--Está bien, cumpliré con esta orden.

--Bien.

Saga salió del lugar.

--Shun-llamó Camus.

El joven acudió.

--Cierra la puerta-ordenó el de ojos azules.

El joven lo hizo.

--Shun, debes llevar esto al joven Afrodita, nadie debe saber al respecto ¿te enteras?

El de ojos verdes hizo un movimiento afirmativo y tomó la pequeña caja de estuche que le entregaban.

--Así se hará su alteza.

Iba a salir de las habitaciones cuando Camus le habló de nuevo.

--Espera Shun, dime algo.

--¿Si su alteza?

--Debes responder con la verdad.

--Si.

--¿Afrodita es amante de Saga? Responde ¿lo es?

--Su alteza, yo no puedo asegurar algo así.

--¿No lo es?

--Me temo que no puedo responderle eso.

--Entonces es verdad, él sigue viéndolo, sigue siendo su amante.

Camus daba vueltas por la habitación apretando los puños, sin duda las noticias lo contrariaban bastante, la idea de que alguien de la familia de Piscis pudiera estar cerca de Saga y que sin duda tuviera influencia sobre él no le gustaba, esa familia siempre había sido ambiciosa y nunca había dejado de mostrar aversión hacia su propia familia, sin duda cualquier oportunidad que tuviera la aprovecharía para ir en contra de sus intereses y él no estaba dispuesto a permitirlo aunque tampoco sabía como evitarlo pues Saga estaba bastante encandilado con el encantador joven de ojos celestes.

Al verlo en ese estado el de cabello verde no sabía que hacer, lo único que se le ocurría era intentar que se sintiera más tranquilo.

--Su alteza, no se sienta mal.

--Saga nunca ha sabido para que sirve ser un príncipe, tan solo piensa en si mismo.

--Yo...no se que decirle.

--Solo retírate Shun.

El de cabello verde hizo lo que le indicaban pero una vez más le hablaron antes de partir.

--Shun, necesito que hagas algo.

--Estoy para servirle.

--Deseo que Hyoga vaya a cabalgar con nuestro grupo en dos días.

--Creo que eso no depende de mí pero haré lo posible.

--Se que así será.

Salió y no tardó en dirigirse a la casa en la que vivía Afrodita, Saga lo había instalado en una hermosa propiedad completamente amueblada a su gusto y con la servidumbre correspondiente, lo había sacado de palacio pues le disgustaba tener que estar contestando a Camus a cada momento debido a su presencia. Lo más extraño para Shun era que Afrodita le agradaba, era un caballero al que consideraba distinguido y elegante y no era tan infantil e inmaduro como Camus, pues él sabía muy bien que había dado varios dolores de cabeza a su esposo debido a su conducta, también sabía que si no se habían casado era porque el rey había temido a la influencia de los Piscis en su política, aunque eso no había evitado que lograran acercarse al heredero.

Shun fue inmediatamente a la casa de Afrodita y se hizo anunciar como un enviado solamente, fue recibido de inmediato y un poco después apareció el de ojos celestes.

--¿Qué desea?-preguntó Afrodita.

--Debo entregarle esto señor-dijo el de ojos verdes entregándole el estuche.

--Bien, puede retirarse, se que los guardias tienen mucho que hacer.

Saludó y se fue, sabía que no podía ser reconocido como uno de los guardias que lo escoltaban cuando el rey quería verlo a solas.

Fue a buscar a Hyoga, debía decirle lo del paseo a caballo con Camus, el joven rubio se puso feliz y cuando estuvieron en la casa le preguntó más que nunca sobre el de cabello azul y su amigo de ojos verdes tuvo que contestar. El día señalado se dio el paseo a caballo pero eso fue solo el principio, después vinieron los mensajes entre ambos que pronto se convirtieron en cartas y se mostraban tan complacidos de contar con la ayuda de Shun que el jovencito no podía negarse a lo que le pidieran.

 

 

En una ocasión el conde de Escorpius se presentó en el palacio real, acompañaría a los príncipes en una cabalgata, iban otros nobles y además varios guardias escoltando a todos. El joven conde era bastante conocido porque en su infancia había sido un gran compañero de juegos del príncipe y sus padres habían sido amigos cercanos. Además otros miembros de la corte lo encontraban muy apuesto, era un hombre de cabellos azules y ojos brillantes del mismo color, era un entusiasta de las construcciones y del campo, le interesaba el arte y todo lo que significara progreso y todos decían que su gusto por la ropa era impecable, si eso no bastara ese día demostró ser todo un jinete. Por lo demás parecía ser muy abierto aunque en realidad no le agradaba mucho estar rodeado de gente a la que apenas conocía.

Al regresar al palacio notó la presencia de Shun, le intrigó un poco así que se acercó y le habló.

--Dígame ¿Cuál es su nombre?

--Mi nombre es Shun de Andrómeda, a sus órdenes señor.

--Por favor, podría explicarme como alguien tan joven esta en el servicio.

--Soy un guardia señor.

--Un guardia que aún parece un niño según veo. Me gustaría averiguar más sobre usted.

Se marchó de inmediato pero la escena había sido seguida por Hyoga.

--El conde parecía interesado en ti Shun.

--Solo era curiosidad Hyoga.

--¿Eso crees? Bueno, no importa, lo más seguro es que no volvamos a verle tan de cerca. Ahora quiero pedirte algo.

--¿De qué se trata Hyoga?

--Camus y yo casi no pudimos hablar hoy ¿podrías decirle de mi parte cuanto lo lamento?

--Si, se lo diré.

--¿Te pasa algo?

--No creo que esté bien lo que haces-dijo directamente el de ojos verdes-Por favor, recapacita, esto no puede terminar bien para ninguno de los dos.

--Shun, somos amigos pero no te permitiré que juzgues lo que no puedes comprender.

--Me preocupa lo que pueda suceder.

--Amo a Camus, mientras pueda estar a su lado seré feliz ¿Te parece mal eso?

--Hyoga, yo quiero que seas feliz pero no creo que este camino sea el que te conviene.

--Soy lo suficientemente mayor para cuidarme solo y tu no eres quien puede saber lo que es mejor para mí.

--Lo lamento, no quise juzgarte.

--No, no es eso, yo también me disculpo, se que te preocupas pero te aseguro que todo estará bien ¿Podrías decirle a Camus lo que te he pedido?

--Lo haré.

--Gracias.

Hyoga había realizado tan buena labor como guardia y como teniente que no pasaba desapercibido para la gente del palacio, al grado que fue la primera persona en la que se pensó cuando se dijo que uno de los capitanes de la guardia se retiraría, con lo cual habría una vacante, el propio Aldebarán pensaba que el rubio era la persona adecuada con lo cual estaría al frente de los guardias de palacio real. Para el rubio representaba la perfecta oportunidad para poder estar al lado de Camus. Y no tardó en decirle a Shun lo que pasaba.

--Si logró ese nombramiento ya no dependeremos tanto de ti, esto es tan oportuno, podré servirlo mejor-decía Hyoga refiriéndose a Camus.

--¿Lo haces solo por eso?-preguntaba el de ojos verdes-Creía que lo hacías por convencimiento y lealtad.

--También es por Camus, eso no es malo.

--Hyoga ¿Te das cuenta que esta casado?

--Si.

--¿Qué no es libre?

--Si.

--¿Qué no puede quererte?

--Eso no es imposible.

--Si logras el nombramiento te costará mucho mantenerte lejos de él y alguien podría darse cuenta, tal vez su esposo.

--Lo se, lo se ¿crees que no lo he pensado? Pero lo que siento por Camus es tan fuerte que no puedo hacerlo a un lado, cuando estoy con él me siento tan bien que no puedo pensar en otra cosa. No quiero volver a discutir contigo sobre esto, no me apartaré.

--Pero él esta casado.

--Su esposo no lo ama Shun, lo deja abandonado por un amante, Camus merece que lo quieran ¿te cuesta tanto entenderlo?

--Me preocupa que salgas lastimado Hyoga.

--Eso no pasara.

Al llegar el nombramiento de capitán Hyoga veía que su posición era inmejorable, tendría que ocupar una casa de acuerdo a su nuevo cargo, escogió una propiedad que se encontraba a minutos de palacio pero ese cambio de hogar significaba que Shun debía vivir solo ahora y también debía mudarse pues la casa era muy grande para él solo y no podía costearla. Shiryu ayudó a ambos a mudarse pero sabía bien que para Hyoga había sido muy sencillo irse pero no así para Shun.

 

 

Con su nueva posición Hyoga era una figura constante en el palacio y pronto adquirió notoriedad y tal como había supuesto podía lograr cierto acercamiento con Camus y para su alegría el de cabello azul no se mostraba tan renuente a hablar con él directamente.

--Desde que fuiste nombrado capitán te veo muy animado-dijo Camus.

--Estoy haciendo algo que me agrada, es normal que esté animado.

--Al menos alguien aquí es feliz.

--¿Por qué dices eso?

--Este lugar me resulta insoportable, siento que me asfixia, no toleró a esta gente, nada de lo que hay aquí me hace feliz.

--Debe haber alguien o algo.

--No lo hay, tan solo quisiera algo de dicha.

La verdad era que Camus no se encontraba cómodo en ese sitio como esposo del príncipe heredero pero su vida no era tan mala como la hacía escuchar, sin embargo el de cabello rubio no estaba en un momento en el que pensara mucho, más bien solo deseaba una posibilidad de hacer una declaración.

--Siempre estaré a tu lado Camus y sea lo que sea que me pidas haré hasta lo imposible por cumplirlo.

--Te lo agradezco, creo que eres la única persona que me estima en este lugar.

Definitivamente Camus daba muestras de ese dramatismo sobre actuado que tanto molestaba a Saga pero Hyoga era mucho más sencillo de convencer.

--Soy dichoso de poder estar cerca Camus.

--No volvamos sobre lo mismo.

--¿Por qué no? Mis sentimientos son tan fuertes que no puedo acallarlos y al verte desdichado mi corazón se estremece, solo quiero que seas feliz, mereces ser dichoso, deseo poder hacerte saber...

--Por favor, no continúes.

--Debo hacerlo, si supiera que eres feliz guardaría silencio pero tu mismo me has confesado que no es así ¿Por qué negarnos la felicidad cuando la tenemos a nuestro alcance?

--No es posible para nosotros.

--¿Por qué no?

--Soy esposo de un príncipe heredero.

--¿Por eso no puedes aceptar mi amor Camus? ¿De no ser esposo de un príncipe me amarías?

--No es lo que he querido decir Hyoga.

--No, no destroces mi felicidad por las palabras que has dicho.

--Las cosas son lo que son y no podemos cambiarlas.

--Seguiré a tu lado, cuidándote y apoyándote, cuando me necesites estaré aquí.

--¿Lo prometes?

--Si.

--¿Siempre estarás a mi lado sin importar lo que suceda?

--Por supuesto Camus.

El de cabello azul se inclinó sobre el brazo del de cabellos rubios y se estrecharon las manos.

--¿Me amas tanto Hyoga?

--Con todo mi corazón.

Aún cuando se separaron quedó claro para los dos que ya no había fronteras que los alejaran. La resistencia en un principio creada por Camus no era más que una pantalla que debilitaba a su gusto, de hecho en realidad era un asunto decidido, de tal forma que Hyoga se convirtió en una especie de paño de lágrimas, un depósito de todo lo que pensaba y le molestaba y según decía que lo hacía desdichado. El de cabellos dorados aceptó eso porque de alguna forma creía que eso era una muestra del amor que esperaba inspirar.

 

 

Por su parte Shun y Shiryu cumplían con sus deberes como guardias, con cierta frecuencia habían escoltado al conde Escorpius, era una persona diferente ese joven de cabellos azules, sobre todo era muy amable con el de cabellera verde, le hablaba como si lo conociera de mucho tiempo atrás y le preguntaba al de cabellos negros sobre el jovencito.

--Creo que le interesas al conde Shun.

--No digas tal cosa Shiryu, es un noble.

--¿Y eso qué?

--Un señor no se fija en sus súbditos.

--Él se fija muy bien en ti.

--Te agradeceré que no digas nada más sobre esto.

--¿Por qué te molesta? Todos los de la corte lo encuentren encantador y siempre se muestra amable contigo.

--Te pedí que no continuaras con eso.

--De acuerdo.

Pero Shiryu tenía la impresión de que el joven de cabello verde no quería hablar del tema por algo personal, tal vez no quería reconocer lo que le inspiraba el conde.

Se daría un baile en palacio para el cual estaban invitados todos los de la corte y algunos otros nobles, era un evento que causaba mucho entusiasmo y se oía a todos los invitados haciendo planes. Hyoga estaría presente y se encontraba emocionado por ello, le había dicho a Shun que estaba seguro que Camus se vería hermoso, como siempre. El de cabellos verdes se quedó pensando en eso. Shiryu lo encontró a solas en un rincón del patio mientras otros entrenaban.

--¿No entrenas hoy acaso?-le preguntó al verlo el de cabello negro.

--Voy a tener un descanso-respondió el jovencito.

--¿Cuándo?

--Este fin de semana.

--Que pena Shun, creí que estarías de guardia durante el baile.

--¿Tú estarás?

--Si, en el lado norte.

--Que bien Shiryu.

--¿Te sientes bien? Pareces decaído Shun.

--Estoy bien.

--¿Seguro?

--Shiryu ¿somos amigos verdad?

--Claro.

--¿Puedo preguntarte algo?

--Si, adelante.

--¿Me contestarás honestamente?

--Si ¿Qué pasa?

--Si yo...tan solo imagínalo...si yo no usara este uniforme, si usara un traje de gala y me arreglara como todo un señor de la corte ¿tú crees que sería hermoso?

--Si, yo creo que si Shun, aunque pienso que con todo y tu uniforme y no usar un arreglo en especial eres hermoso, tu rostro y tus ojos los cambiaría cualquier señor de la corte a costa de su título sin pensarlo.

--Solo soy un guardia.

--No tienes que avergonzarte por eso ni trates de compararte, no lo necesitas, eres un muchacho hermoso, no dudes eso.

--Gracias Shiryu.

Pero el de cabellera verde quería hacer algo, lo había estado pensando y deseaba poner en marcha un plan. El día del baile lo haría.

El palacio estaba listo para celebrar el baile, la gente estaba ataviada y en sus lujosos trajes, todos se lucían y desebada llamar la atención. Hyoga podía estar presente como capitán de la guardia de palacio, tenía puesto un traje de gala. Todos esperaban la llegada del rey y de los príncipes, cuando entraron al salón les hicieron una reverencia y el baile dio inicio. Camus llevaba un hermoso traje azul cielo y el de cabellos rubios estaba al pendiente de él, pesé a que llevaba un antifaz sabía donde estaba.

El conde de Escorpius se había presentado pero no estaba bailando, no estaba interesado en hacerlo. Fue en ese momento que algo llamó su atención, por uno de los flancos del salón vio entrar a un joven, usaba un bello traje azul profundo con gris y sus manos enguantadas, era una belleza muy clásica. El conde de inmediato fue hacia él.

--Joven Shun de Andrómeda.

--Señor-se inclinó el joven saludando.

--Luce usted muy bien.

--Gracias pero ¿Cómo fue que me reconoció? Se supone que el antifaz es lo que brinda anonimato.

--Sin importar como se vista podría reconocerlo ¿me permitiría acompañarlo?

--En realidad vengo buscando a alguien.

--Al menos concédame un baile.

--Con mucho gusto.

Entraron al salón, varios de los caballeros voltearon a verlos y se acercaron haciéndoles cumplidos, ellos no sabían quien era realmente el de cabello verde, de hecho no siquiera Shiryu  lo había reconocido pero al decirle quien era su amigo lo ayudó a entrar. Lo que el joven Shun deseaba era que Hyoga lo viera pero no lo ubicaba en el salón, fue en eso que alguien más se acercó.

--¿Quién es tu hermoso acompañante?-se escuchó.

Todos se inclinaron, era el príncipe Saga.

--Un encantador compañero que me hizo el honor de entrar conmigo-respondió Milo.

--¿Bailaría conmigo?

El de ojos verdes estaba nervioso y asombrado, no se esperaba que el príncipe heredero le pidiera bailar pero a un noble no se le rechazaba. Al iniciar la siguiente danza Saga lo tomó con gentileza de la mano y empezó a bailar, de entre todas las personas el de cabello verde solo buscaba a una pero no lograba encontrarla. Se movía con soltura y delicadeza, muy suave, tal vez el de ojos azules lo mirara. Al terminar la danza el príncipe le dijo:

--La ventaja de ser un príncipe es que puedo bailar con los jóvenes más hermosos del lugar sin tener que esperar.

Shun sonrió, el príncipe Saga lo consideraba hermoso y fue en ese momento que logró ver a Hyoga, estaba al lado de Camus, tan solo por su mirada entendió que el rubio ni siquiera lo había visto, solo veía al de cabello azul, no tenía caso, él nunca lo vería, solo tenía ojos para Camus. Sintió que no podía continuar más en ese lugar, se dirigió con prisa a las puertas pero el conde de cabellos azules lo alcanzó.

--Espere-le dijo tomándolo del brazo.

--Debo irme-dijo el de ojos verdes.

--¿Por qué causa?

--Solo déjeme ir.

--No puedo hacer tal cosa, por favor, hábleme, dígame que le ocurre.

--Tengo que irme.

--Debo preguntarle Shun ¿esto es por la persona que buscaba?

--Si.

--¿Es alguien a quien quiere?

--Él no me quiere, ama a otro.

--Lo lamento

--No me tenga lástima.

--Claro que no, usted jamás me daría lástima. Me preocupa su bienestar, usted realmente me importa, usted es especial para mí.

--Debo irme.

--Está bien, pero debo decirle que cuenta conmigo para lo que sea.

--Gracias.

El de cabello azul dejo ir al de ojos verdes y este salió, Milo se preocupó un poco y lo siguió a una distancia prudente, cuando llegó a su casa, un pequeño apartado, supo que de alguna manera ese jovencito estaría bien. Pero no tuvo dudas de a quien  iba buscando, era a Hyoga, era una pena que ese joven rubio no supiera apreciar el amor de un muchacho como él pues el conde no creía en la diferencia de clases. Al pensar en el asunto decidió quedarse un poco más de tiempo, si Shun llegaba a necesitar de apoyo quería ser él quien estuviera ahí para brindárselo.

Ciertamente Hyoga no se había dado cuenta de que Shun había estado en el baile pues no había dejado de ver a Camus, así que no prestó atención a la tristeza del joven aún cuando pasaría algo más que pondría a prueba su amistad.

 

 

Como capitán Hyoga ya no podía tener el mismo contacto con sus amigos y por lo tanto no sabía cual era su situación para Shun entre los otros guardias hacia él: para los guardias, sin importar sus logros, era tan solo un muchachito que no pertenecía a la nobleza que se había atrevido a entrar a sus dominios, no les agradaba. Esos problemas iban más allá de que no le hablaran sino que además había algunos que no creían que mereciera respeto de ningún tipo.

Una noche Shun debía hacer guardia en palacio y sin que apenas se diera cuenta la noche cayó muy pronto y de repente apareció a su lado otro guardia llamado Argol, hijo de uno de los nobles de la corte.

--Vaya Shun tú también estás aquí.

--Es mi guardia nocturna-respondió el de cabellos verdes.

--Ya que estamos los dos podemos hablar.

--No lo creo, debes estar en tu puesto.

--Olvídate de eso.

Se acercó a él.

--Aún cuando me tardé un poco en fijarme en ti Shun me doy cuenta de que eres un joven muy lindo.

--Eso no es importante.

--Para mí si, me gustas.

--Creo que debes irte Argol.

--Vamos, cálmate.

De un movimiento el castaño abrazó a Shun, el de cabello verde quiso soltarse y forcejearon, entonces el castaño trató de besarlo pero el joven se resistía, eso lo hizo ponerse violento y golpeó al de ojos verdes en el rostro y lo tiró al suelo, cuando se puso sobre él le rompió la chaqueta pero en algún momento de la lucha Shun logró llevar una de sus manos a su espada, la sacó de un rápido movimiento y la puso en el cuello de Argol, empezó a llamar a gritos a otros guardias, cuando estos llegaron y vieron la escena fueron a avisar a Hyoga.

El rubio fue informado de lo sucedido, era él quien debía tomar las decisiones pertinentes sobre el asunto pero no sería sencillo debido a su posición pues le fue dicho que Argol provenía de una familia prominente y que no podía quedar en medio de un escándalo. Así que tuvo que dar un paso que hubiera preferido no tener que tomar. Llamó a Shun, el muchachito se presentó y aún se veían los moretones por lo ocurrido.

--Lamentó lo ocurrido Shun pero debo decirte algo que no será agradable.

--¿Qué pasa Hyoga?

--No se puede hacer nada contra Argol, solo amonestarlo.

--¿Qué?

--Eso no es todo Shun, debes irte de palacio, serás asignado a una de las provincias. Lo siento.

--Intentó ultrajarme y soy yo quien debe irse.

--Shun no puede haber un escándalo, siendo él de una familia tan importante y tú...

--Y yo no soy de una familia importante, lo entiendo ¿Puedo retirarme?

--De verdad lo siento Shun.

--¿Puedo retirarme?-repitió el de ojos verdes.

--Si.

El de cabello rubio lo vio salir pero se sintió mal por lo que pasaba, no era justo que debiera irse, pasó algunas horas atendiendo otros asuntos pero se dio tiempo para ir a buscarlo y poder hablar pero no lo encontró, sin embargo si encontró a Shiryu que estaba llevando algunas cosas a una carreta.

--¿Qué pasa?-pregunto el de ojos azules--¿Dónde esta Shun?

--Me dijo que tenía sus nuevas órdenes-se limitó a responder el de cabello negro.

--¿Tan pronto?

--El señor Aldebarán se las dio y ya que debe irse no quiere perder más tiempo en nada, me pidió que lo ayudara con su equipaje.

--¿Sabes donde esta?

--No.

A pesar de todo el de cabello rubio se daba cuenta de que su amigo de cabellos oscuros lo estaba tratando diferente, siempre se había mostrado contento de verlo pero en esos momentos lo trataba con suma indiferencia, su voz era áspera al hablarle y apenas si lo había mirado.

--Debo hablarle Shiryu.

--¿Para qué? Si le dices que lamentas lo sucedido solo vas a empeorar las cosas.

--¿Te dijo lo que sucedió?

--No me contó todo pero si se que debe irse cuando ese desgraciado se quedara como si nada.

--No tuve alternativa, me presionaron para acallar esto.

--Claro Hyoga, tu posición  es más importante que alguien que es tu amigo.

--No fue mi decisión.

--Debiste ayudarlo, debiste apoyarlo pero lo abandonaste.

--No me juzgues Shiryu.

--¿Sabes algo? Tú no sabes ser amigo, ni de él ni de nadie.

--¡Shiryu!

--Pediré mi renuncia al servicio.

--No lo hagas, eres un buen guardia.

--Tal vez pero no puedo estar en un lugar que permite tratar de forma semejante a alguien y no hacer nada al respecto. Creo que es lo mejor.

El de cabello largo se dio vuelta y de esa manera ponía fin a la conversación, Hyoga supo que era inútil quedarse, para Shiryu era el final de algo que había querido, se había hecho guardia para servir a su reino pero empezó a meditar que tal vez era otro el camino y tendría que encontrarlo.

 

 

Por su parte, Shun tenía algo que hacer antes de irse, no tardó en informarse donde estaba Argol y fue a buscarlo, no fue mucho tiempo, estaba jugando con otros guardias, el juego consistía en esquivar a un oponente que arrojaba una bola pero no se podía correr o caminar o se perdía el turno.

Al verlo acercarse todos se detuvieron, observaron como fue directamente contra Argol y sin más le arrojó un guante al rostro, ese era el reto a un duelo pero al castaño le pareció una broma.

--Si lo que quieres es un duelo no hace falta esperar-dijo Argol-Podemos hacerlo ahora mismo.

El de ojos verdes hizo solamente un movimiento afirmativo, el castaño fue por su espada que estaba a un lado y se puso en guardia pero en realidad no tomaba en serio el encuentro, los demás les dieron espacio y el duelo comenzó. Shun no quiso perder el tiempo y dio el primer paso, los aceros se tocaron, al chocar se separaron de inmediato pero el de ojos verdes era verdaderamente hábil, daba vueltas alrededor del oponente, terminó por enfurecerlo porque no lograba derrotarlo, queriendo terminar rápido Argol hizo un movimiento directo pero debido a que lo hizo con fuerza el de cabello verde lo esquivó y al mover su espada lo desarmó, suponían los demás que ahí terminaría todo pero el de ojos verdes hizo algo más, elevó su espada y fue como si abofeteara a Argol, le hizo una herida profunda del lado derecho del rostro a lo largo de toda la mejilla.

--Esto te recordara que debes respetar a los demás, sean de la nobleza o no.

Shun se dio vuelta y se fue pero Argol no olvidaría lo ocurrido. Aún así quedó una clara señal de lo que ese muchachito de ojos verdes podía hacer.

El joven Shun sabía que no quedaba más por hacer en la capital, debía irse a una de las provincias y no deseaba perder más tiempo, le había pedido ayuda a Shiryu para no tener siquiera que regresar a lo que había sido su casa. Acordaron que se verían a la salida de la ciudad, el de ojos verdes esperaba a su amigo pero al verlo acercarse se dio cuenta que alguien más iba con el de cabello negro. Era el conde de Escorpius.

--Supe que se marcha-dijo Milo.

--Así es, mis órdenes cambiaron-dijo Shun.

--Espero volver a saber de usted.

--Tal vez así sea.

--Le deseo lo mejor Shun.

--Igualmente señor.

--Milo, llámeme Milo.

--Se lo agradezco Milo, adiós.

--Mejor un hasta luego.

--De acuerdo, hasta luego Milo.

Desde ahí el de ojos verdes tomo las riendas de la carreta y se decidió a tomar las riendas de su vida. Shiryu quería encontrar su camino de nuevo. Milo pensó en volver a sus tierras algo desilusionado pues pensaba que Shun se iba para no tener que estar cerca de Hyoga. Aún eran muy jóvenes pero su tiempo llegaría para todos.

Aún con la despedida abrupta de sus amigos Hyoga no guardó mucha desazón por ello sino que se dedicó a su puesto con toda su fuerza y seguía siendo cercano a Camus. Como esperaba siempre por lo menos le emocionaba el más leve gesto o detalle para sentirse desfallecer de amor por él y eso le bastaba. Escribía a su padre para mantenerlo informado y formaba vínculos en la corte que consideraba  convenientes, se hizo definitivamente a la forma de vida frívola y ociosa de todos los señores. Incluso él mismo era hijo de un conde, lo que le daba consideraciones con los demás. Pensaba que su forma de vida era la correcta y que tenía todo cuanto había querido. No se daba cuenta de lo que pasaba en realidad.

La sociedad estaba dividida pues mientras unos señores se enriquecían la gente del pueblo sufría de miseria, además muchos encontraba que la corte era extravagante y gastaba a manos llenas sin hacer nada, el contraste era mucho y se culpaba sobre todo al rey por ello, ya no era un hombre confiable pues su edad era avanzada y parecía que no estaba en condiciones para gobernar más. Para la corte el que llegara a coronarse rey a Saga sería como si no hubiera cambios pues era tan extravagante como su padre y su esposo estaba rodeado de favoritos a los que colmaba de regalos. Además para todos era sabido que el matrimonio había muerto hacia mucho, solo había cumplido su función de dar un heredero y después a otro hijo al que llamaban "el respaldo". Hacía mucho que no se tenía una buena administración pues los que tenían verdaderas soluciones eran rechazados por la corte dejando así a gente sin preparación al frente pero mientras pudieran continuar su estilo de vida no se molestaban en ver más allá de sus propios intereses.

Hyoga había estado con respecto de Camus en la posición de amante en un principio pero eso solo lo creía él pues en la realidad era un tipo de guardia que cubría al consorte del príncipe heredero y con el que el de cabello azul se quejaba por todo. A causa del matrimonio que tenía que era bastante distante y con el paso del tiempo Camus había pasado de un espíritu quejoso y dramático a una actitud meramente desocupada, lo cual acentuó un carácter frívolo y aún cuando quisiera negarlo tenía por pasatiempo la intriga y el enredo, siempre demostraba hostilidad hacia los favoritos de su esposo, lo cual hacía que él le restringiera todo lo que le fuera posible.

Por su parte Saga era una persona desocupada y despreocupada, se sabía que cambiaba de amante con más frecuencia que antes, además de tener un carácter bastante volátil, era por eso que su padre no había querido dejarlo al mando porque no lo creía listo para gobernar, al casarlo con Camus esperaba que ese joven pudiera dar una mejor dirección a su heredero pero se había equivocado pues el de Aquarius tampoco era la mejor opción, ninguno de los dos sería un buen gobernante.

Así pues la corte se llenaba de un aire pesado y peligroso que aún no se había notado pero que si duda se hacía presente. La gente deseaba algo mejor en sus vidas, saber que de alguna forma importaban a sus señores pero en su mayoría no era así. Pasó el tiempo dando madurez a algunos y a sus causas.

Una mañana el reino despertó con una noticia: el rey había muerto.

 

Continuará...

Notas finales: Espero que les gustara como va la trama.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).