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Mercy rain por kozzha

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Bebió de un solo trago el contenido del ramune de manzana. Era el quinto que bebía en tan sólo diez minutos, ¿la razón? Los nervios que los estaban carcomiendo y que provocaban que su boca  no fabricara la suficiente saliva para mantenerla hidratada.

-Si sigues así, tendremos que detenernos a mitad de camino para que orines.-musitó con un deje de diversión Tatsuha, mirándolo de reojo. Hisoka no dijo nada y desvió la mirada de los ojos oscuros de su novio. Tatsuha soltó una risilla y concentró de nuevo toda su atención en la autopista frente a él. El ver así a su novio lo regocijaba, ¿para qué mentir? Desde que había iniciado su relación con el joven Ono, cierto sentimiento de sadismo había surgido en Tatsuha quién disfrutaba de torturar de una u otra manera al retraído Hisoka quién sin darse cuenta, realizaba a la perfección el papel de masoquista.

Por el resto del camino, ninguno habló. Comprendiendo que el menor estaba sumamente nervioso y que no lo torturaría más, al menos por ahora, Tatsuha decidió encender el estéreo y poner un poco de música. Hisoka soltó un hondo suspiro cuando escuchó la melodía  Parabol de su banda favorita Tool. Cuando la canción de Parabola  inició, Hisoka se encontraba completamente relajado y tarareaba mientras miraba el paisaje por la ventana del auto.

Como había pronosticado el menor de los Uesugi, a punto de llegar a Kioto, Hisoka le suplicó a su novio que hicieran una pequeña escala para que el muchacho pudiera vaciar su vejiga.

 

 

Extra 1

Una reunión para estresar a Hisoka.

 

 

 

-Acabo de hablar con Tatsuha-anunció Mika, apareciendo en la sala de estar-Al parecer Ono  tuvo un pequeño inconveniente.

-Entonces ¿ya no vendrán?-preguntó Ryosuke con la ceja arqueada.

-Oh no. Se equivoca, padre. Ellos están por llegar.

-Bien-resopló el señor-Eiri-miró al escritor que estaba frente a él-Ve y avísale a Akane que vaya preparando las cosas para el almuerzo.

-Sí, padre-el rubio se puso de pie y salió de la sala dejado a Shuichi ahí, en compañía de Kaname y K.

-Tatsuha sabe perfectamente que odio la impuntualidad-replicó el señor.

-Lo sé, padre. Por eso mismo llamó para avisar sobre su retraso-dijo Mika con suma paciencia.

El señor Ryosuke se cruzó de brazos y lanzó un gruñido.

Cierta tensión surgió en la sala de estar; K y Shuichi se miraron de reojo pero ninguno de los dos se animó a decir algo. Ambos hombres sintieron pena por el ausente de Ono pues aquella reunión había sido organizada por el señor Uesugi para darle la bienvenida a la familia y el que éste no llegara a tiempo sólo provocaba que Ryosuke le quitara un punto a su favor.

 

 

-Hemos llegado-anunció Tatsuha, estacionando el auto en una esquina. Hisoka sufrió de un sobresalto al escuchar dichas palabras, palideció y sintió el corazón en la garganta.

-Tan…¿Tan pronto?-susurró en un hilo de voz.

-Así es-sonrió Tatsuha, complacido de ver así a su novio.

-Está…está bien-tartamudeó, estrujando entre sus manos una caja de pocky´s. Aspiró una gran bocanada de aire. Todo va  a estar bien, se repitió mentalmente  mientras apeaba del auto-¿Cuál es tu casa?-preguntó el muchacho, mirando en su derredor y sólo mirando un alto muro de concreto.

-Ésta-Tatsuha señaló el muro.

-¿Eh?-el chiquillo arqueó una ceja.

-Entraremos por la puerta trasera-indicó el moreno, caminando hacia la puerta.  

-Oh…está bien-sumiso, Hisoka siguió a su novio.

Ono se quedó boquiabierto cuando entraron a la casa de Tatsuha. Aquél muro que había visto sólo era una pequeña parte de la gran muralla que rodeaba la mansión Uesugi. Atravesando éste se abría paso un gran y esplendoroso jardín zen.

-¿Qué tal?¿Te gusta?-preguntó Tatsuha al ver la cara de Hisoka.

-¿Ésta es tu casa?-volvió a preguntar, incrédulo.

-Bueno, éste sólo es el jardín…

-¡Sólo el jardín!-exclamó el muchacho.

-Bueno…-el monje se rascó la cabeza-Más allá está mi casa y detrás de ella, por la puerta principal, está el templo.

-¡Aquí también está el templo!-vociferó el muchacho.

-Pues si…

Hisoka miró con ojos desorbitados a su alrededor.

-Se me había olvidado por completo de que eras un ricachón…-susurró el moreno.

Tatsuha solo se limitó a sonreír.

 

 

 

El monje guio a su novio por el jardín. Cruzaron varios metros de pasto hasta llegar a la casa, la cual era mucho más enorme de lo que creía. No quiero ni pensar de qué tamaño va a  estar el templo, pensó Hisoka.

Cuando Tatsuha anunció su llegada, Hisoka volvió a tensarse. Había llegado el momento. Tragó saliva y se ajustó el yukata que su novio le había obligado a usar.

-Por fin-masculló el señor Ryosuke, apareciendo en el recibidor.

-Perdón por el retraso, padre-Tatsuha hizo una ceremoniosa inclinación misma que hizo Hisoka, sumamente nervioso.

-El almuerzo está listo-dicho esto dio media vuelta y echó a andar hacia el comedor.

Tatsuha y Hisoka le siguieron en silencio.

Cuando entraron al comedor, el mestizo sintió un poco de alivio al ver a su senpai ahí, al menos no estaría sólo.  Después de hacer los respectivos saludos, todos tomaron asiento frente a la mesa baja de madera. Como era de esperarse, el muchacho tomó asiento junto a su novio. Hisoka se relajó un poco y comenzó a charlar con Shuichi que estaba frente a él.

-Ono-habló Ryosuke provocando que Hisoka sufriera de un vuelco en su estómago.

-S…¿Si?-tartamudeó.

-No te quiero junto a Tatsuha, ven, siéntate a mi lado-le instó.

-S…si.

Shuichi miró con lástima a su amigo pero no dijo nada, mientras que el monje ahogaba una risa.

-Eres demasiado cruel-susurró Eiri a su hermano.

Hisoka tuvo que cambiar de lugar con Mika. Satisfecho, el señor Ryosuke ordenó a Akane para que sirviera los platillos.

-Espero y sea de tu agrado los platillos que elegí-musitó el señor Ryosuke.

-Gra…gracias-asintió el muchacho.

Fue cuando vio el gran tazón de arroz frente a él, que Ono se dio cuenta que había sido un gran error haber comido para calmar su nerviosismo y para empeorar las cosas, el nudo en su estómago le impedía probar bocado. Tragó saliva, tomó los palillos con manos trémulas y se dispuso a tomar un poco de arroz.

-No se toman así los palillos, Ono-dijo el señor Ryosuke.

-Oh…yo…-miró a su novio en busca de ayuda  pero éste se atragantó ante semejante escena y tuvo que salir del comedor-Lo…lo siento…-dijo con voz chillona.

Ryosuke no dijo nada y tomó la mano del mestizo, le acomodó los palillos entre sus dedos delgados y le indicó como tomar la comida.

-¿Entendiste?

Hisoka sólo asintió, incapaz de hablar.

-No te escucho.

-Sí, señor.

-Bien-satisfecho con su labor, el señor Ryosuke se dispuso a comer.

A los pocos minutos, Tatsuha regresó. Fingiendo seriedad, el monje tomó asiento de nuevo y continuó con su comida. Tanto Eiri como Mika negaron con la cabeza.

Como regla oficial en la casa, durante la comida se tenía prohibido hablar; por lo que todos degustaron de sus platillos en silencio. De vez en cuando, el silencio se rompía con Kaname quien no podía mantenerse callado. Para sorpresa de Ono, el señor Uesugi sólo sonreía y le guiñaba el ojo a su nieto para continuar comiendo.

Para mitad del almuerzo, las piernas de Hisoka ya se habían entumido por la posición en la que estaba y de la cual él no estaba acostumbrado.  

Al finalizar el tortuoso almuerzo, el señor Ryosuke ordenó a Akane que preparara té y mientras hacían la sobremesa, el señor pidió hablar con Ono a solas.

-Lo siento-chilló el chiquillo, sin moverse del lugar-Pero no puedo caminar-explicó, cabizbajo-No siento las piernas.

Ryosuke puso los ojos en blanco y bufando ordenó a todos que los dejaran solos en el comedor. Ninguno objetó y todos salieron en silencio.

Incapaz de mirar a su suegro, Ono permaneció con la mirada clavada en la mesa.

-¿Quién de tus padres es el japonés?-preguntó de repente el hombre, provocando que el corazón de Hisoka se agitara aún más y su boca se secara.

-Mi padre-musitó escueto.

-¿Y tu madre?

-Es mexicana-respondió, aún si despegar sus ojos de la mesa.

-Oh…-asintió el señor-No conozco México, pero dicen que es un país muy grande y colorido-Hisoka sólo asintió.

-¿Tienes hermanos?

-Una hermana.

-¿Qué edad tiene?

-Veintitrés.

-¿Y tú?

-Hace dos semanas que cumplí los dieciocho.

-¡Cómo!-exclamó el señor Uesugi-¿Acabas de cumplir dieciocho?-repitió, incrédulo-Pero…pero si eres un niño…

Hisoka sólo se encogió de hombros.

Ryosuke gruñó. La sangre le hirvió y sin poder evitarlo salió del comedor. Hisoka permaneció ahí, sin moverse hasta que:

-¿En qué carajos estabas pensando, Tatsuha?-se escuchó el grito del señor-Un niño…es un niño…

-Padre, por favor, tranquilícese-vociferó Mika.

-¿Cómo quieres que me tranquilice? Si mi hijo es un pederasta. Ya decía yo que Eiri era mala influencia para ti.

-¡Yo! Pero…¿Por qué?-refutó Yuki.

-¿A caso se te ha olvidado que Shindo era menor de edad cuando te involucraste con él?-gritó el Mika.

-Oh…lo había olvidado…

-Padre-se apresuró a decir Tatsuya-En mi defensa debo de decir que yo no he violado a Hisoka como Eiri lo hizo con Shu, no le he obligado a hacer algo que no quiera-ante éstas palabras, Hisoka se puso rojo y deseó que la tierra se lo tragara.

-¿Pero qué cosas estás diciendo?-gritó el señor Ryosuke.

-¡Yo no violé a Shuichi!-vociferó Yuki.

-Mmm…si….si lo hiciste-dijo Shu.

-¡Vaya!…pero que fuertes revelaciones-se escuchó decir a K.

-¡Shuichi! No ayudes-le reclamó Eiri.

-Lo siento-se disculpó el pelirrosa.

-Shuichi, llévate  a Kaname por favor-pidió Mika-Mi hijo no tiene por qué escuchar éste tipo de cosas.

-Cla…claro…

Siguieron gritando cosas que Hisoka ya no alcanzó a escuchar. Después de unos minutos que al muchacho se le hicieron eternos, la tranquila Akane apareció en el comedor.

-Joven Ono-musitó la anciana. El aludido miró con ojos llorosos a la mujer-He preparado wagashis. ¿No desea comer con nosotros en el jardín?

-¿Eh? ¿Nosotros?

-Sí, asintió la anciana-Con el joven Shindo y Kaname.

-Oh…bueno…si…pero…-miró hacia donde provenían los gritos.

-Déjeme ayudarle-la anciana se acercó al mestizo y le ayudó a ponerse de pie-¿Puede caminar?

-Si…creo que ya están mejor mis piernas.

-Bien-lo guio hacia la cocina.

-Am…¿Deberíamos dejarlos discutir?-preguntó Hisoka, preocupado.

-Sí, joven Ono. Déjelos discutir-Hisoka no refutó.

Por el resto de la tarde, Hisoka, Shuichi, Akane y después de un tiempo K, degustaron de wagashis y té verde mientras los Uesugi discutían de infinidad de cosas.

-Viva la familia-dijo con sarcasmos K.

 


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