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Mercy rain por kozzha

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Notas del capitulo: Por fin!!!!!!! wiiii por fin terminé este capítulo. Ay dios, escribía y escribíA y no le veía fin jajaja.
P cierto, hablando del fin de este cap, me fascinó lo q dice mi lindo Shu. Bueno lean y dejen reviews que el siguiente cap va a estar mas denso y cool. La verdad es q cuando hice el manuscrito terminé con dolor de mandíbula pues la apreté tanto del coraje q sentía al escribir con detalle todo lo q mi Shu pasa pero bue... ya hablé de más dios!!!!!! jaja

Se cuidan.
Al llegar a casa y notar que ni Nyankotaro ni su hermano se encontraban, decidió tomarse una ducha y aprovechar de la soledad para pensar en lo que había sucedido aquél día.

Dio un sorbo a la lata de cerveza; ya había pasado más de una hora desde el último encuentro con su ex amante siendo igual que los pasados; un completo fracaso. ¿Por qué no podía decirle todo lo que sentía por él?, se preguntó Yuki. Tanto había esperado para tenerlo frente a él y decirle todo lo que acongojaba su corazón, pero lo único que hacía era decepcionarlo y enfurecerlo aún más de lo que el pelirrosa se encontraba. Al parecer ese par de años sin su presencia no le habían servido de mucho al escritor; pues seguía ignorando a su corazón y se guiaba más por sus deseos carnales.

-Soy un completo idiota-murmuró al aire, presionando ligeramente el arco de la nariz.

¿Desde cuando amaba a ese joven? Desde que lo había conocido; arrastrándolo a algo que nunca él había experimentado y que producía amarlo cada vez más; pero entonces, ¿Por qué nunca expresó sus sentimientos? Siempre había sido lo mismo, ¿Cuántas veces había tenido la oportunidad de sincerarse y simplemente había hecho lo contrario? Cada vez que eso sucedía, el escritor terminaba haciéndole el amor salvajemente al pequeño cantante, cosa que no sucedía frecuentemente, para ser sincera; pues generalmente sólo tenía sexo con nuestro querido protagonista. ¿Y cuál era su excusa? Su pasado, lo que provocó que el desconfiara en las personas y no se pudiera abrir por completo. Una razón muy tonta, pero que Shuichi respetó hasta que simplemente no pudo más y lo abandonó.

Se terminó de un solo trago lo que restaba de la cerveza en la lata, la dejó en una esquina de la bañera junto a más de cinco latas vacías. Poco a poco se fue sumergiendo en el agua, tratando de huir un momento de todos sus problemas y de las culpas que lo atormentaban.



En alguna habitación del hotel Hilton, un jovencito de cabellera negra surgía de la espumosa agua de la bañera. Con algunos mechones húmedos pegados en su rostro, Shuichi Shindo miraba con ojos inexpresivos la pared beige de la ducha. Era la segunda vez que se duchaba en ese día, y también era la segunda vez que destrozaba la habitación, ¿La razón? Yuki Eiri. Lanzó un hondo suspiro mirando de reojo la camisa negra que yacía tirada en el piso del baño. ¿Por qué tenía que buscarlo?, mejor dicho, ¿Para qué iba a buscarlo? Si ni si quiera lo amaba ni amó.

-No creo que sea para rescatar su orgullo-musitó Shuichi-bueno…de él se puede esperar lo peor-sacudió la cabeza-¡Ya Shuichi! Olvídate de tonterías y mejor relájate pues dentro de unas horas tendrás el concierto-se dijo a si mismo. Se recostó sobre la tina y cerró los ojos-si…relajarme y no pensar en él-murmuró. De entre la oscuridad, la brillante imágen de Yuki apareció y las últimas palabras que dijo ese día hicieron eco en su cabeza; Shindo se enderezó de sopetón, abriendo los ojos como un par de platos-¿Por qué sigo pensando en él?-suspiró, abrazando sus piernas y enterrando su rostro entre las rodillas.



Capítulo 9
Un pasado que olvidar.


Después del tonificante baño que había tomado y del cuál había salido completamente arrugado por la humedad-debo de aclarar-había decido escribir un poco y desahogar sus pesares en las páginas de Microsoft word. En eso se encontraba exactamente cuando escuchó unos ruidos peculiares en la estancia casi vacía de su apartamento. Se levantó de su asiento en completo silencio; con pasos sigilosos salió de su estudio y miró de hito en hito la oscura estancia.

-¿Quién anda ahí?-preguntó con su típico tono imponente. Al no obtener respuesta un sentimiento de inquietud lo invadió, no creía que fuera un extraño; pues el edificio en donde vivía era vigilado por un policía capacitado, bueno, comenzaba a dudar de la capacidad del hombre ante lo que estaba sucediendo. Los ruidos se volvieron a escuchar pero ahora en la cocina y tanteando la pared para no caerse se encaminó a aquel lugar, maldiciendo en el camino la maña que tenía por apagar todas las luces. Cuando estuvo cerca del interruptor de luz de la cocina, encendió la luz y se topó con un minino negro de grandes ojos verdes en la mesa, que lo miraba asustado-¡Nyankotaro!-exclamó Eiri-¿En donde dejaste tu cascabel?-el felino respondió con un maullido bajo, dando a entender de que lo había perdido-Me lo imaginé-suspiró-ya es el cuarto que pierdes-el gato volvió a maullar. El rubio observó que su gato había estado lamiendo un plato sucio que había quedado en la mesa-te calentaré la cena, veo que vienes hambriento-sacó una charola de comida congelada y la calentó en el microondas, cuando se la hubo servido a su gato y éste la olfateo, le miró con sus grandes ojos verdes-lo siento Nyankotaro, pero es lo único que hay para comer-el gato maulló en forma de protesta-no te quejes, que yo también he estado comiendo eso a causa de la mudanza, sólo Tatsuha es inmune a este tipo de comida.

El sonido del timbre le hizo salir a abrir, dejando a un gato inconforme. Su relajado semblante se volvió ceñudo al ver la imborrable sonrisa de su cuñado.

-¿Qué demonios haces aquí?-preguntó tajante.

-Sólo vine de visita, como siempre-sin esperar a que el menor lo invitara, Touma Seguchi se descalzó y pasó de largo al rubio.

-Siempre dices lo mismo…nunca es una simple visita.

-Bueno, ahora si lo es-cruzó la estancia y se dejó caer sobre el sofá/cama seguido por un molesto Yuki.

-Me disculpo pues no tengo nada que ofrecerte.

-No es necesario, comprendo tu situación-le dijo, sin dejar de sonreír. El menor tomó asiento junto a su cuñado y los dos se quedaron en silencio mirando al vacío.

-Ya publicaste tu nueva novela, ¿verdad?-se animó a hablar Touma.

-Si, dentro de unos días tendré una conferencia, algunas entrevistas y firmas de autógrafos. Mizuki me dio un plazo para terminar la mudanza y no estar estresado.

-Aún no nos haz enseñado tu nueva casa-comentó con tono intrigoso-¿O será que esperas a que esté lista para hacer una cena?

-No pienso hacer una cena para mostrarles mi casa-respondió Yuki, dedicándole una sonrisa idéntica a la de su interlocutor.

-Pobre Mika, cuando se entere pegará el grito en el cielo.

-Lástima, tú te encargaras de llevarla a terapia-comentó con indiferencia. Touma lo miró con recelo y comentó:

-¿Qué hemos hecho para que nos odies tanto?-Yuki iba a responder cuando un golpe hueco se oyó desde la cocina. De un salto el joven se levantó y a grandes zancadas se dirigió al lugar, seguido por Seguchi.

-¡Nyankotaro!-gritó el escritor al ver a su gato tirado en el suelo, junto a restos de comida y una vomitada. Lo cargó y acomodó en su regazo, el gato sufrió de unos espasmos y volvió a vomitar, manchando la camisa de su dueño-Tengo que llevarlo al hospital-vociferó, dirigiéndose a la salida con el minino en sus brazos.

-Tranquilo Eiri, tal vez sólo le cayó mal la comida, no exageres.

-¡Cállate! Y toma mis llaves del auto-le gritó.

Sin importarle que aún llevara las pantuflas puestas, el joven rubio salió de su apartamento; mientras que el mayor, ya con las llaves, trataba de calzarse sus caros mocasines.



Hisoka miraba su reflejo en el gran espejo del camerino, mientras trataba de hacer el difícil y laborioso nudo a su corbata negra. Lanzó un hondo suspiro y observó el reflejo de su senpai, quien se encontraba a espalda suya deleitándose con un cigarrillo.

-¿Me podrías ayudar con mi corbata?-le preguntó, quitándole el cigarrillo de entre sus dedos al cantante y terminándoselo en dos profundas caladas.

- En verdad eres un problema niño-suspiró Shuichi, levantándose con pereza del sofá-Tienes 17 años, próximo a cumplir 18 y aún no sabes anudarte la corbata…eres todo un caso-acomodó el cuello de la camisa blanca de su compañero y prosiguió a empezar a hacer aquella labor que sólo los hombres podían hacer con los ojos cerrados, pero bueno… había excepciones.

-Soy pésimo para los nudos-dijo Hisoka; ante aquella frase Shuichi recordó a Yuki, a quien tenía que ayudarle a anudar su corbata siempre, pues como el guitarrista, era pésimo para hacer nudos. Aún sumido en sus recuerdos no se percató que estaba ahogando al menor hasta que éste con sus manos firmes y fuertes retiraba las manos del cantante.

-Lo siento-se disculpó muy apenado, saliendo por completo de sus recuerdos.

-No…no …no te preocupes-tosió el menor. Se observó en el espejo y sonrió-Gracias Shu.

-N…no hay de que-el mayor desvió sus ojos de la sincera sonrisa que Ono le dedicaba.

James entró al camerino para avisarles que tenían que estar listos ya, pues el concierto iba a dar inicio. Las chicas de la banda ya los esperaban tras bambalinas.




Se paseaba de un lado a otro en la diminuta sala de espera del veterinario, seguido por la inquisidora mirada verde de su cuñado. Al darse cuenta que el dar vueltas a lo tonto no iba ayudar, tomó asiento junto a Seguchi.

-Sólo es un gato Eiri-le comentó el mayor.

-Para ti todos son “sólo cosas que se desechan”-ante esto, el empresario guardó silencio.

Yuki cubrió su rostro preocupado con las manos y los recuerdos de cómo se había topado con Nyankotaro revivieron en su mente:

Flash back.

Había pasado medio año desde que Shuichi lo había abandonado y ante su ausencia, el joven escritor no soportaba estar mucho tiempo en su apartamento; por lo que se la vivía rondando en las calles sin rumbo fijo y regresaba a casa a muy altas horas de la noche.

Aquél día no era muy diferente a los otros, a excepción de que había decidido escribir en una cafetería, algo que no solía hacer. Afuera llovía a cantaros por lo que con aquél pretexto llegaría aún más tarde a casa, pensando que: ¿Quién lo estaría esperando?...Nadie. Después de terminar varios capítulos de lo que sería una nueva historia, decidió cerrar los ojos y descansar un poco hasta que…

-Di…disculpe-se oyó la tímida voz de una jovencita. Abrió con pesadumbre los ojos y con cara de pocos amigos miró a la persona que lo había alejado de su momento de relajación. Se topó con una niña de aspecto simple, muy simple y aburrida según el rubio.

-Que pasó-comentó con desgano.

-¿Usted es el escritor Yuki Eiri?-ante la pregunta, el hombre soltó un bufido, ya se le había hecho raro que en todas esas horas que había estado escribiendo y nadie lo hubiera molestado con un autógrafo.

-No soy esa persona.

-Pero…

-Ya te lo dije, me confundiste-comentó tajante, dedicándole una mirada antipática a la jovencita.

-Lo siento-y sin más se alejó de ahí, apenada.

Pidió la cuenta pues ya no podría estar más tiempo ahí y esperar que más gente lo molestara. Pagó la cuenta y sin importarle que afuera siguiera lloviendo, salió del lugar. Caminó por las calles desoladas, disfrutando del baño natural que el tiempo le ofrecía. A unos cuantos pasos se topó con un felino callejero, quien se resguardaba de la lluvia en la entrada de un local de comida rápida. El corazón se le estrujó al verlo tembloroso; con pasos lentos se acercó al minino quien al verlo maulló dolorosamente.

-Hey pequeño, ¿Tienes frío verdad?-el gato maulló igual. Yuki al ver el pelaje oscuro y sucio, y los grandes ojos verdes, recordó al viejo gato al que alimentaba con carne de cerdo y al que nombraba Nyankotaro, y al que Shuichi le compraba pelotas para jugar-Nyankotaro…-susurró, remembrando cuantas veces el pelirrosa le había suplicado adoptar a aquel gato anciano que se resguardaba en la escalera que daba al estacionamiento del edificio anterior; en el que vivieron como pareja. Sin pensarlo dos veces, cargo al gato y lo cubrió con su saco ya más mojado que nada.

A partir de eso, el rubio se hizo cargo de aquél minino callejero con la idea de que si Shuichi llegaba a regresar, se toparía con a aquella grata presencia, pues según el cantante, no había ser más adorable en la tierra que un lindo gatito. Lo que nunca pensó Yuki fue que iba a encariñarse tanto con aquél animal, que hasta lo iba a cuidar más que al mismísimo Shuichi Shindo.

Fin Flash Back.


-Señor Usegui-le llamó el veterinario, el rubio se quitó las manos del rostro y notó el semblante ceñudo del doctor-debo de decirle que su gato se encuentra bien, le hicimos un lavado de estómago; la razón del vómito fue por que se intoxicó con comida de muy mala calidad.

-Le dí salmón ahumado con teriyaki y un poco de curry.

-Señor, es un gato y los gatos no tienen el mismo sistema de digestión que el ser humano, por algo es que existen alimentos especiales para ellos. Aparte, debo de informarle que Nyankotaro sufre de sobre peso y que esto le puede causar fallo renal o diabetes y una muerte segura.

-No…no lo sabía.

-Aquí le tengo una lista de alimentos Light para Nyankotaro, no es necesario recetarle un medicamento, con que usted lo alimente bien será suficiente-el veterinario le tendió una receta-abajo está mi teléfono por cualquier duda.

-Muchas gracias-suspiró aliviado el rubio escritor.

-Puede pasar por su gato.-el hombre obedeció y entró a la sala donde su mascota estaba dormida sobre una cama pequeña. Lo tomó entre su regazo y salió del consultorio, dejando atrás a Touma quien terminó pagando la cuenta.

El par regresó al apartamento en completo silencio. Seguchi dejó sólo a Yuki con Nyankotaro dormido y regresó a su casa.

En el camino trató de pensar en la razón por la cuál su cuñado de desvivía por aquél animal y la única razón a la que pudo llegar fue: Shindo Shuichi.





-Que cansada estoy-vociferó con su voz chillona la joven Hiromi, dejándose caer en un sofá de la sala común de los camerinos.

-Me siento satisfecha con nuestro trabajo-comentó sonriente Dresde.

-Hemos terminado la gira así que esto merece hacer un brindis y festejar en grande-sugirió James-Creo que iré por la botella de champagne y a decirle a los técnicos-el manager salió de la salita para ir en busca de todo el equipo que ayudaba a la banda.

-¡Si! Brindis-vociferó la joven Ono.

-Tú sólo piensas en beber niña-se quejó Shuichi.

-¿Me estas diciendo alcohólica?-le encaró.

-Sin comentarios-dijo indiferente.

-Waaa, Soka, defiéndeme-la niña haló del brazo a su hermano.

-Pero Hiromi, Shuichi tiene razón-musitó pasivamente el hermano menor.

-Waaa…tú estás de su lado, traidor.

-Ah…vamos a empezar-suspiró con resignación Dresde.

Hisoka y Shuichi discutían con una indignada Hiromi hasta que de repente una jovencita de cabello castaño se abalanzó hacia el líder de Delerium.

-¡Shuichi!-exclamó la extraña, aferrándose al cuerpo del moreno. Hisoka miró con detalle a la joven y se sonrojó, era demasiado bonita, pero lo que llamó mas su atención fue que tenía un parecido con el cantante.

-Pero que demonios-gritó una soprano enfurruñada-suelta a mi Shuichi-jaloneo a la chica.

-El no es tu Shuichi-farfulló la castaña, sin soltar al joven.

-Claro que es mi Shuichi.

-No lo es, él es mío-Maiko le sacó la lengua, mientras que los ahí presentes miraban la escena sorprendidos y Shindo ponía cara de pocos amigos.

-¿Y con que derecho lo dices?

-Con el derecho que una hermana menor tiene.

-¡Hermana!-exclamó la soprano.

-Her…hermana…-balbuceó un shockeado Soka.

-Vaya…así que ella es la hermanita menor de Shu-musitó Dresde-Hola, soy Dresde Ash, una de las mejores amigas de Shuichi-le saludó muy cordial, tendiéndole la mano. Maiko soltó a su hermano y correspondiendo a la sonrisa dijo:

-Soy Maiko Shindo.

-¡Maiko!-volvió a exclamar Hiromi, halándose algunos cabellos.

-¿Pero Maiko no es el amor imposible de Shu?-preguntó Hisoka, confundido.

-¿Amor imposible?-preguntaron al unísono los hermanos Shindo.

-Si, Shu ama a Maiko, pero ella está casada con Hiro.

-¿De donde sacaste eso?-dijo el cantante.

-Hiromi me lo…-cuando se dieron cuenta, la chica ya había desaparecido.

-Al parecer ha inventado una más de sus historias-concluyó la inglesa.

-Yo no estoy casada con Hiro-comentó la joven Shindo-Y mi hermano no es un incestuoso; bueno será homo…

-Y a que vienes hermana-le interrumpió el cantante.

-¿A que más? A felicitarte por tu gran presentación de hoy y por tu cumpleaños, ¿Hiro no te dijo?-el festejado recordó lo que Suguru y el pelirrojo le habían dicho en la tarde.

-Es cierto, se me había olvidado por completo.

-Bueno, ¿Qué esperas? Hiro nos espera fuera del teatro, cámbiate y vámonos.

-Espera es que…

-También puedes invitar a tus amigos-ante esto, Hiromi salió del camerino de las chicas.

-Bueno, yo ya estoy lista-sonrió.

-Nunca vas a cambiar-suspiró su hermano.

James apareció con unas botellas y con el staff completo.

-Bien, espero que no hayan esperado mucho-comentó.

-Ah…James…mis amigos me esperan para festejar-comentó Shindo.

-Oh…ya veo, no te preocupes, vete, acá nosotros brindamos por ti y por el cierre de la gira.

-Nosotros también vámo-dijo Ash.

-Está bien, diviértanse y tú…-señaló a Hiromi-no bebas demasiado niña.- La aludida hizo un puchero.

Cuando el resto de la banda estuvo lista, salieron por la puerta trasera en donde el pelirrojo los esperaba en su auto.

-Waaa…Hiro…no sabía que tenías auto-vociferó el pelinegro, sorprendido.

-Oye, me ofendes-dijo el pelirrojo, sonriente-Vaya...-observó a Hisoka, Hiromi y a Dresde-o sea que ustedes son Delerium, mucho gusto.

-Gracias por invitarnos al festejo-se apresuró a decir el joven Ono.

-No hay problema, también son amigos de Shu.

-A es cierto-suspiró el cantante-él es Hisoka, la rubia es mi amiga Dresde y ella-señaló a una Hiromi sonrojada-ella es la loca de Hiromi.

-Oye…

-Mucho gusto…soy él mejor amigo de éste hombre-abrazó al pelinegro.

-Ya basta de presentaciones y protocolos exagerados y subamos al auto-ordenó Maiko.




Hiro los llevó a un bar de lujo en una zona del centro de Tokio en donde, según él les había comentado, Ayaka y Fujisaki los esperaban. Cuando llegaron al bar, se toparon con que no sólo la castaña y Fujisaki esperaban al festejado; si no también su ex manager Mr. K, Noriko y Sakano quienes bebían en la barra del bar. Los grandes ojos violetas de Shuichi se abrieron de par en par pues no esperaba ver todos sus amigos.

-Felicidades-corearon cuando el cantante se hubo acercado al grupo.

-No los esperaba a ustedes-admitió.

-Nakano nos dijo que iba a ser sopresa-comentó Noriko.

-Vaya que fue sorpresa-afirmó el aludido.

Después de las felicitaciones y las presentaciones, se dedicaron a charlar y a beber. Hiromi y Maiko habían olvidado sus diferencias y charlaban como si llevaran tiempo conociéndose por lo que Dresde, Ayaka y Noriko se habían unido a la plática; por otro lado estaba Sakano, Fujisaki y Mr. K hablando, mientras que un Hisoka nervioso miraba con recelo la pistola que se veía entre las ropas del manager norteamericano. Shuichi y Hiro se habían apartado del grupo, pues el cantante le había pedido a su amigo hablar.

-Y bien…que es lo que ahora inquieta a Shuichi Shindo.

-Como siempre fue y presiento que siempre va a ser así…Yuki Eiri-suspiró el moreno.

-Ya veo... ¿Te lo topaste?

-No…él fue a buscarme al hotel.

-Vaya, ese tipo no pierde la oportunidad-exclamó el guitarrista.

-Pero no entiendo por qué…

-Es por recuperar su orgullo amigo-le interrumpió Nakano.

-Eso mismo pensé yo pero…después de la primera presentación de la banda, él me estaba esperando en el hotel, aparte de que vestía muy moderno y desfachatado, su comportamiento no era el mismo.

-A que te refieres.

-A que…simplemente no me obligó a irme con él, como a veces hacía cuando me iba a tu apartamento. Si fuera por recuperar su orgullo, simplemente me hubiera cargado y llevado a la fuerza a su casa…pero no lo hizo y…obedeció a Tatsuha sin chistar…él no le hace caso ni a su padre…eso fue lo que mas me desconcertó.

-Eso que me dices me a dejado sorprendido, en verdad Eiri a cambiado mucho.

-Su apariencia también me desconcertó, se veía demacrado, muy delgado y con la vista opaca…

-¿Estás preocupado por él?

-¡Para nada!-vociferó el joven pelinegro-sólo que simplemente nunca pensé que el terminaría así-desvió la mirada de la de su amigo.

-Digamos que no le ha ido tan bien en la vida como a ti, amigo.

-¿Por qué lo dices?-la mirada violeta se centró en los ojos pasivos del pelirrojo.

-¿En verdad te interesa?

-No-contestó tajante-todo lo que sea de él me da igual-comentó ceñudo-no sé como es que sigo pensando en él y no disfruto de mi celebración-se cruzó de brazos.

-Aún no se a terminado-Hiro abrazó a su amigo y le ofreció de su copa-es momento de olvidar ese tipo de cosas y festejar en lo grande.

-Tienes razón amigo-el pelinegro tomó la copa y de un solo trago se bebió todo el contenido.

-Hey Hiroshi, Shindo no es de tu propiedad-gritó Mr. K. El joven moreno sonrió y fue a unirse al grupo de los varones, mientras que el guitarrista se quedaba pensativo.

-Aún te sigue importando él-murmuró con tristeza el pelirrojo.

Mientras que Mr. K hablaba con el festejado y halagaba a Hisoka; en el grupo de mujeres, Hiromi boquiabierta, observaba incrédula una foto.

-No lo puedo creer-musitaba con un hilillo de voz-No puedo creer que este niño sea Shuichi.

-Lo es…-comentó Noriko.

-Sabía que Shu había tenido una banda antes de formar Delerium, pero nunca pensé que fuera de pop y mucho menos que vistiera así…tiene el cabello teñido de rosa y su vestimenta…es muy llamativa-observó detenidamente la foto, en donde salían retratados Nakano, Noriko y un sonriente Shu, lleno de ese brillo que lo caracterizaba.

-Ese era mi hermano hace unos años atrás-comentó con nostalgia Maiko.

-No puedo creer que este joven sea el mismo con el que he convivido por dos años-observó detenidamente la amplia sonrisa de su amigo-parece que era muy feliz.

Dresde le arrebató la foto y la observó. La inglesa y su esposo eran los únicos conocedores del pasado del cantante, aunque desconocían ciertos detalles.

-Al parecer la vida lo ha obligado a cambiar-comentó la rubia.

-Así es-suspiró Maiko.

Mr. K invitó a las jovencitas a que se unieran al festejo. Y así, ya todo el grupo reunido, se dedicaron a beber y a recordar viejos tiempos. Los hermanos Ono escuchaban incrédulos las cosas que los amigos de Shu contaban sobre lo que su líder hizo años atrás, el aludido tan sólo bufaba y decía que no hablaran de más, pero sus amigos lo ignoraban.

Ya avanzada la noche, el grupo se había dispersado un poco, Hiromi ya más ebria que nada, bailaba con un mareado Fujisaki; los tórtolos de Hiro y Ayaka hablaban en un rincón del lugar, y entre cada frase se daban pequeños besos. Sakano yacía dormido sobre la barra, Hisoka, quien había aprovechado que la hermana menor de su senpai estaba sola, se había acercado a entablar una conversación. Mr. K y Dresde dialogaban felices en su idioma natal y Shuichi miraba a todos sus amigos con satisfacción.

-Te veo feliz-comentó Noriko, quien había ido a hablar por teléfono.

-Así es-sonrió sincero el pelinegro, dando un pequeño sorbo a la cerveza espumosa.

-Mi hija te manda felicitar.

-Vaya, aún se acuerda de mí.

-No eres una persona fácil de olvidar.

-Lo tomaré como un halago.

-Deberías-sonrió la mujer.

-Por cierto, ¿Y tu marido? Se me hace raro que no esté presente con un peculiar disfraz y haciendo comentarios impertinentes.

-Ja…mira quien lo dice, el maestro de los disfraces ridículos-el joven desvió la mirada-mi mente aún no puede olvidar la vez que te disfrazaste de colegiala, o cuando usaste una botarga de maleta…dios.

-En ese tiempo era un completo idiota-comentó serio.

-Pero eras feliz.

-Eso creí…pero al ver que él tan sólo provocaba más lágrimas, heridas en mi corazón y decepciones…me dí cuenta que estaba completamente ciego por un amor no correspondido.

-En él arte del amor, amar nunca es suficiente.

-Posiblemente…

El festejo llegó a su fin a las primeras horas de la madrugada. Nakano dejó a la banda a la entrada del hotel, en donde Hisoka tuvo que llevar en brazos a su hermana quien ya estaba inconsciente de tanto beber. Cuando Shindo entró a su habitación se dejo caer en la cama y sin muchas ganas de quitarse la ropa, cerró los ojos esperando recuperar el sueño perdido. Creía haber cerrado los ojos cuando el teléfono sonó.

-No puede ser-chilló. Tanteando la mesita de noche, tomó el auricular y con voz malhumorada contestó-¿Diga?

-Hey Shu, despabílate y alístate lo mas rápido que puedas, pues en una hora tenemos que estar en la televisora Cocodrile-ordenó del otro lado de la bocina el manager James.

-¡Cómo!-exclamó-pero…es muy temprano.

-Son las diez de la mañana.

-No lo puedo creer…-chilló.

-Te esperamos en el restaurante.

-Si…-el chico colgó y lanzó un suspiro. No había dormido casi nada y se sentía completamente crudo y lo peor, es que se le había olvidado del cansado itinerario de ese día Jueves.

Al bajar hacia el restaurante, se encontró en la primera mesa al resto de la banda y a James con muy mala pinta, sacando a conclusión que el festejo del cierre de la gira había sido en grande. Se acercó a ellos y con pesadumbre tomó asiente, la que más tenía mala pinta era su amiga soprano, quien con los ojos llorosos pedía a la mesera otro café muy cargado.

-Deberías de beber un poco de café-sugirió el norteamericano al recién llegado.

-Sólo un poco-la mesera tomó la orden y al poco rato llego con el par de cafés.

En el corto lapso en que Shu y Hiromi degustaba de su café, nadie mencionó palabra alguna. Cuando el par estuvo listo el manager habló.

-Bueno chicos, ya saben lo que tienen que hacer-dicho esto, le tendió a Ash un tubo de pomada para las hemorroides. Cada quien tomó un poco y se untó en lo ojos, pues teorías de modelos y otras celebridades decían que esa crema era milagrosa para evitar los ojos cansados. Después fueron por un poco de ensalada al bufete y ya listos y equipados, salieron del hotel por la puerta trasera, pues las fans ya estaban aglomeradas en la puerta principal. Ya seguros en la camioneta, el grupo se dispuso a relajarse y a ponerse un par de rebanadas de pepino en los ojos, verdura que habían tomado de la barra de ensaladas.

-Creo que tendremos que cambiarnos de hotel-comentó el manager, quien conducía pasivamente.

-Japón no es como Nueva York-dijo el cantante-acá las noticias se expanden en un abrir y cerrar de ojos.

-Ya nos dimos cuenta de eso-comentó Hisoka.

No tardaron mucho en llegar a la televisora, a pesar de que el tráfico era insoportable. Antes de bajar de la camioneta, dieron su último estirón y se quitaron las rebanadas de pepino. Hisoka se comió las suyas y las de su hermana; mientras que Dresde y Shu las tiraban en un cesto de basura de la entrada. Pasaron por la sección de maquillaje, en donde hicieron milagros con su aspecto desvelado y deplorable.

El itinerario de aquél día consistía en estar presentes en varios programas de la televisora, el primer programa consistía en tocar en vivo frente a un determinado público y contar algunas anécdotas entre cada canción. El segundo programa era de juegos y por último, la televisora había decido hacer un especial de Delerium, con los miembros ahí presentes y comentando sobre su origen y otras cosas.

Y así se fue el día para los agotados pero fiesteros miembros del Delerium.



Se dejó caer sobre el suave colchón, el día había terminado y el lo agradecía, podría dormir lo que quisiera pues al día siguiente no había nada por hacer. Con la idea de pasar el fin de semana en casa de sus padres, el pelinegro se quedó profundamente dormido.

Muy lejos ahí, en un bar de mala muerte, Touma Seguchi esperaba con impaciencia a uno de sus subordinados, quien después de dejar esperando más de veinte minutos al gran empresario, apareció con pinta de esos detectives con gabardina que salen en los programas de E.U.A.

-Buenas noches señor-le saludó, tomando asiento frente al rubio.

-Sabes que detesto que me dejen esperando por mucho tiempo.

-Lo siento, no fue mi intención.

-Bien…ya no importa, ¿Conseguiste lo que te pedí?

-Así es-el hombre/detective sacó un sobre grande. Con parsimonia sacó del sobre unas fotos y se las entregó a Seguchi-estas fotos son de después del primer concierto de la banda de Shindo Shuichi-en las fotos se podía apreciar al cantante hablando con su cuñado, pasó a la siguiente y su estómago se revolvió, pues en la foto se veía a la pareja besándose, en las siguientes fotos se veía a Tatsuha que intervenía y se llevaba lejos a su hermano mayor-Estas otras son de la firma de autógrafos de la banda, esto sucedió ayer por la mañana-el hombre le tendió otras fotos en donde se veía a Yuki abrazando a Shuichi-y estas son del mismo días pero en…

-Ya es suficiente-le interrumpió con tono tajante el empresario. Sacó de su saco un pequeño paquete y se lo tendió al hombre-gracias por tu trabajo, te llamaré cuando te necesite.

-Muchas gracias-el sujeto sin más recibió el paquete y salió del lugar.

Touma apretó la mandíbula al ver de nuevo la foto en donde la pareja se besaba.

-Veo que sigues siendo el mismo necio de siempre, mi querido Eiri-masculló entre dientes-y por tu necedad me obligas a tomar medidas drásticas-arrugó la foto-creo que ya es momento de hacerle entender a ese mocoso que no es bienvenido en Japón.



Al día siguiente, el joven Shindo ya más descansado y de mejor humor, se alistó, desayunó sólo pues sus compañeros aún dormían y sin más, se dirigió hacia la casa de sus padres.

Una amplia sonrisa se dibujo en su rostro al ver el suburbio en el que tiempos muy lejanos viviera en compañía de sus padres, respiró hondo y disfruto de la tranquilidad que el lugar le ofrecía. Nervioso se plantó frente a la puerta de su hogar y con la mano trémula tocó el timbre. La cara de su madre se iluminó al ver a su hijo frente a ella, lo llenó de besos y abrazos. Su padre y Maiko se encontraban fuera, cada quien en su respectiva actividad, por lo que madre e hijo disfrutaron uno del otro. Bebiendo té verde, el joven le contó todo lo vivido en Nueva York, sus amigos y la banda que ahora lideraba. Después de una larga charla, el joven decidió subir a su habitación para acomodar el poco equipaje que llevaba.

Los recuerdos de un pasado lejano lo rodearon cuando hubo entrado a su antigua habitación, la cuál seguía intacta. ¿Desde cuando no estaba en aquella habitación?, se preguntó, y después de hacer sus cálculos se dio cuenta que casi lo que duró su relación con Yuki el joven no había ido a visitar a sus padres. Un sentimiento de culpa atravesó su corazón. Dejó el morral en la cama y observó con nostalgia todo a su alrededor, los pósters de Nittle Gasper, su PC vieja, su pequeño y austero armario, pero lo que más llamó su atención fue un pequeño cuadro que colgaba en una de las paredes azules de su recámara, se acercó y lo observó con detenimiento, aquél cuadro no era una pintura, para nada, era un ramo de jazmines seco, el cuál había sido regalado por su ex amante aquella vez en el que el jovencito había caído enfermo.

-Comienzo a creer que por más que lo intente, no puedo huir de ti-comentó con una sonrisa sarcástica-Tu presencia y recuerdos me siguen a todos lados…y a pesar de que he tratado de olvidarte, tu fantasma se aferra a mi consciencia…en verdad eres un fastidio…Eiri Usegui.

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