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Caballeros por zion no bara

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Notas del fanfic:

Pues esta es la otra historia, mientras iniciaba originalmente Odisea y Caballeros eran la misma trama pero poco a poco se fueron separando hasta que me decidí por dos tramas, espero que les guste pues a mi me gustó hacerlas, no se que tan bien estén pero me agradaría saber sus comentarios.

Notas del capitulo: Pues es la primera parte, a ver que les parece.

Capítulo I 

Los tres hombres habían viajado sin parar por los pasados cuatro días, desde su sitio ya podían divisar las grandes torres de la fortificación a la que se dirigían, dos días de su viaje los habían pasado viajando casi de manera ininterrumpida para atravesar entre peligros y riesgos líneas enemigas, además de tener que lidiar con cruzar la impresionante barrera montañosa que los separaba de su destino. El primer día de su viaje fue largo pero sin incidentes de ninguna clase y los tres viajeros pudieron abrirse paso al sur a través de los montes adyacentes patrullados por oponentes hasta llegar a las tierras al otro lado que constituían una especie de entrada natural a su destino. Llegados a los desfiladeros de las montañas estos se encontraban vigilados por partidas de enemigos y parecía imposible cruzarlos sin luchar. Tuvieron que mostrarse sagaces para engañar a los enemigos y aprovecharon la oportunidad para adentrarse en las montañas. La complicada tarea de llegar al extremo sur fue conseguida tras eliminar a los enemigos que encontraron en el camino, se detuvieron solo unos momentos para descansar y serenarse.

A la luz del crepúsculo del cuarto día el horizonte rojizo iluminaba el oeste y los tres observaron su destino. Sentían el cuerpo cansado y adolorido, la falta de descanso y sueño los hacía estar un poco menos ágiles de lo que normalmente eran pero sus cinco sentidos estaban atentos y su ánimo terminó de elevarse cuando llegaron a ese momento en el que podían ver su destino delante de ellos.

Con las continuas batallas no se podía saber nada claramente, solamente se podía tener fe en que las cosas mejorarían y que todo de alguna manera resultaría de la mejor manera, las tierras estaban demasiado conmocionadas como para suponer algo más o esperar por menos, realmente se debía tener confianza en que las noticias que llegaran fueran favorables para todos.

--Alguien se aproxima-gritaba un centinela.

--¿Reconoces su estandarte?-preguntaba alguien en el interior de la fortaleza.

--Aún están lejos.

El guardia se mantenía muy atento a cualquier indicación de quienes se tratara, no creía que fuera un enemigo pues hubiera sido suicida acercarse de esa manera a ellos pero nunca estaba por demás mantenerse precavidos, no era una época en la que se pudiera estar a salvo; bastaron unos segundos para saber que las cosas estaban en orden pues se trataba de tres jinetes solamente y no había motivos para preocuparse.

--¡Abran las puertas!-gritó el centinela que ya había reconocido a los recién llegados.

Las enormes puertas de madera y metal fueron abiertas y al distinguir a las tres figuras se abrió la segunda puerta que era realmente una enorme reja de metal aunque tuvieron que esperar a que primero se cerrara la primera puerta, era una medida de seguridad para la tranquilidad de algunas personas.

Los tres recién llegados habían viajado sin descanso ni espera, tan solo necesitaban llegar para dar las noticias de lo que sucedía más allá de lo que se alcanzaba a ver en esa fortaleza que por demás parecía ser desconocida para los demás; sin embargo eso era algo bueno, no tenía sentido que atrajeran demasiado la atención de todas maneras, la discreción los ayudaba sin duda.

Los tres jinetes desmontaron y se dirigieron al interior de la construcción para dar un informe de lo sucedido a la única persona ante la que se inclinaban y eso era bastante decir.

--Su majestad-dijeron los tres al mismo tiempo colocando una rodilla en tierra.

--Que bueno que han llegado-respondió el alto hombre frente a quien se inclinaban-De pie, no son hombres que puedan permanecer de esa manera.

Los tres caballeros se incorporaron y miraron al rey, único personaje de todo el reino ante quien ellos mostraban respeto absoluto y lealtad incondicional.

--Espero que se encuentren bien-les dijo el rey.

--Si su majestad-respondió un hombre de cabello azul y ojos verdes.

--Deseábamos regresar cuanto antes-dijo uno de cabellos oscuros.

--Esperamos que las novedades sean de ayuda-dijo uno de cabello azul y ojos azules.

--Mis fieles amigos ¿Qué ha sucedido?-preguntó el rey.

--Los grupos que se encuentran en las fronteras al oeste tienen todo bajo control-dijo el primero.

--No hay más conflictos en la región del sur, se acabó con los salteadores-anunció el segundo.

--Los que atacaron en el norte ya fueron juzgados y sentenciados-comunicó el tercer hombre.

--Me da gusto escucharlos-dijo el rey-Siempre es bueno verlos con bien y es aún mejor cuando son noticias de este tipo.

Los tres hombres no pudieron sino sonreír, siempre habían apreciado que su señor los tratara con afecto y ellos se lo agradecían.

--No espero que sigan aquí-dijo el rey-Será mejor que descansen, lo merecen sin duda, cuando estén listos y más frescos espero que podamos hablar.

Los caballeros inclinaron respetuosamente la cabeza y se quedaron inmóviles mientras su señor se retiraba pues sin duda tenía más cosas que atender, solo cuando el caballero se había retirado ellos pudieron hablar entre si.

--Parece que las cosas se tranquilizan-dijo el primero que había hablado.

Los otros dos sin duda estaban de acuerdo. Se retiraron para descansar, mientras caminaban a sus habitaciones para descansar algunos otros miembros se detenían para saludarles y darles la bienvenida, ellos respondían con seriedad, seguían caminando en silencio. Sin duda eran hombres que llamaban la atención, no solo eran unos excelentes caballeros guerreros sino también hombres con un algo en especial que podían hacer voltear a cualquiera.

Desde muy jóvenes se habían encontrado juntos para entrenar, se habían hecho unidos y muy cercanos, nadie dudaba de sus capacidades, eran excelentes combatientes y leales servidores a su majestad, además eran hombres especiales. Saga era un alto y atractivo hombre de cabellos azules y ojos verdes, Shura era varonil y apuesto de ojos y cabellos negros, Camus era un guapo caballero de ojos y cabellos azules, nadie dejaba de ver su apostura, valentía, lealtad. Se sentían afortunados de ser quienes eran y de poder servir a la corona y la gente cerca de ellos también estaba segura de que fueran caballeros del reino.

Los momentos por los que atravesaban todos en el reino se podían considerar complicados, nadie estaba exento de algún tipo de problema pues de una manera o de otra los conflictos que se levantaban estaban afectando a todos en el lugar, desde el este al oeste y del norte al sur, en los años anteriores parecía que todo se complicaba más para el reino, de alguna manera parecía que los problemas se acentuaban y ellos no terminaban de explicarse ese sentimiento en su interior que parecía decirles que algo no estaba normal en su situación, era como un sentimiento que les impedía estar tan tranquilos como querían aparentar.

--Espero que podamos descansar-dijo Camus.

--Nos hará bien tener tiempo para relajarnos, al menos un par de días-comentó Shura-Confieso que me hace falta.

--¿En verdad? Cualquier otro creería que eres de acero y que nunca te cansas, te he visto cabalgar sin descanso, era más sencillo que se cansara el pobre caballo que tú.

--No se que te sorprende de eso, tú eres igual.

Mientras ellos dos conversaban no dejaron de notar que su otro compañero guardaba silencio, no era tan extraño eso sino que ellos dos sentían que algo más sucedía en el de ojos verdes.

--¿Pasa algo Saga?-preguntó Shura.

--¿Por qué preguntas?

--Porque tienes algo en tu expresión que nos lo dice-dijo Camus-Siempre eres silencioso pero es un silencio común, el que tienes desde que regresamos es para estar inquietos.

--No puedo negar que me conocen muy bien.

--No hemos estado a tu lado desde hace tanto para no haber aprendido nada.

--¿Qué pasa Saga?-preguntó de nuevo Shura.

--No me siento tranquilo-fue la respuesta terminante del de ojos verdes-Es solo que me parece que todo lo que está sucediendo en el reino no es normal.

--¿Qué piensas? ¿Qué es provocado?

--Creo que alguien se está tomando muchas molestias para crear conflictos al rey y me temo que lo esta haciendo muy bien.

Por el silencio que guardaron los otros dos en los primeros momentos no tardó en darse cuenta que ambos compañeros pensaban más o menos lo mismo que él.

--Supongo que solo el tiempo nos dirá si algo está mal-concluyó Saga.

Con un gesto los tres se despidieron disponiéndose a descansar en sus propios aposentos que les brindaban privacidad y confort aunque cada uno a su manera pues aunque fueran tan unidos en realidad cada uno hacía una vida independiente de sus compañeros pero si alguno necesitaba de ayuda estaban más que dispuestos ser ellos quienes los apoyaran en lo que fuera que necesitaran, pocas personas entre ellos era tan unidas y esa mutua lealtad que sostenían levantaba ciertos cometarios.

 

De hecho a los tres los llamaban de varias maneras: los inseparables, los trillizos, y esos nombres les iban bien pues eran realmente muy unidos, se conocían desde hacía años, habían entrenado juntos y se hicieron caballeros juntos, entraron al mismo tiempo al servicio del rey pues a pesar de su juventud eran excelentes guardianes y nadie ponía en duda sus habilidades combativas y de defensa.

Su vida se había hecho común desde que entraran a un mundo que les resultaba nuevo al entrar en la corte y cada uno se amoldó a las costumbres de los otros dos. Se levantaban temprano para entrenar por las mañanas y cumplían perfectamente y más con sus deberes y en todo el cuerpo de guardias se les tenía como excelentes compañeros y camaradas, además de leales a toda prueba, rápidamente se habían hecho de un nombre en la corte.

La amistad que les unía a esos tres hombres los hacía estar juntos la mayor parte del tiempo o al menos todo el tiempo que les fuera posible, llegó a haber ciertos comentarios al respecto de esa amistad pero nunca hubo un sentimiento romántico entre ellos, era tan solo la mutua lealtad y sincero cariño y respeto que se profesaban lo que les unía y a los tres les gustaba que fuera de esa manera, a pesar de que su carácter a veces era diferente en las cosas más importantes de su vida se comprendían muy bien y sabían bastante bien quienes eran sus compañeros caballeros y amigos y aceptaban y guardaban respeto a eso pues estaban concientes de que lo que les unía eran sus principios por encima de todo y no permitían que aquello en lo que eran diferentes los separara.

En esos momentos era mejor terminar de alistarse para descansar y encontrarse en el mejor estado posible para estar de nuevo al servicio del rey que era en ese momento de su existencia la figura más importante de su vida y nunca se habían arrepentido de ponerse a su servicio ni de haberse comprometido de la manera en la que lo habían hecho para ser sus servidores y leales guerreros pues ciertamente nada era más importante para ellos tres que el poder estar bajo el servicio de la corona de Atenas en nombre de su rey que en ese momento era Zeus.

 

 

Una vez que los tres estuvieron más tranquilos, frescos y descansados era el momento de volver a sus actividades normales, les daba gusto estar de vuelta en lo que consideraban su hogar pues era el sitio al que pertenecían y al que nunca olvidarían por más lejos que marcharan, siempre sería en servicio de la corona y nunca dudaban en que regresarían. Aunque también era cierto que en los últimos tiempos parecía que esas campañas para enfrentar enemigos se hacían más frecuentes y largas. Ellos tres eran no solo de los mejores caballeros al servicio de la corona sino probablemente los más cercanos al rey y a su círculo íntimo, además para las personas del pueblo no eran solo conocidos sino también apreciados y eso se debía no solo a sus habilidades sino a su valor y a su respeto ante cualquier situación que se les presentara, habían estado a su lado en las posibles invasiones y ataques y cuando alguna catástrofe golpeaba a las comunidades trabajaban a su lado para salir adelante y habían vivido y visto todas esas circunstancias por las que atravesaban los pobladores con sus propios ojos.

Saga era el caballero de Géminis, había ganado esa armadura con su propio esfuerzo y no había duda alguna de que la merecía y era digno de usarla gracias a sus habilidades y a su inteligencia además de su actitud siempre fría ante los problemas para encontrar soluciones antes que caer abatido por las preocupaciones; Shura era el caballero de Capricornio, le iba bien esa armadura, era un hombre fuerte y valiente y serio y decidido, sus habilidades eran bien conocidas y las demostraba cuando eran necesarias; Camus era el caballero de Acuario, un honor y una responsabilidad esa armadura y el joven lo cumplía todo a la perfección, su tenacidad y su astucia eran bien conocidas además de su lealtad hasta en las pruebas más complicadas, definitivamente un gran caballero.

No se dudaba de todo lo valioso que eran esos jóvenes para el servicio de la corona, no se podría encontrar servidores más leales ni más aptos con facilidad, desde que llegaran al servicio del rey se habían distinguido en todo y sobresalieron de entre cientos, tarea nada sencilla, pero una vez que el rey confió en ellos nunca tuvo motivos para arrepentirse de su elección. Además los jóvenes caballeros tenían una particularidad más que los hacía ser apreciados.

No cabía duda que amaban esa tierra, su tierra y que harían lo que fuera por conservarla y protegerla de sus enemigos que en los últimos tiempos parecían aumentar y ser más astutos pero a pesar de las sospechas que guardaban al respecto solo eran eso: sospechas. Mientras no hubiera nada en claro les resultaba difícil saber perfectamente que camino tomar para hacerse cargo del problema. De todas maneras tenían sus sospechas pero no se atrevían a externarlas ya que no había forma de comprobar nada de lo que pensaban y era justamente por esa falta de pruebas que se inquietaban más.

 

 

Cuando los caballeros se presentaron ante el rey se dieron cuenta de inmediato que no se encontraba a solas como esperaban sino acompañado de alguien a quien no estaban del todo seguros de cómo tratar, se trataba de Hades. En realidad ese hombre era difícil de mantener cerca, al menos para ellos lo era, sentían una profunda aversión hacia él sin que pudieran explicarse el porqué pero no se engañaban en que les desagradaba desde lo más profundo de su ser aunque nunca lo demostraron pues era alguien cercano al rey. Si bien Zeus llamaba hermano a Hades no lo eran, eran medio hermanos pero siendo Zeus el mayor lo más normal y natural era que él dirigiera a su nación mientras que Hades ocupaba un sitio más discreto pero de todas maneras el rey lo había mantenido cerca aunque eso para sus caballeros era como tener una serpiente recostada en el pecho, no, tal vez la serpiente hubiera sido menos peligrosa en realidad.

--Caballeros-los llamó el rey.

Los tres hombres inclinaron la cabeza en señal de respeto pero no perdieron de vista la forma en la que Hades parecía observarlos, como si tratara de adivinar algo en ellos pero eso no les importaba en esos instantes en los que era por mucho más importante solucionar otras cuestiones.

--Deseo que se queden un poco de tiempo aquí-les comunicó el rey-Será bueno que descansen un poco y ya que me dicen que las cosas están bajo control no será necesario que se marchen de nuevo a la capital.

--Seguimos sus órdenes mi señor-dijo Saga pero hablaba por los tres.

--Entonces no tengo nada más que decirle excepto que descansen un poco, cuando sea el momento les llamaré y les diré cuando partiremos.

--¿Planea dejar la fortaleza?-preguntó Shura.

--Quisiera regresar a la capital y ver que mi hija este en un ambiente menos complejo.

Tratándose de su familia Zeus era un hombre muy apegado a la tradición y a la sencillez pues su familia era lo más importante de su vida, sobre todo su hija.

--Estaremos listos para lo que nos ordene-dijo Camus.

Y parecía que sería todo lo que debían saber aunque la conversación entre los otros dos hombres continuó cuando ellos se retiraron.

--¿Cuándo planeas regresar a la capital Zeus?

--Dentro de poco Hades, solo unos días.

--¿Crees que sea prudente?

--No hay motivos para no hacerlo.

--Los caminos están llenos de peligros, nunca se sabe cuando se podrá ser víctima de la violencia que corre en estos días.

--A veces creo que ves la vida de una manera muy oscura hermano, no debes ser tan negativo en creer en las personas.

--Es mi manera de ser Zeus, como la tuya es ser confiado.

Como parecía que no se dirían nada más Hades se retiró mientras que su medio hermano Zeus se quedó pensando un poco más, su hermano era complicado pero no dudaba de él pues eran familia, aunque hubiera quienes ya le habían advertido que no debía ser tan confiado de él no les hacía caso, Hades tan solo era un poco complicado pero no era un mal hombre, a sus ojos tan solo tenían personalidades diferentes y por eso veían las cosas de manera distinta pero él le tenía un afecto sincero. Cuando fuera el momento de volver a la capital partirían juntos como la familia que eran, tan solo esperaba que los conflictos en verdad terminaran para poder hacerlo.

Respiró con profundidad y se decidió por ir a ver a su hija, mientras tuviera tiempo deseaba compartirlo con ella, además estar al lado de la pequeña eran los momentos de verdadera paz que encontraba en el entorno en el que generalmente se movía, después tendría que volver a hacerse cargo de sus obligaciones y responsabilidades pero estaba conciente de que sus deberes eran con su pueblo primero y estaba dispuesto a trabajar duro para proteger a los suyos. De inmediato sus pensamientos se centraron solamente en su hija: Saori. Sin duda estaría más tranquilo cuando pudiera verla y saber que estaba bien.

 

 

El reino de Atenas era un sitio tranquilo y fructífero, bajo el reinado del rey Zeus parecía que todo era solo prosperidad, este caballero era un buen gobernante que había dedicado su vida a cuidar de todo su reino y de su gente, al menos fue de esa manera hasta la abrupta muerte de su esposa. La reina había sido el amor de su vida, una dama dulce y gentil que parecía tan solo vivir para su esposo y su hija y ayudarlo a él en todo lo que le fuera posible. Cuando Sasha, la reina, había muerto el rey sintió que solo le quedaba su hija.

Saori había sido una niña más bien solitaria, siendo como era la hija de reyes no podía haber cerca de ella demasiadas personas y menos de su edad, además siempre había contado que la muerte tan temprana de su madre hubiera llenado de una especie de melancolía el sitio en el que vivía, ya fuera una propiedad en el campo o un palacio, siempre se convertía un sitio en el que todos procuraban no comentar nada de la fallecida reina pero justamente ese silencio recordaba constantemente que la señora ya no estaba.

De todas maneras no había estado del todo sola y eso se debía a una combinación de hechos más o menos incidentales pero no malintencionados.  

La pequeña Saori no sentía antipatía por nadie, quería a su padre con ternura, era atenta con sus gobernantas, confiaba en los caballeros de su padre y sentía un afecto infantil lleno de respeto por su preceptor pero todos ellos eran gente grande, gente seria con ocupaciones y Saori sería una princesa pero también era una niña y quería actuar como una, quería estar alegre y hablar con alguien, jugar con compañeritos pues su niñez quería niñez.

En todos los lugares debía actuar como princesa, no había con quien reír, con quien jugar. Saori no era desobediente pero si se escapaba de sus gobernantas era porque necesitaba divertirse. En una ocasión le pidió una mascota a su padre pero el rey se había negado.

--No es apropiado-fue la respuesta.

Meses después de fallecida Sasha, su madre, Saori había sido llevada a otra región para que descansara en una casa de campo, más bien una fortaleza, pero a la niña le dijeron que era una casa de campo. Estando ahí su padre se encargaba de varias cosas y a ella se le permitía curiosear por los alrededores, finalmente era una niña y no le costaba trabajo escabullirse de quienes tenían la obligación de vigilarla. E incluso el encanto de esa niña de cabellos morados tenía una influencia muy larga que alcanzó a los tres caballeros de su padre.

En cierta ocasión Camus, Shura y Saga esperaban en una habitación al rey y comentaban algunas situaciones que debían ser supervisadas cuando les dio la impresión de que alguien más estaba ahí, de inmediato se pusieron alertas y se colocaron en diferentes lugares de la habitación pero no hizo falta demasiado para que descubrieran al intruso. Saga levantó un mantel y vio que debajo de la mesa estaba Saori escondida.

--Señorita Saori-la llamó un poco sorprendido.

Pero en ese momento entró una de las gobernantas de la niña.

--Caballeros.

Ellos la saludaron formalmente.

--¿La señorita Saori ha estado en la habitación?

La niña les hizo señas de que por favor no dijeran nada.

--No-respondió Saga.

Sin más la mujer se retiró y ellos tres pudieron saber de que se trataba eso.

--Señorita Saori-la llamó de nuevo Saga.

La niña salió de debajo de la mesa.

--No quiero ir a mi habitación-respondió la niña.

--Debe estar atenta a quienes vigilan por su bienestar-fue la respuesta de Camus.

--Nunca me dejan jugar con nadie.

--Debe aprender cuanto antes que es una princesa-dijo Shura.

--¿Y por eso no puedo tener amigos?

Los tres tan solo pudieron mirarse entre si, era un razonamiento bastante justo y que debía considerarse seriamente.

--Ni siquiera me dejan tener una mascota-dijo la niña apretando los labios de manera particular.

Ellos sabían que era verdad, aparentemente ser un hijo de la monarquía se traducía en ser retirado cualquier rasgo de infancia que cualquier otro niño tendría y eso no dejaba de ser triste de cierta manera.

--Será mejor que regrese a su habitación-dijo Saga.

--¿Me llevas?-dijo la niña extendiendo sus brazos.

Y Saga, que era un hombre por demás serio, sonrió solamente y la cargó pero en ese momento recordó que debía ir a otro sitio.

--Debo ver lo de las monturas-dijo Saga.

--Nosotros la llevamos-dijo Camus.

Shura no dijo nada pues quedaba implícito en el nosotros que también le tocaba llevarla a su habitación. Y mientras el de ojos verdes debía hacerse cargo de algo oficial ellos no se libraron de hacer algo más cuando llegaron a la habitación de Saori, estaban por irse cuando la niña de cabellos morados le tomó la mano a Shura, el de cabello oscuro volteó y ella les habló a los dos.

--¿Por qué no jugamos a algo?

--Señorita Saori, nosotros...

--Por favor.

Y lo dijo mirándolos que parecía que iba a llorar.

--Está bien.

--Como Shura se queda yo...

--No me dejas solo aquí Camus-dijo en voz baja el de ojos oscuros.

Así que el de cabello azul también se quedó y cuando Saga, un par de horas después, los buscó llegó a la habitación de Saori y encontró a sus compañeros y amigos caballeros sentados en el suelo con unas muñecas.

--Señorita Saori-dijo el de Géminis.

--Saga-lo saludó la niña--¿No juegas con nosotros?

--Lo lamento, su padre nos llama a los tres.

--Oh.

Poco después los tres iban por el pasillo pero Shura y Camus notaban claramente que Saga tenía una expresión muy particular.

--¿Estaban...--trató de preguntar finalmente el de ojos verdes.

--Dices una palabra y te mueres-lo interrumpió Shura con un siseo.

Y la mirada de Camus no dejó dudas de lo que pensaba así que Saga se limitó a aguantarse las ganas de reírse. Pero eso no evitó que los tres se quedaran pensando un poco en su situación pues no había dudas de que querían a esa niña por si misma y no solo por ser una princesa, la pequeña tenía cierto dulce encanto que los ayudaba a recordar que eran personas además que guerreros y fue probablemente por ver que Saori necesitaba niños de su edad cerca que apoyaron algo que incluso su rey hubiera cuestionado.

 

 

Cierto día ellos tres iban charlando sobre algunas cuestiones del viaje a la capital mientras pasaban por los jardines que contaban con altos setos podados con esmero y árboles, en eso oyeron lo que les pareció unos gritos y se acercaron de inmediato, lo que vieron los dejo sin palabras: Saori, a quien su padre trataba como una figura de porcelana y usaba vestidos de seda bordada con pedrería, estaba arrastrándose por la tierra para salir de debajo de un arbusto, el vestido tenía varios jirones y estaba bastante sucio.

--Señorita Saori-dijeron al mismo tiempo sorprendidos los tres.

--¿Qué es lo que esta haciendo?-preguntó Shura.

--Estoy cazando un conejo-fue la respuesta como si nada de la niña.

--¿Un conejo?-dijo Camus-Aquí no hay conejos.

Pero no tardaron en escuchar otros gritos y vieron a unos niños gritando, de inmediato la de cabello morado corrió en la misma dirección y sin ningún problema derribó a un pequeño niño de cabello castaño que era el que corría delante del grupo.

--¡Te atrapé conejo!-gritó Saori.

Se rieron por unos momentos pero los otros niños al ver a los adultos se quedaron muy silenciosos. Los tres caballeros se acercaron para tener una explicación.

--¿Quiénes son ustedes y qué hacen aquí?-preguntó Saga.

Pero los niños no respondían y la respuesta llegó de otra parte.

--No se inquieten y vayan a jugar.

Los hombres voltearon y vieron acercarse a Dhoko, en aquellos momentos el caballero de los ojos verdes era preceptor de Saori, un hombre muy inteligente y a quien el rey tenía confianza, la suficiente para que le pidiera que educara a su hija.

--Mira Dhoko-dijo sonriendo Saori-Atrapé al conejo.

--Que bien, ahora sigan jugando.

Pero parecía que nadie se movía.

--Anden, sigan jugando-repitió Dhoko.

Los niños los miraron unos instantes pero se retiraron un poco, dejando a los hombres con dudas. Ciertamente que los tres le tenían un gran respeto al caballero castaño delante de ellos, era extranjero de nacimiento pero fiel a la monarquía de Atenas, pensaba con claridad y no se dejaba involucrar en intrigas de ninguna clase y no buscaba poder personal ante lo cual no se mostraba ambicioso por entrar a la política y siempre mostraba su deseo de servir a la corona.

--¿Qué sucede aquí Dhoko?-preguntó Shura.

--¿Quiénes son esos niños?-quería saber Camus.

--¿Hay algo que debamos saber?-indagó Saga.

--Son niños y están jugando, es lo que deben saber-respondió Dhoko-Deciden quien de ellos es el conejo y los demás lo persiguen hasta que lo atrapan, entonces eligen a otro para ser el conejo.

--Sabes bien que no es lo que preguntamos-dijo el de cabello negro.

--Si lo que quieren saber es sobre los antecedentes de los niños pues todos son hijos de gente decente y trabajadora, no de familias reales, pero ser leales al rey y no criminales debería ser suficiente para todos.

--Dhoko-presionó un poco más Camus.

--Los de cabello negro son mis ahijados, el de cabello rubio es hijo de uno de los halconeros de su majestad, el de cabello azul y el de cabello verde son hermanos y su familia trabaja en los jardines, en cuanto al castaño sus padres trabajan en el establo.

--No parecen buenas compañías para la princesa Saori-dijo Saga.

--No puedo decir si son convenientes pero antes de negarse a que los trate por favor respóndanme algo ¿habían visto a Saori tan contenta desde que murió su madre?

Los tres la observaron, la niña reía mientras se perseguía con los otros, era verdad, no la habían visto tan contenta desde hacía mucho, correteando y riéndose en compañía de otros niños; solo por eso ninguno dijo nada mientras que las clases de Dhoko duraban una hora menos que era la que tenía Saori para jugar con los otros niños.

Además sus nuevos compañeros le dieron un día un regalo a la pequeña, algo que añoraba y no podía tener.

--Es un perrito-dijo la niña de cabellos morados cargándolo.

--Lo trajimos para ti-le dijo el castaño que se llamaba Seiya.

En realidad se trataba de un perro-lobo pero a ella no le interesaba tanto eso. Como no podía tenerlo cerca Dhoko le dijo que él lo cuidaría pero siempre podría verlo.

--¿Cómo lo vas a llamar?-le preguntó el rubio, Hyoga.

--Creo que...Nike.

De esa manera también Nike formó parte de los juegos de los niños y parecía que las cosas seguirían iguales pero no fue así, un día los planes para irse quedaron listos, era momento de irse.

 

 

Como los planes para partir estaban en marcha no hacía falta más que delimitarlos correctamente pues no podían permitirse fallos de ninguna clase, la seguridad del rey y su hija no era algo que se dejara al azar de ninguna manera, tenían que estar supervisados todos los detalles y ninguno más importante que saber que los caminos no eran peligrosos.

Tanto Saga como Camus y Shura estaban muy atentos a sus labores, por lo que sabían gracias a las noticias de exploradores no se veía una partida de ninguna clase, no se habían dado enfrentamientos, la calma era un hecho pero por alguna razón ninguno de ellos confiaba en que era en verdad de esa manera, era un ambiente frío que no tenía que ver con el clima, simplemente un sentimiento en su interior no les permitía el sentirse cómodos con lo que pasaba.

--¿Todo está listo Saga?

--Todo listo Shura.

--¿Camus?

--Todo está en orden-respondió el caballero de ojos y cabellos azules.

--Entonces parece que no queda nada más por hacer-dijo el de cabellos oscuros.

Pero por alguna razón los tres guardaron silencio como si quisieran decir algo más y el primero en hablar fue Camus.

--No se porque no me parece una buena idea.

--Si el rey lo ordena solo podemos obedecer-dijo Saga.

--Si pero aún así no me siento cómodo con esto de volver a la capital.

--Yo tampoco-dijo Shura-Toda está calma para que podamos marcharnos no puede ser normal.

--Aunque desconfiemos-intervino Saga de nuevo-No podemos hacer otra cosa que obedecer.

--Tú también desconfías.

El de Géminis volteó a ver a su compañero de Capricornio como si buscara una explicación a lo que terminaba de decirle.

--Dijiste desconfiemos Saga, te incluiste en nuestros temores, tampoco crees que sea buena idea-explicó Shura.

--Temo por la seguridad de la capital-se sinceró el de cabello azul y ojos verdes-No puedo estar tranquilo de saber que vamos ahí.

--¿Pero porqué?-preguntó el de Acuario--¿Por qué los tres tenemos esta misma inquietud?

--No parece sensato si lo pensamos con algo de calma-comentó el de cabellos oscuros.

--¿Por qué no nos dices todo lo que piensas Camus?-preguntó Saga-Tus instintos siempre han sido buenos ¿Qué es lo que más te inquieta? ¿Irnos? ¿Crees que debemos pedirle al rey que reconsidere quedarse?

Al ver la forma en que esperaban su respuesta los otros dos caballeros el joven de Acuario sintió que era un poco tonto lo que sucedía pero era mejor que se los dijera abiertamente, siendo así respiró con profundidad y mirándolos directamente les explicó lo que sucedía.

--Cuando hablamos con el rey-decía Camus-Me sentí muy inquieto en ese momento.

--¿Por qué?-preguntaron los otros dos.

--Fue ver a Hades en la misma habitación, el saber que estaba a su lado, no se, sentí una especie de escalofrío y no confió en él cerca para nada que tenga con ver con la corona.

Sus amigos parecían sopesar sus palabras pero después de unos momentos hablaron de nuevo.

--El rey confía en él-dijo Shura.

--Aunque tal vez no debiera hacerlo-agregó Saga.

Y los tres aparentemente pensaban lo mismo pues las palabras del de Acuario habían explicado su inquietud: Hades. A veces parecía que ese hombre podía estar en diferentes sitios y dominarlo todo apenas sin que se dieran cuenta de ello, no era solo que no confiaran en él, sino saber que el rey confiaba plenamente en él, eso era un motivo de preocupación para los tres y la idea de dejar la fortaleza para volver a la capital no les convencía porque Hades iría también. Definitivamente no confiaban en ese hombre.

Pero obedecerían las órdenes que se les daban.

 

 

Cuando todo estuvo listo era una mañana muy temprano, el rey Zeus había subido al carruaje llevando en sus brazos a su hija que aún dormía y solo Hades, por ser su hermano, podía subir a su lado. Los demás iban en diferentes grupos y con sus tareas delimitadas perfectamente. Quienes iban adelante y partieron antes que todos fueron justamente los tres caballeros de Géminis, Capricornio y Acuario; ellos tres iban adelante pues se ofrecieron para resguardar los caminos y asegurarse que no había problemas de ningún tipo

El camino durante el viaje no ofreció mayores problemas y como parecía que las cosas estaban en calma no pasó nada durante las horas de viaje que indicara alguna dificultad para los viajeros, además el clima incluso parecía estar de acuerdo en que marcharan a un nuevo destino. En el interior del carruaje el rey tan solo contemplaba como su hija iba mirando atentamente y con discreción por las persianas de las ventanillas ya que no podían llevarlas abiertas; escuchaba a la pequeña de cabellos morados decirle todo lo que veía y pedirle emocionada que también lo viera y su padre lo hacía.

No habían tenido tanto tiempo juntos como les hubiera gustado y por eso apreciaban cuando la vida les daba la oportunidad de convivir un poco y sobre todo lejos de todas las miradas de personas que esperaban un comportamiento muy estricto y rígido en ellos. Aunque también fue por ir tan entretenido con su hija que Zeus no se daba cuenta que la tercera persona en la escena los miraba demasiado atentamente y de una forma que no resultaba agradable.

Hades nunca había querido a su sobrina. Nunca. Era un obstáculo en toda su vida y todos sus planes. Sin esa niña él hubiera tenido posibilidades de llegar al trono y llevar la corona pero nació y lo complicó todo para él. Y Zeus no ayudaba a que las cosas se manejaran de la manera en que debían hacerse ¿Por qué siempre hablaba tanto del pueblo? ¿Qué les importaba eso a ellos? Lo que contaba era reinar y que los demás entendieran quien era el rey. Si él hubiera sido el mayor...si él hubiera sido el rey...

Avanzaron sin problemas hasta llegar al palacio real de Grecos, un hermoso y espléndido sitio que se consideraba una joya de arquitectura y de la historia, no solo era su tamaño sino el perfecto sentido del equilibrio en todo lo que mostraba y que aún a la distancia podía percibirse; sin importar en que sitio de la capital se encontraran se podían divisar sus altas torres y los ondeantes estandartes al viento. En cuanto la comitiva entró a la ciudad las personas ya los esperaban y sabían que estaban en camino ya que Saga, Shura y Camus habían precedido su llegada. Y la gente sabía muy bien que los tres estaban donde estaba el rey.

Una vez en las puertas de palacio el carruaje se detuvo, primero descendió Zeus y Saori de un saltó para bajar sin esperar por una sola palabra.

--Saori-la llamó su padre.

--¿Qué? Nadie me vio-dijo la niña.

--Ellos te vieron-y dijo eso el rey refiriéndose a sus caballeros que esperaban inmóviles a la entrada.

--Pero no van a decir nada ¿verdad que no van a decir nada?

Y los tres hombres tan solo sonrieron. El rey no quiso decir más nada del asunto pues no estaría bien que discutiera ni reprendiera a su hija delante de otros, se limitó a tomarla en brazos para entrar al palacio donde ya los aguardaban.

Sus caballeros aún sonreían pero esa sonrisa se les fue en cuanto vieron a la persona que faltaba por bajar del carruaje, Hades pasó a su lado con frialdad y solo entonces ellos también entraron al palacio; seguían inquietos por todo lo sucedido y sus presentimientos pero era más importante en ese momento tan solo atender a lo que les era indicado.

 

 

Los primeros días desde su llegada fueron muy tranquilos, demasiado tranquilos, de repente era como si no hubiera un solo problema por los alrededores ni nada de lo cual preocuparse pero no ayudaba ninguno de esos informes a que los tres caballeros del rey se sintieran más tranquilos sobre lo que pasaba a su alrededor ante lo cual con frecuencia estaban haciendo recorridos por los alrededores pero siempre era lo mismo: nada sucedía.

Al menos así hubieras seguido siendo de no ser porque hubo lo que en un principio parecía un pequeño incidente a las afueras de la capital en un mercado de pescado. Ya que la costa no era cercana era un sitio único para acceder a los productos del mar, el problema había sido aparentemente de la nada. Unos vendedores que no estaban conformes con el precio que les pedían por el pescado los proveedores, se habían insultado y llegaron los golpes, bien podría haber sido solamente una pelea pero de alguna manera degeneró en algo más, ya no eran solo unas personas sino todo el lugar el que parecía en guerra.

El conflicto fue tal que tuvieron que intervenir los guardias de los alrededores pero no fueron suficientes, se llamaron más guardias y el conflicto de unos vendedores se convirtió en una verdadera revuelta. El conflicto llegó a los oídos de Saga, Shura y Camus que estaban en una de sus patrullajes y no dudaron en intervenir para restaurar el orden. Lo que vino después fue extraño.

El asunto era que aparentemente en cuanto ellos tres entraron en la escena las cosas empezaron a tranquilizarse y a aclararse, por alguna razón que no se explicaban parecía como si parte de la gente que había estado azuzado el encuentro se hubiera esfumado sin dejar rastro.

--Algo pasa aquí-dijo Shura sintiéndose tenso.

--Claro que sucede-dijo Camus-Pero ¿Qué puede ser?

--Esta pelea es extraña-agregó Saga-Algo no anda bien.

Por unos instantes guardaron silencio pero fue como si al mismo tiempo los tres se dieran cuenta de algo.

--Estamos fuera de la capital-dijo Shura.

--El conflicto de frenó apenas aparecimos-dijo Camus.

--El rey está en palacio...solo-dijo Saga.

No necesitaron siquiera mirarse para ponerse en marca haciendo correr a sus caballos como nunca en su vida, tenían que estar en palacio de inmediato.

Vieron las altas torres a la distancia y los estandartes pero al irse acercando supieron que algo estaba completamente fuera de control. La capital había sido atacada por un grupo numeroso de lo que parecían rebeldes y se habían abierto paso hasta el palacio, había menos guardias debido a lo de las afueras y misteriosamente no les costó demasiado trabajo entrar sabiendo exactamente qué camino seguir.

El ataque era inminente y ellos no podían creer que fuera tal como estaban diciendo solo una bandada de rebeldes pero algo les quedaba en claro: tenían que estar al lado del rey. Siendo así corrieron sin detenerse ante nada ni nadie, a todo aquel que trató de cerrarles el paso no dudaron en eliminarlo fría y eficazmente, no iban a detenerse en esos momentos. Cuando llegaron a la habitación principal, la sala del trono, la encontraron cerrada, eso era un obstáculo pero no uno que los hiciera desistir, se miraron apenas un segundo y no tardaron en usar sus armas y su fuerza para abrir la puerta, cuando lo lograron les pareció que el sitio estaba vacío pero una segunda mirada les demostró que se equivocaban: había una persona ahí.

Al acercarse y darse cuenta de quien era se sintieron desfallecer: se trataba del rey. Estaba en el suelo malherido sin duda y parecía por el rastro de sangre que venía huyendo pero no sin haberse defendido valientemente. De inmediato estuvieron a su lado dispuestos a brindar cualquier auxilio pero ya no había mucho por hacer.

--Su majestad-lo llamaron los tres a la vez.

El caballero parecía concentrar sus fuerzas para hablarle aunque no le resultaba sencillo, movía los labios pero no se comprendía lo que decía, tuvieron que inclinarse más para poder escuchar su voz que era apenas un murmullo audible.

--Saori...Saori...

Hasta la muerte lo más importante para él era su hija pero no era todo el mensaje.

--Saori...cuídenla...Hades...

Pero no pudo decir más, arrojó sangre por la boca y el que una vez fuera el rey expiraba en brazos de sus más leales y cabales caballeros, los cuales sintieron que el dolor los embargaba por lo ocurrido pero quedaba esa última tarea que les había sido encomendada.

--La cuidaremos-juraron los tres.

Se hubieran quedado lamentándose un poco más pero no podían.

--¿Dónde esta Saori?-preguntó Saga mirando a sus compañeros.

Tenían que encontrarla de inmediato, quien había atacado a su padre no dudaría en atacarla a ella también.

 

 

Los tres salieron corriendo de la habitación del trono, el fallecido rey era importante pero más importante era la vida de su hija. Buscaron a los alrededores pero no veían a la niña, fueron de inmediato a su habitación y pensaron en lo peor cuando encontraron el sitio completamente revuelto, era como si hubieran buscado en todo el sitio pero no encontraran nada.

--¡Saori!

Llamaban a la niña pero no obtenían nada. Siguieron buscando y si encontraban a alguien que tratara de impedirles el paso no dudaban en hacerlos a un lado de una forma o de otra. Terminaron por recorrer varias habitaciones hasta que llegaron a una habitación continua a la que fuera la alcoba del rey, era como las otras que ya habían visto pues parecía que la habían vaciado tratando de encontrar algo...o a alguien.

Tres personas armadas entraron detrás de ellos y estaban dispuestos a enfrentarlos pero honestamente ninguno de los caballeros tuvo problemas en encargarse del inconveniente con un movimiento de sus espadas, además sus nervios se tensionaban por no saber nada de la niña.

--¿Dónde puede estar?-preguntaba Shura.

--Debemos encontrarla-dijo Camus.

Estaban en eso cuando Saga se percató de un movimiento, a un lado de lo que parecía un armario detrás de una cortina pesada y larga, era un buen escondite si se era lo suficientemente pequeño. El de Géminis se acercó con cuidado pero sin temor, sus compañeros estaban listos a lo que pudiera suceder y cuando el de ojos verdes apartó la tela encontró a Saori. La niña estaba como acurrucada en el sitio y evidentemente asustada.

--Señorita Saori-la llamó el de Géminis.

--Mi papá no esta-fue la respuesta de la niña.

Sin pensarlo más el caballero la tomó en sus brazos un poco más tranquilo de saber que ella se encontraba bien; sin duda la niña había corrido a ese sitio tratando de encontrar refugio al lado de su padre. Pero antes de que pudieran decir nada más cualquiera de los tres hombres otra persona entró a la habitación y llevaba una espada en la mano. Y se trataba de Hades. Por alguna razón el de cabello oscuro parecía sorprendido de verlos en ese sitio y en ese momento pero se controló.

--¿Qué ha sucedido?-preguntó Hades--¿Dónde está mi hermano?

--No podemos hablar de ello ahora-dijo Camus.

No querían dar explicaciones de esa naturaleza delante de la niña pero el recién llegado no pensaba mucho en su sobrina en esos momentos.

--¿Murió?-preguntó Hades con urgencia--¿Está muerto?

Saga tan solo sintió que Saori lo estrechaba más y que empezaba a llorar, le acarició el cabello solamente.

--Lo mejor es salir de aquí-dijo Shura-No podemos estar tan tranquilos mientras esto no se acabe.

--Todo está bajo control-dijo Hades.

Era verdad, la aparente revuelta estaba suprimida y ninguno de los tres dejaba de dudar de la presencia de Hades en ese sitio y en el tiempo exacto, tampoco querían imaginarse las verdaderas intenciones con las que había buscado a su sobrina espada en mano. El tiempo que siguió tan solo lo dedicaron a prepararse para el sepelio del rey y en cuidar de Saori que lloró hasta quedarse dormida en los brazos de Saga.

Lo que parecía una revuelta fue sofocada con rapidez y brutalidad, sin duda con el nuevo régimen que se levantaba era de la única manera en la que se podían desarrollar las cosas y aún faltaban otras por aclarar pero no pasó mucho tiempo para que se mostraran y Atenas estaba en un estado nuevo que lo llevaría a otra forma de vida.

Lo primero que se hizo aparte de ejecutar a quienes fueron capturados con vida fue preparar el funeral del rey, la gente estaba dolida en general pues habían servido y querido a su soberano, había sido un buen rey para ellos y se dolieron ante la idea de que una revuelta hubiera traspasado de esa manera las puertas del palacio y se lo hubiera llevado. Su hija fue vestida de luto y permaneció de manera valiente en pie durante la ceremonia pero no dejaba de notarse en sus ojos la tristeza, ahora era huérfana por completo.

Pero no hubo mucho tiempo para lamentarse, no cuando otros planes fueron puestos en marcha de inmediato y que sorprendieron a varios.

 

 

Muerto el rey quien heredaba la corona por derecho era su única hija, Saori, pero aún era una niña ante lo cual lo más natural era que hubiera una regencia, aparentemente para ese plan también había quien pudiera cumplir con el papel: Hades. Era hermano del rey, al menos era como el rey lo trataba pues en realidad eran medio hermanos pero como Zeus le tenía afecto procuraba mantenerlo cerca lo cual había causado que varias personas tomaran precauciones pero para el rey la familia era lo primero y nunca escuchó las advertencias que le dieran sobre el comportamiento de Hades que resultaba demasiado inquieto para mantenerse en una posición de sometimiento por mucho tiempo.

Fuera como fuera Hades estaba más que listo e incluso ansioso por tomar el lugar de la regencia de la corona, una vez ahí podría gobernar como siempre había querido y no perdió el tiempo para echar a andar sus planes de inmediato, hubo algunas voces alarmadas y escandalizadas por ese comportamiento en el que parecía que no se veneraría ninguna forma de respeto al fallecido rey pero Hades no escuchó nada, tan solo le importaba que finalmente la corona estaba en sus manos.

Una vez que parecía que no quedaba nada por resolver Hades se mostraba seguro de su posición, siempre había sido un hombre ambicioso, de eso nadie tenía dudas y estaba por demostrar que no quería que nadie tuviera dudas de nada de lo que hiciera como nuevo gobernante de Atenas pues era tal y como esperaba ser considerado y lo primero que hizo para validar esa pretensión fue llamar ante su presencia a todos los caballeros que hubieran servido al difunto rey.

En un principio fue amable y lisonjero, dispuesto a mostrarse como si en verdad no fuera su intención nada más que velar por los intereses de su sobrina pero no tardaron los presentes en saber que si se quería salir bien librado de esa reunión lo mejor era hacer lo que Hades les pidiera...aunque había quienes no estaban de acuerdo con eso y lo dejarían saber.

--Solo se trata de una formalidad-explicaba Hades-Tan solo deben mostrarse como leales al reino, es por eso que tienen que jurar antes de que incidentes tan terribles como los pasados se repitan.

Aún se mostraban varios rostros sin convencer pero eso no amilanaba a alguien como Hades que ya estaba preparado para tales circunstancias.

--Solo debemos hacer saber a la gente que la corona sigue en su sitio y que no hay motivos para temer por más revueltas-dijo Hades-Se debe mantener al reino en calma y para eso se necesita a alguien que gobierne, Saori es una niña, no puede estar al frente, siendo su pariente más cercano quedaré a cargo hasta que ella pueda hacerse encargarse de todo.

Los murmullos llenaron de inmediato la sala del trono y Hades hizo una pequeña señal para que la guardia se dejara ver por los presentes, estaba decidido a mostrar que quedaría al frente de una manera o de otra, ya fuera como rey o como tirano. De inmediato hubo quienes se dieron cuenta y no lo aceptaban pero ante la inminente amenaza no había mucho para escoger, siendo así los presentes empezaron a brindar el juramento en el que se nombraban como servidores de Hades y se comprometían a servirle lealmente fuera cual fuera su causa, de hecho ya habían jurado casi todos cuando alguien más llegó, tres personas que no estaban asustadas ni se mostraban dispuestas a dejarse intimidar y por lo mismo eran quienes más interesaba a Hades tener bajo control de una manera o de otra.

--Finalmente aparecen-dijo Hades al tenerlos a unos pasos-Supongo que es mejor su tardanza a una ausencia completa.

Pero los tres recién llegados solo lo miraban.

--Ya que solo faltaban ustedes tomaré su juramento frente a todos, ahora ¡Juren!

--Habrá un juramento Hades-dijo Camus-Ten por seguro eso.

--Pero ¿será el que esperas?-preguntó Shura.

--Solo tendrás el juramento que mereces-dijo Saga.

Los tres se mantuvieron erguidos y colocaron su mano derecha sobre su corazón mirando de frente a Hades con firmeza.

--Juramos ser leales a la corona de Atenas-dijo Shura.

--Juramos servir lealmente al gobernante de Atenas-dijo Camus.

--Juramos que no es rey quien gobierna en estas tierras sino reina-dijo Saga.

Hades los observaba fríamente, esos tres hombres eran sumamente peligrosos para alguien como él y no podía permitirse que lo cuestionaran.

--¿Se niegan a jurarme lealtad?-preguntó Hades.

--El cuerpo de tu hermano aún estaba tibio cuando ya colocabas la corona sobre tu cabeza-dijo Camus.

--Aún supones que puedes eliminar con un segundo juramento, un juramento falso, la legitimidad de quien en verdad debe reinar-dijo Shura.

--Nunca serás quien reine Hades-dijo Saga-Por nuestro honor y nuestro rey a quien tanto amamos juramos que no eres rey y nunca te reconoceremos como tal. Solo hay alguien que rige sobre Atenas y es Saori.

--¡¿Cómo se atreven?!-gritó Hades-No serán ustedes quienes digan lo que debe hacerse en este reino y no toleraré su arrogancia, si no juran en este momento su lealtad a mi y a mi reinado tendrán que atenerse a las consecuencias.

Nadie respiraba entre los presentes, retar de esa manera tan abierta a Hades no podía ser una buena señal, sin embargo los tres caballeros se mantuvieron firmes, nunca inclinarían la cabeza delante de ese hombre, nunca. Y así lo supo el que se nombraba a si mismo gobernante de Atenas.

--Tienen hasta el atardecer para marcharse-dijo Hades-Si continúan en este lugar haré que los ejecuten, hoy mismo se hará la proclama en la que se les reconocerá como traidores.

Los tres lo miraron pero no se inmutaron, no les importaba lo que ese hombre pudiera decir, a ellos la única palabra que podría importarles era la que juraron al difunto rey y a nadie más. Siendo así se dieron media vuelta y salieron de la sala sin mirar a nadie ni hacer indicación alguna de lo que en verdad pensaban, solo quedaba marcharse de Atenas en esos momentos.

 

 

No tardaron demasiado en salir de la capital, la gente los miraba con reserva y a escondidas pues la palabra destierro estaba unida a su destino ahora y nadie quería arriesgarse a apoyarlos pues hubiera significado atraer la furia de Hades sobre ellos también y eso no era recomendable. Sabiendo esto también los tres caballeros no les sorprendió que conforme se acercaban a algún lugar las personas cerraran sus puertas y ventanas, no los culpaban, demasiadas cosas habían sucedido como para esperar algo más.

Una vez en el camino ninguno decía nada, tan solo continuaban a trote medio por el camino sin mirar hacia atrás pero no tardaron en darse cuenta de que eran observados desde hacía largo rato, sin duda los estaban esperando para emboscarlos, ellos mismos sabían que no podían esperar haber enfrentado a Hades directamente y salir con tan solo el destierro como resultado. Ese hombre querría deshacerse de ellos pues eran demasiado peligrosos, no solo habían sido los más leales al difunto rey, también eran los mejores caballeros de todo el reino.

Estaban en medio de un estrecho paso cuando escucharon que se aproximaba por ambas direcciones un grupo de gente armada, Hades y sus seguidores no habían tardado en mostrarse ante ellos pero no les preocupó y sin tardanza dieron cuenta de los agresores que no tardaron en descubrir porqué eran los mejores guerreros que alguna vez hubiera tenido el reino de Atenas. Se alejaron en cuanto acabaron con todos pero era momento de tomar algunas resoluciones.

--Hades sabrá que seguimos vivos cuando sus asesinos no regresen-dijo Shura.

--No nos dejara en paz hasta terminar con nosotros-dijo Camus.

--Lo mejor será desaparecer.

Los dos voltearon a ver a Saga que era el último que había hablado, no creían que fuera él quien hiciera semejante comentario, así que el de ojos verdes procedió a explicarles.

--A menos que nos ocultemos siempre seremos buscados de esta manera-prosiguió Saga-No solo se trata de nosotros, tenemos que estar listos para cuando sea el momento de ayudarla, es lo que prometimos.

Los otros dos comprendieron su razonamiento, no podían quedarse en medio de una guerra de un solo hombre y ser constantemente blancos de una venganza de Hades, tenían que estar listos para que llegado el momento estuvieran en donde debían estar y apoyaran a la pequeña Saori a recuperar lo que le pertenecía, por el momento no podían hacerlo.

--¿Es lo adecuado?-preguntó Shura.

--¿Qué propones?-preguntó Camus.

--Ya se los dije: desaparecer-respondió Saga.

 

 

Continuará...

 

Notas finales: Espero que les guste y que no llegue un momento en que Odisea y Caballeros se parezca pero creo que no, de todas fromas espero que les guste.

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