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Garden. por Kyokawiichan

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Notas del capitulo:

Ahora si el primer capitulo!

Enjoy~

Desde el día en que mi amor comenzó, yo comencé a cambiar,

Cuando lo vio allí nuevamente, sonrió. Siempre a la misma hora, no importaba que día fuera, pasaba por allí solo para mirarlo a través de la ventana. Desde hacía muchos meses, pero el niño seguía yendo diariamente a su lugar favorito en el patio del hospital. Y se quedaba allí de pie durante muchas horas, horas en que nadie lo interrumpía en su rutina, la de admirar las cuidadas flores del establecimiento.

Cuando lo observaba, Kyo se sentía mejorar.

Cuando solamente te miraba,
Siempre estabas de pie en aquel jardín, luciendo solitario,
Mientras mirabas nada más que las flores dispersas.

Eran los dos unos niños para ese entonces.

Kyo siempre se asomaba por la ventana de su habitación y miraba hacia el patio que estaba al frente de lo que se podría decir que era su hogar. Pero siempre era interrumpido por la visita de, se podría decir, su padre adoptivo.

- ¿Otra vez mirando por la ventana, Kyo? - preguntó.
- Perdón… - dijo apartándose - Me gustaría estar allá afuera, ¿no puedo salir un rato? -
- Sabes que es peligroso -
- … Pero quiero salir… -
- Si te portas bien y comienzas a mejorarte, voy a pensarlo. Ahora vuelve a la cama. -

Volvió obedientemente, y sin que le dijeran nada, extendió su brazo. Demasiado acostumbrado como para sentir la aguja, cuando creyó hacerlo, esta ya no estaba penetrando su piel. Suspiró y volvió a mirar al sujeto.

- Me siento mejor, ¿puedo salir? -

Pero solo recibió una sonrisa y una caricia en su cabeza. Cuando se cercioró de que no iba a volver, volvió a bajarse de la cama, para volver a mirar al niño aquel.

Mi sueño incompleto provocó otra herida en mi adolorido corazón.

Maldecía todos los días no poder salir al patio como los demás residentes. ¿Por qué justamente él? Iba a comenzar el otoño y debido a sus defensas bajas, menos iban a dejarlo salir -ni siquiera en verano se lo permitían-.

- Tan solo quiero conocerte… -

Tocó el cristal con su pequeña mano en cuya muñeca tenía atada la etiqueta de plástico que informaba a cualquier interno su número de identificación y el mal padecido del paciente. Si no la tuviera, podría salir.

Esta realidad limitada frente a mis ojos me lo recuerda a cada momento
Para que sólo esta atmósfera sofocante no pueda olvidarme.


Entonces ese día hizo algo nuevo, con sus dientes y con todo lo que tenía a mano, cortó la pulsera y la tiró al suelo, aprovechando sus momentos, sintiendo que cortar eso era quitarse una atadura, salió rápidamente de su habitación y corrió al patio, en sus ropas de internado.

Jardín, deseando que algún día pueda encontrarme contigo siempre.


Kyo llegó al centro del patio, donde aún estaba él allí. Agitado, se le acercó, escuchando tan solo su corazón palpitar fuertemente dentro de su pecho. Pero aquel muchacho no se inmutó cuando se detuvo a su lado…

- ¿Hola? -

No hubo respuesta, al menos no hablada. Aquel niño lo miró de reojo, sin llegar a mirarlo directamente. Y luego volvió a bajar la mirada.

- …Soy Kyo - dijo - ¿Por qué estas aquí? -

Tanto tiempo allí metido, había aprendido para bien o para mal, que esa era una de las primeras y más importantes preguntas a la hora de conocer a alguien. Te podía decir todo sobre una persona. Kyo sonrió para sus adentros, bueno, sobre una persona que estuviera allí también.

- Yo estoy aquí porque me caí y me pegué en la cabeza. Y no recuerdo nada, y algún día voy a olvidar todo esto también -

Respondió a su propia pregunta, tan solo una manera de decirle al menor que todos allí tenían problemas, pero que una de las formas de hacerlo todo más ameno eran encontrar a alguien con quien hablar de ellos.

- ¿No me quieres decir? - preguntó - Entonces… entonces eres de los que no hablan - sonrió, encontrando una inexistente respuesta.
- ¿Kyo? ¿Qué haces aquí fuera? -
- Ups… -

Jardín, en el medio de esta estación pasajera, por siempre... tu...


Estaba de vuelta en su habitación, frustrado porque lo había descubierto su “padre”. El muchacho en el jardín no había dicho nada, solo lo miró de reojo cuando a Kyo lo tomaban del brazo con suavidad para guiarlo de vuelta a su cuarto en el hospital.

Como era la primera vez que se escapaba, no hicieron mucho escándalo. Tenía una nueva cinta en su muñeca, pero nada más. “No vuelvas a hacerlo” fue lo que le dijo el doctor, pero con ese tono de jamás poder enfadarse.

Confiado, volvió a hacerlo. Porque no podía evitarlo, había algo en ese joven que lo hacía querer estar a su lado, escuchar al menos una palabra de sus labios.

Pero los días pasaban y pronto su padre comenzó a tomarse más en serio sus fugas. Una vez caída la primera lluvia del otoño, decidió ponerse estricto con el infante.

- Kyo, es necesario que te quedes aquí. Mira como llueve, ya no puedes salir, ¿qué sucede si te resfrías? Sabes que una gripe para ti no es lo mismo que para los demás -
- Pero aún así… - miró por la ventana. De verdad estaba lloviendo fuerte. ¿Estaría él allí afuera?… -
- No se que te ha dado últimamente… Kyo, perdón, deberé cerrar la puerta. No puedo permitir que escapes con este clima -

El menor bajó la mirada, cerrando sus manos fuertemente sobre su regazo. No lo miró ni le dirigió una palabra más al hombre, hasta que este salió del cuarto y cerró las puertas detrás suyo. No tardó en escuchar como le echaba seguro a la única salida que tenía.

El pesaroso marchitar de las flores que han visto mil noches,


Se bajó de la camilla y caminó lentamente hasta la ventana. Observó desde su posición el cielo nublado y como las gotas chocaban contra el cristal. Se subió a la silla que alguna vez pidió tener para poder observar el patio, cuando era más pequeño y no podía llegar siquiera saltando. Se asomó y miró.

tu imagen en sepia figuraba.


Con sus ropas de enfermo pegadas a su piel, aquel muchacho seguía de pie mirando las flores que estaban ahogadas bajo la lluvia, cerradas sin poder brillar. ¿Acaso no estaba prohibida la salida al llover?… Justo cuando se disponía a dispararse contra la puerta para hacer saber esto, vio por el cristal como alguien se acercaba al menor, con un paraguas protegiéndolo del agua.

Sin embargo, aquella figura tardó unos minutos quizás en persuadir al castaño, porque se quedó a su lado cubriéndolo mientras sus labios se movían hablándole con aparente paciencia. Kyo se pegó más al frío vidrio, una muestra de ansiedad, cuando vio al chico levantar sin ganas su mano, tomando la de su cuidador y retirándose del patio.



- Hoy hace un lindo día… ¿puedo salir? - preguntó mirando el cielo desde la cama.
- … ¿Por qué últimamente tienes tantos deseos de salir, Kyo? -
- … ¿Por qué no tenerlos? He estado aquí encerrado… prácticamente toda mi vida -
- No absolutamente toda, Kyo, no seas injusto contigo mismo -
- … ¿Esto no cuenta como toda mi vida? Si no recuerdo lo demás, entonces no es mío en realidad -

El doctor se sentó a su lado con tranquilidad y Kyo bajó la mirada.

- Aunque le hables, de él no oirás sonido alguno -
- ¿Eh? -
- De ese niño al que miras. -
- Te equivocas, yo no miro a ningún niño. Siempre me gustó ver por la ventana -
- Si, mirar. Pero ahora quieres salir… -

El pequeño rubio guardó silencio. Y luego miró a su padre.

- ¿Por qué esta aquí? -
- Hm… no se si deba hablarte de otros pacientes. Pero supongo que serás discreto -
- Como si pudiera contárselo a alguien -
- Su nombre es Ruki, ha llegado aquí luego de que reportaran… bueno… Abuso de poder en su hogar -
- ¿Sus papás le pegaban? -
- Esa quizás es una manera más fácil de decirlo -
- Es muy chico, ¿por qué le pegaban? -
- No vamos a preguntarle esas cosas, Kyo. Lo importante es construir estabilidad mental en él, pero ya ves, esta aquí desde hace mucho tiempo y no responde a nada… me pregunto si podremos hacer algo por él -

Entonces miró sonriendo a Kyo y se levantó.

- Creo que ya te dije suficiente. - Se guardó la lapicera en un bolsillo de su delantal y observó el paisaje por el cristal - … Si, esta lindo hoy. Quizás más tarde te deje salir un rato… -
- ¿En serio? -

Esperó ansioso a la vuelta del doctor, conocía la rutina y tardaría un poco. Debía visitar a sus casos, tal y como lo hacía con él y una vez que terminara podría volver para abrirle las puertas que habían permanecido selladas durante las lluvias eternas.

Se bajó rápidamente de la silla frente a la ventana cuando sintió las llaves quitar el seguro que lo encerraban. El adulto apenas tuvo tiempo de hacerse a un lado cuando Kyo pasó apresuradamente por su lado, dirigiéndose al jardín.

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