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Ulquiorra estuvo presente, en cuerpo, en las clases, pero en mente estaba muy distante de estar siquiera cerca de la "tierra", todo a su alrededor dejó de existir, aquella nota era lo único que se repetía una y otra vez en su memoria, en especial aquella parte que decía: "He de decirte que estas mirando del lado incorrecto, no soy una chica, soy un chico"
Aquella declaración/aclaración le ayudaba a entender el porque del corazón rojo de listón negro; el porque de la falta de malditas cursilerías estúpidas, poemas tontos, las notas en blanco, letra aceptable, la ausencia de cartitas tontas llenas de declaraciones vacías y niñerías; incluso lo obvio, era lógico que al tratarse de un varón éste pudiera saltar la barda y poner su presente antes de que nadie más entrara a la escuela, aunque no podía suponer a que horas sería realizada semejante "actividad". Ahora sólo le faltaba averiguar la hora exacta en la que el "atentado" era llevado a cabo... Suponiendo que de verdad quisiera saberlo... Pero ese no era el punto...
Se preguntaba si esos deliciosos chocolates habrían sido hechos por Él verdaderamente, porque, había que ser honestos, los varones, en su inmensa mayoría, aborrecían la cocina debido a que eso "es cosa de niñas", precisamente él mismo era uno de los que decía esa oración, y economía doméstica era de sus módulos mas odiados, y sí, francamente él sólo demostraba ser "bueno" en la asignatura para mantener su impecable promedio en lo alto, que si por él fuera, hacía mucho que esa asignatura sería sólo de chicas... Entonces, sí Él no había sido quien le preparara tales regalos... ¡No tenía validez! Pero... Se estaba acordando que ese TAMPOCO era el punto...
Debía de pensar si aceptaría, o no, los regalos siguientes, no era su intención lastimar a nadie, pese a su intento de hacerle sentir mal cuando creía que era una chica, más aún si parecía esforzarse en complacerlo, cosa que, estaba consiente, no era sencillo, pero seguir aceptándolo sólo por lástima, o compasión, era muy estúpido, y si se lo pensaba un poco... Ése, de nuevo, NO era el punto... No el más importante, a consideración suya, al menos...
No se trataba sólo si le gustaban los varones, se sabía gay desde hacía lo suficiente como para no dudar, porque hasta donde podía recordar, le gustaban la mujeres, sí, no iba a negarlo, después de todo él había nacido de una de mujer, imposible de otra forma. Sí, las mujeres, de cualquier edad, le gustaban, aunque de una forma "especial", ellas tenían delicadeza, sencillez, sensibilidad, tenían una buena educación, al menos la mayoría. Su manera de hablar era agradable de escuchar, aunque no así sus voces, ellas eran lindas y frágiles. Y los varones, en su gran mayoría, todo lo contrario, toscos, groseros, mal hablados, hasta vulgares, brusco y patanes. Oh sí, si no fuera por las existencia de las féminas, los hombres no tendrían ese "permiso" de ser todo lo "hombres" que quisieran, ¿Qué hombre no "amaría" a las mujeres por ese motivo?... Se le ocurrieron varios nombres, pero no era el caso...
No era que él fuera así, no del todo al menos, pero quizás por eso mismo le era desagradable ver a un chico estarse portando como mujer ¿Qué, era discriminación? Tal vez, pero si un hombre había nacido con "aquello" entre las piernas era por algo... No tenía que fingir que no lo llevaba... Aunque la memoria le recordaba a Lupi, un muchachito que decía que era una mujer atrapada en un cuerpo de hombre... Mejor era dejar eso en el olvido, ya que casi había quedado traumado por su culpa...
Algo que lo traumaba un poco, por adelantado, era el pensar que su "admirador" podría tratarse de un "afeminado" ¿Lo podría aceptar? NO, definitivamente NO. Jamás lo soportaría, era un maldito discriminador, lo sabía, pero si fuese el caso, tal vez hasta acabaría odiando a ese "chico"...
Aunque los obsequios que le había entregado podían "afirmar" lo contrario, aquellas notas blancas y limpias, los colores usados y demás "esencia" dejaban saber que se trataba de un chico medianamente varonil a lo menos, de eso no cabía duda. Hábil con las manos, cosa ya de por sí muy buena y sexy; que seguramente era bastante bueno en economía doméstica, lo cual tampoco le caería tan mal. O tal vez sería un chico que le había pedido ayuda a alguien más, lo cual sería decepcionante, pero eso ya lo había expresado... ¿Cierto? Otra vez se estaba alejando del punto...
¿En donde estaba?... Oh sí, en su extraño gusto por las chicas... le gustaba mirarlas, furtivamente claro, no deseaba que ellas creyeran que lo hacía por pretenderlas, el vuelo de sus faldas que se movían elegantemente a su andar, por causa/efecto del vaivén de sus caderas; sus cabellos elevados por el viento, parecían tan finos como la seda; sus siluetas estilizadas que se movían con gracia, eran hermosas, lo admitía... Pero... El gran PERO, jamás se había fijado en lo enorme o carente de busto que eran, lo mismo era con el largo, delgado, grueso o corto de sus piernas; ni en lo estrecho de sus cinturas, o sus finas manos... Mayormente él se fijaba en sus ojos, así es como sabía cuan hermosa era una mujer, habían dos chicas que le gustaban particularmente, la primera era Kuchiki imouto, ella tenía fuerza, aplomo y una sinceridad ingenua y singular, ella era muy bella, aun cuando físicamente no fuera competencia para otras, como Inoue, la cual tenía ternura, pero no tenía aquella fuerza de la joven Kuchiki. La segunda era Tatsuki, ella era casi como un chico, pero con su singular encanto "femenino", por mucho que ella lo negara, tenía fuerza física, un carácter fuerte, fiereza y ese aire de peligrosa superioridad, pero, ninguna le atraía, no las deseaba como hombre, mucho menos se podía imaginar así mismo en una situación romántica o lujuriosa con ninguna de ellas, jamás, esa era la verdad.
Había visto ojos increíblemente magnéticos éntrelos varones, y por "detalles" es que nunca se enamoró de ellos, por ejemplo, Kurosaki Ichigo, tenía ese aire de soledad, una miraba ámbar dorada que reflejaban fuerza y sencillez. En Ishida Uryu, ese chico tenía un mar oscuro, como las nubes de tormenta reflejadas en el agua, sus ojos mostraban inteligencia, nobleza, educación y armonía...
Tenía que ser honesto, los chicos lo atraían, más de uno tenía un cuerpo antojable, pero nada realmente especial que lo hiciera perder la cabeza, Kurosaki e Ishida dejaron de llamarle la atención, porque finalmente no era lo que buscaba. Incluso, jamás se masturbaba pensando en nadie, sólo lo hacía cuando tenía "ganas" de experimentar aquel placer en solitario. Tampoco estaba seguro de qué chico era el que él quería... Tenía que tener unos ojos intensos y magnéticos, pero no sabía si quería que fuese más alto que él o no, si debía de ser delgado o musculosos, incluso gordito, lo único que realmente el importaba eran sus ojos. Y si tuviera que elegir, sólo pediría a "alguien" con fuerza, valentía, destreza, osadía, entrega, vitalidad y todas aquellas virtudes de aquellas personas aguerridas y valientes... Por muy principesco que sonara, eso era "todo" lo que quería, una sóla miraba podía bastar para enamorarlo, aunque eso nunca había pasado...
Salvo una vez, hacía dos años, cuando recibió su primer beso, nunca hubo uno mejor que ese, esa era la única ocasión en la que él podía recordar que había "perdido la cabeza" por un chico, aunque no precisamente por su manera de mirar, esa "evolución" de sus gustos llegó después de aquella experiencia, su corazón había latido tan fuerte que de puro milagro no le había dado un infarto, su sangre había corrido como fuego pro sus venas, quemándolo lentamente.
Aquella vez sus padres lo habían mandado a un campamento de invierno, toda una semana de estar lejos de ellos, tampoco fue que lo sufriera; eran puros varones, en grupos reducidos, la mayoría eran de dinero, en su caso ambos padres trabajaban por lo que se lo podían pagar y le podían dar muchas comodidades.
Subieron una montaña, para bajarla esquiando, tenían un instructor en el grupo, sin embargo como él ya esquiaba muy bien desde los diez años decidió alejarse de todos ellos, en parte para estar sólo y en parte para que lo dejaran de molestar. Vago entre los árboles a su gusto, hasta que se topó con otro chico, era un poco más alto que él, aunque en general la mayoría eran más altos que él a esa edad en realidad...
Al verse fue como si ese muchacho no lo soportara, por alguna razón que obviamente él desconocía, y lo desafió a una carrera cuesta abajo, iban muy parejos y ninguno parecía poder ganarle al otro, al llegar a la improvisada meta ambos quedaron casi empatados, sin saber con certeza quien había vencido realmente, por lo que se pusieron a discutir. Aquel "intercambio" de opiniones acabó en los golpes... Rodaron por el suelo, y no se dieron cuenta de que una tormenta iniciaba hasta que el viento comenzó a soplar fuerte y la nieve caía estrepitosamente sobre ellos. Se pusieron en tregua momentánea, yendo hacía una cabaña que había cerca de ahí, prendiendo una fogata con los leños que habían encontrado...
No recordaba de que estuvieron hablando, mucho menos el como empezó aquella plática, todo lo que podía recordar era que ese muchacho lo había besado, con fuerza, abrazándolo hasta casi asfixiarlo... No recordaba su rostro, por mucho que trató de rememóralo, no pudo, porque, la luz que daba el fuego era pobre, en parte, porque no lo vio claramente sin los googles y la gorra, y en parte porque, al principio, no quiso recordarlo... Tampoco podía recordar como era el sonido de su voz, o su cabello, bueno, tenía el cabello oscuro, de eso estaba seguro, aunque igual sabía que ese muchacho había mencionado algo sobre su pelo, pero no sabía el que fue. Su color de piel, el tono de sus orbes, nada de eso quedaba en su memoria, pero, sin duda, la forma en laque lo besó era algo que sí podía recordar my nítidamente, era tan apasionado y absorbente, que creyó que le succionaría el alma. Ese chico quiso llegar más lejos, pero él no lo dejó, no porque no quisiera, que estaba seguro que como amante ese muchacho impetuosos debía ser muy fogoso, sin embargo tenía un motivo muy importante para no dejarlo seguir mas profundamente, Su sexo... Sí... Estaba seguro de que ese muchacho lo había confundido con una niña, una niña sin muchos atributos y cuya voz estaba ronca...
Vamos eso no era tan difícil, pantalones ajustados, casi como segunda piel; un abrigo largo, hasta las rodillas, y abultado, para guardar mejor el calor; aquellos enormes ojos suyos, que odiaba al hacerlo ver mas fino y hasta femenino a sus catorce años y que con su cabello hasta los hombros, aunque mal peinado le dejaba un aire infantil; aquella piel pálida y esas malditas chapitas rosadas en sus mejillas, producto de la fiebre que tenía a veces y su maldita voz, que para colmo de males, estaba ronca, así cualquiera lo podía confundir con una niña, en verdad odioso... Por fortuna en aquellos dos años había estirado casi diez centímetros, que no era la gran cosa, y su espalda se había marcado ligeramente, dándole un aspecto más varonil, eso sin contar que, por fortuna, su voz era gruesa y masculina.
No le dijo nada para sacarlo de su error para que no dejara de besarlo, que en verdad aquel beso era la gloria. Sí, aquel primer beso era el mejor que había recibido en toda su corta vida, sabía que dieciséis años no eran mucho pero que mas daba. Ese muchacho fue el único que le había atraído como un imán al metal, era una pena que ni siquiera le hubiera preguntado su nombre...
Ahora, tomando en cuenta todo lo anterior... ¿Podría él aceptar salir con cualquier otro? No, no podría, lo menos que pedía era lo dicho líneas atrás, un chico, varonil, lleno de fortaleza y confianza, no podía saber como era el que le mandaba los regalos con certeza, pero tal vez sí merecía que le diera una oportunidad... Aceptaría sus regalos, por ahora... Hasta que supiera si le gustaba o hasta pedirle las recetas de los deliciosos postres, los postres... Anotó mentalmente no olvidar preguntar por ellos...
Pero ahora tenía un dilema aun mayor que todo eso y debía de resolverlo de inmediato... La profesora de Química esperaba una respuesta, de una pregunta que le había hecho a él, y que él no había escuchado por andar divagando entre sus recuerdos y meditaciones... ¿Decirle que le repita la pregunta sería tan malo?...