II
Una agenda, un objeto tan pequeño como traslador a quien se le ocurría semejante tontería
Cuando se dieron cuenta todo a su alrededor se veía borroso una corriente fría y punzante azotaba contra su rostro.
-WHHAAAA- el grito de Draco no se hizo esperar seguido por el de Ron, que venia cargado con una que otra palabrota.
-¡Qué mierda pasó!- todos apretaron el agarre contra el cuadernito como si este los fuese a salvar, estaban a unos 5000 metros del suelo si no exageraban y los árboles y campos parecían cuadros de una maqueta a escala.
Se estaban hiperventilando. Una fuerte masa de viento proveniente del sur los azotó y Ron, sintiendo las manos húmedas por el nerviosismo, no se pudo sujetar.
-Aahhh- gritó sintiendo como las puntas de sus dedos dejaban de tocar el traslador
-¡¡Ron!!- Harry soltó una mano intentado atrapar a su amigo con la otra ante la mirada colapsada de Draco que no podía reaccionar -Agárrame- le dijo casi rozándolo
-No puedo- Ron se alejaba cada vez más y Harry asustado de perder a su amigo y sin pensar más se soltó de la agenda para poder sujetarlo e impulsarlo de regreso al traslador
Ron tomó el brazo de Malfoy cuando Harry lo empujó de regreso haciéndolo despertar del shock , al tiempo que Harry sacaba su varita para impulsarse donde ellos estaban.
Una nueva corriente fría los descolocó y la varita del pelinegro se escurrió de su mano
-¡Harry!- gritó Ron angustiado justo cuando él y Draco vieron como Harry era separado de ellos con la reciente ráfaga.
-No te atrevas a soltarte - gritó esta vez Malfoy, había reaccionado por fin y miraba con terror como Ron hacia un ademán por ir tras su amigo, apenas y sosteniéndose de nuevo de la agenda.
Caían a una velocidad vertiginosa y los movimientos les eran casi imposibles, aún podían ver a Harry que en vano intentaba “nadar” para alcanzar su varita y acercarse a ellos mientras Ron lanzaba destellos fallidos con la intención de atraerlo.
Aquello no era normal, los 3 lo sabían y el nerviosismo comenzaba a oprimirlos, “Nos vamos a matar” pensaba Draco, y Ron miraba con desesperación como Harry era ya casi un punto inaccesible para ellos.
–No jales Weasley- Draco protestó al ver como el pelirrojo intentaba acercarse al punto que era su amigo
-¡Quieres callarte Malfoy!- Ron estaba abatido, tenían bastante tiempo cayendo y parecía que pronto llegarían al suelo pues este se hacia cada vez más grande.
Otra sacudida del viento los azotó -Maldición- se quejo el rubio justo cuando sintió que se resbalaba del agarre al traslador y de la misma manera que Harry comenzaba a volar lejos del pelirrojo
-¡Malfoy!- chilló Ron al ver que el Slytherin no podía regresar
-¡Hagas lo que hagas!- Draco intentaba mantener la calma en vano, estaba en pánico total -¡No sueltes esa agenda!- y el rubio se perdió de su vista pues otra ráfaga de viento lo arrastró.
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A Harry nunca le había parecido que medio metro significara tanto como ahora, su vida o la muerte dependiendo de alcanzar aquél palito.
Sus ojos estaban llorosos y la velocidad del viento le estaba desprendiendo los lentes. “Voy a morir” pensó rendido cuando le faltaba poco para llegar al piso, iría a parar sobre el duro suelo cubierto de pasto y lo único que rogó fue una muerte rápida.
Cerró los ojos y pronto dejó de caer. Su espalda y sus piernas chocaron contra algo y lo único que pudo pensar fue que el piso no resultaba tan doloroso, su plegaria se cumplió y su muerte había sido tan rápida que fue incapaz de sentirla.
El viento frío volvió a azotar su rostro e inhalo sintiendo un aroma agradable.
-Oye tú- su corazón se acelero y sin pensarlo abrió los ojos
-¡Estoy vivo!- exclamó intentando incorporarse, pero el agarre de alguien se lo impidió. Miró hacia abajo y arriba al darse cuenta de que seguía volando o tal vez saltando. -¿Que... – estaba acunado en los brazos de un extraño y parecía que este le había salvado de aquella caída.
El hombre que lo sostenía detuvo su movimiento y lo depositó en el suelo, el Gryffindor se tambaleo mareado, estaban en el mismo plano verde que había visto desde el cielo -Gracias- dijo enfocando la mirada a la persona que estaba frente a él. Si no estaba equivocado y tal vez lo estaba por que aquello era bizarro le acababan de salvar la vida atrapándolo en el aire.
Harry se sonrojó ligeramente. Apenado miró al hombre quien portaba casi el mismo tipo de túnica que él solo que la suya estaba adornada con grandes nubes estampadas en rojo.
-¿Estas bien?- Harry parpadeo confundido, no estaba seguro si había escuchado bien pero tal vez no y de igual manera no sabia si veía bien, así que se acomodó los lentes para asegurarse.
-Creo que no entiendo- se adelantó unos cuantos pasos hacia él desconocido, pero antes de darse cuenta su interlocutor había desaparecido. No hizo otra cosa que mira hacia todos lados confundido.
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Draco por otro lado no se había resignado a la muerte, él tenia su varita entre las manos e intentaba con todo y el horror que sentía no dejarse llevar por el pánico -Tranquilo- se dijo intentando calmarse como pocas veces lo hacia. De la única vez que había viajado en traslador recordaba que su padre le había dicho que la clave era soltar el trasto encantado a la altura adecuada y después simplemente caminar hasta tocar el suelo... recordaba como se le complicó en aquel entonces y que tan complicado sería ahora que no seguía los pasos adecuados.
-segnis- dijo apuntándose a si mismo para detener la velocidad de su caída, pero para su desgracia solo sintió una ínfima diferencia, no conocía ninguna hechizo que le ayudase para afrontar la caída libre.
Faltarían unos 100 metros antes de topar con el suelo cuando intentó caminar, aunque más parecía que lo que hacia era correr, el golpe no sería mortal pero estaba seguro de que si doloroso...
-AAAHHHH- gritó por tercera vez en el día, esta vez de dolor. Sus plantas habían tocado el suelo a tal velocidad que sus piernas no lo habían soportado. El peso lo hizo de caer de rodillas y sus brazos los cuales había puesto para evitar chocar el rostro con el piso también habían cedido haciéndolo tragar tierra. -Merlín- escupió, todo el cuerpo le dolía.
Tenia la barbilla, manos y rodillas raspadas, estaba seguro por la sensación en su boca que se había roto el labio inferior y por la manera en que su cuerpo temblaba que tardaría bastante tiempo antes de que pudiera pararse.
Alzó la mirada apesadumbrado, afortunada o desafortunadamente había caído en un camino de tierra erosionada y piedras.
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Ron había sido el más afortunado de los 3 pues el traslador había desacelerado su velocidad poco a poco hasta que vislumbró un espeso bosque
– ¡Espera ahí no!- intentó razonar con la agenda cuando está se internó en la copa de un árbol –Auch- se quejó justo cuando una de las ramillas se clavó en su nariz -duele- gimoteo cuando otra le dio directo en la espalda y se dejó de sentir afortunado cuando el traslador se resbalo de sus manos y calló al piso dejándolo a él atorado de la túnica en una gruesa pero poco resistente rama
–No- casi rogó cuando esta tronó venciéndose a su peso y de ahí lanzó un pequeño grito cuando cayó los 3 metros que le faltaban para topar el suelo y caer sobre un arbusto enano -¿Por que?- se pregunto al tiempo que se incorporaba sobándose la nuca.
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El sol comenzaba a quemar su nuca pues aún no se levantaba del camino terroso.
“¿En qué estaba pensando cuando se metió con Potter y terminó en aquel lugar?”… bueno eso era algo que resultaba excelsamente difícil de descifrar.
Las rodillas aún le dolían y seguía debatiéndose en la forma correcta de incorporarse, un agudo escozor le indicaba como mínimo una fisura y… ¡ese maldito sol!; Como buen londinense y Slytherin odiaba el sol, la intensidad de su calor era agobiante.
Se dejó caer a un lado aguantando las lagrimillas que querían salir de sus ojos
–Salazar ayúdame- apretó la varita entre sus manos y conjuro vendajes. Pronto se las pagaría ese estúpido de Weasel* por haber zarandeado el traslador de esa manera, por su culpa se había soltado.
Suspiro y miró a todos lados; Cerca suyo había unos arbustos que lo cubrirían perfectamente del sol. No sabía donde estaba pero de lo que estaba seguro era que no en las afueras de Hogwarts, ni siquiera sabia si estaba realmente en Escocia pues a pesar de que su reloj marcaba las 6 de la tarde el sol brillaba en su cenit como si fuesen las 12.
Potter era un inútil total haciendo Potkey’s
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El sonido de lo que le pareció un carruaje lo despertó, se escuchaban los gritos de varias personas, golpes y el viento siendo cortado por filosos cuchillos. Instintivamente aguantó la respiración y asomó el rostro por entre las ramas del arbusto que lo cubrían.
“Sangre” gotas y charcos rojos esparcidos por todo el lugar. Se llevo una mano a la boca para no gritar.
-No lo tenemos, lo juro por favor no me mates- el hombre que suplicaba aterrorizado estaba tirando en el suelo mirando fijamente a otro que alzaba una filosa espada sobre su cuello
-¿Dónde esta? - le interrogó con voz divertida
-No lo sé, no…- el hombre enterró la punta de la espada en su yugular –No sé no sé no sé, no me maaaghr – Draco abrió los ojos como platos justo cuando vio como el hombre arrancaba de tajo la cabeza del otro, no entendía nada de lo que decían, pero…
-Tu- el asesino se dirigió a otro de los tripulantes del carruaje que respiraba malherido –Si no quieres que te pase lo mismo debes decirme ¿Dónde esta el sello del Rey?**-
El rubio tembló rezando para que no lo descubrieran ¿Qué ocurría si se daba cuenta de que estaba ahí?, seguro también lo mataría
-Te equivocaste de carruaje, nosotros no tenemos el sello ni sabemos donde esta – El hombre ensancho una sonrisa
-Si es así, entonces es una lástima- y sin más, atravesó al otro
-Gin-san- un hombre de piel oscura y ojos vendados apareció detrás del otro – descubrimos otro carruaje cerca del río del arroz negro-
-Fantástico- respondió el hombre esbozando una segunda sonrisa aún más marcada que la otra. Draco no estaba seguro pero podría jurar que le dirigió una mirada antes de desaparecer.
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Esperó unos minutos antes de decidirse a salir de su escondite y para cuando lo hizo sintió el estomago revolvérsele debido al asco y horror que le causaba la escena.
Se acercó lentamente a uno de los hombres que aunque de manera débil aún respiraba, la rodilla y ahora la cabeza le dolían
–Voy a revisar la herida- le informó apartando el extraño chaleco que el herido portaba.
Tras unos segundos negó resignado, aquella herida era demasiado profunda como para que él pudiese curarla, incluso una profesional como Madame Pomfrey necesitaría una pócima bastante fuerte para curar algo de esa magnitud.
-El sello- Draco apenas y escuchó al hombre
-No entiendo-
-El sello- repitió y alzó el brazo a duras penas para señalar una de las ruedas del carruaje destruido.
Draco miró el carruaje –El Sello a Konoha, Konoha-
-¿Konoha?-
-Konoha- el hombre exhalo su último suspiro ante la mirada gris y confundida de Draco. Una sensación indescriptible inundo todo su cuerpo.
Renuente se incorporo, había demasiada sangre y cadáveres a su alrededor, inevitablemente vomitó.
Cuanto terminó de devolver cerró los ojos e intentó no respirar pues el ambiente apestaba al hierro de la sangre. Con un ligero golpe la llanta cedió del carruaje y la madera se quebró dejando ver una pequeña caja negra.
-Konoha- repitió Draco tomando la cajita entre sus manos.