La noche había pasado rápidamente y los cinco amigos ya se estaban retirando, cinco más compañía. Radamanthys y Lune aprovecharon para interrogar a Pharao quien tenía prohibido hablarles sobre la razón por la que acompañaba a Myu esa noche, y en las lo haría muchas otras más. En realidad Radamanthys lo único que hacia era cuestionarlo sobre su supuesta relación con su amigo mientras era sostenido por Lune, quien a parte de reprender a Radamanthys se esmeraba por hacer que sus preguntas fueran respondidas, sin éxito alguno. Lamentablemente estos dos acompañarían a Myu a su casa, ya que los tres hogares se encontraban yendo por el mismo camino.
En cambio Minos y Aiacos después de haber saludado al resto del grupo se dieron la vuelta para comenzar su camino que quedaba del otro lado.
Ya se hacía media noche, y el camino era largo por recorrer, a pesar de estar en una estación fría, no fue necesario el uso extremo de abrigos, bufandas y guantes, tan solo iban con lo necesario. El auto no era algo indispensable para ellos, a demás ambos disfrutaban de las largas caminatas, y esta no seria la excepción.
No había conversación, por que no había temas que tratar, sentían que ya todo estaba dicho, a pesar de haber permanecido totalmente en silencio durante la reunión, y ahora en el trayecto a casa. No había necesidad de romper la calma que los envolvía, no era necesario hablar para entenderse, ellos siempre fueron muy cercanos, sabían cuando había que hablar y cuando disfrutar el momento. Pero Aiacos no lo estaba disfrutando precisamente, al contrario, él buscaba una forma de acercarse a Minos, a pesar de no saber que decirle, que hacer, ni como justificarlo, solo sabía que no podía dejar de verlo, no podía apartar su mirada de él, le era imposible. Y Minos, ya se había dado cuenta de ello.
Aiacos no podía ser mas evidente, toda acción lo delataba, cuando hablaba, su forma de moverse cuando estaba nervioso, justo como lo estaba haciendo ahora.
Eran amigos, y no dejarían de serlo, pero el moreno se dejó llevar por esos sentimientos, sin embargo él todavía no era conocedor de ello.
Inmediatamente se detiene en un movimiento seco, en ese instante una ráfaga de viento otoñal provoca el vuelo de las hojas en la calle, y su espeso flequillo se mueve levemente permitiéndole a Aiacos ver sus ojos a través de unos pequeños mechones que no quisieron darle el privilegio de verlos completamente.
Sin pensarlo dos veces, el moreno estira su mano y con suavidad retira los rebeldes cabellos del rostro de Minos, y junto con ellos al resto del flequillo lo hace a un lado. Acariciando su mejilla se acerca hacia él y dudosamente deposita un pequeño y corto beso en sus labios, el cual le es correspondido.
Una vez separados Minos toma la mano de Aiacos y coloca la otra en el antebrazo de su acompañante, el cual le sonríe con amor y lo abrasa efusivamente.
- Te amo – dice el de cabellos plateados en un susurro únicamente dedicado al moreno, quien afortunadamente logró descubrir a último momento lo que significaba esa sensación de vacío cuando no recibía por lo menos una mínima atención por parte de su compañero o ese creciente nerviosismo que lo invadía cuando él estaba cerca y sobre todo por que no podía dejar de admirarlo.
- Yo también – responde Aiacos sin saber exactamente como declararse, después de todo, esta es la primera vez que era sincero al decir sentir esa pasión provocada por el amor.
Minos sonrió comprendiendo la inquietud y el arrepentimiento de Aiacos al no poder expresarse como era debido. Sin embargo no importaba, ya habría otro momento para las declaraciones y tendrian todo el tiempo del mundo.
Por su salud física decidió que lo mejor sería volver a su casa para evitar alguna posible gripe por permanecer en la calle a altas horas, pero esta vez volverían más juntos que nunca.
Se encontraban sentados cómodamente en el sillón mirando la televisión, Aiacos rodeaba el cuerpo de su pareja con sus brazos mientras acariciaba de forma suave y tierna su rostro. Eso lo hacía pensar, nunca debió sentirse confundido con respecto a sus sentimientos. De no haber sido por la visita de Minos no podría estar disfrutando de este momento. Tenía unas personas maravillosas a su alrededor, de las cuales esta vez, no se alejaría nunca...
Fin