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Dejando de huir por Duare

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Dejando de huir
Segunda parte: Tu visión del mundo


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Clasificación:Creo que lo subo a R.
Pareja(s): Rukawa/Sendoh así que ya sabéis fans acérrimas de los hanaru. Esto es slash y es sen/ru. Quedáis avisadas!!! Jjejejee, ei!! Que no tengo nada encontra de los hanaru! Solo q me gusta más esta.
Disclaimer: Los personajes de esta historia son propiedad del sensei Takehiko Inoue
Si fueran mios... SD seria MUUUYYY diferente, juas!!! Se verían MUCHO más los lockers, XD
Avisos: ninguno en especial. Quizás que presento a los personajes mucho más maduros. Pero creo que es algo normal, puesto que representa que va a ser el segundo curso de universidad para Kaede y el tercero para Akira. Y que demonios! La gente en la uni cambia bastante.


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Aeropuerto de Narita, Tokio. 11:15

Era una mañana tranquila y soleada. Un buen día para viajar pensaría cualquier transeúnte que caminara por la terminal uno de vuelos internacionales: cielo despejado y ni una sola nube, cero turbulencia..

Cualquier persona hubiera estado de acuerdo con esto. Pero un pequeño grupo de jóvenes parecían estar al borde del colapso nervioso.
- ¿¡¡Dónde diablos se ha metido este cabeza hueca!!!? ¡¡Sendooohh!!!! –bramó un enfurecido joven de más de dos metros de altura-.
- Tranquilo Uozumi. No tardará en estar aquí, Koshino ya lo debe haber encontrado –intentó tranquilizar el siempre amable Kogure-.
- Pero su avión sale dentro de una hora y veinte –cementó Hikoichi mientras revisaba sus notas- Debería estar ya por aquí, dentro de una hora embarcaran los pasajeros.
- Conociéndolo debe estar tonteando con alguien, eso o es que se ha perdido –continuó divertido Mitsui-.
- ¡Isashi!!! Tampoco te pases –protestó Kogure, ante lo cual Mitsui le guiñó un ojo-.
- ¡¡Muajajjajaa!!! Cuatro ojos, Michi tiene razón. El tonto puercoespín debe haberse perdido. ¡¡Muajajajaja!!! Claro, ¡cómo no es como este genio!!!
- ¡Oh por favor! ¡Que alguien calle al mono inútil antes de que nos contagie su estupidez!! –gritó un exasperado Nobunaga tirándose de los pelos-.

Mientras tanto, en una de las terrazas de la terminal, en la parte más alejada, donde el ajetreo de la gente de las cafeterías y bares era apagado por el ruido del viento y los aviones, un joven se perdía en un mar de pensamientos.
Sentado en el suelo, con la espalda recargada contra la pared y la cabeza caída entre los brazos que descansaban en las piernas flexionadas.
En su mano derecha una hoja de papel que se veía doblada y desgastada, claro signo de haber sido leía muchas veces.
Quizás, a parte de la soledad que parecía emanar del joven, lo que más hubiera llamado la atención de él sería su cabello. Peligrosamente modelado con gel fijador, se alzaba enhiesto y orgullos hacia el cielo.
Alzó la vista lentamente, y en sus ojos, un par de profundos ojos azules, se podía entrever cierto temor y cansancio.
Sí, cansancio era la palabra que mejor definía su estado. Estaba cansado de soportar la presión de ser quien era.
Vivir la vida de Akira Sendoh podía ser realmente agotador.

Todo el mundo espera lo mejor d mí. Es siempre igual, tanto en los partidos, como en los entrenamientos como en clase.
Parece como si la responsabilidad de que todo vaya bien sea única y exclusivamente mía.
Y no puedo cambiar nada.
Ante las expectativas de los demás solo me queda sonreír y dar lo máximo.
Pero estoy cansado.
Me gustaría poder borrar mi sonrisa si un día realmente no me sintiera con ganas de mostrarla, pero no puedo. No puedo porque todo el mundo espera verme sonriente, radiante, pletórico de felicidad y confianza. Y aunque normalmente sí que soy así uno también es humano y puede tener sus días malos.
Pero a Akira Sendoh no se le permite tener días malos.
Oh no! Yo soy el chico maravilla. Guapo, inteligente, buen deportista, amigo de sus amigos y un largo etc.

Cerró los ojos lentamente y recordó tantos momentos en los cuales todos lo habían mirado expectantes, todos habían esperado que él arreglara las cosas. Todos con su ciega confianza en él. Aún podía oír los gritos de Hikoichi en la cancha “¡Sendoh!!! Confiamos en ti” El rumor de la gente gritando su nombre como un mantra en los partidos. Quizás a algunos eso les gustaba, como Fukuda que adoraba que la gente lo aclamara . Pero para él no era más que una forma de presionarlo. ¿Qué pensarían todos si él, el gran Sendoh, fallaba?

Recordó con dolor su tercer año en el instituto cuando su amigo Koshino se lesionó la rodilla. Recordaba su cara surcada por el dolor y las lágrimas pidiéndole que le dijera que todo iba a estar bien. Que le prometiera que todo seguiría como hasta ahora, los dos jugando juntos a básquet. Pero no había nada que él pudiera hacer, la lesión de Hiro era grave, lo suficiente para sacarlo del mundo del básquet.
La impotencia por no poder hacer nada lo perdió durante días, ni siquiera se atrevía a mirar a su amigo a la cara.
Se sentía culpable; no porque realmente hubiera tenido algo que ver en la lesión. Sino porque se había acostumbrado tanto a pensar que todo tenía que ir bien, que todo iba a ir a la perfección y de que él era el encargado de conseguirlo, que cuando las cosas se torcían no podía evitar sentirse culpable.

Por su culpa Hiro se había lesionado.
Por su culpa su amigo sufría.
Por su culpa su equipo perdía los partidos.
Por su culpa.
Todo era culpa suya.
No era suficientemente bueno, no lo era tanto como los demás pensaban. No llegaba a las expectativas de los demás.

La vida sigue y las cosas se superan . Hiro se recuperó y le dio todo su apoyo. Lo consoló diciéndole que él nunca había esperado seguir jugando después del instituto, que no debía preocuparse por nada. Que no era culpa suya.

No era culpa suya.
No era culpa suya.

Las palabras taladraron su mente, una y otra vez, hasta encontrarle sentido.

Y con esa conciencia se sintió mejor. Al menos no podía culparse por la lesión de su amigo. Y todo eso tubo algo bueno en él. Decidió que estudiaría fisioterapia. Quería poder ayudar. Quería mostrar a los demás que realmente podían confiar en él.
Era como un circulo vicioso, todos confiaban en que él se encargaría de todo, y él había aceptado ese puesto de tal forma que ya lo creía innato en su forma de ser.
¿Quién sabe? Quizás sí que lo era.

Pero no dejaba de sentirse cansado.
Cansado de ser fuerte. De ser el pilar en el cual todos se apoyan. ¿Y él? ¿Acaso él no necesitaba apoyo?

Apretó con fuerza aquel ya arrugado papel contra su pecho.
Tu nunca esperaste nada de mí. Por eso me gustaba estar contigo. A tu lado no me hacía falta fingir. No necesitaba mantener mi perpetua sonrisa, ¡a veces creo que se me quedará la cara como al Jocker de Batman de tanto reír!! Es más, tu odiabas esa sonrisa. Eras de los pocos que vieron que no era más que una mascara. Echo de menos nuestros “uno a uno”.
Hay tantas cosas que no entendí de ti, ¡tantas cosas que deberíamos haber hablado! Pero eras tan cerrado, tan inexpugnable... Y te fuiste sin decir adiós, cuando nadie lo esperaba. Y solo me dejaste esto...-pensó tristemente mirando el papel entre sus manos- Esta carta... En la que dices tanto y a la vez tan poco... Tengo tantas preguntas... Y estoy cansado de sentirme así. De sentir que las cosas no tendrían que haber ido así. Si tan solo...

Hiroaki Koshino empezaba a sentirse realmente agotado, había estado dando vueltas por toda la terminal uno del aeropuerto por casi media hora. ¿ Por qué precisamente ahora tenías que ponerte en tu plan “necesito estar solo y pensar”eh Akira? Por todos los dioses, en 40 minutos tienes que embarcar y tu como si nada.
-¡¿Dónde diablos te has metido Akira?!-gritó exasperado.
¡Ah no! Te voy a encontrar aunque sea lo último que haga y aunque tenga que arrastrarte de tu puntiagudo pelo te vas a meter en ese avión. ¡Sí señor!! Que buena falta te hace
Respiró cansado, había subido a la terraza de la terminal, donde había un par de cafeterías. Miró la zona con ojo clínico y su vista recayó en la parte más alejada. No podía ver al otro lado del edificio pero pensó que si había un lugar donde Sendoh podría haberse metido era allí. Lo conocía lo suficiente para saber que en esos momentos suyos, en los que buscaba soledad para pensar y aclararse las ideas le gustaba ir a espacios abiertos dónde mirar al cielo.
Caminó lentamente a lo largo de la terraza, recuperando el ritmo de su respiración agitada, hasta llegar al final y girar hacia el otro lado. La zona estaba desierta, no había nadie. Nadie excepto por un joven sentado en el suelo mirando al cielo.
Hiroaki lo miró con detenimiento, preguntándose que pensamientos cruzaban la mente de su amigo y en parte creyendo poder adivinar algunos.
Se fue acercando a Sendoh y antes de que este notara su presencia pregunto a la vez que se sentaba a su lado:
- Un yen por tus pensamientos, o si lo prefieres un dollar, que te será más útil.
- Hiro... ¿Cómo...? –preguntó sorprendido Sendoh
- ¡Oh vamos! Soy uno de tus mejores amigos desde hace cuatro años, te conozco lo suficiente para pode encontrarte, aunque reconozco que me ha dado trabajo –le contestó con una sonrisa-.
- Supongo que tienes razón... –dijo devolviéndole la sonrisa-.
Hiroaki se sorprendió ante eso. Akira... ¿Qué te pasa? ¿Por qué esa sonrisa ausente y forzada?
- ¿Tienes miedo de marcharte? ¿Es por eso que estás así?-preguntó sin poder esconder un deje de preocupación-.
- No... es sólo que... No lo sé, quizás sí que estoy asustado. Van a ser dos años Hiro, como mínimo. Dos años lejos de mi país, de mis amigos y de mi familia. Sí, ya sé que he vivido solo desde la época de la secundara alta, pero es diferente. ¡Por dios! ¡Me voy a la otra punta del mundo!
- ¿No hay nada más que te preocupe? –preguntó Hiroaki, sabía que abordar el tema era peligroso, pero también era ineludible.
Sendoh lo miró sorprendido y no pudo evitar preguntarse cómo de bien lo conocía el joven que tenía delante. Bajo la vista hacia la carta que sostenía en la mano y sonrió
- ¿Tanto se nota? –preguntó con un amago de sonrisa, una triste réplica de su habitual sonrisa.
- Lo cierto es que no. Pero yo sé parte de la historia, así que no me es difícil llegar a ciertas conclusiones.-miró a Sendoh esperando que este dijera algo. Esperó en vano, puesto que este mantuvo el silencio. Decidió continuar.- ¿Crees que lo verás?
- Puede ser... Supongo que tarde o temprano nos encontraremos. Quiero decir que como que yo entraré en el equipo de mi universidad y supongo que el debe haber hecho lo mismo, pues será inevitable que... –dejó a la frase a medias y en su rostro se dibujo una expresión de incredulidad-.
- ¿Te gustaría evitar verlo? Yo pensaba ... –continuó sorprendido Hiroaki, pensando que esas palabras habían causado el actual estado de Sendoh. Nada más lejos de la verdad como descubrió al momento.
- ¡Oh mierda!! –exclamó entre furioso y frustrado Sendoh a la vez que se daba cabezazos contra las rodillas.
- ¡¡Ei!!! ¿Qué diablos te pasa ahora? De verdad que no hay quien te entienda a veces
- ¿Que no lo ves? Era así de sencillo y yo no caigo hasta ahora. ¿Se puede ser más estúpido? –pregunto divertido Sendoh que al ver a su amigo con la réplica en la punta de la lengua continuó de inmediato- Ahórrate el sarcasmo Hiro. Todo este año sólo pensaba en saber dónde se había metido Rukawa, pero no había manera de saberlo. Y ahora, justo cuando me voy se me ocurre. Solo hacia falta mirar los equipos de la liga universitaria, de la NCCA y seguro que en alguno lo hubiéramos encontrado.
Hiroaki lo miró sorprendido. Sí, realmente era algo lógico y no entendía como no lo habían pensado antes. Pero lo que más le sorprendió fue ese “hubiéramos” cuando sabía perfectamente que Sendoh había querido decir “hubiera”. No es el que él no tuviera curiosidad por saber dónde se había metido el súper Rockie, pero siendo sinceros, nada en comparación con Sendoh. Al fin y al cabo-pensó- Sendoh tiene un interés bastante más personal, eran amigos ¿no? Oh bueno, amigos con una tensión subyacente que ninguno de los dos parecía ver, o no querían ver, como en el caso de Sendoh.
- Bueno, ahora ya da igual. Lo que importa es lo que vas a hacer a partir de ahora. Cuando lo veas. Ya sabes a que me refiero... –le comentó mientras estiraba las piernas y miraba el rostro de su amigo con atención-.
- Sinceramente... No lo sé, creo que lo pensaré cuando llegue el momento. A partir de este momento he decidido que voy a dejar de preocuparme por las cosas. Lo que tenga que pasar, pasará, y no hay nada que yo pueda hacer. Voy a tener una nueva vida, en un país nuevo. Seré un nuevo Akira – y diciendo esto guardo la carta de Rukawa en uno de los bolsillos de sus tejanos y se levanto estirándose cual alto era para relajar sus músculos- Creo que me irá bien el cambio, me da miedo, no lo niego, pero lo necesito-.
Le tendió una mano a Hiroaki para ayudarlo a levantarse a la vez que le dirigía una de sus mejores sonrisas. La sonrisa Akira Sendoh marca registrada.
- Lo sé –le contestó su amigo sonriéndole a su vez- Y ahora vamos, Uozumi debe estar que muerde, embarcas en media hora. Nada más nos faltaría que después de tanto dolor de cabeza acabaras perdiendo el avión.
- ¡Jejejeeh! Tendría su gracia, ¿no?
- Para nada, ¿estas tonto o que?
- Así me ahorraría tener que hacer nuevos amigos.
- ¡Oh por favor!! Si tu haces migas incluso con tu sombra.
- ¡Hiro!!!
- ¡Apuesta! En tres días ya tendrás un montón de amigos, ¡hace o no hace? –Preguntó Hiroaki mientras corría hacia las escaleras sin para de reírse-.
- ¡Ei espera! Y que pasa si pierdo, ¿eh? –le contestó Sendoh mientras salía corriendo detrás de su amigo-.
Las risas y las palabras se pedieron por el ruido de los aviones despegando y aterrizando. Pero en la cara de Sendoh se podía ver una seguridad que no tenía cuando subió solo. Quizás no estaba tan solo como pensaba. Quizás no valía la pena preocuparse tanto por las cosas. Sí, a partir de ahora va a ser así. Sin presiones, sin preocuparme por lo que los demás piensen. Quiero sentirme libre, lo necesito. Y si tú estás allí, ¡al diablo con todo y con todos! Te sonreiré y lo que tenga que pasar estará bien

Dos horas más tarde Sendoh estaba cómodamente sentado en su asiento de ventanilla en un avión rumbo a Estados Unidos. Cogió su mochila que estaba a sus pies y sacando un sobre y una papel de su bolsillo se dispuso a guardarlos. Miró por unos instantes el sobre. Y sonrió meneando al cabeza mientras recordaba lo que había pasado hace apenas una hora.

****FLASBACK****
Estaban todos en al puerta de embarque despidiéndose de Sendoh. Hubo de todo, desde abrazos fraternales, pasando por risas nerviosas y llantos incontrolados. La escena era realmente emotiva, estaban todos sus amigos desde los del instituto, los de la universidad y compañeros de otros equipos de básquet. Y justo cuando ya creía que se había despedido de todos como mínimo dos veces se escucho una risa inconfundible: “¡Ho ho ho ho ho!!”
Y ahí estaba, el entrenador Anzai, con su sonriente cara y su cuerpo gordinflón. Se acerco a él y tendiéndole un sobre le dijo:
- Hohohoho, cuando veas a Rukawa ¿podrías darle esto de mi parte Sendoh? Hohoho.
Le hubiera gustado preguntarle un par de cosas, como por ejemplo ¿en que universidad estudiaba Rukawa? Pero no tubo tiempo de nada, a él lo arrastraron hacia el embarque y Anzai fue rodeado por sus antiguos pupilos, mientras se oí al escandaloso pelirrojo gritando “viejo” y “gordito”.
****FLASHBACK****

-Si me ha dado esto –dijo pensativo- es porque sabe que seguro que veré a Rukawa. No tendría sentido sino.
Guardo el sobre en la mochila y se disponía a hacer lo mismo con la carta de Rukawa. Pero se detuvo, sentía la necesidad de releer esas líneas ahora que quizás se dirigía a un lugar cercano en el que se hallaba su amigo.
Desplegó el arrugado papel y lo observó con detenimiento. Era un folio de color azul, que el tiempo, y sobretodo las veces que lo había cogido y releído, había desgastado hasta dejarlo arrugado y con los bordes algo rotos. La caligrafía era bonita, y eso era una cosa que en un primer momento le sorprendió, no sabía porqué pero no se imaginaba a Rukawa haciendo buena letra. Aunque pensándolo bien, no debía ser tan mal estudiante para haber sido aceptado en alguna universidad de Estados Unidos, lo sabía por experiencia propia. Sonrió al pensar en como se había esforzado para conseguir la beca. Y con ese pensamiento en mente pasó a leer la carta que sujetaba entre las manos.
Me siento muy raro escribiendote esto. Ni siquiera he podido comenzar de la forma habitual, con un amigable “querido Sendoh” o un entusiasta “hola Sendo!”.
¿Por qué nada más empezar esto ya me asalta la pregunta sobre “qué somos”? ¿Amigos? Supongo que sí, pero ¿por qué entonces esta indecisión para tomar confianza? No, no te culpes. El problema es mío. Lo sé, lo reconozco y sé que he de hacer algo al respecto.
De hecho te escribo esto para que sepas que ya estoy haciendo algo al respecto.
Supongo que para el momento en que leas esto yo ya estaré al otro lado del océano.
Me marcho, me voy a USA a estudiar.
Lo he pensado muchos. No ha sido una decisión caprichosa ni tomada a la ligera.
No me voy tampoco persiguiendo un sueño, aunque reconozco que lo hace más emocionante.
Me voy porque lo necesito.
No creo que lo entiendas, y tampoco lo espero, pero me ahogo.
Llevo ahogándome durante años y en vano he tratado de evitarlo.
Sólo he conseguido hundirme más.
Quiero que sepas que igualmente te agradezco, como no te puedes hacer idea, el interés que mostraste por mi.
Del esfuerzo que hiciste para que llegáramos a ser algo más que rivales o conocidos.
¡Los dioses deben saber la persistencia y la paciencia que debiste necesitar! Lo sé, no soy una persona fácil
Pero supongo que eso lo hacía más interasante ¿no es así Sendoh?
De todas formas tu amistada ha sido una de las cosas más importantes que he tenido, pero también sirvió para darme cuenta de que no podía continuar así.
Es como si yo fuera un hombre sediento en el desierto y tu al venir a mi me hubieras mostrado ríos y fuentes de agua fresca pero que para mi eran imposibles de alcanzar.
¿Lo entiendes? Me enseñaste como era el cielo, pero el cielo es un lugar en el cual por el momento, quedándome en Japón, nuca podría conseguir.
Quizás algún día, cuando nos volvamos a ver, podré explicarte mejor, con otras palabras como me siento ahora. Quizás... Quien sabe.
Ten por seguro que tarde o temprano esto pasará.
No es como si estuviera huyendo. O al menos no para siempre.
Te aviso ya de que no intentes preguntar por mi. No le he contado a nadie que marchaba. Y mucho menos he dicho a dónde.
Tienes que entenderlo, necesito estar solo. Necesito conseguir estar paz conmigo.
Hasta que nos volvamos a encontrar.
Kaede Rukawa


Se mordió el labio nervioso y dobló la carta con cuidado para guardarla seguidamente. Dejó la mochila en el asiento de su costado que estaba vacío y se recostó en el suyo.
¿Qué te pasaba Rukawa?, ¿por qué te sentías así?. Y sobre todo ¿por qué tengo la sensación de que podía haberte ayudado? Si tu hubieras sabido lo perdido que yo también me sentía
Cerró los ojos y sintió los párpados cayendo pesadamente. Recordó la primera vez que vio a Rukawa. Fue en el partido de prácticas del Ryonan contra el Shohoku. Sonrió al pensar que para variar llegó tarde. No lo podía evitar, era tan despistado a veces. Durante ese partido disfrutó como un crío. Realmente hacía tiempo que no tenía un rival que lo llenara tanto, y eso que aún no se había acostumbrado al estilo de juego del instituto. A partir de ese día se entrenó a conciencia, sabía a la perfección que Rukawa se estaba entrenado duramente para poder ganarlo y eso hacía mucho más interesante y excitante el campeonato. Lo pudo observar en los partidos de la fase preliminar y enseguida notó el gran avance que había hecho. Era increíble para alguien tan joven, aunque también él había hecho lo mismo el año anterior.
La siguiente vez que tubo la oportunidad de estar cara a cara fue en el último partido del campeonato regional, dónde se decidiría quien pasaba como segundo de grupo a los nacionales. Fue uno de los partidos más intensos que había jugado en su vida. Se dejaron la piel en la cancha. Y su duelo con Rukawa fue digno de verse. Se pasaron todo el segundo tiempo picándose y comentado las jugadas que se hacían mutuamente. Nunca lo había visto tan hablador y agresivo. Y nunca había disfrutado tanto en un partido, porque aunque su equipo perdió, tenía la satisfacción de saberse ganador en su reto personal.
Desde ese momento fue siempre igual, cada partido contra el Shohoku era una lucha al límite entre los dos. Había jugado contra otros equipos y contra otros jugadores igualmente buenos, incluso en la universidad. Pero nunca había sido lo mismo, con Rukawa era diferente, incluso especial, dentro de la cancha los dos se parecían tanto.
Recordó el “uno a uno” tuvieron antes de los nacionales y no pudo evitar sonreír. Sobre todo cuando al volver y quedar de nuevo le dio un sermón por haberse equivocado al darle el nombre de un jugador. Se estuvo riendo durante un buen rato, podía imaginarse a Rukawa buscando con avidez a un tal Kawasita en vez de Sawakita. Le hubiera encantado ver la cara de enfado que debió poner en el momento de descubrir el error. Seguro que frunció el ceño en ese gesto suyo tan típico cuando se enfadaba con él.

A partir de entonces sus “uno a uno” se hicieron habituales, quedaban un par de veces por semana, y tenía que reconocer que los esperaba con impaciencia. No solo por la excitación del juego, sino porque pronto descubrió que con Rukawa se sentía realmente cómodo. Con él no necesitaba aparentar y eso era algo que no sentía a menudo. Durante esas horas que pasaban juntos se sentía relajado y libre para ser él mismo. Y poco a poco sin darse cuenta se encontró queriendo pasar más tiempo con él. ¡No todos los días conoces a alguien con el que te sientes tan cómodo! Quizás con Hiro... pero era diferente, con Rukawa podía estar en silencio si me apetecía. No hacía falta decir nada, y pese a eso la mayoría de las veces no podía evitar ponerme a hablar y explicarle todo lo que me pasaba.
Ya no solo quedaban para jugar a básquet, a veces iban a pescar. Bueno sería más correcto decir que él pescaba y Rukawa dormía o leía. Cenaban juntos después de los juegos, quedaban para ir a correr o ir en bicicleta los domingos por la mañana y así muchas cosas más. Cosas que uno hace con los amigos. Sí, supongo que sin darnos cuenta nos convertimos en amigos. Yo siempre le contaba sobre el instituto, sobre el equipo, sobre mi nueva novia y cosas por el estilo. Y él escuchaba y comentaba algo de vez en cuando. A veces me contaba sobre su equipo. De Miyagui como nuevo capitán, de las peleas que tenía con Sakuragui, de las bromas que Mitsui les gastaba todos. Era increíble ver al frío Rukawa contar todas esas cosas o escuchar el tono irónico y de burla que ponía cuando yo hablaba sobre su club de fans.
Aún así, Rukawa siempre mantenía las distancias, parecía como si tuviera miedo de algo. O miedo de los demás y eso era algo que le sorprendía. ¿Que debía pasar por la mente de Rukawa? Se preguntaba a menudo. ¿De qué tiene miedo?
El interés por el jugador siempre había estado allí, desde el primer día. Lo demás... vino solo, de forma gradual aunque lo descubrió de golpe. Descubrió que podía ver a Rukawa de una forma distinta un día de lluvia.
Descubrió que en Rukawa veía más que un amigo bajo la lluvia, en una cancha de básquet.
Descubrió que empezaba a sentir algo nuevo por Rukawa un día que este lo sermoneó sobre su conducta con relación a los líos amorosos.
Recordaba ese día a la perfección. Y sobre todo recordaba la imagen de Rukawa bajo la lluvia.

***FLASHBACK***
El balón botaba suavemente bajo el dominio de uno de los dos jugadores. El poseedor del esférico, un chico alto con el pelo modelado hacia arriba y una amplia sonrisa se paró delante de su oponente: un joven algo menor de estatura, de cabello negro y lacio y el rostro serio.
-¿Sabes que lo he dejado con Akane? –comentó el chico más alto mientras botaba el balón.
-¿Y? Deja de hablar y concéntrate en el juego- le contestó el otro a la vez que sacudía la cabeza y le dirigía una mirada de advertencia.
-¡Oh vamos Rukawa! No te pongas así, tampoco es un juego serio, ni siquiera estamos contando los puntos. A de más no pareces sorprendido por al noticia.
-¿Debería? –preguntó mirándolo a los ojos fijamente, azul contra azul, manteniendo su férrea posición defensiva.
-Pues sí. ¡Maldición! ¿No te dije que con ella quería ir en serio de verdad? –replico el joven mayor borrando por unos instantes su sonrisa.
-Siempre dices lo mismo Sendoh –contestó Rukawa rápidamente aprovechando el despiste momentáneo de su oponente para robarle el balón
Vio a Rukawa lanzarse con ferocidad y violencia contra la canasta. Parecía poseído por una rabia inmensa y no pudo evitar preguntarse que le pasaba al chico más joven. Normalmente no se dejaba llevar así. De todas maneras no le dio demasiada importancia, tenía la mente ocupada con lo que le había dicho Rukawa.
-Supongo que tienes razón… Quizás debería preocuparme, parece que no consigo encontrar a nadie adecuado.
Dijo esas palabras mientras seguía perdido en sus pensamientos. ¿Con cuantas chicas he salido solo en lo que llevamos de curso? ¿Cuatro? Puede que más... Pero es que a la que llevo unos días con ellas me doy cuenta que me aburro una barbaridad. Sólo hablan de ellas y sus vestidos y sus amigas y ¡vete tú a saber que más! La verdad es que en cierto punto del monologo dejo de escuchar. O sino, se pasan todo el rato alabándome, recordándome lo buen jugador que soy, lo emocionadas que están de salir conmigo, etc. Y lo que menos entiendo. Cuando las dejo a los pocos días ninguna me odia ni cree que la haya tratado mal. ¡Parece como si saliendo un par de veces con ellas les hubiera hecho un gran favor! No las entiendo. Y así no me extraña que no dure ni dos meses.
Sintió a Rukawa mirándolo fijamente y vio como se le acercó poco a poco. Pudo ver en esos ojos azules un mar de confusiones.
¿Qué le debe pasar? Nunca había visto sus ojos así. Parecen un mar embravecido, se ven tan vivos, tan llenos de sentimientos. Me gustan así, se ven más azules-pensó sorprendiéndose a él mismo, pero antes de poder cuestionarse cómo había llegado a esa conclusión oyó a Rukawa decirle.
- No me vengas con esas. Si realmente quisieras estar con alguien en serio no saldrías con esas estúpidas niñas que solo saben babear por ti y de las que solo sacas tontos sonrojos y pestañeos idiotas –replicó de forma fría, casi impersonal.
Sendoh los miró serio por unos segundos hasta que una sonrisa pícara se dibujó en su rostro. A ver como reaccionas a esto Rukawa -pensó divertido.
-Sacó bastante más que eso de ellas –le respondió guiñándole un ojo.
Rukawa bajó la cabeza, y meneando la cabeza contestó:
-Ese es tu problema, solo buscas sexo sino, no irías con personas que no te llenan en los demás aspectos de tu vida.
Sendoh lo miró asombrado. ¿Es eso lo que piensas de mí? ¿Qué solo me interesa el sexo? ¡¿realmente piensas eso?¡ ¿Por qué? Pensaba que tu habías visto más que simplemente eso. Quizás tengas razón, sé que en ellas no voy a encontrar nada más, lo reconozco, pero tampoco salgo con ellas con esa idea. Yo tampoco lo entiendo. Es solo que... ¿Qué hago sino? Tu quizás no tengas la presión de todos, tu fachada los mantiene alejados, pero yo... es como si todo el mundo esperara que yo saliera con ellas. Cuando salimos de fiestas todos esperan ver cuantas chicas se me declaran, hacen rankings sobre las más guapas y con cual debería salir. Quizás tengas razón. Quizás debería parar esto, tarde o temprano haré daño a alguien sin saberlo Sus pensamientos estaban tocando puntos vitales de él, necesitaba cambiar el hilo de sus ideas, ese no era el momento para plantearse esas cosas. No cuando tenía a Rukawa justo delante de él mirándolo intensamente.
-¡Ei!!! Tampoco es eso, no me acuesto con ellas, no con todas al menos, de hecho solo he estado con tres chicas: con las que he estado más de un mes. Con las demás solo salimos por ahí y nos besamos, nada más.-dijo algo nervioso para tratar de romper la tensión que él mismo se había creado.
-Gracias por el aviso, si fuera una chica ya sabría a que atenerme. Quizá deberías decírselo a ellas también…
-¡Oh vamos!!! No te pongas así, supongo que tienes razón… pero en fin… ¿Es por eso que tu no sales con ninguna de las chicas que van detrás de ti? ¿No estarías con nadie por quien solo sintieras atracción? ¿Solo por divertirte? ¿Te estás esperando para la chica adecuada, es eso?
No sé porqué, pero me duele que pienses así de mí, que creas que soy un frívolo o algo parecido. Eres una de las pocas personas en quien confío y me duele. Duele pensar en la visión que tienes de mí. ¿Pero por qué? Ojalá pudiera ser como tú, tan alejado de lo que los demás piensen de ti. Tan idealista. Me pregunto como será la persona que consiga sacarte del todo de tu mutismo, que te abra al mundo, la persona a la que llegues a amar algún día
-Supongo que podría decirse que sí… -susurró de forma débil, casi inaudible,
¿Qué te pasa? ¿Por qué ese tono triste? No me gusta verte así. Me siento mal, como si fuera culpa mía, pero ¿por qué?-pensó preocupado, y tratando de cambiar los ánimos comento en tono de broma:
-De todas formas tu no tienes porqué preocuparte, ¡jejejeje! ¡Estas fuera de peligro del temible Akira Sendoh!!
Y sin saber porqué justo al decir esas palabras sintió que eran totalmente incorrectas. Que no debería haberla dichos.
Y se sintió mal y culpable.
La culpa empezaba a crecer dentro de él.
Vio en Rukawa dolor y tristeza. Y deseó poder borrar esos sentimientos en su amigo. No quería verlo así, le dolía en el alma. Deseaba verlo sonreír.
Y deseaba dejar de sentirse culpable, deseaba pensar que no era él la causa del dolor de su amigo. Deseaba poder engañarse.
Y entonces empezó a llover.
Y le pareció que ese tiempo ominoso casaba a la perfección con sus sentimientos y que las gotas de agua quizá podrían llevarse su culpa.
Lavar su culpa.
Y vio a Rukawa alzar el rostro hacia el cielo. Con los ojos brillantes.
¿Lágrimas? ¿Rukawa estaba llorando? Oh dioses... Yo no...
Elevando las manos hacia el espacio.
Y una sonrisa apareció en el rostro del chico más joven.
Como el arco iris cuando sale el sol.
Y Sendoh se quedó allí, mirándolo con los ojos entrecerrados maravillado ante tal visión.
Rukawa bajo al lluvia, con el cabello negro pegándose a su rostro, el cual era recorrido por las frías gotas de agua. Mezclándose con las lágrimas. O quizás solo había sido una ilusión
Quizás todo era una ilusión.
Rukawa con la ropa como una segunda piel.
Tan frágil. Tan vivo.
Con esa sonrisa que parecía iluminar el cielo.
Rukawa sonriendo.
Rukawa mágico, casi sobrenatural
Y el corazón se le encogió ante la maravilla que estaba observando. Nunca alguien había desencadenado ese torrente de emociones que ahora estaba sintiendo. Quería protegerlo, quería oír su voz y verlo sonreír para siempre. Y su mente no dejaba de repetir una y otra vez que nunca había visto nada más hermoso que a Kaede Rukawa bajo una tarde de lluvia
***FIN DEL FLASHBACK****

A partir de ese día tubo que aceptar que quizás por Rukawa sentía más que amistad. Y ese solo pensamiento abrió en su mente un abismo de dudas.
Miles de preguntas le bombardeaban día y noche. ¿Era gay? ¿Le gustaban los hombres en general o solo Rukawa? ¿Le gustaba realmente Rukawa? ¿Sólo le gustaba o había algo más? ¿Se estaba enamorando? ¿Amor? ¿Qué era el amor? Y así podía continuar durante horas. Tomó la decisión de cortar todo lo que estaba sintiendo, no estaba preparado para afrontarlo, no teniendo a Rukawa tan cerca.
Por suerte –pensó - el curso, mi tercer y último curso de instituto, acabó al poco y me fui a Tokio. Necesitaba pensar y necesitaba estar alejado de la persona que había desencadenado todo esto
La universidad fue para él como una bocanada de aire fresco. Se sintió tan vivo y libre al principio.
Gente nueva, asignaturas nuevas que podía elegir a su gusto. Nuevo equipo. Todo era nuevo. Quizás no todo porqué gran parte de sus amigos y conocidos también había ido estudiar a allí y también se encontró con gente que habían hecho tercero el año anterior al suyo.
Y durante unos meses quiso olvidar sus preocupaciones y dudas. Conoció a Keiko, una chica de su clase con la que tenía muchos gustos en común. Al poco tiempo ambos salían juntos y tubo la relación más larga de toda su vida. Con Keiko podía hablar como si fuera una más de sus amigos, no era como el resto de chicas que había conocido hasta el momento. Pensó que quizás había encontrado a esa persona especial y que todo el asunto de Rukawa no habían sido más que imaginaciones suyas. ¡Cómo iba a sentir él algo por su amigo!
Pero alguna cosa dentro de él le molestaba, no se apartaba de él la duda de que quizás se estaba equivocando. Que pese a todo, aquel torrente de emociones que Rukawa le producía seguía escondido en su interior, listo para salir en cuanto se pusiera a pensar en el otro chico.
Recordó que al llegar las vacaciones de verano en vez de irse con sus padres quiso regresar a Kanagawa. Necesitaba verlo y saber si había sido una ilusión o no.
Llegó por la tarde, dejo sus cosas en su pequeño apartamento y se fue a buscarlo sin perder ni un minuto. Sabía donde encontrarlo, en la cancha donde solían jugar los dos. Y en efecto, nada más acercarse oyó el inconfundible sonido del dribling de Rukawa. Lo observó unos segundos y no pudo evitar pensar que era algo casi romántico el encontrarlo aquí, teniendo en cuenta que Rukawa tenía una cancha más cerca de su casa dónde solía entrenar él solo.
Seguía igual, quizás algo más alto, pero no había cambiado, al menos no a simple vista.
Lo llamó. Y pudo ver la sorpresa es esos ojos azules que tanto le habían llegado a gustar.
Sintió culpa. Culpa por haberse querido engañar. Culpa al pensar que pese a todo, esto que sentía era algo real. Lo más real y fuerte que nunca había sentido.
Culpa porque sabía que estaba a punto de hacer daño a Keiko.
Culpa por tener que esconder lo que sentía a Rukawa. Por velarle esas emociones de su vista.
Culpa al ver el dolor que brilló por unos segundos en los ojos de Rukawa.

Cuando volvió de vacaciones lo primero que hizo fue quedar con Keiko. Se lo explicó todo, desde el principio. Y de cómo viéndolo de nuevo había vuelto a sentir lo mismo, incluso más fuerte. Daba gracias a los dioses de que Keiko fuera una mujer tan comprensiva. Lo escuchó y llegó a entenderlo. Y a pesar del daño que le había hecho, puesto que se había enamorado de él, continuó a su lado, como amiga incondicional.
Durante el resto de su primer curso en la universidad entre Hiro, a quien previamente informó de todo, y Keiko gastaron el tiempo discutiendo su caso y visitando algún local de marcado ambiente gay. Y así llegaron a la conclusión de que aunque se estaba enamorando de Rukawa podía sentir atracción por otros hombres.
El gran Akira Sendoh era bisexual.
En palabras de Hiro:”No debería sorprenderme. Ahora no habrá ser humano sobre la faz de la tierra que no esté amenazado por las pervertidas intenciones de Akira Sendoh. En especial cierto súper rockie de Kanagawa...”
Lo cual los llevaba a otro problema. ¿Qué pensaría Rukawa? ¿Se asustaría, se enfadaría, lo ignoraría, le gritaría y lo insultaría o le correspondería?
Se sentía tan nervioso y inseguro. Nunca había visto a Rukawa con interés hacia ninguna chica, claro que tampoco había mostrado interés hacia ningún chico. Se devanó los sesos durante semanas. Y decidió que pasar lo que pasara se lo diría. Por que o le decía lo que sentía o explotaba y se lanzaba sobre él, o bien le daba un colapso y acababa en urgencias.
Nervioso, nunca había estado tan nervioso. Ni siquiera la primera vez que tubo sexo. Le temblaban las manos y las piernas. Llegó a Kanagawa por la noche después de acabar el curso a finales de abril y como alma que lleva el diablo corrió hasta la cancha de siempre. Estaba vacía. Se fue hacia la que estaba cerca de su casa, lo mismo. Pasó por su casa, por el gimnasio del Shohoku, por la playa, por todos los sitios que se le pasaron por la mente.
Y nada. No estaba.
Llegó a su apartamento agotado y desmoralizado y solo entonces se fijo en el correo. Allí estaba. Una carta de Rukawa. La leyó varias veces hasta casi memorizarla y aún así era como si las palabras estuvieran vacías.
¿Se había ido?
¿Pero por qué?
Rukawa se había marchado.
Lejos de su país.
Lejos de todo y de todos.
Lejos de él.
Y lloró, como no había llorado desde que era un crío. Lloró por que en el fondo de su alma sabía que había sido culpa suya. Sabía que de alguna manera el había hecho que Rukawa sufriera y se ahogara más.
Era culpa suya por no haber dicho nada antes.
Era culpa suya el haber dudado tanto.
Y ahora esa culpa y la duda y las ganas de decirle lo que sentía y la impotencia y frustración de no poder hacerlo se mezclaban en él de forma furiosa y dolorosa.
Se hundió, hasta el fondo. Pasó un verano depresivo. Encerrado en su apartamento, regodeándose en su dolor.
Afortunadamente tenía buenos amigos. Amigos dispuesto a sacarle aunque fuera a patadas de su piso. Sí, la delicadeza y el tacto nunca han sido el fuerte de Hiro-pensó divertido.
Gracias a los dioses pudo superar también esa crisis. Quien iba a pensar que Akira Sendoh, el chico prácticamente perfecto en todo, tenía esa tendencia hacia la depresión. Quizás era por esa incesante búsqueda de la perfección, por autoexigirse demasiado.
De todas formas, en eso tampoco he cambiado mucho, aunque intento mejorar. Cada día que paso intento dejar de presionarme hasta el máximo.

El nuevo curso empezó, segundo de carrera. Y aunque no había dejado de sentir aquel sentimiento confuso y desconocido. Aquel posible amor, que nunca llegó a ser porque no se le dio la oportunidad de crecer. Guardó todo eso dentro de él, en un rinconcito dónde no le hiciera mucho daño y se dispuso a disfrutar de su recién descubierta bisexualidad.
Continuó tontenado con chicas, pero empezó a hacerlo también con chicos. No de forma descarada, ¡claro! La homosexualidad en Japón no gozaba de excesiva buena acogida pero dentro del ambiente universitario era tolerada bastante bien. La universidad era un lugar donde los jóvenes se liberaban y daban rienda suelta a sus fantasías. Y así lo hizo él. Se convirtió en asiduo a un par de locales de “ambiente” y de una discoteca donde se podía hacer de todo y tomar de todo sin que nadie se quejara o te mirara mal, un paraíso dentro de un país restringido por infinidad de normas de conducta.
Vivió su primer rollo con un hombre con gran emoción. Disfrutó de su primera experiencia sexual con otro hombre increíblemente.
Y mantuvo su primera relación estable con un chico de la universidad muy ilusionado. Yuki era casi perfecto. El casi venía porqué, como no paraba de recordarle su mente, Yuki evidentemente no era Rukawa.
Pero no se podía tener todo.
Quizás algún día conseguiría dar con Rukawa.
Quizás entonces le podría decir lo que sentía.
Y quizás, solo quizás, él también lo correspondería.
A mediados de curso empezó a sentirse aburrido de todo. Empezó a notar la presión que la gente ejercía sobre él de nuevo. Su relación con Yuki no iba bien y sabía que era por culpa suya. No era capaz de olvidar. No cuando todo le recordaba a Rukawa.
Y justo entonces le ofrecieron la posibilidad de cursar un segundo ciclo de fisioterapia en Estados Unidos. Apenas lo pensó, aceptó de inmediato.
El cambio le iría bien. Quizás pudiera dar con Rukawa.
Vaya historia la mía, teniendo tan cerca lo que siempre he querido y siendo tan estúpido para no darme cuenta hasta que ya fue demasiado tarde. Pero en fin, ahora ya no tiene remedio. Hace ya tiempo que dejé de huir de lo que sentía, solo lo había guardado hasta que llegara el momento. Y ahora por fin el momento ha llegado. Estoy seguro, dentro de unos meses, cuando empiece la liga universitaria podré verte. Y no me arrepentiré nunca de decirte lo que siento. Total, no tengo nada que perder.
Se estiró con sus 1,95 metros, de los que estaba realmente orgulloso y esperaba crecer un poco más, y sacó un libro de la mochila. Apenas habían pasado cinco horas de viaje y ya estaba aburrido. Llamó a una de las azafatas para que le trajera algún refresco y maldijo a la compañía de vuelos cuando le dijeron que no tenían su querido Pocari Sweat, así que se conformó con una Coca-Cola. La azafata no paró de sonreírle y tontear con él y no se contuvo de seguirle el juego por un rato. Pero pronto estuvo aburrido de nuevo.
Así que se puso a leer. “Entrevistas con el vampiro” era uno de sus libros favoritos, juntos con otros de fantasía y ciencia-ficción. Esto también tenía los mismos gustos que Rukawa, como descubrió en una de esas veces que acabó en casa de su amigo viendo alguna peli o algún partido de la NBA a altas horas de la madrugada por satélite.
En algún momento de las siguiente hora tubo que ir al lavabo y su mente siempre dispuesta a imaginar fantasías sexuales no pudo evitar pensar en el morbo que tendría hacerlo en ese pequeño compartimiento.
Pasó el rato y sintió unas ganas terribles de dormir, sobretodo después de que le hubieran servido algo para picar. Daré una cabezadita antes de que nos sirvan la cena-pensó bostezando.

Caminó hacia el lavabo con su mítica sonrisa surcándole el rostro. Aunque en esta ocasión se podía ver una ligera sombra de algo más, algo que la convertía en una sonrisa más endemoniadamente sexy. Entró dentro del pequeño lavabo y sin embargo no cerró la puerta con el pestillo. A los pocos minutos la puerta se abrió entrando otro de los jóvenes pasajeros. Había estado durante la última hora enviándole indirectas hasta conseguir que le hiciera caso. Con un guiño pícaro y sus labios diciéndole sin emitir ningún sonido “te quiero ahora” se marchó hacia el lavabo. Y ahora por fin estaba donde quería estar desde hacía un rato y teniéndolo a él justo donde quería tenerlo. Pegado a su cuerpo, sin dejar ni un espacio entre ellos, mostrándose mutuamente que el juego los había encendido hasta necesitar una liberación lo antes posibles. Atrapó el cuello de su compañero e invadió su boca de forma violenta, con una necesidad urgente de devorar esos labios que lo estaban volviendo loco. Suaves, finamente delineados, de un color rosa pálido, resaltando sobre la tez de color marfil. Notó como unas manos impacientes pero tremendamente hábiles le desabotonaban la camisa.
Así que quieres jugar fuerte -pensó divertido- Juguemos entonces, esto lo hace más interesante, porque al final seré yo el que gane. Como siempre.
Dirigió una de sus manos a la camisa de su compañero imitando su movimiento, mientras que con la otra se aventuraba a bajarla hasta el pantalón, acariciando el borde. Jugueteando con el elástico de los boxers, para finalmente rozar con los dedos la punzante dureza del otro. Oyó un gemido, un asentimiento de que lo que acababa de hacer le había gustado. Desplazó sus labios del cuello al lóbulo de la oreja del otro joven. Lo humedeció con la lengua y le susurró suavemente:
-¿Te gusta? ¿Cuánto más lo quieres? –notó como su joven compañero se estremecía ante el gesto, su cálido aliento acariciando la zona húmeda se su oído.
El otro chico se pegó más contra él, ejerciendo fricción, en un claro deseo de querer más. Mucho más.
-Veo que estamos ansiosos, o quizás mejor decir demasiado calientes .-volvió a susurrarle al tiempo que introducía su lengua en el oído del otro- ¿Quieres esto? –preguntó con una clara alusión a algo más.
Como respuesta su boca fue invadida por una lengua que reclamaba ser obedecida y él naturalmente le dejó hacer según sus deseos. Para que negarse cuando lo estaba disfrutando.
Cuando se separaron el otro chico lo miró intensamente y le contestó:
-Quieres dejar de hablar y concentrarte en el juego de una vez.-
Sendoh sonrió, como no hacerlo. Con él las cosas siempre eran igual. Pero le gustaba así, así que decidió hacerle caso y empezó a desabrochar los tejanos del otro hasta finalmente dejándolos caer. Vio al otro joven removerlos de sus pies.
¿Había venido sin zapatos? Que prevenido -pensó- Pero mejor, facilita las cosas.
Notó como le recorrían la pierna con un pie, un pie deliciosamente descalzo.
-Mmmm... ¿sabes que me encantan tus pies? Quizás tengo algo de fetichista.
-¿Piensas dejar de hablar y follarme de una vez en algún momento?. Creí que habías dicho que querías “esto” ahora.
-¿Pero quien te ha enseñado a decir esas cosas? Vamos que tener que buscarle algo mejor que hacer a tu lengua para evitar que siga diciendo cosas feas.
-Creo que se me ocurre algo en particular- y diciendo esto el otro joven se agachó lentamente, desabrochando por el camino sus tejanos y descubriendo su erguido miembro al deslizar sus boxers con la boca. Y sin perder tiempo lo cubrió con la boca, jugueteando con su lengua.
-Oohh! Dios Kaede! A esto se le llama hacer un extraordinario uso de la lengua...

Se despertó de golpe. Un leve sudor cubría su frente. Respiró varias veces para tranquilizarse. Por supuesto que no era la primera vez que tenía un sueño húmedo. Y tampoco era el primero con Rukawa. Al fin y al cabo, Rukawa es un sueño húmedo andante. Pero es que este había sido extremadamente real, y además estaba el pequeño detalle de que se encontraba en un avión, no en la intimidad de su cama, o de su baño, o de su sofá o ... Bueno, de cualquier lugar en el cual no tuviera gente alrededor.
Bajo la cabeza y notó para su desgracia que tenía un pequeño, o no tan pequeño que yo siempre me he sentido muy orgulloso de mis atributos, problema entre las piernas.
Genial Akira –pensó con fastidio- ¿y ahora como demonios arreglo esto? Ni modo de ir al lavabo, sería aún peor. Oh solo de pensarlo ya me vuelvo a ... Venga, piensa en cosas aburridas
Y así pasó el resto del viaje leyendo sus apuntes sobre rotura de ligamentos y con la mochila sobre el regazo. Por si acaso se volvía a dormir y le pasaba lo mismo.

Ocho horas más tarde el avión aterrizaba en el aeropuerto. Y de camino a la zona de recogida del equipaje vio un letrero que ponía: “Welcome to New York”.
Sonrió y con las manos en los bolsillos y la mochila colgada de un solo hombro se dispuso a recoger sus maletas.
Ya estamos aquí, en Nueva York, mi nueva ciudad. Preparaos, Akira Sendoh ha llegado. Y prepárate Kaede Rukawa, pronto nos veremos de nuevo. Para bien o para mal volveremos a estar juntos y esta vez me vas a escuchar. Y entonces ninguno de los dos tendremos razones para volver a huir

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Notas de la autora: Para empezar gracias a las que me habéis animado a continuar y hacer esto. Y en especial a Moryn por hacerme de beta y aguantarme tanto rato.
Este fic se acaba aquí, pero para las que lo hayáis disfrutado ya os aviso de que hay una secuela en marcha titulada “Suavemente”. Espero tener el primer capitulo pronto, pero tenéis que entender que estoy de examenes y tengo que estudiar ¡_¡
Pues eso, muchas gracias, besos y hasta pronto!!!
Nos vemos en SUAVEMENTE!!!!

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