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Empty Room por Kayita

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Mizuki cerró los ojos algo adormilado por la falta de movimiento, pero mis ojos estaban fijos en la puerta del cubículo que comenzó a abrirse despacio. Si fuera humano, sé que podría sentir a mi corazón latiendo en mis oídos. Un paso lánguido salió de la cabina y pude observar un negro y puntiagudo zapato, seguido de satén rojo. Salió lentamente, poniéndose nuevamente los guantes de encaje en sus pálidas manos. Sus celestes y extremadamente maquillados ojos me atravesaron cuando dirigió una sensual mirada en mi dirección. No pude reaccionar, solo podía ver lo poco que quedaba de la sangre de ese sujeto yéndose con una lenta lamida por la comisura de sus labios. Dirigió una divertida mirada al cadáver de ese hombre de cabello largo y oscuro, sentado contra la pared del cubículo, semidesnudo y cubierto de sangre. Volvió a mirarme y sonrió. Cubrí a Mizuki con mi cuerpo, mirándolo de frente.

Bye bye baby, comentó con una voz profunda y sensual, pateando delicadamente con el talón la puerta, cerrando el cubículo.

No podía moverme, simplemente no podía moverme. Mi semblante debía reflejar mucho desconcierto, ya que volvió a reírse.
Ah, vamos, como si tú no lo hicieras… se burló acercándose lentamente, oscureciendo un poco su pálido y angelical semblante. ¿O vas a decirme… comenzó en un susurro, que eres de esos… que los respetan?
Observó a Mizuki con diversión y repudié su gesto, pasando mis manos por detrás de mi espalda, envolviendo su dormido cuerpo.
No me interesa tu juguete, yo ya comí, dijo con tono alegre
Había algo en él, algo me decía que no debía confiarme.
Tal vez era el hambre insaciable que se leía en sus brillantes ojos.
Se acercó aún más, a centímetros de mí. Una pesada y dulce fragancia me aturdió, cubrí mi nariz instantáneamente y lo miré con los ojos entrecerrados.
Eras tú, solté sujetando más fuerte a Mizuki
El ya no estaba sonriendo.
Me tomó repentinamente de los hombros y me sentí un humano de nuevo. Sus largas uñas enterrándose en el material de mi ropa. Su semblante oscureciéndose más y más. Sus labios se torcieron en una mueca de enfado mientras su nariz acariciaba mi cuello. Volvió a soltarme tan bruscamente como me había tomado y suspiró, volviendo a su sensual y burlona sonrisa.
Así que el viejito no se quería quedar solo… comentó prácticamente para él mismo
Tomó mi mentón y ladeó la cabeza, sonriendo de forma menos tétrica, hasta podía decirse tierna. Algo en él me parecía tan familiar.
Hueles a Kyo. Afirmó molestándose.


~~


¿Cómo es?
Como el más dulce de los pecados… odiaba su perfección, me hacía desear encerrarlo y jamás dejarlo ir… fue tan egoísta hacerlo mío, pero ya vez… soy tan idiota como un humano, volví a una inocencia angelical en el acólito del diablo… ya nunca volverá a ser el mismo…



~~


Ruki…
Se sonrió, victorioso.
Mejor te vas pronto, no tardarán en ver las sobras, comentó burlón mientras caminaba lánguidamente hasta la puerta, desapareciendo tras ella

No esperé a despertar a Mizuki, lo tomé entre mis brazos y salí de ese lugar tan rápido como me permitía la enorme cantidad de gente.
Aún jadeaba para respirar cuando acosté a Mizuki en el asiento del acompañante de su auto, poniéndome en el lugar del conductor. Respiré muy profundo y golpeé el volante con furia.
Había vuelto.
¿Y ahora qué?
Di vueltas en círculos, tratando de pensar, de poder razonar. Temía mucho por Mizuki, pero sé que temía más por la reacción de Kyo al volver a verlo. Ruki iba a destruirlo, podía verlo en cada gesto. Podía verlo en sus ojos.
Me detuve finalmente frente a la casa de Mizuki, lo bajé despacio y lo llevé sin mucho esfuerzo a su habitación. De haber sido otra la situación, hubiese pasado la noche con él. Besé sus labios dormidos y salté por su ventana hasta la de mi refugio.
La oscuridad de la habitación lo revelaba todo. Kyo no estaba ahí.
Maldita sea
Bajé a saltos las escaleras y mi respiración pareció volver de pronto. Kyo estaba recostado en el sillón, de ojos cerrados.
Estás algo agitado… comentó con media sonrisa, ¿cómo te fue?
Kyo… yo-


El timbre.

Maldita sea
Kyo no me respondió. Maldición. Se levantó y fue hasta la puerta. Demonios. Llegó a abrirla lo suficiente, pude ver el satén rojo del traje de Ruki del otro lado. Y esa sonrisa. Esa angelical sonrisa que escondía tanta maldad.
Lo poco que podía recordar Kyo de su cordura, había desparecido con esa mirada felina.
Ruki…. susurró quedo, casi embelesado como ante una obra de arte
Kyo, respondió complacido, con ese tono de niño mentiroso que había usado conmigo
Se aferró a él, en un desesperado agarre que Ruki fingió responder, posando como si temiera ensuciarse, sus manos en la espalda de Kyo. Me miró fijo. Nuestros ojos chocaron de una forma agresiva, mi expresión de repulsión le causo gracia.
No podía dejar que esto pasara.
Ky-
Te extrañé
, susurró con tono angelical en el oído de mi maestro, dejándose envolver con fuerza.
Sus ojos bajaron por segundos al rostro escondido de Kyo antes de volver a fulminarme con la mirada. Sonriendo. Sabiéndose victorioso.
Kyo, no te vayas… llegué a susurrar antes de verlo desaparecer con Ruki por la puerta de entrada


~~


¿Y si volviera… lo perdonarías?
Su semblante se entristeció, pero volvió a sonreírme dulcemente, dándome lo que quería oír.
No
Una mentira.


~~

Qué humillante. Lágrimas carmesí caían lentamente por mi rostro. Jamás había llorado, ni siquiera siendo humano. Y ahora todo parecía desmoronarse. Me sentía tan solo. Observé la casa de Mizuki. Lo necesitaba.
Lavé mi rostro muchas veces, como era de esperarse, quitar las marcas de sangre era mil veces más difícil que limpiar lágrimas reales. Tomé mi abrigo a pesar de no necesitarlo y fui hacia su casa. …l debía seguir durmiendo, ya que sus somnolientos pasos se arrastraron por todas las escaleras hasta abrirme la puerta.
Su rostro cambió por completo.
¡Mao! ¿qué pasó? preguntó enseguida, preocupado
No podía fingirlo ya, me desplomé en su abrazo, llorando sin lágrimas en un enorme esfuerzo.
Mizuki se mantuvo en silencio mientras me dejaba pasar y tomar asiento, yendo a la cocina y volviendo con un vaso de agua que me costó demasiado fingir tomar. Se sentó a mi lado y suspiró.
Es por el otro, ¿verdad?
Tuve que repetir esa frase en mi cabeza una y otra vez. Se sonrió ante mi silencio.
No soy idiota Mao, nunca me llevas a tu casa, me ves solo de noche, es obvio que hay alguien más…
Suspiré algo aliviado.
No es precisamente eso… pero se acerca a la verdad
Maldita sea. Me había metido en la peor de las situaciones. ¿Cómo explicar a Kyo sin confesar mi secreto? Me masajeé las sienes.
Se dio cuenta, ¿verdad? susurró sin poder controlar su voz quebrada. Se dio cuenta y ahora ya no puedes verme…
Se cubrió el rostro, fingiendo no llorar.
No es así Mizuki. Afirmé sin poder mirarlo, sus lágrimas siempre me daban mucho dolor. Es muy difícil para mí lograr que lo entiendas… él no quiere que nos separemos… él…
Pude sentir las lágrimas tratando de salir, cerré mis ojos con fuerza, tratando de contenerlas.
Nada puede ser tan malo, trató de animarme, trató de animarse.
Nos sonreímos.
Tienes razón, respondí sinceramente, una eternidad era tanto tiempo, Kyo no podría seguir embelesado por el encanto de Ruki por siglos, tarde o temprano el efecto se lavaría…
Se levantó y me tomó la mano en silencio, tirando de mí y llevándome por las escaleras, hacia su habitación. Besó mis labios con fuerza antes de tirarme de forma algo brusca en la cama, caminando con suavidad para cerrar las cortinas, volviendo hacia mí y quitándome los zapatos.
Me apoyé sobre mis codos y lo miré con una media sonrisa.
¿Quieres que me quede?
Creo que es obvio
, se rió

El calor abrumador de Mizuki se me pegó a la piel y se quedó en mí aún después de haberse quedado completamente dormido. Sentía su tranquila respiración acompasar la mía, las horas pasar en su reloj digital, la luz apareciendo desganada detrás de la cortina. Suspiré. Debía irme. Traté de levantarme pero el peso de Mizuki me contrarrestó, me reí ligeramente, me sujetaba con fuerza de la cintura, acurrucándose contra mí como si de verdad mi piel expulsara calor.
El sol no tardaría en salir por completo, tenía que salir de ahí o me vería en aprietos más pesados que los de la noche anterior. Mi pecho se contrajo. La noche anterior. Mordí mi labio, volviendo a echarme en la cama. ¿Realmente quería irme?
Me sentía débil y dolido, como un humano traicionado, no sentía fuerzas para enfrentarme al rostro de Kyo otra vez, no después de haberlo visto brillar ante la retorcida sonrisa de Ruki. Sacudí mi cabeza, ¿dónde estaría ahora? Mi vista pareció dirigirse involuntariamente a la ventana, pero tras la cortina no podía distinguir ninguna clase de ruido proveniente de mi refugio, y mucho menos algún movimiento. Volví a llevar mi vista al techo. Permanecería aquí, podía poner alguna buena excusa para ahorrarme la exposición a la luz solar, sólo debía pensar en una…
Cuando Mizuki comenzó a despertarse, el sol comenzaba a menguar contra el horizonte. Sonreí ante su pereza, acaricié su cabello y fingí estar despierto hacía solo un rato, restregando mis limpios ojos con lentitud. …l se rió y se sentó despacio en la cama, mirando hacia fuera y encendiendo el televisor casi de inmediato, quedándose algo estático al ver la hora. Soltó una pequeña risa.
Eso es un poquito fuera de lo ordinario, comentó en voz baja. Iba a invitarte a desayunar… pero viendo la hora mejor lo dejamos en una cena.

Aún era de noche cuando decidí despedirme de Mizuki, necesitaba cerrar mis sentimientos, me sentía bajo y patético, pero necesitaba ver a Kyo. Permanecí unos segundos frente a la puerta de entrada, sin abrirla aún, de ojos cerrados, pensando. Finalmente la abrí, con calma, hasta con temor. La sala estaba vacía. Mi estómago decidió jugarme sucio, mi corazón parecía estrujarse. Caminé desganado hasta las escaleras, subiendo hasta mi habitación –o lo que podía llamar así-. Estaba tan abandonada como siempre, la polvorienta cama que nunca quise usar ahora me resultaba muy tentadora. Una nube de polvo se levantó al dejarme caer sobre el casi inexistente colchón, cerrando los ojos una vez más.
Sería tan hermoso abrirlos y que todo fuera un sueño.
Sólo un sueño.
Una somnolencia empezó a invadirme, tal vez era la falta de sangre por las pérdidas del día anterior… o tal vez era ese piano que había comenzado a sonar hacía unos momentos.
Kyo, susurró una voz dentro de mi mente
Es Kyo, reafirmó
Mao, ¡levántate maldita sea!, pero mi cuerpo no respondía

Es gracioso, ¿no es así? comentó tranquila una aterciopelada voz frente a mí, apenas pude levantar mi cabeza, pero no hacía falta, su intoxicante perfume y su juguetón tono de voz eran imposibles de confundir.
Volví a echar mi cabeza, quería golpearlo ahí mismo, pero mi cuerpo seguía sin responder.
Kyo la ha tocado por siglos… siguió mientras oía el sonido de un encendedor y el crepitar del cigarrillo al encenderse. Suspiró con la primera bocanada de humo, lo ha intentado con todos., pero a ti es al único que le ha surtido efecto…
¿Qué haces aquí?
, pregunté entre dientes, sin poder mirarlo siquiera
Sentí la estructura de la cama crujir cuando su rodilla se apoyó a un lado de mis piernas, poniendo la otra del otro lado e inclinándose hasta estar muy cerca de mi rostro. Quitó el cigarrillo de sus labios y lanzó una bocanada a mi rostro. Cerré los ojos con asco.
Vine a llevarme lo que es mío, ronroneó jugando con mi cabello
Kyo no te pertenece, respondí con todo el odio que era capas de expresar, sólo quería estrangularlo, maldita sea.
Yo lo tuve primero, contempló sonriendo
Tú nunca lo quisiste, lo corregí
Y odió el gesto. Volvió a arrojar su humo en mi rostro, sonriendo divertido y saliendo de la cama, parándose a mi lado y mirándome desde arriba.
Tú no pareces estar muy interesado tampoco, comentó mirando de reojo la ventana
Mizuki. Mi pecho se contrajo.
Si lo tocas…
¿Qué? Si lo toco… ¿qué, Mao?
, comenzó y pude sentir la leve irritación en su voz. ¿Me matarás? lanzó una risotada
Se arrodilló a mi lado, sonriendo de forma macabra y posando lentamente el cigarrillo en mi cuello, apretando con fuerza.
A mí nadie me prohíbe nada Mao-chan, dijo con un aire frío que logró asustarme, pero no le demostraría temor, jamás a Ruki
No oyó ni el mínimo cambio en mi respiración, incluso a pesar de haber apagado por completo el cigarrillo en mi cuello, dejando una marca. No tardaría en sanar, y él lo sabía. Se sonrió complacido, pasando sus enguantados dedos por mi cabello antes de salir de la habitación.
La música se detuvo de pronto. Kyo se oía sorprendido de que Ruki estuviera en la casa.
Estoy aquí arriba, maldita sea, murmuré, sintiendo las lágrimas querer volver a salir
Las detuve con el dorso de mi mano, no me permitiría llorar, no le daría la victoria a Ruki.
Gran parte de mí quería bajar y mostrarle lo que su angelito había hecho, demostrarle que Ruki no cambiaría, ni ahora ni nunca. Y otra parte sólo quería cuidar de Mizuki, una frágil alma mortal. Kyo tenía toda la eternidad para darse cuenta, Mizuki solo tenía una oportunidad de vivir, no dejaría que Ruki se la arrebatara.
Quería bajar esas escaleras, pero sólo tenía las fuerzas para sentarme en la cama.

Mao.

No lo había imaginado, ¿verdad? ¿no estaba volviéndome loco?

Mao… ¿estás bien?

Me levanté y fui hasta la ventana. A mis oídos seguía llegando claramente el susurro de Mizuki mientras estaba sentado en su cama, tratando de prestar atención a los ruidos y colores del televisor. Pensando en mí, me odié por preocuparlo de esa manera. Tuve muchos deseos de cruzar esa distancia y abrazarlo.

Mao.

Esa voz si estaba ahí, me volteé y pude ver a Kyo en el umbral de la puerta. Mi corazón pareció romperse una vez más. No sonreí. Su semblante se preocupó. Tapé la herida.
Lo hizo tu angelito, dije con odio, me dolía mirarlo de esa manera, pero me dolería más que fuera él el que recibiera ese daño en el futuro
Lo sé, respondió bajando ligeramente la mirada
Al menos sabes a lo que te enfrentas, tenía muchos deseos de irme
Mao… susurró, como me esperaba, no podía justificarse, yo…
No me importa, respondí, fingiendo una sonrisa, tú siempre me dijiste que nadie te había hecho sentir como él, pues ahora es todo tuyo, ¿no es así? Te quiere de vuelta
Si claro, si Kyo era tan estúpido como para creérselo, era yo quien merecía el título de mentor.
Quien sabe, respondió con una pequeña sonrisa
Maldita sea, de verdad lo amaba.
Kyo, yo no te juré eternidad, no me dejaste hacerlo… vete con él, sé feliz… pero si daña a Mizuki yo…
No lo hará, me interrumpió repentinamente
¿Por qué aún confías en él?
No dijimos nada más, sé que en el fondo Kyo trataba con todas sus fuerzas de convencerse a sí mismo, más que tratar de defender a Ruki.
Cuida de Mizuki, dijo sin mirarme, saliendo nuevamente de la habitación
Sabía que no lo vería por mucho tiempo.


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