Lo sostenía con fuerza, evitando que se precipitara hacia el suelo. Con el último golpe recibido había perdido el conocimiento y, con ello, la batalla que llevaban desde hacía mucho tiempo. Le miró, serio. Jamás creyó que las cosas terminarían de esta forma.
Descendió despacio, contemplando el lento oscilar del cuerpo del espada, sin dejar de sentir una opresión en el pecho que comenzaba a cortarle la respiración. El final de “todo” era…lo que él deseaba. Vencer a Grimmjow y salvar a Orihime. Era lo que él quería.
Pero, en contra de lo que cabría esperar, no era alegría lo que su rostro reflejaba; un profundo pesar había comenzado a atacar su corazón al ver el herido cuerpo del espada. Suspiró, desviando la mirada y apretando con más fuerza el agarre, como temiendo que, si lo soltaba, se desvanecería con el aire.
Llegó al suelo antes de lo esperado; con extremo cuidado le dejó tumbado sobre la arena, observando su rostro herido y manchado de sangre.
…l mismo se encontraba en un estado realmente lamentable, herido de gravedad y perdiendo sangre por tantos lados de su cuerpo que temía acabar desangrado.
-Grimmjow-lo llamó, deseando que abriera una vez más sus ojos y le mirara directamente, como siempre hacía. Quería ver de nuevo sus pupilas contraídas, destilando locura en cada mirada, aunque solo fuera una última vez.
El espada ni se movió, respirando de forma pausada. Ichigo se llevó una mano a la cabeza, revolviendo su cabello de forma nerviosa. Orihime le esperaba junto con Nell no lejos de allí…pero él no podía moverse.
Se agachó, mirando más de cerca el imponente cuerpo felino de Grimmjow y, con cierta cautela, llevó una mano temblorosa hasta la última herida que Zangetsu le había abierto. La sangre resbalaba silenciosa, manchando incluso la arena. Pronto, la misma discurría por sus dedos, regalándole una cálida sensación de inquietud.
-Grimmjow-llamó de nuevo, buscando sus ojos, moviendo su cuerpo, notando como sus sangres se mezclaban, sin importarle que miradas indiscretas pudieran verle. Sólo quería volver a ver sus ojos.- No es mucho pedir que…me mires-susurró, arrodillándose a su lado.- Solo te pido que abras los ojos…que me mires…-la voz se le fue cortando al tiempo que un nudo se le formaba en la garganta.- ¡¡Grimmjow!!
-Mierda…-susurró con un hilo de voz la sexta espada. Abrió lentamente los ojos, encontrándose la mirada preocupada del Shinigami. Apretó con fuerza la mandíbula, realmente irritado.- ¿Qué cojones miras…con esa mierda de cara?-gruñó, deseando poder arrancarle la piel en ese momento.
Vio a Ichigo sonreír levemente y su ira solo aumentó. Había perdido contra ese mocoso aún cuando estaba seguro de ser más fuerte. Apretó los puños, percatándose solo entonces de lo débil que se encontraba.
-Grimmjow, yo…-empezó.
-Mátame.-gruñó interrumpiéndole.
-¿Qué…?
-Mátame ahora…si no lo haces, seré yo el que acabe contigo.-leyó en sus ojos la sorpresa y la incertidumbre.- ¡Si no me matas te despedazaré, Shinigami! ¡Esto es una puta guerra, debes acabar con tus enemigos!
-Has perdido.
Esas palabras salieron lentamente de los labios de Ichigo; Grimmjow hizo acopio de fuerzas y aferró con una de sus garras su cuello, entrecerrando los ojos, furioso.
-Voy a matarte…
-Ahora no puedes.-susurró suavemente, agarrándole por la muñeca y separando casi sin esfuerzo aquella extremidad de su cuello, provocándose algunos arañazos con las garras del espada.- Has perdido, Grimmjow.
Dejó su brazo apoyado sobre su pecho, sin apartar ni un segundo la mirada. El espada parecía estar comprendiendo cual era su situación, y no le agradaba; la impotencia de verse tan fácilmente “dominado” por el otro le revolvía el estómago (si es que tenía). Deseaba despedazarle lentamente, escuchando sus gritos de agonía, admirando como su sangre escapaba por cada corte, por cada miembro cortado.
Pero, en lugar de eso, vio como el Shinigami se separaba bruscamente de él, dedicándole una última mirada que le pareció una despedida, para alejarse luego e irse a encontrar con aquella mujer y con la mocosa insufrible.
-Joder…-murmuró, incapaz de levantarse.- Puto Shinigami de los cojones…voy a matarte…voy a partirte tu bonita cara…te demostraré quien coño es el que manda.
Entonces se puso en pie; las piernas le temblaban y el dolor se volvía insoportable por momentos, pero todo eso no le importaba. Iría tras de Ichigo para acabar definitivamente con todo aquello.