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Cuentos de amor, locura y muerte. por Agus y Moony

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Notas del capitulo: Nuevo capi, nuevo capi! xDD
Ojala les guste y GRACIAS por leer y estar ahi.
Un pequeño lemon ; )




Myu estaba anonadado, se sentía en el cielo, y Radamanthys no dejaba de decirle que las cosas así no funcionaban, que como no era capaz de seguir una simple orden y un montón de interrogaciones derivadas del mismo tema más.

Papillon hacía como que lo escuchaba, pero lo cierto es que no había entendido ni una palabra desde que lo había visto. Se dedicaba simplemente a observarlo mientras el otro hablaba y despotricaba contra los enfermeros ineptos y contra los jefes de enfermería insoportables.
Myu amaba como se movía su quijada mientras protestaba, como sus cejas rubias se juntaban en su frente dentro de su mismo enojo. Estaba embelesado, ya imaginaba como se masturbaría cuando lo dejara salir de ahí. Las expresiones que más le habían gustado y las que serían objeto de su deseo.

Dejó de soñar cuando Radamanthys le tocó el hombro con suavidad. Ahí dejó de respirar. Transpiró las manos, se las metió en los bolsillos, lo miró a esos ojos ambarinos con real devoción.

-Intentá no hacer enojar a Pegaso si no querés ir visitarme a la cárcel. –rió de su propio chiste.

El enfermero pensó en ese momento que iría a visitarlo a donde fuera que estuviera. Estuvo a punto de decírselo.

-Ahora andá, saludos a Valentine.

Y le cerró la puerta en la cara, con una sonrisa amable.

* * *


Aioria llegó al departamento de Milo con un sabor amargo en la boca. Durante el trayecto en coche, Giovanni había intentado contactar con él, pero no había atendido convenciéndose a sí mismo de que no lo hacía sólo porque estaba manejando.
Entró al edificio con su llave, ya que el departamento de Milo estaba unos pisos por encima del que compartía con su hermano. Saludó con un gesto de la cabeza al portero y se metió en el ascensor.

Milo esperaba a su amigo con las carpetas que componían la historia clínica de Saga desperdigada por toda la alfombra.

-¿Qué pasó? ¿Por qué tardaste tanto? Creí que estabas en tu casa- le dijo a modo de saludo.

-Estaba en una cita que se arruinó. No quiero hablar de eso.-respondió Aioria procurando ser directo.

Milo se encogió de hombros. No lo presionaría, cuando Aioria estuviera listo, se lo contaría.

El joven Leo se sentó en los almohadones que había en el piso, Milo no tenía sillones en su casa, solo una mullida alfombra y algunos puff y almohadones.

-¿Qué pasó con Saga? ¿Para qué me necesitabas?-preguntó

-Hoy fui a verlo, y su comportamiento me dió a entender muchas cosas. Así que pensé, que para empezar a trabajar con él, y llegar a lograr algo, primero tengo que entender lo que vivió previamente y lo que esta viviendo ahora. Y para eso quiero tu ayuda.- respondió Milo muy concentrado.

Aioria no terminaba de entenderlo y a decir verdad estaba un poco disgustado, creía que le había pasado algo realmente malo a su cuñado.

-¿Qué es lo que necesitas? Conocés la historia de Aioros y Saga tan bien como yo.-

-Cierto. Pero necesito que me digas que te parece lo que tengo hasta ahora.

Milo buscó un papel lleno de anotaciones y leyó:

- Con 19 años, Saga tiene su primer ataque y le diagnostican esquizofrenia de tipo desorganizado. A partir de ese momento comienza un tratamiento que le reduce los brotes psicóticos. Le resulta muy efectivo y lleva una vida casi normal por 6 años, hasta que, por una pelea con el hermano, sufre un ataque muy grave que lleva a la familia a trasladarlo a la guardia del hospital en donde Aioros hacía sus residencias.

-Exacto-corroboró Aioria.

-Bien, sigo: Aioros lo atiende, y luego de unos días Saga vuelve a la normalidad. Sufre ataques periódicos, pero es capaz de controlar su vida afectiva y empieza a salir con este.
-Por último, hace aproximadamente seis meses, Saga entra en una alucinación severa y es necesario internarlo. Sus períodos de lucidez se vuelven mínimos y pasa más tiempo en su propio delirio que en la realidad.

-Todo eso está bien- dijo Aioria asintiendo con la cabeza. –Pero solo como historia. Creo que deberías empezar a trabajar mas con el presente.

-Hey, en eso estoy, pero te quería poner en tema.-dijo Milo profesionalmente.

-No era necesario, ya sé todo eso-

-Que te calles.

Aioria agarró un almohadón y se lo tiró a Milo por la cabeza.
Este le dirigió una mirada reprobatoria.

-Ahora, por las notas de Aio, hice un boceto de la historia paralela que vive Saga, y en esto quiero que me ayudes- pidió Milo aclarándose la garganta.

-Saga es una especie de Rey o alguien con mucha autoridad. Yo, y sospecho que algunos mas, estamos a sus ordenes.

-¿Rey?

-Shh, Saga cree que Aioros está muerto, y que posiblemente él mismo lo mató. Y por eso cuando lo vé, se altera.

Aioria recordó que su hermano había comentado algo parecido. Y una idea surgió en su mente.

-¿Eso quiere decir que el delirio de Saga siempre se centra en una misma historia?

-Claro, su vida transcurre en esta realidad paralela, y cuanto más se prolongue, mas se arraiga al hecho de que lo que vive es real.

Aioria se llevó una mano a la cabeza.

-¿Crees que Kanon también este muerto en su historia?- le preguntó a Milo

-Es muy probable.

Los médicos hicieron un largo silencio. Ambos estaban sumidos en profundas cavilaciones intentando hacer encajar las piezas del rompecabezas.

Aioria quería ayudar a su hermano. Odiaba verlo sufrir tanto cada vez que visitaba a su novio. Pero si Milo tenía razón, las posibilidades de que Saga lo reconociera como tal eran mínimas.

-¡Ya se!-dijo Aioria de repente y Milo dió un respingo. –Según sabemos, un episodio de gran estrés le provocó a Saga recaer en un delirio. Eso fracturó su realidad y como mecanismo compensador su mente fabricó una propia en donde las cosas salían a su favor.

-Si, eso fue lo que Aioros averiguó de la crisis que tenía Saga cuando se conocieron- comentó Milo empezando a entender a donde quería llegar el gato.

-Entonces, ¿no deberíamos buscar que fue lo que provocó que Saga se creara esta extraña fantasía esta vez? Dijiste que era un rey, ¿no sería posible que se sintiera disminuido o inservible debido a que no conseguía trabajo mientras que a su novio y su hermano triunfaban?

Milo se sintió emocionado. Aioria tenia razón, debían buscar ese quiebre para intentar repararlo. Quizá parecía una empresa demasiado grande, pero se centraría primero en el simple “buscar” antes del complicado “reparar”.

El reloj marcó las tres de la mañana y los amigos se miraron.

-Mañana tenemos que despertarnos temprano, deberíamos dormir –dijo Milo recogiendo prolijamente las cosas del piso.-Además la cabeza no me dá mas.

-Tenés razón.-aprobó Aioria aunque sin levantarse.

-Aioros hace guardia nocturna hoy, ¿no?

-Si…

-¿Querés quedarte acá?

-Si.

Ambos rieron.

* * *

Shaka D’Virgo esperaba tranquilamente al Dr. Sagitario en el bullicioso comedor. Muchos de los internos tenían posibilidades de movilizarse, y el desayuno era muy concurrido en aquel gran salón.
Miraba a los otros pacientes tratando de dominar sus miedos. No eran más que personas comiendo, y divagando en sus propias realidades.
Shaka sabía que el alta estaba próxima y no quería echarlo todo a perder con algún ataque de fobia.
Comió su desayuno vegetariano con parsimonia. Cuando lo terminó, miró al reloj que había en el comedor.

-¿D’Virgo?-le preguntó una voz que le hizo dar un respingo y tirar el vaso de jugo que no había terminado.

-Tranquilo, soy el Dr. Griffon. Voy a atenderte hoy.- le comunicó con voz segura.

Shaka lo miró fijamente, tratando de controlarse ante la cercanía de aquel imponente hombre.

-¿Y el Doctor Sagitario?- se atrevió a preguntar cuando recuperó la tranquilidad.

Al psiquiatra no le gustó en absoluto que el paciente hiciera preguntas, pero recordó que Aioros los trataba con mucha libertad, sin respetar del todo los lugares respectivos del vínculo medico/paciente.

-Hizo el turno nocturno y no va a venir hasta la tarde.- le respondió.

El rubio no pudo ocultar su cara de decepción.
El Dr. Sagitario le llevaba el tratamiento, lo conocía y le inspiraba confianza. Ese hombre, por muy bello que fuera, era un extraño para él. Y los extraños no le gustaban en absoluto.

Minos le sonrió encantadoramente para relajarlo, funcionaba con muchos.

-¿Dónde suelen tener la terapia? Preguntó al paciente, que de pronto no se veía nada tranquilo.

No contestó.

-¿Te gustaría ir a mi consultorio?- insistió.

Shaka negó enérgicamente y se levantó de la silla de un salto. De pronto todos parecían hablar muy alto. Las cucharas producían un ruido demasiado chillón al chocar contra las tazas y los demás internos ahora lo miraban fijamente. Algunos incluso se levantaban y caminaban hacia él.
Trató de correr, pero sintió que las piernas estaban muy pesadas. Vió que también los enfermeros, y el personal de cocina se acercaban. Sus ropas blancas lo mareaban.
Movió la cabeza para tratar de sacar esa horrible visión, pero cuando se sintió completamente rodeado, respirar se volvió demasiado dificultoso.

-¡D’Virgo!- gritó Minos tratando de recuperar la atención del paciente, que había empezado a híper ventilar. –Maldición, va en entrar en shock-

-¡Necesito ayuda acá!-gritó y Orfeo se acercó rápidamente a auxiliarlo.

-¿Shaka?- Le habló el enfermero, alto y claro -¿Shaka? Escúchame, Soy Orfeo.

Necesitas tranquilizarte y respirar pausadamente.
El chico tenía una voz muy dulce y sabía como hablar para llegar a los internos.
El paciente pareció reconocerlo, pero aun tenía los ojos perdidos en algún punto del horizonte.

-Si me permite una sugerencia doctor, creo que deberíamos llevarlo a un lugar menos concurrido.

Minos asintió e intentó acercarse para ayudar con el traslado.

-No, no usted, Shaka no lo conoce y lo ve como una amenaza. Tramy y yo podemos encargarnos- le indicó mientras le hacia señas a su compañero.

-Vigile el comedor por nosotros-agregó.

Al psiquiatra no le gustó la actitud de Orfeo pero obedeció, era primordial estabilizar al paciente.

Los enfermeros agarraron firmemente el pálido y sudoroso cuerpo de Shaka y lo sacaron de allí.
Minos dirigió una mirada al resto de los pacientes que seguían en lo suyo sin siquiera inmutarse.

***

Valentine se arregló el pelo mirándose al espejo que había en los vestuarios de enfermería. Se veía seco y sin brillo.
Igual que el resto de su cuerpo.
Buscó entre sus pertenencias el carnet identificatorio que debía ponerse sobre el bolsillo superior de la chaqueta y la cantidad de envoltorios vacíos de alfajores lo paralizó.
¿Había comido tantos? Recordó con culpa el atracón que había tenido horas antes y cerró los puños con furia clavándose las uñas en las palmas de las manos.
Volvió a mirarse al espejo, mas desesperado esta vez. Notó con horror lo apretado que le quedaba el uniforme. ¡Era el talle más grande que tenían! Eso le había dicho la simpática vendedora ¿verdad? Lo sintió apretado y molesto.
Cambió su peinado en un intento de estilizar su gorda cara.
Miró el reloj y soltó un bufido. Debía fichar en minutos. No tenía tiempo de deshacerse de esos estúpidos alfajores.

Se encontró con Pharao en el office. ¡Era tan bonito y delgado!

-Hola Val- le dijo amistosamente.

-Hola- respondió cortes, no tenía muchas ganas de hablar.

-¿Te enteraste de lo de ayer? Wyvern casi nos echa a todos.

Valentine miró a su amigo con sorpresa.

-¿Qué fue lo que pasó?-preguntó mas animado.

-Nada de chusmerio que no están en descanso- Los retó Seiya que acababa de entrar.

El egipcio lo miró con rabia y agarró la bandeja con los elementos para el control de signos vitales y salió suspirando con fastidio.

-¿Por qué no viniste ayer?- le preguntó Pegaso una ves que se quedaron solos- Orfeo me dijo que te bajó la presión anteayer y estábamos preocupados.-

Harpy desvió la mirada de su superior.

-Necesitaba un descanso, así que me tomé mi día de franco.-respondió con fingida naturalidad.

Seiya lo procesó antes de responder.

-Avisá con anticipación la próxima vez.

Valentine no repuso nada y comenzó a preparar las medicaciones para los pacientes.
Pegaso salió del lugar negando con la cabeza.

***

Aioria llegó tarde a la clínica la mañana siguiente. …l y Milo habían dormido como lirones hasta las diez y su turno empezaba a las nueve.
Se sintió avergonzado al pensar en lo que Aioros siempre decía: “había que llegar media hora antes para poder enterarse de todo antes de ir a visitar a los pacientes”.
Tenía razón, pero esta vez los chicos habían hecho caso omiso de los consejos de su hermano mayor y mentor.

Después de la charla nocturna, mas la angustia a cuestas, no habían escuchado el despertador ni la primera, ni la segunda vez que había sonado con esa música japonesa (la nueva obsesión de Milo).
Se habían desperezado muy tranquilos en el departamento de este último y cuando habían visto el reloj se habían largado a reír presas de la vergüenza y la desesperación por llegar tarde al trabajo, en un lugar que los tenia marcados desde el primer día que habían puesto un pie ahí.
Sin desayunar y apenas cambiados habían llegado y se habían puesto a trabajar inmediatamente.
La primera tarea de Aioria era recorrer las habitaciones del Ala B. Pensó en si Gino habría llegado ya y que pensaría de él.
Intentó dejar de pensar en eso.
Se inmiscuyó en su labor a los pocos minutos de haber entrado. Era algo que le pasaba siempre y por eso estaba enamorado de su profesión.
Lo dejaba navegar por los problemas de la gente, por sus locuras, sus fantasías, sus deseos e imaginaciones mas descabelladas. Se sentía útil y necesario.

Al pasar por la habitación de Shion, se metió para el control habitual.

-Hola señor Seira.-le dijo educadamente.

Se sentía mas tranquilo que la última vez que habían estado allí, ya que Milo no lo acompañaba.

-¿Qué tal mini Aioros?-le respondió el paciente.

El joven Leo sonrió intentando verle el lado positivo al comentario. Al menos Shion se sentía con ganas de bromear.
No era que odiara la comparación, no, de hecho le había llegado a gustar por bastante tiempo, pero, cada vez que alguien se lo decía le agarraba un extraño sentimiento de inseguridad.

-¿Cómo esta? ¿Fué al comedor?- le preguntó a su paciente.

Al pensar en la contestación Shion se puso sumamente colorado.

-Sí, si fui-respondió poniéndose de espaldas para que el medico no lo viera.
Aioria notó esto.

-¿Qué pasó allá? ¿Algún problema con la comida?-

Esta ves Seira no contestó y se dispuso a mirarse las uñas buscando alguna manchita pasada por alto.
El psiquiatra pensó en cambiar de tema.

-¿Cómo esta de su obsesión? Lo veo mucho mas tranquilo hoy.

-¿Sabes porque estoy mas tranquilo? Porque no vino el Dr. Escorpio, con ese pelo largo y enredado… ¡Debe estar lleno de piojos!

Aioria no pudo reprimir su carcajada.¿Así que era por eso que Shion no soportaba a Milo? Se tapó la boca para sofocar la risa.

-No es divertido, joven Leo, yo también usaba el pelo largo, pero me di cuenta a tiempo de que es muy sucio.

Aioria lo miró aun así tenia el pelo mucho mas largo que él. Prefirió no hacérselo notar o quizá el paciente intentara arrancárselos uno por uno.

-No se preocupe Shion, sé que Milo se baña todos los días.-le comentó.

El hombre lo miró ceñudo, sin terminar de creerle.
Aun así estaba de bastante buen ánimo, y su ansiedad había disminuido considerablemente.
Aioria salió muy contento de la habitación. Faltaba menos para el alta de un paciente, y era motivo suficiente para estar alegre.

* * *

Giovanni y Afrodita llegaron al hospital al horario correspondiente. Afrodita de la mano de su tutor, apretándosela quizás demasiado fuerte pero aun así contento de estar en un lugar conocido.
Gino lo llevó a una sala y dejó que los enfermeros lo ingresaran a la habitación.
Se fué a su despacho, aun no comenzaban los turnos, quizás tenía tiempo de ir a ver al tal Mu y poder recomponer un poco las cosas con su gatito.
Acomodó prolijamente las carpetas que había traído y tiró algunos papeles de caramelo que había sobre el escritorio. Recordó las veces que se habían acostado ahí con Aioria y sintió un escalofrío de placer, seguido por uno de tristeza, que pocas veces aparecía en el cuerpo del italiano.

Generalmente las cosas no se le salían de control, pero sabía que con Afrodita siempre era una excepción. Estaba al tanto de su propia neurosis con el pobre chico, pero no tenía ni ganas ni tiempo de hacer algo al respecto.

Lo que sí debía hacer era arreglar las cosas con su novio. No podía permitir que se enojara de forma tan infantil por una nimiedad como no poder tener sexo. Bueno, tal vez no era una nimiedad, -rió- pero sin dudas no valía el enojo.
Caminó por el pasillo sintiéndose en casa, quizás por eso es que estaba enamorado de su profesión. Tenía el poder de curar, y lo sabia.

Salió del sector de pediatría, colorido, con cuadros y siempre ruidoso. Para pasar al de adultos que estaba bien decorado pero era mucho más sencillo y el equipo de salud parecía estar tan desquiciado como los mismos internos.

Pensó en Aioros, de hecho. El hermano mayor de su gatito llevaba una relación completamente inapropiada con un esquizofrénico. ¡Habrase visto! Encima lo había atendido como psiquiatra antes que estuviera internado.
Gino rió pensando en que de cuantas formas habría atendido Aioros a Geminis.
Pensó también en como sería acostarse con él, desestructurarlo por completo y que terminara pidiendo más.

Aunque estaba muy por debajo de su categoría. Sí, no lo merecía. No merecía disfrutar de estar con alguien como el italiano. ¡Era tan pseudo perfecto que le ponía los pelos de punta!
Lo que mas le molestaba era el “pseudo”. Era todo una imagen que se había construido con el paso del tiempo, y que todos aceptaban como un mantra. Nadie veía en sí la personalidad desequilibrada y claramente narcisista de Aioros. No, claro, para todos era un ángel caído del cielo, con alas y todo.
Si bien era muy agraciado, no pudo evitar fruncir el ceño con asco. Mas ganas le dió de arreglar las cosas con Aioria y mas ganas de que, teniendo sexo en algún rincón con su gatito, el gran Sagitario los descubriera y quedara catatónico.

Río de su propio chiste y finalmente se encontró con su novio que salía de una de las habitaciones, feliz y relajado.

-Hola. –saludó.

-Hola. –contestó el otro, esquivándolo para pasar.

Uh, así que estaba en difícil. Bueno, tendría que remar un poco.

-¿Me perdonás? –dijo sin más. –Pensé que entendías como me ponía cuando tenía que ver con Afrodita.

-Y yo pensé que entendías como me gusta que me prestes atención. –contestó Aioria, quedándose quieto finalmente. En medio del pasillo.

-No seas tonto, gatito, sabes que te presto toda la atención del mundo. –le acarició el cabello que se veía muy despeinado.

Aioria se quitó de golpe.

-Acá no. –dijo en un susurro apenas audible.

-¿Qué pasa? ¿Tan enojado estas? –inquirió Gino, ya poniéndose también un poco nervioso, no pensaba que iban a tardar tanto en arreglarse.

-No es eso, es que acá no me gusta. Ya sabes…

El pediatra suspiró larga y profundamente, calmándose.

-Si, pero es que tu melena esta muy tentadora. –comento en voz baja también.

Aioria por fin sonrió. Su cara se puso más bella si era posible. El ambo rojo que llevaba le quedaba pintado y Gino sintió deseos de violarlo ahí mismo.

-¿Y Afrodita? –preguntó después, mientras caminaban hacia el consultorio de Leo.

Cáncer dudó en contarle o no. Pero no tenia sentido ocultarlo.

-Está acá. Lo traje conmigo hoy.

Vió como la cara de Aioria se tensaba por un momento pero luego se relajó.

-¿Cómo podes hacer todas esas cosas? ¿Ir y venir con el? ¿Tenés algún arreglo con Hades?

Le hizo un gesto de dinero mientras reía.
A Giovanni le causó muy poca gracia.

-Hades tenía una hermana con un problema similar al de Afrodita, por eso me entiende. –le contó, en voz baja. –Además…tuvimos algo hace un tiempo.

-¡¿Tuvieron algo hace un tiempo?! –repitió Aioria anonadado.

Gino rió fuerte y claro.

-No, no, era un chiste. –aclaró.

-El chiste y su relación con el inconsciente. Freud escribió un tomo entero sobre eso. –puntualizó el menor, comenzando a relajarse.

-Con el único que quiero tener algo es con vos, ¿me escuchaste? –le dijo después el pediatra, mientas entraban al consultorio y se lanzaban sobre la mesa.

-¡Cuidado! –exclamo el dueño del lugar. -¡Estas tirando todo!

Se empezaron a besar salvajemente, como lo hacían siempre, pero Aioria estaba bastante más preocupado por los papeles que crujían bajo su espalda que por los besos que le propinaba el mayor.
Giovanni pareció darse cuenta que estaba con la cabeza en otro lado y dejó de besarlo para mirarlo a los ojos.
Vió el deseo reflejado en ellos, pero también la incomodidad.
Se incorporó y le preguntó:

-¿Seguís enojado? Pensé que ya lo habíamos solucionado.

Aioria sonrió. Su novio parecía realmente arrepentido de la situación.

-Está todo bien, es solo que estoy rompiendo las historias clínicas y voy a ir a preso por eso. –dijo con un puchero fingido.

Cáncer deseó más que nunca esos labios carnosos y se preguntó como en el consultorio de un psiquiatra no había un diván como la gente.

Aioria pensó en sus posibilidades, Aioros tenía una camilla en su consultorio, pero no, no era capaz de meterse ahí. No por ahora al menos, y no mientras las cosas estuvieran tan mal con Saga.
Pero eso lo llevó a la solución. Shura, uno de los mejores amigos de Aioros, era Clínico, tenía una mullidita camilla en su sector y lo había visto salir cuando él entraba, o sea que había hecho el turno de noche.
Se preguntó si sí los viera, sería capaz de avisarle a su hermano.
Bueno, no había tiempo de averiguarlo.
Se incorporó también, se acomodó el ambo y tomó de la mano a Gino que empezó a protestar.

Llegaron finalmente al ala de Clínica y abrieron la puerta que decía el nombre de su amigo. Estaba sin llave, felices rieron, como dos niños haciendo una travesura.
Cerraron y trabaron con una silla.
Tanto preparativo estaba poniendo ansioso a Giovanni que ya se había sacado su chaqueta y estaba por la remera cuando el gato lo miró con sus ojos verdes brillantes y dejó de hacer lo que estaba haciendo y hasta de respirar.
Volvió en sí cuando la lengua de su amante le paseaba por los dientes.
Se separaron para mirarse y otra vez se volvieron a besar, acostados igual incómodamente en la camilla del consultorio del Dr. Capricornio.
Giovanni ahora sí se sacó la remera y Aioria sonrió, deseándolo. El jean que tenía le estaba resultando muy doloroso pero no quería dejar de tocar los duros y suaves abdominales de su amante para quitárselos.
Cáncer lo recorría entero y Aioria se retorcía como un gato solo para tener mas contacto con sus expertas manos. Sentir la mano del otro en su cuello era una de las cosas que más le gustaban y él lo sabía. El pediatra le tironeó de sus rulos y Aioria gimió en voz alta dentro de la boca de Gino.
Finalmente le quitó su bonita chaqueta roja y le desabrochó la camisa que tenía debajo con dolorosa lentitud.
Se siguieron besando mientras pasaban los minutos y se necesitaban más y más.
Aioria sintió que la cabeza le daba vueltas mientras Gino recorría sus pezones con la lengua.
Las embestidas de Gino fueron suaves al principio y pronto se pusieron mas rudas y demandantes, como siempre. Aioria disfruto cada una, sintiendo que si seguía gritando los iban a echar. Giovanni lo callaba con besos cortos y mojados, pero no era suficiente.
Termino por bajar su voz a susurro para poder gemir a su antojo. Sabía que eso enloquecía a su amante.
Terminaron casi al unísono, aunque el pediatra no salió de dentro de su novio hasta unos minutos después en que este lo empujó con suavidad.

-¿Ya querés empezar de nuevo, gatito? Dame un respiro…-lo molestó.

Aioria simplemente sonrió, feliz de haberse amigado.

* * *

¿Qué, qué? –preguntó un lívido Radamanthys a su superior.

Hades, Director del Hospital, lo miró con sus increíbles ojos celeste azulados.

-Exactamente lo que escuchaste, Rad. Van a internarlo acá. –explicó por segunda vez.

-¡Pero es un criminal! –protestó nuevamente el psiquiatra.

-Si, pero sus abogados lograron, -ejem- insistieron en que debe estar internado en vez de preso, al menos hasta que se lleve a cabo el juicio.

Se hizo un silencio en donde los hombres se miraron.

-Sé que vas a poder con esto, Rad. –le aseguró Hades poniendo una mano en su hombro. –Sos mi mejor psiquiatra y por eso te nombré Director del sector. Confío en vos.

El rubio suspiró resignado. Su mentor siempre recurría al “Confío en vos” para que terminara aceptando cualquier cosa. Así había pasado con Giovanni y Piscis y también con Sagitario y su irregularmente paciente Geminis.

Sin embargo le extendió la mano y Hades puso sobre ella una carpeta.

-¿Cuándo llega? –preguntó al fin.

-En 15 minutos. –sonrió Hades.

Radamanthys abrió su boca tontamente.

Había más policías que en una comisaría. Llenaban toda la recepción tiñendo el claro color beige de las paredes de un azul oscuro intenso.
La enfermera Shaina trataba sin éxito de poner algo de orden.

-¡Doctor! –dijo aliviada al verlo llegar.

-¿Qué está pasando? –le preguntó Wyvern a la joven.

-Dicen que el paciente debe quedar bajo la custodia de dos oficiales mínimo. –explicó nerviosa, mirándolos con fastidio.

Radamanthys se acercó a uno de ellos.

-¿Quién es Shun Kido? –inquirió autoritario, y el policía le señaló a un joven que se hallaba esposado a una de las sillas de la recepción. Era una visión extrañísima.

-¿Cree que podríamos ingresarlo y despejar este lugar? Esto es una clínica.

-Si, señor.

Mientras conducían al chico al ala de internación, Radamanthys lo observó detenidamente.
Tenía una cara aniñada y angelical. Nadie pensaría que era el responsable de seis muertes y mas de cincuenta heridos al incendiar varias aulas de la Universidad de Athenas.
Entre el séquito de policías se destacaba un hombre joven que parecía espantado de toda la situación.
El psiquiatra se acercó a él. Quería evitar todo tipo de periodistas y curiosos extras.

-Disculpe…-comenzó, pero el chico lo miró con odio.

-Shun es mi hermano. –explicó lacónicamente.

Al ver su expresión, el medico se limitó a preguntarle si había llenado todos los formularios.

El chico se veía claramente perdido y Radamanthys se veía claramente alterado por la situación.

Ikki se acercó a su hermano y le dijo un par de palabras rápidas en japonés que los demás no entendieron.
Shun lo miró tristemente, parecía no comprender a que se debía todo ese grupo de gente reunida, incluso algunos le sacaban fotos. Quiso gritar, quiso esconderse, pero no pudo. Los guardias lo amarraban tan fuerte que las muñecas se le estaban lacerando.

Finalmente entraron a la habitación y el ruido y las luces se cortaron.
Solo quedaron los dos oficiales, Ikki, Shun y Radamanthys que intentaba ponerse al mando de la situación.

-Caballeros, -dijo, amable. –Como sabrán entender, esto es una clínica privada y los tratamientos dispensados acá no tienen relación alguna con la justicia o el estado. Por lo tanto, si el Sr. Kido…

-El Sr. Kido está bajo custodia. Se encuentra en el hospital porque el juez lo determinó así después de un gran número de su abogado. –dijo uno de los oficiales, Reda, en tono burlón.

El medico estuvo a punto de darle una cachetada. Era obvio que al tipo le importaba en lo mas mínimo lo que él pensara y en como sería de incoherente tener sesiones de terapia en presencia de otras personas.
No, se tranquilizó, eso sin duda no sucedería.
Hades tendría que solucionárselo o tendría que buscarse otro psiquiatra.
Radamanthys pensó en lo que la estrella del drama (Sagitario) diría de semejante situación. Sin duda los oficiales iban a pedir ellos mismos retirarse.

Sonrió y decidió que se encargaría de eso ahora mismo. Le pidió a la enfermera Águila –que estaba dando vueltas por ahí, chusmeando seguramente- que prepara la admisión del paciente y se fué a hablar con su director.

Marin entró a la habitación y los policías la miraron descaradamente.
Lamentablemente para ellos, Marin era lo menos parecido a la enfermera sexy del imaginario colectivo de lo que alguien podría esperar.
Era muy bonita y tenía un cuerpo esbelto, pero estaba oculto bajo un enorme ambo gris y unos bucles pelirrojos que le cubrían gran parte de la cara.
La chica sonrío cuando noto la expresión de decepción de los oficiales.

-¿Me permitirían hacer mi trabajo o quieren que los desnude a ustedes también y les ponga un papagayo? –inquirió la enfermera con voz suave.

Reda miró a su compañero y soltaron las esposas del joven que no atinó ni a moverse.

Marin lo sentó en la cama, y tomando una carpetita que había en su mesita de luz le preguntó todos sus datos. Le buscó un pijama y le mostró el baño donde cambiarse.

-El acusado tiene que tener la esposa durante todo el tiempo. –dijo el otro policía, Spika que estaba aburriéndose de este juego con la antipática mujer.

Ella lo ignoró olímpicamente y después que Shun ya estuviera en condiciones de internarse, salió también de la habitación, ya era su hora de irse y que el turno siguiente se encargara de colocarle la vía.

***


Aioros entró en su consultorio resoplando. Orfeo le había contado el episodio que había sufrido Shaka, su paciente, durante el desayuno.
¿Por qué demonios Minos había querido reemplazarlo? Dejó su maletín sobre el escritorio y se dirigió a la oficina de Radamanthys. Esto no iba a quedar así.
Ese estúpido albino había arruinado meses enteros de terapia.

En el trayecto se topó con Shiryu, que salía de la habitación de su padre.

-¡Hola Doctor!-lo saludó alegremente.

El medico se detuvo junto al muchacho.

-Hola Shiryu- respondió un poco mas relajado. -¿Cómo está Dohko?

Se imaginó la respuesta por el buen ánimo del chico.

-Muy bien, amaneció tranquilo y lucido.-

Sonrió con sincera alegría, al menos uno de sus chicos mejoraba paulatinamente.

Decidió dejar la discusión con el director para después e ingresó en la habitación.

-Hola Sr. Libra- saludó al paciente que leía el diario tranquilamente.

El chino hizo una reverencia.

-Se lo vé tenso doctor-

Aioros rió.

-Tiene razón Dohko, pero es que me enteré de que alguien mas atendió a un paciente mío, y lo arruinó todo- le comentó negando con la cabeza.

Le gustaba contarle cosas de su vida a los pacientes, ya que ganaba mucha confianza de su parte. Obviamente sin entrar en detalles.

-¿Acaso con alguien se refiere al Dr. Minos?-inquirió Dohko con una sonrisilla.-Estaba en el comedor cuando sucedió.-

Aioros se alegró que Libra hubiera percibido los acontecimientos de su alrededor, eso hablaba de un gran progreso.

-¿Eso quiere decir que esta comiendo de nuevo?

Su paciente asintió con una sonrisa.

-No es que la comida sea de lo mejor, pero se lo prometí a mi hijo.-

Aioros también sonrió.

-Me da mucho gusto oír eso- le dijo con sinceridad- ya estaba por pelearme con el Dr. Shura.

Se quedaron hablando un rato. Dohko no había vuelto a tener retrocesos desde que tomaba la nueva medicación y podía hablar de ello casi en tranquilidad.

-¿Asi que eso es SPT?-le preguntó Shiryu cuando el medico salía de la habitación llenando la hoja del control diario.

-Síndrome post-traumático, si -explicó Aioros- Tu papá sufrió una terrible experiencia en su infancia y parte de su juventud, que tenía negada hasta que llegaste a esa edad y se vió reflejado en vos. Necesita de algún modo revivir todo eso para poder recordar las partes que le faltan. Su mente lo regresa a ese momento para darle la oportunidad de hacerlo.

-¿O sea que eso es bueno?-preguntó Shiryu extrañado.

-Si y no. Es bueno, pero es demasiado estresante para él, por eso lo evitamos con fármacos. Lo mejor manera sería una buena terapia en la que Dohko pueda hablar de lo que pasó e ir recordando de a poco.-le respondió.

El chico aun estaba pensando en las palabras del medico, cuando este se despidió amablemente y siguió avanzando por el pasillo.

En ese Ala, así como en todas las demás de la clínica, los pacientes estaban acomodados por la gravedad de sus patologías y el grado de cuidados que necesitaban, por lo que Dohko estaba entre los primeros.
Aioros siguió avanzando por el sector de “moderados” con la mirada perdida en las últimas puertas.
Se moría de ganas de visitar a Saga. Pero quería resistirse a hacerlo.
El encuentro los lastimaría a ambos y además tenía otros pacientes que visitar.
Intentó concentrarse en eso.
‘Hay mucha gente que me necesita’ se dijo a sí mismo antes de entrar en la habitación de Shaka D’Virgo.

* * *

Había mandado a llamar a Milo. Aunque sabía que este había estado bastante apegado a Aioros, estaba seguro que era fiel al patriarca. O sea a él.
Saga, oculto bajo su mascara esperó pacientemente al joven escorpión. Necesitaba cerciorarse de que creía lo correcto.
En tan solo unos minutos apareció. Llevaba su ropa de entrenamiento y se lo veía algo desaliñado. Se arrodilló a unos metros, y bajó su cabeza.

-Disculpe mi aspecto Su santidad, me dijeron que era urgente.-

Saga meditó unos segundos. Si se sentía culpable por presentarse así ante él, eso quería decir que aun le era fiel.

-No es necesario que te disculpes Milo- le dijo despreocupadamente –Te mandé a llamar porque requiero de tus servicios para una misión.

El chico se sorprendió. Aun era joven y nunca lo habían mandado a misiones.

-Claro Su santidad-respondió cuando salió de su asombro.

-Bien, te lo explicaré…-

Milo anotaba sin parar. Saga le hablaba de cosas extrañas sin importar lo que él contestara.
A pesar de la cantidad de fármacos que tomaba, muchos de los cuales eran para reducir las alucinaciones, este continuaba en su mundo. No le temía al medico, a decir verdad, le agradaba su presencia, y al menos podía trabajar tranquilo, pero el panorama se volvía demasiado desalentador.

-¿Qué es Cabo Sunión?-preguntó Milo al ver que Saga lo repetía cuchicheando en voz muy baja.

-¿Es que aun seguís acá?-vociferó el paciente visiblemente tenso- Te ordeno que te retires inmediatamente.

Para no alterarlo el psiquiatra salió del lugar y se dirigió a observarlo desde la ventana que tenía el otro lado del vidrio opaco que constituía una de las paredes de la habitación.
Prendió el altavoz para escucharlo, ya que Saga continuaba hablando solo.
La reacción a su pregunta había sido muy directa, a pesar de que no había sucedido antes. Milo estaba seguro que el enojo de su paciente se debía a la pregunta de Cabo Sunion.

-Eso fue estúpido Saga- se decía a si mismo mientras se retorcía las manos con nerviosismo.

-Jamás tenés que volver a mencionar ese lugar, ¿me entendiste? ¡Jamás!-se reprendió.

Agachó la cabeza y unos pequeños espasmos le indicaron al psiquiatra que su paciente estaba llorando, mientra repetía ‘jamás’ avergonzado.

Milo salió del observatorio tratando de entender lo que acababa de presenciar.
¿Acaso Saga poseía una doble personalidad aún en la fantasía? Era ridículo, demasiado...rebuscado.
Quizá era un hecho aislado, pero estaba seguro de que no era “El patriarca’ que le había hablado a él, el mismo que ahora lloraba por el reto.

Llegó a su escritorio y anotó en una hoja varios puntos clave que había sacado de la visita.

Primero tenía a Saga, el novio de Aioros, la personalidad normal o lúcida de este. Luego al Patriarca, el que le daba misiones y hablaba de caballeros de oro y plata. Y por último, dentro del anterior, esa versión débil y avergonzada que le había dicho que fuera hasta el Cabo Sunion, al que luego habían retado por decir eso.

El medico se llevó las manos a la cabeza despeinando su ya rebelde cabellera.
Era común que los esquizofrénicos desarrollaran varias personalidades, pero nunca había visto que lo hicieran dentro del mismo delirio.

Demasiado cansado para seguir dando vueltas con el tema, Milo colocó las anotaciones dentro de la historia clínica de Géminis y salió a buscar el quinto café que se tomaba en el día.

* * *



Notas finales: Bueno, muchas cosas pasaron, ojala les haya gustado. Besitos

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