Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La ventana de mármol por Lalamy

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Parte II



Cuando la sonrisa del sol iluminó la ventana, esta me despertó como una invitación a incorporarme a la realidad, una realidad en la que yo me encontraba tirado en el suelo, teniendo a mi alrededor un sin fin de botellas vacías que protagonizaban la decadente noche de borrachera a la que me había sometido, sin haber pensado, que aquel día tenía examen en la Universidad.

Bien poco me importó.


Me incliné cubriendo mi rostro con ambas manos, e ignorando la resaca pensé en lo que me había sucedido anoche, Alonso apareciendo de la nada fue algo realmente consolador, fue un momento mágico dentro de la tragedia de mi vida, nadie me hubiese extirpado esporádicamente mi tristeza como lo hizo él.


Luego de eso me puse en pie y me arregle para dirigirme al almacén, la tranquilidad de allí era equivalente a la que sentía en mi casa, con la mínima diferencia que allá estaba mucho mas acompañado, pese a que los clientes sólo se limitaban a comprar, sin percatarse de la persona que estaba detrás del mostrador, siendo para ellos un simple vendedor, un vendedor de años, que soñaba despierto en la ausencia de estos, y recaía en la vigilia agonizante de una vida en la que desconocía su curso…

Y entró él, con aquel uniforme que lo hacía rejuvenecer al punto de ser perfecto, la blancura de su camisa resaltaba aquella belleza fina de un ángel adolescente, puro, esplendoroso, mío…


Pero no estaba solo.


Una muchacha se le colgó del cuello pidiéndole que le comprara un chocolate, de los más baratos.

- Tu tienes dinero, no me jodas- dijo este mirándola de reojo, luego me miró a mí- Oye ¿Tienes papel milimetrado?
- Si…- murmuré sin dejar de ver a la chiquilla que lo abrazaba.
- ¿Cuánto me sale la hoja?
- Cincuenta pesos cada una.
- Ya, dame cuatro.
- ¿Cuatro?- preguntó la muchacha- ¿Y para qué quieres cuatro, si el profesor sólo pidió una?
- Por si me equivoco, tonta.

Yo me retiré para dirigirme a un estante en donde se encontraban los materiales.


- Deja de ser pesado conmigo… -replicó esta, muy berrinchuda.
- Es que aveces haces preguntas tan obvias- y al momento de mirarlos de reojo el le dio un beso, un beso tan apasionado que me revolvió el estómago de rabia, luego de esto me miró, yo hice como que estaba al pendiente de buscar lo que me había pedido, robando ante mi “aparente descuido” un puñado de chicles que había en un frasco..


Me había robado.


Después de esta ruin acción, se rió en compañía de esa estúpida , y al volver simuló seriedad, estaba loco de ira, ¿Estaba burlándose de mí? ¿Pero que se ha creído? ¿Es que acaso no recuerda a quien le está robando?

Coloqué las cuatro hojas sobre el mostrador.

- Son doscientos pesos- dije con serenidad- Y bueno, me gustaría ver la cantidad de dulces que sacaste para sumarle al precio total.

Se sonrojó.


- Yo no he tomado ningún dulce- mintió descaradamente.
- No te hagas, te vi, así que ahórrame el mal rato y muéstralos- apoyé mis brazos sobre el vidrio.
- No…- insistió en burlarse en mi cara- No sé de que estás hablando.
- Oye, si… ¿Qué te pasa?- le apoyó la muchachita- el no ha tomado nada.
- Ya me hastiaste- quité las hojas del vidrio- cómprate el papel en otro lado, no puedo creer que te estés cagando por unos dulces de diez pesos.

No puedo creer que pases por alto nuestro encuentro.


- ¡Oye que te has creído como para tratarme así!- Alonso se ofuscó.
- Ya, Ernesto, relájate.

Alonso.


- ¡Es que este viene a ningunearme, y tratarme de ladrón! ¿Qué se ha creído? ¿Dónde está el dueño?
- Ernesto, para, vámonos…


¡Alonso!


- ¡No! ¡Exijo ver al dueño para que este imbécil me pida disculpas!
- El dueño no está- Dije guardando las hojas en su lugar- Y deja el teatro, que perfectamente podría revisarte los bolsillos de tus pantalones y encontrar las porquerías de dulces por las que te estás arruinando la reputación.

Y él calló. Claro, por querer quedar como una persona digna, podría resultarle más perjudicial, ¿Qué más tenía que decir al respecto?

- Yo no me voy a calentar la cabeza por unos malditos dulces ¿Bueno? Así que ándate, te los regalo… pero no quiero verte más por aquí.


“Deberías pedirme perdón”


“Deberías optar por quedar bien conmigo, que con tus mañas estúpidas”


“Deberías amarme más de lo que te amo yo”


Y se dirigió a la salida, juro que una presión empujó a mi corazón contra la pared que era mi espalda, y mis lágrimas internas bañaron mi alma solitaria, ¿Quién era Alonso? ¿Aquel ser gentil al que le hice el amor la noche anterior? ¿Aquel personaje apasionado, sincero, y divertido que remecía mi mundo hasta el punto de hacerlo irreconocible al actual? ¿O un simple mocoso que venia comprar al almacén?


¿Quién eres Alonso?


¿Podría apoderarme aún así, indirectamente, de tu persona?


- De saber tu maña, no debí haberme preocupado por ti aquella mañana en la que vomitabas…- dije antes de que desapareciera.



El miró hacia atrás con rostro sorprendido.



Ni siquiera recordaba quien era yo.




*Y me sonrió coquetamente al recordar quien era*


No… ¿A quien trato de engañar? El sólo me miró, se dio media vuelta y desapareció de mi vista.





Mierda Alonso… ¿Por qué me haces esto?




Debí dejar que te llevaras los malditos dulces sin decir nada al respecto, debía hacerme el tonto, el ciego, el imbécil, sólo para verte otra vez, y quizás con más frecuencia. “Engáñame si quieres, pero vuelve siempre” te diría en mi mente, hasta te hubiese hecho las cosas más fáciles, y yo repondría silenciosamente lo que sacas con complacencia, sólo para retenerte, como si fueses mi pareja…

Pero no, tuve que desaprovechar esa oportunidad por mi orgullo estúpido y mis celos, que no da frutos a nada, y te aleje de mi lado, para siempre, y no volverás, porque jamás concuerdo lo que pienso con lo que hago, porque siempre estoy temeroso de mostrar quien soy en realidad… no quiero que tu también seas así…


Se sincero conmigo, por favor…




Fue cuando me di cuenta que necesitaba estar completamente solo…


Cuando Don Gervasio ingresó al negocio notó mi ánimo decaído, diciéndome que me fuese a mi casa, él se encargaría de atender el negocio. Yo no quería… pero no tenía opción estaba completamente destruido.

Arrastré los pies por el cemento de una vereda abandonada, creí oír a un perro que con furia ladraba a mi persona, más no me perturbó ni por lo repentino que fue su ladrido, mi mente estaba en la estratosfera oscura de nuestro cielo lejano, que abarcaba mi cabeza por completo.


Al llegar me tumbé en suelo apoyado en la pared del pasillo que unía a mi habitación con el living-comedor, el suelo estaba frío, bueno, eso era lo que supuse, ya que no había tacto en mi cuerpo, todo era ajeno a mi, hasta mis propias sensaciones… si tan sólo mis sentimientos desapareciesen de esta forma, sería tan simple vivir en paz…



Pasó una hora después de esto y alguien no dejaba de tocar la puerta.


No, no quería ver a nadie “Vete sea quien seas, no estoy para nadie” pero el pendejo no dejaba de destrozar mi apacibilidad con sus jodidos golpes, por un momento esperé a que se cansase y que se fuera con su bullicio a donde le diese gana, pero no… insistía en golpear su puño contra mi puerta, un golpeteo que me rompía los nervios, queriendo meterle ese puño en toda su boca.


“Toc-toc-toc-toc”



“toc-toc-toc-toc”




“toc-toc-toc-toc”



Y con ira me puse en pie para ver por la mirilla de la puerta a quien irrumpía mi soledad, para ver si valía la pena brindarle un poco de mi tiempo, petrificándome al notar que era Alonso.



No pude abrirle.



El continuaba, insistía e insistía en que le abriese la maldita puerta… yo no estaba en condiciones de someterme en su palabrería manipuladora y engañosa, mi corazón estaba tan herido que le creería todo… todo…

- ¡Sé que estás ahí!- me dijo del otro lado de la madera- ¡Pude notar que me miraste por ese agujero!

“Mirilla”

- ¡No te hagas el tonto y ábreme!- insistió.
- ¡No!-dije sentado nuevamente en el piso.
- ¡Hablemos! ¡Te juro que te lo explicaré todo, mi amor! ¡Lo entenderás!
- ¡No!- me cubrí el rostro.
- ¡Por favor! ¡Hay justificación en todo esto, te lo prometo!- su voz se escuchó desquebrajada.


Oír esto era apelar directamente a mis sentimientos, a caer, a engañarme, a abrirle la puerta.

Me puse en pie, dispuesto a escucharlo, a creerle, a retenernos en esa amalgama difusa de palabras, acciones, momentos, realidades… abrí la puerta con un nudo ciego en la garganta, y al querer buscar en sus ojos…


… no vi a nadie…



El pasillo de aquel primer piso estaba completamente abandonado y la reja cerrada, la luz de aquella tarde invernal acarició mis ojos, pero no pudo confortar a mi corazón, mis lágrimas fluyeron involuntariamente, estaba mal…


…estaba muy mal…



Di un portazo y me arroje al suelo, estaba devastado, no entendía nada, ¿Me dejó? ¿Se aburrió de esperar frente a la puerta? ¡Pero si le había respondió! ¡¿Qué le costaba esperar un poco más?! ¡¿Por qué mierda no salí antes?!


Fue cuando me di cuenta que el teléfono sonaba.


- Alo…- dije con la garganta cerrada.
- ¡Alejandro!- oí del otro lado del auricular- ¡¿Por qué no has asistido a la U?!
- Estoy enfermo…- mentí.
- ¿Demasiado? Es que te has saltado varios exámenes y…
- … volveré pronto, ahora, si no te molesta voy a colgar, cuídate, gracias por llamar, chao.
- ¡Pero…!



Y colgué.


¿La universidad? No… definitivamente ya no tenía ganas de volver… para ser sincero, no tenía deseos de hacer nada, estaba completamente desanimado, triste, acabado. ¿Para que aspirar a una profesión? Sólo estaba yo, con un poco de dinero bastaba, ni siquiera necesitaba electricidad… no necesitaba nada.



No deseaba nada más que a mí querido Alonso…


- ¿Por qué me haces esto…?




Y así pasaron lo días, los febriles días en mi mente que a su vez era todo tan inerte, haciendo parecer una brutal incoherencia asesina que atormentaba mi sanidad mental, llegando a la horrorosa cuenta de que había pasado una semana en la que no pisé el exterior. Estaba sin hambre, sin frío, tirado en el suelo con los ojos secos, y el corazón acongojado por la ausencia de mi pequeño…




¿Se había olvidado de mí?





Y me perdí en el tiempo, en la vida, y bordee la muerte, pensando en él, sólo en él, aquellos momentos hermosos, esas conversaciones absurdas, y lo único que podía decir al respecto era:


- “… Run Run se fue pa'l Norte, no sé cuándo vendrá. Vendrá para el cumpleaños
de nuestra soledad.”


Y cerré los ojos nuevamente, y recordé que estaba escribiendo un libro… ya ni recordaba la parte en la que había quedado, parece… que mi personaje estaba arrojado en el lomo frío del suelo a causa de una depresión que tenía, al ser engañado por su pareja…


La vida no siempre es bella.



Sobre todo la nuestra.








Cuando abrí los ojos estaba siendo llevado por unos paramédicos en una camilla… aún sabía donde estaba, salíamos de mi departamento, pude reconocer los árboles con los que me crié de niño y que mi madre me guitoneaba por colgarme de las ramas. Lo único que sentí en ese momentos, era vergüenza, me parecía vergonzoso que todos me viesen siendo llevado a una ambulancia, sin preguntarme el como ni el porqué estaba siendo llevado.

Creo que estaba demasiado debilitado como para analizarlo bien, y estar cien por ciento conciente de mi estado.


Lo último que recuerdo de ese instante, es que sentí una mano que tomaba la mía con fuerza, mis azules ojos se fijaron en esa persona, y aflojaron una sola lágrima que corrió invisiblemente para la vista de todos por mi mejilla, que seguramente, estaba descolorida, al igual que mi rostro entero.


- Perdóname… - me dijo Alonso sin dejar de mirarme con los ojos rojos de tanto llorar.
- No importa…- susurré con la boca seca.



Y volví a la oscuridad de mi mente, y lo que me vino después fue peor:




Era esquizofrénico.





No, eso no era esquizofrenia, era amor, yo estaba enamorado… yo… yo lo amaba, el me amaba también, era un niño ¿Qué iba a saber de cómo hacer las cosas? El me pidió perdón, él… él estaba arrepentido, yo… debía verlo, ya, ahora…


Pero nunca apareció…


Con el transcurrir de los días muertos, sobre aquella cama que daba a una ventana de cortinas blanquecinas, esperé a su visita, ansioso, deseoso de sentir su mano sosteniendo la mía otra vez, contándome al oído las tonterías de un adolescente envuelto en un mundo incomprensible y corrupto, no pedía más, no pedía sexo, no pedía un abrazo ni un beso, sólo su mano, la mano ¿Qué petición insignificante podría ser más que esa? ¿Cómo podían denegármela si era equivalente a la nada, pero para mi era todo?

Pero me la denegó, me lo denegó todo, TODO, me abandonó, me dejó postrado en esa cama, en esa jodida cama a la que puteaba una y otra vez, y las malditas pastillas, y a los malditos médicos, y este maldito lugar de bajo presupuesto en donde a todos les importa un carajo lo que pase contigo…


Llegué al punto de que no ingerí nada, todo lo escondía, lo vomitaba, y me recostaba con el cuerpo desvanecido, con la mirada fija en la ventana que se encontraba frente a mis ojos, mi visión perdida en la blancura despampanante -que me recordaba al mármol sin saber por qué- de su belleza artificial, esperando... aún teniendo la esperanza de ver a Alonso… aún amándolo con la intensidad del primer día en que lo vi, y que por desgracia no me di cuenta en un principio…


“La vida es tan injusta” llegué a pensar.


Pero aquel pesimismo se disipó, porque sentí unos pasos que se detuvieron al lado de mi cama.


- Hola… ¿Cómo te sientes?- la voz de Alonso hizo que mi corazón se acelerase.


Lo miré con los ojos brillosos, e intenté darle una sonrisa, mas no pude, estaba muy debilitado.


- Estoy bien, verte aquí me hace sentir espectacular- susurré- si no fuera porque estoy un poco cansado, bailaría de la felicidad, y no estoy siendo irónico, por primera vez no lo soy…


El rió, y no pudo controlar el silencioso llanto.



- Estoy tan arrepentido, es mi culpa…
- No, no, no… estoy bien, estoy bien… dame la mano, la necesito.


Y sin cuestionamientos accedió a mi petición con rapidez.


Su mano estaba tibia…


Perfecta para mi…


- Alonso, te amo… te amo tanto…
- ¿Alonso?- frunció el ceño.

Se veía bellísimo, y le pedí que se corriera al punto de que la luz de la ventana alumbrase ese rostro más cercano al de afrodita que del mismo adonis, pero no soportó mucho estar allí, varado frente a mí, y me abrazó con fuerza diciéndome que me amaba, me amaba pese a todo, pese a mi enfermedad, pese a mis delirios, el me amaba, y que estaría allí para ayudarme, yo iba a decirle algo… estaba tan feliz y a la vez confundido… pero en el momento de abrir la boca, el cuerpo me jugó en contra, y caí completamente, sin volver a exhalar el aire que había tomado para concretar una palabra…


El me amaba… el me amaba, tarde, pero me amaba…


Tarde… pero me amaba…


Tarde…





A las cuatro y media de la tarde, Miguel Alejandro murió en los brazos de su ex novia Pamela, quien lo había engañado con su mejor amigo el día de su cumpleaños, desapareciendo por un prolongado tiempo de reflexión. Se pone en duda si la razón que gatilló su enfermedad fue esta, lo único que se sabe al respecto es que en su cuarto lo único que se encontró fueron retratos, e historias de un muchacho a quien llamaba “Alonso” al que nunca se logró comprobar su existencia…























Notas finales: Muchas gracias por haber leído hasta aquí, bueno, nada mas que decir al respecto, espero que les haya gustado, hice mi mayor esfuerzo ^^.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).