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You Have A New Message por Jane Star Kage

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Notas del capitulo:

Y continuamos donde nos quedamos. Me ha alegrado mucho saber que no soy la única que gusta de un poco del horror y todo eso.

Y por otra parte, veo que somos varias las que vemos la igualdad entre Mizuki y Kirihara xDDDDDD Habrá que hacer pruebas de paternidad en una de las dos casas.

Es un juego

Fuji abrió los ojos sólo para cubrirlos con el dorso de su mano ante la luz cegadora de las lámparas del techo.

Se sentía mareado, desorientado por completo. Una vez que sus sentidos se acostumbraron a la luz, miró a su alrededor mientras se ponía de pie con expresión confundida. Un quejido a su espalda le hizo voltearse. Oshitari, Yuushi, yacía sentado en el suelo, con sus lentes en una mano y la que tenía libre sujetándose la cabeza. Le miró detenidamente antes de hablarle. No estando seguro de si lo que veía era cierto o una mera ilusión óptica gracias a su estado.

—Que…donde… —decía el chico desorientado.

—Oshitari —llamó Fuji, sorprendiéndose de lo débil que salio su voz. Abrió sus ojos antes de continuar—. ¿Qué tienes?…

—Mi cabeza da mil vueltas —le interrumpió mientras se ponía sus lentes—. ¿Qué ha pasado? Donde… —Oshitari enmudeció al momento de fijarse en el castaño.

—No, me refería a que tienes en tu camisa —dijo Syusuke, señalándole —Está manchada. Parece…

—¿Sangre? — habló Yuushi con tono incrédulo. Hasta ajustó sus lentes por si no había visto bien.

Al ver este gesto, Fuji se miró a si mismo. Si antes había estado sorprendido, acababa de superar ese nivel. Miró su propia camisa, hasta la estiró con sus manos para fijarse mejor. Había manchas carmesí por todas partes, igual que como las tenía el otro joven. Pero eso no fue lo único que notó, la camiseta no era la de su escuela; faltaba el logo de ella. Además de que esta que llevaba puesta, tenía mangas largas.

—¿Esto es alguna especie de broma pesada? —preguntó Oshitari, quien seguía viendo las manchas, revisando hasta donde llegaban estas. El también llevaba puesta una prenda de vestir que definitivamente no era del Hiotey.

—Creo que si —habló Fuji, ya superada la sorpresa inicial. Volvió a cerrar sus ojos antes de dirigirse nuevamente a su compañero—: Seguramente los demás también estarán por aquí.

Antes de continuar, ambos le dieron una mirada rápida al lugar donde se hallaban: Era una habitación espaciosa, cuadrada. Con solo dos puertas en cada extremo de la pared que estaba frente a ellos. En la del fondo a la izquierda, dos espejos. Uno de ellos estaba roto, y solo quedaban unos pedazos pegados donde debían estar. La pared detrás suyo no tenía nada, aunque en el suelo había una especie de alcantarillado que cruzaba toda la habitación, hasta terminar justo en medio de las dos puertas frente a ellos.

El lugar debía tener tiempo abandonado. La suciedad se notaba demasiado, y el olor a viejo podría inundar hasta los sentidos mas embotados. Y el techo… bueno, no era techo propiamente dicho, más bien lámparas emitidoras de una fuerte luz blanca y los conductos del acondicionador de aire.

En pocas palabras, una habitación medio desmantelada, sucia y fea.


—Estoy de acuerdo contigo —expresó finalmente Oshitari. Empezó a dirigirse hacia la puerta de la esquina a la izquierda, cuando la otra hizo ruidos que advertían que alguien trataba de forzarla.

Fuji se dirigió hacia ella.

—¿Eiji? — indagó mientras estiraba la mano para tomar el agarradero de la puerta. Tiro de ella, sólo para descubrir que no podía abrirla. Abrió sus ojos ante esto por unos segundos antes de girarse a ver a Oshitari, quién le informó de inmediato que la otra puerta estaba en iguales condiciones.

Fue entonces cuando notó la caja justo al lado de la puerta. En ella lucía caja, donde indicada el estado de la puerta: “Close” escrito en letras rojas. Bajo estas, había una especie de lector, muy parecido al que se usaba en los supermercados para saber los precios de los productos.

—¿Eiji, eres tú? — volvió a preguntar el castaño.

—¿Fuji? —se oyó del otro lado de la puerta. Luego se escuchó un “Bip” dos veces y la caja cambio a un “Open” verde. La puerta cedió. Tuvieron que alejarse unos pasos al verla venir hacia ellos.

Ante los dos jóvenes, se mostró un Mizuki Hajime con la perplejidad reinando en su cara. Hubo un incomodo silencio durante unos momentos.

—¿Que está pasando? —fue lo primero que dijo a ambos.

—Bueno, no estamos seguros, pero… —Oshitari fue quien se dignó en responder—. Creo que nos están jugando una broma.

—¿Una broma? —repitió incrédulo—. ¿Cómo es posible?

Oshitari se fijo en lo que había detrás de Mizuki: Un corredor que se perdía en la completa oscuridad.

—También puede que nos hayan secuestrado o quizás nos hayan asaltado y nos hayan dejado abandonados aquí.

Oshitari se sobresaltó ante las palabras de Fuji. ¿En que momento había saltado de “Broma pesada” a “Robo y homicidio”?

—Si me permites… —Fuji, por primera vez en todo el día -no contaban las palabras anteriores, estaba mirando a Yuushi-, le dirigió la palabra a Mizuki. Aunque fue tan solo para que se quitase de su camino. Este, agarrado fuera de base, se movió automáticamente hacia dentro. Por lo que Syusuke pudo salir.

—¿A dónde va? —le preguntó a Oshitari

—A buscar a sus amigos —Oshitari miró a Mizuki con el seño fruncido —¿Cómo abriste la puerta?

—¿Disculpa? —el chico le miró, confuso—. Pensé que fueron ustedes los que me abrieron la puerta.

Al ver el rostro del joven de anteojos profesar total negación ante la idea, intentó responder la pregunta lanzada por este.

—No solo sé, solo toqué por todos lados buscando un manubrio o algo así… dios, mi cabeza —habló Mizuki, mientras masajeaba sus sienes con sus manos.

—Alguien debió habernos drogado —le dijo Oshitari serio—. Mejor llamo a… —enmudeció al momento de entrar la mano en su bolsillo y no encontrar su móvil.

—Tampoco tengo el mío —fue lo que les dijo Fuji, que no se había alejado lo suficiente como para no escuchar. Lo cual resulto extraño para los otros dos, con las prisas que llevaba.

Mizuki observó a Oshitari con incredulidad y pánico mezclado en su cara.

—Les han robado…¿Y aun así pensaron que se trataba de una broma?

—Aunque no lo creas, no estoy en mis mejores condiciones. Siento que mi cabeza pesa una tonelada. Seguro Fuji se siente igual, así que tendrás que perdonarnos por las ideas ingenuas.

Mizuki lanzó un suspiro de exasperación mientras iba hacia el fondo de la habitación. Oshitari le dedicó una mirada molesta, luego volvió a mirar al pasillo. El deseo de ir tras Fuji, que ahora si se había ido, nació dentro de él.

—¿Qué se supone que es esto? —lanzó Mizuki asqueado — ¿Algún tipo de pintura? ¿Sangre? ¡Que asco! —se hubiese quitado lo que llevaba puesto, si no fuese porque no había nada con que sustituirlo.

Oshitari suspiró. El manager de St. Rudolph también llevaba una camisa de mangas largas. Y al igual que el, tampoco estaba su corbata. Lo había notado desde que lo vio, pero no vio nada bueno en decírselo.

Otra vez se oyó una puerta sonando. Esta vez se oía como si alguien se estrellaba contra ella. Era un ruido algo relativamente suave, pero ambos chicos podían oírlo bastante bien. Venia de la puerta aun cerrada.

Bum...bum… sonaba con cierto tiempo de pausa entre los golpes.

Mizuki y Oshitari se miraron. El primero lucía dudoso, el segundo totalmente en guardia.

Se acercaron a la puerta lentamente. Los sonidos persistían.

—¿Hay—hay alguien ahí? —preguntó Mizuki, quien había dejado por motivos de seguridad personal, que Oshitari se acercase mas a la puerta que él.

—Menuda pregunta… —señaló Oshitari.

Mizuki le miró con saña.

—¡He tenido un mal día, déjame en paz!

—¿Mizuki? ¿Mizuki, eres tú?

Ambos se sobresaltaron, reconocieron la voz.

—¡Kikumaru! —llamó Oshitari—. ¿Estás bien?

—¡Define bien, viejo! —fue la respuesta —¡Está oscuro aquí! ¿Acaso es algún tipo de broma para celebrar mi fiesta de cumpleaños?

—Tu cumpleaños es en tres meses, Kikumaru —respondió Mizuki con algo de mal humor. Se sabía de memoria todos los cumpleaños de cada jugador títular del circuito escolar.

—¿Alguna idea para sacarlo de ahí? —le dijo Oshitari a su acompañante.

—Ninguna. No, espera… —Mizuki se acerco más a la puerta, específicamente a la pequeña caja donde indicaba el estado de esta.

—Toqué algo como esto cuando la otra se abrió, estoy seguro —dijo Mizuki, volviendo a hacerlo. Nada pasó.

—¿Hola? ¿Siguen ahí? —la voz de Kikumaru se dejó oír nuevamente—. ¡Hace calor aquí!

—Estamos tratando de sacarte —le dijo Oshitari, acercándose al otro joven —Estás seguro que… ¿Qué es eso en tu mano? —señaló

—¿Mi que? —Mizuki se observó la mano señalada y un rictus de asco apareció en sus labios. Un código de barras estaba impreso en el dorso de su mano derecha.

—¿Un tatuaje? No lo había notado antes —habló Oshitari mirando al otro joven.

—Yo jamás me haría un tatuaje —declaró indignado —Si en verdad esto es algún tipo de broma de mal gusto, no le veo la gracia.

Oshitari ignoró el último comentario. No se iba molestar en recordarle su duda ante esa idea apenas hacía unos minutos. Mejor pasaba a probar una cosa.

—Intenta usar tu mano —le indicó

—¿Cómo? —Mizuki parecía no entender.

—Dijiste que tocaste algo como esto, ¿no? Piénsalo, esto parece ser algún tipo de lector de códigos. Es probable que al tocar el de la otra puerta, leyera el código de tu mano y por eso se abrió.

—Entiendo —dijo Mizuki mirando su mano y luego llevándola al lector—. Es cómo una llave.

Se escucho un “Bip”. Intentaron abrir la puerta halando y empujando el asa. Nada pasó.

—…¿Y ahora que? —preguntó Oshitari

—Tú eres el prodigio, tú dirás —Entonces Mizuki le observó las manos—. ¿No tienes tú también uno de estos códigos?

Yuushi rápidamente se miró las manos para verificar.

—…No —dijo con sorpresa—. No en el dorso de mi mano —completó.

Oshitari también tenía un código, pero el suyo estaba en su muñeca, medio tapado por la manga de la camiseta.

—Chicos, no es que tenga prisa pero…¿Pueden sacarme ya de aquí? —Habló Eiji nuevamente.

—Veamos… —Oshitari retrajo la manga de su camisa y colocó su muñeca en posición para que el lector de la puerta pudiese leer el código. Se oyeron dos “Bip” y el letrero del descifrador cambió a “Open”.

Mizuki apenas abrió la puerta un cuarto de su capacidad, y Kikumaru entró a la habitación cómo salido de una estampida.

—De nada —dijo dejando la puerta a medias.

—¿Qué esta pasando? — Preguntó Eiji apenas volteó a verlos—. ¿Cómo es que llegamos aquí? ¿Y porque parece que estaban en una guerra de pintura, chicos? —cuestionó mientras los señalaba.

—Lo mismo va para ti — le respondió Oshitari.

Eiji se fijó en su vestimenta, y lanzó un grito de sorpresa. Comenzó a hacer preguntas que nadie se molestó en contestar —¿Por qué se sentía enfermo? ¿Por qué tenia “eso” puesto encima? Y así hasta el hartazgo—, al menos no hasta que lanzó una que si podían responder.

—¿Dónde están los demás? —cuestionó mientras se fijaba en la nueva habitación. Empezaba a preferir la oscura y tenebrosa en donde había estado encerrado antes. No era tan malo no poder ver, después de todo.

—Fuji ha… —Oshitari empezó a hablar, pero no pudo terminar.

—¿Fuji?, ¿vieron a Fuji? —interrumpió el pelirrojo.

—Ha salido por la otra puerta— continuó—. Quería buscar a los demás.

Eiji se acercó a la puerta mencionada. El ver la oscuridad que se tragaba el pasillo no le hizo ninguna gracia.

—¡¿Y lo dejaron ir solo?!

Mizuki se encogió de hombros, con una sonrisa despreocupada aflorando en sus labios.

—¿Qué es lo peor que puede pasarle?

Eiji lanzó una exclamación de exasperación y salió por la puerta abierta. Se detuvo de golpe al ver lo nada agradable que era salir al pasillo. Tuvo que devolverse unos pasos y respirar hondo antes de pensar en volver a salir. Pensar, que no era lo mismo que volver a salir.

—Ninguno de nosotros está pensando bien lo que dice —Oshitari no tenía intención de defender a Mizuki, solo decía lo que pensaba—. En cuanto a Fuji, yo iré a buscarlo.

Kikumaru, que ya estaba a punto de atravesar el umbral nuevamente, en contra de todo lo que le dictaba su sentido común, se devolvió rápidamente, mientras el chico de pelo azul se acercaba.

—¡Muchas gracias! — le dijo sonriendo—. Mira que no estaba emocionado por tener ir yo.

—Sólo por precaución —le dijo Mizuki acercándose—. Cerraré la puerta luego de que salgas.

—¿Precaución o cobardía? —inquirió Eiji, mordaz.

Oshitari no dijo nada. Kikumaru había hablado por él. Salió por la puerta y antes de que pudiese adentrarse en la zona donde la luz proveniente de la habitación no llegaba, la oscuridad lo envolvió. Mizuki había cerrado la puerta.

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Eiji no podía dejar de mirar a su acompañante de reojo. El tipo estaba sentado en el suelo, viendo con recelo la puerta de tanto en tanto. Y cuando no veía hacia la puerta, enfocaba su mirada el piso. Sus manos se mantenían en constante frotamiento, como si quisiera limpiárselas de alguna suciedad invisible.

—¿Qué haces? —le pregunto al fin, movido por la curiosidad. Esperaba que su compañero de cuarto captase el porqué de su pregunta, cosa que sucedió.

—¿No habrá algún lavamanos por ahí? —Respondió con otra pregunta antes de explicarse—. Las paredes están muy sucias, y yo palpé mucho antes de notar la puerta —se explicó, viéndolo a los ojos con una mirada que esperaba comprensión.

Kikumaru arqueó una ceja.

—Estamos en un lugar desconocido, sin tener idea de cómo llegamos aquí, ¿y tú te preocupas por tus manos? Amigo, eres demasiado gay —dijo, volteando el rostro y cruzándose de brazos.

Mizuki, indignado, abrió la boca para responder eso, pero se quedó con las ganas. Fuertes toques resonaron en la puerta por donde habían salido sus compañeros.

Miró a Eiji, indeciso si abrir o no. Este le devolvió la mirada, y tenía su misma expresión de duda. ¿Y si no eran ellos? Volvieron a tocar, más fuerte aun.

—¡Abran la maldita puerta! —se oyó del otro lado.

—Esa voz… —dijo Mizuki mientras se acercaba—. ¿Kirihara, eres tú?

—¡Ábreme de una vez!

Mizuki acercó el dorso de su mano al lector de códigos. Obedeció a su instinto de apartarse de la puerta apenas oyó el sonido que emitía al indicar que ya podía abrirse. Agradeció haberlo hecho, pues Kirihara, Akaya, estampo la puerta contra la pared y entro a la habitación hecho pura furia. Hajime murmuro un “de nada” al momento de hacerse aun lado para dejarlo pasar.

El sonido de pasos le hizo volver a mirar por donde había venido Akaya, viendo como Fuji y Oshitari venían juntos. Detrás de ellos, venía Kawamura. Pero el detalle que le hizo abrir la boca, fue el hecho de que ahora todo estaba iluminado. Adiós al pasillo tenebroso. Les miró, buscando una explicación.

—Los encontramos abajo —le respondió Oshitari—. Y en cuanto a la luz, también descubrimos una caja de swicth.

Mizuki observó el pasillo que antes había estado cubierto de tinieblas. Donde había despertado. Había una escalera a la izquierda, por donde habían subido sus compañeros.

—¿Abajo? —Eiji se acercó para unirse a la conversación

—Este es un complejo de dos niveles —le explicó Syusuke. Luego se preparó para lo que ya sabía que venia: Un Eiji eufórico por verle, lanzándosele encima y gritando lo preocupado que estaba.

—¡Maldito Niou! —lanzó Kirihara por todo lo alto, atrayendo la atención de los otros cinco. El chico se había dedicado a dar vueltas cual león enjaulado antes de lanzar su grito de ira.

—No sé cómo lo hizo, pero esto debe ser cosa suya. ¡El y sus malditos mensajes! —continuo

Fueron aquellas últimas palabras que hicieron que Oshitari cambiase de su expresión seria, a otra más estupefacta, para luego tomar una pensativa. A Fuji no le pasó desapercibido.

—El mensaje… —su voz salió como un susurro, pero dado al silencio que se había formado luego de los gritos de Kirihara, todos pudieron oírlo.

—Te invitamos a un juego, ve a las canchas callejeras. Por favor, no faltes —recitó Eiji, como si fuese un niño memorizando una lección.

—Ya veo…

—¿Es esa la salida? —preguntó Kawamura al ver la otra puerta semi-abierta.

—Es mi ex—prisión —señaló Kikumaru con desagrado—. Aunque tampoco es que la haya visto bien.

—Hay varias puertas abajo —expresó Fuji—. Pero están cerradas, por ahora.

Mizuki abrió la boca para decir algo, pero Oshitari se le adelantó.

—Las dejamos cerradas por seguridad. Ya le expliqué de las “llaves”, a todos.

—¡Cuando le ponga las manos encima!... —continuaba Kirihara

—Al menos a todos los que quisieron escuchar —agregó el del pelo azul, fijando su vista en el más joven del grupo. Ya llevaba rato culpando y maldiciendo, ¿hasta cuando iba a seguir?

—¿Qué llaves? —cuestionó Kikumaru, frunciendo el seño—. No me digan que al final si es una tonta broma, ¡agh!

—¿Disculpa? —inquirió Mizuki enarcando las cejas, no pudiendo creer lo que escuchaba.

—¿Qué? Esto ya se estaba poniendo emocionante —se defendió Eiji—.Ahora, en serio, ¿Qué llaves?

Kawamura empezó a explicarle el asunto a su amigo lo mejor que podía.

Mizuki, ya cansado de oír groserías, se dispuso a calmar a Kirihara.

—Bueno, veamos de una vez que tiene esta habitación — lanzó el genio del Hiotey, dirigiéndose a esta.

—A lo mejor sea la salida — habló Fuji con un tono optimista.

Oshitari se había sorprendido internamente de lo rápido que el castaño había vuelto a actuar cómo de costumbre una vez encontró a los otros dos chicos. Sus ojos cerrados, su sonrisa y su tono de voz entre lo sereno y lo alegre. Melodioso mas bien.

Abrió la puerta en su totalidad, y entró a la habitación junto con Syusuke. La luz proveniente de la que acababan de abandonar no era suficientemente fuerte para darles una vista clara del lugar. Podía haber otra puerta en algún rincón del fondo y no se darían cuenta de ello hasta que dieran con el interruptor.

Un sonido de algo siendo pateado, se dejó escuchar. Oshitari se detuvo de golpe.

—No se que fue, pero me topé con algo —anunció mientras trataba con su mirada, encontrar dicho objeto, sin éxito.

—Descuida, ya encontré el interruptor — le habló Fuji, dándole uso de inmediato.

Oshitari llevó su mano a sus ojos por instinto, cubriéndolos de la luz repentina. Desvió el rostro aun lado, hacia donde estaba Fuji. En pocos segundos quitó su mano y miró al suelo. Entonces vio la cosa que había golpeado: Una raqueta de tenis.

Alzó su rostro nuevamente, y vio a Syusuke ir hacia el frente, pero decidió agacharse a tomar la raqueta. Al hacerlo, sintió humedad en el mango. Era una sensación desagradable. Y desprendía un fino aroma que ya conocía.

De pronto recordó el detalle de que la mayoría de los chicos habían llevado sus raquetas momentos antes del desvanecimiento.

—Fuji —llamo girándose a verlo—. Dime, ¿esto te pertene?…

La voz murió en su garganta al fijarse en que mantenía a Fuji, ahora que lo pensaba, tan silencioso. La raqueta se deslizó de su mano, volviendo al suelo.

Sentado en el suelo al fondo de la habitación, justo encima de un alcantarillado, vestido con su uniforme escolar, estaba Ryoma Echizen.

—dios mío —aquella frase escapó de sus labios en un susurro débil—. Se acercó corriendo, hasta pasar a Fuji y quedar a poca distancia del chico. Pero no se atrevió a tocarlo.

Echizen tenía sangre que había salido de su boca y se había resecado. Su camisa blanca estaba manchada del mismo liquido, habiendo un punto especialmente rojo en su estomago, donde seguro había recibido una herida mortal. Sus ojos semi-abiertos estaban opacados, dejando en claro la falta de vida en ellos.

Se armó de valor, y miró a Fuji. Este tenía sus ojos demasiado abiertos y sus pupilas se habían dilatado. Parecía una estatua se cera, a tal grado que Oshitari ni siquiera lo notaba respirar.

—Echizen… —fue la primera palabra del castaño, aun sin salir de su shock.

—Si en realidad fue ese Niouh, golpéalo por mí—. Eiji entraba a la habitación, hablando con Kirihara, siendo seguidos por los otros dos.

Oshitari, aun tenía suficiente claridad mental como para maldecir aquello. No debió ser así.

Kikumaru poseía una vista demasiado buena para la ocasión. Fue el primero en ver a Ryoma y el primero en notar lo que le había pasado. Lanzó un grito de horror, dando un paso al frente para luego paralizarse con el rostro desencajado.

Los demás, sobresaltados por semejante reacción, buscaron la causa mirando a Oshitari. Por lo que pudieron fijarse en que había más allá de este.

Yuushi desvió el rostro al suelo, por lo que no pudo ver las reacciones de los otros jóvenes.

Kawamura corrió hacia el frente, llamando a Echizen por su apellido una vez, y luego por su nombre de pila. Fue detenido por Fuji, quien recobro el sentido de la realidad una vez que la situación lo ameritaba.

Mizuki tenía la mandíbula desencajada. Y sus ojos mostraban incredulidad ante lo que veía. .

Kirihara apretó los dientes fuertemente, con sus ojos mostraban el terror en su estado más puro. Su rostro lucía demasiado pálido para su salud.

Mientras Kawamura acribillaba con preguntas a Fuji, Oshitari pensó nuevamente en las palabras de aquel pequeño mensaje que había leído antes de ponerse en marcha al encuentro:

“Te invitamos a un juego, ve a las canchas callejeras. Por favor, no faltes”.


—Oh mierda —Kirihara cayó sobre su trasero, mientras que la expresión de Mizuki empezaba a pasar de incredulidad a miedo.

—Esto no es una broma — dijo, pareciendo hablar para sí.


—No lo es —habló Oshitari, con tono sombrío mientras miraba su mano. Aquello húmedo que había sentido al tocar la raqueta, aquello con ese fino olor que conocía tan bien, era sangre—. Es un juego.





Notas finales:

Wow, hasta aquí llega el segundo capitulo. ¿Qué les ha parecido? Miren que las opiniones de los lectores son importantes. Y si ven algún error de escritura, díganlo sin temor. Así podré arreglarlo lo más pronto posible.


Nota 1: Si bien iba a dejarlos vestidos con sus uniformes, decidí quitárselos por motivos de la trama. A ver, en Doubt pasa que el asesino, que es uno de los jugadores, se viste con su ropa de asesino loco y luego se da un cambiazo a su ropa norma. ¿Cómo puede hacer eso sin ser descubierto? ¿Es que los demás se sentaban a esperar tranquilamente, diciendo “nadie mire aun, que se esta cambiando y no es correcto”?


Así que los he puesto con ropa asesina a todos, así resto el factor tiempo. Ventaja para el asesino, malas noticias para las victimas.

Nota 2: Habrá muchas cosas que seguramente no se parecerán en nada el manga. Pero hey, por algo le llaman adaptación, no copia.

Por otra parte, las explicaciones del “juego” vendrían para el próximo capitulo. A ver si me pongo en escribir ya xD

Besos
Jane (o sea, yo)


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