Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

You Have A New Message por Jane Star Kage

[Reviews - 23]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Belu_saku, una chica de Livejournal me ha hecho un fanart GENIAL para este fanfic

 

http://juanita-star.livejournal.com/57444.html

 

Click en él para agrandarlo. Y aprovecho para darle nuevamente las gracias por tomarse el trabajo de darme algo como esto, es tan... no tengo palabras, sencillamente me encanta.

 

Por otra parte, este capítulo va dedicado a dos personas: A Konekow, porque me hizo feliz con su comentario anterior (la parte de "ve mas allá de lo romantico fue una inyección de felicidad).

 

Y a lintu asakura porque sin querer le dije plagiadora cuando era a ELLA a la que estaban plagiando. Fue por un error de links, pensé que le hablaba a la ladrona (ups, se me safó) y no a la victima. Espero esto sea una buena presentación de cuanto siento el malentendido ^^U

A los que quieran ayudar con lo del plagio, aquí: http://plap.foros.ws/post.php?p=40104#40104

 

Así que Konekow, Lintu,y demás lectores claro, espero les guste.

 

 

 

 

 

Capítulo II

 

Vaya Farsa

 

 

Habían salid del salón y cerrado su puerta, hacia cosa de veinte minutos. Pero el tiempo se había convertido en un factor insignificante, luego de ver el cuerpo del mejor jugador del circuito escolar, ensangrentado e inerte, contra una sucia pared de una habitación cualquiera.

 

Eiji aun estaba sollozando, siendo confortado por Kawamura, quien tenía el rostro surcado por las lágrimas. Syusuke, quien estaba junto a ellos, retrasaba de forma inconciente su pestañeo hasta el limite. Parecía haberse transportado a otra dimensión, y lo que más preocupaba al resto, no había derramado ni una sola lágrima.

 

Oshitari, cruzado de brazos contra la puerta del cuarto ahora cerrado, parecía ser presa de distintos pensamientos, ninguno de ellos bueno. Mizuki se limitaba a mirar hacia ninguna parte en especial, con una expresión insegura en la cara. Y Kirihara estaba en el suelo, rodeando sus piernas con sus brazos y con el miedo escrito en su rostro. Daba la impresión de ser un chiquillo asustado, de hecho, lo era. Aguantaba la situación, mientras su ira interna crecía.

 

Pero no por la suerte de Echizen—o eso se decía a sí mismo—, sino por el hecho de que aun seguían sin moverse. En momentos de necesidad, había que entrar en acción. Nunca había sido de los que se quedaban a esperar a ver que sería lo siguiente que lo golpease. No antes, no ahora.   

 

—¡Esto no es gracioso, esto no es gracioso! —repetía Kikumaru una y otra vez, aparentemente sin darse cuenta de que sus palabras ya carecían de sentido en la situación presente. El momento de pensar en que eran víctimas de algún tipo de broma había pasado hacía mucho.    

 

—¡Quiero salir de aquí! —Akaya aprovechó que el silencio había sido roto para dar su opinión. Aun no podía creer que fuese el primero en decir algo que seguro todos pensaban—. ¿Qué mierda estamos esperando?

 

Oshitari le miró de hito en hito, y por lo que vio, supo que el chico no iba a aguantar un segundo más en aquella habitación.  Y a decir verdad, él tampoco.

 

—Tienes razón —. Habló descruzándose de brazos—. No podemos estar aquí, es peligroso.

 

—Pero, ¿no es más peligroso bajar? —inquirió Mizuki—. Es decir, ¿Qué pasa si quién… le hizo eso a Echizen, sigue aquí?

 

—Entonces con mayor razón debemos irnos —fue la respuesta del joven de Hiotey.

 

El único cambio que se produjo entre los chicos de Seigaku, fue en Syusuke, quien salió de su letargo para hablarles a sus compañeros de equipo.

 

—Eiji… Kawamura, debemos irnos —dijo Syusuke con voz apagada, sin siquiera mirarlos—. Necesitamos salir y avisar a la policía.  

 

Pasó por un tiempo antes de que las palabras verdaderamente llegasen al pelirrojo.

 

Kikumaru dejó de llorar poco a poco. Abandonó el hombro de Kawamura, y se secó las lágrimas con el dorso de su mano mientras se encaminaba hacia la única puerta abierta. Sus dos compañeros le siguieron, luego fueron Kirihara y Oshitari. Mizuki inhaló bastante aire y lo dejó salir en un suspiro, antes de seguirlos.

 

Pero su avance era lento, y silencioso.

 

No era extraño, pues había cosas de las que nadie quería hablar. Por ejemplo, nadie quería mencionar el hecho de que las camisetas que llevaban encima si estaban manchadas con sangre después de todo. Ni hablar de cuestionar el hecho de si esa sangre que les decoraba, era la de Echizen.

 

Ni siquiera se atrevían a mencionar dudas sobre que podría significar aquella frase escrita en la pared junto a la puerta, que vieron al salir de la habitación donde ahora yacía un cadáver: The liar Must Die.

 

Había sido en un inglés tan básico que hasta Kirihara lo había entendido.

 

Y la nota… oh por dios, la nota.

 

Fue Oshitari quien la había encontrado en el suelo. Una hoja bien sin una arruga que contrastaba con el ambiente sucio que la rodeaba. La había leído para sí, y luego, cómo si no hubiese pensando que aquello los podría afectar incluso más que lo que acababan de ver —o quizás queriéndolos hacer participes del estupor que las letras le produjeron—, la leyó para el resto.

 

 

Un día, un lobo se mezcló entre un grupo de amigables conejitos. Y cuando ellos caían dormidos, el lobo tomaba su verdadera forma. Día tras día, los conejitos eran asesinados y comidos por el lobo.

Los conejos, al no saber quién es el lobo, hacen una reunión. Entonces, deciden quien entre ellos es el lobo y lo matan colgándolo.

Si eligen bien, los conejos ganan.

Pero si eligen mal… todos los conejos terminan siendo asesinados y comidos por el lobo.

Esa es la historia de este juego. Cuelga al lobo mentiroso.

 

Nadie dijo nada. Las palabras de Oshitari —“es el juego”— habían quedado confirmadas totalmente. Más que eso, la interpretación de la “historia” sugería un enemigo en medio de ellos. Una pregunta quedaba al aire: ¿sería verdad o sólo una forma de asustarlos? Cómo si eso hiciera falta.

Por otra parte, puede que Kikumaru hubiese dejado de llorar, pero no podía evitar lanzar unos lastimeros gimoteos de tanto en tanto. Lo que trajo sus consecuencias.

 

—¿Quieres callarte ya? —lanzo Kirihara, molestó—. Diablos, cómo molestas.    

 

—Déjame en paz —dijo Kikumaru, con enojo—. O perderás esa cosa que llamas cara.

 

—¡¿Qué dijiste?! —Akaya se paró de golpe, apretando los puños.  Fue entonces que sintió que tenía la garganta seca.

 

Eiji se volteó, con el rostro desfigurado con una  expresión de enfado y surcado por las lágrimas. Como si el insultado hubiese sido él.  

 

Los demás se detuvieron ante los indicios de agresión. Apenas y habían descendido a la segunda planta, Mizuki ni  siquiera había bajado de la escalera. Kawamura ya estaba por intervenir cuando Syusuke se le adelantó.

 

—Eiji, tranquilo. El sólo está asustado —dijo Fuji, interponiéndose entre ambos, ignorando a Akaya—. Como todos los demás. No es justo desquitarte con él.

 

—Yo— yo quiero… —Eiji apretó los dientes tanto cómo los puños, con rabia contenida. 

 

—Yo también —le interrumpió Syusuke—. Y puede que tengamos la oportunidad de hacerlo más adelante. Tal vez aun este aquí. 

 

Oshitari intuyó de qué hablaban del asesino de Ryoma. No le sorprendió en lo más mínimo. La venganza era la mejor amiga de la ira.

 

—Es por eso que debes calmarte, ¿de acuerdo? —La voz de Fuji sonaba compasiva. Más que eso, era melodiosa. Era como la calma que precede a la tormenta.

 

A Oshitari no le gustó en nada el hecho de que el genio de Seigaku se fijara en él en esos momentos. Lucía demasiado calmado. La única pista para deducir que había algo revoleteándose dentro de él, eran sus ojos abiertos. Ya no iba a volver a cerrarlos, no mientras estuviesen allí.

 

—¿Qué piensas acerca de esto? —preguntó Syusuke, sobresaltando a Yuushi.

 

—… Justo ahora, estoy pensando en Echizen —respondió él. Y no mentía.  

 

—¿Qué?—Eiji turnaba su mirada entre ambos chicos, y finalmente la posó en Syusuke

 

— La invitación a un juego, los códigos de barras, Echizen…  —recitó Oshitari,  mientras hilaba cada detalle entre ellos.

 

—El debió haber recibido también el mensaje —le interrumpió Mizuki, uniéndose más al grupo—. Esto fue una trampa desde el principio.

 

—Pe-pero yo no recibí mensaje, ¿Qué pasa con eso? —habló Kikumaru nervioso. Todas las miradas se posaron en el.

 

—Estuviste con nosotros todo el tiempo, hubiese sido peligroso dejarte atrás, supongo —habló Oshitari—. Hubieses podido llamar a la policía. O quizás… —No dijo más.

 

—Kawamura, tú no recibiste mensaje tampoco, ¿cierto? —inquirió Mizuki al otro chico.  Este negó con la cabeza.

 

—Pero aun así, tienes un código de barras —continuó—. Entonces esta podría ser nuestra situación: Probablemente cinco de nosotros, si cuento a Echizen, fueron invitados a este… macabro juego. El sujeto detrás de todo esto, ¿el lobo?,  al ver a dos personas más involucradas, decidió añadirlas. Somos conejos atrapados con un lobo entre nosotros.

 

—No sé sin compartir eso del todo contigo, Mizuki —dijo rápidamente Oshitari, pensativo—. No sé si creer que agregó a dos personas más a esto, sólo al azar. A lo mejor fue un riesgo calculado de antemano, o en efecto, pensaba hacerlo desde un principio con todos nosotros.

 

— Tal vez solo lo hizo, cómo dijiste, para no dejar ningún posible testigo —dijo el otro joven reflexionando—. Quizás no tenía un límite real de personas.

 

—Creo que nuestra pregunta debería ser —ahora fue el turno de Fuji—.  ¿Qué tan listo es este hombre? ¿Con qué tipo de mentalidad estamos tratando? ¿Es un simple enajenado mental, o un genio homicida?

 

—Genio homicida —murmuró Mizuki cómo si nada, rodando los ojos. Era curioso lo mucho que había pensando en Fuji con esos mismos términos. Pura ironía. 

 

Un silencio se formó en el grupo. Mizuki, al ver que nadie quería tocar el elefante en la habitación, lo hizo él.

 

—¿Qué hay con esa carta?

 

—Basándonos estrictamente en ella, y digo esto sin ningún tipo de mala intención… — Oshitari tomó el primer turno—. Eso significa que uno de nosotros es un asesino.

 

—Oh por favor, ¡es ridículo! —exclamó Eiji—…¿verdad?

 

No hubo respuesta positiva o negativa. Al menos no en voz alta. El silencio también es una respuesta. Y la expresión en el rostro de Mizuki hablaba por sí sola.

 

—¿Muy fácil? —murmuró Oshitari para sí mismo, pero el jugador acrobático en el área tenía un buen oído.

 

—Oshitari, sólo para que conste… ¿Qué demonios estás balbuceando?

 

—Pensando según la carta, eres el primer sospechoso —le dijo Yuushi calmadamente. Y antes de que él pudiese reclamarle, se apresuró a decir algo más—: Pero eso sería demasiado fácil.

 

—¡Yo no le haría eso al pequeñín! — gritó Eiji de todos modos.

 

—Oh por… ¡¿están hablando en serio?! —exclamó Kirihara, ya harto de tanta palabrería—. ¿En realidad piensan que ese psicópata asesino es uno de nosotros?

 

—Es cierto —dijo Kawamura, poniéndose del lado de Kirihara—. Quizás sólo dejó esa nota para asustarnos.

 

—Seguro ya está lejos de aquí o… —Kirahara hizo una pausa involuntaria—. O está en otra parte. Y por cierto, ¿Por qué tiene que ser un jodido genio homicida?

 

Oshitari miró fijamente a Kawamura, hasta hacerlo sentir incomodo.

 

—¿Por qué mentirías? —fue la pregunta que le hizo con tono inquisitivo.

 

—¿Cómo? —Kawamura no supo interpretar la pregunta.

 

—Si tuvieses que mentir, ¿Por qué razón lo harías? —preguntó, ahora mas completamente. Sin embargo, no dio tiempo a que Kawamura contestara la pregunta: —Las personas mienten por una razón, un objetivo. ¿Cuál sería la razón para mentirnos si el sujeto no está aquí?

 

—No hay razón para mentir si no se tiene nada planeado —Mizuki continuó con el mismo punto. Levantó el brazo para mostrar su código de barras—. Con esto podemos abrir puertas, por lo que  encontraremos una salida eventualmente. A menos que…

 

—A menos que planee matarnos a todos — Oshitari fue quien dijo tan lúgubres palabras.  

 

Kikumaru se acercó a Syusuke para susurrarle bajamente.

 

—¿En realidad esos dos creen que uno de nosotros es un asesino? —preguntó receloso.

 

—Eso parece —le respondió Fuji. Su mirada se había suavizado un poco al mirar a Eiji.

 

—Entonces, ¿Por qué diría que es uno de nosotros? —cuestionó Kirihara con expresión confundida.

 

—Para hacernos dudar unos de otros, justo cómo estamos haciendo ahora —dijo Syusuke, interviniendo en la discusión—. Todos estamos alterados por lo de Echizen, unos más que otros —Fuji vio específicamente a Kirihara al decir eso ultimo—. Pero no es excusa para empezar a acusarnos mutuamente o a levantar teorías extrañas. Es posible que él que escribió esa nota esté todavía aquí, pero eso no significa que sea uno de nosotros.

 

—¡Ah!... —Oshitari se sobresaltó. Releyó mentalmente aquella nota—. Dijo “entre nosotros”, no “uno de nosotros”.

 

Fuji asintió.

 

 

—¿Y qué hay con lo de la reunión para decidir quién entre ellos era el lobo? —preguntó Mizuki, antes de renunciar a la teoría por completo.

 

—¿No lo vez, Mizuki? —Dijo Oshitari—. El lobo está entre ellos, no necesariamente es uno de ellos. Pero los conejos toman esa vía. Hay una posibilidad, pero eso no implica que deba ser esa.

 

—¿Soy el único que piensa que todo es más fácil si pensamos que el tipo sólo está mintiendo? —Preguntó Eiji—. ¿Por qué hay que darle tantas vueltas al asunto? —suspiró—. Sólo espero que no nos separemos como en una mala película de terror.

 

—Creo que deberían mirar alrededor—pidió Syusuke, y así lo hicieron todos.

 

Fue cuando Oshitari notó que apenas y habían bajado las escaleras. ¿En serio llevaban tanto rato parados sin hacer nada?

 

 Al observar la mano izquierda sólo había un poco de espacio libre antes de dar con la pared. Por el contrario, a la derecha, justo después de un espacio rectangular vacío, había puertas iguales a las otras dos que ya habían abierto en el segundo nivel. Una daba frente a la otra. Sólo una, la primera, no daba frente a su contraria, esta puerta estaba en un costado de la pared de en frente, apartada del resto siendo abierta por Kirihara. Pero las otras seguían al frente y… un momento. ¿Qué Kirihara qué?

 

—¡¿Qué se supone que haces?!  —preguntó el joven del Hiotey mientras se alejaba del grupo.

 

—Un baño —fue lo que dijo Kirihara, aparentemente desilusionado. Oshitari pudo notar que él código se encontraba en su antebrazo, cerca de su codo—.Se supone que las puertas de salida y entrada son diferentes a las demás, maldición.

 

—Es peligroso abrir esas puertas descuidadamente, Kirihara.  —dijo Yuushi molesto—. No sólo eso, hay…

 

—Si no les molesta, aprovecharé que es un baño —Mizuki cortó a Oshitari y pasó junto al dúo sin mirarlos realmente.

 

—Creo que yo también —dijo Kirihara entrando rápidamente. Las bebidas empezaban a hacer efecto.

 

Oshitari suspiró.

 

—Hay mas puertas que códigos de barras —completó para sí.

 

Se volteó para volver con los de Seigaku, y oyó el ruido de la puerta del baño cerrándose a sus espaldas.  

 

——————————————————————————————————————————————————————————————————————

 

El ruido que producía Kirihara al “devolver” todo lo que había bebido, hizo que Mizuki pusiera una mueca de asco en su rostro.

 

—Encantador —murmuró para sí mientras cerraba el grifo. Se miró en el sucio y fragmentado espejo que tenía en frente y suspiró. No se había dado cuenta de que estaba así de sudado. Y ninguno de sus compañeros a causa de fuerzas mayores a las de su control, había tenido la educación para hacérselo notar.  Al parecer además de lavarse las manos, debería lavar un poco su rostro, ya que estaba.  

 

Dejó fluir el agua nuevamente, y tomando un poco con las dos manos juntas, bajo el rostro y se refrescó lo mejor que pudo. Parte de su cabello también se refrescó, lo cual no era parte del plan.

 

 Volvió a mirar al espejo, esperando ver su desfigurado reflejo muy parecido al de una rata  mojada. Y en efecto, parecía una. Pero no fue eso lo que más llamó su atención. Fue el ver a Kirihara acercándose por detrás de él con lo que parecía ser una navaja en su mano. Sin embargo, la sonrisa en su rostro fue lo que más resaltaba.

 

Se volteó mientras lanzaba el grito más potente que alguna vez había dado en su vida.

 

---------------------------------------------------------

 

 —¿Mizuki? —fue lo que dijo Kawamura, al escuchar la voz. Aunque no hubiese podido saberlo del todo, por el tono irreconocible de esta.

 

Fueron Oshitari y Fuji quienes corrieron hacia la puerta del baño, seguidos por Eiji y finalmente Kawamura, que pudo reaccionar.

 

—¡¿Estás bien?! —había hecho una pregunta estúpida, Oshitari lo sabía. Pero no había de otra—. ¡Mizuki!

 

--------------------------------------------------------------------

 

Kirihara retrocedió tanto, espantado por ese vocifero y gritando él también, que cayó sentado sobre el retrete. Menos mal que había bajado la tapa.

 

—¡¿Qué diablos te pasa?!  —gritó de vuelta en un reclamo—. ¿Quieres matarme del susto? ¡¿Eh?!

 

—¡¿Matarte del susto?! — dijo Mizuki en un susurro pues se había quedado sin aire. Gracias al cielo, su mente había acudido en su auxilio y le había dicho, que si Kirihara había reaccionado así, había una poderosa probabilidad de que no era su intención asesinarlo con esa cosa de hoja larga y filosa.

 

—¡Quiero matarte, pero a golpes! ¿Qué demonios crees que haces acercándote por detrás con un machete?

 

—Es una navaja, idiota.

 

— ¡Lo que sea!

 

A este punto, los de afuera estaban  a punto de echar la puerta abajo entre gritos y toques.

 

— ¡Ya cállense, maldita sea! —les gritó Kirihara—. ¡Nadie se ha muerto aquí!

 

—Aun… — dijo Mizuki con la mano en el corazón. Iba tan rápido que más que latidos, parecía que emitía zumbidos. O eso le pareció.

 

—Mizuki, ¿Está todo bien ahí adentro? —fue Oshitari quien habló.

 

—“Este chico está tomando el control de todo de forma muy sutil” —pensó Mizuki antes de responder—: Si, todo está bien. Saldremos en un momento.

 

Una vez calmada la multitud y su ritmo cardiaco vuelto a la normalidad, Mizuki miró a Kirihara perplejo.

 

—¿De dónde sacaste eso?

 

Kirihara sonrió con suficiencia.

 

—La saqué de mi zapato, la tengo desde el año pasado. Y aunque Sanada me la haya quitado miles de veces, siempre la recupero, ¡ha!

 

Mizuki observó con detenimiento el arma que reposaba en la mano derecha del otro chico: mango corto, pero la hoja era un poco más larga que la de una navaja común. Aunque tampoco era que fuese un experto en el tema de armas blancas.

 

—Y esperaste hasta ahora para sacar eso porque…

 

—Lo había olvidado, ¿de acuerdo? —dijo, molesto ante su propia torpeza—. Con todo lo que está pasando… pero lo importante es que ahora tenemos algo con que defendernos si ese lunático está por aquí.

 

—Kirihara, eres un desquiciado —habló el joven para luego sonreír—. Si no fuera porque aun no te has lavado las manos y seguro las usarías para revolver mi cabello mientras hago lo mío, te besaría. 

 

Sonrojo instantáneo de parte de Kirihara, hasta las orejas.

 

—¡Inténtalo y te mueres!

 

—Qué lindo, te sonrojaste. Dan ganas de…

 

—¡Cállate!

 

---------------------------------------------------------

 

Al abrir la puerta con el código nuevamente, se encontraron con los rostros del resto. Oshitari lucía particularmente molesto.

 

—Hay muchas formas de exponer lo que estoy  pensando, pero… creo que la forma más apropiada es: ¿Qué diablos está pasando?

 

—Estábamos teniendo una charla —respondió Mizuki sin más.

 

Oshitari entró al sitio seguido de Fuji, quien decidió que él también necesitaba refrescar su rostro.

 

Luego de echar un vistazo al baño y no ver nada fuera de lo normal, suspiró.

 

— ¿Van a esperar a que pregunte para decirme el porqué Kirihara tiene una daga en su mano?

 

—Navaja —corrigió Mizuki

 

—Lo que sea.

 

Una explicación siguió a esas palabras. Cortesía del manager de St. Rudolph. Contó todo con generoso detalle, desde el susto hasta el final.

 

—Ya veo —habló el joven de pelo azul—. Supongo que tener un camorrista entre nosotros tiene sus ventajas.

 

Kirihara ni siquiera entendió la palabra “camorrista”, pero no dudó en levantar su dedo de en medio y lanzar un “jódete” a su compañero por obligación.

 

Kikumaru soltó un suspiro de exasperación, mirándolos desde afuera en compañía de Kawamura.

 

—¿Podemos movernos ahora?

 

Todos duraron unos segundos sin moverse antes de reaccionar a las palabras de Eiji.

 

 

—Oye Kirihara, ¿me prestas esa navaja un momento? —pidió Fuji mientras salía del baño.

 

—¿Tratas de insultar mi inteligencia? —respondió el mencionado molesto

 

—No seas tonto — dijo Fuji en un tono casi amigable—- Cuando te insulte, no tendrás que preguntar si lo estoy haciendo. 

 

Mizuki no pudo evitar pensar cómo todos parecían estar volviendo en sí, finalmente-. Pero si alguien sabia de simular, era él. Fingir le había ayudado a manipular a Yuuta de forma maestra durante una buena temporada, por lo que sabía con certeza que esa “normalidad” en la que estaba cayendo todos, él incluido, no era más que una vulgar farsa. Apostaría su diario de rosas a que el nombre de “Echizen, Ryoma” circulaba por la mente de cada uno de los presentes, con imágenes y recuerdos del mismo.

 

Y con todo, no dejó de reírse ante las palabras de Fuji. Seguir fingiendo era lo mejor que podían hacer para mantener la cordura lo mejor posible.

 

Oshitari fue el último en salir del lugar. Su rostro serio fue una indicación de que había algo que le molestaba. Pero nadie quiso saber de qué se trataba. En definitiva, la mayoría de ellos no querían saber de nada mas que no fuese con motivo a la seguridad. Y algunos, con motivo a la venganza.

 

Volvieron al pasillo frente a la escalera, y fue ahí cuando Fuji hizo la pregunta que todos esperaban.

 

—Y ahora, ¿Cuál puerta?

 

CONTINUA

 

 

Notas finales:

Dum Dum Dummmm, ¿Qué les espera tras la puerta numero dos?


 


Bien, lamento la tardanza. Entre la Universidad, el fanzine yaoi y una posibilidad de trabajo, me han tenido sin inspiración. Claro, y una increíble tendencia a mantenerme en Internet, ha contribuido a la no escritura.


 


Pero estoy determinada a convertir este fic, en mi primer Long-fic terminado y procesado.


 


Espero haber hecho bien con las reacciones de todos ante la muerte de Ryoma, y que haya quedado claro que les sigue afectando, aunque parezca lo contrario (nomas miren a Eiji, que da la impresión de que se hubiese olvidado de ello).


 


 


Y por cierto, si, Mizuki tiene un diario de rosas. Según el Fanbook, su rutina diaria es escribir en el mismo. Este chico no puede ser más gay.


 


Cómo sea, cualquier opinión es bien recibida. Y no se preocupen por tener algo largo que decir, he aprendido que con sólo decir algo, se dice bastante :) (Siempre y cuando ese algo no sea un simple “ACTUALIZA”, en serio que eso es una puñalada para mi musa :s).


 


Besotes y recuerden: Llevar una navaja en el zapato no es guay. Es peligroso y anti-higiénico.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).