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You Have A New Message por Jane Star Kage

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Notas del capitulo:

Yuullen y Hikari me dieron el valor necesario para dejar mi pereza y subir este capítulo de una vez.

 

Una cosa que creo que es obvia: Voy a ir dejando pistas de quien es el lobo desde el capítulo I hasta el final. ¿En donde está la diversión si los lectores no pueden adivinar el villano?

 

 

Capítulo V

El Lobo Mentiroso

La salida fue silenciosa e incómoda.

No estaban mezclados como antes, sino que los de Seigaku iban al frente mientras que los otros tres formaban un improvisado grupo detrás. Y no uno muy unido. Se encontraron a Kawamura, recostado contra la pared de en frente. Justo en donde lo habían estado observando desde que salió de la habitación. Que no iban a dejarlo fuera de su campo visual.

—¿Entonces es cierto que mató a alguien? —preguntó bajamente Kirihara a su acompañante más cercano, Oshitari. Tenía las manos en los bolsillos, una de ellas acariciando su arma.

—Si te guías por la reacción vista en su rostro, si —dijo Oshitari.

—"Si por caras es, entonces todos somos culpables" —se dijo Mizuki a sí mismo para sus adentros. No sabría decir con certeza cual fue su propia reacción, pues en verdad le noqueó leer aquello en voz alta. Fue cómo leer su propia condena. Pero recordaba bien las caras de sus acompañantes. El único que lució relativamente normal había sido Fuji, y eso porque para el, solo hubo unas palabras confusas. Pero eso no lo hacía mejor a la vista de los demás, todo lo contrario.

Pero eso todavía no implicaba nada. Si, había sido toda una revelación, pero no implicaba que uno de ellos se hubiese vuelto loco y decidiese matarlos a todos. De hecho, y esperaba que no fuese demasiado retorcido pensarlo, aquello probaba lo sagaces que podían ser. ¿Cometer crímenes como asesinato y extorsión sin pagar? Vamos, retaba a cualquier genio de la televisión a sobrepasar eso.

—…Pero… Oshitari se detuvo un segundo antes de terminar de contestarle a Kirihara—. No hay seguridad de que sea cierto. Pudo sencillamente haberse sorprendido de lo que escuchaba.

Yuushi sabía muy bien que declarar que uno de ellos era culpable, era declararlos a todos culpables. No iba a caer en eso, no hasta que no hubiese otra salida.

—Yo la abriré —dijo Kawamura, ahora junto a la puerta que estaba en frente de la que acababan de abandonar. Con el estaban sus dos compañeros de equipo, cómo siempre. Su código de barras se encontraba en su antebrazo izquierdo.

El sonido característico se oyó, luego fue el de la vieja puerta abriéndose. Takashi entró antes que nadie. Fuji le siguió de cerca.

La habitación era bastante diferente a la anterior. Una pequeña cama en el fondo, pegada a la pared, con una cortina corrediza a su lado. Luego le seguía una vitrina llena con diferentes frascos pegada a la pared y finalmente un viejo y polvoriento escritorio con lo que parecía ser una computadora con la pantalla bastante sucia. Había un sillón negro enorme tirado en el piso. Del lado de la derecha, solo había un estante y pocos frascos de vidrio.

—Sin luz —anunció Kirihara, luego de probar el interruptor varias veces.

Afortunadamente, la luz del pasillo alumbraba un poco el lugar, dibujando la forma de la puerta abierta en el piso de la habitación.

—¿A que huele? —preguntó Mizuki, plegando la nariz con desagrado.

—Antiséptico —dijo Oshitari, reconociendo el olor. Y luego de mirar la habitación rápidamente, añadió—: Esta habitación tiene algo de parecido a la de los hospitales.

—Hey, este sillón tiene correas —dijo Eiji, luego de haberlo levantado del suelo—. Nunca había visto uno de estos.

—Hospitales psiquiátricos —volvió a añadir Oshitari.

Mizuki se acercó a la computadora y se agachó frente a ella. Sus manos empezaron a moverse entre los cables sueltos que esta desplegaba.

—¿Qué haces? —le preguntó el joven del Rikkai, acercándose.

—Rezar por un milagro, que es lo mismo que decir: rezar porque este adefesio tenga sus cables intactos y tenga conexión a Internet.

—…Creo que enloqueciste y no te has dado cuenta —sentenció el chico, cruzándose de brazos. De todos modos, se quedó a verlo trabajar. Al menos él intentaba hacer algo. Aunque le dio la impresión de que Mizuki sólo quería eso, hacer algo.

—¿Y esa luz? —Señaló Eiji. La misma venía de detrás de otra cortina, esta vez ubicada al fondo de la pared izquierda.

Oshitari caminó hacia la misma, pasando por unos silenciosos Fuji y Kawamura, mientras hablaba.

—Debe ser el baño de esta habi…

Enmudeció luego de echar la cortina a un lado. Luego de un momento, retrocedió.

—¿Qué? —Preguntó el pelirrojo, alarmándose ante la expresión de Oshitari acercándose —Acaso encontraste…

Eiji iba a decir si había encontrado a otro muerto. Pero también calló al ver lo que había detrás de la cortina.

—Santa mierda —le salió finalmente en un susurro. Pero eso bastó para llamar la atención de sus compañeros de equipo.

Fuji echó un vistazo y descubrió que la razón por la que los otros dos parecían haber entrado en shock.

En primera, lo que había detrás de la cortina no era un baño, como ellos pensaban. Era otra habitación, la segunda que no habían abierto aún. Estaban conectadas por aquella puerta cubierta por una cortina.

No estaban solos.

Había un hombre adentro, sentado de espaldas a ellos en un sillón parecido al que Eiji levantó del suelo. Estaba mirando unas computadoras, cuya luz era la única cosa que semi-alumbraba la habitación. Toda la parte de su cuerpo del cuello hacia arriba, estaba cubierta por una enorme mascara con forma de cabeza de conejo, al menos eso lo intuía por las orejas alargadas, pues el sujeto estaba de espaldas a ellos.

—El lobo —habló Oshitari, apenas saliendo de su asombro. Miró a los dos chicos frente a el instintivamente.

Mientras que Eiji palidecía, Syusuke tenía una pequeña sonrisa en el rostro. Sus ojos azules estaban anormalmente abiertos y tenían un brillo extraño en ellos.

—El mató a Echizen —dijo Fuji, apenas audible. No parecía haber miedo en su voz, tampoco ira o pena.

—¡Maldita cosa! —exclamó Kirihara, dándole una patada al costado de la mesa donde se encontraba el ordenador. Miró la pantalla negra de la maquina con odio.

—No es como si no nos lo esperásemos —le dijo Mizuki mientras miraba sus manos sucias. Las sacudió contra su ropa —que no era suya— con disgusto. Se le revolvió el estomago al pensar nuevamente en la vestimenta que llevaban encima.

Eiji corrió como un rayo hacia ellos y les dijo baja y rápidamente que guardaran silencio.

—¿Qué dijiste? —preguntó Kirihara, confundido.

Quizás demasiado bajo y rápido.

—Que…cierren…el pico —repitió nuevamente.

—Kirihara —llamó el castaño bajamente, que había caminado hacia él —. Necesito tu navaja

—Fuji… —dijo Oshitari, sin saber que mas decir. ¿Acaso pensaba en matar a ese psicópata? O quizás solo pensaba en incapacitarlo. No lo sabía con certeza, lo que si sabía, es que debían hacer algo. Por ahora, él estaba vigilando que el hombre no se percatase de su presencia.

Kawamura estaba su lado, tragando hondo y con una mirada que indicaba sentimientos mezclados. No era para menos.

—Claro que… —Kirihara empezó a hablar, pero Eiji lo interrumpió.

—Está ahí dentro —le informó angustiado—. Aun no se ha dado cuenta de que estamos aquí, alguien debe hacer algo, así que dale tu arma.

Anonadados, esa es la palabra que describe cómo se quedaron los dos chicos al enterarse de lo que ocurría. Era como si no se hubiesen esperado toparse con alguien más allí. Y realmente, se habían olvidado de esa posibilidad.

—Dásela Kirihara, dásela. —habló Mizuki rápidamente, sin darle tiempo a Kirihara de decir algo mas—.Mejor ellos que tu.

Kirihara sacó su navaja de forma automática. Fuji la tomó y regreso a la entrada de la otra habitación.

Oshitari sintió como su corazón latía demasiado rápido para ser saludable.

—Yo iré contigo —habló Kawamura, rompiendo finalmente su silencio y acercándose a su amigo. Su voz era baja, pero decidida. No necesitó insistir.

El dúo entro a la habitación sin hacer ruido, mientras los demás se apretujaban tratando de observar desde el otro lado. Nadie respiraba, parecían haber olvidado cómo hacerlo.

Lo demás pasó en un suspiro. Fuji y Kawamura corriendo hacia su objetivo, el segundo tomando el asiento y lanzándolo de lado al suelo junto con su ocupante. Un ruido hueco se oyó.

Syusuke le saltó encima del hombre y estaba a punto de clavarle la navaja en el pecho… y entonces se detuvo. La máscara del hombre había rodado a un lado luego de su caída.

—¡Hazlo! —Animó Akaya desde su lugar, apretando los puños—. ¡Mata al bastardo, rápido! —Su grito fue tan vigoroso que Mizuki se quedo mirándolo por unos momentos, boquiabierto.

Unos segundos pasaron en silencio.

Entonces Oshitari avanzó hacia Kawamura y Fuji recelosamente. Algo andaba mal ¿Era perplejidad lo que veía en sus caras?

—Un maniquí —anunció Syusuke mientras se levantaba y miraba a Yuushi.

—…Tienes que estar bromeando —dijo el joven de los lentes, frustrado.

Fuji le dio un tope con el pie, emitiendo un ruido hueco en el proceso. Y por si el sonido no lo dejaba lo suficientemente claro, movió la pierna que estaba semi—levantada de arriba hacia abajo. La rigidez se dejaba notar.

—No lo estoy.

—Ahora que lo miro de cerca —empezó a hablar Kawamura—. Era muy obvio. Casi ni ha cambiado su postura de sentado.

Fue el hecho de que el monigote estaba vestido igual que ellos lo que les engañó. No solo eso, sino que estaba de espaldas. Y claro, esa asquerosa mascara que cubría su cabeza. Ahora sabían de donde había venido ese ruido hueco de antes. No había sido el mueble al caer, sino del cuerpo de plástico al chocar contra el piso.

Antes de que pudiesen decir algo más, Akaya empezó a reír estrepitosamente, atrayendo la atención de los demás.

—Sé amable y comparte el chiste con nosotros, Kirihara —pidió Mizuki cruzándose de brazos, disgustado.

—Es que… ¡vamos! Fuji estaba todo en modo asesino para asesinar al asesino junto con su amigo asesino, ¡no me digas que eso no es gracioso! —dicho eso, volvió a reír.

Recibió la mirada de reproche de Eiji, pero este dijo nada. El resto también optaron por ignorarlo, de momento.

—Que mascara tan horrible —dijo Eiji acercándose reservadamente al objeto junto al cuerpo artificial en el suelo.

—Desagradable —fue el calificativo que le dio Mizuki, quien había optado por separarse de Kirihara y acercarse al muñeco junto a Eiji. Fuji ya se había apartado.

Kikumaru se envalentonó y la tomó en sus manos. Sintió un forro duro, cubierto de polvo.

—¿Quieres verla de cerca? —le ofreció a Mizuki, acercándole la cabeza.

Este respondió con un estornudo, alejándose inmediatamente.

—Soy alérgico al polvo —le advirtió al pelirrojo. Rayos, había logrado contenerse tan bien hasta ahora…

—Lo siento —se disculpó Eiji, mientras retraía la máscara. Se quedó mirándola fijamente. Esa cosa seguro era tan vieja como el lugar donde estaban encerrados. Era desagradable de tocar y le agregaba un tono morboso a su situación. El chiste era el lobo disfrazado de conejo. Ya, muy gracioso.

—Me voy al baño — Kirihara rompió el silencio, aun con la sonrisa en los labios—. Y cuando vuelva, quiero de vuelta mi navaja.

Nadie dijo nada.

—¿Está en una especie de estado histérico? —le pregunto Fuji a Oshitari, luego de que el otro muchacho se fuera.

—Creo que si. Qué bueno que le quitaste el arma.

—Planeaba hacerlo desde sus gritos en la otra habitación. Al final, esto resultó conveniente.

—Concuerdo. Ahora veamos que tenemos aquí.

Mizuki estornudó de nuevo, esta vez de una forma mas fuerte.

—Yo iré con Kirihara —les dijo a los otros, abandonando el lugar, pasando rápidamente al lado de Kawamura, quien se había echado para atrás para darles espacio. Lo que sea con tal de salir de allí, se dijo Mizuki para sus adentros.

Al volver al otro cuarto, se encontró con Akaya mirando la pantalla de la computadora que había tratado de hacer funcionar. Su mirada era seria.

—¿Qué ocurre? —le preguntó, y el chico se sobresaltó al darse cuenta de que era observado.

—Pestañeó —dijo mirándolo un segundo y volviendo a mirar a la pantalla—.En serio, esta cosa hizo algo.

Mizuki se acercó, y solo vio la pantalla oscurecida.

—Como digas… de cualquier forma, no esperes que haga algo más que eso —Mizuki continuó su camino para salir de la habitación—. ¿Vienes al baño?


La habitación estaba vacía, salvo por el sillón en donde había estado sentado el muñeco, un estante vacío, y un escritorio que contenía tres monitores en forma de pirámide dos debajo y un tercero encima— y lo que parecía ser una vieja casetera debajo de ellos. También había varios videos desparramados encima.

—Son los monitores de las cámaras de vigilancia —declaró Fuji al grupo—. La de arriba vigila la escalera, la de la izquierda no funciona y la de la derecha parpadea entre varias habitaciones. Parece que incluso graba esas que aun no hemos abierto, aunque estén a oscuras.

La cámara parpadeante iba por el pasillo, luego paso por todas las habitaciones —como dijo Fuji, incluso las no abiertas— antes de cambiar a la escalera y luego a los cuartos del segundo nivel, donde yacía Echizen.

Oshitari le miró desconfiado.

—Sabías que había cámaras —acusó.

—Vi una cuando bajábamos las escaleras. Supuse que había otras y lo confirmé en el baño. Tú te diste cuenta de esa también, ¿cierto?

—Si —confesó Yuushi, sorprendido. Había salido ultimo del baño precisamente porque se había tomado unos segundos para observar dicha cámara. Pero no podía precisar en qué momento Fuji se había dado cuenta la misma, o de que él la había visto.

Eiji dejó la máscara de conejo en el suelo y pasó por encima del "cadáver" para acercarse a la mesa.

—Crees que estos videos tengan…no sé, ¿pistas? —habló el pelirrojo, inseguro.

Oshitari, quien iba a responderle, no recordaba una vez en que las cosas le dejasen enmudecido tanto como en ese día. Un video estaba marcado con un mensaje, puesto en la parte blanca de en medio. Un "Mírame" claramente escrito torpemente, quizás con un dedo untado de algo.

Lo levantó y se lo enseñó al genio de Seigaku, sin estar seguro de que hacer.

—Ponlo —la voz de Syusuke le sacó de sus dudas—. Ya no tenemos nada que perder.

Con este permiso, Oshitari introdujo el video en la video casetera y esperó.

Apenas hubo imagen, el rostro de Fuji se descompuso como no lo había hecho nunca antes.

A Eiji simplemente se le llenaron los ojos de lágrimas, empezó a retroceder antes de salir corriendo y lanzarse sobre Kawamura, quien le recibió en un abrazo, confundido.

—¿Eiji? —preguntó, sin saber que ocurría. Miró hacia el frente en busca de alguna explicación. No la halló, y temía pedirla. Su amigo empezó a balbucear algo que no logró entender del todo. Pero le pareció oírle hablar de Echizen.

—Maldito bastardo… —Oshitari desvió la vista, cerrando los ojos.

El video mostraba al hombre con la cabeza de conejo, mirando a la cámara con un cuchillo ensangrentado en su mano, junto al cuerpo de Echizen en la segunda planta. En la otra mano estaba el video que seguramente estaban viendo. Había manchas de sangre bastante notables en su ropa.

Ya sabían con que había sido escrito aquel letrero.


—¿Quién crees que sea?

Aquella fue la primera cosa que le preguntó Kirihara, calmado nuevamente, a su acompañante, apenas este se hubiese enjuagado el rostro, de nuevo. Había estado en silencio, esperando el momento oportuno para lanzarla.

—Aun no estoy del todo seguro de que alguno de nosotros este tras la muerte de Echizen —respondió Mizuki, con cautela. No era seguro responder a eso abiertamente. Mucho menos a alguien de boca tan suelta como la de su acompañante.

—De acuerdo, pero si así fuera, suponiendo y todo… —Akaya insistió— ¿Quién crees que sea?

Se lo pensó un segundo antes de hablar bajo esas circunstancias. Le parecieron adecuadas, siempre y cuando tuviese lo de "suponer" cómo defensa.

—Fuji, por supuesto. Deberías saber cómo puede ser, jugaste contra él. Sabe como hacerte caer en su juego, haciéndote creer que le tienes el control. Y para cuando te das cuenta, no puedes hacer nada, porque ya has perdido… claro, es solo una suposición.

Mizuki se hizo nota mentar de pensar dos veces sus palabras de ahora en adelante.

—Eh…Si, como digas —respondió, confuso por las palabras—- Pero yo creo que es chico del local, el grandote —replicó, tomándose su tiempo para enjuagar sus manos.

—Kawamura —le corrigió Mizuki, y luego añadió extrañado —: ¿Por qué?

—Comimos su comida y luego despertamos aquí. Además de que ya ha matado antes. Vamos, eso grita culpable.

—Pero si hubiese querido matarnos, lo hubiese hecho con veneno, o mientras dormíamos. ¿Para que molestarse en alargar esto innecesariamente y correr tantos riesgos de ser atrapado? —Cuestionó Mizuki, frunciendo el seño—. El no es precisamente del tipo inteligente.

—Aun así —insistió Kirihara —sabe manejar cuchillos filosos, y Echizen tenía heridas de esas…creo. El es alto y fuerte, y tiene el cerebro dañado, ¡tiene doble personalidad! —cerró la llave, dando por terminada la conversación. Podría levantar alguna sospecha ridícula el que duraran tanto.

—¿Y si lo están incriminando? —inquirió Mizuki. Pasó totalmente por alto el hacerle recordar a Kirihara que él no era nadie para hablar de problemas de personalidad. Especialmente después de lo sucedido en las Nacionales.

—¿Uh? Akaya estaba desconcertado.

—La mejor forma de parecer inocente es culpar a otra persona —le dijo Mizuki, cerrando su llave y mirándolo astutamente—. Si en verdad el asesino es uno entre nosotros, será mejor que recuerdes eso.

Mizuki salió del baño primero, seguido del otro joven. Lo que Kirihara decía no carecía de justificación. Kawamura había tenido la oportunidad de ponerle algo a las bebidas, o quién sabe qué, a todos los ingredientes que usaron en aquella competencia de comida. Haberlos encerrado allí para ser parte del macabro juego, podría explicarse con decir que sencillamente se había vuelto loco. Sin embargo, para él, Fuji era quién más tenía el carácter de un asesino serial, sin mencionar la destreza.

Akaya aceleró el paso y dejó a Mizuki atrás.

—Será mejor que recupere mi navaja —dijo entre dientes, pero lo suficientemente alto para que el otro escuchara.

Mizuki asintió detrás de él, caminando más rápidamente para tampoco quedarse atrás. Fuji y un arma eran una horrible combinación.


—De todas formas… —Fuji fue quien rompió el silencio—. Creo que esto lo deja claro, ¿no?

—¿De que hablas? —preguntó Eiji con voz quebradiza, sacando su cabeza del pecho de Kawamura.

—Sí, lo hace —respondió Oshitari mientras sacaba la última cinta. Las habían probado todas, y solamente una aparte de la que tenía la nota, tenía algo gravada. La fecha indicaba horas antes que la de Ryoma.

—Em… ¿Nos perdimos de algo? —preguntó Mizuki al entrar junto a Kirihara. Había logrado alcanzar a escuchar a Eiji y a Oshitari, nada más.

—¿Qué Quieren decir? —Preguntó Kawamura a duras penas—. Fuji, por favor…

—Las grabaciones no muestran a nadie más en este lugar —empezó Fuji—. El video muestra a alguien con la ropa igual a la que tenemos y una estatura que oscila entre las nuestras. Solo hay una puerta restante y hemos visto que no hay nadie más en este lugar.

—En resumen —dijo Oshitari mientras veía a Mizuki—. Realmente, el lobo es uno de nosotros.

—…¿Por qué de pronto hay tanta convicción por unas cintas que podrían haber sido tomadas en cualquier día? —quiso saber Mizuki, aun sin entender los pensamientos de los otros dos.

—Las cintas tienen la hora y fecha gravada —le dijo Oshitari. Una de ellas muestra cuando… el lobo trajo a Echizen aquí. Esa cinta es de la cámara que alterna en diferentes partes de este lugar. Eran las diez y media de la noche. No había nadie más en este hospital aparte de Echizen y su asesino. Luego todo se vuelve oscuro. El equipo de cámaras tiene una función para programar grabaciones, intuyo que fue programado para empezar a gravar nuevamente a las doce. La única habitación con luz era donde estábamos Fuji y yo, la habitación anterior a la de Echizen. Pero podemos intuir que todos estaban aquí, cada uno donde despertó.

—Eso no responde mi pregunta… aun faltan dos habitaciones, ¿no es así? —preguntó, mientras al mismo tiempo corregía a Syusuke.

—Más bien una, considerando que una de esas puertas es la salida. Es por ello que debemos prepáranos para lo peor —para sorpresa de todos, fue Fuji quien le respondió.

Mizuki río un poco, desconcertando a todos.

—Me parece hilarante que todo esto venga de la boca de la misma persona que hace cosa de… no se cuanto tiempo realmente, nos haya incitado a la unión. ¿Recuerdas ese momento al pie de las escaleras?

—Solo estoy reaccionando a ustedes, chicos —Fuji les miró a todos. Sus ojos azules parecían atravesar a todo lo que miraban en esa habitación, y su sonrisa era más inquietante de lo habitual—. Desde que salimos de esa biblioteca, ninguno de ustedes ha estado en compañía del otro por más allá de dos o tres minutos. Tal vez no lo saben, pero ya desconfían del resto. Estoy seguro de que ya empezaron a pensar en quien podría ser el asesino, ¿no es así?

Aquello último no era una pregunta, aunque tenía el tono de una.

La sonrisa cínica desapareció del rostro de Mizuki, siendo sustituida por una expresión más seria. Maldito sea Fuji y su sagacidad.

—¿Que estás diciendo? —preguntó, pero Syusuke no le respondió.

—Kirihara —le llamó, mientras miraba al muchacho—. Saliste de la habitación junto con Oshitari, luego te pasaste al lado de Mizuki, te quedaste solo por unos momentos y te fuiste al baño con Mizuki otra vez. Ahora estas aquí, al lado de Oshitari… ¿Estoy mal al pensar que crees que alguien de Seigaku es el culpable?

—Yo… —Kirihara no supo que contestar. Pero su rostro le dejo en evidencia antes que su falta de palabras.

—Dime Fuji, ¿puedes hacer un rastro así de mí también? —preguntó Mizuki, cruzándose de brazos. Syusuke estaba dejando de ignorarlo, debía aprovechar y sacar toda la información posible.

—Mizuki, eres más listo que eso —le respondió el castaño—. Por lo que me atrevo a decir directamente que crees que yo soy el culpable. Y Oshitari…

Ahora se dirigió hacia el chico de los lentes, quien lucía de lo más impasible.

—Te dije que ya no teníamos nada de perder, ¿No es cierto? Espero que ahora entiendas la razón detrás de esas palabras.

—Si —respondió sereno—. Entiendo perfectamente.

—¿Entonces a esto llegamos? ¿A acusarnos abiertamente? ¿Ahora vamos a separarnos para luego tratar de matarnos entre nosotros por la supervivencia? —habló Mizuki, con cierto tono impertinente. Se cruzó de brazos antes de continuar—. Fui un iluso al pensar que no íbamos a llegar a este punto tarde o temprano. Muchas películas baratas de terror hacen su efecto, ¿verdad?

—No he acusado a nadie —se defendió Fuji—. Solo he dicho que el asesino está entre nosotros. La probabilidad de lo contrario ahora es mínima, al igual que la confianza. Y creo que ahora debemos pasar el mayor tiempo posible, cada uno en compañía del otro. Si no dejamos un hueco, el asesino no podrá atacar, ¿no les parece?

Nadie contestó la pregunta de Fuji. Solo se quedaron allí, mirándose unos a otros.

—…pero no es obligatorio pasar todo el tiempo juntos, los seis —dijo Mizuki, con molestia al ver como Syusuke lucia tan relajado, aun mostrando sus ojos—. Si me disculpan, yo me retiro a la biblioteca. Por favor Fuji, no me sigas.

—Está bien —respondió este al verlo salir—. Por ahora.

Mizuki salió de la habitación sin mirar a nadie más, desapareciendo tras la cortina que cubría la conexión entre las dos habitaciones.

—Vamos Kirihara —llamó Oshitari, luego de unos segundos de silencio.

—Ya sé —respondió este, con cierta hosquedad. Aunque su voz sonaba algo incomoda.

Oshitari le dirigió una inquisitiva mirada al trío de Seigaku antes de desaparecer del lugar.


Se dirigió directamente a la habitación de la ventana abarrotada. Necesitaba algo de aire luego de todo eso. Inhaló profundamente apenas estuvo frente a la ventana, y se volvió sobre sus pasos para encarar a cierto chico.

—¿Qué no ibas a buscar tu navaja? —le preguntó con algo de cinismo a Kirihara, al verlo pasar por la puerta. Por más mal que sonara, necesitaba descargarse un poco, y el carácter fácilmente explotable de Kirihara servía para el propósito.

—¿Le miraste la cara a Fuji? —fue lo que respondió el chico, sin darle importancia a la tentativa de Mizuki. Parecía desconcertado—. En serio, ¿lo viste? —preguntó de nuevo, mirando a Hajime.

—¿Qué pasa con eso? —inquirió Mizuki, extrañado de las reacciones de Kirihara.

—Te lo juro, tenía como una sonrisa.

—¿Tenía como una sonrisa? —Mizuki le miró confundido—. Realmente no entiendo esa frase. Pero por si no te fijaste, realmente estaba sonriendo.

—No sé cómo explicarlo… no sonreía de esa forma que dices. Era como si…

—¿Como qué?

—Como si…disfrutara de esto. Parecía divertirle —Kirihara frunció el seño y se agarró la cabeza, enojado consigo mismo—. Diablos, ¡No sé cómo explicarlo!

—Está bien, Kirihara —le dijo Mizuki, tentando a mirar hacia detrás suyo, a la ventana abarrotada con aire pensativo—. Entiendo perfectamente lo que quieres decir.

Y lanzó un suspiro.

La conversación murió cuando Oshitari ingreso a la habitación. No pudieron evitar callar y mirarlo en silencio.

Yuushi tomó un par de libros del suelo, de los que Syusuke había aventado anteriormente, y caminó hacia el escritorio, sentándose encima del mismo, colocando los libros a su lado.

La tensión en el aire era bastante notable.

—¿Ocurre algo? —les preguntó el joven de los lentes a los otros dos, cuando ya no podía aguantar el peso de sus miradas.

—Nada —respondió prestamente Mizuki—. Sólo pensábamos cómo Fuji es terriblemente sospechoso.

—¿En serio? —cuestiono Oshitari, con voz neutra, fingiendo no saber a dónde Hajime quería llegar.

—Si… ¿Qué piensas de eso? —pregunto el manager de St. Rudolph con tono natural.

Oshitari se obligó a no sonreír. Había sido demasiado obvio que Mizuki buscaba sacarle una opinión. El joven estaba perdiendo estilo. Sin embargo, no iba a dejárselo saber. Y contestó su pregunta de todos modos.

—Desde donde yo lo veo, Fuji tiene dos fuertes probabilidades en este juego —Oshitari habló a los otros dos chicos con la voz que usaría un juez para dictar una sentencia—. O él es el lobo, o es el próximo en morir.

Continúa…

 

Notas finales:

El maniquí de la perdición (Dum Dum DUmmmm)!

Vale, creo que eso fue bastante… simplón, pero realmente no quería poner otro cadáver ahí, como en el manga. O más bien, no tengo razones para poner un cadáver real ahí. Ya tengo planes para lo que sigue y ese cadáver no ayudaba en nada… y realmente, no tenía razones (y con esto quiero decir que la historia no lo necesita para nada).

He estado escribiendo cosas avanzadas de esta historia, y al parecer si habrá yaoi. Al menos unos roces fuertes… y completamente justificado, desde mi punto de vista.

Creo que ya lo he dicho antes, pero lo diré otra vez para que no haya confusiones: Esta historia no va a ser igual que en el manga. El manga es la base, pero no necesariamente la guía para yo escribir. ¿En donde estaría la emoción? De ser igual, ustedes ya sabrían quien es el villano y quien morirá antes que quien. No, no, así no.

Y termino diciendo que me esta comenzando a gustar mas Kirihara. Es una mezcla de chiquillo tierno que aun cree en santa con psicópata bipolar con grandes rasgos esquizofrénicos. Totalmente adorable.

En el próximo capítulo: Trío Seigaku tienen momento para ellos. También veremos algo de esas acusaciones. ¿Verdad o Mentira? En el juego del lobo mentiroso, deberás pensarlo dos veces.

Se agradecen los comentarios/criticas. Y claro, menciones de cómo me equivoqué con los nombres de nuevo xDDDD


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