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Ideología por zion no bara

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Notas del fanfic:

Esta es la última trama de las diecisiete que hice, cuando las empecé llegué a creer que no las terminaría pero me da gusto que sea así, espero que les hayan gustado a quienes fueron tan atentos en leer y más a quienes dejaron comentarios, muchas gracias por seguir lo que escribo.

Notas del capitulo:

Esta trama es la última, además es la segunda que se desarrolla en Rusia y ya no es con un artista, espero que les guste.

 

 

Cuando Afrodita de Piscis nació en el año de mil ochocientos setenta sólo buenas expectativas lo rodeaban, venía de una antigua y respetada familia que al igual que aquellas con las que estaba emparentado regían y vivían por encima de miles de personas a las que nunca trataban y no veían el porqué debieran hacerlo. Así que el pequeño Afrodita llegó al mundo con las más altas expectativas de un porvenir, siendo simplemente alguien de los Piscis ya tenía asegurada buena parte de su fortuna y si se movía adecuadamente en los círculos convenientes lograría aún más.

Que el mundo en el que Afrodita hubiera nacido estuviera cambiando no parecía importar mucho, no a quienes lo rodeaban, en su sitio ellos estaban seguros y todo seguía igual, había un gobernante fuerte y las cosas se mantenían estables, era lo importante y lo único que contaba, de ahí en fuera podían hacer su misma vida de siempre, la misma vida que habían conocido sus padres y sus abuelos y sus bisabuelos y los de sus familias antes de eso. Pero la verdad era que el mundo estaba cambiando quisieran reconocerlo o no.

Sin embargo esos cambios no los tocaban de cerca ni parecía que se aproximaran, aún así ya se habían hecho algunas tentativas para ir a la vanguardia en vez de seguir siendo los que estaban en el atraso, años atrás se había dado el importantísimo paso de la emancipación a los siervos y aunque noble como idea en la práctica no lo había sido tanto, hubo problemas con ese nuevo estado de las cosas pero se podía lidiar con ello. Su gobernante no creía que debieran ser la misma forma de gobierno y hacía concesiones, creaba leyes, aunque eso no bastaba pues había quienes veían estos movimientos como incompletos y deseaban más, aunque para eso debieran recurrir a métodos radicales.

Aún así nada de eso afectaba la vida de Afrodita directamente, vivía en su casa o alguna de sus casas, pues su familia contaba con varias, fue educado con las normas de la época y seguía una vida bastante alejada de cualquier disgusto o incomodidad, no tenía idea de lo que era pertenecer del todo a una familia como la suya más allá del protocolo que le habían inculcado y de la enseñanza de su árbol genealógico, que era uno por demás amplio y bien vinculado. Pero todo eso estaba por cambiar y vería que el mundo era muy diferente de lo que pensaba hasta ese momento.

--Afrodita.

El en aquel momento pequeño de diez años respondió de inmediato observando a quien lo llamaba.

--Hola Nicky (1).

--No sabía que habían venido.

--Mi padre necesitaba hablar de algo con tu abuelo, no sé que pasa, cada que pregunto nadie me dice nada.

--No seas curioso, eso no está bien.

--No es curiosidad.

--¿Entonces qué es?

Pero a esa pregunta no tenía respuesta el de ojos celestes, a veces no comprendía esos sentimientos en su interior pero los tenía, por eso se daba cuenta que algo pasaba pero no sabía qué ni como averiguarlo. Siguió charlando con Nicky, era mayor que él por dos años pero se conocían de toda la vida prácticamente pues sus padres eran amigos de siempre y ellos dos eran primos por parte de su madre, y justamente hablando de sus padres los vieron caminar hacia ellos dos.

--Entren-fue la firme orden dada por Aleksander, padre de Nikolay y tío de Afrodita.

Ambos niños entraron y vieron que otros de la familia estaban ahí, sobre todo el caballero más importante en todo ese sitio que al ver a Afrodita con su nieto lo saludó atentamente.

--Este año será una fiesta hermosa-comentaba el caballero-Siempre he considerado una suerte que sus cumpleaños sean el mismo día.

Así era, tanto Afrodita como su tío Aleksander eran del mismo día aunque obviamente de diferente año.

--Terminaremos de solucionar todo para la fiesta-decía el caballero-Será en unos días y sólo tenemos que ver que nada esté fuera de su sitio.

La fiesta que se planeaba era para el tío de Afrodita realmente, era la segunda figura más importante de todo el reino, no podía ser de otra manera cuando ambos habían nacido un diez de marzo, pero el tío del pequeño era Aleksander Aleksándrovich, Gran Duque y zarevich (2) de Rusia.

 

 

Todos los presentes se mostraban de acuerdo en los planes para la fiesta, el zar Aleksander II decía algo de hacer su visita dominical y se preparaba para partir, el padre del de ojos celestes también iría así que el pequeño de Piscis se despidió cortésmente de los presentes para salir con su progenitor al lado del zar. Afrodita no sabía que ese día sería el último en que todos lo verían por última vez, tampoco que ese día perdería a su padre: era el uno de marzo de mil ochocientos ochenta y uno, un mal día para los Románov.

En las horas siguientes no parecía que nada estuviera mal, de hecho se veía como un día igual a los anteriores, antes de llegar a su carruaje el zar hablaba con el jefe de la familia Piscis sobre las propuestas de su feje de la Suprema Comisión Ejecutiva, el conde Loris-Melikov, para la creación de un parlamento, para que las tensiones disminuyeran y parecía que Aleksander II estaba de acuerdo pues comentaba sobre los planes para llevar a cabo la reunión. Al zar le importaba mucho que se llegara a una solución que aliviara las tensiones pues estaba conciente que había mucha inconformidad que generaba en descontento y eso lo había hecho objetivo de ataques.

Con anterioridad había habido problemas y atentados pero hasta el momento ninguno había logrado tener frutos y eso que Aleksander II era probablemente el zar más progresista que se hubiera tenido, en su gobierno se había terminado la Guerra de Crimea con al Tratado de París, fundó escuelas, organizó la administración y el ejército, sometió a los pueblos del Caúcaso y extendió las fronteras de Rusia hasta Asia Central; sobre todo bajo su mandato se dio el tres de marzo de mil ochocientos sesenta y uno la abolición de la servidumbre (3). A pesar de eso mucha gente no encontraba que fuera parte de un nuevo mundo tenerlo al frente de Rusia, si se quería una verdadera revolución sería necesario acabar con él.

En los diversos atentados que había sufrido había salido ileso al menos físicamente pero bastaba el rumor de que el zar pasaría por una calle o iría a algún lugar para que este quedara vacío de inmediato. El propio zar se había lamentado de eso.

--¿Soy acaso un animal para que se me persiga como a un perro rabioso?*

El zar ya había sufrido varios atentados contra su vida en los años anteriores, aún el pequeño Afrodita había escuchado de lo sucedido dos años antes cuando un tal Aleksander Soloviev le había disparado cinco veces en el mes de abril, aunque falló afortunadamente y fue ahorcado; para el mes de diciembre la Naródnaya Volia (4), organizó un ataque haciendo una explosión en el ferrocarril de Livadia a Moscú, no dañaron el vagón del zar felizmente. Apenas el cinco de febrero del año siguiente el mismo grupo atacó uno de los salones del Palacio de Invierno, al zar no le pasó nada pero sesenta y siete personas fueron heridas o muertas.

Ese domingo al igual que cada domingo de los últimos años Aleksander II iba a Manege para la revisión de sus guardia, el zar iba en un carruaje especial regalo de Napoleón III que era blindado, además lo escoltaban cosacos y eran seguidos en trineos en los que estaban el jefe de la policía y el jefe de la guardia del zar; también era en esos trineos que iba Afrodita con su padre, no parecía que nada fuera a pasar. Estaban en el camino de siempre, por el Canal de Ekaterina y el puente Pevchesky, como el de ojos celestes admiraba el paisaje se asomó al camino y se dio cuenta que por una de los estrechos caminos de los lados caminaba un hombre con un abrigo oscuro, parecía ir directamente en la dirección al carruaje.

El hombre del abrigo llevaba algo en las manos, Afrodita lo vio, sólo después el de ojos celestes supo que ese hombre era Nikolai Rysakov y nunca se olvidaría de su nombre; el del abrigo arrojó algo a las patas de los caballos que cayó bajo el carruaje, fue cuando sucedió. El pequeño de los Piscis no supo exactamente lo que pasó, de pronto hubo un sonido fuerte y violento, el carruaje del zar se sacudió con violencia pero no le sucedió nada al soberano, sin embargo uno de sus cosacos estaba muerto y su conductor herido gravemente, igualmente muchas de las personas que caminaban por las aceras estaban heridas.

El jefe de la policía se abalanzó contra el agresor que por la misma explosión había quedado contra una valla y lo detuvo, la situación era caótica, entonces el zar cometió lo que resultó un error fatal: Aleksander II salió del carruaje para socorrer a los heridos. Afrodita vio a su padre abandonarlo en el trineo para correr al lado del monarca, el hombre que había sido detenido gritaba algo pero él no lo entendió, sólo después supo que le gritaba a alguien más entre la gente, otro hombre se acercó, después se enteró que su nombre era Ignacy Hryniewiecki. Lo vio levantar los brazos mientras su padre le decía al zar que debía alejarse de ahí de inmediato, el otro hombre arrojó una especie de paquete a los pies del zar que estaba rodeado de sus cosacos y sus guardias, con el jefe de la familia Piscis a su derecha, el de los ojos celestes no lo comprendió en ese momento pero hubo una segunda explosión.

Afrodita no escuchaba bien, le parecía que oía voces lejanas cuando pudo levantar el rostro de nuevo pues había sentido una sacudida, veía como una niebla sobre la nieve, era más bien humo, alguien hablaba o tal vez gritaba por ayuda, se incorporó y se acercó pues no sabía que había sucedido con su padre; quien estaba pidiendo ayuda era el zar pero no veía a su padre, aunque si vio su abrigo pero parecía que alguien lo había manchado con sangre y carne de algo. Dvorzhitsky, el jefe de policía, había logrado incorporarse y acercarse también, se acercó al zar para auxiliarlo y entonces se dieron cuenta que las piernas del soberano estaban destrozadas, se le desprendían y manaba abundantemente sangre de ellas.

El de ojos celestes quería que alguien le dijera donde estaba su padre pero al voltear alrededor sólo veía gente herida, algunas podían caminar por su cuenta, otras se arrastraban, unas más salían de debajo de los cuerpos de otros que les habían caído encima. Sólo entonces Afrodita lo comprendió, lo que estaba sobre la nieve en el abrigo de su padre eran sus restos. Más tarde se supo que había una tercera bomba bajo el cargo de Ivan Emelyanov quien llevaba un maletín que la contenía, debía usarla si las otras dos bombas fallaban.

El zar Aleksander II fue trasladado de inmediato en trineo hasta el Palacio de Invierno, dejando un rastro de sangre entre el camino que llevaba desde la escalera de mármol hasta su estudio. El monarca, con ambas piernas destruidas, se estaba desangrando, su familia de inmediato fue a su lado, uno de ellos era el callado e impresionable Nikolay, a su lado Afrodita permanecía en silencio, un médico lo había revisado prontamente cuando un miembro de la guardia del zar lo había reconocido y lo llevó velozmente al palacio. No había sufrido daños, no físicos al menos.

Aleksander II recibió la comunión y extremaunción antes de fallecer pues no había nada que se pudiera hacer, a las tres treinta de la tarde de ese día el zar Aleksander II dejó de respirar. Con su muerte sucedieron dos cosas, la más notable era que el nuevo zar era su hijo, quien se convertiría en Aleksander III y sería un gobernante diferente a su padre. La segunda fue una cuestión más bien personal, ese día Afrodita supo que el  mundo en el que había crecido no podía ser el mundo real, que lo ocurrido con el anterior zar era sólo una muestra de todo aquello que sospechaba pero no había podido ver, le había costado la vida a su padre y él no entendía el porqué. Tal vez con el tiempo suficiente lo lograría, hasta ese momento sólo quedaba esperar.

Aunque el día diez de marzo Afrodita tuvo una celebración privada sabía que no era nada comparada con la que estaba planeada para su tío pero también estaba conciente que a pesar de querer aparentar que nada había cambiado y que el gobierno era tan fuerte como siempre, en realidad el ambiente era diferente. A pesar de sus pocos años sabía que su tío no era un hombre como su padre, era fuerte y autoritario, por lo que decían se parecía más a su abuelo, el que fuera Aleksander I, caballero de carácter regio que no admitía rebeliones de ninguna naturaleza, por eso le habían llamado El gendarme de Europa*. Aparentemente el nuevo zar seguiría sus pasos.

El regicidio causó un gran revés para el movimiento de reforma. Una de los últimos proyectos del zar, el de la creación de un parlamento electivo, la Duma (5), no se llevó a cabo. La primera acción tomada por Aleksander III tras su coronación fue la de acabar con esos planes.

En los años que siguieron Afrodita supo varias cosas acerca de su tío como zar, se mostró como un soberano autoritario y enérgico, hizo que se buscara y persiguiera a los que habían perpetrado el ataque contra su padre y sin importar quienes fueran serían condenados. Esta reacción política engendró una lucha a muerte entre la autocracia y un puñado de audaces terroristas, la Naródnaya Volia, fueron arrestados los involucrados en el ataque de forma intelectual y material. Resultó que todos eran jóvenes pertenecientes a la clase media alta, hijos de buenas familias que veían en el zar el máximo obstáculo para el surgimiento de una nueva Rusia, creían que con la muerte del soberano la revolución llegaría pero no fue así, todos fueron capturados y apresados para ser juzgados con velocidad y condenados, los ahorcaron de forma sumaria y parecía que ahí terminaría todo. Pero no fue así.

Debido al asesinato de su padre el nuevo zar se decidió prontamente por sus acciones, fue un soberano fuerte, autócrata y enérgico que revocó casi todas esas leyes y reformas que su padre había creado y concedido para volver al sistema totalitario y absolutista de su abuelo, nada de libertad de expresión ni prensa libre ni manifestaciones, nadie se opondría al poder del zar de nuevo. Por eso justamente fue por lo que como zar Aleksander III promovió y dio plenos poderes a su policía secreta que mantendría el orden a cualquier costo y todo con su venia.

Otras consecuencias del asesinato fueron los pogromos (6) y la legislación anti-judía, las Leyes de Mayo, que se dieron porque se culpó a los judíos de haber participado en la conspiración de asesinato, aunque sólo uno de los magnicidas era judío. Más de doscientos judíos que no tenían nada que ver con el asesinato del zar fueron golpeados hasta la muerte en estos pogromos. Una tercera consecuencia fue que irrumpió de nuevo la represión de las libertades civiles en Rusia y la brutalidad policial, y con gran vigor tras haber experimentado cierta moderación bajo el reinado de Aleksander II. Se utilizó  la Ojrana (7) para detener a los manifestantes y acabar con los grupos rebeldes, endureciendo la represión de las libertades personales del pueblo.

 

 

Los años pasaron y eso incluía a Afrodita quien seguía con su vida pero no era del todo un muchacho de la corte, había algo en él como alejado de los demás, pero ese día tendría que verse con muchas personas lo quisiera o no, pues se daba una importante celebración en el palacio real y él no podía evitar estar presente. Eran los primeros días de mil ochocientos ochenta y seis y había una fiesta en el Palacio de Invierno, tenía que estar ahí pues era de la familia y con su prolongada ausencia debía mostrarse ante todos.

Estaba presente desde las primeras horas pues había estado charlando un largo rato con su primo Nikolay, en esos años separados se habían escrito con frecuencia y se mantenían en contacto tanto como podían. El de los ojos celestes veía que su joven primo seguía teniendo el mismo carácter, entre amable y sensible, era distinto de su padre, que seguía siendo de mano firme y sin contemplaciones y trataba sin embargo de inculcarle todo de si mismo para reinar. Tuvieron que separarse pues su primo necesitaba atender algunos asuntos y el de Piscis salió, el clima estaba frío pero no le molestaba, estaba de regreso en su tierra después de tanto tiempo y apenas si había podido contemplarla.

Ensimismado como estaba en sus ideas no se fijó mucho en nada, ni siquiera en que había una persona por el lugar, observó que parecía esperar por alguien y en eso vio a su tío acercarse, hablaron de algo brevemente y el otro hombre se inclinó respetuosamente ante el zar. Su tío regresó al interior pero el hombre con el que había hablado casi para retirarse lo miró directamente y a la distancia, tenía los ojos y el cabello azul, no hizo ningún gesto que delatara lo que pensaba de verlo y simplemente se fue. Afrodita no sabía quien era ni porque hablaba con su tío pero no tuvo tiempo para pensar en ello cuando debía estar listo para la celebración de la noche.

La fiesta se desarrollaba sin contratiempos, Afrodita observaba todo el lugar con atención y discreción al mismo tiempo, no terminaba de comprender como era que en Rusia parecía todo congelado en el tiempo, cualquiera que mirara en el interior del palacio de Invierno pensaría que era una imagen de otra época, como si nada hubiera cambiado en el interior de ese sitio. A pesar de sus pensamientos el de cabellos celestes no tardó en ser abordado por varios de los invitados, lo saludaban y presentaban sus respetos a la perfección mientras le preguntaban por su viaje y a todo respondía el de Piscis con educación y cortesía, tal y como le habían enseñado de niño a hacerlo.

La entrada del zar fue un momento regio y en cierta manera tradicional, todos se inclinaban a su paso mientras el soberano avanzaba sin apenas detenerse a mirar a nadie seguido de cerca por su familia pero cuando estuvo a un paso de Afrodita se detuvo.

--Que bueno que nos acompañes sobrino.

El de ojos celestes se inclinó con modestia antes de responder.

--Me siento contento de estar de vuelta en casa.

El zar continuó avanzando pero todos estaban concientes que se había detenido exclusivamente para hablarle directamente a ese jovencito que contaba con cierto afecto del monarca. Justamente por eso el resto de la fiesta fue difícil para el de cabellos celestes pues no lo dejaban en paz y llegó el momento que se sintió agobiado por las atenciones, logró escaparse y salió del salón principal para refugiarse en las afueras, en los jardines, le gustaba estar ahí por el silencio y la tranquilidad pero no contaba con que había una persona ahí.

--¿Acaso se escapa de la fiesta?

Afrodita volteó y vio a unos pasos de él a un hombre, debía ser mayor que él pero no por mucho, sólo unos años, además de eso tenía ojos y cabellos azules y cierto aire de seguridad absoluta en si mismo, tal vez eso se debía al uniforme que usaba, sin duda era militar de algún tipo pero no podía identificar el cuerpo de guardias. Entonces recordó que era el mismo con el que vio hablar a su tío.

--No sabía que habría alguien más aquí-comentó el de ojos celestes.

--Sólo me tomé unos momentos Afrodita de Piscis.

--¿Cómo sabe mi nombre?

--Es sobrino del zar, sé bastantes cosas.

--Me lleva la ventaja según veo ¿Podría decirme quien es usted?

--Death Mask de Cáncer, a su servicio.

--Es un placer.

Se saludaron con educación, no había motivos para no hacerlo después de todo aunque sin duda el de cabellos azules parecía muy seguro de todos sus movimientos mientras que el de cabellos celestes estaba más a la defensiva en cierta manera pues ignoraba de quien se trataba el otro, aunque no por eso estaba completamente desconfiado. Conversaron un poco con amabilidad y de esa manera se enteraron un poco más de la otra persona.

--Viajar debió ser una experiencia interesante-comentaba el de cabellos azules.

--Lo fue-respondió Afrodita-Me gustó conocer más del mundo, aunque me sentí un poco extraño al hacerlo.

--¿Por qué?

--Pues veía a otras sociedades y no podía evitar comparar con esta, con Rusia.

--La desigualdad debió resultarle sorprendente.

--Algo así-dijo el de ojos celestes-En otras naciones la vida es muy diferente, estuve en Inglaterra, Francia y Alemania, estar de vuelta me hace pensar en todas las diferencias que hay.

--¿Qué diferencias observa?-preguntó el de ojos azules.

--Rusia está atrasada, el resto del mundo avanza y nosotros nos quedamos atrás.

--Pero seguimos siendo el imperio Ruso, el único sitio del mundo en el que las revoluciones no existen.

--De alguna manera no me parece que eso sea tan bueno.

Afrodita sabía que no era el único que pensaba en Rusia como una tierra casi feudal, entre la clase culta sobre todo había un aire de inconformidad por ello.

--Su uniforme me resulta desconocido-comentaba el de ojos celestes--¿A qué cuerpo de guardias pertenece?

--A uno especial, trabajo para el zar directamente-dijo Death Mask.

--¿Es de su guardia personal?

--Más bien de la que investiga para su causa.

El de cabellos celestes no supo que pensar por la forma en que lo había dicho pero quizás fuera mejor no seguir averiguando.

--Es mejor que vuelva al interior-dijo Death Mask-El frío parece aumentar.

--Fue un placer-dijo Afrodita-Espero que podamos vernos de nuevo.

Se inclinaron respetuosamente y el de ojos celestes dirigió sus pasos al interior pero sentía esa mirada azul sobre él claramente.

--Por supuesto que nos volveremos a ver-dijo el de cabellos azules con seguridad.

Estaba seguro que así sería ya que él mismo buscaría que fuera de esa manera.

Si bien Afrodita regresó al interior y aún estuvo presente en la fiesta no se sentía a gusto, el mejor rato que pasó durante esas horas fue el que compartió con ese hombre de ojos azules aunque no por eso le parecía menos extraño que su tío hablara directamente con él si tan sólo formaba parte de su cuerpo de guardias. De todas formas la fiesta siguió y hasta el final el de Piscis se mostró a la altura de las circunstancias pero no por eso estuvo menos agradecido cuando finalmente la celebración terminó.

En los días siguientes Afrodita debía permanecer cerca de la familia lo cual no le desagradaba, con frecuencia gracias a eso podía hablar con su primo Nikolay y estar al tanto de lo que acontecía en el lugar pero lo cierto era que si había malas noticias no parecían traspasar las puertas de palacio. Estando en la corte el de ojos celestes no se sentía a gusto, era como si le diera la impresión que algo no funcionaba pero no encontraba que era eso. Sin embargo también encontró a alguien con quien hablar al respecto.

No era poco frecuente que Afrodita se encontrara con Death Mask en el palacio pues aparentemente el de cabello azul era una visita frecuente pero nadie aparte del zar hablaba con él, siempre iba uniformado pero esa insignia en su uniforme no era identificable para nadie. Era también  en esas visitas que se las arreglaba para encontrarse con el de ojos celestes y siempre se detenía a charlar, a los dos les gustaba eso pero su carácter era diferente para ver las cosas.

--He pensado en lo que haré este año-comentaba Afrodita.

--¿Podría saber cuales son sus planes?-preguntaba Death Mask.

--Quisiera estudiar derecho.

--¿Derecho?

--Si, es una carrera excelente para poner en práctica conocimientos y reformas, se puede hacer mucho si se es abogado.

--No parece algo que muchos jóvenes de la corte piensen.

--Esto es mi elección-dijo el de ojos celestes con una sonrisa-Me gustaría estudiar en la universidad aquí mismo, en Rusia.

--¿Qué dirá su familia de algo como eso?-preguntó con diplomacia Death Mask.

--Es mi decisión, mi familia puede aceptarla o no, igualmente lo haré.

El de cabellos azules lo escuchó, se daba cuenta que le gustaba ese muchacho delante de él, era entusiasta y agradable pero muchas veces le daba la impresión que era algo ingenuo, una especie de soñador que pensaba en el pueblo de una forma muy romántica, no comprendía que él estaba del otro lado, lejos de las masas, era de la nobleza cuando el resto de la población carecía de mucho o de todo. Pero no creía poder abrirle los ojos en ese momento así que no diría nada.

--¿Vendrá esta noche Death Mask?

--¿A la celebración?

--Así es, mi tío quiere que la fiesta sea digna de un zar-dijo con humor el de Piscis-Yo debo estar presente también.

--Es parte de ser de la familia.

--También es mi cumpleaños.

--Siendo así vendré, aunque sea sólo para felicitarlo.

Se inclinó respetuosamente delante de él y se retiró dejando al de ojos celestes con sus planes sobre la universidad, también conciente que tenía deberes que cumplir en la corte como parte de la familia que era.

 

 

El diez de marzo de mil ochocientos ochenta y seis, el joven de los ojos celestes cumplía dieciséis años y estaría con la familia para celebrarlo, sobre todo al lado de su tío el zar; cuando las puertas del salón del Palacio de Invierno se abrieron para dejar el paso a la familia real parecía casi una procesión pero nadie se quejaba, eran las costumbres y debían mantenerse. Unos momentos después daba paso al baile de gala que se había planeado y en general parecía que todo marchaba bien y que nada estaba fuera de lo que se esperaba, incluso Afrodita cumplía perfectamente con su papel y hacía lo que se esperaba que hiciera, aunque eso no evitó que se sintiera cansado y deseara despejarse.

Fue por eso que en la primera oportunidad que tuvo salió a los jardines, estaba algo fría la noche pero no le importaba, necesitaba un respiro de todo lo que era la corte, estaba cumpliendo dieciséis años pero no se sentía del todo feliz por ello.

--No pensé que lo vería aquí.

Al escuchar esa voz el de ojos celestes dio vuelta y se encontró con un rostro conocido.

--Death Mask.

--¿Acaso no le agrada la fiesta Afrodita?

--Está bien, sólo necesitaba un poco de aire.

--Me alegra verlo, estoy de paso solamente y así fue más sencillo poder felicitarlo.

--Gracias, es sólo que me da gusto cumplir dieciséis años, en verdad, pero esta fiesta, no sé...

--Es demasiado para usted.

El de Piscis no supo que decirle a eso pero parecía lo más cercano a lo que sentía, como si fuera muy pesado estar en ese momento en ese sitio, estaba más tranquilo afuera, en el frío aire de la noche al lado de ese uniformado hombre.

--Lo superara-dijo Death Mask-Verá que lo logrará.

--Gracias por sus palabras.

--Permítame decirle también que está hermoso esta noche Afrodita.

--Es muy amable.

Al decir eso el de cabellos celestes sonrió y vio que el de ojos azules delante de él también sonreía. En eso lo vio acercarse a uno de los rosales y arrancar una de las rosas, sin más el de Cáncer se acercó a él y la colocó en su cabello para hablarle mirándolo directamente a los ojos.

--Feliz cumpleaños Afrodita.

El otro no pudo ni responder, Death Mask lo besó por un instante en los labios con suavidad para después apartarse y marcharse sin decirle ni una palabra más; el de Piscis se quedó parado exactamente donde estaba, no sabía que hacer, nunca lo habían besado y no había pensado jamás que su primer beso sería dado por un hombre...y que le había gustado que lo hiciera. Entre el frío y la noche se quedó sonriendo un poco más, le gustaba la idea de que volvieran a verse.

En los días siguientes a la fiesta la idea de verse de nuevo con Death Mask ocupaba bastante de los pensamientos de Afrodita, hasta ese momento no se había dado la posibilidad pero esta se presentó. Como el de ojos celestes seguía con su idea de ir a la universidad se estaba alistando para entrar a la Universidad de San Petersburgo, le parecía que era la mejor opción y estaba entusiasmado con hacerlo, su familia no mucho pero a ellos prefirió no hacerles caso. Aún así no pudo evitar que colocaran a alguien a su lado como una especie de guardia personal para que lo acompañara y al de cabellos celestes no le quedó más remedio que acceder ya que era una orden directa de su tío el zar.

Por eso la mañana en la que debía partir estaba ya listo con un carruaje esperándolo, deseaba irse pero faltaba la persona que debía acompañarlo y cuando llegó no lo creía del todo.

--Death Mask-dijo sorprendido.

Pero el de cabellos azules simplemente le dio la señal al cochero para que se pusiera en marcha y los primeros momentos no se dijeron nada.

--¿Qué pasa?-preguntaba el de Piscis.

--No esperaba que me enviaran a esta comisión-respondió el de cáncer.

--He pensado en ti desde la fiesta.

--Afrodita, debo cuidarte, no sé si sea adecuado tratarnos de otra manera.

--¿Quién te pidió que lo hicieras?

--Nadie.

Por unos instantes no dijeron nada, simplemente se observaron como si trataran de saber que estaba pensando el otro.

--Nadie me lo pidió Afrodita, yo me ofrecí a hacerlo.

--¿Por qué Death Mask?

--Porque no sabes lo que verás realmente, nunca has estado en una situación así, me preocupaba lo que podría pasarte, por eso me ofrecí a hacerlo.

--Entonces te interesa lo que me suceda.

--Si.

El de Piscis sonrió, era todo lo que necesitaba escuchar pero el de ojos azules sabía que no había sido del todo sincero, si bien era verdad que se había ofrecido a velar por el bienestar del de cabellos celestes necesitaba hacer algo más en esa estadía en la capital pero eso no podía decírselo a ese joven con el que viajaba, le gustaba demasiado para arriesgarse a perderlo por una confesión sobre la naturaleza de su trabajo aunque fuera para el zar.

La llegada a San Petersburgo fue un momento casi conmovedor para Afrodita, veía todo un nuevo mundo delante de él o al menos eso le parecía, la multitud pasaba y hablaba y veía esa marea de gente y el movimiento, nunca había creído que fuera de esa manera, la gente le parecía muy diferente en esos momentos. Debía alistar todo lo relacionado con la universidad pero antes de eso su compañero de cabello azul le dijo algo.

--Será mejor que no digas nada de tus orígenes Afrodita.

--¿Por qué?

--Porque la gente no siempre acepta bien a los que vienen de la corte.

El de los ojos celestes parpadeó un par de veces pero se decidió a hacer lo que le sugerían. Fue de esa forma, aparentemente sin conflictos y en poco tiempo, que Afrodita de Piscis entró en contacto con un nuevo mundo que no esperaba encontrar en su propia tierra.

 

 

Desde el primer contacto con la universidad a Afrodita le pareció que había algo en el ambiente, como si fuera muy agitado y complejo, veía esa nueva ideología que llenaba el ambiente y siguiendo el consejo del de Cáncer se guardaba muy bien de decir nada sobre su cercanía a la corte y no tardó en darse cuenta que era una buena sugerencia. En medio de ese nuevo ambiente no tardó en ser puesto al tanto de las nuevas ideas que corrían entre los estudiantes además de sus teorías sobre lo que vivían.

Afrodita se había dado cuenta en ese tiempo que la europeización de Rusia comenzó muy tarde. La esclavitud, introducida a la vez que la autocracia bizantina, no desapareció hasta mil ochocientos sesenta y uno, época en que se sustituyó al trabajador en el campo, al trabajador servil, por el asalariado. Los campesinos, libres, abandonaban en campo atraídos por los mejores salarios de las fábricas instaladas en las ciudades, dando nacimiento a las masas proletarias. La exportación de trigo ponía entonces a Rusia en contacto con otras naciones. Ya no se conformaban con ser un pueblo eminentemente agrícola y pretendían desarrollar su industria y su comercio de productos manufacturados, renunciando a la forma primitiva y tradicional de su economía.

Rusia, como todos los países que se retrasan en su contacto con la civilización, asimiló esta con rapidez e intensidad. Las ciudades crecieron en número de importancia, la industria incrementó su producción, los mercados interiores y exteriores adquirieron nuevo auge y el desarrollo intelectual se extendió y profundizó, pero el régimen político y social continuó siendo el mismo, lo que abrió un abismo entre el gobierno y la conciencia de la clase cultivada. Sabía que su tío Aleksander III defendía el absolutismo bizantino con la misma energía y convicción que sus antepasados, enfrentándose no sólo con las aspiraciones de la sociedad liberal, sino también con los progresos provocados por su gobierno y que exigían una nueva política

Las opiniones socialistas fueron totalmente prohibidas, tanto en la forma revolucionaria como en la utópica o reformista. Pero cuanto más encarnizada era la represión mayor era el heroísmo de los otros que se veían como las víctimas. En esos días leyó a varios autores y descubría esa semilla sembrada por Pushkin, Lermentov, Dostoievski, Tolstoi, Turguenev y Gorki que crecía y fructificaba, creando al socialista, a quien el gobierno reaccionario alejaba de la realidad, obligándole a crearse un mundo propio, con sus costumbres y leyes especiales, que ignoraba voluntariamente las reglas e instituciones creadas por quienes no pertenecen a él.

Sabía bien el de ojos celestes que la juventud abandonaba a sus familias, renunciaba a títulos y  bienes, cambiaba su nombre y su aspecto con un ardiente deseo de romper totalmente con el pasado y dar su vida por la causa común. La lucha contra el zarismo llegó a ser, entre los rusos cultos, un deber de conciencia y de honor, una misión conferida a los soldados de la libertad y bienestar universales, enemigos del oscurantismo y de la tiranía. Aunque separados de la iglesia, predicaban con su vida el precepto evangélico de perder el cuerpo para salvar el alma. Si bien esta mentalidad no se daba más que en un grupo de personas cultivadas, fue lo suficientemente numeroso para que en Rusia se diera una especie de orden de monjes laicos, hombres de acción y ascetas desinteresados, que anhelaban libertad rusa y se extendían por todas partes.

Fue también en esos días de la universidad que Afrodita entró en contacto con un compañero de su misma clase, estudiaba derecho, le parecía que era muy decidido y firme para todo, además de un gran lector y que en poco tiempo se había hecho de una reputación en la escuela.

--Hola Vlodova (8).

--Hola Afrodita.

Estaba sentado en las escaleras leyendo pero eso era habitual en él.

--¿Qué lees?-preguntó Afrodita.

En respuesta el otro le mostró el libro, no tardó en reconocerlo.

--Creo que te he visto leer ese libro como diez veces Vlodova.

--Me interesa Afrodita, deseo aprender todo lo que pueda.

--Eres un buen estudiante, supongo que puedes aprender de lo que desees.

--Debo prepararme, necesito dar unas pláticas en una fábrica.

--¿Sigues con eso?

El de ojos celestes sabía que su compañero era muy dado a ir a dar conferencias y charlas en escuelas, fábricas, periódicos y oficinas sobre sus ideas, sobre todo le apasionaban las de Kart Marx en su trabajo Der Kapital (9), casi siempre que tenía tiempo libre su compañero lo leía y estudiaba.

--Algún día veremos una nueva Rusia Afrodita ¿Puedes soñar con eso?

--Lo hago con frecuencia Vlodova.

--Debemos trabajar para lograrlo, este carcomido edificio del zarismo caerá y tendremos que estar listos para levantarnos de nuevo.

--Entonces estaremos listos.

Había algo en ese compañero suyo que le agradaba mucho a Afrodita, tal vez era esa fuerza que ponía en todo lo que hacía. Un poco después se despidieron y cada uno se retiró para hacer sus actividades comunes, para Afrodita eso fue encontrarse con que Death Mask lo esperaba para hablar con él.

--Hola Death.

--Hola Afrodita ¿un día ocupado?

--Algo así ¿tenías mucho esperando?

--No mucho, dime ¿Qué tanto conoces a ese muchacho con el que hablabas?

--¿A Vlodova? Es un gran compañero, lo conocí el primer día aquí, me agrada charlar con él.

El de ojos azules hizo un gesto extraño a esas palabras y su compañero lo interpretó a su manera.

--¿Acaso te dan celos Death?

--No, pero tal vez no sea tan buena idea que estés cerca de él.

Ciertamente no eran los celos los que motivaban a Death Mask a hablar así, era algo diferente.

En ese tiempo en la capital los dos habían seguido viéndose y tratándose pero claro, a espaldas de los demás, al de ojos celestes no le gustaba la idea que la familia lo supiera pues no creía que fueran a ser muy abiertos a sus elecciones y prefería por el momento estar en paz con ellos. Además al de Cáncer no parecía molestarle eso, él mismo era muy misterioso para todo y en ese tiempo que había estado al lado del de ojos celestes se había mantenido en contacto con otras personas y muy atento a todo lo que veía que sucedía en la universidad y su entorno.

 

 

Ese día en especial fueron a comer algo a un sitio abierto, a Afrodita le gustaba porque decía que así admiraba el paisaje, le gustaba su país pero no dejaba de notar lo diferente que era su sociedad a la de todos los otros países que había visitado. En ese instante permanecía en silencio hasta que el de cabellos azules supo que necesitaba hablarle si quería saber qué pensaba.

--¿Sucede algo Afrodita?

--No, sólo recordaba Death.

--¿Qué?

--Mientras estuve en el extranjero trataba de recordar una imagen de Rusia pero no podía, por más que lo intentara no podía recordar nada grato de esta tierra, mis únicas imágenes de este sitio eran tristes y no me gustaba pensar en ello.

--Hablas como si las tragedias estuvieran ligadas a tu vida.

Al decir eso se dio cuenta que el de cabellos celestes se puso triste.

--Afrodita...

--Lo único que recordaba era ese día con mi padre-dijo el de ojos celestes con melancolía-Ambos en el trineo, yo intentaba ver alrededor y después ese hombre con un abrigo negro...entonces mi padre bajaba del trineo...y ese otro hombre...

Y no pudo decir nada más, una lágrima se deslizó por su rostro.

--Me enviaron lejos después Death, anduve errante por el mundo tratando de recordar mi tierra y lo único que recordaba de ella era a mi padre en el suelo...nunca entendí porque lo hizo Death ¿Por qué me dejó en el trineo para ir con el zar? Si no me hubiera dejado yo nunca me hubiera ido y no hubiera tenido que intentar recordar a Rusia desde tan lejos.

--No deberías llorar por esto Afrodita.

--Entonces, si no lloró por mi padre y por no recordar mi tierra ¿Por qué vale la pena llorar?

El de cabellos azules sabía que estaban en un punto de la conversación que no valdría seguir, además no tenía idea de cómo manejar la tristeza del otro joven, nunca la había visto, era mejor que terminaran con esa plática.

--Te llevaré a casa Afrodita.

Lo tomó del brazo con gentileza procurando ir aprisa para no permitirle que se desmoronara en público, nadie tenía que mirarlo para preguntarse y hablar de sus conjeturas sobre lo que pasaba. El de Piscis estaba instalado en una bonita casa en la capital, Death Mask hizo que la alcanzaran en tiempo record y llevó al de cabellos celestes al interior, no había nadie pues Afrodita no quería que nadie estuviera en su espacio, los trabajos más indispensables se hacían cuando él no estaba solamente.

--Será mejor que descanses Afrodita.

--¿Te molesta que te hablara de mi padre Death?

--No.

--Nunca hablé con nadie de ese día, los demás parecían incómodos y no preguntaban, cuando me enviaron lejos no era algo que pudiera decirle a los demás.

--¿Quieres que hablemos de ello?

Una simple mirada al de ojos celestes bastaba para saber que necesitaba hablar con alguien de lo sucedido. Y lo hizo. El de Cáncer escuchó al joven a su lado mientras mostraba cuan solo se había sentido desde ese día, que nunca lo había olvidado y que llegó a despertar por las noches recordando como el zar pedía ayuda y pensaba en su padre, en su abrigo sobre la nieve. Al de ojos azules le quedó simplemente observar a Afrodita con su angustia, sin ese cerco alrededor de las modales de la corte y todo aquello que le habían impuesto desde niño, la verdad era que el de Piscis era alguien muy solitario y parecía que en ese momento lo era aún más.

Al final fue todo silencio, el de ojos celestes lloró en silencio dejando que las lágrimas corrieran por su rostro pero sin hacer un solo sonido, entonces miró directamente a Death Mask, fue una mirada que lo interrogaba sobre lo que haría después de ese momento. El de Cáncer supo la respuesta sin necesidad de pensarlo mucho. Para él ese joven era muy lindo, una belleza, aparte de eso era inteligente, conocía parte del mundo, era un romántico de cierta manera, odiaba la vulgaridad y podía ser verdaderamente apasionado con lo que le importaba. No podía engañarse en algo más y eso era que lo deseaba, lo había querido para él desde esa primera vez que hablaron y ahora podía tenerlo pero tal vez era sólo un momento de vulnerabilidad de Afrodita y él no quería aprovecharse.

--Será mejor que descanses Afrodita.

Pero el de ojos celestes no pensaba en descansar, se acercó a Death Mask y lo besó en los labios con pasión, no sabía si era una buena idea pero si sabía que era lo que quería hacer y sobre todo estaba convencido que necesitaba a ese hombre en su vida. Honestamente en un primer momento el de cabellos azules pensaba en detener lo que pasaba pero algo entre su mente y su cuerpo no se conectó ya que al levantar sus brazos para separar al de ojos celestes de su lado lo que hizo fue atraerlo con fuerza contra él para seguir besándolo con mayor profundidad.

Si a Afrodita le hubieran preguntado con el tiempo que recordaba de esa primera vez con Death Mask no hubiera podido decir mucho, se puso en manos por completo del de ojos azules y le permitió que se hiciera cargo; fue el de ojos azules quien lo llevó a una recámara y se deshizo de la ropa, también fue quien lo acarició y despertó su cuerpo a la pasión con sus besos y caricias, fue él quien entró en su cuerpo haciéndolo estremecer para después quedarse como soñando sobre la cama sin darse cuenta de mucho, no hasta que el de ojos azules jadeaba suavemente a su lado. Y se sentía bien por ello.

El tiempo que aún permanecieron en silencio fue el mismo que usaron para pensar porque ambos estaban seguros que debían pensar en lo sucedido. Para Afrodita fue concluir que ese hombre a su lado era gentil, una gentileza extraña era la que habitaba en él pues era a veces incontenible, como si reclamara y el de ojos celestes no podía creer que fuera de esa manera con nadie más, era como si hubiera descubierto algo que nadie sabía ni había atestiguado, algo que desde ese momento sería suyo solamente. En cuanto a Death Mask sabía que ese joven en sus brazos era más dulce de lo que él mismo se daba cuenta, esa naturaleza lo hacía vulnerable a ese triste mundo que les tocaba ver y vivir, incluso esa ingenuidad de pensar que podía hacerse un mundo diferente sólo trabajando para tenerlo, no había descubierto aún que el amor y el sexo no eran lo mismo pero él estaría ahí para cuidarlo mientras lo necesitara.

--Afrodita.

--¿Qué pasa?

Había tanto que deseaba decirle en ese momento pero se decidió por otro camino.

--Sólo me gusta que estés conmigo.

--A mi también me gusta estar contigo Death.

Desde ese momento los dos sabían que las cosas eran diferentes, pero no lucharían contra ellas, no había necesidad de eso. Fueron amantes desde ese momento y no dejarían de serlo en los tiempos que vinieron, momentos que conmocionarían a todos.

 

 

Estaban en el año de mil ochocientos ochenta y siete, parecía que sería igual al año anterior pero a Afrodita lo esperaba algo especial.

--Es importante que leas esto Afrodita-dijo Death Mask.

Le extendió una carta que por sus señas sin duda era importante; en ese tiempo en la universidad los dos se veían con mucha frecuencia, hablaban y comentaban de todo lo que podían comentarse aunque al de ojos celestes muchas veces le diera la idea de que ese hombre de cabellos azules no estaba ahí solamente por él, sino por algo más, pero hasta el momento no habían hablado de ello.

--¿Malas noticias Afrodita?

--No Death, es sólo que debo ir con la familia.

Por la expresión del de ojos celestes sin duda no le gustaba la idea siquiera de tener que marcharse pero también sabía que no tenía muchas opciones, así que ambos se alistaron aprisa para no tener que perder el tiempo y sobre todo para poder volver cuanto antes.

--¿No te agrada volver a ver a tu familia Afrodita?

--Me gusta, de verdad, pero me gusta más la universidad, todos ahí hablan con tanta libertad que...

--Si, el problema es que hablan con demasiada libertad.

--¿Qué dices?

--Que a veces esos jóvenes suponen que pueden hablar y hablar sin enfrentar consecuencias.

El de cabellos celestes prefirió ya no decir nada, hubo algo que sintió que debía preguntar pero no tenía idea de que era pero lo descubriría a su tiempo.

Lo más importante cuando volvió a ver a su familia para Afrodita fueron dos noticias: la primera que debía alistarse para su cumpleaños y la segunda que se estaban preparando para que fuera a Inglaterra como parte de la representación rusa para estar en el jubileo de oro de la reina Victoria. Ni siquiera tenía diecisiete años y ya estaban arreglándole una vida que no creía querer tener pero aún no sabía como hacérselos entender a los demás. Por el momento era mejor guardar silencio.

Pero mientras él guardaba silencio Death Mask tenía mucho que comunicar, seguía siendo de los mejores en informar al zar lo que necesitaba saber sobre lo que le indicara que averiguara y como tenía su abierta aprobación no le costaba mucho al de ojos azules gozar de la confianza de su monarca, aunque claro, estaba conciente que no podía dar la menor señal siquiera de lo que tenía con Afrodita, eso no hubiera sido disculpado por el soberano de Rusia.

--¿Cómo marcha todo?-preguntaba Aleksander III.

--Los informes son concluyentes: habrá un atentado-dijo Death Mask.

--¿De quien se trata?

--Es de nuevo la Naródnaya Volia.

Sabía bien que el zar detestaba a esos disidentes y tenía todas las razones para hacerlo.

--Creí que ya no quedaban-dijo el zar.

--Cuando uno de ellos es detenido siempre llega otro a tomar su lugar-dijo el de cabellos azules.

--Debes saber que tienen completa libertad de acción y que pueden usar los métodos que necesiten para detenerlos.

--Así se hará.

Sin otra palabra el de Cáncer salió, ya tenía lo que necesitaba que era la autorización del soberano para proceder. Lo que hacía Death Mask para el zar era una labor de primer orden, era miembro de la Ojrana, de esa policía secreta con amplios poderes y cuyo deber era acabar con los revolucionarios. En ese momento sabía que se estaba planeando un nuevo ataque contra el zar pero en esta ocasión él estaba para impedirlo.

--¿Es necesario que te vayas Death?

--Es algo que necesito hacer Afrodita, recuerda que sirvo al zar.

--Está bien pero ¿estarás aquí para mi cumpleaños?

--Te lo aseguro, estaré aquí, dicen que será una fiesta magnifica.

--Mi tío se prepara para eso, quiere que la familia esté aquí.

--No te preocupes Afrodita, estaré a tu lado para tu cumpleaños.

--Gracias.

Se dieron un suave beso en los labios y el de cabellos azules se fue, dejando a su compañero suspirando sin saber lo que pasaría.

No era un secreto que con la llegada de Aleksander III se agravaron las causas del descontento en la gente. Aumentó la oposición política y el movimiento revolucionario con velocidad. A seis años de la muerte del anterior zar, precisamente el uno de marzo de mil ochocientos ochenta y siete, un grupo de jóvenes intento repetir la hazaña de sus predecesores, el atentado contra el zar por una nueva generación de revolucionarios fue sabido prontamente por todos pero en esa ocasión los resultados habían sido muy diferentes.

El complot fracasó y los organizadores fueron condenados a muerte.

Afrodita supo desde el interior del Palacio de Invierno todo lo sucedido, sintió como un estremecimiento al escuchar lo ocurrido pero procuró no demostrarlo, aguardaba por Death Mask que no aparecía y no lo hizo siquiera el día de su cumpleaños a pesar de haberle prometido que estaría ahí.  Esa noche el de cabellos celestes se veía nervioso, al grado que discretamente le llamaron la atención para que estuviera más atento a la fiesta pero al de Piscis no le importaba eso, tan sólo esperaba porque Death Mask apareciera.

--¿Acaso no disfrutas la fiesta?

--Death Mask.

Había llegado y era lo que importaba para el de ojos celestes, de inmediato se pusieron de acuerdo y en medio de la gente se escaparon del salón para llegar a los jardines.

--Volviste Death.

--Te dije que lo haría Afrodita, ahora dime ¿quieres seguir en la fiesta?

--No.

--Lo esperaba.

Sin decirle más lo tomó de la mano y lo llevó a un carruaje que con total discreción abandonó el palacio.

--¿Adonde vamos?-preguntaba el de ojos celestes.

--Aguarda y lo veras-respondió el de cabellos azules.

El destino elegido no fue otro que la misma capital pero a uno de los puntos con mayor movimiento pues había varios sitios para ver y divertirse. Death Mask tomó a Afrodita de la mano y lo llevó prácticamente de recorrido por la capital para que conociera esos sitios que nunca antes había visto, las plazas en la noche, los espectáculos callejeros de los barrios obreros, los pequeños cafés donde se leían entusiastas obras, así sucesivamente hasta que el de Piscis sintió que nunca había conocido realmente a su tierra.

--Todo esto es tan diferente Death.

--Lo es Afrodita, esta es sólo una parte de lo que ha cambiado y seguirá cambiando, esto no puede detenerse.

--Lo dices como si alguien quisiera hacerlo.

--No importa, no por ahora.

Cuando ya estaba entrada la noche ambos fueron a su casa de la capital pues necesitaban descansar un poco o algo parecido, después se preocuparían por una explicación por haber abandonado la fiesta, en ese momento sólo ellos dos importaban.

 

 

A Afrodita y Death Mask les daba la impresión que no podían pasar más tiempo separados, se extrañaban con anhelo y ahora que estaban en la misma habitación pues no veían el porque aguardar. El de ojos celestes parecía esperar mientras que el de cabello azul no tardó en estrecharlo en sus brazos para después besarlo, al principio fue un beso suave y superficial para convertirse en profundo y casi al separarse el de ojos azules mordió ligeramente su labio inferior.

--Estás más hermoso que nunca Afrodita.

Para el de cabellos celestes fueron las palabras que necesitaba escuchar, pasó sus manos por el cuello de su compañero para atraerlo, no negaban su atracción mutua y en esos instantes se sentían agradecidos de sentirse estrechamente. Las caricias se hacían más encendidas a pesar del ropaje y los dos estaban de acuerdo en que la ropa no debía estar entre ambos; Afrodita se tomaba su tiempo pero Death Mask no quería esperar, fue por eso que el de ojos celestes estaba sólo en ropa interior y el de cabellos azules tan sólo tenía el torso desnudo.

--Quiero sentirte Afrodita, quiero estar contigo de nuevo.

El de Piscis no tuvo una respuesta a eso, simplemente sonrió, le agradaba estar con un hombre apuesto que con su simple mirada le indicaba lo mucho que ansiaba estar con él, sentirlo, acariciarlo, hacerlo estremecer, sin duda era una de las cosas que más había atraído al de ojos celestes al lado del de cabello azul, saber que era un hombre que lo quería por completo y para si mismo, sobre todo que no dudaba en demostrárselo pues le gustaba hacerlo.

Se estaban besando de nuevo sobre la cama, estrechándose, una de las manos de Afrodita encontró que a través de la tela el miembro del de ojos azules estaba bastante erguido pero sin duda también incómodo por el encierro así que apartó la ropa y lo sintió con su mano abierta, acariciándolo ligeramente hasta llegar a la base y estrecharlo con cierta fuerza que hizo gemir al de Cáncer. Fue por eso probablemente que el de ojos azules besó con más fuerza a su compañero y empezó a frotarse contra sus muslos hasta que el de cabellos celestes los separó y los enredó alrededor de su cintura.

--Me encanta cuando actúas así Afrodita.

--A mí me gustaría más que hicieras otra cosa.

Esa sonrisa y esa mirada bastaron para que el de ojos azules supiera lo que su pareja deseaba que hiciera, no hubo juegos previos ni más caricias, fue directamente al sitio que el otro quería y para eso necesitaba primero apartar la ropa que le quedaba, la hizo a un lado sacándola por sus piernas, besó sus muslos y un segundo después besaba también su sexo que empezó a levantarse, entonces lo acarició con la punta de su pulgar por la cabeza para después usar toda su mano frotándolo por lo largo hasta la base, escuchó a su pareja gemir y lo vio arquearse, ambos necesitaban más.

Afrodita atestiguó como Death Mask lo tomaba suavemente por la punta de su sexo con los labios, sentía como su lengua jugueteaba haciendo círculos sobre su miembro para después tomar más en su interior y poco a poco empezar a tener un ritmo adecuado a lo que ambos querían; el de ojos celestes separaba más sus piernas pero llegado un momento lo que hizo fue pasar la izquierda por encima del hombro de su compañero, como si lo aprisionara para que no pudiera dejar de hacer lo que hacía y sin duda el otro no pensaba detenerse, le gustaba mucho complacer a su compañero pues sabía bien que era sólo una antesala a lo que podían compartir.

Si por Afrodita hubiera sido hubiese terminado en esa complaciente boca que lo hacía excitarse pero Death Mask tenía otros planes, quería más y un encuentro por mucho más intenso. Fue por eso que se separó de su pareja para buscar su rostro de nuevo y sin perder tiempo lo besó con fuerza en los labios, necesitaba tenerlo de nuevo y no quería esperar, estaba más que listo y necesitaba que el de ojos celestes lo estuviera también. Ante la mirada del de Piscis lubricó con su saliva lo mejor que pudo sus dedos y los llevó a su entrada, primero la acarició pero no resistió mucho para presionar y traspasarla buscando de inmediato la próstata de su compañero y hacerle más placentera la invasión de su intimidad.

Para Afrodita sentir de nuevo esas caricias era magnifico, se recostó arqueando su espalda y moviéndose de manera insinuante al mismo tiempo que gemía como pidiendo que no se detuviera, que siguiera y siguiera en lo que hacía, unos momentos más bastaron al de ojos azules que ya no resistía seguir sin sentir el cuerpo de su compañero; se separó suavemente para quedar a un lado y quitarse la ropa que aún le quedaba y después recostarse en la cama al lado de su pareja que de inmediato lo besó y se aferró a su cuerpo con necesidad.

Aún estuvieron sobre la cama besándose y acariciándose pero no terminaban de decidir de qué forma sería el encuentro, afortunadamente se decidieron por una posición que no era frecuente que practicaran pero les agradaba bastante por la vista que les permitía tener de su pareja. Afrodita quedó casi sentado sobre Death Mask mientras ambos se apoyaban en sus brazos, el de ojos celestes pasó sus piernas por las caderas de su compañero y se impulsaba hacia delante para permitir que el de ojos azules entrara en él, lentamente lograron acoplarse y se dieron sólo unos segundos para que estuvieran cómodos y entonces empezaron a mover su pelvis como si hicieran círculos pero cada uno en sentido contrario que el otro.

Era agradable, era placentero, no era únicamente la forma en que hacían el amor, era también el poder mirarse, ver lo que provocaban en su compañero y eso era excitante también, como gemían, la forma en que sonreían o se mordían los labios, incluso esas veces que parecían reír, recordaban porqué les gustaba esa posición. Entre los movimientos el de cabellos azules había encontrado el sitio exacto que más complacía a su compañero, lo supo por la manera en que Afrodita se arqueaba y parecía querer que siguiera tocándolo, no vaciló en eso, tampoco en quedarse apoyado en un brazo únicamente para poder tomar la erección de su compañero y estimularlo de forma experta para que su culminación fuera completa.

Afrodita sentía que su cuerpo se llenaba de sensaciones maravillosas, como una calidez que lo recorría y a cada movimiento de su compañero era más intenso, esa mano en su sexo lo hacía todo más intenso y le hacía imposible controlarse, no se daba cuenta de mucho, ni siquiera de los suaves gemidos que daba y la manera en que decía el nombre de su pareja de forma ahogada, su clímax llegó con fuerza pero él no pudo decir ni una palabra cuando sucedió, se quedó muy quieto y cayó sobre la cama respirando aprisa. Apenas si sintió que Death Mask seguía en su interior y tuvo que mover unos momentos más sus caderas contra él para lograr su propio éxtasis y después se separaba y se recostaba a su lado mientras lo besaba.

--Nunca tendré a nadie como a ti Afrodita.

--Ni yo Death.

Unos instantes más y se quedaron dormidos, estaban un poco cansados por todo lo sucedido y realmente necesitaban de unos momentos de reposo para enfrentar lo que venía en sus vidas.

 

 

Si bien Afrodita sufrió una reprimenda por haber abandonado su fiesta de cumpleaños no le importó, la aguantó en silencio pensando en el de cabellos azules diciéndole que no tendría a nadie como él, después de eso se dio prisa por volver a la universidad, necesitaba hacerlo, además lo de Inglaterra se canceló pues irían sus primos Nikolay y Jorge, era mejor de esa manera definitivamente. Así pues no quedaba nada pendiente y él podría seguir con la vida a la que a cada instante se inclinaba más. Pero el regreso a la universidad no fue del todo lo que esperaba.

Muchos de los estudiantes tenían ideas encontradas con lo ocurrido, además existían rumores de que se involucraba a estudiantes pero no se podía asegurar nada, lo que si sabía era que se estaba persiguiendo a los involucrados o sospechosos de estar involucrados, sin duda el zar no permitiría desobediencia y daría un buen escarmiento para quien pensara en tratar de atacar al monarca de nuevo. Con el paso de las semanas todo concluyó en que los responsables del atentado y otros involucrados fueron arrestados para ser juzgados.

La mañana del cinco de mayo del mismo año, Afrodita estaba en compañía de uno de sus compañeros tratando de charlar de algo pero no fue posible, el otro parecía muy ocupado enviando unas cartas.

--¿Todo está bien Vlodova?

--Es que necesito noticias de casa Afrodita, hay cosas por resolver.

--Sea lo que sea espero que se solucione.

--Yo también.

Habían permanecido un rato más charlando pero el de ojos celestes vio que su compañero leía un diario, de pronto su reacción fue sombría para después estrujar el periódico en su mano y arrojarlo a un lado.

--¿Qué pasa Vlodova?

Pero no obtuvo una respuesta en ese momento, aunque si hubo una respuesta pero no fue para el de Piscis.

--Esto me lo pagaran ¡Lo juro!*

Vio a su compañero alejarse y él recogió el diario, la noticia que había leído era que los conspiradores habían sido atrapados, arbitrariamente juzgados y fusilados, también incluía una lista de nombres y su mirada cayó en uno en particular, entonces comprendió el porqué había actuado así.

--¿Qué pasa Afrodita?-le preguntaba Death Mask cuando se vieron por la tarde.

El de cabellos celestes había estado muy silencioso y eso había inquietado un poco a su compañero.

--Es que algo pasó Death.

--¿Qué?

--¿Recuerdas a mi compañero Vlodova?

--Si, recuerdo a ese joven.

--Su hermano murió.

A pesar de las palabras fue como si el de ojos azules escuchara algo que ya sabía y de hecho si lo sabía desde antes.

--Su hermano estaba entre los de la Naródnaya Volia, lo fusilaron con los demás Death, creo que a él le afectó mucho.

--¿Por qué lo crees?

--Se veía alterado cuando leyó la noticia, además siempre he sabido cuan devoto era él a su hermano.

--Todos los de esa familia, los Ulyánov, siempre han estado metidos en cosas que no les corresponden.

--¿Cómo puedes decir eso Death? Te hablo del sufrimiento de un amigo y hablas como un autócrata.

El de Cáncer observó a su joven compañero, sin duda todo eso de la universidad estaba pasando factura, hablaba como uno de esos liberales que no sabían lo que querían y tampoco sabían como conseguirlo. Pero prefería que no discutieran, él mismo sabía lo que era tener diecisiete y soñar con libertades e igualdad pero esos románticos sueños pasan y la realidad golpea, cuando eso sucede valía más decidirse por un futuro tangible que por sueños.

--Lamento lo de tu compañero, supongo que la muerte de su hermano Aleksander fue algo muy duro para él Afrodita.

--¿Cómo sabes que el hermano de Vlodova se llamaba así?

--Salió en los diarios-contestó aprisa el de ojos azules.

Parecía una respuesta convincente, Aleksander Ulyánov sin duda era el hermano mayor de su compañero, de Vladimir Ilich Ulyánov (10), aunque con los años tendría un nombre muy diferente.

--Espero que se recupere-dijo el de ojos celestes-Es muy decidido para todo y creo que puede ser uno de los mejores si sigue estudiando derecho.

--Supongo que el tiempo dirá lo que pasará Afrodita.

Se tomaron de la mano entrelazando sus dedos pero el tiempo traería muchas cosas y la gente seguiría cambiando.

En los años que vinieron el zar continuó con una tendencia de restricciones a grupos opositores además de a minorías étnicas y religiosas, basándose en los principios de la Ortodoxia, la Autocracia y la Nacionalidad y se puso a la Iglesia Ortodoxa como la religión oficial, descartando y haciendo ilegales otras creencias; el idioma ruso se convirtió en el único idioma oficial, excluyendo incluso al polaco que era hablado ampliamente. El poder absoluto del zar se sentía en todas las áreas.

La comunidad judía fue la más golpeada por estas políticas y creó condiciones para que sufrieran ataques violentos conocidos, los pogromos, las autoridades no tomaron la iniciativa en detener ésta ola de crímenes antisemitas. También se implementaron leyes en las cuales los judíos no podían comprar tierras ni vivir con los otros rusos, además de reducir los cupos universitarios para ellos. Por el otro lado, hubo límites ya que se hicieron concesiones a la comunidad musulmana del Imperio.

Sin embargo fue también en esos años que Rusia gozó de paz relativa, una educación accesible y a muy bajo costo, gran progreso material e industrial y se construyó el ferrocarril Transiberiano en las dos terceras partes (11) y se formó la alianza franco-rusa, una alianza muy ventajosa, tras un periodo de tensión entre Inglaterra y Rusia en el cual casi llegó a declararse guerra entre ellos en Afganistán. Inglaterra y Alemania cedieron la tensión restableciéndose una paz relativa.

El gobierno de Aleksander III podría haberse resumido en esos días como una mezcla de excelente diplomacia, un carácter enérgico y autoritario, una policía brutal, represiva y eficiente en contra de los revolucionarios y la suerte, todos fueron factores para el éxito de ese gobierno. Pero los años no pasaron en vano, tenían nuevas pruebas para quienes vivían en Rusia aunque aparentemente nada sucedería y todo estaba igual pero de alguna manera en la corte se negaban a verlo pero si se estaba fuera de ella era más sencillo darse cuenta de ello.

 

 

Corría el año de mil ochocientos noventa y cuatro para que todo cambiara de nuevo pero no se daban cuenta de ello las personas, simplemente seguían con sus planes. Justamente quienes tenían planes eran dos compañeros de escuela que charlaban en las afueras de la universidad.

--Esto puede traerte problemas Vlodova-decía Afrodita.

--Si pienso solamente en evitar los problemas nunca terminarán Afrodita, hay que hacer las cosas.

--Comprendo eso pero tú le hablas a las personas de una manera que parece incitarlas a la desobediencia.

--Les digo que deben ser dueños de lo que trabajan, eso es lo justo.

Al de ojos celestes le dieron ganas de suspirar, entre ellos dos esas conversaciones ya tenían tiempo, Afrodita pensaba en los cambios de forma legal y su compañero en una manera más radical, de hecho se había convertido en alguien intransigente con respecto a sus ideales y sus ideas sobre el capitalismo.

--Tengo que irme si quiero llegar a tiempo Afrodita.

--De acuerdo, espero que no armes algo que no puedas manejar Vlodova.

--Sé cuidarme.

Lo vio alejarse, su carrera de derecho estaba casi concluida, no había mucho que decir sobre ello pero al de ojos celestes no terminaba de convencerlo ¿Qué haría después? En un primer momento había creído que en cuanto terminara su carrera sabría exactamente que hacer: trabajar a favor de la gente. Pero conforme se acercaba ese momento no sabía como hacerlo. Admiraba eso en Vlodova, él sabía exactamente lo que quería y trabajaba para conseguirlo, aunque no creía que su propaganda revolucionaria pasara inadvertida ni mucho menos que le fuera a ser permitida. Rogaba porque estuviera bien.

Pero no pudo concentrarse mucho en su amigo pues tenía otras cosas en mente, debía verse con su familia, no le gustaba la idea pero tenía que hacerlo, conforme había pasado el tiempo él se había vuelto más distante y cada vez que hablaba con su tío terminaban más molestos, él simplemente ya no podía echar marcha atrás en lo que sabía y veía y sentía vivamente que la corte estaba ciega y pensaba que con cerrar los ojos nada pasaba; su tío por su parte suponía que no eran sino tonterías todo eso de una nueva Rusia, ellos eran quienes eran y eso no iba a cambiar, se encargaría de ello.

--¿Hablaras con el zar Afrodita?

--Tengo que hacerlo Death, aunque no quiera, viene nuestro cumpleaños y me escribió ordenándome que me presentara, dice que además tiene una comisión importante para mí.

--¿Una comisión?

--Eso decía su carta, no me imagino que quiere de mí.

--¿Qué quieres tú de él?

--Que me deje en paz.

Al de ojos azules no le costaba trabajo darse cuenta que un rompimiento sería inevitable entre tío y sobrino pero lo que no sabía era quien daría el paso definitivo. De todas maneras no había nada que él pudiera hacer, ya se había arriesgado bastante ocultándole al zar muchas cosas sobre su pareja que no creía conveniente que supiera pues lo hubieran retirado de ahí de inmediato, como esa amistad con el joven Ulyánov, se estaba haciendo de una fama similar o incluso superior de la de sus hermanos.

El día del reencuentro fue designado como el nueve de marzo, un día antes de su cumpleaños, estaban ambos solos en un salón del Palacio de Invierno ¿Cuántas veces sus vidas se habían tocado en ese lugar? Tal vez no era momento para pensar en ello.

--Estarás presente mañana Afrodita-decía el zar-Es momento que te involucres más con la corte.

--No puedo hacerlo tío, tengo compromisos que atender fuera de la corte.

--Sean cuales sean esos compromisos tendrás que aplazarlos, tienes que empezar a actuar como uno de nosotros.

--No quiero hacer tal cosa.

--Esto no es una petición Afrodita, sólo algo que debes saber.

Antes de que pudiera responderle el zar le indicó que ya había dicho todo lo que necesitaba decirle y que debía irse, el de ojos celestes salió del lugar de muy mal humor pero en el camino para marcharse se encontró con su primo.

--Afrodita.

--Nicky.

Hacía mucho que no se veían y era la primera vez en meses que podían cruzar unas palabras directamente.

--Creo que hace un año que no te veo Afrodita.

--Tienes razón, desde mi cumpleaños no nos hemos visto.

--Quisiera saber si vendrás a Coburgo.

--En realidad yo...

--Te lo pido por favor, es importante para mí ir con alguien de la familia con quien pueda charlar.

--Estaré listo Nicky.

--Creo que a los demás de la familia les dará gusto verte.

Tuvieron que despedirse pero Afrodita ya había tomado algunas decisiones en ese momento y tan sólo las haría saber a su debido tiempo.

 

 

La primera de esas decisiones fue que no se presentó en palacio el día de su cumpleaños, prefirió pasarlo con Death Mask quien no le dijo nada sobre su proceder pues el de ojos celestes ya no era ese muchachito tímido que él había conocido, era un joven hombre con opiniones propias y que pelearía de ser necesario para mantenerlas ante quien fuera.

En ese tiempo Afrodita se había convertido en un activo miembro de esa nueva sociedad de jóvenes que veía los cambios como una aventura compartida, la búsqueda de un nuevo mundo, un mundo que harían diferente. Donó varías de sus casas para formar colonias infantiles, se hizo participante activo en las alianzas de jóvenes, siempre había leído mucho pero lo que vino fue verdaderamente devorar toda la literatura de filósofos y reformadores que caía en sus manos, siempre era entusiasta y activo.

--Creo que he encontrado mi camino Death-le decía a su compañero con una sonrisa.

Pero antes de que eso fuera definitivo quedaba algo por hacer.

Afrodita fiel a su palabra acompañó a su primo Nikolay a Coburgo, algo estaba ya distante entre ambos pero aún no se notaba, no lo hablaban siquiera pero eso al de ojos celestes no le pareció difícil de comprender, su primo seguía teniendo ese carácter entre tímido y silencioso, prefería no enfrentar lo que no sabía como manejar y quizás era mejor así. Su llegada al ducado de Sajonia-Coburgo-Gotha fue un evento protocolario y perfectamente organizado en el que varios familiares del de ojos celestes estuvieron presentes pues el de Piscis estaba emparentado con las mejores casas de Europa por parte de sus padres y demás antepasados.

Por eso no fue extraño ver a varios de los mismos parientes que no había visto en años pero con los que convivió desde que fuera enviado fuera de Rusia en un vano intento porque olvidara lo sucedido...algo que nunca podría olvidar. Estaban presentes sus primos, los herederos al trono de Rumania, algunos otros primos y  tíos de la misma casa de Coburgo, unos más de Meiningen y Battenberg; aparte veía a su tía abuela y a su tío, la emperatriz Federica y el káiser Guillermo II; su también tío el príncipe de Gales, Eduardo; su prima Alix, princesa de Hessen muy atenta a su primo Nikolay (12), estaban ya comprometidos y él tan sólo se preguntaba que tanto se podía esperar de un compromiso como ese para Rusia, siendo ambos tímidos y reservados.

Por encima de todas esas figuras reconocía a su tía y madrina, la reina Victoria de Inglaterra, era verdad que estaban emparentados por los lazos de su padre con el ya fallecido Príncipe Consorte Alberto pero años atrás él había logrado hacer sonreír a la anciana dama cantándole una canción sin sentido, era más de lo que sus propios hijos y nietos habían logrado. Sin duda la reina también lo recordaba pues le acarició el cabello como si fuera un niño pequeño para después estar en la ceremonia en silencio. Pero  mientras eso sucedía, mientras el de ojos celestes veía los rostros y escuchaba las palabras se daba cuenta y se convencía más que no tenía que ver con ellos, no tenía relación con ese poder autoritario que no admitía cambios y que obligaba a la gente a vivir de una manera que no era la única.

Cuando la ceremonia terminó Afrodita sintió como si una representación hubiera terminado, observaba a la familia reunida, y lo supo: él ya no tenía nada que ver con ellos. Que se aferraran a la tradición si lo deseaban pero él ya no lo haría, fue el servir al zar y seguir la tradición y el honor lo que se había llevado a su padre una vez, no les permitiría quedarse con su propia vida también. El regreso a Rusia fue veloz, como si temiera no poder volver, necesitaba de ese aire y esa tierra, era su hogar y no dejaría de servirlo desde ese momento con todo su corazón.

Death Mask lo esperaba pero en cuanto lo vio le dio la impresión que había cambiado, era como otro hombre al estar de nuevo en Rusia y si antes de irse había estado comprometido con su causa lo estuvo mucho más al volver. Sin embargo las cosas no podían continuar de esa manera, no cuando algo más sucedería que terminaría por completo con una etapa de sus vidas de manera bastante inesperada.

 

 

Afrodita no había visto a su tío el zar en meses y no tenía la menor intención de hacerlo, prefería seguir con su trabajo tratando de organizar los sindicatos obreros y escuelas que escuchar porqué era un desobediente, su tío lo trataba como un niño y él ya no lo era. Pero todo cambió en los últimos días de octubre.

--Afrodita.

--¿Qué sucede Death?

--Debes ir al Palacio de Invierno.

--No tengo porque hacer eso.

--Afrodita...

--Necesito terminar de leer esto Death, es mucho más urgente que una nueva reprimenda de mi tío que por cierto no voy a escuchar.

En ese momento el de cabellos azules lo tomó de la mano e hizo que bajara los documentos que estaba leyendo para que lo mirara de frente.

--Death...

--El zar está muriendo Afrodita, quiere verte.

El de ojos celestes se quedó sin moverse por unos momentos pero después de unos instantes reaccionó, dejó los documentos en los que trabajaba y de inmediato fue al Palacio donde no tardaron en recibirlo casi como si lo esperaran, fue llevado velozmente al lado del enfermo que sin duda estaría grave pero seguía siendo un gobernante absoluto.

--Afrodita.

--Tío Aleksander.

El caballero estaba recostado pues su condición ya no le permitía estar en pie, pero no por eso dejaba de dar órdenes y de velar porque el poder tal y como lo había conocido quedara intacto.

--Me han dado informes de tus actividades Afrodita.

--No hago nada malo, lo que hago es ayudar a que haya algo más de igualdad y justicia en este reino.

--Imperio-lo corrigió su tío-Este es un imperio y seguirá en pie te guste o no.

--¿Por qué me has llamado?

--Porque necesitaba saber que estás bien, eres de mi familia, quiero que la familia esté unida.

--Ya no soy como el resto de la familia tío, no puedo seguir con los demás, mi vida es muy diferente ahora.

--Siempre serás de los nuestros, sin importar lo que hagas o lo que digas.

--Seré diferente porque pienso diferente de ustedes, porque mis ideas son distintas.

--Eso pasará, pero los Románov seguiremos aquí, terminarás como el príncipe Kropotkin (13) si sigues ese camino.

El de ojos celestes sintió súbitamente piedad por su tío, se negaba a comprender que a pesar de su fuerza y el temor la gente no viviría por siempre así, que las cosas cambiarían así pasara mucho tiempo pero cambiarían. A pesar de todo no tuvo corazón para decírselo.

--¿Hay algo que pueda hacer por ti tío?

--Apoya a Nikolay, él no está listo, esperaba tener unos años más para que lo comprendiera todo pero no sé si podrá con lo que es Rusia, debe contar con ayuda de su familia.

--Haré lo que pueda tío.

Era todo cuanto se le ocurría que podría decir en ese momento. Estuvo un poco más al lado del enfermo pero como este se empeñaba en atender sus asuntos personales no tuvo más remedio que retirarse pero se quedo esa noche al lado de su primo Nikolay, sin duda necesitaría apoyo para lo que vendría. Al día siguiente, un uno de noviembre de mil ochocientos noventa y cuatro, con cuarenta y nueve años de edad, fallecía Aleksander III zar de Rusia a causa de una nefritis. A su lado estaban sus familiares y de inmediato el imperio fue puesto de luto, con su muerte Nikolay Románov se convertía en Nikolay II, zar de Rusia.

--¿Cómo te sientes Afrodita?

--Estoy bien Death.

El de ojos celestes había dado sus últimos respetos a su tío en su funeral pero desde que regresara no le había dicho nada al de cabello azul, este lo había observado largo rato pero estaba nervioso y necesitaba escuchar que todo estaba bien.

--Tal vez quieras descansar un poco-sugirió el de cabello azul.

--No puedo descansar, es el momento de más trabajo Death, es ahora cuando más debemos trabajar por esta tierra.

--A veces cuando te escucho creo que no te conozco.

--No temas a quien soy ahora Death, por favor, necesito trabajar para que las cosas funcionen, lamento tener que reconocerlo pero no puedo evitar preguntarme que tanto se puede confiar en Nicky para gobernar, Rusia es una herencia enorme y él...bueno él...su carácter no es de ayuda, no es como mi tío, no tiene esa fortaleza y esa seguridad para todo, creo que no tuvo tiempo de aprender.

--Eres como tu tío, el fallecido zar, decidido, firme, dispuesto a pagar el precio de sus decisiones, sin duda eran familiares.

--¿Vas a quedarte conmigo Death?

--¿Cómo podría no hacerlo?

Lo cierto era que el de ojos azules hacía tiempo que había renunciado a la Ojrana para dedicarse por completo al de ojos celestes y prefería no hablarle de esa parte de su vida, encontraba mejor que fuera de esa manera.

--El mundo será diferente Death, lo sé, no tengo idea de cuanto tardará pero será diferente.

--Me quedaré a tu lado para verlo cuando sea distinto Afrodita.

El de ojos celestes sonrió, unos momentos después se estaban besando, ninguno de los dos servía más al zar, eran solamente rusos y vivirían como tales para estar al servicio exclusivamente de su tierra, no sabían si era buena o mala pero era su nueva ideología.

 

 

FIN

 

 

 

Notas finales:

Pues como ya he dicho es simplemente una trama que me gustó hacer, no es mi interés ni intención dar clases de historia, simplemente me permito utilizar hechos verídicos y personajes reales para armar una sencilla trama, que espero que les gustara o al menos los entretuviera, la historia de Rusia me gusta y me pareció un buen tema para esta trama. Debo decir que de las fechas indicadas están basadas en el calendario juliano que se usó en Rusia hasta 1918, el gregoriano fue adoptado hasta después. Espero que no haya problemas con eso.

Ahora sólo unas notas:

Pues respeté los nombres de los personajes de Saint Seiya porque mis conocimientos de ruso son limitados y me temo que no supe cuales eran las versiones rusas de Piscis y Cáncer, espero que no importe demasiado.

*Lo que está marcado con asterisco son frases que realmente dijeron los personajes que dije.

(1) Se sabe que Nicolás II era llamado Nicky por sus más cercanos, como su esposa.

(2) El zarevich era el título que se daba al príncipe heredero del imperio en Rusia.

(3) Es importante porque esto sucedió un año antes de que Lincoln aboliera la esclavitud en los EU, pues eso fue hasta el 22 de septiembre de 1862, casi no se reconoce que el primer emancipador fue Alejandro II.

(4) La Naródnaya Volia era algo así como La voluntad del pueblo, así se llamaban ellos mismos.

(5) La duma es cualquiera de las diferentes asambleas representativas de Rusia en su  historia.

(6) Un pogromo es una palabra rusa que significa devastación y consiste en el linchamiento multitudinario, espontáneo o premeditado, de un grupo particular, étnico, religioso u otro, acompañado de la destrucción o el saqueo de sus bienes. El término ha sido usado históricamente para denotar actos de violencia indiscriminada, sean espontáneos o premeditados, contra los judíos.

(7) Ojrana fue el cuerpo de policía secreta del régimen zarista en Rusia desde finales del siglo XIX.

(8) Vlodova es como un diminutivo o un nombre de afecto de Vladimir.

(9) Der Kapital como podrán suponer es la obra El Capital de Carlos Marx.

(10) Vladimir Ilich Ulyánov era el verdadero nombre de Lenin.

(11) Le faltaba conectar Port Arthur y Vladivostok pero eso fue hasta que estuvo Nicolás II en el poder.

(12) Durante la Primera Guerra Mundial casi todas las familias reales de los países involucrados estaban emparentadas.

(13) El príncipe Piotr Alexeivich Kropotkin fue una importante figura del anarquismo en Rusia, renunció a su puesto en la aristocracia para luchar a favor de la justicia social, fue encerrado en la cárcel por años y se exilió en Inglaterra hasta el triunfo de la revolución soviética.

Sólo me queda esperar que les gustara esta trama.

Si nada sucede seguiré con unas sugerencias que me hicieron, aún no decido si subir una de Kanon o la de Aioria pero ya lo decidiré, espero que les gustaran estas tramas.

Atte. Zion no Bara

 

 


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