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Treinta kilómetros hasta Camp Adelaide, las dos motos zumbando a velocidad media, los dos sin casco y la sonrisa -¿Cómo podía sonreír Ishida de esa forma? ¿No se suponía que estaba destrozado?- del quincy impresionaron a Renji más de lo que hubiera podido permitirse. Dos vueltas más a un risco y el letrero de madera les advirtió que habían llegado a la playa. Estacionaron las motocicletas e Ishida desató las dos tablas, una pequeña y corta y la de dos metros, profesional. Ambas estaban adornadas profusamente con motivos y cruces quincy.
Uryuu sacó su mochila del maletero y, ante la aterrada mirada de Renji, comenzó a desvestirse, hasta quedar como Dios lo había traído al mundo, atándose el cabello en una coleta, después. Miró a Renji –éste, pálido al principio, de todos los colores después-, elevando una ceja
-Mejor que no te asombres. Adelaide es una playa nudista… veré que te dejen pasar vestido, después de todo, es tu primera vez
-..Pero
Ishida hizo ojos de espiral
-Renji, no me salgas con pudores intrascendentes, quieres? Te he visto bañarte con tu capitán y con todo tu escuadrón…
-¡Jamás me dijiste que vendríamos a una playa nudista!
-Estamos en Australia… aquí la ropa no suele ser tan importante. Venga, te acostumbrarás rápido. No es muy diferente a las demás playas.
Lo que siguió fue surreal. Ishida abrió el parasol cuadrado, clavó las dos tablas en el piso, formando una tumbona con la más pequeña, puso una larga toalla contra la arena y se tiró en ésta… sacando su bolsa de tejido, con agujas e hilaza y se puso a tejer, tan tranquilo. Era todo un espectáculo, el mar al fondo rugiendo, el quincy desnudo, el tejido cubriéndole apenas las costillas, el quincy, desnudo…
Renji se quedó con la boca abierta hasta que Uryuu le hizo señas de que la cerrara. Como fuera, el pelirrojo se había quedado con el pareo puesto, claro que sin nada más debajo “sólo en lo que se acostumbra”, le había prometido Uryuu a Chuckie, el salvavidas a cargo.
Pese a los lentes oscuros, Uryuu sabía que el shinigami no le quitaba la vista de encima, pero ¿De qué serviría hacérselo notar? Renji sólo se sentiría peor. Tenía que tomar las cosas con naturalidad. El shinigami no sabía en cambio, a dónde huír.
El cuerpo de Uryuu era poco menos que perfecto; delgado, bien moldeado por la natación, ligeramente bronceado, el tatuaje marrajo corriendo por el costado izquierdo de su cuerpo, el sexo entre las piernas perfectamente calmo, y su piel entera, pidiendo a gritos ser marcada a besos y mordi… un momento. EL NO ESTABA PENSANDO EN ESO. Suspiró profundamente, dirigiendo su mirada al mar, mientras Uryuu soltaba una risita. Antes de que ninguno de los dos dijera nada, una pareja se acercó a ellos.
Con sólo mirarlos, Renji se dio cuenta de la edad sumada de ambos humanos sería de más de cien años
-Bodhi! ¿Cómo estás?
-Emerald! Jorge!- Uryuu saltó a saludarlos, dándole a Renji una espléndida vista de su perfecto trasero. El shinigami tragó en seco- Hace tiempo que no los veía!
-Oh, Ditta no te lo dijo? Nuestro nieto nos invitó a América y…
En algún momento de la plática, Renji se dio cuenta de que las tres personas frente a él no tenían nada que los cubriese… bueno, Emerald traía un sombrero de paja, pero nada más. Y fue cuando se fijó en el resto de las personas que estaban en la playa; una pareja con dos pequeños, ella, evidentemente embarazada. Un grupo de jóvenes, jugando voleibol. Varias familias y otros ancianos, como Emerald y Jorge. A nadie parecía importarle el hecho de no estar cubierto. Renji se recargó en el piso, en sus codos, doblando las rodillas, el pareo abriéndose por un costado. Emerald intervino
-¿Quién es este chico tan guapo, Bodhi?
Uryuu mostró la mejor de sus sonrisas e hizo seña a Renji de que se pusiera en pié. Éste se enredó en el pareo, lo pisó y para cuando logró pararse, el trozo de tela estaba enredado en uno de sus tobillos y él estaba tan desnudo como el resto. Nadie hizo caso…sólo Uryuu, que le guiñó un ojo, gesto que pasó desapercibido para la anciana pareja. Renji se enfureció… pero se obligó a sonreír
-Un viejo compañero de escuela, Emerald…Abarai Renji… éllos son Emerald y Jorge. Ella es pintora y Jorge es musicólogo…
En los siguientes minutos, Renji se enteró de más cosas de lo que habría querido saber sobre música y arte aborigen; de pronto, advirtió la mirada de Emerald sobre sus tatuajes
-No logro entenderlos…no es tiwi ni otro dialecto, verdad?- se dirigió al pelirrojo
-No, señora
-Parecen maoríes… me permites? –y acto seguido, deslizó uno de sus dedos, primero por la ceja de Renji y luego, por su cuello y uno de sus hombros, como si estuviera examinando una pieza de arte y no un cuerpo humano. Renji enrojeció ante el contacto y Jorge se dio cuenta
-¡Por Dios, mujer! ¡Deja de acosar al pobre muchacho!
-Oh, no empieces con tus ideas; claro que no lo estoy acosando, verdad Renji? Mira esto; son interesantes. Pareces un Tiki de las islas. Un maorí, un hakah
Uryuu le hizo una seña a Renji “córtala ya mismo”
-No sé su procedencia, señora… se usaban en mi familia y… mi padre me los heredó
-Uhmm… y tienes los cabellos rojos. Como los guerreros del Lago…
Jorge interrumpió
-Si empiezas con tus leyendas, no terminaremos nunca, mujer
Como si ellos no existieran, la pareja se fue discutiendo y cuando ya estaban a más de veinte metros, Emerald se despidió de ellos con la mano. Uryuu sonrió, mirándolos alejarse
-Siempre son iguales… vaya, venciste la pena, repentinamente?
Sólo entonces Renji se dio cuenta de que estaba desnudo. Y petrificado, de paso. Uryuu regresó a su puesto, en la tumbona
-No exageres tanto, Renji, sólo estamos nostros dos. Espera a que lleguen las chicas; entonces sí que tendrás razones para temer… o los chicos. Si tenemos suerte, estaremos en las olas antes que ellos
El grupo que jugaba voleibol se acercó a ellos. Al parecer, Ishida los conocía a todos
-¡Bodhi!
-¡Eh, Bodhi!
Tres de ellos traían tablas. Ishida le dio un codazo a Renji
-Por eso te conviene surfear, fíjate
Uryuu se volvió hacia su mochila y sacó el short de neopreno negro, que le cubría hasta las pantorrilas
-¿Vas a ponerte eso?
-No esperarás que me meta a las olas desnudo, verdad? El golpe aquí –señaló su entrepierna- es espantoso…
Y sin esperar más, se acercó al grupo y en menos de unos minutos, estaban trepando a las olas. Renji suspiró, molesto. Bueno, al menos nadie lo estaba mirando ahora. Y tampoco era tan incómodo eso de estar sin ropa. Lo había sido mientras estaba cerca del quincy; Uryuu era irremediablemente bello, carajo.
De inmediato pensó en Ichigo; pedazo de idiota ¿Cómo había rechazado a alguien tan inteligente, tan dulce, tan…
-¿Eres amigo de Bodhi?
Renji reconoció el reiatsu al instante; un aura oscura pese al cabello rubio y los ojos de un azul perfecto. Se puso en pié, demostrando de inmediato ser más alto. La risa en los ojos del rubio fue divertida
-Vaya vaya… mira lo que trajo la marea –el rubio estiró la mano, amistosamente- Vania Shklovsky, señor shinigami…
Renji elevó una de sus tatuadas cejas
-Grantz
-Renji
-¿Por qué no te quedaste con tu nombre original?
El rubio se encogió de hombros
-Es difícil de pronunciar. Y renací en otro lado, bajo forma humana. Digamos que… estoy dejando mi pasado atrás ¿Qué carajo estás haciendo aquí?
-Lo mismo digo
Vania miró al quincy deslizarse sobre las olas
-Bodhi no necesita niñeras, Abarai Renji. Y menos niñeras con falda de shinigami… que yo sepa, el último de ustedes que estuvo aquí, lo lastimó seriamente. Nada que él no pudiera afrontar, claro
Renji se volvió amenazador hacia el rubio, las manos en la cintura
-Escúchame Grantz…
Repentinamente, el rubio estuvo a dos centímetros de su nariz, uno de sus dedos apoyado firmemente contra el tatuado pecho de Renji
-No, shinigami. Escúchame tú a mí. Ustedes me destruyeron de la misma forma que a los antepasados de Bodhi. El enemigo de mi enemigo es mi amigo, comprendes? Y ahora soy humano, no tengo liberación ni hollow… ni necesidad de un gigai ridículo. Pero sigo siendo fuerte. MUY fuerte
Renji soltó la carcajada
-Es el clásico discurso de “si le haces daño a mi amigo te partiré el alma”?
Vania asintió
-Puedes estar seguro de ello. En todo caso, pregúntale a Kurosaki quién le rompió la boca el último día que estuvo aquí, antes de irse –una risita por parte del ruso- y ¿Sabes qué fue lo más divertido? ¡Que no podía atacar a un humano! Jajajaja… ahí lo tenías, el shinigami más poderoso de todo el Seireitei, tirado en el piso, escupiendo babas y sangre, sin sospechar que el menor de todos los hollows lo había tundido…
Renji hizo coro a sus risas. No pudo evitarlo; al menos alguien le había dado a Ichigo parte de lo que se merecía. Puso una mano en el hombro del rubio
-Puedes estar seguro de que estoy de acuerdo contigo. Y no vine a hacer de niñera, estoy de vacaciones y Uryuu… Bodhi también es mi amigo. Quise visitarlo
-Seeeee, cómo no…
Los dos se sentaron bajo el parasol; Vania le guiñó un ojo
-Hagamos un trato, shinigami. Yo te enseño a surfear en serio y tú te encargas de joder al anaranjado cuando vuelvas a verlo, te parece?
-¿De qué me va a servir aprender a surfear?
La risa malintencionada del reencarnado hollow
-Tsk… para conquistar a Bodhi más fácilmente?
Renji miró al mar
-No soy su tipo
-Uhuhuhuhuuuu…. qué fácil te das por vencido ¿Te gusta o no?
Renji se limitó a mirar al rubio a los ojos “Cierra la boca”
-No seas idiota, shinigami. Cualquiera puede darse cuenta… e Ichigo ya no está en el paisaje…
-Lo que quiere decir
-Que aproveches ahora que Ishida Uryuu está vivo. Es mortal, no como tú, sabes? Si muere, no tendrás oportunidad de encontrarlo en tu… mundo. Y es un quincy; se disolverá en partículas espirituales
-¿Quién dijo que vá a morir?
Vania negó con la cabeza
-Mira esas olas. Míralas muuuuy bien. Son paredes sólidas de diez a veinte toneladas de peso… conoces a algún surfista mayor de cuarenta años? Los que no terminan con el cuello quebrado, terminan en su silla de ruedas, mirando al mar. A menos que se retiren antes –el rubio miró a la arena- Bodhi… ha pasado por cosas… bastante injustas. Es una gran persona
El teniente sintió más simpatía hacia el exhollow de la que le habría agradado. Sí, Uryuu se merecía más, mucho más… otro pinchazo de celos y una sospecha de fondo. Renji se acercó a Vania, señalándolo con el dedo
-Si es tan genial ¿Por qué no te quedaste TU con él?
El ex-hollow no vaciló al contestar
-Por dos cosas; los hombres no son lo mío y, fundamentalmente, porque salvó la vida de mi esposa…
La silla de ruedas deportiva se detuvo junto a ellos, ultraligera, ruedas gruesas, manijas acolchadas. Renji reconoció a la joven de inmediato; una de las fracciones de Tía Halibel, Sun Sun. Ella sonrió, cubierta sólo por los lentes oscuros y los largos cabellos
-Hola, bebé… estamos con un shinigami?
La joven estiró la mano hacia todos lados, hasta dar con Renji. Este comprendió al instante; estaba ciega. Vania tomó sus dedos y los besó
-El teniente Abarai Renji, amor. Es amigo de Bodhi
Ella rió, divertida
-Pues si es como su otro “amigo” me asombra que no le hayas dado su sopa aún…
Yillford acarició sus cabellos, sonriendo. Renji se dio cuenta, en la ternura del gesto, cuánto valoraban ambos exhollows su cercanía. y si Sun Sun le debía la vida a Bodhi, era obvio porqué los dos matarían por su amigo quincy
-Abarai Renji no necesita ninguna “sopa”, Sun-chan. Al contrario; él nos ayudará a cocinar la “sopa” precisa para el naranjo
Ella se quitó los anteojos y Renji contempló sus enormes ojos verdes, sin vida. Sonrió
-En ese caso…- se inclinó hacia el teniente y le cruzó la cara con la palma de la mano, con todas sus fuerzas- esto es por haber matado a Yillford, Renji kun- y después, le dió un incongruente beso en la mejilla, todavía enrojecida por el golpe- y esto, por haberme dado a Vania… sácame de esta silla, quieres, bebé?
Renji se quedó viendo estrellas ¿Qué diablos había sido eso? Vania soltó la carcajada y sin más, tomó a Sun Sun en brazos y la recargó en la improvisada tumbona que Ishida había hecho. Acto seguido, le arrojó a Renji otro neopreno
-Pónte eso… vamos a entrenar
En lo que Renji luchaba por meterse en los ajustados pantalones –peor que meterse en el gigai-Vania fue por dos tablas de surfear y las recostó en la arena. Primer paso, acostarse encima de ellas, sobre el estómago y bracear y patalear como una rana. Segundo paso, sentarse en la tabla, con las piernas “colgando”. Tercer paso, saltar sobre la tabla, una rodilla sobre ella y el otro pié, apoyado firmemente; o cambiarlo por la versión en cuclillas, como un gato agazapado, piés y manos sobre la tabla. Último paso, enderezarse, manteniendo las rodillas flexionadas.
Después de repetir la coreografía completa unas diez veces, Vania corrió sin pausa alguna hacia el mar y Renji no tuvo más remedio que seguirlo, esta vez, la tabla asegurada al tobillo
-Si te caes, nada… lo más rápido que puedas. Si la ola te atrapa… echarás el gigai a perder
-O sea?
-Que le romperás todos los huesos. Y será molesto sacarte, fingiendo que estás muerto…aunque claro, ya estás muerto…