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¿Con quén me casé? por Simca-otaku

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Notas del capitulo:


La historia de amor del actual emperador y su amante sale a la luz para ser escuchada por su reciente mujer, o más bien esposo. Pero todo sea por dejar clara su relación y poder seguir adelante.

 

P.S. Lamento tardar en actualizar, estoy editando y releyendo todos los capitulos que llevo escritos, espero no tardar en subir nuevo material.

 

CAPÍTULO 11.


EL PRÍNCIPE REBELDE


 


Hiei comenzó a relatar su historia con Karasu, la cual Kurama estaba ansioso de conocer, pero a la vez temía por lo que pudiera saber de esa turbulenta relación de su esposo. Hiei se remontó hacia 8 años atrás antes de ser coronado emperador tras el fallecimiento de su padre, su madre había muerto cuando él era joven y su hermana apenas tenía apenas tres años.


Como hijo mayor que era, su padre siempre estuvo sobre él en todo momento, dándole más responsabilidades y obligaciones que a cualquier otra persona; debía aprender a manejar, sin embargo, la carga era demasiada para un espíritu como el suyo, quien en muchas ocasiones dejo en claro que nunca se convertiría en Emperador y en varias ocasiones se había dado a la fuga; salía del palacio y se iba a caballo hasta más no poder, su padre lo dejaba ser, pues tarde o temprano regresaba.


A Hiei le gustaba irse, olvidarse de todo, ir a lugares donde no lo reconocieran y tener la oportunidad de dejar su mundo atrás; claro está nunca llevaba sus ropas ostentosas y trataba de no llamar la atención. Siempre que se escapaba le gustaba ir a los bares, donde al menos se perdía entre la multitud. Y fue en una de esas excursiones donde conocío, un joven alto, de cabello tan negro como la noche y unos ojos tan profundos que te atravesaban al cruzarte con ellos; siempre lo veía en el rincón más apartado, con una expresión corporal que daba a entender que si te acercabas lo suficiente te arrepentirías de haberlo hecho.


Nunca había sido consciente de que todas las veces que iba, aquel extraño siempre lo observaba sin ningún disimulo, y cuando por fin se dio cuenta de ello, el desconocido se le acercó con una sonrisa triunfante en el rostro. Hiei no pudo negar su atractivo, y su corazón se aceleraba mientras él se acercaba con paso decidido, eso sin duda lo desconcertó, nunca se había sentido así con nadie, ni con las chicas que constantemente le eran presentadas como posibles futuras esposas.


—Vaya ¿pero que tenemos aquí?, carne fresca, nunca te había visto por aquí.


—Este… yo nunca había venido por aquí, o al menos no suelo hacerlo muy a menudo.


—¿Tengo algo en la cara? — el extraño acercó su rostro al de Hiei.


—¡No! Lo siento — Hiei bajó la mirada avergonzado de haberlo contemplado sin disimulo — lo siento no pretendía ofenderte.


—¿Ofenderme? — pregunto Karasu divertido por su reacción — No para nada, pero yo que tú tendría cuidado de ver fijamente alguna persona, podrían creer que pretendes algo.


—Lo siento, en verdad no era mi intención, es sólo que… — Hiei no sabía que decirle, sin quedar en evidencia, no entendía que era lo que sentía o si solo eran imaginaciones a causa del licor ingerido.


—¿Sólo que qué?… por cierto ¿quién eres? Intento recordar tu cara, pero no me eres familiar.


—Bueno, yo suelo frecuentar diversos lugares. Así que debe ser por eso que no nos habíamos conocido — Hiei seguía avergonzado y le costaba verlo a la cara.


—Ya veo y a todo esto ¿cómo te llamas?


—Yo, pues, Hi-Hiroki — una de sus reglas, era no revelar su identidad, y por poco lo olvidó.


—Un placer me llamo Karasu.


—El placer es mío, ¿puedo saber qué haces charlando con un don nadie como yo? Debes tener asuntos más importantes que atender.


—De hecho, no además como todos los presentes sólo estoy aquí para beber – levantó la mano para que lo viera un camarero, quien inmediatamente lo reconoció, pues era cliente frecuente, llevándole inmediatamente su licor preferido.


—P-pero ¿qué haces?


—Beber, ¿qué no es obvio?


—Eso se nota, pero ¿por qué en mi mesa?


—¿Esperas a alguien?


—A decir verdad, no.


—Entonces me quedo — la seguridad con la que hablaba Karasu sin duda era irritante, no podía creer que hiciera ese tipo de cosas sin pensar en lo que él quisiera, aunque no le incomodaba del todo.


—¿Siempre haces eso con todos los que conoces? – Preguntó Hiei llevándose su vaso a los labios.


—No, sólo con los chicos apuestos.


Ese comentario hizo que Hiei se atragantará, dejó caer su vaso con estrepito en la mesa, y le lanzó una mirada molesta y enfadada. Pero a Karasu no le importó en lo absoluto, mantenía en su rostro una sonrisa pícara y determinada.


—Disculpa, pero ¿eso fue una broma?, no es nada graciosa, así que exijo que te largues ahora.


—¡Oh vaya! Quieres que me largue de aquí, además me lo exiges ¿y con qué autoridad?, si se puede saber.


Hiei había metido la pata, pero antes de seguir exponiéndose, se levantó mirando a Karasu con despreció ante aquellas retadoras palabras, dio media vuelta y manteniendo su orgullo en alto se largó de aquel lugar. Eso sin duda hizo que Karasu se sintiera intrigado por él, es verdad que varios de sus comentarios eran todo un juego, pero la verdad era que Hiei lo había cautivado desde el momento en que sus miradas se cruzaron, siempre había disfrutado llevarse hombres a la cama, pero él parecía significar algo más que una simple conquista.


—¡Oye Hiroki, no tienes por qué irte!, ¡Oye espera!


—¡Deja de seguirme, maldito pervertido!


—¿Qué soy un pervertido? — Dijo Karasu algo irritado, cogiendo del brazo a Hiei, acercándose lo más que pudo y susurrándole al oído — ¿He hecho algo que te haga creer eso?


—¡Apártate! — Hiei intentó safar su brazo, pero fue en vano, y gracias a que estaba un poco ebrio, perdió el equilibrio y resbaló, para su suerte Karasu lo sostuvo por la cintura evitando que cayese.


—Pero sí que eres torpe, anda necesitas descansar, ¿acaso no estás acostumbrado a beber? — Karasu no pudo evitar reír con aquel comentario, pues no podía creer que un chico como él no tuviera experiencia bebiendo.


—¡Claro que se beber!, eso no es asunto tuyo, déjame tranquilo.


—No quiero — simplemente Karasu ya no podía seguir aguantando las ganas de estar con él, ese chico lo atraía de formas que ni él conocía.


—P-pero sí que eres una persona desagradable, ¿cómo puedes decir que no quieres?, no estoy pidiendo tu permiso, así que…


La idea de Hiei fue interrumpida porque Karasu, ante el impulso que el alcohol y sus deseos, provocaron que callara sus palabras con un beso, con el cual Hiei quedó atónito y su cuerpo paralizado por la impresión, no supo que hacer. Karasu, al ver que el confundido sujeto al cual acababa de conocer no oponía resistencia, continuó su labor, profundizando más aquel beso y la pasión con el cual lo llevaba a cabo.


— “Pero ¿qué es esto?, como se atreve a hacer algo así y con un hombre…aun así, no se siente tan mal, parece tener mucha experiencia” – Los pensamientos de Hiei lo traicionaron, su cuerpo se relajaba y el éxtasis que aquello le provocaba hicieron que sus pensamientos entre lo correcto y lo erróneo se disolvieran; poco a poco fue respondiendo ante el impulso de aquel beso pasional con ese desconocido, ese era su primer beso y para complicarlo con un hombre.


—No creí que cedieras tan fácil — Karasu estaba orgulloso de haber logrado que Hiei mostrara deseos tan fácilmente y sin importar que los dos fueran hombres. Ese comentario hizo que Hiei se pusiera rojo de indignación.


—¡Eres un idiota! Ya déjame ir.


—Vamos no es para tanto, la verdad es que cuando te vi, me sentí atraído por ti y no puedo evitarlo más — Karasu estaba lo bastante cerca de Hiei y susurrándole al oído y con voz picara añadió lo siguiente — me excitas Hiroki, ¿quieres venir a mi casa?


—¿Cómo se te ocurre pensar que quiero ir a algún lado contigo?


—Yo creo que si quieres — Karasu paso su mano por el pecho de Hiei, lentamente y dejándola posada en algunas zonas estratégicas, esto hizo estremecer a Hiei, y Karasu lo disfrutaba, era obvio que sus caricias le daban placer, su hábil mano bajo aún más hasta su entrepierna y allí masajeo el miembro de Hiei – vaya sí que se está poniendo duro aquí abajo.


—O-oye ¿dónde crees que estás tocando? — Hiei se ruborizó, pero era obvio que el sentir el tacto de Karasu sobre su miembro, lo excitaba – Oye déjame en paz y como te atreves a hacer eso en público.


—Calmate, nadie nos está viendo, ¿olvidaste la hora y que este barrio no es frecuentado por personas que tengan una buena reputación?, vamos Hiroki, sé que también te intereso, además no estarías así de no ser verdad.


Era verdad la calle estaba desierta, pues aquel lugar estaba lleno de burdeles y de algunos bares frecuentados por gente que tenía algo que esconder o situaciones que requerían discreción, en ese lugar pareciera que nadie se conocía y si era lo contrario fingían no haber visto nada, era un lugar de mala muerte sin duda.


Karasu no apartó sus manos del cuerpo de Hiei, y poco a poco lo fue arrinconando entre dos de los edificios que tenían cerca, Hiei apenado intentaba resistirse, pero bajo los efectos del alcohol y el éxtasis que experimentaba aquellos momentos, sus reacciones eran lentas y eso le era divertido a Karasu quien disfrutaba aquel juego.


—Vamos Hiroki, juguemos un poco más y con más intimidad en mi casa, no me hagas rogar, eso no va conmigo, pero si no me dejas otra opción.


—Jamás, no haré nada de eso, además somos hombres y…


—¿Y qué?, no niegues que estas sintiéndote bien, porque tu cuerpo no miente, odio tener que suplicarlo, soy de los que toma lo que quiere sin preguntar, pero hay algo distinto en ti, aunque si no me dejas otra alternativa…


—¿Serías capaz de aprovecharte de mí? – Hiei estaba completamente asustado, pero a la vez la curiosidad de saber porque ese hombre lo alteraba y confundía tanto, hacían que una parte de él quisiera que la situación llegara más lejos, pero su orgullo no le permitía aceptar eso en voz alta.


—Pues si tú lo pides… - Karasu golpeó certeramente la nuca de Hiei, haciendo que este se desmayara y perdiera la conciencia para así llevarlo sin resistencias, pero en vez de llevarlo a su casa, lo llevo a un hotel conocido por ser visitado por aquellos hombres que, sin importar su estatus social, sus familias y preferencias; realizaban todas sus fantasias con los del mismo sexo. Era un lugar conocido no sólo en aquella zona sino en todo el reino, incluso en el palacio se sabía de su existencia, pero nadie hablabla de aquel sitio, hasta corrían rumores de que era visitado por altos mandos y funcionarios al servicio del Emperador y que eso ayudaba a mantenerlo como zona neutral e invisible a los ojos de los demás.


Al despertar Hiei se encontraba maniatado a la cabecera de la cama, sólo con las prendas íntimas, recordaba haber sido golpeado y era más obvio pues su cabeza aún se sentía aturdida y adolorida. No creía lo que estaba pasando, estar en esa situación con un extraño, si alguien se enteraba de lo que estaba pasando su reputación se vería tachada irremediablemente.


—Veo que despertaste Hiroki.


—Desgraciado, desátame antes de que…


—Ni lo menciones, pero, aunque hicieras cualquier ruido, gritases o hicieras todo por llamar la atención, nadie vendría a ayudarte no en este lugar lleno de hombres que vienen a pasarla bien e incluso llegan a ser algo agresivos con sus consortes. Aquí el hecho de que grites no despertaría sospecha alguna.


—¡Desgraciado!


—Si claro, lo soy, también soy un ruin ladrón, un desalmado, un asesino, lo que sea ya no me importa como pueda llamarme la gente, pero de ti, espero no volverlo a escuchar.


Karasu se despojó de sus ropas frente a Hiei, quien no podía creer lo que estaba a punto de suceder, sólo cerró los ojos, esperando que alguna idea iluminara su mente y lo salvase de aquella situación. La cama se sumió bajo el peso de Karasu, pero Hiei estaba dispuesto a no abrir los ojos, no quería contemplar aquello.


—Tranquilo, te gustará…— Las palabras de Karasu se suavizaron en aquel momento, e hizo estremecer a Hiei, quien seguía reusando aquel momento — no importa si jamás lo has hecho, después de hoy querrás que lo haga más de una vez.


Karasu sonrió ante la actitud de su víctima, hacía tiempo que no tenía el placer de tener a alguien tan casto y puro entre sus manos, lo peor del caso, nunca había sentido esa explosión de sentimientos que surgieron con tan solo verlo ¿era acaso amor a primera vista?, eso no lo sabría con certeza, pero con cada momento que pasaba cerca de él, no podía resistirse, quería poseerlo y hacerlo completamente suyo.


Hiei intentaba con desesperación librarse de sus ataduras, tratando de evitar cualquier roce con su captor, pero fue imposible, Karasu se colocó encima de él a horcajadas y tomo su rostro y sin pensarlo lo besó con tanta lujuria que podía sentir como su respiración se agitaba con facilidad. Hiei no podía creer lo que ocurría, el ser besado de aquella manera lo asustaba, temía hacía adonde lo llevaran aquellos besos, pero otra parte de él deseaba sentir los labios de Karasu no sólo sobre sus labios. Su razón fue nublada en pocos instantes y fue respondiendo a aquellos besos, acto que notó claramente Karasu, quien utilizó sus manos para recorrer su cuerpo, notando como se sobresaltaba cuando las caricias recorrían el cuerpo de aquel joven.


Con gran facilidad despojó a Hiei de las pocas prendas que aun cubrían su cuerpo, sus labios se separaron terminando con aquel caótico beso para después recorrer su cuerpo de arriba hacia abajo con sus labios dejando pequeños rastros de su paso sobre su suave piel. Ante ello Hiei trataba de reprimir los gemidos de placer que esos actos despertaban en él, no creía que otro hombre fuera capaz de despertar la pasión dentro de él; su lógica le decía que estaba mal, pero sus sentimientos seguían ganando terreno y deseaban que eso continuara, deseaba ser poseído por aquel desconocido.


Aunque trataba de esconder lo excitado que se encontraba su cuerpo lo desobedecía y eso hacía que Karasu siguiera torturando su cuerpo lentamente, deseaba oir de sus labios que lo deseaba, que deseaba que le hiciera el amor con tanta pasión y locura que los hiciera uno solo. Sabía que tarde o temprano el caería presa de sus caricias y sus besos, por lo cual no se rindió en su misión.


Karasu siguió recorriendo su cuerpo con caricias expertas y besos regados por toda su piel, sabía que no tardaría en dejarse llevar por el placer así que continuó bajando más y más hasta llegar a su entrepierna donde comenzó a estimular el miembro de su nueva conquista, miembro que no tardó en despertar delatandó que la sensación era placentera y erótica para Hiei; ya no podía seguir negando el calor que recorría todo su cuerpo, todas esas emociones embriagadoras que lo inundaban y que deseaban más. Dejo de engañarse a si mismo dejando que la pasión gobernara sus acciones, ya no reprimió los gemidos de placer los cuales se fueron haciendo más fuertes y prolongados; no quería dar marcha atrás quería ir más allá, nada le importaba en ese momento.


—Veo que dejaste de resistirte — Karasu se percató de como su presa iba cediendo al impulso.


Hiei no podía o más bien no quería responder a ello, pero no era necesario tanto sus gemidos como su cuerpo respondían con claridad. Karasu detuvo su labor para acercar su rostro al de Hiei para apreciar cuan excitado estaba hasta ese momento, el corazón de ambos latía con fuerza por tal situación, Karasu no aguanto más y lo besó con fuerza mientras tanto Hiei respondía fervientemente trató de abrazarlo, pero las ataduras le recordaron que no tenía esa posibilidad. Durante aquel beso Hiei pudo sentir como se dibujaba una sonrisa en su captor, el cual hábilmente desató a Hiei sin dejar de besarlo.


—¿Qué tanto me deseas? — preguntó Karasu, quería escucharlo antes de continuar su tarea.


En respuesta Hiei lo abrazo y al oído le susurró.


—Hazme tuyo…


Esas dos palabras fueron suficiente para que Karasu no lo pensara dos veces. Nuevamente descendió por el cuerpo de Hiei hasta retomar la tarea previamente interrumpida, para lo cual Hiei le facilitó la tarea al abrir sus piernas dándole libre acceso a su miembro. Mientras Karasu se llevaba complemente su miembro a la boca, Hiei paso sus dedos entre su largo y sedoso cabello, al sentir como su miembro penetraba la boca de Karasu arqueó la espalda y gimió de placer.


El miembro de Hiei se endurecía más y más dentro de la boca de Karasu quien comenzaba a chupar más y más rápido pasando su lengua hábilmente sobre él. Hiei no podía creer la oleada de placer que lo recorría y no pudo evitar mover las caderas al compás de aquellas arremetidas. Karasu no dejó sus manos quietas en ningún momento, masajeaba sus gluteos hábilmente deleitándose con los gemidos de placer que le generaba a su pareja.


Cuando Hiei creyó que era todo, que no podía resistir mucho tiempo antes de venirse Karasu se sacó su miembro de la boca y volteo a Hiei poniéndolo boca abajo, no quería que fuera el único en disfrutar. Abrió sus gluteos y comenzó a prepararlo, penetrándolo inicialmente con un dedo.


—¡¿Qué haces?! — Hiei se sorprendió con el giro de las cosas, no estaba preparado para lo que vendría, era su primera vez


—Tranquilo gatito, verás que te gustará — Karasu movió su dedo dentro de Hiei, en círculos y haciendo suaves embestidas. Poco después metió un segundo dedo y continuó con aquella labor — Estoy tan deseoso de metértelo, pero se nota que nunca has tenido relaciones…—se acercó a su oído y susurró — de ningún tipo.


El sentir como era penetrado por los agiles dedos de Karasu hizo estremecer a Hiei que no podía evitar gemir ante aquel acto. Es cierto que le resultaba vergonzoso y doloroso, pero el placer lentamente fue calmando los síntomas iniciales y fue capaz de ayudarlo en la tarea moviendo un poco las caderas.


—Veo que empieza a gustarte.


—S-si — confesó Hiei sin resistirse más.


—Bien, te daré lo que deseas — sacando sus dedos, Karasu comenzó a frotarse contra Hiei y sin previo aviso lo penetró completamente, lo cual hizo gemir a Hiei tan alto que pensó que alguien los escucharía a través de aquellas paredes. Las embestidas que le propinaba Karasu a Hiei eran tan intensas que ambos hombres no podían contener los gemidos de placer que el acto les generaba, ambos se sentían mareados por el placer que estaban experimentando. Karasu podía sentir que era la primera vez de su reciente conquista y decidió que lo haría sentir lo que jamás alguien podría ofrecerle.


Al sentir como era penetrado por aquel extraño, la razón abandono la mente de Hiei y se dejo llevar por la lujuria y el deseo que estaba experimentando en esos instantes. Poco a poco sus defensas se rompieron y decidió que no sería el único en disfrutar de aquel momento, mientras era embestido por Karasu, Hiei decidió rodearlo con ambas piernas y hacer que sus cuerpos se acercasen más el uno del otro; por otro lado, buscó los labios del extraño y se fundió en un ardiente beso mientras que una de sus manos se posaba sobre su espalda, la otra la dirigió a su propio miembro para incrementar el placer.


Karasu se dio cuenta de cómo Hiei iba respondiendo a sus caricias, y le encantó ver su rostro sonrojado y avergonzado pero deseoso de más. Esa noche repitieron el acto varias noches, no sólo en la cama y además Karasu le demostró su habilidad colocándolo en diversas poses que les hicieran incrementar su deseo sexual.


A la mañana siguiente, Hiei se levantó con mucha dificultad, su cuerpo estaba adolorido por la proeza realizada aquella noche, no creyó llegar a perder la virginidad tan pronto y mucho menos con un hombre; el simple hecho de recordar todo lo que hicieron lo hizo sonrojarse. Decidió marcharse buscando hacer el menor ruido posible al salir y regresar al palacio antes de que las cosas empeoraran para él


– ¿A dónde crees que vas? – Karasu hablaba con tono adormilado sin siquiera abrir los ojos, pero lo suficientemente consciente de los suaves movimientos de Hiei.


– Es sólo que…es hora de regresar a casa.


– Quédate conmigo un rato más.


– La verdad es que quisiera, pero no puedo.


– Por favor… - Karasu se estiró para tomar del brazo a Hiei


– No puedo, pero podríamos vernos en otra ocasión.


– ¿Cuándo?


– No lo sé, pero me aseguraré de avisarte.


– A todo ello, ¿a dónde puedo mandarte una carta?


– Eso…no te lo puedo decir.


– ¿Por qué? – La voz de Karasu comenzaba a demostrar impaciencia por lo misterioso de su pareja.


– Simplemente no puedes saberlo.


– Pues entonces no te irás – Karasu lo jaló del brazo y lo atrajo hasta la cama, colocándolo debajo de él, aprisionándolo con sus piernas y aferrando fuertemente sus manos – Al menos hasta que me lo digas.


– ¿Y cómo sé qué no me tratarás diferente o te aprovecharas de la situación? – Hiei intentaba zafarse a toda costa.


– Eso no lo sabrás hasta que lo digas – Karasu se había puesto a besar el cuello de Hiei, el tenerlo así, sin duda lo atraía bastante – además, no creo que lo que siento por ti cambie.


– ¿¡Y si te dijera que soy el futuro emperador!?


Karasu detuvo sus jugueteos al escuchar aquellas palabras, lo miró con gran escepticismo, sin creer en aquellas palabras, eso debía ser una broma, sin duda. Hiei aprovecho para soltarse de su captor y alejarse rápidamente antes de que Karasu tratase algo nuevo en su contra.


– ¿Por qué no lo dijiste antes? – Karasu finalmente era capaz de hablar ante semenjante confesión.


– Porque no quiero que me tratasen diferente, además como hijo del emperador, ¿crees que me hubieran dejado en paz en aquel lugar? Y como sé que tú no me tratarías como un trofeo si te enteraras, eres un conquistador innato.


– Me enamoré de ti, por lo que eres, no por quién eres y eso no cambiará, además – Karasu se levantó y lo arrinconó contra la pared – ya eres mío, y eso jamás cambiará, no te entregaré a nadie así es que, si eres hijo del emperador o de un asqueroso traficante, estaré contigo siempre.


Hiei se avergonzó tanto por aquellas preguntas que se fue dejando a su amante solo en aquella habitación de hotel, no se detuvo hasta llegar al palacio y a pesar de los regaños por su familia, no podía dejar de pensar en su aventura. Cuando tuvo la tranquilidad de pensar en sus sentimientos y en lo ocurrido, se dio cuenta que cayó preso de los encantos de Karasu y eso lo irritaba y le encantaba.


Hiei buscó la manera de reencontrarse con su amante y siempre, todos sus encuentros, eran en bares lejanos e incluso en habitaciones de hotel, donde nadie los reconociera, inclusive en la casa de Karasu. Aquellos eran los mejores momentos que tuvieron y eran de los más felices para ambos; Hiei siempre pensaba en dejar su puesto para quedarse al lado de su amante, pero la muerte sorpresiva e inesperada de su padre, lo llevaron a tomar el puesto de emperador antes de lo previsto, así que la situación cambio las cosas entre Karasu y Hiei, pero buscaban continuar su relación a pesar de los problemas.


Cuando Hiei, terminó su relato, Kurama no podía creer toda la historia que unos momentos antes le fue revelada, el Emperador no se sentía orgulloso de su historia, pero tampoco le avergonzaba, pues fue su primer amor, y no podría olvidarlo tan fácil, pero sincerarse le ayudo a superar poco a poco la pérdida de quien siempre pensó sería su amante eterno. Ahora, era el momento de escuchar el relato de Kurama, y sabía que su historia tal vez desmotivaría el que Kurama se expresara libremente sobre su vida, sin embargo, se mostraría considerado, hasta que pudiera asimilar la información escuchada.

Notas finales:

Por favor tenganme paciencia, pronto tendrán nuevo contenido. Gracias por leer mis fics.


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