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¿Con quén me casé? por Simca-otaku

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Notas del capitulo:

Ahora si no desaparecí por mucho tiempo. Finalmente me di una escapada (desvelada) para seguir escribiendo este fic, me sorprende que la idea con la que empecé aún siga y que varias cosas se me ocurran conforme escribo, en fin…a ver qué sucede al final, ese si lo pensé desde el inicio pero muchas cosas me hacen dudar de si lo terminaré como en un principio creí.

CAPÍTULO 14.

 

MÁS CONFESIONES

 

 

 

Mukuro no tardó en llevar a cabo la tarea que le dio el Emperador con respecto a Kurama, a pesar de estar escandalizada por el hecho de que los padres del joven hayan planeado todo para verse privilegiados por dicha unión, también se sentía preocupada por una de las razones principales que la obligaron a suplicarle al Emperador que escogiese una esposa. Un heredero.

 

Y aunque Hiei no pareciera preocupado por ello, sabía que una forma de mantener las apariencias ante su pueblo y demostrar a la corte la seguridad de su posición era concibiendo a un sucesor, alguien que pudiera liderar el imperio tiempo después.

 

 Kurama se encontraba en uno de los jardines tomando un pequeño descanso, la mañana había estado llena de más tareas de las que se imaginó en un momento y agradeció ese pequeño momento en el cual podía olvidar sus obligaciones por unos cuantos minutos. No fue consciente de que su descanso había sido interrumpido por la llegada de una persona con la cual esperaba hablar desde que el día empezó.

 

—Lamentó molestarla durante su descanso mi señora, pero me parece que es necesario que usted y yo conversemos de algunas cuestiones.

 

Kurama se sobresaltó al escuchar a Mukuro atrás de él, le sorprendió su habilidad de acerarse sin hacer ruido alguno.

 

—No es ninguna molestia Mukuro — trató de responder de la forma más natural posible — por favor toma asiento, sé que tu llegada tiene que ver con todos los ajustes que tendremos que hacer a partir de ahora ¿no es así?

 

—No, esta se equivoca su majestad, pero también vengo a hablar de algo que, aunque usted crea que no es de mi incumbencia… — Mukuro no supo cómo continuar aquella frase, pero sabía que tenía que ser directa y dejar las cosas en claro.

 

—Por favor, continua — Kurama tenía un mal presentimiento de hacía donde se dirigía esa conversación y aunque sabía que Hiei le tenía una gran confianza, no dejaba de asustarle lo que podría pensar de todo ello.

 

—Perdóneme por lo que estoy por decir, pero tenga en cuenta que me preocupo no sólo de Hiei como Emperador y su imagen sino me preocupa él como persona – Hizo una pequeña pausa antes de continuar, y cuando retomo la conversación miró fijamente a los ojos al pelirrojo como si quisiese saber la reacción que sus palabras reflejarían en ellos conforme proseguía — Él me confesó su verdadera identidad y que decidiera si podía confiar o no en usted.

 

— ¿T-te lo dijo? — respondió un tanto nervioso.

 

—Así es mi señora — y bajando la voz por si alguien pudiese escucharlos añadió – descuide no lo delatare en un lugar público u expuesto, pierda cuidado. Me he tomado la libertad de ordenar que no nos molesten durante el resto del día hasta la hora de la comida, y de igual forma ordene que nadie se acercara a estos jardines mientras usted se encontrará aquí sin la debida protección por lo que nadie nos molestara.

 

—Me parece bien y agradezco tu cautela, ¿Qué es lo que quieres saber? — el nerviosismo sin duda se adueñaba de Kurama, quería salir corriendo, pero a la vez tenía miedo de hacerlo.

 

—Ya que disponemos de poco tiempo, no me andaré con rodeos e iré directo al grano. Primero que nada, quisiera saber cómo es que aceptó a casarse con Hiei a sabiendas de que usted también es hombre, se podría decir que es un matrimonio ilegitimo.

 

Una punzada de celos atravesó los sentimientos de Kurama, no sabía que ella dejara los términos respetuosos cuando hablaba de Hiei, no sabía que tan íntima era su relación hasta ese momento. Sentía que a pesar de que ella hablara de manera formal con Hiei inclusive estando solos, el hecho de que lo llamara por su nombre le hizo darse cuenta de que había una historia entre ellos.

 

—Así como quieres hablar directamente, responderé de la manera más honesta posible —trato de ocultar los sentimientos que empezaban a emerger en su interior y mantener la cabeza fría — mis padres, como ya has de saber se encuentran en una mala situación financiera, y efectivamente ellos pensaron que sería una buena idea. El hecho de que el emperador buscara una esposa era tentador y todos los arreglos que se hicieron para que no pasara nada entre nosotros de alguna manera me protegían y sabes bien que protegía la integridad de Hiei también.

 

—Eso es correcto — puntualizó Mukuro quien no le quitaba los ojos de encima.

 

—Mis padres sólo buscaban salvar a la familia y yo lo sé — continuó Kurama que no quería callar ni que culpasen a su familia de todo lo que estaba pasando — mis hermanos son necios y siempre han sido personas que harán lo que deseen, no lo que mis padres crean que es mejor para la familia, jamás aceptarían casarse con alguien sólo por dinero — bajo la mirada avergonzado — yo decidí aceptar no sólo por resignación sino porque pensé en el bienestar de los que quiero, creí que con los acuerdos estaría a salvo y que todo podría seguir su curso. Pensé que Hiei sólo necesitaba una esposa con un buen estatus y que tal vez si me conocía no le sería de su interés y buscaría otras mujeres con las cuales entretenerse…

 

Kurama trataba de contener las lágrimas, odiaba sentirse débil, odiaba sentir ese sentimiento de culpabilidad, sólo quería ser útil. Incluso Mukuro pudo percibir que sus palabras eran ciertas a pesar de todo, su intuición jamás le había fallado a la hora de juzgar a una persona. Así que haciendo caso a las palabras de Hiei, haría algo que nadie más sabía.

 

—Es muy raro, y tal vez lo hayas notado cuando me conociste, que una mujer tenga rangos altos de la corte, pero eso se debe a que mi lealtad está con Hiei, el vio en mi más allá que cualquier otra persona que se cruzaba en mi camino — hace mucho que no rememoraba en voz alta su pasado — mis padres hicieron de mi vida un infierno, jamás tuve un hogar como el que tuviste, no recuerdo la edad en la que ellos se deshicieron de mí y no tengo que comentar lo que pasó con mi vida cuando eso sucedió, ya sabrás lo que hacen los padres con sus hijas a las cuales no desean por ser una boca más que alimentar y no un hombre que sea digno de ser el sucesor.

 

—¿Quieres decir que…? — Kurama no pudo terminar la frase, pero sabía bien las dos opciones a las que se refería, ya que muchas veces escuchaba o veía lo que era de aquellas jóvenes que nacían en algunas familias que apenas podían subsistir y que consideraban más valioso a un hombre varón que a una mujer. Durante aquella época, era normal que muchas familias asesinaran a sus hijas, o las vendiesen como sirvientas o esclavas a alguna familia o establecimiento de mala reputación.

 

—En efecto, sigo viva así es que sabrás que fue de mi destino — Mukuro dio un largo suspiro antes de continuar — una noche llegó el punto en el que ya no soportaba seguir con mi vida, así que me escape del lugar en el que me encontraba y decidí huir a los bosques y poner fin a mi sufrimiento. Claro que no me dejarían escapar tan fácilmente, me dieron caza como un animal. Me adentré en el bosque sin saber a dónde iba sólo pensaba en ser libre, fue allí donde lo conocí, el me salvó y me dio la oportunidad de ser una persona diferente. “A partir de ahora tú eliges hacia dónde ir, eres libre”, esas fueron sus palabras, mi gratitud hacia la persona que no sólo me salvó esa noche, sino que me dio asilo, comida y un techo fue inmensa. Él se dio cuenta de lo bien que me la pasaba en la biblioteca de palacio, y a pesar de que lo censuraron por traerme aquí, él no se disculpó ni se arrepintió de su decisión; me permitió quedarme y aprender, y le dije que me gustaría permanecer a su lado.

 

—¿Sólo sigues a su lado por lealtad? — la curiosidad salió de la boca de Kurama sin pensar.

 

—Le soy leal por lo que él ha hecho por mí, me permitió estudiar y presentar algunos exámenes para puestos de la corte, con el tiempo me gané el respeto de los demás – una sonrisa apareció en su rostro — pero te mentiría si te dijera que es la única razón por la que sigo a su lado.

 

—Pero sabes que no está interesado en las mujeres.

 

—Claro que lo sé, Hiei tuvo el valor para decirme su orientación cuando le dije que no me importaba ser una de sus concubinas, no me importaba no casarme con él, sólo deseaba estar a su lado a como diera lugar. Él me dijo que me apreciaba, así como a mis sentimientos pero sentía no poder responder a ellos.

 

—Entonces ¿Cómo sabré que puedo confiar en que no interferirás entre nosotros?

 

—Si quisiera hacerlo, lo hubiese delatado ¿no cree? Incluso podría haberlo amenazado con el hecho de que si hablaba su familia pagaría las consecuencias. Al fin veo que Hiei encontró una buena persona, y no pienso interponerme en ello, me hace feliz, pero hay algo que me preocupa...

 

—Un heredero.

 

—¿Él ha hablado de eso con usted?

 

—No, pero es algo obvio, y desde la boda mucha gente se acercaba a decirme que con mi belleza combinada con la inteligencia y astucia de Hiei, no decepcionaríamos al pueblo en darle herederos dignos no sólo de dirigir al país, sino que, si teníamos alguna hija, se podría hacer una alianza con otro reino. Además, no hay que ser un genio para saber cuál es la razón de un matrimonio y más uno arreglado.

 

—En eso no se equivoca, pero de eso nos encargaremos después, algo se nos ocurrirá por el momento no piense en ello y mejor siéntase feliz de que verá a su familia.

 

—Gracias Mukuro — se sentía aliviado de saber que podía confiar en ella, pero aun había muchas cosas que no dejaban de darle vuelta en la cabeza, y muchas cosas que le preocupaban en el futuro pero una cosa era cierto debía encargarse una a la vez.

 

—Por ahora — Mukuro hizo que Kurama se sobresaltará pues estaba absorto en sus pensamiento — debemos buscarle algunas criadas que sean de su confianza, recuerde que la emperatriz necesita algunas “damas de compañía” que la ayuden en sus rutinas, llevar mensajes a su familia, ir por un encargo, prepararle su baño y sus ropas para el día, la pequeña a la que le pidió el favor en la mañana la conozco es una buena persona, ¿usted qué piensa?

 

—Me parece perfecto, ¿cómo es que la conoces?

 

—Era la hija de una sirvienta del palacio lamentablemente murió hace unos años, su salud siempre fue delicada, pero siempre se esforzó para hacer sus tareas y esa niña logró ganarse un lugar dentro del palacio, y aunque dudo que lo admita, Hiei decidió dejar que se quedara y si ella deseaba se le daría educación, pero ella decidió pagar su agradecimiento realizando el mismo trabajo que su difunta madre.

 

—Que amable de su parte — puntualizó Kurama ante el noble gesto que tuvo su esposo, esos actos de bondad y amabilidad hacia los demás lo hacían valorarlo aún más.

 

—Es verdad, así es él. Bueno ya que está decidido iré a buscarla y hablaremos con ella mañana por la mañana, le diré que esté preparada para sus nuevas tareas, pero confío en que lo hará bastante bien.

 

Kurama y Mukuro regresaron al palacio para alistar todo ante la visita de su familia, estaba ansioso y nervioso, pero ella le aseguro que organizaría todo para que fuera una visita lo más privada posible, y que se encargaría de que ningún asunto se interpusiera a no ser que fuera sumamente importante.

Notas finales:

Espero sigan leyendo este fic, y el final seguira el rumbo que planee cuando lo escribí, espero que no me odien por ello. Varios comentarios me han hecho dudar del final, pero por más que lo piense, es lo mejor. Este fic lo escribí por una razón y quiero ser fiel a ello.


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