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¿Con quén me casé? por Simca-otaku

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Notas del capitulo:

Haré lo posible para terminar el fic, ya no quiero darle largas y espero que no se pierda el estilo de la historia y la trama.

CAPÍTULO 17.


INMINENTE DESASTRE


 


Desde que Kurama se enteró de lo que planeaba aquel demonio, no dejaba de pensar que pasaría si él ganaba, que pasaría si lograba encontrar un modo de quedarse junto a Hiei. A pesar de ser un pensamiento recurrente lograba atender todas sus tareas y Ayame fue de gran ayuda, con las lecciones particulares que le consiguió Mukuro, la pequeña logró desenvolverse más acorde a sus responsabilidades, de igual forma Kurama se dio a notar como una Emperatriz amable y gentil, dedicada y siempre atenta; tanto los miembros de la corte como la gente del pueblo la admiraban y se sentían agradecidos de que el Emperador hubiese encontrado a tan excelente mujer.


Cada que podía su madre iba a visitar a Kurama, y siempre se escribían para estar al tanto de las novedades, aunque omitían tocar “aquel” tema. Además de eso Hiei le permitía visitar a su familia de vez en cuando y a Kurama le encantaba poder tener tiempo para estar con sus hermanos, los cuales sin duda habían mejorado con el paso del tiempo. Las circunstancias los habían cambiado y les estaba yendo bastante bien, tanto que Yusuke ya se había comprometido con una linda chica, hija de uno de los principales comerciantes del reino, la señorita Keiko Yukimura.


Kuwabara también estaba progresando, le gustaba dedicar muchos esfuerzos para mejorar los cultivos de la región y generar las mejores cosechas, siempre que Kurama iba, Kuwabara le llevaba algunas frutas de algunos cultivos, incluso parecía gustarle todo aquello que tuviera que ver con la naturaleza, se sentía como pez en el agua.


Hiei le prometió a Kurama que haría lo posible para que nada ni nadie lo apartara de su lado, siguió investigando arduamente para encontrar alguna salida, pero a pesar de eso buscaba disfrutar cada momento a solas con Kurama y cuando lo hacían dejaban todo ese asunto atrás, vivían cada momento que tenían para estar juntos, cada que podían se escapaban del palacio, o buscaban tener momentos a solas sin que nadie los interrumpiera. El año paso volando, de eso no había duda, pero lo que vivieron fue lo mejor, y a pesar de no haber encontrado respuestas, confiaban en que lograrían superar cualquier obstáculo que se les pusiera en frente.


No tardó en llegar el ultimo mes de aquel año, y pese a la tensión que ello ocasionaba buscaban llevar las cosas lo mejor posible. Un día la madre de Kurama le escribió comentándole que su padre se había enfermado repentinamente, y que dadas las circunstancias su padre sería trasladado a un Santuario al sur de la ciudad y cerca del mar, en donde esperaban lograr que se recuperase. Ante aquello y pensando que sería lo mejor alejarse del palacio en aquellos momentos, le sugirió a Kurama acompañar a sus padres a aquella región, a lo cual accedió a pesar de rehusarse varias veces. Desde que llegaron al santuario, el padre de Kurama seguía empeorando su estado de salud, parecía que ningún remedio diera resultados, esto consternó a su esposa, a Kurama y a Hiei. Tal vez tenía que ver con aquella promesa de venganza, no querían creer que era cierto, pero, había una gran posibilidad. Ya sólo faltaban 2 semanas para que la luna de sangre se hiciera presente.


—¿Cómo sigue papá? — Preguntó una noche Kurama a su mamá.


—Nada bien, su salud empeora a cada momento, lo cual me extraña, nada parece resultar favorecedor, los doctores no creen que regrese a casa.


—¿Tú crees que…?


—Sé lo que quieres decir, y entiendo tu preocupación — la aflicción era notoria en la madre de Kurama.


—Madre, siempre he tenido dudas sobre el lugar en el cual fue encerrado aquel demonio, ¿aún lo recuerdas?


—Lo recuerdo muy bien, de hecho, desde que vine aquí supe que ese lugar se encuentra cerca de esa isla, creí que era una gran coincidencia, pero comienzo a creer que no estamos aquí por coincidencia.


—Al parecer todo ocurre por algo…


Kurama le pidió a su madre que fuera a descansar, no había descansado mucho y no quería que se extenuara más de la cuenta y se ofreció a cuidar a su padre durante aquella noche, Hiei a pesar de andar en aquel lugar, tenía asuntos de los cuales ocuparse y deseaba darle un poco de tiempo para él, por lo cual sintió que sería una buena oportunidad, además de tener un tiempo a solas con su padre. Pues a pesar de todo, aún lo apreciaba y lo quería. Durante aquella noche se puso a coser un vestido que quería regalarle a Ayame una vez que regresaran al palacio. Estaba deseoso de volver a aquella vida que, a pesar de todo, representaba felicidad y tranquilidad.


—Pareces una señorita de sociedad — su padre recobró la conciencia a media noche —a pesar de todo, agradezco que hayas renunciado a todo por el bien de nuestra familia.


—Lo que sea por ayudar —Kurama se levantó y ayudo a su padre a incorporarse en la cama y le ofreció un vaso de agua —deberías descansar, tienes que reponerte para regresar a casa.


—No digas tonterías, estoy enfermo y lo siento en carne propia, mi fin está cerca, no sé que hice para merecer esto.


—Eso es verdad, por fin podré quitarte de mi camino


—Pero qué…


—Sorpresa — El cabello de Kurama comenzó a ponerse platinado, sus ojos fríos y penetrantes y una sonrisa malvada no se hizo esperar — ¿te has olvidado de mí? Bueno sólo vine a ver como terminaba tu vida.


Lo tomó por el cuello y apretó la garganta del padre de Kurama hasta que dejo de respirar. Durante todas las visitas que realizaba Kurama, el demonio buscaba la manera de alterar los recuerdos para que hiciera lo que él quería, así poder envenenar a su padre, y no dejo de hacerlo aún durante su estancia en el santuario donde lo llevaron. Pero no quería verlo morir de esa manera, quería tomar su vida con sus manos y así lo hizo. A la mañana siguiente Kurama despertó gracias al ruido que hacía la gente al salir y entrar de la habitación de su padre, no recordaba haberse quedado dormido, le sorprendió ver a su padre cubierto por una manta blanca, había muerto y no se enteró en qué momento. Su madre se encontraba en un rincón llorando tras la muerte de su esposo y Hiei estaba a su lado mostrándole su apoyo ante la pérdida.


—¿Mamá te encuentras bien? —Kurama se levantó y se acercó a su madre.


—Murió en la noche, en la madrugada cuando vinieron a checar como estaba y darle sus medicamentos, el ya no respondía.


—Lo siento madre, me quedé dormido y no me di cuenta de nada.


—Descuida, no es tu culpa, espero que este mejor ahora, al menos ya no sufrirá.


—En eso tienes razón, gracias Hiei por venir.


—Siempre estaré para apoyarte en todo Kurama, no lo olvides jamás —Hiei tomó su mano.


—En verdad me siento feliz de que estés aquí conmigo.


Se retiraron para que retiraran el cuerpo y prepararlo para ser cremado, por su parte todos fueron a cambiarse por ropas de luto, afortunadamente iban preparados pues temían lo peor y fue un poco duro creer que ese momento hubiera llegado.


—¿Kurama recuerdas que sucedió anoche? — Hiei estaba viendo por la vetana de su habitación mientras esperaba a que Kurama terminara de alistarse.


—Creerás que estoy loco, pero no recuerdo nada de la noche anterior ¿por qué lo dices, ocurrió algo?


—No nada, sólo tenía curiosidad…


 


La verdad es que lo que sucedió la noche anterior, sabía lo que había ocurrido. El demonio zorro al terminar con la vida del padre de Kurama, fue directo a la habitación de Hiei, lo encontró en la cama revisando unos documentos y no pudo sonreír ante los planes que aguardaban por ser desarrollados. Se acercó lenta y sigilosamente, Hiei volteó a verlo y se sorprendió de la apariencia que tenía Kurama en aquel momento.


—¿Qué es lo que quieres? — al ver la apariencia de Kurama supo que no se trataba de él.


—No tienes por qué asustarte, solo vine a hablar contigo, ¿has pensado en la oferta que te hice?


—Sí lo he hecho y no importa qué, mi respuesta sigue siendo no, así es que déjanos en paz…


—Esperaba que decidieras hacer esto fácil para todos, pero veo que no fue así, por lo cual no me dejas otra alternativa. Descuida, no te dolerá…


Conforme la fecha predispuesta se acercaba, los poderes del propio Kurama iban haciéndose más fuertes, lo que permitía que el demonio zorro sellado por su padre tuviera las energías necesarias para hacer su voluntad. Con gran rapidez se colocó encima de Hiei y sujeto ambas manos para inmovilizarlo completamente. Él anteriormente le dijo que podría hacer que Kurama quedase embarazado, y no le importaba los medios que tuviera que usar para realizar sus planes. El demonio zorro sacó una pañoleta con la cual ató las manos de Hiei, al tenerlo sometido no le sería difícil llevar a cabo su plan; sentado sobre él comenzó a quitarse sus ropas dejando ver su delicada piel, para luego hacer lo mismo con las del Emperador.


Se inclinó y comenzó a besarlo en el cuello mientras sus hábiles manos buscaban estimular cada parte del cuerpo de Hiei, lentamente fue bajándolas hasta llegar a su entrepierna, donde tomó su miembro estimulándolo con gran eficacia, a pesar de que Hiei luchaba por resistrirse no podía detener las reacciones naturales de su cuerpo, era el mismo cuerpo de Kurama, aquel que tantas veces había poseído sin embargo quien estaba frente a él no era la misma persona; sus pensamientos se debatían entre lo correcto y el placer que sentía.


El demonio notaba en su rostro sus emociones encontradas, pero no le dio tiempo para negarse a lo inminente, bajo aún más y se llevó su miembro a los labios y comenzó a estimularlo oralmente, primero fue lento y poco a poco sus movimientos se hacían más rápidos, no tardo en hacer que el Emperador se viniera en su boca. Una sonrisa de victoria se mostraba en su rostro, al ver la cara sonrojada de Hiei.


 —Veo que esto será más facil de lo que pensé — le susurró al oído mientras frotaba su cuerpo contra el inmóvil cuerpo de Hiei, lo cual lo hizo estremecer.


—No…no está bien que uses de esa forma el cuerpo de Kurama…


—Si tanto te molesta verme con esta apariencia, sólo cierra los ojos — las palabras eran un tanto hipnóticas para Hiei — imagina que es Kurama el que está aquí, el que te acaricia y besa…


Volvió a retomar su labor, sus manos eran hábiles, sabía que puntos estimular, como recorrer su cuerpo con su lengua experta, el miembro de Hiei volvió a pararse por la estimulación recibida y leves gemidos a pesar de reprimirlos salieron de su boca. El demonio se sentó sobre él y hábilmente condujo el miembro de Hiei hasta su ano, haciendo que este lo penetrara lentamente, una vez estaba completamente dentro comenzó a moverse de arriba abajo, intercalando embestidas lentas y rápidas y haciendo ligeras pausas; esos diestros movimientos hicieron correrse a Hiei en más de una ocasión, sentía que se desmayaría por el extásis de aquel encuentro. Para sentirse mejor hizo caso a las palabras del demonio, pensó que era Kurama el que lo excitaba de esa manera y una vez viva esa imagen no dudo en mover las caderas para sentir el mayor placer que el encuentro le propiciaba.


Cuando el demonio se dio cuenta de que Hiei no se resistía, liberó sus manos y dejó que hiciese lo que quisiera, al fin y al cabo, era el cuerpo de Kurama, un cuerpo que sin importar qué, recordaba cada beso y cada caricia y se estremecía con el simple hecho de ser reclamado por Hiei, incluso el demonio logró venirse en más de una ocasión.


El sol comenzaba a salir cuando Hiei se dejó caer debido al cansancio de aquella noche de pasión, se sentía culpable de haber hecho eso con alguien más, era el mismo cuerpo, pero no era la misma persona que el amaba. No sabría como contarle aquello a Kurama, pero sabía que tarde o temprano debería enfrentarlo, el demonio desapareció sin previo aviso, lo cual confundió a Hiei, pero no le dio mayor importancia.


—¿Hiei?


—Lo siento, ¿Qué me decías? — la voz de Kurama lo devolvió al presente.


—Decía que ya es hora de irnos, mi madre nos espera.


—Tienes razón, tenemos que ir, además debemos alistar todo para nuestro regreso a casa.


Salieron de su habitación y se reunieron con la madre de Kurama para dar comienzo al funeral de su padre, el cual sería breve pues deseaban tener una ceremonia con todos los miembros de su familia, lo cual sería imposible estando tan lejos de casa. Es asi que una vez terminado el funeral se les entregaron las cenizas para poderlas transportar a su hogar, pero cuando la madre iba a tomarlas se desmayo debido al cansancio acumulado de las últimas semanas, afortunadamente Hiei la atrapó en el acto y Kurama y él se encargaron de llevarla hasta su habitación y de encargarse de las cenizas del padre.


Su madre fue revisada y afortunadamente no tenía nada más que agotamiento, por lo que le recomendaron mucho reposo, para poder realizar el viaje a casa. Dejaron a su madre descansar y ellos regresaron a la suya propia esperando que todo mejorara a la mañana siguiente. Sin embargo, cuando llego la mañana se encontraron con una sorpresa, la madre de Kurama había desaparecido y nadie tenía idea de a dónde se había ido.


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