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¿Con quén me casé? por Simca-otaku

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Notas del capitulo:

Ya es hora de darse cuenta de que sienten aunque sea un poco dificil pese a las mentiras que los llevaron hasta donde están ahora.

CAPÍTULO 5.


CONFUSIONES


 


El emperador despertó a la mañana siguiente preguntándose en qué momento había caído presa del sueño, a pesar de las dudas que habían surgido ante la repentina carta de su amante Karasu, se levantó con decisión de hacer que al menos en sus actividades de cada día, como emperador que era, las preocupaciones surgidas no interfiriesen en lo más mínimo. Vio que su ropa y sus cosas estaban acomodadas, seguro obra de Kurama, pero el gesto que tuvo lo hizo sonreír y pensar que todo estaría bien, al menos por 24 horas.


Se arregló lo más rápido posible, al estar listo llamó a la puerta de Kurama esperando que se encontrase aún en ella, quería saber si era posible conversar antes de ser interrumpidos por sus ocupaciones diarias; al no recibir respuesta abrió cautelosamente la puerta y se dio cuenta de que la cama estaba arreglada, las cosas del tocador bien ordenadas y toda la ropa acomodada en su lugar, era lógico que no estuviera sus deberes comenzaban muy temprano y le alegraba ver que el día agitado que tuvieron no la dejo tan exhausta, admiraba eso de ella.


Preguntando donde se encontraba se dirigió al salón comedor donde seguramente la encontraría, ahí encontró la mesa preparada con varios de sus platillos favoritos, pero le sorprendió ver que todo estaba dispuesto para una sola persona. Al entrar fue recibido por Mukuro, su fiel consejera, quien hizo una reverencia ante el Emperador.


—Muy buen día Mukuro, ¿Has visto a mí esposa?


—Buenos días, alteza. Con respecto a Kurama, ella se despertó más temprano de lo usual y dejó esto para usted, ella desayuno más temprano y decidió recorrer el palacio mientras tuviera tiempo. Me ofrecí a acompañarla, pero ella se negó, declaró que su majestad podría necesitarme para empezar los asuntos del día.


Sin duda las atenciones que había tenido Kurama para prepararle el desayuno, hicieron que el emperador se animará, su semblante se relajó. “Tal vez estar casado no sea una mala idea después de todo” pensó el emperador, mientras se sentaba a la mesa y Mukuro le leía cada uno de sus pendientes para ese día.


—Mukuro, ¿de casualidad te dijo a donde ha ido Kurama? — interrumpió Hiei, sin duda le daba curiosidad donde se encontraba su esposa en esos momentos, y no entendía porque deseaba verla más que otra cosa.


—Mi señor, le sugerí la vista de los jardines al este del palacio – comentó Mukuro, sin duda eran los jardines más bonitos dentro del castillo, pues eran los primeros en remodelarse bajo la supervisión del emperador.


—Que atenta eres Mukuro, como siempre — Al saber donde estaba y una vez terminado su desayuno buscaría encontrarse con su esposa.


—No es nada señor, me imagine que usted hubiera pensado lo mismo.


Mientras Hiei se encontraba disfrutando de su desayuno y arreglando la agenda del día, Kurama se maravillaba con la vista de los jardines que Mukuro le recomendó visitar, cuando supo de las reparaciones que tuvo esa zona del palacio fueron supervisadas por el Emperador hizo que recobrará parte de la simpatía que comenzaba a perder hacia Hiei. Al adentrarse un poco más en el jardín encontró un pequeño lago al centro, donde había un pabellón, al cual se accedía por un puente.


Al verlo, Kurama se dispuso a cruzar y al llegar a aquel pabellón se encontró con una hermosa vista, quedando fascinado por lo que estaba viendo, se acercó a la barandilla para ver la cristalina agua, donde su imagen se reflejaba con claridad, de pronto pareció percatar los rasgos de la otra personalidad que tenía dentro de sí, asustado porque no comprendía por qué se manifestaba en ese momento, retrocedió unos pasos, recordaba que las pocas veces que esa presencia hacia su aparición era cuando se encontraba furioso con sus hermanos.


¿Acaso algo había provocado que su presencia haya despertado? ...Un dolor en el pecho hizo a Kurama consciente de que era verdad que su otro yo estaba despertando en su interior. Busco la forma de acercarse nuevamente a la barandilla para usar el agua como espejo, al vislumbrar su imagen, notó que su aspecto no había cambiado en lo absoluto, sintió gran alivió por ello, pues su familia no le había hablado a nadie de su “condición”. Al parecer esta vez solo había despertado de forma que pudiese comunicarse con él, pues en su mente sus palabras resonaban con gran claridad.


— “Kurama, ¿quieres decirme a que se debe la inestabilidad tanto de tu corazón como de tu mente?, me he dado cuenta a pesar de encontrarme dormido, recuerda que estamos conectados.” — cada palabra resonaba en su cabeza.


—No, no es nada, deben ser alucinaciones tuyas, así que, por favor, te pido que regreses a tu sueño — Kurama buscaba ocultar la inseguridad en sus palabras, pues era verdad que desde su compromiso la incertidumbre y la confusión hicieron presa a su mente y corazón; pero a pesar de ello su mente y corazón eran un libro abierto para su otro yo, podía saber claramente lo que sentía y lo que pensaba, cosa que en muchas veces disgustaba a Kurama.


— “¿Qué no es nada? – Dijo aquel demonio con un tono acusativo — claro que algo está sucediendo, nunca había sentido este caos interno, ni cuando ocurría algún problema con tus hermanos. Estoy casi seguro de que todo esto tiene que ver con el Emperador y con tu nueva posición como su “esposa”, ¿verdad?” — soltó sin ningún disimulo y con un tono que parecía más una afirmación que una pregunta.


—E-estás equivocado…


— “¡No lo estoy!, dentro de ti están las pruebas, pero veo que intentas encontrar el lugar más remoto para esconder todo ello – Interrumpió con vehemencia aquel demonio – Sabes que a mí no me puedes engañar como a los demás, tu rostro puede parecer dulce y con tu sonrisa eres capaz de crear una máscara que hasta el momento nadie ha podido ver a través de ella.”


Kurama se encogió de hombros por aquellas palabras, es verdad que había aprendido a guardarse muchas cosas para sí mismo, que en muchas veces logró convencerse de que, lo que decía era verdad.


— “Respóndeme una sola pregunta, de la cual sé la respuesta, pero quiero ver que tanto puedes negarlo — el demonio volvió a interrumpir sus pensamientos — ¿Es posible que te estés enamorando de Hiei?”


Aquella idea absurda hizo ruborizar a Kurama, ¿era posible lo que el demonio decía?, “no eso es absurdo, tal cosa no puede ser” pensaba Kurama tratando de convencerse a sí mismo. Recordó el momento cuando vio por primera vez a Hiei, sin duda se le hizo un hombre atractivo, pero era imposible que se hubiera imaginado algo más, además ese tipo de relación era prohibida, algo inimaginable, sin duda todo eso era un juego de su otro yo.


— “Tal parece que es verdad, puedo sentir como tu corazón cambia de pulso y la infinidad de dudas que esa pregunta ha despertado en tu mente.  ¿por qué no dejas de engañarte y lo aceptas?”


—¡De ninguna manera aceptaré algo tan ilógico como eso! Estás completamente equivocado, yo no siento más que simpatía por Hiei, no confundas las cosas y sobre todo ¡no trates de confundirme, no caeré en tus juegos!


Aquel demonio comenzó a reírse con burla, mientras Kurama continuaba cuestionando las demencias que esa parte de él decía, de ser posible nadie aprobaría tal cosa y de externarlo podría ser perjudicial para el bien de su familia. Buscaba la manera de mantenerse firme en su postura, intentado convencerse tanto a sí mismo como al demonio que se encontraba en su interior.


Kurama sintió como la presencia de aquel demonio iba desapareciendo, lo cual hizo que poco a poco fuera recobrando parte de la compostura que había perdido momentos antes, se recargó en uno de los pilares, inhalando profundamente para calmarse y recobrar la calma.


—¡¡Kurama!!


Se escuchó a lo lejos que alguien lo llamaba, al darse cuenta de dónde provenía la voz, pudo ver que Hiei cruzaba el puente para ir a su encuentro. Lo cual explicó porque el demonio había ocultado su presencia, no le gustaba hacerse presente salvo con la familia de Kurama, que sabían el secreto que encerraba desde su nacimiento.


—Al fin te he encontrado — dijo Hiei al llegar hasta donde se encontraba su esposa.


–Discúlpeme, quería contemplar los alrededores antes de iniciar las labores del día de hoy, es por ello que me he levantado antes y no quise importunarlo — claramente eso era una mentira, pues apenas y pudo conciliar el sueño aquella noche, y cuando se rindió en intentar dormir, decidió levantarse y comenzar con su exploración.


—Kurama, creo haberte dicho que no es necesaria tanta formalidad entre nosotros.


—Oh, lo siento no me di cuenta.


—Está bien no es necesario que te disculpes, quien debe disculparse soy yo, por haberte dejado plantada el día de ayer.


—Descuida eso ya pasó – Kurama le lanzó una de esas sonrisas que podían hacer que cualquiera pensara que todo estaba bien, cuando por dentro tenía muchas dudas y confusiones sin resolver — por cierto, puedo saber cuál es el motivo por el que me buscabas.


—Bueno eso es porque ya es hora de iniciar con el itinerario del día de hoy.


– Entiendo, pues entonces a darnos prisa, que de seguro la agenda está repleta de compromisos.


Hizo una inclinación ante Hiei y comenzó a andar en dirección al palacio, Hiei lo tomo de la mano y camino a su lado en todo el trayecto. Al entrar en el palacio fueron recibidos por Mukuro quien los esperaba para dar comienzo. Como cada mañana el emperador tenía junta con los oficiales y ministros de la corte, en las cuales Kurama se limitaba a escuchar pues su opinión no podía externarse tan fácilmente, sólo se encargaba de estar al tanto de lo que necesitaba el Emperador y apoyarle cuando hacía falta o bien dar su opinión si él se lo pedía.


Después de ello, tenían audiencia con algunos jefes de las aldeas, donde trataban asuntos de apoyo, ver los avances de las cosechas y de los diversos negocios que se llevaban. Además, se buscaba que el pueblo fuera escuchado, y ver en qué medida se podía hacer algo para mejorar su situación. Era de las reuniones donde más ayudaba Kurama, pues siempre había sido de un espíritu generoso y compasivo


Al medio día el emperador Hiei ayudaba a la guardia imperial o tenía que salir de palacio para llevar rondas por algunos lugares o hacer negociaciones importantes. Por otro lado, Kurama junto con Mukuro se encargaban del manejo y cuidado al interior del Palacio. Kurama, como Emperatriz debía hacerse cargo de responsabilidades esenciales para el funcionamiento del lugar y buscar que quienes moraban en él, estuvieran cómodos.


Kurama hizo lo que pudo para llevar a cabo todas sus funciones, aún a pesar de no haber descansado lo suficiente, sin embargo, el hecho de que aquel demonio despertara había agotado gran parte de su energía, haciendo que en el momento en el cual estaba alistando los preparativos para la cena, ya no pudiera aguantar más y se desmayó; lo último que recordó es ver como se acercaba Mukuro hasta él, antes de perder la conciencia.


Cuando Hiei llegó de sus actividades fue recibido por una Mukuro nerviosa que se acercaba para informarle del estado de la Emperatriz quien se encontraba por ahora descansando en su habitación. Rapidamente Hiei fue a reunirse con ella, pues le preocupaba su condición y quería saber la razón por la que había terminado así, no sin antes pedirle a Mukuro que preparase algo de comer y lo llevase inmediatamente. Al entrar a la habitación encontró a su esposa sobre su cama, por respeto, la servidumbre solo quitó las ropas superiores de Kurama, acomodándola con diligencia; al ver a su esposa sobre su lecho, Hiei tomó asiento, preguntándose qué le había pasado lo último que le dijo Mukuro es que no presentaba signos de estar enferma, que posiblemente solo era cansancio.


Kurama tardó en despertar y al abrir los ojos lo primero que vio fue a Hiei durmiendo sobre una silla a su lado, miró a su alrededor para ver que en una mesita estaba la comida que había mandado pedir Hiei, para cuando despertara, al igual que otros platos sin contenido alguno, lo que le hizo suponer que Hiei no se había apartado ni para comer o irse a su propia habitación. Con cuidado se levantó y al ver que no llevaba sus prendas superiores, se sorprendió, pero por cómo se encontraban las cosas, al parecer nadie se había dado cuenta de su “situación”.


Se acercó a Hiei, y al verlo allí, completamente dormido, las acusaciones del demonio volvían a surgir en su mente, no iba a sucumbir en ellos, pero en algún lugar brotó el pensamiento de “¿y sí tiene razón y estoy sintiendo algo?”. Estiró su mano para poder alcanzar el rostro del emperador, mirándola con detenimiento. En ese instante, Hiei comenzaba a despertar, aunque sin muchas ganas, cuando se dio cuenta de que Kurama se encuentra despierto le dirigió una sonrisa de alivio, lo que puso nervioso al joven peli rojo, haciendo que apartase en el acto su mano.


—¿Ya te sientes bien para levantarte?


—Si, no fue nada, sólo fue cansancio, desde la boda nos hemos sumergido al trabajo que nuestros puestos conllevan, además de que no me acostumbro al ritmo, que es más demandante que el que llevaba en casa.


—Es verdad, siento mucho eso, pero es bueno saber que no te pasa nada. De seguro la comida que pedí que te trajeran debe de haberse enfriado, pediré que te la cambien de inmediato.


—No es necesario, está bien así, además ya es noche.


—¿Estás segura?


—Si, descuida ya bastantes molestias te he causado.


—No digas eso, no lo he considerado así, sabes creo que sé la forma de compensarte el dejarte plantada ayer…


—Por favor, olvida el tema — interpuso Kurama, antes de tener que escuchar una nueva disculpa, desde que se casaron se la pasaban disculpándose el uno con el otro, y eso en muchas veces lo incomodaba.


—Muy bien, pero si me lo permites quisiera llevarte a un lugar muy especial, no te prometo que ahora, ni mañana, arreglemos la forma de escaparnos por unos días, olvidar un tiempo las responsabilidades y descansar.


—¿De verdad estás seguro?, comprendo que tomarte unos días puede ser un poco difícil…


—Tranquila, Mukuro se hará cargo, y hasta uno necesita un descanso sino podría ser muy estresante llevar la misma rutina durante toda tu vida, ¿no lo crees?


—Bien, si tú lo dices acepto tu proposición.


—Ya quedamos entonces, y es una promesa, pero por ahora trata de dormir un poco y descansa un poco por favor.


—Gracias nuevamente por todo y descuida que eso mismo haré.


Hiei quedó sorprendido por la amabilidad que seguía presentando Kurama y por su disposición, ante todo. Tomó su mano en un impulso y se acercó a él, haciendo que Kurama se sobresaltara por aquella inesperada acción. Hiei tomo su mentón y le dejo un besó en la frente, sin duda haciendo que el pulso de Kurama se acelerará y su rostro tomará un tono rojizo.


—Sin duda puedo decir que no pude haber pedido una mejor esposa, y agradezco el que a pesar de todas las condiciones que nos unieron, estés dispuesta a apoyarme.


Sin dar tiempo a Kurama para una respuesta salió de su habitación y lo dejo sumido en la sorpresa y con diferentes sensaciones difíciles de entender. No sabía que pensar de Hiei, ¿sería posible que se estuviese enamorando de él?

Notas finales:

Seguimos editando lo que lleva el fic y lo que vendrá, gracias a quienes dejan sus comentarios los aprecio en verdad, pronto veran más de estos dos, pronto espero publicar la continuación.


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