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¿Con quén me casé? por Simca-otaku

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Notas del capitulo:

Que cosas pueden revelarse lejos de la vida que llevan ahora, tal vez muchos más de los esperados

CAPÍTULO 6.

 

VIAJE DE PLACER

 

 

 

Los días transcurrieron dando paso a semanas y a algunos meses; por fin llegó el otoño y finalmente Hiei pudo cumplir con lo prometido a Kurama, de poder llevarlo a un lugar lejano para relajarse de sus responsabilidades, Hiei lamentaba no haberlo hecho antes, pero Kurama comprendía perfectamente que ante su posición era imposible realizar un viaje de “placer”, además Kurama necesitaba estar completamente capacitado para su puesto, y con el paso de los días las tareas de las cuales debía encargarse, las realizaba con gran eficiencia y Mukuro quien lo ayudaba en todo momento, quedó sorprendido de que pudiera llevar el palacio y sus deberes reales con tanta diligencia.

 

Por otra parte, la relación entre Hiei y Kurama iba mejorando, hasta el momento Hiei no había recibido otro mensaje de su amante, Karasu; y Kurama iba aumentando su estima por su esposo, quien buscaba las oportunidades para hacer sentir cómodo a Kurama. En muchas ocasiones Hiei llegó a pensar que tal vez con el paso del tiempo podría tener una relación estable y sólida, y que, a pesar de que Kurama fuese una “mujer” podría llegar a sentir un gran cariño por su esposa.

 

Los emperadores decidieron cancelar su agenda, dejando claro que esto se debía a motivos personales, dentro de palacio se rumoreaba, que debido a la constante y agitada rutina que llevaban no habían tenido tiempo para intimar, y que era posible que se tomaran un descanso para hacerlo, muchos rogaban que la emperatriz, Kurama; fuera capaz de quedar embarazada y dar un heredero. Cabe decir que todos estos rumores, que de vez en cuando llegaban a oídos de Kurama e incluso del mismo Hiei, llegaban a intimidarlos un poco, incluso a ponerse nerviosos cuando se encontraban a solas. En muchas ocasiones pasaban por alto el tema desviándolo por completo.

 

Tanto Kurama como Hiei, decidieron salir muy temprano y con ayuda de Mukuro, abandonaron el palacio con una pequeña escolta de forma que no llamaran la atención de la gente. Esto con el fin de que no fueran perturbados en cualquier sentido posible, de forma que optaron por ropas poco ostentosas, además de que el viaje no se haría a un lugar muy concurrido.  Existían unas montañas al este de la capital, donde se encontraba el palacio imperial, lugar donde el Emperador hizo construir un hermoso hotel, en el cual recibía a diversos funcionarios que venían a sus tierras para llevar a cabo relaciones diplomáticas, comerciales, etcétera.

 

Ese hotel daba fondos extras para el palacio, así como a sus funcionarios y solía ser un sitio de descanso para todas las familias más importantes del imperio. Aquel hotel fue construido alrededor de un área que incluía aguas termales; sin duda alguna, un buen lugar para descansar, además, el emperador Hiei como medida preventiva, decidió reservar en su totalidad el hotel de manera que no fueran molestados.

 

Al llegar a las puertas de aquel majestuoso hotel fueron recibidos por los empleados que allí trabajaban y que estaban al tanto de la situación, era un grupo reducido y de confianza. Kurama se asombró de aquel hermoso lugar, aunque sus padres le habían comentado que era un lugar del cual podían hacer uso, pues pertenecían a esas importantes familias; la situación económica por la que atravesaban antes de su matrimonio, no le habían permitido el lujo de costearse un viaje así y menos en un lugar como ese.

 

Hiei se percató de lo emocionada que estaba su esposa, lo cual hizo le hizo experimentar una gran felicidad. Tomando a Kurama de la mano, la acompañó hasta la entrada junto con el administrador del hotel, quien se encargaba de darles a conocer los detalles para su estancia, cuando terminó y ambos, Kurama y Hiei, mostraron su gratitud fueron escoltados hasta su habitación, donde pudieron relajarse una vez estando solos.

 

—¿Y bien que te parece el lugar?

 

—Me encantó, sin duda es un lugar maravilloso, y agradezco el que te tomaras las molestias para hacer esto algo íntimo, así podremos relajarnos y disfrutar sin ningún inconveniente — Kurama le dedicó una gentil sonrisa a su esposo, ante aquel gesto.

 

—No tienes nada que agradecer, y descuida, hice que prepararan el cuarto más grande, a comparación del palacio, aquí debemos cuidar las apariencias, así que dormiremos en la misma habitación…pero tranquila todo estará bien, no te obligaré a nada que no quieras — agregó Hiei al ver la expresión nerviosa de Kurama – Creme que nunca lo haría, ¿confías en mí?

 

—G…gracias por eso…yo la verdad… — Sin duda Kurama se sorprendió mucho con aquella noticia, pero trató de calmar sus nervios, dormir en la misma habitación que Hiei, ¿y si se enteraba de su secreto?, no podía ni mirarlo a los ojos ni mucho menos responder aquella pregunta.

 

Salieron del palacio muy temprano, aún el sol no estaba en el cielo, por lo cual arrivaron muy temprano por la mañana, así que decidieron aprovechar para descansar un rato, se cambiaron por unos atuendos más cómodos y decidieron bajar para tomar el desayuno observando el paisaje que el lugar ofrecía. Al terminar decidieron ir a caminar por los jardines del hotel disfrutando de una agradable plática, asombrándose cada vez más de sus similitudes en cuanto a gusto y opiniones.

 

—Vaya no sabía que pudieras tocar el Erhu — comentó Hiei mientras escuchaba atento a lo que decía Kurama.

 

—Debo decir que es mi instrumento favorito y con el que me divierto mucho, desde temprana edad mis padres decidieron que todos teníamos que aprender algún arte o disciplina marcial. Como sabrás mis hermanos son un poco toscos y suelen ser bastante rudos, así que era de esperarse que escogieran artes marciales. Mientras tanto yo me enfoque por lo artístico.

 

—Es normal ya que eres toda una dama — Puntualizó Hiei — espero verte interpretar algunas melodías de vez en cuando sería hermoso en verdad.

 

—¿Qué? ...Ah si tienes toda la razón — Por un momento Kurama se había olvidado que él no tenía idea sobre su naturaleza — A decir verdad ahora que lo pienso, mis hermanos y yo…indistintamente de nuestra diferencia de género — Añadió apresuradamente — he elegido cosas muy diferentes a mis hermanos, suelo ser una persona muy calmada y reservada…pero…

 

De repente un fuerte dolor de cabeza hizo que Kurama se encogiera, un miedo tremendo lo recorrió y una voz brotó en la oscuridad de su mente. “Ni se te ocurra decir algo acerca de lo que ocurre cuando te enojas o te alteras, si le dices algo acerca de mí te juro que te haré pagar”.

 

La oscuridad nubló la vista de Kurama, y sin darse cuenta se había desmayado, podía escuchar una voz llamándolo a lo lejos, una voz que le resultaba familiar, pero que aún no podía identificar con precisión. Lentamente fue abriendo los ojos para darse cuenta de que tenía ante él, una cara que reflejaba preocupación y angustia.

 

—¡¡Kurama!! ¿Te encuentras bien?, ¿qué ocurrió? – Sin duda en la voz de Hiei se notaba preocupación, no tenía idea de porque su esposa había tenido un desmayo tan inesperado, pensaba que seguramente era el estrés acumulado por la pesada tarea que llevaban día con día en palacio.

 

—Hiei, si…ya estoy bien, solo fue un leve mareo, de seguro es cansancio, no tienes por qué preocuparte — sin duda Kurama no quería inquietar a Hiei y menos con la amenaza que el demonio Kitsune que habitaba en su interior, le había dicho antes de que cayera inconsciente.

 

—Qué bueno, pedí que te trajeran de nuevo a la habitación deberías descansar un rato más, descansa ya tendremos más días para recorrer el lugar o hacer algunas otras actividades, lo importante es tu salud.

 

—Lamento esto, sin duda para mí también fue inesperado, pero tienes razón lo mejor será que descanse.

 

—No tienes por qué disculparte. Yo debería hacerlo por tenerte a un ritmo que no habías experimentado antes.

 

—Bueno entonces olvidemos todo lo pasado y concentrémonos a partir de ahora ¿quieres? — Kurama quería evitar que esto se volviera en aquel juego interminable de disculpas a los que en muchas veces se encontraban inmersos.

 

—Me parece bien, bueno pediré que traigan algo de comer, necesitas alimentarte ahorita que estás débil.

 

—Gracias.

 

Una vez les llevaron la comida, Hiei amablemente le acercó a Kurama una bandeja que llevaba una exquisita comida que el emperador mandó a preparar especialmente para Kurama, lo cual lo hizo llenarse de felicidad, por sus atenciones. Continuaron su conversación mientras tomaban sus alimentos.

 

—Al final ya no terminaste de contarme el por qué eres tan diferente a tus hermanos.

 

—¿Perdona?, ah eso, lo siento olvidé lo que estaba diciendo en ese momento.

 

—Descuida, mejor dime si estas dispuesta a tocar para mí cuando regresemos al palacio.

 

—Para mí será todo un placer, además no es que quiera elogiarme a mí misma, pero practicaba constantemente en casa, y soy muy hábil.

 

Una vez llegada la noche, Kurama decidió tomar un baño en las aguas termales, mientras tanto Hiei decidió esperar a su esposa en la habitación tomando unas cuantas copas de sake, en otras palabras, licor, sentado cerca de la ventana contemplando el paisaje nocturno de las montañas.

 

En las aguas termales Kurama se relajó tratando de no pensar en lo sucedido, su reflejo lo miraba en las transparentes aguas, denotando la confusión y la preocupación que sentía. De pronto aquella voz que perfectamente conocía volvió a resonar en su cabeza como la última vez.

 

—“¿Qué es lo que ocurre Kurama?”

 

—Estoy cansado de mentir, y sobre todo odio tu presencia, no quiero que estés apareciendo y desapareciendo en mi mente cuando te plazca.

 

—“Vaya, vaya así que desearías contar todo esto. ¿Estás preparado para las consecuencias que tendrá que afrontar tu familia?, sin mencionar que el propio Emperador tomaría esto como traición y de seguro terminarás ejecutado, ¿o qué, piensas que el Emperador te aceptara al saber lo que eres?”.

 

—Yo lo sé, es sólo que a veces siento que no puedo mantener esta farsa, por mi familia es que sigo con esto, de lo contrario ni lo hubiese aceptado de ningún modo, y de lo contrario, hubiera dicho la verdad desde un inicio.

 

— “No me digas que es verdad lo que hablamos la vez pasada, aunque creo saber la respuesta, tus sentimientos están mezclados, pero es fácil entender la razón”.

 

—T-te equivocas, no puedo estar enamorado de él…no puedo…

 

Kurama se quedó en silencio, el demonio zorro que habitaba en su interior lanzó una risa burlona y desapareció de su mente, no quería admitir lo que ese ser afirmaba, pero por cuanto más podría convencerse a sí mismo, era obvio que la estima y cariño que sentía hacia Hiei iba en aumento, pero no quería confundirse, además, ambos eran hombres eso era algo antinatural y sin sentido.

 

Mientras tanto en la habitación el emperador seguía pensando en lo que sentía por Kurama, sin la presencia de su viejo amante, se relajó y sin lugar a duda disfrutaba de la compañía de su esposa; tal vez no al punto de considerarlo amor, pero comenzó a sentir un profundo aprecio, con lo cual sentía que el matrimonio podría mejorar con los años.

 

De repente, algo pasó rozando la mejilla de Hiei, una flecha, con una pequeña nota atada a ella, con un mensaje breve “Eres mío”. El corazón se aceleró y al darse la vuelta se encontró con la figura de Karasu recargado en la ventana con una sonrisa ladina.

 

—¿Qué haces aquí?, si alguien te viera… —  Hiei trató de mantener la voz baja para no llamar la atención de algún empleado que aún siguiera dentro del hotel.

 

—¿No es obvio?, no puedo vivir sin ti, eres mío, no te entregaré a nadie más y mucho menos a una asquerosa mujer — Karasu se acercó hasta Hiei alzando su barbilla para besarlo, a lo cual Hiei cedió, la intensidad de aquel beso iba aumentando, al igual que el deseo de ambos.

 

—B-basta Karasu no puedo, no podemos hacer esto, y mucho menos aquí, Kurama podría volver en cualquier momento y…

 

—¡¡Estoy harto de todo esto, de ocultar esto que siento!!, escúchame bien Hiei, he venido para llevarte conmigo te guste o no, y si tu mujer se entromete en mi camino, puede que no viva para contar nuestro secreto — La irá dominaba cada palabra de Karasu, quien ya había decidido actuar, sin importar las consecuencias.

 

—Escúchame Karasu yo ya no te amo, yo estoy feliz, me siento bien junto a mi esposa…

 

—No me hagas reír, ¿te sientes bien con ella? ¡Ja!, pero no la amas, al que amas está aquí enfrente tuyo, deja de engañarte ella nunca te amará ni te hará sentir lo que yo.

 

—¡¡Basta!!, no sigas con eso…

 

Karasu impidió que siguiera hablando, lo tomo de la cintura y lo atrajo hacía si, tomando su mano impidiendo que tratase de escapar, volvió a su labor, besando a Hiei, el calor que sentían sus cuerpos iba creciendo, y llego el punto de que el emperador dejó de luchar, entregándose a lo que sentía en aquellos momentos. Karasu bajo suavemente la mano recorriendo la espalda de Hiei, hasta llegar a la cintilla que se encontraba en su cintura, de la cual tiro bruscamente haciéndola caer en el acto, sus caricias se deslizaron al interior de sus prendas, teniendo contacto directo con su cuerpo. Hiei se estremeció ante aquellas caricias, entrelazó los brazos alrededor del cuello de su amante dándole a entender un solo mensaje, “haz lo que quieras con mi cuerpo”.

 

Karasu se percató de la insinuación de Hiei y continuó, lo recostó en el suelo y quitó cada una de las prendas del Emperador recorriendo cada rincón de su cuerpo con sus besos y caricias. Los gemidos no se hicieron esperar por parte de Hiei, la situación de estar entre los brazos de Karasu una vez más, el hecho de ser encontrado por su esposa o por algún empleado del hotel lo excitaban más y más.

 

—Veo que tu cuerpo me extrañaba — comentó Karasu al sentir su miembro erecto por el placer.

 

—Ahh…ca-calla-te…aahh…

 

La mano de Karasu se deslizaba suavemente sobre su miembro excitándolo más de lo que ya estaba. Se agachó aún más, y decidió deleitarse con el miembro erecto del Emperador, lo cual aceleró su pulsación y sus gemidos fueron cada vez más profundos; mientras se deleitaba con el sabor del miembro de Hiei, deslizó sus dedos por su parte trasera, penetrando suavemente, esto hizo que el emperador se estremeciera con cada embestida de los dedos de su amante lo que le hacía nublar la vista por el placer.

 

Una vez Karasu preparó a su amado, lo penetro con su miembro, levantando sus piernas, con las cuales Hiei le rodeo la cintura atrayendo su cuerpo hacía el suyo. Sus respiraciones se encontraban aceleradas pero sincronizadas, el éxtasis que experimentaban nubló la lógica, simplemente deseaban satisfacer el deseo que llevaban reprimiendo por largo tiempo, aquel amor que los unió en el pasado seguía ardiendo en cada uno.

 

—Ka-Karasu…ahhh…ya…no…aguanto más…voy…voy a venirme…

 

—Y-yo…también…Hiei… - Karasu incrementó el movimiento de sus caderas, buscando el momento para que ambos terminaran a la par. El momento no se hizo esperar por más tiempo, Karasu dejó caer su cuerpo sobre el cansado cuerpo de su amante una vez terminaron, sus respiraciones seguían agitadas por el acto, aun así, Karasu besó a Hiei, quien respondió sumisamente.

 

Hiei ahora que sus deseos habían sido saciados no podía creer lo que había hecho, no allí y no en un lugar al que en cualquier momento pudiera entrar su mujer, y de encontrarlo en esa posición, no sabría que pudiese ocurrir. Pero esas ideas pasaban a segundo término en ese instante, lo único que le importaba era el calor del cuerpo de Karasu.

 

—Hiei, te lo pediré otra vez, ven conmigo deja a tu mujer, escapemos juntos.

 

—Yo…

 

—No lo decidas ahora, tienes todo el tiempo que estés aquí para pensarlo, yo esperaré, pero si no te has decidido al final de tu estancia, te llevaré conmigo te guste o no, no pienso renunciar a ti.

 

Hiei escondió su cabeza en el cuello de Karasu, las dudas comenzaban a surgir, de ser por él hubiera dicho que sí en ese mismo instante, pero muchas cosas lo detenían. Su posición, sus obligaciones, sus deberes, y en ese instante la imagen de Kurama vino a su mente, su sonrisa, y esos momentos juntos, hicieron dudar aún más a Hiei.

 

Al otro lado de la puerta, fuera de aquellas cuatro paredes que albergaban un apasionado secreto, estaba Kurama, recargado sobre la pared de enfrente, atónito y sin creer lo que ocurría en la habitación, después de que quedó solo con sus pensamientos había comprendido que era inútil negar lo que sentía, y buscaría la forma de expresar sus sentimientos, pero cuando llegó a su habitación, y escuchar ruidos extraños provenientes de ella, deslizó un poco la puerta para poder ver lo que ocurría y grande fue su sorpresa al ver a su esposo, haciendo el amor con un hombre, un hombre que jamás había visto. La expresión de excitación y deseo que reflejaba Hiei en esos momentos, eran una visión desconocida para Kurama, era algo que no imaginaba, algo que no deseaba ver, pero aun así se quedó allí observando todo, y escuchando cada sonido y palabra de aquellos amantes.

 

El rostro de Kurama se llenó de lágrimas, no podía soportar más eso, y al escuchar que ese hombre estaba ahí para llevarse a Hiei lejos de él, no pudo soportarlo más y bajo corriendo, buscando alejarse lo más que pudo de ese lugar, era obvio que Hiei amaba a ese hombre y lo que menos deseaba era estar allí siendo un obstáculo…simplemente no podía, y menos ahora que toda esa situación puso en claro lo que sentía por Hiei. Su otro yo tenía razón, amaba a Hiei y darse cuenta de eso en ese instante, fue la peor forma de reconocerlo. Se sintió traicionado y dolido, no pensaba que ese fuera el secreto que Hiei ocultaba.

Notas finales:

Más detalles en el siguiente capítulo, veo que son menos los detalles a corregir con cada capitulo que pasa, espero esten al pendiente de más detalles de esta pareja


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