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¿Con quén me casé? por Simca-otaku

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Notas del capitulo:

 

Reeditando lo que llevo escrito, para poder continuar el fic, creanme no lo dejaré inconcluso, además quise poner un poco de lemon entre Hiei y Karasu...

CAPÍTULO  3.


UN NUEVO COMIENZO


 


Ya sólo faltaban dos meses para la boda y Hiei mantuvo su promesa, cada que podía visitaba la casa de su prometida y otras veces Kurama lo visitaba en el palacio; claro está que él siempre iba acompañado por su madre. La razón de sus visitas eran básicamente afinar algunos detalles del gran día, aunque también solían intercambiaban sus opiniones respecto a diversos temas, de esta manera fueron afianzando la confianza entre ambos, a tal punto que cuando se encontraban a solas ya habían acordado hablarse por su nombre y sin formalidad alguna; era obvio que la felicidad de ese matrimonio se basaba en una sola cosa, llevarse bien en los mejores términos posibles sin levantar ninguna sospecha. Ambos sabían que no había manera de que hubiera algo entre ambos, pero se sentían a gusto disfrutando mutuamente de su compañía y eso era una buena señal en su situación. Los días pasaron rápidamente y los preparativos se iban completando, el día de la boda ya estaba cerca y sin duda cualquier cosa podría suceder en ese corto lapso.


—Emperador, como debe recordar mejor que nadie, mañana será su último día como soltero y agradezco el que siempre haya tenido en cuenta mis consejos, y es por eso por lo que me atrevo a aconsejarlo en este punto de su vida, no como su consejera sino como su amiga; a pesar de que todo sea una cortina de humo para acallar ciertas dudas, esa jovencita pronto formará parte de este palacio como su esposa y como Emperatriz. no sólo basta con llevar a cabo las cuestiones del reino y seguir los protocolos, tampoco se trata de dar una imagen de completa felicidad hogareña — Hiei escuchaba atento el monólogo preparado de Mukuro, no le sorprendía pues lo esperaba venir desde hace tiempo, lo único que le preocupo fue que tardara tiempo en decírselo, sabía a dónde quería llegar con todo eso, y la verdad era que no poseía argumentos en contra — en algún momento de la vida señor usted tiene que darle al pueblo un heredero, un soberano digno para continuar con su reinado y sus proyectos.


— Pero ¿qué dices Mukuro?  — ante la sorpresa de las últimas palabras de su consejera, el Emperador no pudo evitar dejar caer los documentos que estaba revisando en ese preciso momento — creí que ese tema ya había quedado claro por el contrato, eso jamás pasará. Un heredero, jamás se me había cruzado por la mente tener hijos.


—Ruego que disculpe mi insolencia, pero recuerde que el bien del pueblo es primero. No importa que usted tenga una preferencia diferente a muchos, pero su obligación también es dejar un heredero para que continúe con su legado — Mukuro recogía los papeles del emperador mientras le recordaba sus deberes — sé que el acuerdo es que al ser un matrimonio arreglado usted no se le acercara a su esposa, pero no dice nada en cuánto a sí con el tiempo se enamoran…


—Pero habíamos quedado que con ella no tendría absolutamente nada y que si deseaba un heredero tendría que hacer uso de una concubina. Además, dudo que Kurama se enamore de mí, ni pienso darle ninguna insinuación — la idea de que Kurama se enamorase de él fue difícil de detener, ¿una parte de él deseaba que fuera así?


—Mi señor, yo misma le ayude a redactar las cláusulas de ese contrato, pero también me encargue de estudiarlo con el fin de encontrar “lagunas legales” que pudiésemos usar si la situación lo requiere. Por lo tanto, sé que no tienen interés el uno por el otro y se pactó lo redactado, pero si llegaran a enamorarse el contrato quedaría nulo, ya no habría razones de mantenerlo pues la principal cláusula quedaría invalida, pero para que todo funcione debemos deshacernos de un factor que podría meternos en problemas, y seré directa…debe terminar toda relación con Karasu.


—Mukuro tú y yo sabemos que eso está fuera de discusión, lo acordamos — La simple idea dejo a Hiei paralizado del miedo, todo menos eso, la única persona que había amado en su vida alejada de él, sin duda era algo con lo cual jamás negociaría.


—No le pido que lo deje de un momento a otro, o mínimo hágalo saber que tendrá que acostarse con su mujer solo por un heredero, y si no es ella será cualquier otra o dígame que mágicamente Karasu tendrá sus hijos y eso es muy extraño para pensarlo. Sea como sea piense en hijos y pronto.


Hiei vio como al terminar esta conferencia privada con su consejera, se encontraba solo a merced de sus propios pensamientos. El sentía que podría manejar todo ello y lograría superar todo, pero todo parecía empeorar, se preguntaba si era demasiado tarde para escapar e irse lejos, tal vez fingir su muerte y así dejar que su hermana tomara su lugar, pese a que su interés por el trono era indiferente. Todas esas cuestiones le daban dolores de cabeza así que dejó su trabajo y se retiró a sus aposentos para calmarse y olvidarse de todo por un momento, dentro de su habitación simplemente se dejó caer sobre la cama sin siquiera desvestirse, sobre la mesita vio un pañuelo bordado por su futura esposa, se lo había dado como agradecimiento a un presente que él le había hecho anteriormente. No lo soportaba, no quería tener sentimientos por nadie más así que simplemente se aferró a su almohada imaginando que se trataba de la persona que en verdad amaba, y solo de ese modo se quedó profundamente dormido.


—Buenos días señor, ya es hora de que se aliste — la voz de Mukuro le llegaba débil y lejana, con ella sus sueños empezaron a desvanecerse y poco a poco fue abriendo los ojos para adaptarse a la luz de la mañana que se filtraba ya por las ventanas — no me diga que olvido que hoy agendó una cita con su prometida - Mukuro se preocupaba de encontrar a su señor con la misma ropa del día anterior, sabía que sus palabras habrían surtido efectos, pero no deseaba afectar los planes actuales.


—¿Sería posible cancelar? No me encuentro con muchas ganas de ver a nadie hoy — dijo Hiei en tono soñoliento buscando volver a sus agradables sueños.


—Lo siento señor, pero es tarde para hacer eso, así que levántese o sino haré que preparen un baño frío para hacerlo entrar en razón.


—Bien Mukuro tú ganas enseguida estaré listo, espérame en el comedor por favor.


De mala gana el Emperador comenzó a alistarse, nuevamente se encontraba ante la realidad de su inminente boda y su dilema por Karasu. En ese día terminarían los preparativos de la boda y de tan solo pensarlo el estómago se le revolvía, contempló la lista que Mukuro dejó sobre la mesita de noche y dio un ligero repaso a los detalles, si todo iba bien la boda se llevaría a cabo en 3 días. Todas sus dudas y sentimientos estaban en constante caos no sabía que le esperaba en el futuro, eran muchas cosas que asimilar en tan poco tiempo, cómo congeniar con su esposa y su amante sin olvidar los importante, y a su vez se preguntaba qué era lo que realmente importaba.  Al final no tuvo más remedio que reunirse con Mukuro en el comedor para desayunar y revisar el itinerario como de costumbre, así que no había tiempo que perder y mientras más rápido mejor. Aun así le era difícil concentrarse en sus actividades.


—Como vera mi señor, el día de hoy será muy atareado — decía Mukuro mientras revisaba su agenda y lista de pendientes — por el momento se han pospuesto algunos de sus importantes asuntos, pero los retomaremos después de la boda. En cuanto a los preparativos de la boda, ya tenemos casi todos los detalles en orden solo falta empezar con las decoraciones y asegurarnos de que los trajes de boda les queden bien, del suyo nos preocuparemos luego, el de su prometida ya se ha mandado y se hizo la prueba y todo parece estar en orden según la carta de su madre.


—Viendo que son cosas mínimas creo que puedes encargarte de ellas sin problemas ¿no es así Mukuro? — dijo rápidamente el Emperador, buscando evadir hablar de ello.


—Si usted cree que es lo mejor, así lo haré, pero necesitaré su aprobación...


—No es necesario, quien mejor para asesorarte que mi futura madre política, por lo que veo es una mujer con buen gusto, es mejor que las mujeres se encarguen de eso.


—En eso sí que tiene la razón me encargaré junto con ella de algunas cosas mientras usted visita a la señorita Kurama, ya se había acordado así que, aunque huya de todo lo demás, no permitiré que eluda este compromiso. Así que ahora para terminar de alistar los detalles faltantes...


—Mukuro, te agradezco por todo lo que has hecho, pero por favor ahora quisiera no pensar tanto en la boda, al menos sólo por unos momentos.


—Entiendo señor, y descuide ya nos encargaremos de todo. Por cierto, antes de que se me olvide hay un asunto de la boda del cual sólo se puede encargar usted, el cual no puede negarse a llevar a cabo.


—¿Se puede saber qué es eso tan importante que sólo yo puedo hacer?


—La tradicional despedida de soltero, le daré los detalles más tarde, pero espero que no se arrepienta de lo que le tengo preparado. Pero hablaremos de ellos más tarde, este no creo que sea el momento adecuado.


Atónito a lo que escuchaba Hiei, no pudo evitar pensar en qué cosas pudo haber pensado su consejera, sabía que no era nada que le disgustase pero temía que fuera otra tontería relacionada a la farsa a la que había entrado con todo el alboroto de la boda. Ya el día era lo suficientemente difícil y ahora esto, las cosas parecían complicarse más y más y esperaba que mejorarán pronto, sin embargo, no sentía que eso fuese posible, necesitaba un respiro, un abrazo de su amado y tal vez más. Pero por lo pronto seguiría anhelando lo imposible, ya hablaría con Mukuro de la despedida y de que era una idea innecesaria.


—Por cierto, señor, en unos minutos vendrá el sastre - mencionó Mukuro sacando al Emperador de sus ensoñaciones.


—No dijiste que eso lo veríamos luego.


—¿Acaso importa él momentos? Solo tiene que probárselo y que arreglen lo que haya que arreglar, y terminamos.


Con un suspiro terminaron de desayunar y se apresuraron al vestidor situado junto a la habitación del Emperador,  en el cual, al abrir las puertas se encontraron con la presencia temprana del sastre de la corte acomodando el traje para que el pudiese verlo con total claridad y comenzar con la prueba de su traje nupcial.


—Un placer verlo mi señor — saludo el sastre acompañado con una reverencia — como podrá ver he traído su traje de boda para que usted de su consentimiento. Espero que sea de su total agrado.


—Agradezco el esfuerzo que ha puesto en el — se acercó observando el traje de "tortura" que lo ataría a una vida que él no quería, aunque trato de mostrarse lo más atento y alegre que se podía, diciendo que todos los detalles lo satisfacían en su totalidad.


—No hay nada que agradecer, para mí es un honor tener el privilegio de encargarme de esto y de todos los trajes que se usan en la corte, además de que tengo esperanzas de pronto vestir a la Emperatriz, tengo algunas ideas para hacerla ver tan hermosa que no podrá resistirse.


—Sin duda usted hará un gran trabajo en el futuro, siga así por favor.


Después de haber intercambiado las cortesías pertinentes comenzaron con la prueba contemplando que los detalles a corregir eran mínimos y que cuando estuvieran arreglados mandarían de inmediato el traje al Emperador; fue así que una vez terminada la visita del sastre el Emperador tuvo un momento para recuperar el aliento. Al menos era una tarea menos que tenía que realizar en aquel día; Mukuro no tardó en aparecer para indicarle que el palanquín que lo llevaría a casa de su prometida se encontraba alistado a las puertas del palacio.


Mientras tanto en la casa de la familia Yoko, todos se preparaban para la gran visita del prometido de su hija, a Kurama le hubiera gustado que sus hermanos no estuvieran presentes, últimamente no los veía tan a menudo como antes de que su compromiso se hiciera público y aunque hablara con ellos raramente le decían en que ocupaban su tiempo, pero se imaginaba que de seguro se darían la gran vida gracias a su ayuda, y era doloroso muchas veces saber que ellos podrían ser libres de hacer lo que quisieran, lo cual hacía que varias veces dijera comentarios inapropiados a sus hermanos.


—¡Oh Kurama te vez tan hermosa como yo hace algunas primaveras atrás! — la madre parecía estar de muy buen humor desde su compromiso y nunca perdía la oportunidad de tratar a Kurama como la hija que nunca tuvo, cosa que el soportaba, no entendía la razón de su madre, pero no quería hacerla sentir mal.


—Pero madre tú aún eres muy hermosa, además no debes sentirte tan emocionada por el Emperador si todo se llega a saber...


—Él no se enterará de nada - afirmó su madre con determinación — recuerda que hay un contrato de por medio, lo cual nos asegura que todo estará bien.


—Perdón madre, es solo que estoy un poco nervioso por la boda y todos los cambios que traerá, además se que es por el bien de todos nosotros.


Una vez que Kurama se terminó de arreglar para su prometido esperó en su habitación junto a su madre hasta que fuera solicitada por el Emperador, mientras tanto su padre esperaba con sus hermanos en el salón principal de la casa momento que ocupó para sermonearlos y prevenirlos de que no abrieran la boca de más. No tardaron en escuchar el anuncio de la llegada del emperador y esto hizo que Kurama se pusiera nervioso, no era su primera vez con él, pero muchas veces se preguntaba porque se sentía ansioso al esperarlo y luego al verlo, pero a pesar de ello trato de calmarse, seguramente eran los nervios de que tarde o temprano podría ser descubierto, no podía tratarse de algo más. Yusuke no tardó en ir a la habitación de Kurama para pedirle que se presentará en la habitación principal.


—Madre vengo a decirles que el Emperador espera por mi hermano… oh lo siento ahora eres mi linda hermanita ¿cierto? — Yusuke no pudo evitar burlarse un poco de su hermano a pesar de las advertencias de su padre.


—¿Quieres callarte antes de que te parta la cara? - Kurama se estaba empezando a hartar de las bromas de sus hermanos, solía ignorarlos, pero todo tenía un límite.


—¡Kurama deja de usar ese lenguaje por favor! — su madre no pudo evitar escandalizarse por lo que escuchaba — Yusuke, retírate, dile a tu padre que en seguida nos reuniremos con ustedes — mientras decía esto le lanzaba una mirada reprobatoria a su hijo, advirtiéndole que no siguiera con las provocaciones, a no ser que se responsabilizará si Kurama mostraba su otra personalidad.


Yusuke sin nada más que decir salió de la habitación haciendo caso a las expresiones de su madre, era verdad que no podía echar a perder esa visita, mientras tanto, Kurama trataba de serenar su humor para poder recibir a su prometido sin despertar sospecha alguna. Una vez reunidos todos en el salón principal, el intercambio protocolario de cortesías se desarrolló satisfactoriamente y dio paso a una charla más familiar.


—Es un placer volver a verlo mi señor - pronunció Kurama con una fingida alegría - espero haya tenido un muy buen viaje hasta aquí.


—El placer es todo mío, agradezco que abran la puerta de su casa para recibirme y en efecto tuve un placentero viaje hasta aquí. No hubiera faltado a este compromiso por nada del mundo.


—Es bueno escuchar eso, por cierto, me permite ofrecerle un poco de té.


—Me encantaría y si no es molestia me agradaría tomarlo en el jardín, hace un hermoso día para estar dentro de la casa.


Todos concordaron con ello, y sabían que lo que deseaba el Emperador era una conversación privada con Kurama, por lo que Mukuro, quien acompañó al emperador, agregó inmediatamente que necesitaba la ayuda de la madre para terminar los detalles necesarios de la boda quien con mucho respeto acepto. Por otra parte, los hermanos al saber que no eran necesitados en casa se excusaron para poder irse diciendo que tenían asuntos importantes de los cuales encargarse y sin añadir nada más salieron de la casa. Kurama solicitó inmediatamente que el té fuese trasladado al jardín cerca de un pequeño estanque en el cual podrían admirar el paisaje. Así fue como ambos comenzaron una caminata lenta hasta dicho lugar.


—Kurama creí que habíamos quedado que no habría más formalidades entre nosotros — puntualizó el Emperador mientras recorrían el jardín.


— Lo siento se… es decir Hiei, es solo que con toda mi familia presente me puse un poco nerviosa — no pudo evitar sonrojarse por lo cual evito cruzar su mirada con la del Emperador.


—No debes disculparte, lo entiendo.


—Disculpa que pregunte esto Hiei pero ¿se encuentra bien? — a pesar de todo Kurama podía ser bastante intuitivo y sabía que algo preocupaba a su prometido.


—Son solo nervios por el gran día, parece ser que todos están a la espera de que se realice y la presión es cada vez más grande.


—Cuánto lo siento, en verdad, si no está seguro de este compromiso deberíamos darlo por terminado.


—¿Hablas en serio? — a Hiei lo tomó desprevenido tal comentario.


—Esto recuerde que lo hago por el bienestar de mi familia, siempre he creído que el matrimonio no es algo que debe ser arreglado sin consentimiento de las partes, pero entiendo que muchas veces uno no elige casarse por amor, como lo es nuestro caso...


—Yo también soy de la idea de que uno debe estar con la persona que ama, pero eso no siempre es posible — la sola idea de poder darle fin a ese martirio lo hizo sentir una gran tranquilidad, pero de pronto también se sentía culpable de faltar a la palabra que le había dado a la familia Yoko — Kurama, yo te di mi palabra de ayudarte y a tu familia a cambio de que te casaras conmigo y no quiero faltar a mi promesa, ya buscaremos la manera de ser felices a nuestro modo.


— Agradezco su firmeza ante sus promesas, pero no estás siendo honesto contigo mismo, y por lo que veo no estás del todo convencido con la boda, no quiero hacerte infeliz — Kurama bajo la mirada debido a que le avergonzaba la situación, no entendía por qué se sentía desilusionado porque una parte de él si deseaba ese enlace por más inmoral que fuese.


—Y fue así como llegamos al acuerdo que tenemos, tú y yo solo debemos aparentar. Créeme seguiré con esto si tú también estás dispuesta a hacerlo, no puedo contarte mis razones para estar inseguro, pero confía en mí cuando te digo que tú también me estás salvando con nuestra boda, además tú no eres la razón de mi inseguridad, es la presión del pueblo para casarme, lo que me hace sentir asfixiado.


Kurama alzó la vista y la verdad se reflejaba en los ojos de su prometido, ese instinto nuevamente le decía que podía confiar en su palabra, aunque sintiera curiosidad de saber que ocultaba y porque aceptaba un enlace tan poco ventajoso en muchas maneras posibles. Fue de ese modo que aceptó continuar con la boda y aceptar el futuro que le habían preparado, y así es cómo llegaron hasta donde estaba el servicio de té con algunos preparativos, a petición de ambos cambiaron de tema y siguieron hablando de lo que se esperaba a la mañana siguiente de la boda y algunos gustos similares que fueron saliendo conforme avanzaba la visita.


—Escuche que ya te habías probado el traje de bodas ¿cómo es?


—No puedo decirlo, tendrás que esperar recuerda que tiene que ser una sorpresa, asi que guarda tu curiosidad para el “gran día”, aunque para complacerte te diré que es muy hermoso.


—Me alegra saber que fue de tu agrado y estoy ansioso de verte con él.


Las palabras del Emperador hicieron ruborizar a Kurama quien intentó cubrirse el rostro, siempre era lo mismo con los halagos y regalos que le hacía su prometido, no sabía cómo actuar, le avergonzaba recibirlos de un hombre, debería ser él quien se los dedicará a una chica, pero a pesar de todo le hacían muy feliz, cada detalle lo guardaba con mucho cariño, se preguntaba si tendría alguna oportunidad de que el Emperador se fijara en él, y si lo hacía que diría al descubrir que era un hombre, definitivamente pensar en ello le daba dolor de cabeza por todas las posibilidades que existían.


Tan amena era la conversación que estaban manteniendo que apenas notaron el transcurso del tiempo, hasta que la consejera se hizo presente ante ellos y anunció que era momento para retirarse debido a que ya iba siendo momento de que el Emperador atendiera un asunto muy importante, y fue así como los tres regresaron al interior de la casa para despedirse de los padres de la prometida. A Kurama le extraño que sus hermanos aún no regresaran a casa, pero eso no le importo ya bastantes problemas y confusiones tenía para agregarle los problemas de sus hermanos a la lista.


—Agradezco tu compañía el día de hoy fue bastante placentero.


—El placer es todo mío señor — nuevamente las formalidades, lo cual le causaba gracia a Hiei la actitud de Kurama por parecer la hija bien portada que siempre esperan los padres, incluso recordó a su propia hermana.


—Nos veremos hasta el día de la boda, esperare hasta entonces para volver a verlos.


—Lo mismo digo, que tengan un buen viaje.


Y así es como se despidieron de las visitas y la calma regresó al interior de la casa, el padre de Kurama salió al jardín a fumar su pipa mientras que Kurama y su madre se dirigían a su habitación a quitarle su atuendo, un día más sin ser descubiertos. Por otra parte, al subir al palanquín Mukuro se dirigió al Emperador para anunciarle un cambio de planes, esa noche el no regresaría al palacio con ella, le daría la sorpresa de su vida y también sabía que era necesario forzar una ruptura inminente o ver si el amante del Emperador podría mantenerse a la sombra sin provocar algún rumor o problema para todos.


—Señor será mejor que se ponga su capa — dijo Mukuro directamente mientras le tendía dicha prenda al Emperador.


—¿De qué estás hablando Mukuro?


—En la mañana le comenté acerca de su despedida de soltero, y eso sucederá esta noche así que prepárese. Karasu estará esperándolo, me asegure de arreglar todo para su reunión y busque que fuera lo más confidencial posible, espero que sea de su agrado y ya veré como se dan las cosas mañana.


—Como siempre estás en todo — su corazón comenzó a latir por el simple hecho de que volvería a ver a su amante, había evitado todo contacto con él desde el anuncio de su compromiso, no sabía qué sucedería; además sabía cuál era la intención de Mukuro si por ella fuese haría lo posible por terminar de raíz la relación entre él y Karasu — gracias por esto Mukuro, se lo que quieres, pero no te prometo nada.


—Y yo agradezco que tome en consideración lo que le he venido diciendo hasta ahora sabe que tengo mis razones para decirle todo eso, pero olvidémonos por un momento de eso y disfrute de esta noche lo más que pueda.


El palanquín se desvió de la ruta del palacio y se internó por calles poco concurridas o escondidas para dejar al Emperador en una casa apartada, donde tendría lugar su despedida, Mukuro hizo que entrara rápidamente y cuando lo hizo el palanquín no tardó en continuar su viaje llevando sólo a la consejera al palacio, ella había prometido volver temprano al día siguiente para recogerlos y ocuparse de que nadie supiera dónde se encontraba ni con quién. Trato de relajarse durante su trayecto pensando en todo el trabajo que tendría un hacer para que las cosas cambiaran y que Hiei viera en su esposa a un nuevo amor que le hiciera olvidar a Karasu, desde que lo conoció le dio muy mala espina, trato de advertir al Emperador, pero nunca le hizo caso, solo le quedaba esperar y que las malas compañías fueran eliminadas.


Dentro de aquella casa todo estaba oscuro y silencioso la única luz provenía de una pequeña vela ubicada en una mesita al lado de la puerta, las ventanas estaban cerradas y apenas se filtraba la luz por ellas. Hiei tomó aquella vela e inspeccionó el lugar en busca de alguna señal, cuando bajo la vista vio señales que formaban un camino y que lo llevaron a adentrarse en aquella casa hacia un cuarto cerrado y al abrir la puerta vio que estaba iluminado por velas y flores por todos lados, un ambiente muy romántico que supuso no era todo obra de Karasu, Hiei sabía que su amante no era así de detallista.


—Te estuve esperando — una voz se hizo notar ante el silencio, lo cual hizo sobresaltar a Hiei, esa voz penetrante y decidida que bien conocía y que lo hacía estremecer.


—Veo que esta vez te luciste — Respondió Hiei volteándose y encontrando a su amante detrás de él a muy pocos centímetros de distancia. Se preguntaba cómo era que podía acercarse tan sigilosamente a él, pero todo perdía sentido cuando estaban juntos.


—Esto no mata a nadie además esta noche es especial, celebramos que estás a punto de dar un paso muy grande, pero aun así seguiremos siendo uno. Recuerda que tú me perteneces, no importa la distancia ni quien se interponga en nuestro camino, estamos destinados el uno al otro.


—En verdad no sé qué decir, pero sabes que a partir de ahora no será tan fácil vernos, aunque no tenga nada que ver con mi futura esposa, se espera de mí más que antes, no sé si podremos mantener nuestra relación... no sé si lo mejor sea terminar lo nuestro... — a Hiei esto le salió como una forma de desahogo no quería terminar su relación pero a la vez sabía lo difícil que sería mantenerla y ya no pudo ocultar más sus temores.


—Pero qué tonterías dices Hiei, ¿acaso piensas cambiarme por esa zorra arribista? —Karasu no pudo evitar molestarse, lo que sería una celebración por la fachada para seguirse viendo en secreto, ahora era un estorbo a su relación y no estaba dispuesto a permitirlo, nadie le quitaría a Hiei.


—De ninguna manera, no tienes que pensar eso, es solo que Mukuro cree que es lo mejor y tengo miedo de ponerte en peligro, o que Kurama se dé cuenta de que algo va mal. Lo siento no debí decirlo en voz alta es solo que he tenido estos pensamientos y no te había visto hasta hoy que me preocupe sin razón, el soportar esto solo me ha torturado todo este tiempo — Hiei no aguanto más y se arrojó a los brazos de su amante sin dudarlo ni un momento.


—Tranquilo amor — Karasu logró calmarse y acariciando a Hiei acercándolo a él trató de alejarle esos pensamientos — no dejaría que nada te pasara ni que nadie se interpusiera en lo nuestro. Así que disfrutemos esta noche, que seguramente tendremos muchas más. Déjame sentir tu piel y déjame escuchar tu voz mientras hacemos el amor.


Lentamente Karasu fue acariciando y besando cada parte del cuerpo de Hiei mientras lo despojaba de sus ropas con tal destreza y habilidad que su amado apenas podía notarlo, aunque siempre que estaba con Karasu, olvidaba todo respecto a su posición y sus deberes y se dejaba llevar por la pasión y el deseo que se despertaban en la intimidad. Hiei no se resistió a cada caricia y cuando sus labios se fundieron en la pasión e intensidad de un beso, lo rodeo por el cuello deseando que esa pasión los consumiera y los volviera uno, que los uniera como ningún otro pacto o contrato podría hacer.


Al darse cuenta de cómo reaccionaba Hiei, lentamente lo recostó sobre la cama, lentamente abrió sus piernas empezando a acariciarlo en su punto más débil, esto hizo que Hiei se estremeciera y dejara escapar gemidos de placer ante el roce de sus cuerpos; instintivamente su cuerpo le permitió el paso a su amante, dejo al descubierto sus partes erógenas a merced de su amante, lo que hizo que Karasu sonriera al ver como sus caricias despertaban la lujuria de Hiei.


Hiei no aguanto aquella situación era tanto su deseo de ser poseído por Karasu que no perdió tiempo y sus manos lo despojaron de toda vestimenta que impidiera el roce directo de sus cuerpos, hacía mucho tiempo que extrañaba el calor que desprendía el cuerpo de su amante al igual que ese aroma que enloquecía sus sentidos. Por otro lado, Karasu se estaba tomando su tiempo, le gustaba torturar a Hiei con la espera, sabía lo que deseaba, pero deseaba que su cuerpo se estremeciera al cien cuando lo hiciera suyo. Es así que Karasu fue descendiendo sus besos, de sus labios se fueron lentamente por su cuello, su pecho, su estómago, su ombligo… hasta llegar a su entrepierna donde no tardo en lamer la creciente erección de Hiei y llevársela entera a su boca. Apoyado por sus manos Karasu las deslizó por todos los puntos sensibles del cuerpo de su amante.


Todo este ritual no tardo en despertar los jadeos de éxtasis en el Emperador, admiraba las destrezas de su amante en la cama, sabía cómo hacer que su cuerpo ardiera en pasión y deseo en cuestión de segundos y sabiendo que estaban solos dejo que los sentimientos de placer que sentía se desbordaran por cada parte de su cuerpo, el cual estaba a merced de Karasu. Cuando sintió como se llevaba su miembro a la boca, colocó sus manos sobre su suave cabellera en señal de que tenía permiso para comérselo en todas las formas posibles que a él se le ocurrieran aquella noche; el sentir sus labios rozando cada parte de su miembro con cada embestida lo mareaba al punto de no saber si podría contener un posible e inminente orgasmo, pero sabía que la noche era joven y que sería el primero de muchos.


Karasu lo torturó, no lo dejo llegar tan fácilmente, por momentos sacaba el miembro de Hiei de su boca y se dedicaba a jugar con el acariciándolo lentamente o besándolo, hasta que su cuerpo reclamaba nuevamente que su boca se ocupara de su entre pierna. A Hiei le resultaba muy cruel pero no interfirió, pero sin duda no pudo aguantar mucho más la tortura y la última vez que Karasu se llevó su miembro a la boca lo rodeo con las piernas evitando que este dejara la labor inconclusa e incluso lo ayudo meneando las caderas hasta el punto de venirse dentro de la boca de su amante.


—Veo que extrañabas tanto mi cuerpo — dijo con tono sarcástico Karasu una vez que terminó el primer intercambio de caricias — nunca creí que hicieras algo así, fue muy erótico sin duda, pero siento que debo “castigarte”, demostrarte que tu cuerpo aún no ha sufrido lo suficiente, te haré el amor tan apasionadamente que tendrás dificultades para caminar mañana.


—No me importa, mientras seas tú quien me ponga así, no tendré inconvenientes de pasármela adolorido — Hiei ya no podía mantener la compostura, el deseo se había apoderado de él, lentamente se enderezó y acercó sus labios al oído de Karasu en donde susurró lo más seductor posible y tratando de despertar la pasión de su amante— házmelo hasta que ya no puedas más, házmelo donde quieras y como tú quieras…mientras seas tú quien me torture seré feliz de darte cada parte de mi cuerpo — acto seguido lamió su oreja y se recostó nuevamente acariciando el pecho de Karasu lentamente.


—Me agrada verte tan sumiso mi amor, créeme esta noche te mostraré que nadie más aparte de mí, puede hacer a tu cuerpo estremecer — mostrando una sonrisa de plena satisfacción se inclinó sobre su amante y dándole tiernos besos dijo — te enseñare posiciones que nunca creerías posibles, te tomare de toda manera posible, quiero que cada parte de tu cuerpo se encuentre marcado por mis besos, mis caricias y todo mi ser.


Hiei no puso negativa alguna a las palabras de su amado, sabía que era inútil resistirse, además lo deseaba. Tenían toda aquella casa solo para ellos, así que podían hacer lo que quisieran sin la necesidad de temer ser descubiertos, por lo que el simple hecho de tener plena libertad le resultaba liberador. Aquella noche Karasu hizo uso de aquella habitación como un lugar en el cual hacer realidad las fantasías que tenía desde hace tiempo con Hiei y no descansaría hasta llevar a cabo la mayoría posible.


Aquella noche la pasión se desbordó sin control, Karasu usó toda su influencia sobre Hiei para someterlo a cada uno de sus caprichos; hizo que cada rincón de aquella casa fuera testigo de sus deseos, puso en práctica todo lo que sabía para complacer a Hiei cuyos gemidos lo insitaban a continuar y cada que él le pedía parar con mayor fuerza lo tomaba; aquella era una noche que seguro jamás olvidarían, y Hiei se llevaría a casa como recuerdo el cuerpo marcado por sus múltiples besos.


Perdieron la noción del tiempo al punto de no saber en que momento se quedaron dormidos, al llegar la mañana un leve rayo de luz traspasó las cortinas, Hiei se levantó sin ánimos con el cuerpo adolorido por el maratónico encuentro de aquella noche y sin hacer ruido buscó sus prendas y se vistió para regresar a su triste realidad, por un instante la idea de huir con Karasu se le hizo muy tentadora, volteó a verlo mientras el yacía profundamente dormido sobre la cama; como quisiera seguir acostado a su lado y tan sólo recordar lo ocurrido sus mejillas lograban encenderse; lamentablemente su honor pudo más, por lo cual decidió marcharse dejándole una nota a Karasu y rogando que eso no lo enfureciera al despertar.


 


Karasu,


Amor lamento dejarte así, sabes lo mucho que te amo y como desearía que mi vida estuviera unida a ti para siempre, pero hoy debo unirme a otra persona; y esto me hiere en lo más profundo del corazón. Es horrendo lo que tengo que hacer, pero creo que será mejor que lo nuestro no siga más allá, no podre perdonarme el herirte y siempre que estoy contigo lo único que deseos es irme para siempre a tu lado, pero comprende que no puedo hacerlo; espero puedas ser feliz, yo pagaré por mis errores muy pronto.


Siempre tuyo, Hiei


 


Al salir de aquella habitación Hiei decidió no mirar atrás, lo que estaba haciendo le destrozaba y si volteaba sabría que su convicción se vendría abajo y no lo soportaría. Así es que con paso firme se dirigió a la salida para dar comienzo a su nueva vida, al salir vio que Mukuro lo esperaba con un palanquín para regresarlo al palacio, camino que hicieron en completo silencio. Llegando allí fue conducido por pasadizos secretos hasta su habitación, donde todo estaba listo para empezar el día que lo esperaba, se baño y se vistió sin vacilar, pero aún así sus pensamientos lo devolvían a aquel lugar donde había pasado la mejor noche de su vida.


Una vez terminado de vestir con su traje ceremonial, y esperando las ordenes de Mukuro para comenzar todo el teatro, se sentó cerca de la ventana contemplando el paisaje pensando que habría más allá del horizonte que divisaba sus ojos.


¿Se encuentra bien su alteza? — Mukuro entró en la habitación sacando a Hiei de sus ensoñaciones, igual que él se encontraba lista para la ocasión y con un itinerario en mano, sin duda estaba decidida en no fracasar en su labor aquel día.


—Así es, todo está de acuerdo con el plan — respondió sin voltear la mirada hacia ella.


—Lamento haberlo orillado a esto mi señor y en verdad lo siento, pero debe comprender que solo pienso en lo mejor para usted, el pueblo y en su futura familia, ya me lo agradecerá.


—Esta bien Mukuro, lo entiendo o al menos lo entenderé con forme pase el tiempo, por ahora sólo quiero que este día acabe y estar a solas por un rato.


—Como usted quiera mi señor.


—Bueno creo que es hora de empezar con esto ¿no?


—Así es, por favor acompáñeme al comedor, ahí lo espera un desayuno sustancioso, será un día muy largo el que nos espera.


Así fue que ambos se dirigieron en silencio al comedor, a pesar de que Hiei no tenía hambre se vio forzado a comer; una vez terminado se dirigieron hasta el jardín del palacio donde se oficiaría la boda. Mientras tanto en la casa de la familia Yoko, Kurama subía al palanquín que lo llevaría hasta el palacio junto con toda la familia, se veía tan bien con el traje y el maquillaje que quien lo viera pensaría que era una chica; sonreía solo para no preocupar a sus padres, pero por dentro moría de nervios y no deseaba preocuparlos más de lo que ya estaban por el sacrificio que haría su hijo.


—Padre, madre — empezó a decir Kurama durante el trayecto — quiero pedirles un favor, no se alarmen, sólo quiero decirles que entiendo que esto es por el bien de todos nosotros y con gusto haré lo que estoy por hacer, pero no quiero que se sientan mal por lo que estamos haciendo, todo saldrá bien, confíen en mí, por lo que pediré que no interfieran con esta boda.


Sus padres no podían creer que su hijo les pidiera semejante favor, pero ambos aceptaron su petición, quien más orgullo sentía en ese momento era su madre, pero no dijo ninguna palabra, una mirada bastó para transmitirle su apoyo y deseos para que encontrara la felicidad. Al llegar al palacio, Kurama fue acompañado por su padre hasta el lugar de la ceremonia, en cada paso el busco mantener presentes todo lo que su madre le enseñó hasta ese momento para convertirse en la dama educada y recatada que debía ser.


Varias personas de la nobleza, en especial de las diez casas principales, se encontraban reunidas para presenciar aquel evento. La ceremonia se llevó a cabo conforme a lo planeado, ambos parecían tranquilos y seguros de su decisión, el ritual fue todo un éxito, todo lo que muchos esperaban, el ver al emperador casado alegró los corazones de todos los miembros de la corte y de todo el reino, muchos estaban celebrando la gran boda oficiada en el interior del palacio, pero hasta los habitantes del reino disfrutaban de la alegría que se sentía en el aire.


El banquete también fue un éxito todos conviviendo en armonía, por su parte los novios, se encontraban en su mesa en la cual las incesantes pláticas no faltaron, tanto uno como el otro decidió olvidar lo que había pasado hasta ese día y que atormentaban sus pensamientos, tratando de no preocupar a sus amigos y familiares, querían que para todos fuera una ocasión digna de recordar. Una vez terminada la celebración, los recién casados se dirigieron a sus habitaciones, las cuales se encontraban comunicadas la una con la otra para guardar las apariencias; fue ahí donde decidieron aclarar algunas cosas.


—Kurama, te prometí hacerte feliz y cuidarte, así que no te preocupes, no haré nada que no quieras, tu habitación esta al otro lado de aquella puerta — dijo señalando una puerta al fondo de la habitación.


—Muchas gracias, en verdad agradezco todas las atenciones que tiene conmigo.


—La verdad es que esto es idea de Mukuro, parece tener muy en cuenta lo que necesitamos sin tener que decirlo. Aparentaremos dormir juntos, pero tendrás tu privacidad y yo no me interpondré en ello.


—Que amable es de su parte, y recordaré agradecerle por la mañana — Kurama en verdad agradecía todas las atenciones y apreciaba que el lo hiciera sentir bienvenido en ese entorno — bueno, creo que lo mejor será irme a descansar, descansa Hiei, nos veremos pronto, además tengo mucho que aprender y espero contar contigo para ello.


Hiei agradece su comprensión así que se acerca a él despacio y deposita un tierno beso en su mejilla, lo cual hace sonrojar a Kurama. Una vez que se encontraban en sus respectivas habitaciones se dejaron caer en su cama, ocultos en la oscuridad podían dejar escapar todo lo que llevaban cargando hasta ese momento. El reto aún no terminaba, debían convivir sin que se sospechara nada y sin dejar al descubierto sus sentimientos.

Notas finales:

Gracias por llegar al final, agradezco sus reviews, son los que me hacen continuar y tengan paciencia ya verán continuacion


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